Podría empezar
estas líneas diciendo aquello de: “tengo
una noticia buena y otra mala, ¿por cuál quieres que empiece?”, pero me voy
a tomar la libertad de empezar por la mala.
La mala se llama
Grecia. La Ilíada no narra el final de la guerra de Troya. Acaba con las
palabras: “y así se celebraron las honras
fúnebres de Héctor, domador de caballos”. Y la historia queda en suspense.
¿Caería Troya o podrían los Teucros (así se llama a los Troyanos) rechazar a
los Dánaos (los griegos)? Bastantes siglos más tarde de que Homero, dejase para
la posteridad, inconclusa, la historia de la guerra de Troya, el poeta romano
Virgilio escribió “La Eneida” y en ella es en la que se narra la famosísima
historia del caballo de Troya. Cuando los Troyanos ven el enorme caballo en la
playa, su sumo sacerdote, Laoconte, dice: “¡Equo
ne crediti Teucri! Quidquid it est, timeo Danaos et dona ferenti”, que
traducido al español dice: “¡No confiéis
en el caballo Troyanos! Sea lo que sea, temo a los Griegos incluso cuanto
ofrecen regalos”. Más claro agua. Nadie hizo caso a Laoconte. Al contrario,
una enorme serpiente salió del mar y le devoró a él y a sus hijos. En el museo
Pío-Clementino del Vaticano podemos ver el impresionante grupo escultórico,
posterior a La Eneida, de esa escena. Pues creo que la historia se repite.
Tsipras nos ha regalado un bonito caballo. Dentro de él está el 60% del pueblo
griego que ha dicho alto y claro que no va a aceptar las medidas de autoridad
de la troika que, de acuerdo con el típico victimismo, les ha arruinado. Y
cuando un país, o una persona, cae en el victimismo, puede darse por hundido. A
ese pueblo recurrirá Tsipras cuando decida no cumplir sus promesas y pasar al
siguiente capítulo del culebrón. Y Europa ha mordido el anzuelo, empujada por
los EEUU y por una socialdemocracia buenista que también se ha tragado la
historia del victimismo y que cree que entre las cosas que se pueden decidir en
democracia es si un país paga o no las deudas que tiene contraídas con otros
países y que, encima, la democracia interna le da derecho a exigir a los
acreedores que les sigan prestando sin condiciones. Y lo peor es que muchos
ciudadanos han caído en las redes del buenismo de la socialdemocracia. No hay
que echar en saco roto dos frases importantes. En la comparecencia de Tsipras
ante el Parlamento Europeo, hace una semana, Pablo Iglesias, en su turno de
palabra, le dijo textualmente: “Aguanta
Alexis que dentro de poco seremos más fuertes”. La respuesta de Alexis a su
amigo Pablo no se ha hecho esperar. Ayer dijo: “Europa cambiará si en otros países ganan partidos similares a Syriza”.
Pues más claro agua y no hay más sordo que el que no quiere oír ni más tonto
que quien no quiere entender. ¡Dios no quiera una Europa fruto de ese cambio! Sería
el principio del fin del Euro. Ciertamente, cabe una esperanza, posible aunque
remota. A saber. Que el Parlamento griego rechace el plan y que haya que
convocar nuevas elecciones en las que salga un resultado que permita gobernar a
la coalición Nueva Democracia y PASOK, que, por fin, estaban consiguiendo que
Grecia hiciese, mal que bien, los deberes, antes de que Syriza hiciese
retroceder a Grecia diez años. Es decir, que gane otra vez la llamada “casta”
por los de la auténtica casta izquierdista que quieren llevar a Grecia y a
Europa a la ruina. Esa es la mala noticia. Vamos a la buena.
La buena es la
del acuerdo al que se ha llegado con Irán. Es una buena noticia no exenta de
peligros. Será buena si efectivamente, se basa en una meticulosa inspección del
cumplimiento de los pactos por Irán. Si no, habría que dar la razón a los
republicanos americanos y a Netanyahu, Pero creo que se hará realidad esa
meticulosa inspección, entre otras cosas porque el uranio enriquecido es fácil
de detectar si se quiere producir en cantidades peligrosas. Si se hace así,
creo que el levantamiento del bloqueo a Irán es una buena noticia por tres
motivos. El primero, y tal vez el más importante, porque, llegado el caso, Irán
es el único país que puede enviar tropas para frenar al IS. Interés no le
falta, ya que el odio del IS a los chiítas es proverbial e Irán lo sabe.
Llegado el caso, puede que esté luchando para defenderse de la muerte, lo que
da mucha fuerza. En segundo lugar, porque Irán podría convertirse en el tercer
país islámico en caminar hacia la democracia. Sabéis mi profunda desconfianza
hacia el Islam, pero hay dos países que están en esa senda. El primero es
Turquía, con una democracia casi centenaria. Imperfecta, es cierto, pero
democracia. Esa democracia, en primer lugar, ha desterrado la Sharia como ley
civil y, en segundo lugar, ha demostrado una notable madurez cerrando el paso a
las pretensiones de Erdogan de instrumentalizar esa democracia. El otro país
islámico que lucha por instaurar una democracia es Túnez. Que esto no les gusta
nada al los radicales islamistas está claro por los atentados que está
sufriendo este país. Que occidente debería apoyar con uñas y dientes a esta
valiente y embrionaria democracia es algo evidente, aunque no parece que lo sea
tanto para la miope política internacional de Europa.
