El otro día fui
a ver la película “la gran apuesta”, una entrega más en la que se explica el
escándalo de los productos tóxicos que desencadenaron la terrible crisis que
hemos vivido y de la que luchamos por salir. La película me pareció muy buena.
Creo sin embargo que para quien no tenga unos conocimientos sólidos de finanzas
es difícil de seguir, más allá de lo de “los bancos son todos unos ladrones”.
Todos los que me leéis con cierta frecuencia sabéis que creo en el capitalismo.
Por eso, porque creo en él, me producen especial repugnancia los que le echan
mierda encima. Porque eso hace que la gente confunda lo que realmente es el
capitalismo con la mierda de los que se la han echado encima. Nada de lo que se
dice en la película es mentira, todo es verdad. Y estoy totalmente de acuerdo
en que debería haber cárcel, y cárcel dura, para los sinvergüenzas que hacen
ese tipo de cosas. Pero, hay algunos aspectos de la película que merecen ser
puntualizados.
En primer lugar,
creo que se exagera el carácter apocalíptico de lo que pasó. No, antes de que
nadie empiece a mandarme a la mierda, me apresuro a aclarar que no le quito ni
un ápice de gravedad a lo que pasó tras esa serie de actividades y prácticas
lamentables. Hubo, y sigue habiendo, millones de personas inocentes que han
sufrido y sufren terriblemente por lo que pasó. Pero eso no es el final del
sistema. Porque, a pesar de todos los sinvergüenzas que lo usan de forma
desaprensiva, el sistema seguirá creando riqueza como lo ha hecho en los últimos
250 años. Sería muy deseable –y es, además, en principio, posible– que esa
creación de riqueza fuese una línea recta que se va elevando paulatinamente sin
caídas ni dientes de sierra, que crean sufrimiento. Pero ciertamente, cada
varios decenios se produce una crisis, para gran alegría de los marxistas que
auguran el fin del sistema y salen a pescar con bastante éxito en río revuelto.
Hace ya más de 150 años Marx profetizó que esas crisis acabarían con el
capitalismo, pero hasta ahora no sólo se ha equivocado sino que ciertas
predicciones, tanto de marxistas como de economistas neoclásicos como, por
ejemplo, la llamada ley de hierro de los salarios[1], han
sido siempre pulverizadas y creo que lo seguirán siendo. Por tanto, nada de
apocalipsis. El sistema seguirá creando riqueza en todo el mundo, como lo ha hecho desde hace 250 años.
Desgraciadamente me temo que con crisis periódicas. Y cuando estas crisis
tienen lugar, los Podemos de cada época sacan tajada, ayudados por medios de
comunicación y productores cinematográficos para crear esa visión apocalíptica.
Veremos más tarde por qué se producen esos dientes de sierra, por qué son
posibles de evitar y por qué es muy difícil que lleguen a evitarse. Pero para
ello, tengo que hablar de otros aspectos que debo puntualizar de la película.
El cine nos
tiene acostumbrados a que en las películas haya un villano que tiene la culpa
de absolutamente todo, sin matices, y gente sencilla e inocente que sufre, sin
haber hecho nada, la maldad del malo malísimo. El malo malísimo, en esta
película son los bancos. Todos los bancos sin distinción. Pero ocurre que los
productos tóxicos sólo los crearon unos cuantos bancos. Esos y otros pocos más
los vendieron (incluso, insensatamente, algunos bancos los compraron). Pero la
mayoría de los bancos no hicieron ni una cosa ni otra. Se dedicaron durante
esos años, y se siguen dedicando hoy al viejo y aburrido negocio bancario que,
en muy pocas palabras, consiste básicamente en: a) obtener depósitos, b)
prestar ese dinero con prudencia a la gente y las empresas que van a poder
devolverlo, para que los depositantes no pierdan sus ahorros pero logrando que
la gente pueda comprarse un piso sin tener que esperar a ahorrar antes el
dinero y que las empresas inviertan en hacer más y mejores productos y c) dar
algunos servicios como guardar el dinero, dártelo cuando lo pidas, hacer
transferencias para que no tengas que ir a pagar tú a todas partes, y un largo
etc. y hacerlo cada vez de forma más cómoda. Ese ha sido el aburrido negocio de
los bancos. Y eso ha contribuido enormemente a que el sistema funcione, a que
la riqueza del mundo vaya en aumento y a que la ley de hierro de los salarios
no se cumpla. Para la mayoría de ellos, ese sigue siendo su negocio. Si eso no
es economía real, que baje Dios y lo vea. Pero no, esos bancos no existen en la
película. Ni tampoco las personas que, tal vez sin ser villanos, sí han echado
gasolina a la maquinaria para que haya pasado lo que ha pasado. Es decir, personajes
que puede que no sean villanos, pero tampoco son pobreticos inocentes. Por
supuesto que también hay gente, millones de personas, totalmente inocentes que
han sufrido enormemente con la crisis. También hablaremos de ellos. Pero vamos
a ver los no tan inocentes.
