Tomás Alfaro Drake
Hace unos meses, leímos en el periódico que un grupo de alumnos de 1º de Economía de la Universidad de Harvard habían abandonado la clase del famoso profesor Greg Mankiw por considerar que era sectario en su presentación de la economía, sesgándola hacia principios liberales que no gustaban a ese gripo de alumnos. Ignoro cual es le forma de dirigir las clases del Prof Mankiw pero, a bote pronto, me parece que el mes de octubre del primer año es muy pronto para saber si el profesor es sectario o no. No obstante, movido por la curiosidad, me adentré en la página web del Prof. Mankiw y me encontré con lo que el define como los diez principios clave de la economía. A medida que los leía, me sentía identificado con ellos. No al 100% y sin matizaciones, por supuesto, pero sí de una forma general. La verdad es que me siento más Friedmaniano (no creo que exista este término, pero nos entendemos) que Keynesiano. Sentirme más cerca de Friedman que de Keynes tampoco quiere decir que suscriba todo el pensamiento económico de Milton Friedman, que, por otra parte, tampoco conozco en su totalidad. También quiero señalar que si Keynes levantase la cabeza, creo que se quedaría espantado de ver que, usando su nombre, pretenden justificarse endeudamientos de los Estados superiores al 100% del PIB, y déficits escalofriantes. Pero, quien abre una puerta no puede extrañarse de que alguien se meta hasta la cocina. Por otro lado, tampoco los liberalistas a ultranza pueden decir que Milton Friedman niega toda regulación estatal. Por último, y para acabar con esta introducción, quiero puntualizar algo:
Creo que el liberalismo es al libre mercado como el racionalismo es a la razón. Me explico. Nadie sensato duda de que la razón es buena. Naturalmente, si alguien piensa que la única forma de conocimiento de la realidad es a través del pensamiento silogístico de la razón, cae en el error del racionalismo. Pero el racionalismo no hace mala la razón. De la misma manera, creo, el libre mercado es algo bueno. Pero si alguien piensa que sólo el libre mercado es total y absolutamente autosuficiente para regular la economía, cae en el liberalismo. Pero tampoco el error del liberalismo hace malo al libre mercado.
Lo que pretendo a continuación es, precisamente, esa matización personal de los diez puntos de Mankiw. Ahí voy.
Ten Key Principles in Economics
Everything has a cost. There is no free lunch. There is always a trade-off. (Todo tiene un costo. No hay comida gratis. Siempre hay un compromiso).
No puedo estar más de acuerdo. Olvidar esto lleva a que el ciudadano medio piense que la sanidad pública es gratis, que la educación pública es gratis, que las carreteras son gratis, etc., lo que es un gravísimo error. Desde luego, financiar hasta cierto punto esos servicios es una función inherente del Estado. No obstante, la sociedad tiene que buscar un compromiso entre las demandas de la justicia, que implican que ciertos servicios se presten sin una contraprestación directa (o con una contraprestación simbólica) por parte del usuario del servicio, y el deterioro que eso cause en la economía. Porque, en general (en general no es siempre), cuando un Estado detrae de los ingresos de los ciudadanos una cierta cantidad de dinero para financiar determinados servicios básicos a los que la gente más desfavorecida no tendría acceso, puede que incremente la justicia y, con ella el bien común (también puede que no, que sólo favorezca a sus amigos o que haga algo que el partido en el gobierno crea que le va a dar votos o que apoye una ideología, por no hablar de la corrupción, etc) pero, casi siempre, empeora la eficiencia. El trade-off es, por tanto: ¿Hasta dónde está una sociedad dispuesta a sacrificar la eficiencia por la justicia? Difícil pregunta porque si se sacrifica demasiado la eficiencia se comete la máxima injusticia, a saber: ser muy justos administrando la miseria.
Este-trade off es el que justifica, hasta un cierto punto, los impuestos progresivos y los servicios básicos financiados por el Estado sin contraprestación (o con contraprestación simbólica). Siempre me ha gustado la frase de “La venganza de don Mendo” en la que, refiriéndose al juego de las siete y media dice: “Y el no llegar da dolor, pues indica que mal tasas/y eres del otro deudor./Mas, ¡ay de ti si te pasas!/Si te pasas es peor”.
