Esta pregunta puede parecer
estúpida a primera vista. Por eso creo necesario justificar por qué me la
formulo.
La cuestión de fondo de la
discusión sobre el capitalismo que he ido desgranando en otras líneas es si ese
sistema tiene en sí mismo vicios intrínsecos que hacen que produzca
determinadas consecuencias perversas innegables o bien si esas consecuencias
perversas no se derivan del sistema en sí, sino, como dice Benedicto XVI, de la
razón oscurecida del hombre[1].
Dándole vueltas a esto, se me ocurrió pensar cómo sería el sistema económico en
un mundo de Gracia, en el que la Redención haya dado plenamente sus frutos.
Evidentemente, si llegase a la conclusión de que en un mundo así haría falta un
sistema económico y que éste sería el capitalismo, habría que concluir que no
son sus vicios intrínsecos los que hacen que se produzcan esas consecuencias
perversas, sino que éstas se derivarían de la falta de aceptación de la
redención por parte del hombre[2].
Creo que en un mundo de Gracia,
seguiría habiendo recursos escasos y sería necesario, por tanto, un sistema
económico.
Parto de cuatro premisas mayores sobre
la naturaleza de ese hombre en estado de gracia. No creo que estas premisas
sean discutibles desde el punto de vista teológico, pero si lo son aceptaré
rectificaciones. Tampoco sé si la lógica aristotélica permite la multiplicidad
de las premisas mayores y menores, pero ahí van:
a) En
un mundo de Gracia, el hombre sería libre.
b) No
todos los hombres serían iguales. Cada uno tendría sus talentos y sus
preferencias personales, diferentes de las de los demás.
c) Tendría
una caridad y un sentido de la justicia perfectos, pero distinguiría
perfectamente entre la una y otra.
d) Necesitarían
alimentarse y cubrir una serie de necesidades que no serían sólo las primarias,
sino también intelectuales, culturales, de ocio y entretenimiento, de salud,
etc.
Si estas cuatro premisas se
aceptan, debo enunciar ahora trece premisas menores –me dan un poco de
vergüenza tantas premisas, pero… –, referidas al sistema productivo llamado
capitalismo. Las seis primeras son meramente descriptivas y no conllevan, por
tanto, ningún juicio de valor. Las siete últimas se refieren más bien a lo que
la naturaleza caída del hombre introduce en el capitalismo. Creo que serán más
discutibles que las mayores pero, personalmente, estoy personalmente convencido
de que son ciertas.
a)
El capitalismo está basado en varios principios.
1) El
sistema capitalista se basa en la libertad de que cada ser humano emprenda la
actividad productiva que le parezca más adecuada a sus intereses y a sus
capacidades y preferencias.
2) El
sistema productivo debe producir aquello que satisfaga la demanda de los
compradores.
3) Tanto
los precios de los productos producidos como de los factores de producción se
forman por la ley de la oferta y la demanda en un mercado libre en el que
operan seres humanos reales, con todas sus preferencias, emociones, deseos,
sentimientos, etc.
4) La
gestión de las empresas debe ser llevada a cabo por las personas más
capacitadas para ello.
5) Cada
empresa debe procurar hacer productos de la mayor calidad posible y al menor
coste posible, intentando adecuarse a lo que pide el comprador para ganar su
preferencia sobre otras empresas. Esa diferencia entre el coste de los recursos
empleados y el precio pagado por la calidad, produce dos cosas: 1ª aumento de
riqueza para la sociedad; 2ª aumento de riqueza para los empleados (si bien de
forma indirecta, como se dice en la línea siguiente) y, 3ª beneficio para los inversores. Beneficio que,
a su vez, permite nueva inversión, produce crecimiento y con él la creación de
puestos de trabajo y más riqueza para los tres polos.
6) A
nivel agregado, ahorrar recursos significa poder producir con ellos más bienes
de los que haya escasez. La creencia de que si se ahorra mano de obra (por
ejemplo, mediante la automatización de los procesos productivos) se crea paro,
es falsa y está basada en la, también falsa, idea de una cantidad fija de
bienes necesarios para la sociedad. Pero la historia desmiente claramente esto.
b)
Ciertamente, en un mundo regido por un hombre caído pueden
ocurrir muchas cosas que vicien los principios enunciados. Enumero algunas, sin
ánimo de exhaustividad. Seguro que hay más.
7) La
libertad de emprender de todos los hombres puede verse limitada por el abuso de
poder o por la desigualdad de oportunidades. Esto daría lugar a un capitalismo
que podría llamarse capitalismo de compinches que sería un capitalismo viciado.
8) La
sana competencia puede verse viciada por prácticas carentes de la más mínima
ética.
9) La
demanda de los compradores puede ser de productos de poco o ningún valor social
o, incluso, dañinos.
10) El
afán de posesión del ser humano caído puede hacer que éste sienta una necesidad
compulsiva al consumo muy superior a sus posibilidades. Esta compulsión puede
ser azuzada por llamadas al consumismo irresponsable.
