30 de marzo de 2014

Frases 30-III-2014

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

Ando buscando a tientas tus divinas líneas de fuerza y, a falta de evidencias, que no son para mi clase, digo que tengo razón al elegir los ritos del ceremonial, si resulta que me libero en ellos y en ellos respiro... Voy a ti como el árbol que se desarrolla según las líneas de fuerza de su semilla. El ciego, Señor, no sabe nada del fuego por los ojos. Pero, del fuego salen líneas perceptibles por las manos. Y camino a través de abrojos, pues toda muda es dolorosa. Señor, voy a ti según tu gracia, siguiendo la pendiente que hace llegar a ser.

Antoine de Saint Exupéry. Ciudadela.




25 de marzo de 2014

En el día de la Encarnación (Aunque con unas horas de retraso)

La tarde de ayer, día de la Encarnación, en Misa, el sacerdote hizo una comparación curiosa. Comparó el giro que dio a la historia de España Adolfo Suárez con el giro que dio a la historia de la humanidad el sí de María a la petición de Dios, a través del Arcángel Gabriel, de que aceptase la Encarnación de Dios en su seno. Por supuesto, en su comparación daba total y absoluta ventaja a la Encarnación del Hijo de Dios en María. Su argumento era que, si bien Adolfo Suárez hizo viable la democracia en España, María hizo viable al hombre. Explicó como el hombre era un ser creado con un fin, la felicidad eterna, y que todo ser que no llega al fin para el que ha sido creado, incluido en ello cualquier ingenio que haya podido crear el hombre, que no llega a su fin, es un ser frustrado. Imaginó un ordenador que, por falta de una conexión, jamás puede funcionar como tal. ¿De qué sirven las teclas o la pantalla? Es un ser fallido, frustrado, inviable. Pues así éramos los seres humanos tras el pecado original, concluyó, y María nos sacó de esa situación con su sí a la Encarnación de Dios en su seno. Me gustó y no puedo dejar de transcribirla y de añadir algunos textos al respecto.

PROLOGO de la obra de teatro Barioná, de Jean Paul Sartre

(música de acordeón)

El Pregonero de imágenes.
Mis buenos señores, voy a contaros las extraordinarias e inauditas aventuras de Barioná, el hijo del Trueno. Esta historia tiene lugar en el tiempo en que los romanos eran dueños de Judea y espero que os interese. Podéis mirar, mientras hablo, las imágenes que están detrás de mí; os ayudarán a representaros las cosas como eran. Y si quedáis contentos, sed generosos. Suene la música, empezamos

(Acordeón)

Mis buenos señores, he aquí el prólogo. Soy ciego por accidente, pero antes de perder la vista he mirado más de mil veces las imágenes que vais a contemplar y las conozco de memoria porque mi padre era pregonero de imágenes como yo y me ha dejado estas en herencia. Esta que veis detrás de mí y que señalo con el bastón, sé que representa a María de Nazaret. Un ángel acaba de anunciarle que tendrá un hijo y que ese hijo será Jesús, Nuestro Señor.

El ángel es inmenso, con dos alas como dos arcos iris. Ustedes pueden verlo, yo no, pero lo veo aún en mi cabeza. Ha penetrado como una inundación en la humilde casa de María llenándola con su cuerpo fluido y sagrado y con su gran vestido flotante. Si miráis atentamente el cuadro, os daréis cuenta que se pueden ver los muebles de la habitación a través del cuerpo del ángel. Se ha querido remarcar así su transparencia angélica. Está delante de María, que apenas le mira. María reflexiona. El ángel no tiene necesidad de hacer oír su voz, similar a la del huracán. No ha hablado; ella le presentía ya en su carne. En este momento el ángel está delante de María y María es innombrable y misteriosa como un bosque por la noche y la buena noticia se ha adentrado en ella como un viajero se pierde en los bosques. Y María está llena de pájaros y de largos murmullos de hojas. Y mil pensamientos sin palabras se despiertan en ella, pesados pensamientos de madres que sienten dolor. Y mirad, el ángel parece no poder penetrar en esos pensamientos demasiado humanos: siente ser ángel, porque los ángeles no pueden nacer ni sufrir. Y esta mañana de Encarnación, ante de los ojos sorprendidos de un ángel, es la fiesta de los hombres porque es el momento en el que el hombre va a ser sacralizado. Mirad bien la imagen, mis buenos señores, y suene la música; el prólogo ha terminado; la historia va a comenzar nueve meses más tarde, el 24 de Diciembre, el las altas montañas de Judea.

[…]

QUINTO CUADRO
(Delante de la casa del hechicero)

Escena I


Barioná (Solo)
¡Un Dios transformarse en hombre! ¡Que idiotez! No veo qué podría tentarle en nuestra condición humana. Los Dioses viven en el cielo, ocupados en gozar de ellos mismos. Y si decidiesen descender entre nosotros, lo harían bajo alguna forma brillante y fugaz, como una nube púrpura o un relámpago. ¿Se cambiaría un Dios en hombre? El todopoderoso, en el seno de su gloria, ¿contemplaría a estas pulgas que pululan sobre la vieja costra de la tierra y que se revuelcan en sus excrementos y diría: quiero ser uno de esos gusanos? No me hagas reír. ¿Un Dios rebajarse a nacer, a vivir nueve meses como una fresa de sangre?

[…]

Si un Dios se hubiese hecho hombre por mí, le amaría con exclusión de todos los demás, habría como un lazo de sangre entre él y yo y no tendría suficiente vida para demostrarle mi agradecimiento: Barioná no es un ingrato. Pero, ¿qué Dios sería lo suficientemente loco para eso? No el nuestro, desde luego. Siempre se ha mostrado más bien distante.

Lelius
En Roma se dice que Júpiter, de cuando en cuando, toma forma humana cuando se fija, desde el Olimpo, alguna gentil muchachita. Pero no necesito deciros que yo no lo creo.

Barioná
Un Dios-Hombre, un Dios hecho de nuestra carne humillada, un Dios que aceptase conocer este sabor amargo que hay en el fondo de nuestra boca cuando todos nos abandonan, un Dios que aceptase por adelantado sufrir lo que yo sufro ahora... Venga, es una locura.

Añadido mío: Un día me contó un sacerdote que ese escándalo de un Dios que se hace hombre por nosotros le estaba planteando dudas de fe. Le planteó esas dudas a otro sacerdote mayor y sabio que le dijo: “No le des más vueltas en la cabeza a eso, ¡son cosas del amor!” Efectivamente, ¡¡¡¡Cósas del amor!!!!

