El
domingo pasado fui al cine a ver la película “Snowden”. Si alguien quiera evitar
que haga el papel de spoiler, que posponga la lectura de estas páginas hasta
después de ver la película. Ésta cuenta el devenir de Edward Snowden desde que
en 2004, con veinte años, se alista en el ejército de los EEUU intentando
formar parte de las fuerzas especiales de combate, hasta Junio de 2013 en el
que se producen sus declaraciones al diario inglés The Guardian.En este lapso
de tiempo, tras no poder llegar a formar parte de las fuerzas de elite de
combate por un accidente, es reclutado para colaborar de distintas maneras con
la CIA y la NSA (National Security Agency). Paulatinamente, su patriotismo
inicial se va transformando en repugnancia al ver cómo ambas agencias espiaban
de forma casi indiscriminadalas intimidades de millones de norteamericanos y
usaban esa información de forma absolutamente falta de escrúpulos. Todo ello
con su colaboración activa y técnicamente perfecta y en nombre de la seguridad
nacional. Por fin, profundamente decepcionado y asqueado, decide dar a conocer
esos excesos a través del periódico británico The Guardian desde una habitación
de hotel de Hong Kong, en donde estaba escondido. La película cuenta sus
actuaciones en estas cuestiones ysu proceso interno de conciencia. Al final, de
forma rápida y un poco confusa,se cuenta el desenlace de su huída de Hong Kong
que yo amplío un poco con información adicional fruto de alguna somera pesquisa.
El
23 de Junio de 2013, unos días después de su revelación, tras vivir escondido
en el lumpen de Hong Kong, Snowden toma el vuelo 213 de Aeroflot con destino a
Moscú. Parece –aunque nada está claro– que se dirigía a un país
hispanoamericano esperando poder tomar otro vuelo hacia su destino definitivo, algún
país de Hispanoamérica, desde esa ciudad. Pero las autoridades rusas no le dejan
despegar, puesto que su pasaporte americano había sido anulado. Snowden queda
retenido en el aeropuerto de Moscú hasta que el 16 de Julio de 2013 pide asilo
temporal en Rusia por un año y este país se lo concede. Al expirar este lapso
de tiempo, Rusia extiende el asilo temporal durante tres años más. Es decir, si
no se lo renuevan, el 16 de Julio de 2017 deberá ser extraditado a EEUU. Parece
que durante su estancia en el aeropuerto había pedido asilo en Austria,
Bolivia, Brasil, China, Cuba, Finlandia, Francia, Alemania, India, Italia,
Irlanda, Países Bajos, Nicaragua, Noruega, Polonia, Rusia, España, Suiza y Bolivia.
En todos se lo deniegan, menos en Rusia. La causa –¿o excusa?– generalizada es
que para pedir asilo tiene que hacerlo estando en el país correspondiente.Tal
vez por eso se lo concedió Rusia, aunque no falta quien dice que se lo concedió
porque, realmente,Snowden es un agente ruso, cosa que, como es lógico, él y
Rusia niegan categóricamente. Él se presenta a sí mismo como un patriota idealista
y asqueado que quiere defender a sus conciudadanos del espionaje del gobierno.“No quiero
vivir en una sociedad que hace este tipo de cosas… No quiero vivir en un mundo
donde se registra todo lo que hago y digo. Es algo que no estoy dispuesto a
apoyar o admitir. No he hecho nada malo. Soy un convencido de que deben ser los
ciudadanos los que decidan sobre el poder que le otorgan al Estado y no un
burócrata de turno”, dijo en sus
declaraciones a The Guardian.
