25 de febrero de 2015

Frases 25-II-2015

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

Una cosa es el objetivo que yo me propongo y otra el propósito de Dios al inspirarme el deseo de ese objetivo.

Frase citada por Jean Guitton en su libro “Un siglo, una vida”, sin especificar el autor.


22 de febrero de 2015

Anónimo (Juan) ha dejado un nuevo comentario en su entrada “Explico algunas cosas” del 11 de Febrero pasado. Dado que mi respuesta es demasiado larga para hacerlo en un comentario, publico el comentario de anónimo (Juan) y mi respuesta en esta entrada.

Comentario de Anónimo (Juan)

El problema es que yo para ser coherente conmigo mismo debo tomar la opción según mi conciencia, no por lo que hagan otros.
El PP ha mentido, puesto que ya lo sabía de antes, y ha incumplido su programa -que debería ser un contrato-, desdiciéndose y subiendo mas de 40 impuestos, asfixiando a las clases medias, dejando como está la ley del aborto, no adelgazando la Administración y además "dando ejemplo" pagando en negro la reforma de su sede, además de los casos sospechosos como Bárcenas, Gurtel, Púnica, etc, que salpican también al Partido. ¿Qué credibilidad tienen? Ninguna.
Hay otras opciones que no son de izquierdas y que parecen mucho mas serias. No me gustan C´s ni UPyD.
Si hay un gobierno de izquierdas, no me consideraré culpable. No quiero entrar en el chantaje. Me recuerda el chiste del alcalde aquel "¡O yo o el caos!"
El examen de conciencia ante Dios no me permite legitimarles, no puedo votar al PP.
Abrazo
Juan



Querido Juan, gracias por tu comentario: Todos debemos tomar la decisión según nuestra conciencia, pero en ese discernimiento de conciencia hay que tener la cabeza fría y no dejarse llevar por las vísceras. Y en ese mantener la cabeza fría hay que evaluar las consecuencias de nuestras acciones para nosotros y para España.

No me hartaré de decir que ni soy del PP, ni debo nada ni a Rajoy ni al PP ni a nadie de ningún partido político. Por tanto con la cabeza fría, me enfrento a las responsabilidades con mi conciencia.

1º Existe un riesgo objetivamente alto de que en 2016 nos encontremos con un gobierno de coalición de izquierdas en el que Podemos tenga un peso significativo. Quien crea que el PSOE no pactaría con Podemos, que vea lo que está pasando en Baleares. Quien crea que Podemos se va a desinflar de aquí a las elecciones, juega con fuego. Pero si se deshincha, naturalmente las consecuencias serán otras y, en conciencia, me replantearé el voto. Por tanto, probabilidad de incidencia de la victoria de Podemos en coalición con el PSOE: ALTA.

2º Las consecuencias de esto serían catastróficas. Para la ética pública para las libertades democráticas y la política y para las economías de las personas. En cuestiones de ética pública: Aborto libre y a cargo de la seguridad social, prioridad de matrimonios homosexuales a la hora de adoptar niños o elegir colegio, además de ventajas fiscales, eutanasia, corrupción elevada al cubo (todavía no han tocado poder y ya están pringados), fin del concordato, castigo fiscal para la Iglesia Católica, fin de la educación en centros cristianos (colegios y universidades), educación para la ciudadanía de cortar la respiración. Para las libertades cívicas y la política: Desmembramiento de España, impulso a ETA,  inicio de la senda hacia la derogación de la llamada por estos populistas “democracia formal” (es decir la de verdad) para dirigirnos a la democracia popular (la que ha dejado arruinada a media Europa y está arruinando a media Latinoamérica). En economía: Disparo del déficit y de la deuda española, posible salida del Euro, paro disparatado, nacionalización de la economía, quiebras de empresas. En fin, populismo rampante y, como consecuencia, miseria galopante. Si crees que esto es exagerado y que las cosas no serían así con un gobierno de coalición de izquierda radical es que vives, y perdóname, en la luna de Valencia. Por tanto, severidad del daño: ALTÍSIMA.

Ante una situación así, solamente hay una actuación racional: Intentar frenarla con todos los medios lícitos posibles. Y, lo siento, pero sólo hay una posibilidad de frenarlo: Con la victoria electoral de un partido o una coalición de partidos conservadores. ¿Cuáles? Sólo hay dos que parece que puedan tener un peso para ello. PP y Ciudadanos. Los que no citas pero que dices que te parecen más serios son, sencillamente, irrelevantes. Votarles es tirar el voto a la basura. Ciudadanos sí que sacará escaños pero, debido a la ley de Hont, por cada escaño que saque Ciudadanos, el PP perderá 1,2 (no hagas caso a la cifra, no es  exacta, sólo aproximada), lo que redundará en aumentar las probabilidades de ocurrencia de la cartástrofe.

Toda reflexión seria sobre la virtud de la prudencia, que es la que “dispone la razón a discernir el verdadero bien del mal para cada circunstancia, y a elegir los medios adecuados para realizarlo” y es la base de la ética, asegura que ante una situación de consecuencias tan severas como ésta y con tan alta probabilidad de ocurrencia, hay que elegir las alternativas con más probabilidad de evitarlo. Si para ello hay que vencer a las vísceras, pues se vencen y si hay que rectificar, pues se rectifica. Yo voté a uno de esos partidos insignificantes en las Europeas. Rectifico y no volveré a tirar mi voto.