***

DE El Señor del azar, de Tomás Alfaro

Así pues, llegado el momento adecuado de la historia, fue concebida una niña en un pequeño rincón del mundo y le fue asignada una de las dos almas libres de pecado original. La niña creció, se hizo mujer, y llegó el momento de plantearle la gran cuestión. ¿Querría participar en el Plan de Dios y concebir milagrosamente al Salvador anunciado por el Antiguo Testamento? Desde luego, María, como buena judía que era, debía conocer de memoria, por imperativos de su propia religión, todos los libros de la Ley judía, que son, salvo algunas excepciones, que los que forman lo que llamamos el Antiguo Testamento. Por lo tanto, cuando le fue planteada la cuestión, ella sabía lo que se le estaba proponiendo. El Evangelio de san Lucas nos dice que fue el Arcángel Gabriel el que se la planteó. Veinte siglos de repetición de la historia, de arte y de sensiblería, nos ocultan la crudeza del tema. Imagínese el lector a una pobre jovencita aldeana, que ha decidido llevar una vida sencilla dedicada a la contemplación y a la oración, desposada, pero todavía no casada, con un hombre con el que había llegado al acuerdo de no tener ninguna relación sexual. En un instante, una aparición que no debía tener nada de tranquilizadora le pregunta, de un solo golpe, si quiere ser madre del Rey Mesías, del Hijo del Hombre, del Siervo Sufriente y del mismo Dios. Todos los profetas del Antiguo Testamento, Moisés, Jeremías o Jonás, por poner algunos ejemplos, aceptan su elección como una pesada carga de la que en repetidas ocasiones se lamentan amargamente. Y debían ser hombres curtidos. Qué losa debió caer sobre esa pobre muchacha. Y sin embargo, a ella solo se le ocurre una pregunta. "¿Cómo ha de ser eso si no conozco varón?" A lo que se le responde que no es necesario, que su desposado, y cualquier otro hombre, será ajeno a todo. Supongo que por mucha que fuese la ingenuidad de esa pobre chica, no se le ocultarían los enormes problemas que podría tener. Aunque la lapidación de las adúlteras era una ley que había caído en desuso hacía tiempo, el panorama no debía ser nada tranquilizador. Y sin embargo, sin preguntar más, con una sencillez que causa más asombro cuanto más se reflexiona, ella no responde nada más ni nada menos que: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí segun tu palabra". Compárese esta sencilla respuesta con la opinión que le merece a Jeremías la responsabilidad de haber sido elegido por Yavé como su heraldo. "Maldito el día enque nací; el día en que mi madre me parió no sea bendito. Maldito el hombre que alegre anunció a mi padre: << Te ha nacido un hijo varón>>, llenandole de gozo. Sea ese hombre como las ciudades que Yavé destruyó sin compasión, donde por la mañana se oyen gritos, y al mediodía alaridos. ¿Por qué no me mató en el seno materno, y hubiera sido mi madre mi sepulcro, y yo preñez eterna de sus entrañas? ¿Por qué salí del seno materno para no ver sino trabajo y dolor y acabar mis días en la afrenta?" Jeremías(20, 14-18).

¿Pudo haberse negado María? A mí no me cabe la menor duda. Dios necesita de nuestra libertad para nuestra salvación. Imagino a todos los seres conscientes de la Creación, que conocían el Plan de Dios y deseaban la restauración de Humanidad, con la respiración contenida, esperando la respuesta. Imagino a la propia Humanidad, si fuese consciente de su suerte, esperando, como un reo sometido a juicio, la lectura de su veredicto de condena a muerte o de amnistía. Puedo oír el suspiro de alivio y hasta el sollozo de alegría, después de la tensión contenida, de todos los seres creados. "Hagase en mí según tu palabra". Luz verde, vía libre, adelante. Una pequeña mujer ha abierto el camino de la Salvación. "¡Bendita tú entre las mujeres!" le dirá inspirada por Dios su prima Isabel. "Una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" le dirá, también inspirado por Dios, el anciano Simeón anticipando la visión del Siervo Sufriente. Por su parte, Jesús sancionó todas estas alabanzas cuando en medio de la muchedumbre, alguien gritó: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron", a lo que Él respondió: "Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan", frase que, lejos de disminuir el mérito de María, lo traslada de una razón biológica a otra espiritual.


23 de marzo de 2014

Relación entre el conocimiento científico y otras formas de conocimiento

Los sábados por la mañana son días en los que me puedo permitir el lujo de leer la prensa en papel y con parsimonia. El pasado sábado, 15 de Marzo de 2014, en el cuadernillo central de “El Mundo” (que jamás puedo leer a diario), venía una entrevista con Serge Haroche, Premio Nobel de Física en 2012 por “lograr la observación de partículas cuánticas ha comprobado que a escala microscópica, la materia no obedece a las leyes deterministas de la física clásica”.

El titular de la entrevista afirma: “Si miras el mundo desde una perspectiva científica, no necesitas la religión”. Vamos a ver en qué se basa este hombre para decir esto –me dije– y me zambullí en la lectura de la entrevista. Debo decir que me pareció extremadamente interesante. Centrándome en lo que da pie al titular citado, transcribo la parte que pretende soportar esa afirmación:

P.: … ¿ha comprobado que el mundo cuántico es tan imprevisible como predecía la teoría (cuántica)?

R. : Efectivamente, lo que hemos demostrado es que las leyes deterministas de la física, que eran la piedra angular de esta disciplina en el siglo XIX, ya no son válidas. Los físicos clásicos creían que si conoces todas las condiciones iniciales de cualquier experimento en el Universo, podrás calcular y predecir los resultados. Pero la física cuántica invalida esta idea. Un fenómeno cuántico se produce de manera aleatoria y no se puede predecir cuándo ocurrirá, sino que como mucho se puede estimar la probabilidad de que ocurra. […] Pero esta arbitrariedad que existe en el sistema cuántico desaparece cuando observamos objetos a gran escala […].

P.: Esta idea, […] ¿tiene algún tipo de implicación filosófica o metafísica? Se lo digo porque algunos autores se han apoyado en la incertidumbre de la mecánica cuántica para defender la existencia de una dimensión sobrenatural de la realidad e incluso apoyar sus creencias religiosas.

R.: Todo esto me parece lamentable. Creo que la ciencia y la religión no deberían mezclarse nunca, porque esto sólo nos lleva a la confusión. Por eso rechazo rotundamente cualquier intento de aproximarse a la ciencia desde una perspectiva religiosa, o de usar la ciencia para legitimar o reivindicar ideas religiosas.

P.: Así que cualquier intento de defender creencias como la existencia de un alma o mente separada del cuerpo, apoyándose en el indeterminismo de la física cuántica, ¿le parece charlatanería pseudocientífica?

R.: Pues sí, francamente. No cabe duda de que la comprensión de la mente y la conciencia humana es uno de los grandes desafíos científicos de este siglo, pero no creo que los conceptos de la física cuántica sean relevantes en este campo.

P.: ¿Cree entonces que la física cuántica no puede ayudarnos a desentrañar el funcionamiento del cerebro humano o a resolver el problema de si existe el libre albedrío?

R.: Quizás pueda tener algún papel en el futuro porque al fin y al cabo el cerebro está compuesto de átomos, y para entender la estructura de los átomos necesitas la física cuántica. Pero aunque el sustrato del cerebro sea cuántico, no creo que los mecanismos del sistema neurológico lo sean.

P.: ¿Cree que la ciencia y la religión pueden ser compatibles o considera, como el darwinista Richard Dawkins que la visión científica no se puede reconciliar con la fe?

R.:Simpatizo bastante con las ideas de Dawkins, aunque quizás él va demasiado lejos, porque no se puede demostrar la inexistencia de Dios. Pero desde luego estoy convencido de que la religión y la ciencia son dos maneras de pensar que provienen de dos regiones cerebrales diferentes, y considero que es preferible mantenerlas separadas. […] … creo que si miras el mundo desde una perspectiva científica, no necesitas la religión.

Hasta aquí la cita textual. Empiezo mis comentarios diciendo que hay bastantes cosas de las que dice en estas líneas con las que estoy completamente de acuerdo. Creo que un buen científico, sea ateo o creyente, no debe hacer ciencia para intentar demostrar con ella sus creencias religiosas o la ausencia de ellas. La existencia de Dios no puede demostrarse ni como cierta ni como falsa por la ciencia empírica, sencillamente porque Dios, si existiese, no sería material y, por tanto, no sería aprehensible mediante los métodos de la ciencia empírica. Pero creo que merece la pena decir algunas palabras sobre la relación ciencia-religión.

Hay cuatro maneras de concebir esta relación.