Inmediatamente,
la organización de Wikileaks, de la que luego hablaré, pero que no hay que
confundir con el caso Snowden, salió en su defensa. El asesor legal de
Wikileaks y del abogado del cerebro de este movimiento, Julian Assange, que no
es otro que el ex-juez español Baltasar Garzón. Garzón declaró: “El equipo de Wikileaks y yo estamos interesados en
preservar susderechos(de Snowden) y protegerle como persona. Lo que se le ha
hecho al ex-analista de la CIA y
a Julian Assange por realizar o
facilitar revelaciones de interés público es un asalto al pueblo”. Por otra
parte Wikileaks afirmó que sería el ex-juez Garzón quien coordinaría a los
abogados de Snowden. Es decir, tanto Snowdwn como Assange son considerados por
muchos como héroes de la defensa del pueblo y, por otros muchos, como villanos,
traidores a su país y a su seguridad. Por ejemplo, la ciudad alemana de Kassel
concedió a Snowden un premio cívico, la Medalla al Sentido Común, dotado con
10.000€. Nicolás Maduro afirmó que “Si nos lo pidiera, (asilo político, cosa
que Snowden hizo)lo pensaríamos y casi
seguro se lo daríamos. Porque el asilo político es un derecho humanitario para
proteger a los perseguidos. Es un muchacho que no ha puesto bombas ni ha matado
a nadie”. La revista americana The New Yorker escribió que Snowden “es la razón por la que, durante la última semana, ha existido en
nuestro país una discusión sobre la privacidad y los límites de la vigilancia
doméstica. Ya era hora de ello; una esperaría que hubiera surgido a partir de
un autoexamen por parte de la administración de Obama o por una verdadera supervisión del
Congreso. […] También hemos sabido que James Clapper, director de Inteligencia
Nacional, mintió descaradamente al Senado cuando dijo que la NSA no registraba
‘a sabiendas’ ningún tipo de datos sobre millones de estadounidenses. Y nos han
recordado lo decepcionante que puede ser el presidente Obama. Eran cosas que el
público se merecía saber”. La revista alemana Der SPiegel calificó a Snowden
como uno de los “nuevos mejoradores del
mundo”. Por supuesto, millones de personas en todo el mundo le consideran
un traidor a su patria y a la seguridad, no sólo de los EEUU, sino del mundo
occidental.
El caso Snowden también produjo un
incidente diplomático internacional cuando el 3 de julio de 2013, Francia, Portugal, Italia y España negaron el aterrizaje del avión del presidente boliviano Evo Morales, que volaba desde Moscú hacia La
Paz. Austria retuvo a su avión en el aeropuerto de
Viena. Todo elloporque sospechaban que Snowden viajaba a bordo.
La
película es un poco confusa pero, ello no obstante, merece la pena de ser vista
porque es profundamente inquietante y le pone a uno –por lo menos a mí me ha
puesto– ante situaciones límite en lo que a sus convicciones sobre el
equilibrio entre seguridad y privacidad se refiere. En las líneas que vienen a
continuación voy a partir de las premisas –aunque no estoy convencido de ellas–
de que lo que dice la película que hizo y contó Snowden es lo que realmente
dijo y de que lo que realmente dijo era verdad. No tengo más razón para poner
en duda ambas premisas que la encarnizada lucha que hay en EEUU y Europa entre
liberales y conservadores (En EEUU el término liberal tiene otro sentido
distinto del que le damos en Europa, o por lo menos en España. Aquí liberal es
aquél que cree en la economía de libre mercado y que está en contra de que el
Estado intervenga en la economía. En EEUU, liberal es sinónimo de izquierdista
progre, en la medida en que en EEUU haya izquierdistas, porque progres los hay
a montones. Uso la palabra liberal en la acepción americana). En esta lucha no
siempre prevalece la verdad sino que, muy a menudo, el debate está teñido de
mentiras o de medias verdades que son peores que las mentiras. Oliver Stone, el
director de la película es un hombre polémico, más bien decantado hacia el
bando liberal, aunque a veces ha dado una de cal y otra de arena. En estos
momentos de difícil elección de preferencia sobre los candidatos a la
presidencia de los EEUU, Stone está en una situación equilibrada en la que dice
que, aunque no cree ni quiere que Trump gane, Clinton no es mejor. Muchos nos
encontramos así. Pero su bestia negra ha sido siempre la CIA. Si la película la
hubiese dirigido Clint Eastwood, muy probablemente tendría otro cariz. Pero, con
todo esto, asumo, como hipótesis de partida, sin convicción, pero sin razones
para negarlas, las dos premisas que he dicho antes. Aunque también puede ser
verdad que sea un agente ruso o que sea un sicópata paranoico que ve gigantes
donde sólo hay molinos, o que Oliver Stone haya querido hacer una película de
propaganda liberal antisistema.