Cost is what you give up to get something. In particular, opportunity cost is cost of the tradeoff. (El coste es lo que sacrificas para conseguir algo. En particular, el coste de oportunidad es coste del compromiso).
Totalmente de acuerdo, con una puntualización. La palabra coste (como la de ingreso), a mi entender, hay que entenderla de una forma amplia. No es sólo monetario. Tener que sacrificar la calidad de mi vida familiar, es un coste. Crear una sociedad flagrantemente injusta, es un coste. Uno de los grandes errores de Adam Smith (Me siento bastante Friedmaniano, pero muy poco Smithiano (otro término inexistente)) es creer que los únicos inputs en la función de utilidad son los monetarios. Eso le ocurre al homo economicus, pero el homo economicus no existe. Se puede renunciar a trabajar en una empresa en la que pagan mejor, porque es ecológicamente irresponsable o porque no deja espacio a la vida familiar o porque el trato es inaguantable.
El coste de oportunidad es el ingreso (ambos, costes e ingresos, en un sentido amplio) que dejamos de obtener por elegir hacer lo que hacemos. Por definición es el coste del compromiso
One More. Rational people make decisions on the basis of the cost of one more unit (of consumption, of investment, of labor hour, etc.).(Una más. La gente racional toma decisiones sobre la base del coste de una unidad más (de consumo, de inversión, de hora de trabajo, etc.)).
Es bastante evidente. Yo estoy dispuesto a trabajar una hora más al día por una cierta cantidad de dinero. Pero cada hora de más tiene para mí un coste marginal mayor. Probablemente la quinta hora adicional al día tenga para mí un coste familiar altísimo. Es evidente que, por la misma cantidad de dinero que me pagan por cada una de las cuatro primeras, no trabajaré la quinta. Pero es evidente que si para las cuatro primeras la función de utilidad es positiva, (lo que me pagan es más que el coste familiar), las seguiré trabajando, aunque renuncie a la quinta. Evidentemente el coste familiar de cada uno es distinto. Una vez más, como se ve en el ejemplo, las palabras coste e ingreso, hay que tomarlas en un sentido amplio, no exclusivamente monetario.
iNcentives work. People respond to incentives. (Los incentivos funcionan. La gente responde a los incentivos).
Clarísimo. Y a los desincentivos, añadiría. Si me pueden despedir por baja productividad, me pondré las pilas. Si nadie me puede despedir aunque me toque las narices todo el día, me las tocaré. Sin embargo, hay excepciones. Hay gente que tiene reacciones nulas (e incluso contrarias) ante los incentivos o desincentivos. Los héroes y los santos hacen lo que tienen que hacer, y lo hacen bien, aún sin recompensa, pero, por desgracia, son escasos. Los rebeldes, inconformistas, etc. pueden hacer lo contrario de lo que pretende el incentivo por aquello de “de qué se trata que me opongo”, pero, afortunadamente, este tipo de inconformistas también son pocos. Suelen ser “indignados”.
Open for trade. Trade can make all parties better off. (Abierto al intercambio. El intercambio hace que todas las partes mejoren).
No cabe la menor duda. Si yo tuviese que autoabastecerme de todo lo que necesito para vivir, me moriría de hambre. Me limito a dar clases, me pagan por ello, compro la carne en la carnicería y vivo mucho mejor. Y a mis alumnos, a la universidad y al carnicero les pasa lo mismo que a mí. Cuando el intercambio es libre (de verdad) y transparente (también de verdad), es casi siempre un ganar-ganar. En otro punto aclararé lo de los paréntesis (de verdad). Pero puede haber situaciones en las que no todos ganen. Por ejemplo, cuando se producen deseconomías externas (o que todos ganen más si se producen economías externas). Ejemplo de deseconomía externa: Yo te compro a muy buen precio un producto que me resulta muy útil y que contamina mucho, tú ganas dinero con ello. Los dos estamos contentos y… el mundo se contamina. Las deseconomías externas deberían incorporarse al coste del producto, aunque no sean un coste directo para la empresa fabricante. Ejemplo, los bonos de emisiones de carbono. Ejemplo de economía externa: Yo hago un medicamento que tú compras y mejora tu salud, con lo que disminuyen los gastos de sanidad del Estado. Es difícil que está economía externa se repercuta como mejora de la cuenta de resultados de la empresa farmacéutica. Asimetrías de la vida.