Si esto te suena a lo que jocosamente dices del alcalde que dice “O yo o el caos”, pues tú verás. Porque, aunque ahora hagas un chiste con eso, si llega esa situación creo que la risa se te helará. No es ningún chantaje (lo que sería un planteamiento visceral), es el análisis racional de la cruda realidad hoy, en Febrero de 2015. Esta situación histórica nada tiene que ver con la situación en la que se producía esa frase que era cuando el franquismo intentaba oponerse a la democracia (viva el “caos” democrático). Ni tampoco tiene que ver con la situación previa a las elecciones en las que ha ganado el PSOE anteriormente en España (aunque las consecuencias de eso sí fueron más graves, sobre todo la segunda vez con el PSOE zapaterista, lo que puede venir hará bueno a Zapatero). Esto es radicalmente distinto. Estamos ante una encrucijada histórica en la que sólo a veces se ve involucrada una generación. Similar en gravedad al ascenso de los totalitarismos de cualquier signo en la primera parte del siglo XX. Y tenemos la misma responsabilidad que tuvo aquella generación. Espero que lo hagamos un poco mejor. No verlo y hacer chistes con esto es, a mi parecer, una grave irresponsabilidad histórica.

Ahora le hablo a tu conciencia y créeme que siento si lo que digo te parece duro.

1º Salvo la opinión particular respetabilísima de dos obispos (de 68 obispos titulares que hay en España), la Iglesia española, a través sus otros 66 obispos y de la Conferencia Episcopal, que es su órgano más representativo, no ha dicho que los católicos no podamos votar en conciencia al PP. Y si lo creyese así, tendría el deber, como Madre y Maestra de hacerlo, para orientar a los “éticamente desorientados” como yo. Si no lo ha hecho es porque no lo considera. Por tanto, yo no estoy “éticamente desorientado” y tu postura, en cambio, es más episcopalista que la de la Conferencia Episcopal.

2º Si ejercitas la virtud de la prudencia, tu recta conciencia debería llevarte al voto que mejor se oponga a consecuencias tan terribles, te lo pida el cuerpo o no te lo pida.

3º Si llegamos a esa situación y tú has tirado tu voto a la basura por abstracciones de conciencia más episcopalista que la conferencia episcopal, habrás contribuido con una millonésima parte a ese caos que parece que no consideras. No será una parte grande pero tendrás una pequeña parte alícuota de la responsabilidad. Estamos, como te he dicho antes, en una grave y concretísima, nada abstracta, encrucijada histórica.

Creo que una conciencia no visceral sólo tiene posibilidades para no actuar como afirmo.

1ª Negar la alta probabilidad de ocurrencia. Creo que hay que estar ciego para ello. Si en el futuro inmediato esa probabilidad disminuye drásticamente, otro gallo nos cantará. Posiblemente, en ese caso, yo también cambie mi voto.

2ª Negar la severidad del daño. Creo que para negar esto hay que estar todavía más ciego. Sobre todo si uno es católico.

Lo contrario es, a mi entender, actuar con las vísceras, no con la conciencia. ¿Tú estás harto de la doctrina del mal menor? Yo también. Pero estoy más harto de la del mal mayor. Si estoy harto del PP, me aguanto, pero no decido por hartazgo.

Dar el voto no es legitimar. Te puedo asegurar que si gana el PP, el mismo día que gane, empezaré, con mis pobres medios, a intentar ponerles ante su responsabilidad y a criticar cívicamente lo que hagan, como por otro lado, ya he hecho y estoy haciendo. Si no lo consigo, entonces sí, actuando como la ética, basada en la prudencia me dice, tendré la conciencia tranquila. Me temo que, sin embargo, eso mismo (lo de ser cívicamente crítico) no podré hacerlo sin grave riesgo para mi integridad, si gana la otra opción. Y tú tampoco podrás hacerlo.

De modo que tú mismo con tu conciencia pero creo que Dios no nos pide que colaboremos con el desastre.

Y acabo parafraseando un chiste de la revista de humor de mi niñez que algunos “talluditos” como yo tal vez recuerden, dirigida con fina crítica e inteligencia por Álvaro de la Iglesia. La revista se llamaba “La Codorniz”.


Bombín es a bombón como cojín es a X y me importa tres X que algunos me tachen de paranoico, de votoutilista o de malmenorista. No soy paranoico sino realista y prefiero el voto útil al inútil y el mal menr al mayor.

18 de febrero de 2015

Frases 18-II-2015

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

El hombre ha sobrevivido hasta ahora porque era demasiado ignorante para saber cómo cumplir sus deseos. Ahora que ya puede cumplirlos, tiene que cambiarlos o perecer.