Los primeros,
los reguladores –que ojo, son “benéficos” poderes públicos– que, para que los
ciudadanos estén contentos, hicieron –y ¡cuidado!, siguen haciendo, pero por
distintos motivos– que los tipos de interés estuvieran artificialmente, no
bajos, bajísimos, por los suelos, de coña. ¿Cómo? Falseando un mercado, el del
dinero, que debería ser un recurso escaso con un precio razonable pero que como
para los reguladores es gratis crearlo, se pusieron a producirlo a lo loco
porque era popular que los tipos de interés estuvieran bajos. Y, claro, con los
tipos de interés por los suelos, empezaron, algunos “avariciosillos” de a pie a
comprar pisos como quien compra churros, pagando TODO el precio del piso con
dinero que algunos bancos les prestaban sin mirar qué riesgo tenían. Cuando las
viviendas subían, cosa que hacían “siempre”, los “avariciosillos” los vendían y
sacaban rentabilidades astronómicas porque, si ganas dinero sin poner nada, la
rentabilidad es infinita. Y, claro, los precios de las viviendas “siempre” subían,
impulsados por una demanda ficticia, ya que esa gente no quería los pisos para
vivirlos, sino para especular con ellos. Y muchos de los que hacían esto eran
gente “sencilla”, nada de villanos, que presumían ante su vecino de su
“habilidad” financiera. Pero empezaron a hinchar la burbuja. ¿Inocentes? No del
todo. La avaricia no es nueva, ni ha nacido con el capitalismo. Por desgracia
está en el corazón del hombre desde que existe sobre la tierra. ¿Los bancos que
les ayudaron en su “aventura” tenían parte de culpa? Sin duda. Pero hay una
cosa que la gente “sencilla” debe aprender a hacer: debe aprender a usar su
libertad. Puede que haya gente que le ayude a usarla mal. Entonces esa gente se
hace cómplice, pero esa complicidad no hace inocente al que usa mal su libertad.
Lo que pasa es que, como sociedad, nos estamos deslizando peligrosamente, poco
a poco, hacia una libertad desligada de la responsabilidad para la gente
“sencilla”. Los bancos que mejor han salido de la crisis son los que menos
entraron en esa complicidad, y los hubo.
Pero esos
bajísimos tipos de interés creados por los reguladores de los probos poderes
públicos tienen otro efecto perverso. Un honrado “dentista”[2], no
un poderoso multimillonario, no, millones de honestos “dentistas”, que llevan
toda la vida trabajando y han logrado reunir, con sangre, sudor y lágrimas unos
ahorrillos, quiere, y hace bien, sacarle una honesta rentabilidad a esos
ahorrillos para tener más cuando le llegue la jubilación y la vejez. Pero,
claro, con los tipos de interés tan bajos, no hay manera de sacarles a sus
ahorros –sin riesgo, con las cosas de comer no se juega– más que una
rentabilidad ridícula. Y, evidentemente, a muchos de ellos se les ocurrió ir a
los investment banks que administraban sus ahorros para decirles que les gustaría
una inversión sin riesgo pero con una mayor rentabilidad. Eso es algo
imposible, pero los dentistas no lo saben y lo piden. Imagino que recibirían
respuestas del tipo: “eso que usted busca es imposible”. Pero,
indefectiblemente, enseguida se encontró gente, con impresionantes MBA’s en
Finanzas o en Ingeniería de alto rendimiento o en matemáticas, que trabajaban
en los Leheman Brothers o el los JP Morgan o en los Goldman Sachs, que pensó
que la cuadratura del círculo era posible. Y, al principio de la historia
–incluso hasta bien avanzada la misma–, esa gente lo creía de verdad. Los
antiguos griegos tenían un aforismo que decía que “cuando los dioses quieren
perder a un hombre, le ciegan con un éxito deslumbrante”. Hoy en día alguien ha
adaptado ese aforismo haciéndole decir que “cuando los dioses quieren perder a
la sociedad les dan una fe ciega en los modelos matemáticos”. Y así fue. Los
financieros, ingenieros de alto rendimiento y matemáticos, elaboraron
complejísimos modelos que predecían cómo agrupando de una manera ingeniosa y
creativa, millones de hipotecas que iban desde las muy buenas hasta las NINJA[3],
dando a cada tipo una ponderación adecuada, se podían diseñar bonos que diesen
una rentabilidad apetecible sin apenas riesgo. Y creyeron ciegamente en ellos. Así
nacieron los llamados CDO’s. Por supuesto, los dentistas no iban a discutir lo
que les decían gente tan brillante. Y los analistas de las agencias de rating,
que estaban dos escalones por debajo de los superstar, no iban a discutir lo
que éstos decían y se apresuraron a poner calificación AAA a la capa mejor de
los CDO’s que salían de la cocina de los modelos matemáticos. No lo entendían,
el modelo era demasiado complicado para ellos pero, lo aceptaban a ojos ciegos.