Markets Rock! Usually, markets are the best way to allocate scarce resources between producers and consumers. (Mécete en el mercado. Usualmente, los mercados son la mejor forma de distribuir recursos escasos entre productores y consumidores).
Muy, pero que muy usualmente. Aunque no siempre, casi, casi siempre. Siempre que el mercado sea libre (realmente libre) y transparente (realmente transparente). Estos paréntesis ya aparecieron antes y dije que lo aclararía. Ahí va: Hay veces que determinados agentes del mercado impiden que el mercado funcione como tal, trucándolo para que trabaje defectuosamente a su favor. Hay varios tipos de situaciones en las que se puede producir esto:
A) Una de las partes no es realmente libre, porque no tiene opción de hacer otra cosa que lo que le impone la otra.
B) Alguien crea escasez artificial en el mercado, haciendo que suba el precio y así beneficiarse.
C) Alguien tiene una ventaja de información sobre otros partícipes del mercado, no por ser más diligente, sino por motivo de su cargo, por el que ya gana un sueldo justo. (Información privilegiada).
D) Alguien tiene una ventaja de información sobre la contraparte, porque ésta es incapaz de entender el producto que compra por no haber tenido igualdad de oportunidades (ojo, mucha gente se vuelve picarescamente “tonta” cuando lo que compra sale mal, habiendo demostrado ser “lista” cuando lo contrató).
E) Etc.
Estas situaciones exigen que el mercado sea regulado para que estos abusos no existan, pudiendo ser constitutivo de delito específico algunos de estos abusos. (Ya lo son algunos: Información privilegiada, conspiración para alterar el precio de las cosas, que yo sepa). El problema es que, muy a menudo, quien regula un mercado puede hacerlo mal por falta de capacidad, lo que puede hacer al remedio peor que la enfermedad o, lo que es peor, por actuar en su propio provecho o en el de un amigo, o en el de un partido o en el de quien le pague, lo que es gravísimo. Los reguladores son seres humanos, que pueden ser ignorantes, corruptos o ambas cosas a la vez.
En otro orden de cosas, a veces no es posible establecer un mercado. Algunos casos. Bienes no excluibles por un precio. Ej. La policía. Si la función de la policía estuviese sujeta a mercado, ésta me tendría que preguntar, antes de actuar para protegerme, si he pagado. Pero para entonces ya me han atracado. Imposible. En algunos casos esto da lugar a la aparición de gorrones (free riders en inglés). Se han dado casos en urbanizaciones privadas, con vigilancia también privada, de casas que no pagaban (y no tenían la identificación pertinente) y, al ser asaltadas, la vigilancia les ha defendido. Y se han dado casos en los que, cuando la vigilancia se ha negado, los gorrones han demandado a la empresa y ésta ha sido condenada. Si no es posible que un mercado funcione, la premisa de este punto se cae por su propio peso.
Intervention in free markets is sometimes needed. (But watch out for the law of unintended effects!) (A veces es necesaria la intervención en los mercados libres. (Pero ojo con los efectos indeseados))
Creo que hay que distinguir entre regulación e intervención. Lo primero, se ha visto lo que es: trata de respetar el funcionamiento correcto del mercado, defendiéndolo de quienes lo quieren alterar a su favor. Lo segundo es que el Estado actúe como agente en el propio mercado, ya sea participando en él o mediante subvenciones u otros medios. En la medida en la que el Estado cobre impuestos y realice un gasto público del tipo que sea, ya está interviniendo de la primera manera. Anteriormente se ha dicho que este papel del Estado, con la debida mesura, es inherente a su propia existencia. Sin embargo, la segunda manera de intervención (o el abuso de la primera), vía subvenciones, conlleva casi siempre serias distorsiones del mercado que inducen a decisiones económicas erróneas con consecuencias negativas. Por ejemplo. La subvención que se ha dado a las energías alternativas ha contribuido a la creación de parques eólicos y huertos solares insostenibles sin la ayuda pública, además de encarecer el coste de la energía para los usuarios (esto nos llevaría a hablar del déficit de tarifa de las compañías eléctricas, pero sería demasiado largo). Cuando el déficit del Estado ha hecho que tampoco se pudiesen subvencionar estas energías, ya se había creado toda una industria, con empresas cotizadas en bolsa que participaban en ella y que ha llevado a los ahorradores a invertir en ellas su dinero. Al suspenderse las subvenciones, éstos sufren un deterioro de sus ahorros.
