El
título de estas líneas es una pregunta. Y, aunque pueda parecer un sinsentido
voy a responder a la pregunta antes de exponer sobre qué asunto me hago una
pregunta tan general. Después pasaré a exponer el asunto.
La
respuesta a la pregunta es no, pero sí.
No:
porque desde el punto de vista económico el asunto del que voy a hablar es
perfectamente viable y no es, por tanto, ninguna utopía.
Pero
sí: Porque aunque es viable desde un punto de vista económico, no lo es desde
la cultura socialdemócrata del estado providencia en la que estamos instalados
y de la que la demagogia nos impide salir. Así es que, al final, sí, sí que es
una utopía. Pero es la irracionalidad demagógica lo que convierte al asunto en
utopía.
Para
poner en contexto el asunto del que voy a hablar, voy a presentar a
continuación algunas cifras de los Presupuestos Generales del Estado del 2017,
los que ahora están vigentes. (Todos los
datos están en millones de €).
Empecemos
por el desglose de gastos:
Justicia
|
1.726
|
Defensa
|
7.576
|
Seguridad ciudadana e instituciones penitenciarias
|
7.912
|
Política exterior
|
1.522
|
Pensiones
|
139.647
|
Otras prestaciones económicas
|
13.512
|
Servicios Sociales y promoción social
|
2.408
|
Fomento del empleo
|
5.499
|
Desempleo
|
18.318
|
Acceso a la vivienda y fomento de la edificación
|
474
|
Gestión y Administración de la Seguridad Social
|
14.288
|
Sanidad
|
4.093
|
Educación
|
2.524
|
Cultura
|
803
|
Agricultura y pesca
|
7.413
|
Industria y energía
|
5.432
|
Comercio, turismo, PYME´s
|
875
|
Subvenciones al transporte
|
1.421
|
Infraestructuras
|
5.453
|
Investigación, Desarrollo e Innovación
|
6.503
|
Otras actuaciones de carácter económico
|
556
|
Alta Dirección
|
652
|
Servicios de carácter general
|
24.728
|
Administración fianciera y tributaria
|
1.382
|
Transferencias a otras administraciones públicas
|
48.223
|
Deuda pública
|
32.171
|
TOTAL
|
355.111
|
Y
veamos también el de ingresos
Ingresos
|
No financieros
|
Financieros
|
TOTAL
|
Estado
|
132.476
|
2.369
|
134.845
|
Orgniamos autónomos
|
34.278
|
552
|
34.830
|
Seguridad Social
|
112.893
|
8.748
|
121.641
|
Agencias estatales
|
367
|
176
|
543
|
Otras entidades
|
198
|
34
|
232
|
TOTAL
|
280.212
|
11.879
|
292.091
|
Si
restamos el total de los gastos del de los ingresos veremos que se produce un
déficit de 63.020 MM de € que, con independencia de lo que puedan suponer en
porcentaje sobre el PIB, indica que el estado español gasta un 22% más de lo
que ingresa. ¿Alguien se imagina lo que le pasaría a una familia que se
comportase así de forma sistemática?
Como
se puede ver, la partida mayor de gastos es la de pensiones que sólo ella se
lleva 139.647 millones de €, es decir, casi el 45% de los gastos[1]. Para ello, los ingresos
de la Seguridad Social son de sólo 121.641 millones de €. Pero, además, a
medida que pasen los años, con una proporción de población jubilada cada vez
mayor y más longeva y con cada vez menos jóvenes, la situación se va a hacer
cada vez más insostenible. Ciertamente, si en los próximos años disminuye el
paro, la recaudación subirá y la situación se aliviará. Pero las matemáticas
del envejecimiento son inexorables. Más allá de posibles y bienvenidos alivios
coyunturales, la situación es insostenible. El recurso al aumento de los
impuestos es algo muy peligroso porque todo aumento de la presión fiscal más
allá de un límite supone un freno a la economía y hacer que la presión fiscal
siga a la ineludible de la inversión de la pirámide de población, es un
suicidio económico a medio plazo.
