El otro día leí en
internet la siguiente frase puesta en boca de Hilary Clinton:
"Los
códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las
fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus
recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales".
Terrorífico pensé.
Totalitarismo en acción. ¡¡¡¡¡Los gobiernos usando medios coercitivos sobre las
conciencias!!!!! ¡¡¡¡¡Escalofriante!!!!!
Que en EEUU, que
ha creído siempre en la libertad del individuo sobre el estado haya una posible
presidenta que diga que el estado debe usar sus recursos para acabar con la
libertad de conciencia de la persona es, sencillamente terrible. El principio
del fin de la civilización occidental.
Por supuesto, ante
asuntos de esta gravedad hay que cerciorarse de que son ciertas y no un invento
de un pirado de la red o una manipulación. Por eso fui a las fuentes. Comprobadas éstas, Hilary[1] dice
en su discurso:
“But far too many women and children are still denied
critical access to reproduction health care and safe childhood. All the laws we
have pass, don’t count for much if they are not enforced. Right must exist in
practice, not just in papers. Laws have to be backed up with resources and
political will. And deep seated cultural codes, religious beliefs and
structural biases have to be changed” (grandesaplausos).
Para que podáis ir
vosotros también a las fuentes, ahí va el link del minuto de su discurso en
directo en el que dice esto. Por supuesto, más abajo os colgaré el link al
discurso completo de veintitantos minutos.
Me parece que la
traducción que leí es bastante imprecisa. Si pienso bien, diría que la
imprecisión se debe a que quien la ha hacho no sabe mucho inglés y ha interpretado
mal la expresión inglesa to enforce the law,
que significa simplemente hacer cumplir la ley. Si pienso mal, me parecería, en
una primera instancia, una traducción un poco torticera.
La traducción más
correcta sería algo así como:
“Pero
a demasiadas mujeres y niños se les niega todavía el acceso crítico a la
atención de la salud reproductiva y a
una infancia segura. Todas las leyes que hemos sacado adelante no sirven
para mucho si no se hacen cumplir. El derecho debe existir el la práctica, no
sólo en el papel. Las leyes deben estar respaldadas con recursos y voluntad
política. Y los códigos culturales, creencias religiosas y sesgos estructurales,
profundamente asentados tienen que ser
cambiados”.
(La negrita es mía y luego se verá por qué)
Evidentemente,
esta versión no es tan fuerte como la anterior. Hay, no obstante, alguna lectura
que merece puntualizarse. Lo de la salud reproductiva y la infancia segura
suena fenomenal. Pero en la salud reproductiva Clinton incluye de lleno el
aborto. Para que no se crea que me invento esto, pongo más abajo un link en el
que en una comparecencia ante la Comisión Asuntos Extranjeros del Congreso, lo
afirma sin tapujos, diciendo, eso sí, que debe ser “safe, legal and rare”. “Seguro,
legal e infrecuente”.
Pero ocurre que, desde
que en 1973 se autorizó el aborto libre en EEUU, según el organismo federal
Center for Desease Control (CDC), ha habido entre 1973 y 2008 unos 50 millones
de abortos (casi un millón y medio al año). Y digo “unos” porque dado que en
EEUU no hay que reportar los abortos, esto se basa en estimaciones estadísticas
que, según la opinión general, se quedan cortas. De forma que, seguro, tal vez, legal, sí, por desgracia desde 1973 para 50 millones de seres
humanos, pero ¿infrecuente? Un poco
de seriedad. ¡50 millones de seres humanos muertos! ¿Es eso algo infrecuente?¿Es eso una infancia segura? ¡Qué cinismo, por Dios!
Pero me gustaría
llamar la atención sobre la expresión “Have to be changed”. No dice “Should
change”; “deberían cambiar”, lo que expresaría un deseo con el que se puede
estar de acuerdo o no. Ni “must change”; “deben cambiar”, lo que sería un
imperativo abstracto. Ni “have to change”; “tienen que cambiar”, que sería otro
imperativo abstracto, más contundente que el anterior. No, lo que dice es: “have
to be changed” “tienen que ser
cambiados”. Nótese que es voz pasiva. Es decir tienen que ser cambiados no
desde el interior, sino desde el exterior. Lo que implica un imperativo con un
agente externo con poder para hacerlo Y cuando eso lo dice quien puede ser la
futura Presidenta de los EEUU de Norteamérica, está bastante claro quién se
espera que sea ese agente. Y como se ve en el video de su comparecencia ante la
Comisión de Asuntos Extranjeros del Congreso de los EEUU que he puesto antes,
este cambio externo incluye la aceptación del aborto. Evidentemente, su
audiencia, que entendía perfectamente el lenguaje, prorrumpió en sonoros
aplausos.