William Carlos Williams


11 de febrero de 2015

Explico algunas cosas

Con el título de este escrito no pretendo arrogarme ningún papel de docto profesor que se aviene a explicar su sabiduría a otros. De ninguna manera. Responde al título del poema más terrible de Pablo Neruda. En ese poema Neruda se desahoga transmitiendo su indignación por el levantamiento de Franco en 1936. Empieza con unos versos de una dulzura maravillosa:

Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?
¿Y la metafísica cubierta de amapolas?
¿Y la lluvia, que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa

Y, a continuación se dispara con una terrible diatriba contra la sublevación de Franco. Evidentemente, mi indignación con la situación en la que estamos entrando en España no tiene absolutamente nada que ver con la causa que se la produjo a Neruda. Además, no es indignación sino hartazgo y no alcanza, ni de lejos, el grado de virulencia de la del poeta chileno en ese momento. Pero sí, estoy muy harto de oír cosas que me parecen sandeces en lo que se refiere al fenómeno Podemos y a cómo hacerle frente. Y sí, este escrito va a ser más agresivo de lo que suelen ser los míos. Mejor dicho, va a ser agresivo, porque lo que normalmente escribo no lo es. Pero necesito un desahogo.

Primer hartazgo: Podemos no tiene una ideología, sólo busca la regeneración moral.

Estoy harto de oír que Podemos no tiene una ideología, que lo que quiere es regenerar la vida política y económica de España. Como he sido cocinero antes que fraile, sé de lo que hablo con lo que digo a continuación. Por supuesto que Podemos tiene una ideología. Tiene una ideología marxista radical que ha fracasado en toda regla en la lid para crear riqueza y bienestar en el mundo frente al sistema capitalista y que pretende ganar la victoria de la Historia con una estrategia que incorpora la mentira y el solapamiento. Una estrategia que está escrita y que se llama gramsciana, en “honor” a su ideólogo Antonio Gramsci. Durante decenios, con una paciencia propia de quien sabe esperar agazapado su momento, se ha ido preparando el asalto final. La estrategia gramsciana ha ido conquistando paulatinamente buena parte de la prensa, de la universidad, del arte, del poder judicial, de la Iglesia, etc. Por supuesto, que no todas las personas de estos estamentos comulgan con la ideología marxista radical. Más aún, muchos la rechazan explícitamente y si se les dijese que son marxistas, se rasgarían las vestiduras. Pero en las actitudes y juicios de muchas de ellas, se han ido metiendo subrepticiamente visiones paramarxistas, anticapitalistas y antisistema. La batalla que el marxismo radical ha perdido estrepitosamente en la vida real y en la creación de riqueza, la está ganando en el subconsciente de mucha gente de buena voluntad, colándose por debajo de la puerta gracias a la estrategia gramsciana. Y dentro de esa ideología no se discute si para crear mayor o menor riqueza es mejor subir o bajar impuestos, un poco más o un poco menos de austeridad, más o menos flexibilidad en el mercado laboral, etc. No, esta ideología tiene como objetivo acabar con el sistema, no hacerlo mejor. Y esta ideología es, además, profundamente antidemocrática. Únicamente acepta la democracia para, cuando la estrategia esté madura, usándola, hacerse con el poder y no soltarlo jamás. Hablo de lo que he vivido.

En cuanto a la regeneración moral de la política y la economía, me echaría a reír si no me diesen ganas de llorar. Esta nueva casta tiene una diferencia terrible con la supuesta casta actual. Los que se preparan para ser los mandarines, se creen por encima de cualquier norma moral. Como sus fines, según ellos, pretenden traer el paraíso para la humanidad, todo les está permitido. Por tanto, las normas éticas que denuncian en otros no rigen para ellos. Ya se está viendo en las cosas que salen a la luz con la productora de Iglesias, las investigaciones de Errejón o los trucos fiscales de Monedero. La regeneración moral es tan sólo el banderín de enganche de un estado de ánimo que, al menos en parte, aunque, desde luego no exclusivamente, han creado ellos mismos. ¡Ay de los pobres países que han experimentado o están experimentando en sus carnes los resultados del engaño!

Segundo hartazgo: Dentro de Europa no podrán hacer lo que dicen.

Está claro que no podrían hacerlo si su objetivo fuese el bienestar económico de España. Pero atribuir ese objetivo a Podemos es de una ingenuidad que raya en el ridículo. Podemos no pretende eso. Pretende el triunfo histórico de su ideología. Y para ese triunfo, nada mejor que empezar por hacer que España salga del Euro. Es más que probable que si Grecia sale del Euro, las consecuencias para Europa sean tan sólo una marejadilla. Por supuesto que para Grecia serían trágicas, pero esto es lo que menos le importa a Syriza o a Tsipras. Grecia, con un gran sacrificio, originado por haber vivido durante décadas por encima de sus posibilidades a costa de otros, parecía que estaba enderezando su camino. Syriza ha sabido capitalizar el descontento y va a llevar a Grecia a la ruina. Si no la saca del Euro ahora es porque en la estrategia gramsciana es mejor esperar a que caiga España. Porque si cae España, el Euro se va a la mierda. Grecia intentará chantajear a Europa con la amenaza de su apoyo a Rusia (no se olvide que en la UE hace falta unanimidad para todo) y, con el apoyo de los EEUU, que quieren cuidar sus bases en ese país, caminar por el filo de la navaja para evitar las iras de sus votantes si no cumple sus promesas. Y creo que quiere conseguir que Europa aguante un pelo, hasta Noviembre. Cada minuto que pasa juega a su favor. Esperemos que los líderes de la UE no sean tan tontos como para dejarse engañar por Tsipras ni tan débiles que cedan al chantaje. No las tengo todas conmigo. Pero, si Podemos gana en España, no tendrá esas cortapisas. Podemos hará las cosas que dice que va a hacer y España saldrá del Euro en menos que canta un gallo para entrar en el camino hacia el precipicio.