Por
tanto, sólo queda una drástica reducción de gastos. Y, claro, toda reducción de
gastos que no mire a las pensiones, está condenada a ser el chocolate del loro.
Pero, al mismo tiempo, las pensiones son algo muy sensible por dos razones. La
primera, de índole individual, porque son la retribución a una persona que se
ha pasado toda su vida dando una parte de su salario para garantizarse su
subsistencia tras su jubilación. Y la segunda, porque si una parte importante
de la población, los jubilados, se queda sin unos ingresos razonables, esto se
convierte en un problema social. Pero, por mucho que sea un tema crítico, ni
siquiera con este tipo de temas se producen fácilmente milagros. Porque lo que
ocurre es que el sistema de pensiones está viciado de raíz. Es lo que se llama
un sistema de transferencias. Cuando alguien entrega una parte de su sueldo
durante su vida laboral activa, ese dinero se va a pagar las pensiones de los
que en ese momento están jubilados. El que lo hace lo hace con la esperanza de
que cuando le llegue a él la jubilación, habrá otros que le paguen a él su
pensión. Pero si esos otros son pocos, no hay nada que hacer. Este sistema
funciona mientras la pirámide de la población tenga una base ancha y una
cúspide estrecha. En ese caso, un gran número de trabajadores activos, con una
parte relativamente pequeña de su sueldo, sostiene a una población de jubilados
mucho más reducida. Pero a medida que aumenta la esperanza de vida y se deja
notar, con 65 años de retraso, la disminución de trabajadores activos debido a
la baja natalidad acumulada, empieza a haber cada vez menos personas activas
para sostener a más personas jubiladas. En estos momentos el ratio está
aproximadamente en dos trabajadores activos por cada jubilado. Es decir, con la
parte de su sueldo a la que dos personas renuncian, pagan la pensión de una.
Pero este ratio se hará cada vez más pequeño y llegará el día en que se
invertirá. Y en algún momento de ese camino, el sistema colapsará. Sin
remisión. Salvo que se produzca una multiplicación de los panes y los peces
versión 2.0, cosa que no creo que ocurra. Sólo hay un sistema que funcione bajo
cualquier aspecto de la pirámide de población. Un sistema de pensiones de auto
ahorro. Si este sistema se hubiese empezado a implantar hace 20 o 30 años,
ahora no estaríamos en la situación en la que estamos. Hace tres décadas se
podría hacer con facilidad un escalado más o menos del estilo siguiente:
Edad
|
%
de su pensión garantizada por el estado
|
60-65
años
|
100%
|
55-60
años
|
87,5%
|
50-55
años
|
75%
|
45-50
años
|
62,5%
|
40-45
años
|
50%
|
35-40
años
|
37,5%
|
30-35años
|
25%
|
25-30
años
|
12,5%
|
Menos
de 25 años
|
0%
|
Por
supuesto, la parte de la pensión que el estado no garantiza se lo tendría que
asegurar cada trabajador con su ahorro personal. Esto, naturalmente, es un
doble esfuerzo para todos. Los más jóvenes de la pirámide tienen que aportar
para la pensión de los más mayores, a los que el estado, o sea ellos, tiene que
pagar casi toda su pensión, y, encima, tienen que ahorrar para el 100% de la
suya. Pero la buena noticia es que tienen mucho tiempo para ahorrar ese 100%.
Los de 55-60 años, sólo tienen que aportar el 12,5% de su pensión mediante su
ahorro, pero la mala noticia para ellos es que tienen poco tiempo. Es decir,
para unos y otros, el cambio de sistema supone un sacrificio. Pero cuando había
muchos jóvenes y pocos viejos, el sacrificio era asequible. Sin embargo hoy, con
pocos jóvenes y muchos viejos, el sacrificio es mucho más gravoso. La parte
buena es que, a medida que pasa el tiempo y los que se van jubilando cada vez
reciben menos pensión del estado, el sacrificio va en diminuendo. Pero, se
perdió la oportunidad de haber empezado hace 30 años y ahora vale de muy poco
lamentarse. No obstante, en algún momento hay que empezar, porque el colapso
del sistema contributivo es ineludible. Lo único que no puede hacerse es
practicar la política del avestruz de esconder la cabeza debajo del ala para no
ver el peligro. Y eso es exactamente lo que se ha hecho en los últimos 30 años
y lo que, al parecer, se quiere seguir haciendo hasta que el sistema nos estalle
entre las manos. Si se llegase a aplicar un sistema así, tendría que ser
obligatorio un ahorro mínimo. Porque si no se produjese ese ahorro nos
encontraríamos con un problema social cuando se jubilasen los que no han
ahorrado. Algo parecido a lo que ya ocurre hoy día con el seguro obligatorio
del automóvil.