Si
estas dos premisas son ciertas, la realidad es terriblemente inquietante (y si
no lo son también es inquietante como posibilidad). En un intento de combatir
el terrorismo, la CIA y la NSA habrían espiado hasta las más secretas
intimidades a millones de personas. Y a veces habrían usado brutalmente esas
intimidades contra individuos concretos con consecuencias terribles para sus
vidas. Tal vez su intención no fuese el espionaje privado en masa pero, a
partir de espiar a los supuestos terroristas, más a cualquiera que tuviese una
relación tangencial con ellos, más a cualquiera que tuviese una relación
tangencial con los que habían tenido una relación tangencial con ellos… y así
en cinco escalones, habrían llegado, de facto, a espiar a millones de
ciudadanos americanos y de todo el mundo.
Esto
le pone a uno –al menos a mí me puso– enfrente de una cuestión a la que reconozco
no saber dar una respuesta. A saber: el equilibrio entre lo que un Estado tiene
que hacer para garantizar su supervivencia y la seguridad de sus ciudadanos por
un lado y el respeto a la intimidad de los mismos por el otro. Ciertamente, las
posturas cómodas es este asunto son las maximalistas: A) El Estado no puede de
ninguna manera y bajo ningún concepto invadir, en ninguna medida, la intimidad
de ningún ciudadano o B) El Estado puede hacer lo que estime necesario para
salvaguardar su supervivencia y la seguridad de sus ciudadanos. Si uno está en
una de ellas tiene las cosas claras, pero es casi seguro que su criterio es
erróneo. Si yo me viese forzado a elegir entre A) y B) elegiría A) sin ningún
género de duda. Pero creo que los maximalismos no son buenos y me gustaría
saber qué punto intermedio me parecería razonable. Pero me inquieta creer quees
imposible que un individuo de a pie, como yo, sepa dónde situar ese punto,
porque me falta información y conocimiento de lo que está en juego y de las
medidas que pueden ponerse en marcha para conseguir una seguridad razonable
(¿qué demonios es una seguridad razonable?) sin invadir de una forma
avasalladora la intimidad de los ciudadanos (dónde está la frontera entre la
invasión avasalladora y la información razonable). Reconozco que el problema es
demasiado complejo para mí y no sé dónde se encuentra MI punto de equilibrio. Y el no tener criterio sobre cualquier cosa
es algo que me inquieta y me desasosiega. Sin embargo sí sé una cosa. No quiero
que un día el terrorismo se haga dueño de la vida civil ni que pueda ocurrir
que otro día mi vida esté regida por un país totalitario como Rusia o China. En
medio de la tremenda sensación de incomodidad que me producía la película
mientras la veía, me decía a mí mismo: “Yo quiero con toda mi alma vivir en un
mundo en el que se puedan hacer estas películas, tanto si son verdad como si
son mentira”. No veo una película con ese mismo argumento proyectándose con
éxito taquillero en China o Rusia, por no hablar de Corea del Norte, Cuba o
Venezuela.
Y
aquí viene la digresión sobre Wikileaks y Julian Assange. Este caso tiene
cierta similitud con el de Snowden. De hecho yo los tenía mezclados en la
cabeza antes de ver la película y de hacer una somera investigación. Wikileaks
fue fundada en 2006, supuestamente, según su versión, por disidentes chinos y
periodistas, matemáticos, científicos, tecnólogos, etc., de diversos países.
Es, o pretende ser, una organización mediática sin ánimo de lucro en la que se
insta a todo aquél que quiera filtrar anónimamente documentos secretos que develen comportamientos no éticos ni
ortodoxos por parte de los gobiernos, con énfasis especial en los países que
considera tienen regímenes totalitarios,
pero también en asuntos relacionados con religiones y empresas de todo el mundo.
