Sí,
creo que hay un rayo de esperanza. ¿Esperanza de qué? De dar un paso importante
en la disminución de la pobreza en el mundo. Sostengo con enorme convicción que
la causa principal de la pobreza en el mundo es la existencia de tiranías que
ahogan la iniciativa, la libertad, la creatividad y el incentivo de una vida
mejor, innatos en la naturaleza humana. Efectivamente, en los países en los que
hay un tirano, con todo el poder político en sus manos, éste decide quién puede
y quién no puede ganar dinero en su país. Y la lista de los que sí pueden es
muy corta. Primero el tirano, luego él, después él y mucho después, su clan,
sus amigos, y, por último, quien le pague por ello. Y en esa categoría no
entran ni de lejos los que viven bajo su yugo. No sólo porque él se apodera de
lo que puedan ganar –la codicia de los tiranos no tiene límites y nada les
parece poco–, sino también, y sobre todo, porque si sus oprimidos ganan dinero,
saben muy bien que el dinero da autonomía y la autonomía es una amenaza contra
su omnímodo poder. ¡Y eso sí que no! Pero si la tapadera de la olla a presión
se levantase, entonces, de una forma espontánea, la seguridad jurídica, unida a
las características de la naturaleza humana a que me he referido antes, harían
que el país entrase en ebullición y empezase a generar riqueza. Y con la
seguridad jurídica llegaría al país también la inversión extranjera y la
creación de riqueza se aceleraría. ¡El capitalismo! Éste es un fenómeno –tanto
la miseria de los países tiranizados como la creación de riqueza espontánea en
los que se han podido liberar de sus tiranías– que se ha demostrado
empíricamente en muchos países. Las dos Coreas pueden ser un ejemplo evidente
de ello.
Pues
bien, uno de los mayores tiranos de la historia acaba de ser derrocado. Me
refiero a Robert Mugabe, de 97 años, Presidente de Zimbabue desde su
independencia en 1980, es decir durante 37 años. Ha sido, en estos 37 años un
auténtico depredador económico y ha hecho de Zimbabue uno de los países más
míseros de la tierra. Y de ahí mi esperanza. Pero, inmediatamente, se me viene
encima el jarro de agua fría de mi memoria. Y me acuerdo de lo que pasó en Irak
cuando se derrocó a Sadam Husseín o lo que ocurrió con la esperanzadora
primavera árabe. Lo que vino después hizo bueno a lo anterior. ¿Ocurrirá lo
mismo en Zimbabue? Me temo que hay muchas probabilidades de que así sea. Pero
la esperanza es lo último que se pierde. Veremos por dónde sale el sol. Pido a
Dios que no ocurra lo de que los que vengan detrás le hagan bueno. Si no
ocurre, creo que podremos ver un despegue del desarrollo en Zimbabue y, con
ello, la disminución de la pobreza en uno de los países más míseros del mundo.
Pero…
Querido Tomas, muy claro. Lo explica muy bien el libro de Daron Acemoglu y James Robinson (Why nations Fail)
ResponderEliminarLos paises que no tienen seguridad juridica y una democracia triunfan, aquellos dominados por tiranos fracasan. te lo recomiendo.
Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty.
saludos Cordiales,
¡Gran libro!
ResponderEliminarGracias por tu comentario Enrique
Tomás