11) La
doctrina de la escuela de Salamanca afirma, con gran finura de razonamiento y
sin lugar a muchas dudas que, siempre que el mercado sea realmente libre, el
precio justo es el precio de mercado. Pero, por supuesto, los mercados pueden
estar manipulados y, al dejar de ser libres, la formación de precios a la que
llevan ser injusta.
12) Puede
ocurrir que la gestión no sea llevada a cabo por los más capaces, sino por
aquellos elegidos por motivos viciados, muy diferentes a la capacidad de
gestión.
13) Cabe la posibilidad de que la percepción de la
calidad esté condicionada por algún tipo de publicidad engañosa.
Pero estos vicios son fruto de la
naturaleza caída del hombre y no se darían en un mundo de Gracia.
Creo que si se aceptan las
premisas mayores y menores (que son, desde luego, discutibles) la conclusión es
que en un mundo de Gracia y sometido a escasez, el sistema capitalista sería el
sistema económico de ese mundo y seguiría existiendo la propiedad privada, la
competencia y el beneficio. Por supuesto, libre de los vicios señalados en el
apartado b), ya que, dado un hombre de Gracia, este sistema estaría libre de
las perversiones que hoy le aquejan. Por tanto (siempre si se aceptan las
premisas mayores y menores), habría que concluir que el sistema capitalista es
bueno de suyo, y que es la razón oscurecida por el pecado original del hombre
la que lo vicia (cosa que, como se ha visto más arriba, ya ha dicho Benedicto
XVI en “Caritas in veritate”). Este sistema capitalista libre de esa razón
oscurecida, llevaría, sin duda, a que hubiese desigualdades en los resultados
económicos obtenidos por los diferentes seres humanos. Pero estas diferencias
no serían injustas. Ello no obstante, el ser humano de Gracia, añadiría a la
capa de justicia de ese sistema capitalista, la capa de caridad, mucho más
importante, pero que no debe confundirse con la primera ni sustituirla. Por
esta segunda capa, los que saliesen mejor parados por el sistema,
considerarían, no una obligación, sino un don de Dios, poder ayudar a los menos
favorecidos. Estas ayudas de caridad no se harían desde ninguna prepotencia y
serían recibidas por los que las recibieran también como un don de Dios. Por supuesto,
estas ayudas no generarían en los que las recibiesen ninguna tentación de
disminuir su esfuerzo para dar lo mejor de sí mismos.
¿Se acercará en el tiempo el
sistema capitalista real al que habría en un mundo de Gracia? No lo sé. Pero
que se acerque o no y el ritmo al que se acerque, depende sólo de cómo cambie
el corazón del hombre, no de cambios que se puedan hacer en el sistema. Pero,
¿y mientras ese cambio del corazón del hombre no se produzca? ¿Habría que soportar
que los vicios del hombre caído produzcan resultados injustos? Me temo que sí,
aunque se pueden introducir, con gran precaución, algunos elementos paliativos.
A continuación señalo algunos.
1º Puede haber algún tipo de regulación prudente y sensata que evite
que unos pocos hombres, abusando de su poder, atenten contra el propio
funcionamiento del sistema, torciéndolo a su favor. Esto se llama regulación,
que conviene no confundir con la intervención[3]. A
falta de algún agente mejor para llevar a cabo esa regulación, el Estado podría
llevarla a cabo. Sólo sugerir para esto el nombre del Estado me da pavor,
porque una cosa es esta regulación que, de forma subsidiaria podría llevar a
cabo el Estado y que en definitiva, la haga quien la haga, trata de preservar
las reglas del sistema y otra cosa es la intervención del Estado, o de
cualquier instancia superior externa, en el sistema. Cualquier intervención del
Estado, aunque sea bienintencionada, produce casi siempre un efecto negativo
mayor que el positivo que se pretenda conseguir. Por ejemplo, una intervención
del Estado con el fin de preservar los puestos de trabajo de quienes lo tienen,
puede que lograse mantener éstos a corto plazo. Pero, es seguro que evitaría
que se creasen un mayor número de puestos de trabajo que podrían beneficiar a
otros y, además, a largo plazo, acabaría por destruir también los puestos de
trabajo que intentaba proteger. Por tanto, alejaría el desiderata del pleno
empleo en el que todos los seres humanos tendrían acceso al trabajo. Pero, aún
más; en un mundo de hombres caídos, que también regirían el Estado, las
motivaciones de éste para intervenir, e incluso para regular, tienen siempre un
componente espurio –ganar votos, conceder favores políticos de ida y vuelta,
etc., son dos de ellos– que lo pervierte en la misma raíz de la intención. Por
tanto, pocas alegrías a la hora de confiar al Estado la regulación y ninguna, o
excepcionalísima, a la hora de permitirle intervenir.