La primera es la relación de antagonismo, que es la que sostiene Richard Dawkins. Esta postura es rechazada hoy en día por la casi totalidad de los científicos, el Prof. Haroche incluido. Supone un reduccionismo absolutamente contrario a la experiencia vital y no tiene la más mínima base empírica. Ninguna teoría científica permite descartar la existencia de Dios. Ni el heliocentrismo, ni la evolución darwinista ni ninguna otra que pueda pensarse. Ninguna. Dawkins es darwinista, pero es un mal darwinista. Stephen Jay Gould, tan darwinista como Dawkins y, sin duda, mejor científico y no creyente (cuando vivía) desbarata de forma inapelable la famosa teoría del gen egoísta de Dawkins. Pero, aunque la teoría del gen egoísta fuese cierta, tampoco descartaría la existencia de Dios. Dejémosla, pues, esta relación de lado.

La segunda es una postura dualista que las considera como totalmente separadas, cada una con su campo de acción, pero sin que sea posible establecer ningún puente ni conexión entre ellas. Es la postura que parece mantener Haroche y también Jay Gould. Éste bautizó esta postura con el nombre de “non overlapping magisteria” (NOMA). Es una postura pacifista y aislacionista.

La tercera es una relación simbiótica. Parte del hecho de que la realidad es una y que tiene una profundidad que es mucho más amplia de lo que pueda detectarse empíricamente. Parece difícil negar estas dos premisas. Para negarlas, alguien tendría que explicar por qué la realidad se tiene que limitar a las cuatro dimensiones espaciotemporales[1]. Pero si se admite que pueden –y deben– existir otras dimensiones indetectables empíricamente, ¿debemos renunciar a saber algo de ellas? Los seres humanos somos máquinas de conocer. No podemos admitir fronteras del conocimiento, tenemos que romperlas. Puedo admitir que alguien diga que, desgraciadamente, no podemos conocer nada de esas otras dimensiones. Pero lo que no puedo admitir, desde un punto de vista lógico, es que porque no las podamos conocer, no existan. Y, si la realidad es una y hubiera distintas formas de conocer cada una de sus partes, ¿no deberían ponerse en común esos conocimientos? Por supuesto que cada una debe respetar los métodos de la otra. Pero, ¿significa eso no poder poner los conocimientos en común y ver si hay alguna relación entre ellos? Así pues, las dos formas de conocimiento, respetándose, se complementan y enriquecen. Más aún, como veremos dentro de unas líneas, cuando hablemos del libre albedrío, se iluminan mutuamente. Sería como oír una sinfonía de Beethoven en estéreo. Si uno de los altavoces se estropea, la calidad de la música empeora claramente. O como dos organismos que viven en simbiosis y evolucionan paralelamente. El conocimiento científico ayuda a la comprensión de la trascendencia y viceversa.

La cuarta es una relación de imposición. En esta relación, una de las dos formas de conocer pretende imponerse a la otra, decir qué puede y qué no puede saber. Ni que decir tiene que esta relación es aberrante. Históricamente, aunque no de la forma simplista y desinformada que se pretende, la religión ha cometido el grave error de intentar imponerse a la ciencia. En estos momentos, el intento de imponerse va en sentido contrario. Parece como si el conocimiento científico fuese el único conocimiento válido y se bastase a sí mismo. Ambas situaciones son lamentables.

Me voy a permitir ilustrar estas cuatro formas de relación con un ejemplo. Imaginemos dos países independientes y soberanos. La primera forma de relación sería como si uno de los países negara la existencia del otro. Absurdo. En la segunda, sabiendo cada uno que el otro existe y respetándose, ambos países se ignoran y no comercian, ni tienen intercambios culturales, ni sus ciudadanos viajan de uno a otro. Empobrecedor. En la tercera, los países comercian. Uno sabe hacer muy bien una cosa y muy mal otra, y al segundo le pasa lo contrario. Cada uno hace lo que sabe hacer bien y luego intercambian. Además, hay intercambio cultural y los ciudadanos de uno viajan al otro. Se produce un notable enriquecimiento mutuo. En la cuarta, un país pretende conquistar al otro y obligarle a hacer lo que él quiere. Injusto.

Dado que el Prof. Haroche habla de la mente y del libre albedrío y cita el paradigma de la física determinista del siglo XIX, voy a usar ese tema para ilustrar la tercera forma de relación, la del enriquecimiento mutuo en la comprensión del mundo.

La mejor expresión de ese paradigma decimonónico la formuló Laplace en  su famosa sentencia:

“... hemos de considerar el estado actual del universo como el efecto de su estado anterior y como la causa del que ha de seguirle. Una inteligencia que en un momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuera lo suficientemente vasta como para someter a análisis tales datos, podría abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligero; nada le resultaría incierto y tanto el pasado como el presente estarían presentes ante sus ojos”.

En este paradigma no cabe el libre albedrío, porque la parte de átomos que somos se rige por las leyes de la física, tenidas por deterministas en el siglo XIX, y no era explicable cómo la mente, para quien creyese que existía algo así, diferente de los átomos, podía interaccionar con los átomos y cambiar su devenir. Sin embargo, la libertad humana es un hecho de experiencia incontrovertible. Ante la imposibilidad de explicar el libre albedrío, determinada línea de pensamiento ha optado por negarlo, lo que me parece de una extrema irracionalidad. Pero lo cierto es que esta inexplicabilidad ha roto los esquemas de muchos filósofos, Descartes entre ellos, llevándoles a dualismos esquizofrénicos. Así las cosas, la física cuántica hace su aparición en el mundo científico. Y como dice el Prof. Haroche, descubre que el mundo no es determinista. Es decir, el futuro no está escrito en el pasado. Sin embargo, la física cuántica sustituye el determinismo por el azar. Y, según afirma, por un azar puro, no condicionado por nada. Por tanto, con la física cuántica, sigue sin explicación el fenómeno, racionalmente innegable, de la libertad. Porque yo no me levanto cada mañana a una hora determinada ni porque esté escrito así, ni por casualidad. Me levanto porque quiero. Y a esto habrá que darle una explicación, porque dejarlo sin ella sería irracional. Y creo que, sin pretender hacer ciencia empírica, se puede encontrar una pista para esa explicación por medio de la otra fuente de conocimiento, la que explora la “terra incognita” de las otras dimensiones. Tal vez, y no pasa de ser una hipótesis, sin pretensión científica, haya un algo en esas más que plausibles dimensiones no físicas, que pueda condicionar el puro azar de la física cuántica (azar que parece puro desde las cuatro dimensiones pero que tal vez no lo sea visto desde la dimensión N). Si en determinadas condiciones mi parte no atómica (¿podríamos llamarle mente?) pudiese condicionar el azar cuántico en un electrón de mi cerebro, esto podría dar inicio a un proceso en el que yo me levanto de la cama porque quiero. Ni por que esté escrito ni por azar. Porque soy libre. Con una libertad que trasciende las cuatro dimensiones materiales. Naturalmente, para que mi mente condicione ese azar, no tiene que saber física cuántica, lo mismo que mi cuerpo no tiene que saber química para producir ácido clorhídrico.  Ahora bien, al Prof. Harroche esto le parece charlatanería pseudocientífica. Tal vez lo fuese si pretendiese estar haciendo ciencia. Pero no es el caso. Estoy haciendo una hipótesis no científica que puede arrojar alguna luz sobre una clara ignorancia científica de algo que está en dimensiones más allá de su alcance. ¿Sería mejor no hacerla? Lo dudo. La propia física cuántica dice que ese “azar” es puro azar. Y, por tanto, se autocondena a una ignorancia invencible. La disyuntiva es, por tanto: ¿Mantenemos la absoluta separación de las dos formas de conocer y aceptamos la ignorancia invencible para entender el fenómeno innegable del libre albedrío, o aceptamos provisionalmente esta hipótesis no científica que, seguramente, no podrá demostrarse empíricamente ni como verdadera ni como falsa pero que nos permite entender un fenómeno? A mí me parece más racional lo segundo, que supone la relación simbiótica de las dos formas de conocer. Pero, naturalmente, admito que el Prof. Harroche prefiera mantenerse en la postura de despreciar todo tipo de conocimiento que no sea científico. La admito pero, con todo respeto, la encuentro poco racional.

