23 de octubre de 2007

Un vano intento de encadenar a Dios

Tomás Alfaro Drake

Este artículo es el 6º de una serie editada en este blog. Los cinco anteriores son: "Dios y la ciencia", "La creación", "¿Qué hay fuera del universo?", "Un universo de diseño", "Si no hay Diseñador, ¿cuál es la explicación?".

En el artículo anterior veíamos que era inmensamente más razonable postular un Diseñador con una intención que el simple azar como origen del universo. Esto les parece una incómoda, aunque inevitable, conclusión a muchos de aquellos científicos a los que su soberbia les impide reconocer a un Creador. Por eso realizan otros intento de justificar su negación. Pretenden, en uno de ellos, encadenar a Dios. Volver a convertirlo en una fuerza impersonal que no podía hacer más que lo que ha hecho. Una fuerza impersonal sin libertad. Un títere. Nada. Permítaseme un ejemplo. Roger Penrose determinó que nuestro universo ha salido de un bombo en el que sólo había un
número ganador –pongamos el 7– pero en el que había 10^(10^128) bolas. Eso nos llevaba a la necesidad de postular un Diseñador o un número inimaginable de universos inútiles. La tijera de Occam se encargaba de decirnos que lo primero era inmensamente más plausible. Pero, los ciegos voluntarios plantean otra posibilidad. ¿No pudiera ser que todas las bolas del bombo llevasen el 7? Si así fuese –dicen– las leyes de la física tendrían que ser las que son en cualquier universo y todos ellos serían viables, es decir capaces de generar vida e inteligencia, a nosotros. Dicho y hecho, se pusieron a buscar indicios de que las cosas eran así. Siguiendo razonamientos matemáticos, sin ninguna comprobación empírica –base de la ciencia experimental–, parece que
han llegado a reducir a 10^1000 (un 1 seguido de 1000 ceros) los números distintos grabados en las 10^(10^128) bolas del bombo. ¡Enhorabuena! Ese número es aún tan impresionante que la tijera de Occam sigue dictando el mismísimo veredicto. Pero inmediatamente han convertido en dogma de su fe que es sólo cuestión de tiempo demostrar que sólo hay un número en el bombo. Es muy típico de aquellos que quieren negar a Dios definir dogmas de fe que no demuestran. Porque la demostración de lo que de momento han conseguido no es científica, sino matemática, es decir lógica, filosófica, en última instancia. No empírica. Para ese viaje, ya tenemos las alforjas de las cinco vías de santo Tomás de demostración de la existencia de Dios, que ellos, naturalmente, no aceptan por no ser científicas, empíricas. Pero vamos, por un momento, a aceptar dos cosas. Que su reducción de los números del bombo fuese empíricamente demostrable y que, efectivamente, llegasen a reducirlos a uno –el 7–. Ya es conceder. Quiero dejar claro que es una concesión únicamente metodológica que en modo alguno estoy dispuesto realmente a hacer. Hago esta aclaración porque otra argucia apologética de estos empecinados negadores de Dios es elevar a definitivas las concesiones metodológicas que ellos mismos se hacen en sus razonamientos. Bueno, pues aún así, cabría preguntarse: ¿en virtud de qué leyes de orden superior a las de la física, éstas tienen necesariamente que dar lugar a un universo viable? Estas meta-leyes –leyes que rigen las leyes–, denotarían, por sí mismas, la necesidad de un Diseñador que garantizase un orden. Muchos científicos se muestran profundamente asombrados de que exista un orden en la naturaleza que permita analizarla. Las masas podrían perfectamente atraerse unas veces con una fuerza y otras con otra, lo que haría a la naturaleza ilógica e imposible de comprender ¿De donde puede venir ese orden? ¿Del azar? ¿Por qué tendría que haber ninguna ley en un mundo salido del azar? El mismísimo Newton reconocía que era imposible preguntarse desde la ciencia por qué las leyes de la ciencia son como son y no de otra manera. Incluso, por qué son. Dicho de otra manera. Si en el bombo que estamos
manejando las 10^(10^128) bolas llevan el 7, sigue siendo igualmente indudable que Alguien se ha ocupado de que sólo haya 7´s. Queda pues, de nuevo, relegado al fracaso el intento de excluir a Dios del origen del universo. Al contrario, usando el más elemental sentido común, ayudado por los descubrimientos científicos, parece que el intento de encadenar a Dios es vano e inútil. Lejos de hacer de Él un títere lo hace aún más necesario. Dios es el Logos, el sentido, la lógica del Universo. Sin Él, sólo nos quedaría el absurdo.

1 comentario:

  1. Vaya! la verdad es que es un artículo muy bueno: clarito y lógico, ejjeje

    enhorabuena por el premio.

    un saludo,

    Juan-Luis

    ResponderEliminar