Recuerdo un vídeo de Emilio Botín que decía, en un inglés macarrónico, pero con
sabiduría: “if you don’t understand it, don’t buy it”. Así de sencillo. Pero…
¿quién se resiste?
Así, cada vez
más dentistas se apuntaban a comprar CDO’s. A los dentistas se sumaron otro
tipo de inversores como ayuntamientos, países, empresas, fondos de inversión,
bancos comerciales incautos, etc., etc., etc., de todo el mundo. Y, claro, los
investment banks que al principio no entraron, lo hicieron con el entusiasmo
del que llega tarde y quiere recuperar el terreno perdido. Porque los modelos
matemáticos funcionaban. Para que se produjese el default de esos CDO’s pata
negra tenía que producirse una conjunción astral de situaciones cuya
extremadamente baja probabilidad la hacía, a juicio de los artífices de los
modelos, imposible. Pero confundir lo altamente improbable con lo imposible es
un error que puede ser garrafal. Además, pasaban años y, efectivamente, las
propiedades inmobiliarias subían y los CDO’s funcionaban. Los seres humanos nos
acostumbramos a pensar que si algo lleva años saliendo bien, eso significa que
va a salir bien siempre. Otro error garrafal. Pero animados por estos dos
errores, los bancos minoristas daban cada vez más hipotecas NINJAS y cada vez
de peor calidad[4],
y los investment banks las mezclaban en sus CDO’s cada vez en mayor proporción.
Y como nunca pasaba nada, los modelos se iban relajando, atribuyendo cada vez
menos probabilidad a la conjunción astral que podía producir el desastre. El
volumen de CDO’s crecía como la espuma y, para poderlos crear, era necesario
seguir generando hipotecas, por lo que muchos bancos minoristas pisaron el
acelerador en la concesión de las mismas y se las daban a todo lo que se movía,
no ya a NINJA’s sino a NINJA’s al cuadrado. Así se llegó a que de una cartera
hipotecaria total de 9 trillions (El trillion americano es de un millón de
millones) 0,8 trillions eran NINJA’s y otros 0,7 trillions rozaban esa
categoría. Es decir, un 17% eran hipotecas a las que, siendo benévolos, se les
podía aplicar el calificativo de dudosas.
Un día, la
morosidad de las hipotecas empezó a aumentar. Primero ligeramente pero cada vez
más rápidamente. Sólo unos pocos analistas financieros externos a los bancos se
dieron cuenta al principio de que lo que estaba empezando a pasar podía llevar
a la temida conjunción astral. Estos externos más perspicaces empezaron a
utilizar unos instrumentos financieros llamados CDS’s para cubrirse contra el
fallo de los CDO’s. CDS’s son las siglas de Credit Default Swaps. De la misma
manera que un seguro te paga el valor de tu casa si esta se quema, un CDS es un
seguro que paga a quien lo tenga, sea o no propietario de CDO’s, el valor de un
CDO si éste falla. Siento que dos cosas que no tienen nada que ver, los CDO’s y
los CDS’s tengan nombres tan parecidos. No se los he puesto yo. En la jerga
financiera eso se dice tomar posiciones cortas. Pues bien, estos analistas
externos fueron a asegurar CDO’s que no tenían a los mismos investment que los
habían emitido. Prueba de la fe que estos investment banks tenían en sus
modelos es que aceptaron asegurarlos. Ninguna compañía de seguros aseguraría
contra incendios una casa si creyese que se va a quemar mañana. Pero si cree
que es imposible que se queme, la asegura con una prima bajísima. Esto es lo
que hicieron los investment banks. Esto indica que, sensata o insensatamente,
creían ciegamente en sus modelos. Pero poco a poco, muchos de los investment
banks que habían creado y vendido CDO’s se fueron dando cuenta de lo que estaba
pasando y empezaron a apostar contra los productos con los que ellos mismos
habían inundado y seguían inundando el mercado. Ante esta situación, los primeros
poseedores de CDS’s se alarmaron porque empezaron a pensar que, si mañana todos
los CDO’s fallaban, las compañías de seguros y los bancos que garantizaban esos
CDS’s podrían quebrar y ellos se quedarían, por tanto, sin cobrar. Esto llevó a
la mayoría de ellos a venderlos por una fracción de su valor.