Así pues, creo que, aunque se mire el mundo desde una perspectiva científica, haríamos bien en preguntarnos si otras formas de conocimiento –filosóficas, metafísicas y, por qué no, religiosas– nos pueden ayudar a entender mejor la realidad, empezando por nosotros mismos.

Fue Erwin Schrödinger, uno de los padres de la física cuántica, quien dijo que “la imagen científica del mundo es muy deficiente. Proporciona una gran cantidad de información sobre hechos, reduce toda la existencia a un orden maravillosamente consistente, pero guarda un silencio sepulcral sobre [...] todo lo que realmente nos importa. [...]... no sabe nada de lo bello o de lo feo, de lo bueno o de lo malo, de Dios y la eternidad. A veces la ciencia pretende dar una respuesta a estas cuestiones, pero sus respuestas son a menudo tan tontas que nos inclinamos a no tomarlas en serio [...]. La ciencia es incapaz de explicar mínimamente por qué la música puede deleitarnos, o por qué y cómo una antigua canción puede hacer que se nos salten las lágrimas”.

Y si la ciencia es incapaz de explicar por qué una canción puede hacer que se nos salten las lágrimas, mucho menos puede explicar el para qué de este universo maravilloso. Y si porque no sepa explicarlo decimos que no hay para qué, somos, además de irrecionales, los más miserables de los hombres. Ahora bien, si alguien, abusando de la autoridad científica –la cual, que yo sepa, no tiene por misión desesperar al hombre– me dice: ‘nada maravilloso puede encontrarse en este mundo’, me negaré obstinadamente a prestarle oídos. Con mis pobres medios, y con toda mi pasión proseguiré mi búsqueda. Y si no encuentro nada maravilloso en esta vida, diré, al despedirme de ella, que mi alma estaba embotada y mi inteligencia ciega, no que no hubiese nada que encontrar”[2].

Porque “de la religión procede el objetivo del hombre; de la ciencia su poder para alcanzarlo. El objetivo sin poder es ilusión. El poder sin objetivo es absurdo. A veces la gente se pregunta si la religión y la ciencia no se oponen la una a la otra. Así es: en el mismo sentido en que el pulgar y los otros dedos de mi mano se oponen entre sí. Una oposición por medio de la cual se pueden coger firmemente muchas cosas”. La frase anterior no es mía, sino de Sir William Bragg. Premio Nobel de física 1915. Y nada ha pasado desde 1915 que haga despreciable esta visión complementaria descrita por William Bragg. Más bien al contrario, como nos describe, casi en un lamento, Robert Jastrow, un brillante científico actual: No es cuestión de otro año ni de otra década, ni de descubrir una nueva teoría, hoy parece que la ciencia nunca será capaz de levantar el velo que cubre el misterio de la creación. Vemos que la evidencia astronómica lleva a una visión bíblica del mundo. Los detalles difieren, pero lo esencial de las exposiciones de la Biblia y la astronomía coinciden... Para el científico que ha basado su vida en la fe en el poder de la razón, la historia acaba como un mal sueño. Ha escalado las montañas de la ignorancia, está a punto de conquistar el pico más alto y, cuando se alza sobre la roca final, es recibido por un grupo de teólogos que estaban sentados allí desde hace siglos”.

Así pues, en contra del Prof. Harroche, y apoyado por científicos tan de primera línea como él, me inclino por la relación simbiótica entre la forma científica de conocer y otras formas de conocimiento, filosóficas, metafísicas y, por qué no, religiosas. Y lo hago en nombre de la racionalidad.




[1] Las modernas teorías de cuerdas postulan diferentes e incompatibles visiones de la estructura del Universo. Todas coinciden, no obstante, en que hay otras 7 dimensiones adicionales a las cuatro espaciotemporales, pero que estas dimensiones están “enrolladas” de una forma tan reducida que son indetectables empíricamente. No son, por tanto, teorías científicas, en el sentido tradicional, que exige que para que una teoría sea científica tiene que ser demostrada empíricamente. Pero, aunque lo fueran, la cuestión subsistiría: ¿por qué la realidad se tiene que limitar a 11 dimensiones? ¿Por qué no podría haber 2.471.902 dimensiones? ¿O infinitas? Y, ¿cómo podría la ciencia, que sólo puede detectar empíricamente cuatro, decir algo de la realidad que hay tras todas las demás?
[2] Louis Pawels y Jaques Bergier. La rebelión de los brujos.

19 de marzo de 2014

Homenaje a san José

Aunque con unas horas de retraso, no quiero dejar de hacer en este blog un homenaje a san José, el santo escondido, el santo humilde. Está tan escondido, es tan humilde, que casi no sabemos nada de él. Y, sin embargo, ¡qué importante! Con qué amor de padre cuidó de Jesús y de María mientras vivió. He querido recoger aquí lo que de él dice un autodeclarado ateo, Jean Paul Sartre, en su obra de teatro Barioná. Sartre escribió esta obra de teatro en 1940, estando prisionero, como soldado del ejército francés, en el campo de confinamiento de Tréveris. La obra se representó en la Navidad de 1940 en el campo de prisioneros ante más de 5.000 de ellos:

Descripción de Jean Paul Sartre de la María el Niño y Jesús en su obra de teatro Barioná, hecha por un narrador, sin que aparezcan en escena. San José viene al final (En negrita), pero merece la pena leer el párrafo completo.

He aquí a la Virgen, y he aquí a José y, he aquí al niño Jesús. El artista ha puesto todo su amor en este dibujo, pero es posible que lo encontréis un poco ingenuo. Ved, los personajes tienen bonitos vestidos, pero están completamente rígidos: se diría que son marionetas. Seguramente no eran así. Si estuvieseis ciegos como yo... Pero, bueno: no tenéis más que cerrar los ojos para oírme y yo os diré como los veo dentro de mí.

La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que habría que describir de su cara es una reverencia llena de ansiedad que no ha aparecido más que una vez en una cara humana. Y es que Cristo es su hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo llevó en su seno, le dará el pecho y su leche se convertirá en sangre divina. De vez en cuando la tentación es tan fuerte que se olvida de que Él es Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: ¡mi pequeño! Pero en otros momentos, se queda sin habla y piensa: Dios está ahí. Y le atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que infunde respeto. Porque todas las madres se han visto así alguna vez, colocadas ante ese fragmento rebelde de su carne que es su hijo, y se sienten exiliadas de esa vida nueva que han hecho con su vida, pero donde habitan pensamientos distintos. Mas ningún niño ha sido arrancado  tan cruel y rápidamente de su madre como este niño, pues Él es Dios y sobrepasa por todas partes lo que ella pueda imaginar.

Y es una dura prueba para una madre tener vergüenza de sí y de su condición humana delante de su hijo.

Aunque yo pienso que hay también otros momentos, rápidos y resbaladizos, en los que siente, a la vez, que Cristo, su hijo, suyo, es su pequeño, y es Dios. Le mira y piensa: “Este Dios es mi hijo. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mi. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mi. Es Dios y se parece a mi.
           
Y ninguna mujer, jamás, ha tenido así a su Dios para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede coger en brazos y cubrir de besos, un Dios calentito que sonríe y que respira, un Dios al que se puede tocar; y que sonríe. Es en uno de esos momentos cuando pintaría yo a María si fuera pintor. Y trataría de plasmar el aire de atrevimiento tierno y tímido con  que ella adelanta el dedo para tocar la piel pequeña y suave de este niño-Dios cuyo peso tibio siente sobre sus rodillas y que le sonríe.

