1 de octubre de 2020

Más sobre la increíble máquina de hacer pan y algunas cosas más

Esto de hacer llegar un post a tanta gente tiene la ventaja de que algunos comentarios te enriquecen. Concretamente, en el post de la semana pasada, copiaba un artículo mío de hace muchos años que llevaba por título una expresión que había oído no sabía dónde: “La increíble máquina de hacer pan”. Pues bien, uno de los remitentes del envío me lo ha aclarado. Proviene de un libro con ese mismo título de varios autores: S. Love Brown, K. Keating, D. Mellinger, P. Post, S. Smith y C. Tudor. No he leído la obra, pero creo que lo haré pronto. El libro empieza por una curiosa poesía, que también me mandó el  remitente, traducida al español y que dice:

R. W. Grant

Tom Smith y la increíble máquina de hacer pan

Esta peregrina historia

trata del buen Tom Smith

que le quitó el hambre al mundo

y pasó de héroe a vil.

 

Tom fabricaba juguetes;

eran su especialidad.

Por eso a todos asombra

cuando se pone a hacer pan.

 

La máquina que ha inventado

no es de poco más o menos:

hace el pan casi de balde,

en rebanadas y envuelto.

 

¿Imagináis el milagro?

¿Calculáis las consecuencias?

Al fin come el mundo entero

gracias a Smith y su ciencia.

 

Lo recibe el Presidente,

todo el mundo lo festeja

y honores y distinciones

llueven sobre su cabeza.

 

Pero, ¿hay algo tan voluble

como la cochina fama?

De Tom, héroe de hoy,

nadie se acuerda mañana.

 

El tiempo vuela; y Smith,

aunque se ha hecho millonario

no es ya nadie para quienes

comen su pan a diario.

 

“¿De dónde viene ese pan?”

le preguntáis a la gente;

y ellos comen y se extrañan:

“¡Ah!, pero no lo hubo siempre?”

 

La verdad es que eso a Smith

no llega a quitarle el sueño,

pues piensa: “Todo va bien:

yo rico y ellos contentos”

 

¿Qué todo va bien Smith?

No contabas con la huéspeda.

Si no, ved lo que pasó

a partir de aquella fecha,

 

en que al subir los impuestos,

y aún sin irse de la mano,

tuvo que subir el pan.

¡Ahora cuesta ya un centavo!

 

“¿Qué pasa?”, clama la gente

“¿Qué pretende el muy infame?

¿Quiere apilar más millones

a costa de nuestra hambre?”

 

(Vean su caricatura,

–gran panza, hocico porcino–

quitando el pan de la boca

a un famélico chiquillo).

 

Como el Pueblo es lo primero,

nadie podrá discutir,

que en asuntos de esta clase

a él le toca decidir.

 

Intervienen presurosos

los agentes del gobierno

y lo que encuentran les pasma:

El “trust del pan”, nada menos.

 

La cosa se pone seria

y curándose en salud,

Smith decide pasarse

por la oficina antitrust.

 

Allá va, sombrero en mano:

“Los han engañado a ustedes.

No he quebrantado la ley”.

Pero el funcionario advierte:

 

“En época tan compleja,

no basta la ley, hermano.

Es mucho más eficaz

dejarlo de nuestra mano.

 

Y por si usted no se encuentra

ducho en estos menesteres

le diré cuál es la norma

porque de una vez se entere.

 

Aumento ilegal del precio

es cobrar más que un colega,

mas si cobra usted de menos

es desleal competencia.

 

Y téngalo bien presente,

no haya en esto confusión:

Si cobran todos lo mismo,

será confabulación.

 

Debe competir, es cierto,

pero ande con pies de plomo,

pues si conquista el mercado,

¡qué más claro monopolio!”

 

¿Precio abusivo o escaso?

El uno al otro no quita.

Si el Bien Público está en juego,

¿por qué no la parejita?

 

Y, pues no cuesta trabajo,

a mayor abundamiento

le añaden el monopolio.

¡Hay que hacer un escarmiento!

 

“Cinco años –truena el juez–

y bien pudieran ser diez.

Hay que enseñar a esta gente

respeto a la sociedad”.

 

Ahora el pan lo hace el gobierno

y –no es preciso decirlo–

todo está bien controlado

y el público protegido.

 

Claro que el pan sale a dólar.

Pero el estado lo vende

a medio centavo (el resto

lo paga el contribuyente).

 

Además de tener gracia, aunque no calidad artística debido, sólo en parte, a la traducción, las coplillas no dejan de poner el dedo en la llaga de lo que es el probo estado (en cuyo ejecutivo se encuentran hoy en España, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, entre otras joyas) cuando se mete a regular a la perversa iniciativa privada que, ya se sabe, tiene la desfachatez de querer ganar dinero.

 En otro orden de cosas, os envío el link a un magnífico estudio sobre la evolución epidemiológica de la pandemia del COVID-19, el rebrote actual y los posibles rebotes futuros y, en base a ello, las perspectivas económicas que pueden esperarse. Uno de sus autores es mi amigo y colega profesor en el IE, Ignacio de la Torre.

 https://research2.arcanopartners.com/web/guest/-/actualización-de-la-crisis-del-coronavirus-españa-y-el-mundo-ante-la-segunda-ola-del-covid-19/1.1?inheritRedirect=true&redirect=%2Fweb%2Fguest%2Fsearch%3Fq%3Despa%25C3%25B1a%2Bante%2Bla%2B%25C3%25BAltima%2Bola&_cldee=YWxmYXJvLnRvbWFzQGFlZ29uLmVz&recipientid=contact-f5ac265dfabce911a972000d3ab5a6ae-5d7f1adb679d420c9f6760e89db6cde0&esid=9b2573c9-7d02-eb11-a813-000d3ab19dd4

Hay que bajar hasta abajo para ir a multimedia para ver el vídeo. 40 minutos

 Me complace enormemente que la conclusión es que la evolución económica previsible es la de la V mutada del anagrama de Nike, como yo o dije en un post del 29 de Mayo que puede leerse en el siguinete link

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/4896069513485192750/8447864930961755175?hl=es

 desde un análisis intuitivo más que científico y que os adjunto, como prueba de vida a riesgo de ser repetitivo. Otro problema diferente es que el gobierno social-comunista-bolivariano que tenemos en España convierta el anagrama de Nike en una progresiva y resbaladiza pendiente hacia abajo que, con COVID-19 o si él, nos lleve a la venezuelización. Pero eso no será por el COVID-19, aunque éste pueda haber ayudado a los bolivarianos a acelerar el logro de sus objetivos.

2 comentarios:

  1. Es usted un genio señor tomás, ojalá fuese presidente, nos iría mucho mejor

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  2. Gracias anónimo, pero por nada del mundo quisiera ser presidente. Me conformo con intentae inculcar estas ideas en mis alumnos universitarios.

    Un muy cordial saludo.

    Tomás

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