Tercer hartazgo: A nosotros no nos puede pasar eso.

Este es el síndrome de Occidente. Pensar que lo que hemos conquistado con sangre sudor y lágrimas está asegurado por los siglos de los siglos. Nada hay más falso que eso y una sola mirada a la historia nos haría ver su falsedad. Nunca se debe olvidar que es inmensamente más fácil destruir que construir. Jacinto Benavente estrenó en 1916 una obra de teatro con el título de “La ciudad alegre y confiada” que asistía ciega, o sin querer mirar, a su desastre. Pero en este tema me atrevería a decir que hay un peligro mucho mayor que Podemos, que es el Islam. Y me temo que, salvo un milagro histórico (los ha habido en la historia) esta guerra la tenemos perdida, no por cuestiones económicas, sino por la caída de la natalidad en Occidente con la consiguiente reducción de población. Pero eso es otra historia y, en cualquier caso, el triunfo de Podemos sería un paso más en contra de la victoria de Occidente frente a esa amenaza.

Cuarto hartazgo: Tenemos una corrupción indescriptible.

Espero que nadie me tache de confraternizar con la corrupción por lo que voy a decir a continuación. Detesto la corrupción como el que más y creo que la tolerancia con ella debe ser 0. Pero, dicho eso, esta sensación que tenemos es una buena noticia, porque todo lo que se ve es la pus de una corrupción que viene de antiguo, que no es de ahora, y la primera condición para que una herida se cure es limpiarla de pus, que es lo que está pasando ahora. Pero esto no está pasando gracias a Podemos. Es un proceso de limpieza que ya había empezado antes de que Podemos irrumpiese en escena y en el que, por otra parte, Podemos está aportando su ración de pus. Ya he dicho antes lo de tolerancia 0 y, por tanto, cualquier dosis de corrupción es mala. Pero cuando se habla de corrupción es inevitable comparar. Si miramos a Alemania, Dinamarca, Suecia y algunos países más cuya lista no me atrevo a hacer, es evidente que en España hay más corrupción que en ellos. Pero si miramos a Italia o Grecia, la cosa cambia. Y, eso fijándonos en nuestros socios comunitarios, pero en cuanto nos salimos de Europa o de América del Norte (excluido México), España es un paraíso de transparencia y limpieza. Por supuesto, los países de los amigos populistas de Podemos, además de Grecia, como Venezuela o Argentina, la corrupción es mucho mayor que el resto de su entorno. Desde luego, esto no se puede decir públicamente porque podría llevar a bajar la guardia en la lucha contra la corrupción, pero es así. Sin embargo, si un extraterrestre llegase a España sin saber nada y leyese la prensa, pensaría que había caído en el país más corrupto de la tierra. Y eso, sencillamente, es falso.

Quinto hartazgo: Rajoy es un inútil.

No debo nada, absolutamente nada, ni a Rajoy, ni al PP, ni a ninguno de sus líderes. No considero a Rajoy un gran político ni, mucho menos, un gran hombre de Estado. Creo que hay muchas cosas que debería haber hecho y no ha hecho y viceversa. Creo que nos ha mentido a los que le hemos votado. Pero de ahí a decir que es un merluzo, un inútil o un corrupto, hay una gran diferencia. Todos somos buenos políticos y buenos entrenadores de fútbol mientras no tenemos la responsabilidad de gobernar. Pero hay un hecho evidente que no se puede negar. Cuando el gobierno del PP llegó y se vio lo que había en el armario, nadie daba un duro por que España se librase del rescate. NADIE. Y si alguien nos hubiese dicho entonces que en el 2014 la economía española iba a crecer al 1,9%, a la cabeza de Europa y que íbamos a ser puestos como ejemplo por la vituperada troika (a la que Dios bendiga) de cómo se deben hacer las cosas, nos hubiésemos reído en las barbas de ese alguien y le hubiésemos tomado por idiota e ingenuo. Y me digo yo que, con honestidad, esto merece un poco, al menos un poco, de reconocimiento. ¿O no? ¿Y tal vez también un poco de indulgencia? ¿O no? Yo, desde luego, con mis brillantes ideas, hubiese salido corriendo si alguien me hubiese propuesto (Dios no quiera que esto ocurra nunca) formar parte del gobierno. Y, probablemente, aunque no soy un mentiroso, me comería mis promesas electorales. Y creo que lo mismo hubiese hecho cualquiera de los que se rasgan las vestiduras por las mentiras de Rajoy. ¿O no? ¿Quién se atreve a decir que no desde la butaca de su casa? Se oye decir, y me enerva bastante cuando lo oigo, que la recuperación no se nota en la calle y que los puestos de trabajo creados son precarios. No sé muy bien qué es eso de la calle que tiene que notar la recuperación, pero que haya casi medio millón de parados menos al acabar 2014 que al empezar o que millones de españoles piensen que su trabajo es más seguro ahora que hace un año y el índice de confianza haya pasado de 77,7 a 99,6 de Enero 2013 a Enero 2014 y esto haya impulsado el consumo, no me parece que sea el patio de mi casa. ¡Los empleos creados son precarios!, claman los sindicatos. Claro. Todos los empleos son precarios. El empleo de por vida es un lastre. Los países en los que el empleo se garantiza de por vida o en el que se penaliza tanto el despido que la flexibilidad del mercado de trabajo es muy baja, son los que más paro tienen. Ese ha sido el caso de España durante toda su historia reciente. Así que también me produce hartazgo esta afirmación.