¿Por qué digo
que Irán puede convertirse en el tercer país islámico en ir por la vía de la
democracia? Porque creo que es un país donde hay una sociedad civil y un gran
número de personas muy bien formadas que quieren caminar por la vía de la
moderación. Hay un movimiento de mujeres extraordinariamente bien formadas. Una
de ellas, Sussan Thamasebi, líder del movimiento de liberación de la mujer en
países donde está oprimida afirma que en
Irán, pese a las medidas conservadoras del actual presidente iraní, Hasan
Rouhaní, hay datos tan irrefutables como el hecho de que el cien por cien
de las mujeres iraníes menores de 35 años sepa leer y escribir, al igual que el
90% de las mayores de esa edad o que la mayoría de los estudiantes universitarios
sean mujeres, a pesar de que eso luego no se refleje en el ámbito laboral.
Dice: “Las mujeres en Irán son médicos, abogadas, ingenieras, taxistas, todo
menos juezas y presidentas del país, lo que demuestra que la legislación va por
detrás de la propia realidad”. Según Thamasebi, el aislamiento internacional de
Irán afecta de manera negativa al movimiento pro-derechos humanos. “Esperamos
que la economía mejore y que la clase media –dice– sea capaz de salir adelante,
ya que eso creará más oportunidades para las mujeres. Pero es importante pedir
no sólo que se abran las relaciones económicas con Irán, sino en todos los
sectores educativos, culturales y sociales y de derechos humanos. Necesitamos
que se lance el mensaje de que las mujeres y sus derechos son importantes, algo
que sólo sería posible si el aislamiento terminase”. Me caben pocas dudas de
que las mujeres son la mayoría oprimida del Islam y que de ellas vendrá un
cambio que hoy por hoy es tan difícil de imaginar como la caída del muro de
Berlín en los años 70.
Por otro lado, el
sistema universitario iraní cuenta con instituciones educativas como el
National Organization for Development of Exceptional Talents, donde se forma desde muy jóvenes a los
mejores talentos y universidades como Sharif University of Technology que, según The World University Rankings publicado por Times
Higher Education, ocupa el puesto
40 mundial en universidades con menos de 50 años de vida, por delante de la Autónoma
de Madrid que está en el 46 o de la George Mason de USA en el puesto 59 o la de
Quebec con el puesto 85 o la de Kent en el Reino Unido y la Politécnica de
Valencia que ocupan ex aequo el puesto 97. Ambas instituciones fueron fundadas
en la época del Sha Mohamed Reza Palhevi. Del Sha se pueden decir muchas cosas
terribles, pero es innegable que dio un impulso para la modernización y
occidentalización de Irán. ¿Hubiese sido un Mustafá Kemal Ataturk a la iraní si
le hubiesen dado tiempo? Me caben pocas dudas de ello. En cualquier caso, su
intento de modernización de Irán sigue latente en el país tras casi 40 años de
su caída, a pesar del terrible rodillo islámico. No hay que hacer caso a las
altisonantes declaraciones antiamericanas de Jameini. No es de él de quien puede
venir el cambio, sino de esa sociedad civil que, a poco que se vea liberada,
realizará ese cambio.
De las dos
organizaciones académicas citadas más arriba ha salido Maryam
Mirzakhani, que en 2014 ha sido galardonada como la primera mujer en ganar la Medalla Fields,
que es como el Nobel de matemáticas, y es actualmente profesora de matemáticas
en Stanford University. Aunque tanto Maryam, como otros talentos, se han ido de
Irán, muchos más se han quedado. Pero incluso desde fuera, estos talentos
forman parte de la sociedad civil iraní. Y me parece muy probable que, si Irán
puede abrirse más a occidente, un país con una sociedad civil que genera
personas con esos talentos, evolucione muy positivamente. Si es así, cuando
dentro de 10 a 20 años finalice el periodo de estrecha vigilancia, es probable
que Irán sea otro país. Por supuesto, eso no pasará sin tensiones ni enormes
dificultades, pero es la esperanza de que en estas condiciones Irán pueda ser
el tercer país islámico que entre en la órbita de la democracia, es una
esperanza fundada, aunque, naturalmente, puede verse defraudada.
El
tercer motivo por el que creo que estamos ante una buena noticia, aunque tal
vez sea el menos importante a largo plazo, es que Irán podrá aumentar su
producción de crudo y, de esta manera, el precio del petróleo se mantendrá
bajo.
Por
estos tres motivos creo que estamos ante una buena noticia para la humanidad.
Pero no echemos las campanas al vuelo. Habrá que ver si se materializa.
O, a
lo mejor es que estoy tan harto de ser un poco pájaro de mal agüero que me he
obligado a mí mismo a juzgar positivamente lo de Irán. A saber.
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