Comentando esto
con algunas personas, algunos me han dicho que estas palabras de Hilaary le
parecerían bien si se refiriesen al Islam. Creo que es conocida mi aversión al
Islam. Creo que el Islam “should change”. Expreso con ello un profundo deseo.
Pero de ninguna manera apoyo que “it have to be changed” por ningún gobierno,
ni de EEUU ni de ningún otro sitio. Debería cambiar porque lo cambiasen los
propios musulmanes. Por supuesto, el gobierno de los EEUU y todos los demás
gobiernos de países civilizados, deben actuar con todos los recursos, toda la
energía y toda la contundencia sobre el terrorismo islámico (o de cualquier
otro signo). Pueden y deben actuar contra la privación de los derechos
fundamentales de las mujeres musulmanas, contra su mutilación o contra su
obligación de llevar burka. Pueden y deben detener a los imanes que inciten a
la violencia. Pueden y deben prohibir la construcción de mezquitas en tanto en
los países musulmanes no haya libertad para construir iglesias cristianas o
pagodas budistas. Pero ni el gobierno de los EEUU ni ningún otro son quienes
para convertirse en agentes de cambio de sus creencias religiosas, nos gusten
mucho, poco, nada o, incluso, aunque nos disgusten profundamente. Porque eso
forma parte de la libertad de conciencia y en ella no le es lícito inmiscuirse
a ningún gobierno del mundo. En cualquier caso, parece evidente, conociendo el
plan de “salud reproductiva” de
Hillary, que las “creencias religiosas”
que cree que tienen que ser cambiadas son las católicas, que son las que se
oponen frontalmente a la inclusión del aborto en su concepto de “salud reproductiva”.
Pero Hillary es
una política con muchos años de experiencia a sus espaldas. Por eso su discurso
completo es una obra maestra de enseñar sin decir, de guiñar un ojo al que
entiende el lenguaje, dejando in albis al que lo escucha sin ser un iniciado. De
llenarlo de cosas que cualquier persona aplaudiría para colar en un minuto una
cosa inadmisible. De recurrir a los sentimientos más tiernos de maternidad y
“abuelez” para tapar 50 millones de seres humanos muertos. Es decir, para
atraer al votante que entiende y busca eso, sin espantar al que no aceptaría de
ninguna manera lo que se está diciendo. Por tanto, creo que, al final, la
traducción primera que os mandé, aún teniendo la intención de ser torticera, si
la tiene, pone el dedo en la llaga. Aunque eso, naturalmente, no hace buena su
intención torticera, si la hay. Siempre me he tenido por una persona ingenua
sin tendencia a verle tres pies al gato. A veces soy demasiado crédulo. ¡Pero
cuando el gato tiene cinco patas es difícil no vérselas! Incluso para un
ingenuo como yo.
El discurso completo
de Hilary son 23 minutos cuyo link pongo a continuación:
Creo que merece la
pena glosarlo un poco.
Empiezo por lo
positivo. De los 23 minutos que dura, aplaudiría con entusiasmo 21 de ellos.
Reivindicar la igualdad de derechos de la mujer, su equivalente acceso a la
educación de todos los niveles, su igualdad de sueldo a igualdad de trabajo
realizado, su acceso a la salud en igualdad de condiciones, etc., etc., etc.,
y, todo ello, en todo el mundo, es algo que aplaudo hasta que me duelan las
manos. El problema, y ahora entro en lo negativo,está en los 2 minutos que he
separado. Y, alguien podría pensar que 21 minutos pesan mucho más que 2. Pero lo
importante es que en esos 2 minutos hay 50 millones de muertes de seres
humanos, sólo en EEUU, y ese peso es insoportable. Pero Hillary quiere extender
el concepto de salud reproductiva al mundo entero y, probablemente, ese uso de
recursos del que habla se aplique a que muchos países de África adopten SU
concepto de salud reproductiva. “Si quieres mi dinero, tienes que adoptar mi
concepto de salud reproductiva”. No debe desdeñarse el “detalle” de que el foro
en el que desvela lo que ella entiende por salud reproductiva es en la Comisión
de Asuntos Extranjeros del Congreso de los EEUU, como puede verse en el vídeo
correspondiente. ¿Cuántas muertes serían esos 50 millones si se extrapolasen a
África y a Asia? ¿Cuánto pesarían esos 2 minutos?