Sexto hartazgo: No volveré a votar al PP

Ya lo he dicho antes: No debo nada, absolutamente nada, ni a Rajoy, ni al PP, ni a ninguno de sus líderes. Pero me caben muy pocas dudas de que si no gana el PP con mayoría absoluta (o con suficiente mayoría como para que algún partido semi marginal le pueda ayudar con algún diputado), tendremos en España una preciosa coalición de izquierdas con Podemos en una posición predominante. Si en España tuviésemos un partido socialdemócrata al estilo de Alemania, encontraría esa duda razonable. Pero tenemos al PSOE. ¡Al PSOE! El PSOE hará TODO lo que tenga que hacer para estar en el gobierno. TODO excepto aliarse con el PP. Si esto último ocurriese, me comería las hojas de papel en el que esto está escrito en presencia de quien lo haya leído. No creo que lo tenga que hacer. Y creo que si tras los siete años de Zapatero, con sus secuelas económicas, morales y políticas, Cataluña entre ellas, cuando España está despegando tras haber rozado el suelo en el cambio de tendencia, viene un gobierno de izquierda radical, con Podemos en él, aunque no pueda llevar a la práctica del todo, en este caso, sus maravillosas propuestas, la bofetada está completamente asegurada. Una bofetada casi tan irreparable como si Podemos gobernase en solitario, sólo que cocinada a fuego un poco más lento. Pero una bofetada. Y esta bofetada sí que la va a notar la calle. Y la vamos a notar todos. Y no sólo en la economía, sino también en la moral, en la educación, en la imagen de España, etc. Todo aquello que hace que mucha gente diga que no va a votar al PP, lo va a tener con creces. Se podrá aplicar el dicho de “si no quieres taza, taza y media”. Pero eso no tiene por qué ocurrir. Por supuesto que si el PP obtuviese los mismos casi 11 millones de votos que obtuvo en las elecciones generales de 2011, volvería a sacar mayoría absoluta. Incluso con menos, porque una izquierda más dividida se vería penalizada por la ley de Hont. Siempre y cuando que esa misma ley no perjudique demasiado a los partidos de derechas. ¿Utopía? De ninguna manera. Sólo hace falta que nos dejemos de pataletas y salvemos los muebles. Es la única manera. Si no, el desahucio. ¿Voto del miedo? Ya me lo han echado a la cara y estoy harto. No, voto del realismo, la prudencia, la sensatez y la madurez. ¿Voto útil? ¡Toma claro! No va a ser inútil. Inútil será el voto que se dé a partidos que no van a sacar ni un solo diputado o a los que lo saquen a base de un brindis al señor Hont. Y el voto, hasta donde se me alcanza, no está para ser inútil. También me lo han echado en cara y también estoy harto. También se me ha dicho que me dejo llevar por lo de más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y también estoy harto. Perdón, ¿dónde está lo bueno por conocer que tenga opción de gobierno para que lo conozcamos? Yo no lo veo. ¿Alguien lo ve? Por algún lado hay que romper el círculo vicioso, se me dice (y, claro, también estoy harto). No sé cuan vicioso pueda ser el círculo, pero, ¿por qué no esperamos a que los demagogos de Podemos fracasen para romperlo? ¿O es que hay que romperlo ahora para que otros irresponsables tiren del hilo y saquen el ovillo? Y ya, el colmo del hartazgo me lo produce lo de la catarsis. ¡Resulta que hay que pasar por el desastre y la ruina para que se produzca una catarsis liberadora y, así, ver la luz! ¡¡¡No gracias!!! El que quiera catarsis que se la busque en su casa. Así que, como mucha gente me echa en cara mi voto por cobarde, apocado, circular o anticatártico, yo también digo: Todos somos libres. Todos podemos hacer con nuestro voto lo que queramos. Pero por eso mismo somos responsables. Si dentro de unos meses tenemos un gobierno de coalición de izquierdas, yo haré responsable de ello a los que se han dejado llevar por el voto libremente inmaduro, irresponsable, visceral, rompedor de círculos a destiempo o catárticos. Por supuesto, esto no tiene ninguna importancia. No dejaré por ello de ser amigo suyo (y espero que ellos no dejen de serlo míos por estas palabras), pero a eso es a lo que me lleva mi hartazgo.


Como he dicho al principio, he sido agresivo. Y no me importa. El que avisa no es traidor. La poesía de Neruda con la que empecé acaba repitiendo tres veces ¡Venid a ver la sangre por las calles! Yo espero no tener que decir eso (aunque en Venezuela sí pasa), pero si esto que digo ocurre, sí diré: ¡Venid a ver la pobreza por las calles!

8 de febrero de 2015

La fecundación in vitro triparental

El otro día me quedé pasmado al ver en la televisión que el Parlamento del Reino Unido había aprobado una ley sobre fecundación in vitro triparental. Lo primero que pensé fue que con esto se trataba de hacer embriones que fuesen una combinación genética de tres padres/madres. Por supuesto, me pareció algo éticamente monstruoso para lograr algo que parece un mero capricho, a saber que el niño se parezca a su padre y a su madre, pero que tenga un toque de un amigo del padre que “mola”. Atroz.