2º Hay una intervención que, llevada a cabo con moderación, creo que
está justificada. Se trata de una intervención fiscal para la creación de un
sistema de protección de los más débiles mediante una política de impuestos
progresivos. Sin embargo, esto debe hacerse con la máxima precaución, por dos
motivos. A) Que un sistema exagerado podría disminuir o quitar el estímulo de
creación de riqueza de los mejores, acabando por degenerar en un reparto de la
pobreza. B) Que, si es excesivo, podría también crear un espíritu acomodaticio
en mucha gente que prefiera el cómodo subsidio al esfuerzo. En una entidad
microfinanciera de la República Dominicana oí la siguiente frase: “El subsidio crea dependencia, la
dependencia crea esclavitud, la esclavitud genera odio y el odio engendra
violencia”. ¡Sombrero! En todo caso, para que un sistema así fuese justificable,
es necesario que el Estado mantenga unas estructuras pequeñas, las
estrictamente necesarias para cumplir sus funciones básicas, sin degenerar en
un Estado hipertrofiado y pantagruélico que sirva a los privilegios económicos
de los políticos que lo gestionan.
En resumen, en el régimen
transitorio quue se extiende ante nosotros durante muchos y largos siglos hasta
llegar a ese mundo de Gracia, regulación mínima para preservar que los mercados
funciones bajo las premisas que los hacen justos, no manipulados para servir a
los intereses de unos pocos. Prácticamente cero de intervencionismo del Estado
como agente en los mercados y prudente sistema fiscal de protección a los más
débiles bajo la premisa de un Estado “delgado”.
Por otro lado, el hombre de Gracia,
que distingue justicia de caridad, salvada la justicia con un sistema
capitalista sin vicios, aplicaría la caridad necesaria para evitar situaciones
que pudiesen llevar a alguien a situaciones difíciles. Incluso puede que esa
caridad fuese más allá y llevase a un igualitarismo casi total. Pero no sería
por exigencia de la justicia, que de ninguna manera exige el igualitarismo,
sino el dar a cada cual lo que le corresponde y que estaría cubierta por el
capitalismo, sino de la caridad, y no tendría, creo el peligro del clientelismo.
La discusión, por supuesto, sigue
abierta, pero se puede centrar en unas premisas concretas en vez de en
cuestiones estomacales. Y me parece que esta mayor concreción en la discusión
tiene cierto valor, por lo que creo que el hecho de haber abordado esta
cuestión no es una completa estupidez.
[1] “La Iglesia sostiene
siempre que la actividad económica no debe considerarse antisocial. Por eso, el
mercado no es ni debe convertirse en el ámbito donde el más fuerte avasalle al
más débil. La sociedad no debe protegerse del mercado, pensando que su
desarrollo comporta ipso facto la muerte de las relaciones
auténticamente humanas. Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido
negativo, pero no por su propia naturaleza, sino por una cierta ideología que
lo guía en este sentido. No se debe olvidar que el mercado no existe en su
estado puro, se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y
condicionan. En efecto, la economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden
ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas.
De esta forma, se puede llegar a transformar medios de por sí buenos en
perniciosos. Lo que produce estas consecuencias es la razón oscurecida del
hombre, no el medio en cuanto tal. Por eso, no se deben hacer reproches al
medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su
responsabilidad personal y social”. “Caritas in veritate”, cap. III, nº
36, 2º párrafo.
[2] Creo conveniente aclarar
que no será ningún sistema económico el que traiga el paraíso a este mundo,
como pensaba el sistema comunista que iba a conseguir. Será únicamente la
Gracia de Dios la que lo acabe trayendo. Lo que me pregunto es si en un mundo
de Gracia, sería necesario un sistema económico y si ese sistema sería el
capitalismo.
[3] La regulación es algo que
pretende que los mercados funcionen realmente como mercados. Es decir, con
igualdad y equilibrio de acceso, con transparencia informativa y sin la
posibilidad de crear escasez artificial. La intervención es cualquier actuación
que altere artificialmente el precio del mercado.
De hecho, esta es la discusión correcta.
ResponderEliminarSeamos críticos con lo globalmente aceptado, no por ser más extendido es mejor.
Añado un nuevo escenario que quizá no vivamos pero que es más cercano de lo que parece: si las máquinas pudiesen sustituir a los seres humanos totalmente... cuál sería el mejor sistema económico y social? En el caso de que trabajar no fuese necesario, qué cambios habría que hacer para que se produzca un cambio no traumático en la sociedad mundial? Hay expertos que se estén dedicando a este supuesto?
Cuando veo a la gente de Google en lo que están trabajando, me pregunto si no estaremos avanzando demasiado rápido a nivel técnico y muy lento a nivel de estructura social (es lógico, son cambios complejos)
Un abrazo
Hola Anónimo, soy Tomás. Interesantísimo lo que dices y te agradezco el comentario porque estaba convencido de haber publicado una entrada que toca, entre otras cosas, ese tema importantísimo. Lo publicaré esta semana.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y un abrazo.
Tomás