Cuando alguien más sabio que uno recomienda lo que uno
piensa, uno (que ya son tres) se siente gratificado. Ese uno, el primero, el más
sabio, es Alfonso López Quintas, en un artículo suyo del 14 de Junio en Tribuna
en La Razón. Pero ese uno, además, ha mandado una carta en la que dice las
cosas aún más claras de cómo las dice en el artículo. Os mando primero el
artículo y después su carta.
Tribuna de LA Razón del 14 de Junio
EL VOTO DE LOS ESPAÑOLES DEFRAUDADOS
"Ante unas nuevas elecciones generales, bueno será
que clarifiquemos nuestras actitudes a fin de acertar en la decisión. Más que
nunca hemos de actuar ahora con suma lucidez y serenidad. Parece ser que buen
número de votantes se han defraudado del partido que apoya al gobierno actual y
le han vuelto las espaldas. Tal vez habían supuesto que podían ver en él una
especie de refugio –o incluso de hogar– ‒que amparaba sus principios y valores.
Al observar, con sorpresa, que el actual gobierno no promovía estos valores ni
salvaguardaba esos principios, se
irritaron y les negaron su favor.
En la situación creada tras las elecciones de diciembre,
lo prudente es dejar de lado los enfados y ver qué partido de los que tienen
capacidad de gobernar nos da más garantía de
cumplir estas tres condiciones ineludibles: 1ª) capacidad de mantener la paz social, lo que
implica sostener el equilibrio económico y promover el bienestar de los ciudadanos;
2ª) respeto absoluto a la libertad religiosa y la libertad de educación; 3ª)
defensa de la unidad nacional y la actitud de colaboración que ella implica.
Sé que algunas personas ‒a las que mucho aprecio‒
consideran insuficientes estas exigencias mínimas. Desean que el Estado
garantice ciertos valores muy significativos para ellos ‒y para mí‒ mediante
leyes, pues éstas no sólo regulan la actividad de los ciudadanos sino que
configuran, en buena medida, su modo de pensar y actuar. Las leyes crean opinión,
no sólo la recogen; modelan la vida comunitaria, no sólo la reflejan y
estructuran. Cierto, pero si tal garantía no se nos da y hoy resulta imposible
de hecho llegar al Gobierno con unas exigencias máximas, debemos elegir el
partido que, al menos, esté dispuesto a cumplir las tres condiciones
antedichas.
Se dice, con la mejor intención, que la fidelidad a
nuestros valores nos obliga a los creyentes a votar sólo a los partidos que
garanticen la salvaguardia de los valores morales (como el respeto a la vida
naciente y al concepto tradicional de matrimonio…) aunque no tengan de momento
ninguna posibilidad de gobernar. Ciertamente, es un deber dar testimonio de los
valores que uno profesa. Con la libertad interior que me otorga haber procurado
hacerlo, incluso con graves daños, he de indicar que, en ciertas ocasiones,
debe elegirse al partido que ofrezca más garantía de cumplir las tres
condiciones antedichas, aunque no haya salvaguardado algunos valores que uno
estima sobremanera. Pues, si llegan al poder quienes muy probablemente
incumplirán tales condiciones, no sólo seguirán sin amparo los valores morales
que uno tanto estima; la sociedad entera entrará en una quiebra de proporciones
inimaginables. Parece temerario, en esta
grave coyuntura, aspirar a lo óptimo con grave riesgo de perder lo mucho bueno
‒incluso en el aspecto religioso‒ que puede otorgarnos la vida democrática,
bien entendida y sostenida.
No olvidemos que el bienestar económico es un bien muy
frágil. Cuando las cosas marchan aceptablemente, se tiende a pensar que es algo
“normal”, olvidando que tal “normalidad” sólo se consigue con mucho talento,
esfuerzo y prudencia. Por otra parte, la libertad religiosa y la educativa son
ineludibles para garantizar un auténtico crecimiento espiritual de las personas
y las comunidades. Aseguremos con nuestro voto que nuestros futuros dirigentes
mantendrán estos bienes. España y Europa entera se están adentrando en un área
de turbulencias extremas, capaces de desestabilizar las instituciones que carezcan
de guías experimentados. Si entre los candidatos hay alguien experto en capear
tormentas, no lo tachemos de la lista porque nos haya defraudado en algún
aspecto. Si otros políticos no nos han defraudado ‒tal vez por no haber
ejercido todavía el poder‒, no los borremos tampoco de la lista por carecer de
experiencia. Pero cuidémonos de analizar bien sus programas y declaraciones, a
ver si en ellas se vislumbra un talento y una experiencia política que nos
permita confiar en que harán un buen papel en la gestión de las grandes
cuestiones de Estado, las internas y las externas. Hagámoslo con independencia
de si su figura nos resulta más o menos atractiva.
Se dice que cada uno puede votar a su arbitrio. Sin duda,
pero, sobre todo en situaciones peligrosas, es injustificado hacer ensayos
precipitados. Sólo seremos sensatos si vamos a lo seguro, eligiendo a quienes
han mostrado –con más que palabras– que saben poner los problemas en vías de
solución. Sólo entonces tendremos posibilidad de consuelo si nuestra elección
resulta frustrada. Es cierto que las cosas todavía están mal. Razón de más para
elegir a quienes han demostrado que tienen arrestos para mejorarlas, y no sólo
arrojo para triunfar en las lides dialécticas, encaminadas más bien al
desprestigio del adversario que a la gestión paciente, prudente y, sobre todo,
eficaz de la cosa pública.
Alfonso López Quintás
De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
La carta:
De: Alfonso López Quintás
Querido amigo:
Te escribo para comentarte un asunto importante.
Sabes que hay muchos católicos que no votan al PP por no
haber cambiado la ley de aborto y alguna más. Creen en conciencia que no deben
hacerlo. Pero hace una semana, en Radio María, el obispo de San Sebastián, José
Ignacio Munilla, indicó que, dada la excepcionalidad de estas elecciones, se
puede en conciencia optar por el voto útil, para evitar males mayores.
A la vista de este cambio, he decidido hacer lo posible
para suscitar el voto de los creyentes. Sería la manera de evitar, entre otros
muchos males, la desaparición de la enseñanza concertada. Para tener una base
fácil de comunicación, publiqué el martes un artículo en la Tribuna de “La
Razón”, que te adjunto. Está gustando a los que lo han leído.
Te lo envío paraa ver si conseguimos que el PP tenga
fuerza para valerse por sí solo. No confío nada en Ciudadanos y menos en Pedro
Sánchez. Lo de Munilla y lo de la concertada no figura en el artículo.
Ante la que se avecina en Europa, si España no tiene un
Gobierno sólido podemos hundirnos en todos los aspectos. Hay que movilizarse en
serio. ¿No te parece? Queda tiempo todavía.
Un abrazo
ALQ
Lo que viene a continuación es mío
La rectificación de Mons. Munilla, único obispo, junto
con Mons Reig Plá, cuya opinión actual no conozco, que decía que los católicos
no podían en conciencia votar al PP es especialmente interesante para los que
se negaban a hacerlo por ese motivo.
Quedan unos días para la jornada de reflexión, pero
podemos empezar a reflexionar YA, Si crees que merece la pena, difúndelo. Nos
jugamos mucho.
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