Pero posteriormente me he enterado mejor de en qué consiste el asunto. Y lo he hecho a través de un magnífico artículo, con una excelente información médico-científica y unas consideraciones morales al respecto muy ilustrativas. El artículo es técnicamente difícil de entender para profanos, por lo que me permito intentar “traducirlo” un poco más a “román paladino, en el cual suele el pueblo fablar a su vecino” (así decía Gonzalo de Berceo) [1]. Ello no obstante, adjunto también el artículo citado. No obstante, al final de esta entrada se puede ver el artículo citado.

El problema es mucho más complejo de lo que yo me creí a primera vista. No se trata de hacer un cocktail de tres personas por capricho. Existe una enfermedad terrible que se transmite de madre, exclusivamente de madres, a hijos, varones o hembras, a través del citoplasma del óvulo. El citoplasma es el contenido de la célula que está fuera del núcleo de la misma en el que están los cromosomas. Es decir, que en el citoplasma no hay componentes del código genético que me hace tener el pelo negro o rubio, ni ninguna otra característica observable. Sin embargo en el citoplasma sí hay “cosas” que, si no funcionan, pueden generar (y generan) enfermedades terribles. Y como el citoplasma del embrión proviene única y exclusivamente del óvulo, sin que el espermatozoide aporte nada, la enfermedad se transmite sólo por las madres. La idea del sistema triparental es la siguiente: Tomemos el óvulo de una mujer que quiere tener hijos pero cuyo citoplasma no funciona. Saquemos de él el núcleo con su carga genética y trasplantémoslo al citoplasma de un óvulo de una mujer sana al que se le ha extraído el núcleo. Ahora, ese óvulo híbrido, con el citoplasma sano de la donante y el núcleo de la futura madre, fecundémoslo in vitro, como en cualquier proceso de fecundación in vitro, e implantémoslo en el útero de la madre. Es decir, una vez obtenido el óvulo híbrido la técnica es en todo similar a una fecundación in vitro. Pero hay que tener en cuenta tres cosas. Primera, que el inicio de esto no es un capricho absurdo, sino una terrible enfermedad, y que, por tanto, las razones subyacentes son totalmente respetables. Segundo que en esa hibridación se está trabajando con óvulos y no con embriones y, tercera, que no hay ningún tipo de manipulación del código genético que influirá en cómo sea el hijo. Éste será una combinación de los genes del padre y de la madre.

Todo esto quita, sin ninguna duda, una buena parte de los problemas éticos del proceso. Pero, ojo, aunque quita una parte, de ninguna manera los quita todos. Hay aún muchas cosas que considerar que intentaré desgranar a continuación, de acuerdo con el artículo fuente.

En primer lugar subsisten, amplificados, los problemas éticos de la fecundación in vitro que son básicamente dos. El primero, el hecho de que para conseguir que un embrión fecundado in vitro acabe implantándose en el útero de la madre, hay que producir una gran cantidad de embriones que, o bien mueren en el proceso o que posteriormente tienen que ser desechados o congelados. Si esta tasa de embriones producidos para obtener uno útil es muy alta en una técnica como la fecundación in vitro normal que lleva más de treinta años utilizándose, cabe esperar que sean muchos más los óvulos manipulados necesarios para una implantación viable. Y producir embriones para desecharlos es éticamente inaceptable.

Por otro lado, y este es el segundo problema ético, es que en los niños engendrados por fecundación in vitro normal, el riesgo de que a lo largo de la vida desarrollen determinadas enfermedades graves, incluido el cáncer, se multiplica por 3 o 6 veces, según la enfermedad de que se trate. No parece disparatado pensar que si lo que se implanta es un embrión proveniente de un óvulo híbrido manipulado, ese riesgo sea aún mayor, lo que agrava el problema ético subyacente.

Además, está el problema de que puede esperarse que para obtener un óvulo híbrido sean necesarios muchos óvulos, tanto de la madre como de la donante. No hay experiencia de cuál puede ser este ratio, puesto que esta técnica está en pañales. Pero tenemos un antecedente. Para la clonación de la oveja Dolly, y otras clonaciones en mamíferos, se introduce en el citoplasma de un óvulo el núcleo completo de una célula del organismo que se quiere clonar. Para conseguir un embrión clonado es necesario hacer esta operación con numerosos óvulos. Cabe esperar que para introducir con éxito el núcleo de un óvulo en otro, la dificultad sea, al menos, la misma. Esto hace que para disponer de un óvulo híbrido, harían falta muchos óvulos sanos y, por lo tanto, muchas mujeres donantes de óvulos. Por cada madre que quisiese que se le aplicase ese tratamiento harían falta, primero, muchos óvulos de donantes para obtener un óvulo híbrido y, después, muchos embriones producidos por esos óvulos para que uno se implantase. Es decir, muchos multiplicado por muchos óvulos de donantes, muchos al cuadrado, o sea, muchísimos. En la medida en que hubiese una demanda alta de ese tratamiento, aparecería un enorme mercado de óvulos. Pero la obtención de óvulos de los donantes no es, de ninguna manera un proceso trivial o inocuo dado que para su obtención las donantes de sus óvulos han de someterse a tratamientos hormonales, que no son precisamente inocuos. Entre los muchos riesgos conocidos hay que señalar el llamado ‘síndrome de estimulación ovárica’, con consecuencias a veces muy graves para la salud de las donantes de óvulos”[2]. Por supuesto, acabarían siendo las mujeres más pobres las que, para obtener algunos ingresos, tuviesen que soportar estas consecuencias. Aunque la manipulación de óvulos no tiene, en sí misma, ningún problema moral, no parece muy ético jugar con la salud de las donantes, sean ricas o pobres.