Por otro lado, Hillary
revela la fuente de su obsesión: Su madre. Cuenta la enternecedora historia de
cómo su madre fue una niña abandonada, que tuvo que luchar desde muy joven para
salir adelante trabajando desde los 14 años como asistenta. Nos cuenta cómo, a
pesar de todas sus dificultades, se volcó con ella y con sus otros hijos.
Cuenta cómo un día en que su madre no tenía ni siquiera qué comer, alguien
compartió con ella su comida. La historia es realmente conmovedora. Pero no
puedo evitar pensar que si en la época en que su madre nació o el la época en
que nació ella misma, hubiese existido su concepto de salud reproductiva, muy
probablemente sus abuelos o su madre habrían abortado y ella no existiría. No
hubiese podido admirarse de la magnífica superación de las dificultades por su
madre para que ella pudiese llegar a ser, tal vez, Presidenta de los EEUU. ¿Cómo
puede alguien sumamente inteligente contar una historia vital tan conmovedora y
no darse cuenta de la enorme incongruencia de esa historia con lo que está defendiendo?
¿No debería estar defendiendo con toda su alma y todos los recursos posibles
organizaciones que ayuden a las madres a sacar adelante a sus hijos en medio de
las dificultades? Pero no. Todos los seres humanos tenemos nuestros puntos
ciegos. Hillary también tiene el suyo. Con la salud reproductiva de Hillary,
seguramente tampoco Steve Jobs existiría. Habría sido abortado. Como ella o su
madre.
Pero lo que me da
una pena espantosa es que los 21 minutos que aplaudo con toda mi alma no
perderían ni un ápice de su magnificencia si se borrasen esos 2 minutos y se
cambiase el concepto de salud reproductiva. Y, sin la más mínima duda, quienes
más pueden hacer por una salud reproductiva que respete la maravilla de la vida
y que vea a los niños como un valor positivo a defender, son las organizaciones
religiosas cuyas creencias “tienen que ser cambiadas”. Porque
la mayor organización de salud reproductiva, de la buena, de la que ayuda a las
madres a salir adelante, en África y Asia, es la Iglesia católica a través de
miles de religiosos y religiosas que dedican su vida por entero a ello en esos dos
continentes más América del Sur y junto a los más desfavorecidos de los
continentes ricos. ¿Quién puede llegar de la manera más eficiente a millones de
personas para darles, junto al cariño y al amor, que es lo que les lleva allí,
educación y salud reproductiva, y una educación y salud reproductiva respetuosa
con el valor de la vida? No hace falta responder a esta pregunta. Es sólo una
pregunta retórica, porque le respuesta es evidente.
En Agosto de 1996
leí en Newsweek la reseña de un libro de Rodney Stark, publicado en Princeton
Press bajo el título de “El crecimiento del cristianismo”. La reseña terminaba
diciendo:
“En
resumen, Stark descubre que el cristianismo prosperó por un viejo sistema:
proporcionando una forma de vida mejor, más feliz y más segura. Cuando las
epidemias golpeaban, los indiferentes dioses paganos no eran de ninguna
utilidad. Tampoco lo era la medicina romana. Pero los cristianos sobrevivían en
mayor proporción que sus vecinos paganos porque tenían fe en un Dios de amor y
una extensa red de asistencia social que cuidaba de los enfermos, los pobres y
las viudas. Al final, concluye Stark, los cristianos revitalizaron el Imperio
Romano porque manifestaban a un Dios exigente que cuida al hombre”.