Además de distorsionar el mercado, las subvenciones, y cualquier tipo de intervención en general, tienen un efecto llamada a otras intervenciones, de forma que, normalmente, se entra en un proceso perverso que al final teje una tela de araña que perjudica seriamente a la economía. No digo que el Estado no deba nunca intervenir en el mercado, sino que toda prudencia y sentido de la excepcionalidad es poca cuando lo hace.
Lo de los efectos indeseados es muy corriente en economía. Un Estado hace algo con su mejor intención para conseguir algo muy loable y lo que consigue es lo contrario. La protección excesiva del empleo con la intención de conseguir el pleno empleo, lo que logra es desempleo crónico. En la película “Million dollar baby”, Cuando Clint Eastwood está enseñando a boxear a la chica le dice algo así como: “En boxeo, si lo que quieres es avanzar, tienes que empezar por retroceder y si lo que quieres es ir a la derecha, tienes que amagar que te vas a la izquierda”. Creo que en Economía pasa lo mismo.
Concentrate on productivity. A country’s standard of living depends on how productive its economy is. (Hay que concentrarse en la productividad. El nivel de vida de un país depende de cómo de competitiva es su economía)
Creo que esta afirmación es incuestionable. Cuando un país tiene su propia moneda, la falta de competitividad se suple con devaluaciones. Naturalmente que esto empobrece al país porque va encerrando paulatinamente en sus fronteras a sus ciudadanos que no pueden salir fuera de él porque el tipo de cambio lo hace inasequible. Pero cuando un país pierde su propia moneda y se engloba en una unión monetaria más amplia, su falta de competitividad hace que su tejido empresarial se empobrezca y sus ciudadanos, empezando por sus mejores talentos, tengan que emigrar, lo que hace que el país entre en un círculo vicioso de empobrecimiento. Este gap de productividad entre países es, a largo plazo, el principal peligro de ruptura de las uniones monetarias. Ojo con Europa, que aunque llegue a corregir sus desequilibrios fiscales, si no llega a cerrar el gap de productividad entre distintos países, se desgarrará tarde o temprano.
Sloshing in money leads to higher prices. Inflation is caused by excessive money supply. (Crear dinero lleva a precios más altos. La inflación está causada por un suministro excesivo de dinero)
Muy cierto. Pero la creación excesiva de dinero no sólo lleva a la inflación, sino al dinero excesivamente barato, al exceso de oferta y demanda de crédito, al apalancamiento monstruoso de empresas y familias, al diseño de productos de inversión “creativos” para engañar con promesas de altas rentabilidades a bajo riesgo a los inversores, al endeudamiento salvaje de los estados y a la aparición de burbujas si la subida de precios crónica se focaliza en un solo bien o en unos pocos. Lleva, en definitiva, a la aparición de una economía financiera totalmente desvinculada de la economía real. Esto es exactamente lo que ha pasado en la gestación de esta crisis. Pero hay un único culpable en la creación excesiva de dinero: Las autoridades monetarias (BCE, FED, etc.). Porque a través del mecanismo de inyección o drenaje de dinero del sistema, éstas pueden controlar al céntimo la masa monetaria. Una vez que la cantidad de dinero se desboca hay, por supuesto, otros culpables del crédito irresponsable, del apalancamiento excesivo, de la inversión alocada en la burbuja, de la aparición de productos de inversión “creativa”, de los déficits brutales, etc. Pero aquellas aguas trajeron estos lodos. Una buena lección a extraer de esta crisis es que se limite rigurosamente el aumento de la masa monetaria al crecimiento de la economía real. Si es necesario, que sea por una ley constitucional, como se quiere hacer y se ha hecho en algunos países con el déficit.