En definitiva, parece obvio que el Parlamento británico está dando los pasos necesarios para crear un problema ético de primera magnitud y, lo que es más grave, para que otros países sigan la misma senda. Muchas cosas son técnicamente posibles pero, desde luego, no todo lo que es posible es éticamente aceptable. Ni tampoco todo lo que persigue un fin bueno. Este es uno de esos casos. Respeto enormemente el problema de una mujer que no pueda tener hijos por miedo a transmitirle una terrible enfermedad. Sería muy deseable que hubiese alguna forma de curar esa enfermedad o de evitar ese problema. Pero no a costa de producir ingentes cantidades de embriones para el descarte, de crear un problema de salud para las donantes de óvulos y de hacer que nazcan niños con muy altos riesgos de contraer otras enfermedades tan terribles como la que se pretende evitar con esta técnica. Si el dinero que se invierta en esto se invirtiese en curar de otra forma esta enfermedad u otras, creo que estaría mucho mejor empleado.


Los niños triparentales. Entre la utopía y la irresponsabilidad

Por Nicolás Jouve, catedrático de Genética y presidente de CiViCa

La biotecnología en relación con la reproducción humana es una fuente de noticias y sorpresas que fascina a mucha gente. Sin embargo, puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de lo cual la gente siente la necesidad de tomarse frecuentes vacaciones, es preciso poner los pies en el suelo y analizar fríamente los hechos, las posibilidades reales y las connotaciones éticas sin dejarse llevar por la ficción que muchas veces se oculta en determinadas fantasías, más propias de una novela de Aldous Huxley.

El hecho es que pasado 3 de febrero se aprobó en el Parlamento británico una petición sobre un discutido método de obtención de embriones humanos por fecundación in vitro, con la peculiaridad de que los embriones procederían no de dos parentales (óvulo y espermatozoide), sino de tres (dos óvulos y un espermatozoide). La originalidad consiste en que antes de la fecundación in vitro, se produce un óvulo híbrido o mixto, utilizando el núcleo de un óvulo y el citoplasma de un segundo óvulo (óvulo aloplásmico).

La intención de esta complicada operación es tratar de evitar la transmisión de los orgánulos citoplásmicos -las mitocondrias- de los óvulos de madres portadoras de deficiencias en el ADN mitocondrial, cuando estas podrían ser causa de transmisión de enfermedades degenerativas a sus hijos. Conocida tal circunstancia, en lugar de una renuncia a la maternidad o la invitación a la adopción, se les ofrece la utópica solución de embarcarse en una aventura tecnológica sin precedentes experimentales suficientes, consistente en aprovechar solo una parte de sus óvulos, el núcleo, y sustituir su citoplasma por el del óvulo de una donante.

Pero vayamos por partes. Lo primero es recordar que en la fecundación humana, como en la de los organismos superiores con reproducción sexual natural, el cigoto que se produce recibe el citoplasma solo a través del gameto femenino, además de dos pronúcleos, uno materno y otro paterno, cada uno con la mitad de la información genética del núcleo resultante de su fusión. Lo segundo a tener en cuenta es el volumen de información que se recibe de cada uno de los gametos. En una fecundación normal el ADN nuclear de cada gameto tiene unos 3.175 millones de pares de bases nucleotídicas (los peldaños de la escalera de la doble hélice), lo que equivale a la información de unos 21.000 genes repartidos en 23 piezas -los cromosomas-. El citoplasma del óvulo posee además una pequeña cantidad de ADN en las mitocondrias, en forma de unos anillos de unos 16.569 pares de bases, que encierran la información de 37 genes. De este modo, la información mitocondrial es mínima respecto a la que aporta el genoma nuclear, menos del 0,1% en términos de genes.

Sin embargo, esos pocos genes del ADN mitocondrial, que solo pasan de padres a hijos por vía materna, tienen un papel importantísimo como elementos que aportan la información necesaria para la síntesis de moléculas que intervienen en el metabolismo celular. Constituyen la central energética de las células. Debido a ello, las alteraciones en alguno de los genes mitocondriales puede determinar la transmisión de algunas enfermedades relacionadas con el metabolismo celular. Se trata de enfermedades raras, ya que su aparición es menor de 1 en 5.000 niños nacidos vivos, pero son enfermedades tan graves como la encefalomielopatía mitocondrial (MELAS), o la neuropatía óptica hereditaria de Leber (NOHL), u otras de menor importancia que pueden producir un deterioro progresivo de determinados órganos de los niños después del nacimiento.