Eso en cuanto a Jesús y la Virgen María.

¿Y José? A José no le pintaría. Plasmaría sólo una sombra, al fondo del establo, y dos ojos brillantes. Porque no sabría qué decir de José y José no sabe qué decir de sí mismo. Está en adoración y está feliz de adorar y se siente un poco exiliado.

Creo que sufre sin confesarlo. Sufre porque ve cuánto se parece a Dios la mujer que ama y hasta qué punto está ya del lado de Dios. Porque Dios explota como una bomba en la intimidad de esa familia. José y María están separados para siempre por este incendio de claridad. Y toda la vida de José, imagino, será aprender a aceptar.



Escena III

Barioná, un duro guerrero Israelita, acaba de llegar a la gruta de Belén, anticipándose a la comitiva de su pueblo que, tras abandonarle como jefe, viene a adorar al Niño. La intención de Barioná es muy otra. Ni más ni menos que estrangularle, porque un vidente le ha hecho ver cómo ese Niño viene a extinguir el odio y la sed de venganza de su pueblo hacia los romanos. Al llegar al portal se encuentra con un personaje, que acaba revelándose como su ángel de la guarda e intenta convencerle de que desista. Barioná no le hace caso y abre la puerta del portal para cometer el crimen. Ni se le pasa por la imaginación que el padre del niño, un simple aldeano, pueda impedirle el asesinato. Aquí empieza la escena.

El ángel de la guarda de Barioná:
Sí, me voy. Porque nosotros, los ángeles, nada podemos contra la libertad del hombre. Pero piensa en la mirada de José.

(Sale)

Barioná (Solo)

¡No tengo otra cosa que hacer que discutir con los ángeles! Se hace tarde, los otros estarán pronto aquí. Esta será la última proeza de Barioná: estrangular a un niño. (Entreabre la puerta). La lámpara humea, las sombras llegan hasta el techo, como si fueran grandes pilares en movimiento. La mujer está de espaldas y no veo al niño. Imagino que está sobre sus rodillas. Pero veo al hombre. ¡Es verdad! ¡Cómo la mira! ¡Con qué ojos! ¿Que puede haber detrás de esos dos ojos claros, claros como dos ausencias en una cara dulce y a la vez curtida. ¡Qué esperanza! Y yo no traigo esperanza. Qué nubes de horror subirían desde lo más profundo de sí mismo para oscurecer esos dos retazos de cielo, si me viese estrangular a su hijo. No he visto todavía a ese niño y ya sé que no voy a tocarle. Para reunir el valor con el que apagar esa pequeña vida entre mis dedos, no tendría que haberme fijado antes en los ojos de su padre. Estoy vencido. (Gritos de la muchedumbre). Aquí están. No quiero que me reconozcan. (Se tapa la cara con la punta de su capa y se pone aparte).

Y el desenlace de la obra:


SÉPTIMO CUADRO
(En el camino, al lado del establo)

Escena primera

(Barioná, Jerevhá, Pablo, Caifás, Shalam, Simón, hombres de Bethaur, el pueblo del que Barioná es caudillo, Sara, la muchedumbre)

Jerevhá
No podrán huir. Las tropas vienen por el sur y por el norte, encerrando Belén en una mordaza.

Pablo
Podríamos sugerir a José que subiese por nuestras montañas. Allí arriba estarían a salvo.

Caifás
Imposible. El camino de las montañas sale de del principal a más de siete leguas de aquí. Las tropas que vienen de Jerusalén llegarán allí antes que nosotros.

Pablo
Entonces... a menos que ocurra un milagro...

Caifás
No habrá milagro: el Mesías es todavía demasiado pequeño. Aún no es capaz de comprender. Sonreirá al hombre cargado de hierro que se asome sobre su cuna para atravesarle el corazón.

Shalam
Entrarán en todas las casas, cogerán a los recién nacidos por los pies y harán estallar su cabeza contra las paredes.

Un judío
¡Sangre, siempre sangre! ¡Ay!

La muchedumbre
¡Ay!

Sara (La mujer de Barioná, que espera un hijo de él)
¡Mi niño, Dios mío, mi niño! Tú, al que amaba ya como si fuese tu madre y al que adoraba como tu sierva. Tú, al que hubiera querido dar a luz en el dolor, ¡oh, Dios!, que te has hecho mi hijo, ¡oh hijo de todas las mujeres! Eras mío, mío, me pertenecías todavía más que esta flor de carne que se desarrolla en mi carne. Eras mi niño y el destino de este hijo que duerme en el fondo de mí, y he aquí que se han puesto en marcha para matarte. Porque son siempre los machos los que desgarran al amparo de su apetencia y los que hacen sufrir a nuestros pequeños. ¡Oh Dios Padre, Señor que me ves!, María está en el establo, todavía feliz y llena de bendiciones, pero no puede pedirte que salves a su hijo porque todavía no sospecha nada. Y las madres de Belén también están felices y en sus casas, bien calientes, sonríen a sus hijos pequeños ignorantes del peligro que avanza hacia ellas. Pero a mí, a mí que estoy sola en el camino y que no tengo todavía a mi hijo, mírame, ya que me has escogido en este instante para padecer la agonía de todas las madres. ¡Oh, Señor!, me desgarro de sufrimiento y estoy destrozada como una copa rota. Mi angustia es enorme, tan inmensa como el Océano. Señor, yo soy todas las madres y te digo: ¡tómame, tortúrame, reviéntame los ojos, arráncame las uñas, pero sálvale! Salva al Rey de Judea, salva a tu hijo y salva también a nuestros pequeños.

(Un silencio)

Caifás
¡Vámonos! Tenías razón, Barioná. Todo ha sido siempre para mal y ahora sigue siendo así. Apenas se vislumbra una débil luz, los poderosos de la tierra soplan sobre ella para apagarla.

Shalam
¿Entonces, no era verdad que los naranjos iban a crecer en la cima de las montañas y que no tendríamos que hacer nada y que yo iba a volver a la juventud?

Barioná
No, todo eso no era verdad.

Caifás
¿Y no era verdad que la paz iba a venir sobre la tierra para los hombres de buena voluntad?

Barioná
¡O sí! ¡Eso sí es verdad! ¡Si supieseis hasta qué punto eso es verdad!

Shalam
No comprendo lo que quieres decir. Pero sé que tenías razón anteayer cuando nos decías que no tuviésemos más niños. Nuestro pueblo está maldito. Mira: las mujeres de la llanura han dado a luz y vienen a degollar a sus recién nacidos en sus brazos.

Caifás
Deberíamos haberte escuchado y no haber bajado a la ciudad. Porque lo que pase en las ciudades no nos incumbe.

Jerevhá
Volvamos a Bethaur y tú, Barioná, guía duro pero previsor, perdona nuestra ofensa y vuelve a ponerte al mando.

Todos
¡Sí, sí! ¡Barioná! ¡Barioná!

Barioná
¡Oh, hombres de poca fe! Me traicionasteis por el Mesías y mirad cómo al primer soplo del viento, traicionáis al Mesías y volvéis a mí.

Todos
Perdónanos, Barioná

Barioná
Entonces, ¿soy de nuevo vuestro jefe?

Todos
Sí, sí.

Barioná
¿Ejecutaréis mis órdenes ciegamente?

Todos
Te lo juramos.

Barioná
Entonces, escuchad mis órdenes: tú, Simón, ve a prevenir a José y a María. Diles que ensillen el asno de Lelius y que sigan el camino hasta el cruce. Tú les guiarás. Tú les llevarás por el atajo de las montañas hasta Hebrón. Que luego vuelvan a descender hacia el norte: el camino está libre.