!! Caution: In the short run, falling prices may lead to unemployment, and rising employment may lead to inflation. (¡¡Cuidado!!: En el corto plazo, la deflación puede llevar a desempleo y, el crecimiento del empleo puede llevar a la inflación)
La verdad es que este punto me parece un poco traído por los pelos para que sean 10. En la primera parte del mismo –y lo digo sin total convencimiento– creo que la relación causa efecto es al revés. El desempleo, al disminuir la demanda puede llevar a la deflación y no viceversa. La deflación es mala porque es el síntoma, no la causa, de que algo va mal. La segunda parte es, a mi modo de ver, correcta por la misma razón que la primera. El crecimiento del empleo aumenta la demanda y, por tanto, puede crear inflación.
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Tomás, todo esto está muy bien, pero hay que encajar en esas voluntades otras perspectivas no tan técnicas.
ResponderEliminarCierto es que el capitalismo ha traído grandes progresos de confort y comodidades, pero también ha tarído grandes ruinas económicas y morales. En él, subyace la idea que el dinero produce la felicidad y que por tanto el dinero es el valor supremo. El tener es lo principal, se antepone al ser.
Me decía un conocido ayer mismo, "yo prefiero robar que pedir, porque si pides todo el mundo te mira con desprecio y huye de ti", este es por desgracia, el código de este sistema. El dinero es la droga que lleva a que el fin justifique los medios y por tanto, a hundir a la persona cuando no lo tiene. El sistema no tiene escrúplulos, nos invita a saltar siempre por encima de las normas morales, de la honra y del alma, tiene otros "valores". Hace muy difícil la esperanza trascendente, porque nos convierte en máquinas de consumir frustrando el fin auténtico de la persona que es la verdad y el bien. Hoy viene en prensa, Inditex, El Corte Inglés y Cortefiel se suministran de empresas que contratan niños trabajadores en condiciones de esclavitud en la India. http://www.elconfidencial.com/espana/2012/03/23/trabajo-esclavo-en-la-india-tres-empresas-espanolas-estan-incluidas-en-la-lista-negra-94749/
Pasen y vean y consuman estas marcas (aunque practicamente son todas, por eso es mejor ser hipócrita y mirar para otro lado) ¡¡esto es el capitalismo!!, claro que el marxismo es triple peor!!
Y tampoco nos engañemos con el asunto de las libertades, el capitalismo en esto es cada vez de corte más semi soviético, impone una Administración que cree que sabe todo, que organiza todo, que dirige todo, -incluso nuestras opiniones si asi se considera-, y nos dice hasta donde hemos de tirar los papeles y si no, te multa, nos trata como si fuerámos deficientes mentales.
Por eso, comentaba en otro post, que añoro en su esencia, el sistema gremial, que aunque ya no podrá volver, muerto por el capitalismo, era un sistema donde se trabajaba para vivir y no para hacerse rico. La riqueza era un medio para alcanzar esos fines naturales de la persona y no otros y la preocupación sobre la economia era regirla por criterios éticos y sociales, no por la maximización del beneficio.
Juan.
Es el mismo comentario que el de un post anterior.
ResponderEliminarQueridos Juan y Anónimo:
Me temo que en todos los ataques al capitalismo (y no me refiero a los vuestros), hay dos confusiones básicas y una instigación perversa.
La primera es tomar la parte por el todo y la segunda es trasladar la maldad que habita en el corazón humano, desde el pecado original, al instrumento. Sería como matar al mensajero. La instigación es el sistema gramsciano de acabar con la civilización occidental para instaurar vaya usted a saber qué.