Naturalmente,
este sistema tiene que ir acompañado de un requisito que, a mi modo de ver, es
algo que una sociedad moderna y rica tiene la obligación de hacer, a saber: Que
nadie, por ser realmente pobre, se
quede sin una jubilación aceptable, una sanidad y educación de alta calidad y,
esto para cualquier persona, un subsidio de desempleo aceptable. He elegido a
propósito los adjetivos de “alta calidad” y “aceptable”. Me he negado a
utilizar el adjetivo digno, porque este adjetivo, en la demagogia en que
vivimos, suele ser sinónimo de inasequible.
Voy
a plantear ahora la ¿utópica? situación final de un largo proceso de transición
de un sistema fiscal a otro. Para ello, voy a basarme en el presupuesto de
gastos y aplicar a cada uno de ellos un porcentaje que sería al que se vería
reducido al final de ese proceso. Voy a tomar como base los PGE de 2017.
Intentaré aclarar en cada caso por qué aplico esos porcentajes que, en
cualquier caso, son sólo una aproximación discutible cuantitativamente, pero
que creo que nos darán una razonable visión de conjunto. Con esto, analizaré el
aspecto de esa situación final y emitiré un juicio sobre ella. Después diré
algunas cosas sobre el proceso de transición. Por último, volveré a plantear la
cuestión de si esto es una utopía o no.
El
siguiente cuadro muestra cómo quedaría el presupuesto si se le aplicasen los
porcentajes establecidos (EN millones de €)
Justicia
|
1.726
|
100%
|
1.726
|
Defensa
|
7.576
|
100%
|
7.576
|
Seguridad ciudadana e instituciones penitenciarias
|
7.912
|
100%
|
7.912
|
Política exterior
|
1.522
|
100%
|
1.522
|
Pensiones
|
139.647
|
20%
|
27.929
|
Otras prestaciones económicas
|
13.512
|
100%
|
13.512
|
Servicios Sociales y promoción social
|
2.408
|
100%
|
2.408
|
Fomento del empleo
|
5.499
|
100%
|
5.499
|
Desempleo
|
18.318
|
30%
|
5.495
|
Acceso a la vivienda y fomento de la edificación
|
474
|
100%
|
474
|
Gestión y Administración de la Seguridad Social
|
14.288
|
50%
|
7.144
|
Sanidad
|
4.093
|
20%
|
819
|
Educación
|
2.524
|
20%
|
505
|
Cultura
|
803
|
100%
|
803
|
Agricultura y pesca
|
7.413
|
10%
|
741
|
Industria y energía
|
5.432
|
10%
|
543
|
Comercio, turismo, PYME´s
|
875
|
50%
|
438
|
Subvenciones al transporte
|
1.421
|
10%
|
142
|
Infraestructuras
|
5.453
|
50%
|
2.727
|
Investigación, Desarrollo e Innovación
|
6.503
|
100%
|
6.503
|
Otras actuaciones de carácter económico
|
556
|
100%
|
556
|
Alta Dirección
|
652
|
100%
|
652
|
Servicios de carácter general
|
24.728
|
100%
|
24.728
|
Administración fianciera y tributaria
|
1.382
|
100%
|
1.382
|
Transferencias a otras administraciones públicas
|
48.223
|
100%
|
48.223
|
Deuda pública
|
32.171
|
20%
|
6.434
|
TOTAL
|
355.111
|
176.393
|
Como
se puede ver, el gasto se vería reducido a 176.393 Millones de € y en relación
con los ingresos, la situación cambiaría desde un déficit de 63.020 Millones de
€ a un superávit de 115.698 Millones de €.