Pero, al final, la mayoría de las filtraciones resultan ser de documentos
secretos de los EEUU. Al que mande filtraciones, se le“garantiza” el
anonimato. Pongo “garantiza” entre comillas porque Wikileaks puede garantizar
el anonimato siempre que el que le envía la filtración no haya dejado huellas
previamente. Si el que lo ha enviado lo ha hecho mal, de forma que se le ha
visto la patita por debajo de la puerta, aunque sólo sea una milésima de
segundo, ni Wikileaks ni nadie puede garantizar el anonimato. Pero decir
públicamente que se garantiza el anonimato puede hacer creer a algún incauto
que si lo manda de cualquier manera, está protegido por el manto mágico de
Wikileaks. Con esta falsa creencia puede actuar imprudentemente, porque ese
manto mágico no cubre nada que haya sido descubierto previamente. El redactor
jefe de Wikileaks era, desde el principio, el australiano Julián Assange que es
considerado putativamente como su fundador. Desde el inicio, se han publicado
en Wikileaks varios millones de documentos. Assange y Wikileaks han recibido
muchísimos premios e, incluso han sido presentados como candidatos al premio
Nobel de la paz. Por otro lado ocurre que muchos de los documentos que se
publican en Wikileaks no son enviados por alguien que tiene acceso a una
información y la filtra, sino por hackers que la obtienen hackeando y la envían
a Wikileaks. En 1991, Assange había sido detenido, procesado y declarado
culpable por tribunales australianos por 24 delitos informáticos. En 2010
empiezan a llover sobre él acusaciones de violaciones y acoso sexual a varias
mujeres y se emite una orden de captura de varios países, Australia y Suecia
entre ellos, a través de la Interpol. Finalmente es detenido en Inglaterra por
esos delitos y los tribunales ingleses decretan su extradición a Suecia para
ser juzgado allí por ellos. Se empezó a especular que Suecia podría, a su vez,
extraditarlo a EEUU en donde, se decía, podía ser condenado a muerte. EEUU dijo
públicamente que no había ninguna petición de extradición sobre Assange. En
vista de esto, el 19 de Junio del 2010, estando en libertad condicional con
arresto domiciliario, Assange viola el arresto domiciliario, entra en la
embajada de Ecuador en Londres y pide asilo político. El asilo que es concedido
el 18 de Agosto de 2012 alegando los premios internacionales que había
obtenido, que podría ser efectivamente extraditado a Suecia, donde se dice que
pudiera no tener un juicio justo y que pudiera ser transferido posteriormente a
los EEUU. Allí tenía cargos de espionaje y traición y se seguía especulando con
que no tendría un juicio justo y que podría ser condenado a muerte.En Agosto de
ese mismo año el Reino Unido amenaza con asaltar la embajada de Ecuador para
apoderarse de Assange. Pero el temor a un escándalo internacional de graves
consecuencias le hace desisitir. Desde entonces, Assange está confinado en esta
embajada, pero Wikileaks sigue funcionando, nominalmente, bajo la dirección de Kristinn
Hrafnsson. Nadie duda, sin embargo, que es él quien dirige la organización
desde su ordenador. La página web sigue operativa en www.wikileaks.org, desde una IP
sueca. Incluso se le pueden hacer donaciones on line. Una de sus más recientes
filtraciones fue el pasado sábado 15 de Octubre. Son las transcripciones de los
discursos de Hillary Clinton, a puerta cerrada, en la reunión recientemente
mantenida con miembros de Goldman Sachs. La consecuencia de estas filtraciones
ha sido que, según el propio Wikileaks, Ecuador ha cortado la conexión a internet
de su huésped poco después de la aparición de estas transacciones, debido a las
presiones de EEUU. También se ha apuntado que Wikileaks está detrás de las
filtraciones con las que Rusia ha tratado de influir en las elecciones de los
EEUU, cosa que, aunque tanto ellos como los rusos niegan, me intranquiliza hasta
la alarma de cara al futuro. A ver si los EEUU primero y el resto de los países
occidentales después vamos a acabar siendo manipulados por Rusia o China u
otros simpáticos países de esa calaña de forma que puedan influir decisivamente
en nuestras elecciones. Sería gramscismo 2.0
No
cabe duda de que el ojo vigilante de algo como Wikileaks u otros Snowden que
pudieran surgir, hará que los políticos sean más transparentes, lo que es, sin
lugar a dudas, bueno –o más cuidadosos con sus acciones opacas, lo que no es
tan bueno. Pero me sobrevuela una pregunta a la que no sé contestar. ¿Merece la
pena pagar cualquier precio en las formas en que se consiga esta información?