La primera. Claro que hay trabajo esclavo. Luego volveré sobre ello. Pero, la inmensa mayoría de la inmensa mayoría de la inmensa mayoría (y no sigo por no aburrir) del trabajo dado por el capitalismo, es sano y bueno (aunque a veces te lleve muchas horas). Claro que hay deificación del dinero, pero la inmensa mayoría de la gente que vive en el sistema capitalista, no lo deifica. Yo no lo hago (no digo que no lo necesite y que no me guste, pero no lo deifico) e imagino que vosotros tampoco. Miro a mi alrededor y veo muchísima gente, todos mis amigos y familiares, que tampoco lo deifican. También veo a gente que lo hace, pero, si os digo la verdad, son minoría. Claro que hay consumismo. Pero si se le quita el sensacionalismo, la mayor parte de la gente compra lo que necesita (tal vez un poco más). Claro, si uno define lo que se necesita como comer, beber y vestirse, compramos mucho más de lo que necesitamos. Pero, por favor, sensacionalismos aparte, poned en una lista las cosas que compráis y no necesitáis. Lo que pasa es que la bondad no es noticia y la maldad sí. Pero si pusiésemos en una lista en dos columnas, en una las cosas buenas que pasan todos los días en las “perversas” empresas capitalistas y en otra las cosas malas, no creo que quepa duda de cuál sería infinitamente más larga que la otra. Stephen Jay Gould llamó a este fenómeno, la gran asimetría. Podría alargarme, pero no tengo tiempo. No puedo, sin embargo, dejar de decir algo muy provocador. Soy católico y me siento hijo de la Iglesia. Por eso, cuando los que odian a la Iglesia hacen las campañas de que todos los curas son pederastas y que, por tanto, la Iglesia está podrida, admitiendo avergonzado que hay curas así, niego la mayor. ¿No merece el mismo trato el capitalismo? (No pretendo, por favor, no me entendáis mal, poner a la Iglesia y al capitalismo en el mismo nivel)
La segunda. ¿Existía el trabajo esclavo antes del capitalismo? ¿En mayor o menor cantidad? ¿Existía el becerro de oro antes del capitalismo? En mayor o menor cantidad. ¿Recordáis las palabras de Cristo en el evangelio sobre de donde sale la maldad del mundo? ¿No era del corazón del hombre? ¿Vamos a volver a buscar la impureza en la carne de cerdo? No, por favor. Limpiemos nuestro corazón. En la UFV, donde dirijo la carrera de Administración y Dirección de Empresas, procuramos no crear una conciencia paranoica en nuestros alumnos, que tendrán que trabajar en “horribles” empresas capitalistas, sino decirles que son ellos los que tienen que hacer el capitalismo humano, que se puede (también lo hago con mis hijos). En una próxima entrada (en un comentario no me cabe) intentaré distinguir la responsabilidad del instrumento de la del corazón del hombre.
ResponderEliminarAntonio Gramsci fue secretario general del PC de Italia durante el fascismo. Murió en las cárceles de Mussolini. Allí escribió un larguísimo tratado explicando con gran lujo de detalles cómo había que acabar con el capitalismo. Atacando las raíces de la civilización occidental, empezando por la Iglesia. Haciéndose con la cultura e inoculando en la cabeza de la gente ideas falsas por la mera repetición sistemática. No caeré en las garras del gramcismo.
Por último, no seamos más papistas que los Papas. Ni un solo Papa, en ninguna sola encíclica de la DSI ha condenado el capitalismo como intrínsecamente malo (cosa que sí ha hecho con el comunismo). Sí han condenado los abusos que salen del corazón del hombre. En la economía y en otros muchos campos de la conducta humana.
Lo dejo aquí. El domingo que viene hare un post con la entrada prometida más arriba (si puedo).
Un abrazo y muchas gracias por la polémica inteligente.
Tomás
Tomas soy Juan, el mismo que anónimo lo que pasa es que se me olvidó firmar.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, en efecto ya existía el trabajo antes del capitalismo y la explotación también, Cristo asi es, ya nos lo relata en el Evangelio.
Y es más estoy contigo que nosotros somos los que tenemos que traer el Reino de Dios, pero debemos buscar un sistema donde no importe más tener que ser. No me quiero repetir, pero la "mano invisible" de Adam Smith no ha existido como tal. ¿Como podemos hacer para que en esta sociedad capitalista se valore más una buena educación, una buena unión familiar o una persona honrada, que un buen coche o una lujosa casa?...digo por poner un ejemplo?, el sistema no lo permite queda fuera de sus parámetros, y es muy difícil luchar contra este monstruo, solo tenemos conciencia de esto "cuatro" cristianos comprometidos. ¿Que armas tenemos para que nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos, no valoren mas lo efímero a lo importante: "Cásate con un rico/a, no tengas más hijos es una locura, ver programas que por dinero hunden hasta a su familia...todo eso lo fomenta el capitalismo con su máxima que el dinero es lo más y el ansia por tener.
Cierto es que el sistema ha traido progreso, pero de verdad y en la práctica hoy en día, contratos importantes y no tanto, de empresas, repito, no hay uno sano a los ojos de Dios, no nos engañemos, no cerremos los ojos...Me gustaría ser ignorante pero cuando te toca negociarlo, el problema de conciencia lo tiene uno, para eso te pagan bien, para acallarla.