Pablo
Pero Barioná, los romanos estarán antes que ellos en el cruce.

Barioná
No, porque nosotros, escucháis, nosotros, vamos a salir a su encuentro y les haremos retroceder. Les ocuparemos durante el tiempo suficiente para que José pueda pasar.

Pablo
¿Qué dices?

Barioná
¿No queríais a vuestro Cristo? Y bien, ¿quién podrá salvarle si no sois vosotros?

Caifás
Pero nos van a matar a todos. No tenemos más que cayados y navajas.

Barioná
Atad vuestras navajas a vuestros cayados y usadlos como lanzas.

Shalam
Nos masacrarán.

Barioná
¡Por supuesto que sí! Estoy seguro de que nos masacrarán a todos. Pero escuchad. Ahora creo en vuestro Cristo. Es verdad; Dios ha venido a la tierra. Y en este momento reclama de vosotros este sacrificio. ¿Se lo negaréis? ¿Impediréis a vuestros hijos recibir su enseñanza?

Pablo
Barioná, tú, el escéptico, tu que te negaste a seguir a los Reyes Magos, ¿crees realmente que este Niño...?

Barioná
En verdad, en verdad os digo: este niño es el Cristo.

Pablo
Entonces, yo, te sigo.

Barioná
¿Y vosotros, mis compañeros? A menudo echabais de menos las sangrientas batallas de nuestra juventud contra los de Hebrón. He aquí que vuelve el tiempo de combatir, el tiempo de las cosechas rojas y las grosellas de sangre que perlan los labios de las heridas. ¿Rehusaréis el combate? ¿Preferiréis morir de miseria y de vejez en vuestro nido de águilas allá arriba?

Todos
¡No! ¡No! Te seguiremos, salvaremos al Cristo. ¡Hurra!

Barioná
¡Oh!, mis compañeros. Os reencuentro y os quiero. Vamos, dejadme solo unos instantes para que medite un plan de ataque. Recorred la ciudad y coged todas las armas que podáis encontrar.

Todos
¡Viva Barioná!

***

(Los hombres vuelven con palos y navajas a modo de lanzas)

Pablo
Estamos listos para seguirte, Barioná.

Todos
Estamos listos.

Barioná
Mis compañeros, soldados de Cristo, tenéis aspecto feroz y resuelto y sé que combatiréis bien. Pero quiero de vosotros algo más que esta resolución sombría. Quiero que muráis en la alegría. El Cristo ha nacido, ¡oh!, mis hombres, y vosotros vais a culminar vuestro destino. Vais a morir como guerreros, como soñabais en vuestra juventud, y vais a morir por Dios. Sería indecente hacerlo con esas caras crispadas. Vamos, bebed un pequeño trago de vino, os lo permito, y marchemos contra los mercenarios de Herodes, marchemos, ebrios de cantos, de vino y de Esperanza.

La muchedumbre
¡Barioná! ¡Barioná! ¡Navidad! ¡Navidad!

Bariona (A los prisioneros del campo de prisioneros de guerra en el que estaba internado Sartre y para quienes había escrito la obra de teatro, que se representó en el campo en la Navidad de 1940)
Y vosotros, prisioneros, aquí termina nuestro auto de Navidad que ha sido escrito para vosotros. No sois felices y puede que haya más de uno entre vosotros que haya sentido este sabor de hiel, este sabor acre y salado del que hablo. Pero creo que también para vosotros, en este día de Navidad –y en todos los demás días- ¡existirá, todavía, la alegría¡

16 de marzo de 2014

Frases 16-III-2014

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

La palabra coincidencia es una blasfemia; nada bajo el Sol sucede por casualidad.

Gotthold E. Lessing


Añado yo: Los que creemos, de diferentes maneras, que hay líneas de fuerza más allá de las de interacción entre la materia (algo, por otra parte, respaldado de alguna manera por la revolución científica de la física cuántica), llamamos PROVIDENCIA a algunas de esas “casualidades”.

9 de marzo de 2014

Frases 9-III-2014

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

Pero el que ama, el que ha tenido uno de esos encuentros que cambian el rumbo de una vida, sabe bien que se destruiría a sí mismo, que aniquilaría “lo que él mismo ha llegado a ser” por este encuentro, si pretendiera no ver en él más que un azar, si pretendiera que nada ha cambiado en su vida con el encuentro. Sabe muy bien que en la misma medida en que se abre al asombro de este encuentro, se enriquece, alcanza es algo “inagotable”, ese “más allá” que el amor despierta en nosotros, infundiéndonos el sentimiento de vencer a la muerte.


Charles Moeller. Literatura del siglo XX y cristianismo. Tomo IV, La esperanza en Dios, nuestro Padre, capítulo dedicado a Gabriel Marcel.

5 de marzo de 2014

Frases 5-III-2014

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

La gracia es el ofrecimiento del TÚ absoluto, la llamada que resuena constantemente a través de la vida, de la condición humana. La misión de la libertad es abrirse a la gracia como, en el amor humano, abandonarse al encanto. El gesto por el cual, en el plano del “misterio” humano, “invocamos” las cosas y los seres, en vez de rehusarlos so pretexto de su nada. Ese gesto de invocación que hacemos al acoger al huésped es, en el plano religioso, la oración. [...]. Si Dios no nos concede lo que le pedimos en la oración, no nos turbamos porque, si en el plano del amor humano, la persona amada puede traicionarnos, [...], tratándose de Dios esto es imposible. [...]. Ningún amor humano puede hacer realidad totalmente este anhelo, que realmente, se dirige a Dios: espero en Dios para ti; he ahí el verdadero sentido del “espero para ti”. Por eso, aunque Dios no nos conceda lo que le pedimos, sabemos que nuestra oración ha sido escuchada; es escuchada siempre. Somos nosotros los que, volviendo a caer en el plano de lo material, no escuchamos a Dios. [...] La invocación es una oración de adoración, es la apertura de un crédito ilimitado, el ofrecimiento del alma amante, que se da y se crea al darse.

Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo. Tomo IV; La esperanza en Dios, nuestro Padre. Capítulo dedicado a Gabriel Marcel.

Añado yo. Qué diferencia entre esta oración y la que a menudo hacemos, en la que convertimos a Dios en una especie de chico de los recados al que le decimos: “¡niño!, tráeme un café!” y nos enfadamos si no nos lo trae al instante y hasta dejamos de creer en él porque no nos obedece.

2 de marzo de 2014

Pidamos por la unión ecuménica de los cristianos

El otro día me llegó un vídeo excesivamente largo (tres cuartos de hora) y excesivamente interesante. Además, en inglés, menos un trozo que es en italiano con subtítulos en inglés. Si lo colgase sería un problema porque dos excesos contrapuestos nunca se equilibran. Por eso, al final de esta entrada pego un link de una versión abreviada de 22 minutos que, leyendo lo que viene a continuación, a lo mejor no hay ni que ver. Lo que sí creo que debéis ver es un vídeo de 7 minutos del Papa Francisco en una comunicación muy especial dirigida a una reunión de líderes religiosos protestantes evangélicos. El link a este vídeo del Papa os lo pongo más adelante.