Y,
efectivamente, las hipotecas siguieron fallando y pronto se alcanzó el punto,
que parecía imposible, de la conjunción astral[5]. Y
entonces los CDO’s pasaron a valer 0 y los inversores –dentistas,
ayuntamientos, países, empresas, fondos de inversión, bancos comerciales
incautos, etc., etc., etc.– que habían puesto todo su dinero en ello, se
arruinaron o perdieron una parte importante de su patrimonio. Y esto se tradujo
en quiebras, que crearon paro, que hicieron que disminuyese el consumo, lo que
a su vez creo más paro, lo que hizo que más préstamos se dejasen de pagar, lo
que precipitó a algunos bancos a la quiebra… El resto fue la pesadilla de la
que a duras penas estamos empezando a despertar. Pero no hay apocalipsis. Al
menos no por esto. Saldremos de esta terrible crisis como se ha salido de otras
(si China lo permite, pero eso es otra historia).
Así pues, además
de los bancos villanos, que son sin duda los principales, hay otros como
reguladores; gobiernos; avariciosos que compran viviendas de varias en varias
con dinero ajeno para especular, bancos –otra vez– que les facilitan ese
dinero; “dentistas” que no se conforman con una baja rentabilidad para sus
ahorros y piden peras al olmo; investment banks que les crean productos de
ahorro ad hoc para sus sueños imposibles; Fannies Maes y Freddie Macs buenistas
que instadas por los gobiernos empiezan el proceso de las hipotecas NINJA’s;
etc.; etc.; etc. Ciertamente, también hay inocentes del todo. Millones de
ellos. E inocentes del todo que han pagado el pato. Terrible.
Pero me voy a
permitir una vuelta de tuerca más en el análisis. Salvo cuando ya se sabía que
los CDO’s iban a colapsar y se seguían produciendo y vendiendo al tiempo que se
apostaba contra ellas, no hubo al principio conductas abiertamente inmorales. Cegazón
con los modelos matemáticos, sí. Si esto es insensatez, que lo es, y la insensatez
es inmoral, que puede llegar a serlo, entonces sí hubo inmoralidad. Pero en el
principio del asunto no había voluntad de fraude. Muy diferente fue lo que pasó
poco después con Madoff, donde sí había una intención premeditada de fraude a
través de la creación de la vieja pirámide de Ponzi. Por eso Madoff está en la
cárcel. Luego, cuando ya fue patente que todo se iba a hundir y los investment
banks seguían vendiendo CDO’s con una mano y comprando CDS’s contra los mismos
CDO’s que vendían, sí que las conductas fueron gravemente inmorales. El
problema es que al hacerlo, siendo una inmoralidad como la copa de un pino, no
se infringía ninguna ley, puesto que había un vacío legal. Ya en el derecho
romano había un aforismo que decía: “Nulla poena sine lege”. En un Estado con
garantías jurídicas no se puede condenar a nadie si no vulnera una ley
preexistente. Aunque en este caso a todos nos pide el cuerpo que los
desaprensivos que así actuaron acabasen en la cárcel, habría que haber hecho
antes una ley para ello. Ignoro si se ha reformado el código penal en este
sentido, pero espero que sí porque, como dije al principio, detesto a todos los
que echan su mierda en un sistema en el que creo.
