Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
La auténtica
mujer viene de la noche de los tiempos. Ocupa todo el horizonte de la creación.
Conoce el secreto de las profundidades, de las piedras, de los moluscos, de los
peces, de las flores y del sueño. Como los de los gatos y los de las esfinges,
sus ojos atraviesan las tinieblas. Posee bajo su lengua la llave de las músicas
viscerales, la nostálgica melodía de las sirenas, la sintaxis de los pájaros y
el inmaculado solfeo de la tranquilidad postrera. Es la maga blanca que rehace
para nosotros una infancia de cada pequeña muerte. Es el hada de largos
cabellos rizados, de las pupilas doradas, que espera al hombre para revivir con
él el paraíso terrenal. Desear esta mujer disipa todos los demonios. Porque
sumergirse en ella enseña al hombre que el regocijo es casto.
Louis Pawels, Las
últimas cadenas.
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