Cierto que la medicina actual es mejor
que la romana. Pero los religiosos y voluntarios cristianos que están en
primera línea no son curanderos. Creen en la medicina moderna y la aplican en
todo aquello que sirve para salvar vidas y realzar su valor. Y son más eficaces
en el control de la natalidad que cualquier otro sistema que se quiera aplicar
con enorme gasto de dinero. ¿Es contra esos valores contra los que Hillary
quiere actuar? ¿Van esos valores contra los 21 minutos de la conferencia que
aplaudo? De ninguna manera. Al contrario, los refuerzan. Son esos cristianos de
vanguardia contra cuyas creencias quiere luchar Hilarry los que, otra vez,
pueden revitalizar esta sociedad que puede estar muriendo.
Unos decenios después de que
Constantino promulgase el edicto de tolerancia en el 312, otro emperador,
Juliano, llamado el apóstata, quiso volver a la época anterior. No obstante, se
había dado cuenta del la impresionante red de atención social que era el
cristianismo y pretendió acabar con el cristianismo pero mantener esa red
asistencial con el poder del Imperio. Ni que decir tiene que fracasó
estrepitosamente. Primero en los segundo y, luego, en lo primero.
Para acabar, quiero hacerlo con un
vídeo de 48 minutos de los que aplaudo todos ellos. Se trata del discurso dado
por Obama en la sede de Unión Africana en Etiopía en 2015.
Ignoro
si ese discurso tiene una agenda oculta, pero no me voy a imaginar cosas que no
veo. Lo suscribo todo. Entre otras cosas la valentía de Obama para decir a los
líderes africanos, en su casa, con gran diplomacia pero sin tapujos, que ellos
tienen una gran parte de la culpa de la pobreza en su continente. Pero lo que
se desprende del vídeo es que cada vida de cada africano, hombre o mujer, niña
o niño, es un tesoro para África. Que con la debida educación, de cada niño o
niña puede surgir un líder del mañana, en cualquier campo, que ayude a cambiar
el destino de África. Y me pregunto, ¿Cómo se compagina esto con el concepto de
salud reproductiva de Hillary Clinton? Tal vez no sea casualidad que ésta ya no
fuese su Secretaria de Estado en 2015.
Cada
vida es valiosa. Cada vida es preciosa. El nacimiento de un niño no es parte
del problema, es parte de la solución. Eliminarlos es un grave problema.
¿Sabéis
que os digo? Que me da ternura el ser humano Hillary Clinton con sus luces y
sus sombras, con sus posibles traumas y mezquindades y sus seguras grandezas. Sé
que lo que voy a decir roza lo imposible, o entra de lleno en ello, pero no me
importa expresarlo. Me gustaría que algunas de las reflexiones que aquí hago le
llegasen y le hiciesen reflexionar. Me gustaría tener una charla con ella, no
anatemizadora, no condenatoria, sino de ser humano a ser humano. De un simple
profesor de una pequeña universidad española a una posible Presidenta de los
EEUU. Pero de ser humano a ser humano. Se me viene a la cabeza un verso del
poeta Hugh Auden: “Tenemos que aprender a
amar a nuestro mezquino prójimo con nuestro mezquino corazón”. Aunque esto
roce lo imposible, hay algo que sí puedo hacer, que nadie me puede impedir hacer
y que sólo depende de mí: con el mayor respeto hacia Hillary Clinton, rezaré
por ella, para que esos 2 minutos de su video se borren de sus intenciones,
para que transfigure su concepto de salud reproductiva, para que saque de la
enternecedora historia de su madre las consecuencias correctas y para que los
otros 21 minutos se hagan realidad. Amén.
[1] Evidentemente, no conozco de nada
a Hilary Clinton y no me hace mucha gracia llamarla simplemente por su nombre
de pila, pero repetir cada vez Hillary Clinton, me parecería demasiado largo y
llamarla simplemente Clinton me parece que induciría a confusión con Bill
Clinton, el expresidente.
Te escribo para compartir con vos mi impotencia y profundo dolor por el concepto que HC pregona sobre "salud reproductiva", y, por otro lado mi agradecimiento por tu blog que tanto leo pero nunca te escribí. Comparto mucho tus pensamientos y me genera sanos interrogantes.
ResponderEliminarUn saludo desde Argentina!
Gracias!!
Gracias a ti, querido anónimo! Me alegro que te hayas animado a escribir este comentario. Me da ánimos para continuar.
ResponderEliminarUn abrazo
Tomas