Lo que se persigue con la producción de los embriones de tres parentales es producir óvulos aloplásmicos, es decir, con el núcleo de la madre y el citoplasma de otra mujer.
Sin negar la buena intención de la metodología que se propone, es preciso subrayar los inconvenientes tecnológicos y éticos que comporta, para después preguntarse una vez más si es éticamente aceptable todo lo que es técnicamente posible.
En primer lugar, está por demostrar la posibilidad de éxito en el traslado del núcleo de un óvulo al ambiente citoplásmico de otro. No hay casuística académica experimental suficiente para aventurar éxito en esta delicada operación. Es previsible que la técnica a aplicar, que se ha denominado ”trasplante pronuclear”, tropiece con muchas dificultades, como así ha ocurrido con la técnica homóloga del “trasplante nuclear”, experimentada en numerosas ocasiones para obtener clones de mamíferos, tras el experimento pionero de la malograda oveja ‘Dolly’. Experimentos que además de irreproducible por razones éticas se han considerado ilegales en seres humanos en los países desarrollados.

De cualquier forma, el “trasplante pronuclear” en sí mismo no plantearía serias objeciones éticas, pues al tratarse de gametos no estaríamos alterando nada parecido a una vida humana. Un gameto no es equivalente a un embrión, sino anterior a la creación del embrión. Pero la realidad es la que es, y si hay dificultades en el trasplante de núcleos somáticos a óvulos, o si los clones resultantes tienen problemas de salud y una vida limitada, qué no ocurrirá con el futuro de los gametos con el núcleo de un óvulo y el citoplasma de otro.

Pero el verdadero problema ético vendría después, ya que, supuesto se lograse el “trasplante pronuclear”, lo que viene a continuación es la utilización del óvulo aloplásmico conseguido para producir un embrión por fecundación in vitro o por inyección intracitoplásmica, que son los métodos habituales de aplicación de estas técnicas desde hace más de 30 años. Este paso podría parecer más fácil, aunque está por ver en qué proporción surgirían embriones viables, si es que es viable alguno, y en qué condiciones son viables. Aquí es donde radica el mayor problema ético. Lo más probable es que haya que repetir y repetir la operación hasta conseguir un embrión viable, y desechar y desechar numerosos embriones humanos. Difícil de aventurar un dato, pero si la fecundación in vitro tiene un éxito de un 28-30% en los laboratorios en que se lleva a cabo, y de las manipulaciones de los embriones que se realizan en el llamado “diagnóstico genético preimplantatorio” solo son aprovechables un 2% de los embriones manipulados, ¿cuál será la proporción de embriones triparentales viables?
Lo que nos lleva a la necesidad de contar con muchos óvulos, circunstancia que también se produciría si la tecnología de los tres parentales resultara eficaz. En cualquiera de los casos el método promovería el aumento del “mercado de óvulos”, con todas las consecuencias que ello encierra. A este respecto, deben conocerse los riesgos de la donación (o venta) de óvulos, presentes a corto y largo plazo, dado que para su obtención las donantes de sus óvulos han de someterse a tratamientos hormonales, que no son precisamente inocuos. Entre los muchos riesgos conocidos hay que señalar el llamado “síndrome de estimulación ovárica”, con consecuencias a veces muy graves para la salud de las donantes de óvulos.

Supuestamente superados los pasos de la obtención de los óvulos aloplásmicos, el trasplante pronuclear y la fecundación in vitro, y obtenidos los embriones triparentales, la gran duda la plantean las condiciones de viabilidad y salud de las vidas humanas procedentes de esta tecnología.

Aquí hay que advertir sobre algo de lo que se habla poco, pero que es una realidad de la medicina pediátrica actual. Cada vez se conoce más y mejor sobre el delicado equilibrio fisiológico interno y externo necesario para el desarrollo embrionario y la influencia negativa que pueden ejercer determinados factores ambientales como inductores de las llamadas modificaciones epigenéticas, con consecuencias en la aparición de defectos congénitos y discapacidades al nacer. En este sentido, se ha extendido la preocupación por el aumento de casos de neonatos procedentes de las técnicas de fecundación in vitro que muestran bajo peso en el nacimiento y un incremento de 3 a 6 veces de determinados síndromes, cáncer infantil y diversos tipos de alteraciones. Aunque la mayoría de los niños procedentes de la fecundación in vitro tienen un desarrollo normal, el aumento de estos defectos epigenéticos es un hecho que se ha relacionado con factores incontrolados derivados del uso de la tecnología de la fecundación in vitro.

En el caso de los niños triparentales la manipulación es aún mayor que en la simple fecundación in vitro. Dado que se trata de una nueva tecnología, no hay seguridad ni hay manera de saber cuál sería el impacto en la salud de los niños que salieran adelante, producidos con esta tecnología. ¿Quién es capaz de garantizar la salud de los niños de origen triparental? Para mí que es una irresponsabilidad prestarse a una aventura tecnológica con muy pocas garantías de éxito y escasa seguridad. Podríamos estar creando embriones humanos, vidas humanas defectuosas, que ante la duda serían descartadas antes de su implantación en el útero materno o nacerían con problemas de salud, de alcance imprevisible, aunque no fuesen debidos a una herencia mitocondrial defectuosa.

Después de todo lo dicho habrá que repetir la pregunta en condicional: ¿sería éticamente aceptable todo lo que parece técnicamente posible?

Nicolás Jouve es catedrático de Genética y presidente de CiViC



[1] Yo soy un profano, pero un profano un poco ilustrado, de ahí que me atrava a esta traducción del “latín” al “román paladino” de Berceo.
[2] Cita textual del artículo fuente.

1 de febrero de 2015

Frases 1-II-2015

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

Todo está ya dicho, pero como nadie escucha, hay que repetirlo todo cada día.

Marcel Proust