Creo que debo aclarar un poco este galimatías y poneros en antecedentes. El 14 de Enero tuvo lugar en Texas una reunión multitudinaria, muy a lo americano, de líderes de comunidades pentecostales de protestantes evangélicos. Varios cientos de ellos que representan a muchos miles de fieles. Los pentecostales son protestantes que tienen una gran devoción por el Espíritu Santo, cuya acción invocan con oración de alabanza pidiendo un nuevo Pentecostés. Pueden considerarse los inspiradores de la Renovación Carismática Católica. El predicador que lidera la reunión anuncia que les va a hablar un obispo de la High Church Anglicana llamado Anthony Palmer. La High Church Anglicana es la que se ha mantenido más próxima a lo que fue la iglesia anglicana justo después de la ruptura con Roma. Esta primera iglesia anglicana era igual que la católica en todo, menos en la autoridad suprema del Papa y en lo más importante de todo: aunque ellos creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía (sólo durante la comunión), no se ha mantenido la sucesión apostólica, lo que quiere decir que sus sacerdotes no están realmente ordenados.

Pues bien, el video de 22 minutos empieza cuando el Obispo Palmer empieza a hablar para ir presentando el vídeo del Papa que les acabará poniendo. Transcribo lo que dice este Obispo anglicano. Es verdaderamente impresionante y pone en contexto el vídeo del Papa.

Necesito que entiendan la historia que hay detrás de esto, porque estamos viviendo en una generación increíblemente importante. Creo que Dios me ha traído hoy aquí con el espíritu de Elías. Déjenme explicarme: El espíritu de Elías estaba sobre Juan el Bautista para convertir el corazón de los hijos a los padres y para convertir el corazón de los padres a los hijos, para preparar el camino al Señor[1]. Y sabemos que esta profecía tiene un doble cumplimiento porque sabemos que Elías vendrá también antes de la segunda venida del Señor y sabemos que el espíritu de Elías es un espíritu de reconciliación, para convertir el corazón hacia los otros. Esto es muy importante. Sabemos que en los primeros mil años de cristianismo había una sola Iglesia, una Iglesia católica y que católica quiere decir universal, no quiere decir romana. En este sentido, ustedes son católicos. Y entonces se separó, al final del primer milenio, la Ortodoxa, Oriente y Occidente, dos Iglesias. Y quinientos años más tarde vinieron Lutero y su protesta. Tres Iglesias en mil quinientos años… tres denominaciones, no tres Iglesias. Y después, tras Lutero 33.000 nuevas denominaciones. (Pausa). Entiendo que la diversidad es divina, es la división la que es diabólica (pausa y tímidos aplausos). Estoy de acuerdo en lo que estabais diciendo antes sobre la Gloria. La Gloria que el Padre tiene se la dio a Jesús. La Gloria es la presencia de Dios. ¿Qué es la renovación carismática? Es experimentar la presencia de Dios. Cristo les da a los apóstoles la Gloria –y escuchen pragmáticamente– para-que-puedan-ser-uno (remarcando cada palabra), es la Gloria la que nos une, no las doctrinas. Es la Gloria. Si ustedes aceptan que Cristo vive en mí y que la presencia está en mí, y que la presencia está en ustedes, eso es todo lo que necesitamos. Porque Dios supera todas las doctrinas que podamos tener. Por lo tanto, la unión de los cristianos es la base de nuestra credibilidad, porque Jesús nos enseñó que si no, no creerían. El mundo no creerá, como debería, hasta que seamos uno. La división destruye nuestra credibilidad. Es el miedo lo que nos mantiene separados, porque el miedo es la falsa evidencia que parece real. Es un acrónimo F. E. A. R. False Evidence Appearing Real. Porque la mayoría de su miedo está basado en propaganda. Pero ahora eso es historia. Porque en 1999 la Iglesia católica romana y la Iglesia protestante luterana, firmaron un acuerdo que puso fin a la protesta. Lutero creía que éramos salvados por la Gracia de la Fe, solamente. La Iglesia católica creía que éramos salvados por las obras. Y esa era la protesta. En 1999, escribieron juntos algo. […] ¿Qué hicieron estas dos Iglesias cuando pusieron estas dos definiciones juntas. Leo literalmente de la web católica del Vaticano: “La justificación quiere decir que el mismo Cristo es nuestra riqueza, en el que compartimos, a través del Espíritu Santo. Por eso, de acuerdo con la voluntad del Padre, juntos, nosotros, católicos y protestantes luteranos creemos y confesamos que sólo por la gracia, mediante la fe en Cristo Jesús y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que renueva nuestros corazones, capacitándonos para las buenas obras y llamándonos a ellas”. (Murmullos y tímidos aplausos). Esto pone fin a la protesta de Lutero. Hermanos y hermanas, la protesta de Lutero es pasado. Ahora es sólo vuestra. En 1999 esto fue firmado por la federación mundial de Iglesia luterana y cinco años más tarde por los metodistas, también a nivel mundial, firmaron el mismo acuerdo, pero hasta el día de hoy no hay ni un protestante evangélico que se haya puesto de pie y haya firmado este acuerdo para acordar, con nuestros hermanos y hermanas que somos salvados por la Gracia, a través de la Fe hacia las buenas obras. Y creo que esto es algo que es necesario solucionar. (Pausa y silencio sepulcral). Es un reto para vosotros. Por tanto, la protesta es pasado desde hace quince años. Y voy a ser atrevido otra vez, porque reto a mis amigos protestantes evangélicos a que, si no hay ya protesta, ¿como puede haber una Iglesia protestante? (Pausa y silencio sepulcral). Quizá en una hora seamos católicos otra vez (risas un poco nerviosas). […] Somos católicos en un sentido universal. Ya no protestamos más la doctrina católica de la salvación. Ahora predicamos el mismo Evangelio, ahora predicamos que hemos sido salvados por la Gracia a través de la Fe, sólo. La palabra “sólo” ha sido la disputa durante quinientos años. La palabra “sólo” está ahí, en la declaración, pueden leerlo por ustedes mismos. La protesta es pasado. Es pasado. Por eso, permítanme rezar (aplausos tímidos) y mostrarles un vídeo. Creo que veremos cada vez más y más personas llamándonos para ir al mundo y trabajar entre las Iglesias con una nueva luz para convertir con ella el corazón de los padres a los hijos y los corazones de los hijos a los padres para que haya personas preparadas para el Señor, ministros de la reconciliación. Tenemos que poner más recursos y energía en el ministerio de la reconciliación, como hacemos con el ministerio de evangelización o construiremos paredes sin cimientos. Les reto a encontrar los constructores de puentes y convertirlos. Y me gustaría rezar esta oración. Si están de acuerdo, digan amén. Es el espíritu de un hombre que va a morir. Y cuando sabes que estás a punto de morir, dices la oración que más te importa: (lee)

“Pero no te pido sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno como lo somos nosotros”[2].

Gloria sea dada al padre. Amén (se oyen murmullos de un amén, como si el amén del final de la oración hubiese cogido desprevenida a la audiencia. Después, tímidos aplausos y, sin solución de continuidad el Obispo Anthony Palmer pone un vídeo, sin decir de qué va, y que resulta ser un mensaje del Papa Francisco (IMPORTANTE, ANTES DE SEGUIR, ver en la nota al pie de página cómo obtuvo el Obispo Palmer este vídeo[3]) que no transcribo pero cuyo link pongo a continuación para que lo podáis ver. El Papa habla en italiano y hay subtítulos en inglés. Espero que todos lo entendáis. Pero el Papa dice que no habla ni en inglés ni en italiano, sino que habla con el lenguaje del corazón. Al final, se produce un estruendoso aplauso, con aullidos de aprobación al más puro estilo americano).