Y ahora vamos a
eso, al sistema. ¿Es perverso en su esencia? Veamos ¿Está mal dar hipotecas de
forma sensata y prudente? Sostengo que no. Si lo es, todo el que haya pedido
una hipoteca está “pringao” ¿Está mal crear productos financieros para que los
dentistas sensatos puedan invertir con una relación rentabilidad riesgo
razonablemente alta? Sostengo que no. Si lo es, todo el que haya buscado
inversiones razonables para sus ahorros está también “pringao”. ¿Está mal que
alguien que cree, por su análisis y trabajo, que un activo, que no ha creado
él, va a bajar, no por su acción, sino por causas absolutamente ajenas a su
voluntad, gane dinero por esa bajada? No sólo sostengo que no está mal, sino
que creo que quien así actúa, está haciendo un bien. Si no fuera por ellos, la
burbuja hubiese seguido hinchándose durante más tiempo, hubiese alcanzado
proporciones aún mayores y el daño hubiese sido mucho mayor. Pinchar el globo
de mierda antes ahorra mucho sufrimiento y eso es lo que hicieron los
independientes que compraron CDS’s los primeros. Si dar hipotecas en forma
sensata y prudente es una cosa buena, si crear productos financieros
sensatamente rentables es una cosa buena, si ganar dinero apostando contra un
globo de mierda que se hincha limitando su hinchamiento y es bueno, entonces, no
son los mecanismo del sistema capitalista, que son buenos en sí mismos porque
cumplen una función positiva, los que hacen que ocurran estas cosas. Es el
corazón oscurecido del hombre por la avaricia y el egoísmo. Y éstos existen,
por desgracia, desde que el hombre es hombre. Por tanto, no culpemos a la llave
inglesa si alguien la usa para abrirle la cabeza a otro. La llave inglesa no
tiene la culpa. La tiene la mano que la empuña. La llave inglesa es una
herramienta enormemente útil. Tipifiquemos como delitos las conductas que
despojan a inocentes de sus bienes por los desmanes de otros y hagamos que la
ley se cumpla implacablemente.
[1] La ley de hierro de los
salarios, enunciada entre otros por David Ricardo (1772-1823), predice que los
salarios se estancarían para siempre en el nivel mínimo de subsistencia del
trabajador. Supongo que si ahora levantase la cabeza se volvería a morir de la
vergüenza por el estrepitoso fallo de sus previsiones.
[2] Utilizo a los dentistas, con
todo el cariño del mundo, para designar a cualquier profesional que logra
reunir unos ahorros y les quiere sacar rentabilidad, cosa que es totalmente
lícita y razonable.
[3] Las siglas NINJA, ya tristemente
famosas, responden a No Incom, No Job, No Assets, es decir, las hipotecas NINJA
se daban a personas sin ingresos, sin trabajo y sin más activo que su casa.
Para que pudieran pagar, se les subvencionaba el tipo de interés y se les
permitía no amortizar la hipoteca, sino, antes bien, aumentar el préstamo a
medida que subía el valor de su casa, aplazando también el pago de intereses. En
el lenguaje más técnico, las hipotecas NINJA pueden considerarse equivalentes a
las subprime. Esta práctica fue empezada por las empresas, soportadas por el
Gobierno de los EEUU, Fannie Mae y Freddie Mac, para ayudar a la gente más
pobre a acceder a una vivienda. Posteriormente muchos bancos privados entraron
en este mundo de las hipotecas NINJA y dieron una vuelta de tuerca a las
condiciones en las que las ofrecían. Cuando llegó la crisis, ambas empresas soportadas
por el Gobierno de los EEUU quebraron y éste las rescató.
[4] El sistema bancario americano es
muy distinto del español. Allí las hipotecas no siempre las dan directamente
los bancos. Las dan unos agentes independientes que, después, se las venden a
los bancos que se las quieran comprar. A menudo estos agentes no toman las
precauciones necesarias para documentar adecuadamente las hipotecas.
[5] Una de las razones por las que
las hipotecas fallaron tan estrepitosamente es que en EEUU las hipotecas
incorporan la llamada dación en pago. Esta dación en pago supone que si el
dueño de una casa hipotecada que vale 70 le debe al banco 100, le da al banco
la casa y la deuda queda totalmente cancelada. En esas condiciones, todos los
que estaban en esa situación hicieron precisamente eso porque no tenín ningún
aliciente para seguir pagando la casa. En España (y en toda Europa) la dación
de pago no existe. En el caso anterior, el que le diese la casa al banco
seguiría debiéndole los 30 que no están cubiertos por el valor de la casa. Esto
da aliciente para intentar seguir pagando la hipoteca. ¿Qué hubiese pasado si
en EEUU no hubiese dación en pago? Probablemente la crisis hubiese sido mucho
menor. Ahora, muchos en España quieren que se implante la dación en pago. ¡Ay,
qué despropósito demagógico!
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