Con el "capitalismo humano", hoy por hoy, no van a contratar y la empresa los expulsará. Nos tendremos que reinventar entonces un nuevo crsitianismo.
Por otra parte es muy interesante Gramsci, se le conoce poco. De hecho es curioso su interés por el cristianismo, una religión ya estructurada que se puede dinamitar silenciosamente desde dentro simplemente manejando el lenguaje. Ya advirtió la forma, fomentando la opinión indiscriminada en los foros culturales y en la prensa, apoyandóse en una falsa democracia que "tiene" que permitir esta pluralidad de ideas desde dentro, con la creacion de distintos grupos "pseudocristianos para la libertad", que dejaría inerme y minaría lentamente el sostén de nuestra religión. La alerta está ahí.
Un cordial saludo
Juan.
Querido Juan: Yo creo, sinceramente, que cargas las tintas. Yo tampoco soy nada partidario de Adam Smith. Un día, haré un post al respecto (una de las cosas estupendas de esta "polémica" que mantenemos es que me estimula a pensar y escribir).
ResponderEliminarVivo en la misma sociedad capitalista que tú y conozco miles de gente, y no sólo "cuatro cristianos comprometidos" que valoran más el ser que el tener, más la educación de sus hijos que un cochazo, más el educarles en ser buenas personas que ser millonarios. Conozco a muy poca gente que les diga a sus hijos cásate con una rica. Pero no es malo aspirar a tener una buena casa o un buen coche. El capitalismo ni destruye ni crea los valores. Somos los seres humanos los que los establecemos su escala de importancia y, la sociedad será el espejo en el que nos miremos. No sé qué experiencias habras tenido. parece que traumáticas, pero no comparto contigo lo de que no hay un sólo contrato sano a los ojos de Dios. Al contrario, yo creo que la inmensa mayoría lo son. Lo digo por mi propia experiencia y por la de muchas personas que han trabajado toda su vida en las empresas más variadas. Y creo que no cierro los ojos ni me engaño a mi mismo. Hay mucha gente honesta, que lleva esa honestidad con la cabeza alta y que no son expulsados de sus empresas. Es más, hay muchas empresas, me atrevería a decir que la mayoría, donde la honestidad es un valor recompensado. Con esto no quiero decir que todo sea así, ni que no haya ocasiones en las que uno se encuentra en situaciones éticamente difíciles, pero no son la norma, sino la excepción. No conozco mucha gente que se sienta pagada para acallar su conciencia, aunque haberla, hayla, pero, siento ser repetitivo, no es, ni mucho menos la norma.
En fin, creo que tenemos una percepción muy distinta de la realidad. Yo veo algo de mal disuelto en bien, aunque le de el color y mucho bien incoloro, pero que forma la gran masa. La gran asimetría de Stephen Gould.
Un abrazo.
Tomás
querido tomás, refiriendome a un párrafo de tu comentario.
ResponderEliminarLa Iglesia con el comunismo pierde PODER, el capitalismo le hace poderoso. Todo lo importante está decidido, quien tiene la información tiene el poder.
Siento parecer negativo, pero la vida está así: La Iglesia y el Capitalismo NO REGALAN información.
Un amigo
Querido Anónimo amigo:
ResponderEliminarCreo que tu comentario es excesivamente simplista. Ciertamente, el comunismo persigue a la Iglesia y el càpitalismo no lo hace (al menos de la forma burda en que lo hace el comunismo) pero tampoco le da poder. Y el hecho de que el comunismo la persiga burdamente, radica en el hecho de que el comunismo es una dictadura. Y la Iglesia lo condena porque es contrario a la naturaleza humana. El capitalismo, en cambio, no es contrario a esa naturaleza y, por eso, la Iglesia no lo condena, no porque le de poder. Y el capitalismo no persigue a la Iglesia burdamente porque lleva aparejado la democracia. Pero sí que lo ningunea todo lo que puede. ¿Regalar la información? La Iglesia regala la información y los medios que tiene que regalar. Los de encontrar el camino hacia el cielo y las fuerzas para seguirlos. Es decir, la moral y los sacramentos. A mí no me parece poco regalo. ¿Qué otra información tiene que podría regalar?
Un abrazo amigo.
Tomás