¿Será bueno que sean unos hackers los que roben esta información y la hagan
pública?¿O que funcionarios cabreados filtren cosas, que perfectamente pueden
ser falsas (no imagino que Wikileaks ponga muchos escrúpulos para verificar la
veracidad de las filtraciones) y pueden poner en peligro la seguridad de los
países más transparentes o hundir injustamente la reputación de determinados
estadistas? ¿Me siento más tranquilo si son estos hackers los que tienen acceso
a información sobre mí? ¿Tienen personajes como Assange la altura moral
suficiente como para decidir qué documentos secretos que develen comportamientos no éticos ni ortodoxos deben ser
publicados? Desde luego, no hay duda de que en los países más
totalitarios y más opacos, las filtraciones son menores. ¿Será tal vez porque
tienen menos que ocultar¿¿¿????
Con
todo lo que pueda haber en sus cloacas, este mundo de occidente (Europa, EEUU,
Canadá, Australia, etc) es infinitamente mejor que el de países como China,
Rusia Cuba, Venezuela o Corea del Norte. Y estoy convencido de que merece ser
protegido. Lo que no sé es cuál es el precio justo de esa protección, pero en
pura teoría de juegos, hay un precio justo a pagar, sepamos o no cuál es, para
no acabar bajo la bota de países del segundo tipo. Pero también puede ocurrir
que si por seguridad se pisotean los principios más básicos de la libertad, no
quede nada que defender. Es decir, en un extremo podemos creer que los enemigos
de occidente son buenos y benéficos y que no necesitamos defendernos. El
resultado es el fin de occidente. En el otro extremo podemos pensar que para
defendernos podemos hacer cualquier cosa, incluidas las atentan contra los
principios que nos conforman. El resultado es, también, el fin de occidente.
Digo yo que tendrá que haber un punto entre estos dos extremos que nos permita
defendernos sin autodestruirnos. Lo que no sé es dónde está ese punto. Lo
cierto es que, se piense lo que se piense de Snowden o de Assange –héroes o
traidores–, creo que han contribuido a afinar la sensibilidad del aparato de medida
para encontrar ese punto intermedio. ¿O, tal vez nos hayan hipersensibilizado y
creado en nosotros una enfermedad autoinmune?
En
la película hay una escena verdaderamente escalofriante que no quiero dejar de
comentar. En un momento en el que todavía Snowden está en altas cotas de
patriotismo conservador, su reclutador y mentor le manda a Ginebra en vez de
enviarle, cómo él quiere, a Irak. Para calmar su frustración, su mentor le dice
la siguiente frase, según la recuerdo: “El terrorismo es un fenómeno pasajero.
En unos años lo derrotaremos. La siguiente guerra será la de hackers chinos o
rusos intentando borrar toda la información necesaria para que el país
funcione. Y en esa guerra, necesitaremos a cerebros como tú. No podemos
exponernos a que te maten en una escaramuza en Irak”. Y ese nuevo tipo de
guerra, es perfectamente posible. Y es posible y hasta probable que occidente
la pierda. Ignoro cuan probable, pero perfectamente posible. ¡¡¡¡¡Uffff!!!!!
Adenda
hoy aparece una noticia que encaja con el
último párrafo de este post. Adjunto link
No hay comentarios:
Publicar un comentario