(Después sale al atril el predicador evangélico que lidera la reunión y, tras un rato de oración de alabanza, pide al Obispo Palmer que suba con él y que, con el mismo móvil con el que filmó al Papa, grabe otro para responderle, cosa que el Obispo Palmer hace. Dice así):

Mi querido hermano. Mi querido hermano. Gracias desde lo profundo. Todos estos líderes representan, literalmente, decenas de miles de personas que creen en Dios con usted. Y en respuesta a su petición hemos rezado por usted y con usted y lo hemos hecho en el Espíritu. Y creemos que hemos recibido lo que pedimos, de acuerdo con las palabras de Jesús en Marcos 11, 22[4], que cualquier cosa, cualquier cosa, que se pida cuando se reza, creed que lo recibiréis y lo tendréis. Nuestros deseos, señor, junto con usted, están en el cuarto capítulo de la carta a los efesios (lee): “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo” [5]. Gracias señor, le bendecimos, recibimos su bendición. Es muy importante para nosotros. Y nosotros le bendecimos con todo nuestro corazón, le bendecimos con toda nuestra alma, le bendecimos con toda nuestra mente y le damos gracias, señor, damos gracias a Dios por usted. Y así, todos nosotros, declaramos conjuntamente “be (la gente repite, “be”) blessed (la gente repite “blessed”). Otra vez más, todos juntos (al unísono con todos, con las manos levantadas y en un crecendo): “be blessed. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén” (Largos aplausos, todo el mundo de pie). “Aleluya”.

Pongo a continuación el link del vídeo de 22 minutos. Si no tenéis algo mucho más importante que hacer, os recomiendo que lo veáis. Aunque os lo he transcrito más arriba, merece la pena verlo.


Por último, no quiero acabar (ya sabéis que no puedo) sin una Bobadilla auténticamente mía. La escribí tras una noche que pasé “encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Estábamos en las cuatro horas que pasé “encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro. Las dos primeras horas las pasé en el Gólgota. Conseguí concentrarme en una oración bastante profunda. Leí, meditándola, la pasión en los cuatro Evangelios. Los cuatro hablan de cómo condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota. He leído muchas veces esos pasajes pero ese día una idea nítida me asaltó al leerlos. No le llevaron a un lugar llamado Gólgota, le trajeron a este lugar. Exactamente aquí, hace casi 2000 años, Dios fue crucificado para mi salvación aquí. Luego, cuando los Evangelios hablan de cómo se repartieron sus vestiduras mi atención fue atraída por el pasaje de san Juan en el que se habla de esto. Dice:

“Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de sus vestidos e hicieron con ellos cuatro lotes, uno para cada uno. Dejaron aparte la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba abajo. Los soldados llegaron a este acuerdo:

-No debemos dividirla; vamos a sortearla para ver a quién le toca[6].

Cuando leía esto levanté la vista y, justo enfrente de mí, vi la imagen de un mosaico que representaba a María, en pie, mientras clavaban en la cruz, todavía en el suelo, a su hijo. María Magdalena, tirada en el suelo, besaba las rodillas de Cristo, mientras la túnica sin costura yacía en tierra, detrás de la Virgen. La tradición cristiana ha visto siempre en esa túnica inconsútil a la Iglesia de Cristo. Me asaltó una punzada de dolor al pensar cómo los cristianos habíamos rasgado la túnica que los soldados no se atrevieron a repartirse. Quizá Tierra Santa sea un sitio donde se siente ese desgarro más escandalosamente. No están allí apenas representados los protestantes, porque su escisión se produjo tardíamente, en el siglo XVI, pero católicos, ortodoxos griegos, monofisitas armenios, y otras confesiones cristianas escindidas antes de la primera cruzada, se reparten la posesión de altares, lugares sagrados y derechos rituales, a veces sin demasiada caridad, como si cada uno fuese propietario de su trozo de túnica. Pero, aunque no estuviesen allí, también me representé la túnica rasgada una vez más por el cisma protestante. No sólo eso. Vi los bordes de la túnica deshilachándose, como si alguien estuviese tirando de hebras, sueltas por el desgarro y desprendiéndolas del tejido. Vi millones de hilos sueltos, que nunca habían formado parte de ninguna túnica, mezclados con los arrancados, arrastrados por el viento hacia ningún sitio y otras túnicas que no eran de Cristo, que no le consideran Dios. Y vi, detrás de María, a la humanidad entera deshecha en túnicas, jirones deshilachados y hebras desamparadas. Y se me vino a la cabeza una invocación para la Virgen: María tejedora. Le supliqué por la humanidad doliente y perdida que seguía sin querer acogerse a las alas protectoras de Cristo, representadas por su Iglesia. Le pedí que tejiese la túnica de esa humanidad.

Después de ver el vídeo que os acabo de mandar, no creo que haya nada más importante por lo que debamos rezar todos los cristianos que por nuestra unión. Sin ella no podremos atraer a muchos hacia Cristo. Por eso, voy a intentar, no sé si seré capaz, rezar cada día, antes de ir a dormir, la oración del hombre que sabe que está a punto de morir mientras cena por última vez con sus discípulos y pide al Padre el mayor anhelo de su corazón:

“Pero no te pido sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno como lo somos nosotros. Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta  y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado”[7].

Tal vez así, en el tercer milenio, arranquemos de Dios, como dice el Papa, el milagro ya empezado de la comunión de todos los cristianos, como en el primer milenio. Así se cumpliría el mayor anhelo del corazón de ese hombre, que es Dios, y que murió para que todos fuésemos uno.

Amén.




[1] En Lucas 1, 17, cuando el ángel le dice a Zacarías que su mujer, Isabel, va a concebir a Juan el Bautista, le dice: “Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos, para inculcar a los rebeldes la sabiduría de los justos y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
[2] Última cena: Evangelio de Juan 17, 20-22.
[3] En el vídeo completo de la reunión de los evangelistas, que no pongo por ser demasiado largo, el Obispo Palmer explica cómo en su ministerio, la Santa Sede le pidió que fuese a Roma para colaborar con la Iglesia católica en el camino hacia el Ecumenismo. Aceptó y en sus diferentes viajes ecuménicos, coincidió en Argentina con el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Mario Jorge Bergoglio, con el que trabó una profunda y sincera amistad. Unas semanas antes de esta reunión de evangelistas, a la que ya había sido invitado, recibió una llamada: “Che, soy tu amigo, Mario”. “¿Mario” respondió asombrado Palmer. “Sí, Jorge Mario Bergoglio”. Palmer cuenta cómo le dijo que quería verle y le dijo que eligiese él, Palmer, el día y la hora. Asombro total. Los acordaron y ese día Palmer llegó al Vaticano. Tras los saludos le preguntó a Francisco sobre la agenda de la reunión. “No hay agenda, le dijo, sólo un encuentro entre amigos”. Charlaron y, en el transcurso de la charla, Palmer le dijo a Francisco que le diese unas palabras para transmitir a los evangélicos con los que se iba a reunir. “Y, ¿por qué no me grabas en vídeo”, le dijo el Papa. “¿Cómo, con qué cámara?”, le preguntó Palmer. ¿No tenés el móvil?” le pregunta Francisco, “grabame con el móvil”. Palmer le grabó con el móvil y ese es el vídeo que vais a ver.
[4] Este pasaje del Evangelio de Marcos dice: “Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: ‘quítate de ahí y arrójate al mar, si lo hace sin titubeos en su interior, y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Todo lo que pidáis en vuestra oración, lo obtendréis si tenéis fe en que vais a recibirlo. Y cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas’”. (Marcos 11, 22-26)
[5] El texto pertenece a la carta de Pablo a los efesios, que dice, algo más extensamente de lo citado: “Mostraos solícitos en conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. Uno sólo es el cuerpo y uno sólo es el Espíritu, como también una es la esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados; un solo Señor, una fe, un bautismo; un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos y habita en todos […]… hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo. […]… viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia aquél que es la cabeza, Cristo. A Él se debe que todo el cuerpo, bien trabado y unido por todos los ligamentos que lo nutren según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyéndose a sí mismo en el amor”
[6] Juan 19, 23-24
[7] Última cena: Evangelio de Juan 17, 20-23.