Es
necesario, sin embargo, explicar qué razonamiento me lleva a los porcentajes
orientativos del cuadro. No explicaré el porqué de los que dejo en el 100%
Las
partidas de Pensiones, Sanidad y Educación las dejo en un 20%. Dejo un 20%
porque el estado deberá subvenir esas ayudas a las personas realmente pobres.
En el caso de pensiones, no es que les pague la pensión, sino que les ayuda a
pagar su ahorro. Creo conveniente que haya una escala de los grados de pobreza
y el porcentaje de ayuda que el estado pueda dar en esos conceptos. Esa escala
podría tener un aspecto del estilo siguiente:
Intervalo
de renta
|
%
de ayuda del estado en esos conceptos
|
Renta
menor de A
|
100%
|
Renta
entre A y B
|
75%
|
Renta
entre B y C
|
50%
|
Renta
entre C y D
|
25%
|
Renta
superior a D
|
0%
|
De
esta forma, nadie, por ser realmente pobre, quedaría excluido de una pensión, de
la sanidad o la educación. Desde luego, una parte o todas estas prestaciones
las tendrán que pagar de su bolsillo, o mediante un sistema de seguros médicos,
los ciudadanos con más renta. Podría pensarse que esto es injusto para ellos,
pero no es así, porque, como luego se verá, esta aparente desventaja quedará
superada con creces por una mucho mejor fiscalidad. Además, en la actualidad ya
hay muchas personas de alta renta que ya paga, además de sus impuestos, un
seguro médico, o una educación privada para sus hijs o que ahorra a través de
un plan de pensiones. Por otro lado, una fuente adicional de ahorro provendrá
de la privatización del servicio sanitario y de educación, obteniendo así una
mayor eficiencia en el gasto.
He
puesto un 30% en el gasto en desempleo, no porque esté pensando en rebajar el
subsidio, sino porque, como también se verá más adelante, con este sistema el
paro se vería reducido al mínimo estructural que puede ser alrededor de un 5%,
es decir, más o menos la tercera parte de lo que hoy tenemos.
El gasto en Gestión y Administración de la Seguridad Social lo he puesto en
el 50%, dado que una gran parte de esa gestión dejará de correr a cargo del
estado.
Las subvenciones a Agricultura y Pesca, Industria y energía y Subvenciones
al transporte, las he reducido al 10% porque soy contrario a cualquier tipo de
subvención, salvo casos muy excepcionales. Una subvención sectorial es una
vulneración al derecho de igualdad ante la ley. Responde a que algún burócrata decide
que un sector merece una ayuda del estado a costa de perjudicar a otros, ya que
el dinero del estado proviene, en último término del bolsillo de todos los
ciudadanos. ¿Por qué el sector de supermercados, por ejemplo, debe subvencionar
a la pesca? ¿Por qué un cajero de Mercadona tiene que subvencionar a un
pescador de Bermeo? ¿Porque un burócrata
decida que el primero es menos merecedor de ayuda que el segundo? ¿En base a
qué criterio? ¿Quién es ese burócrata para decidir premiar a unos a costa de
castigar a otros? Este tipo de subvenciones, además de ser injustas, acarrean
que aparezcan grupos de presión sectoriales para obtener ventajas y, en última
instancia, tienden a generar corrupción. He dejado, a pesar de lo anterior, en
el 50% la partida de Comercio, turismo, PYME’s, precisamente, por las PYME’s.
Bueno, no por las PYME´s, sino para ayudar al emprendimiento, que sí me parece
que lo merece.
He
reducido al 50% el concepto de infraestructuras porque entiendo que es
perfectamente posible y deseable avanzar hacia un modelo de infraestructuras
con un alto porcentaje de componente privado.
Por
último, he puesto un 20% en la deuda, porque entiendo que en el proceso de
llegar a esta situación final, los superávits deberían disminuir la monstruosa
deuda pública que ahora tenemos.
Como
he dicho anteriormente, estos porcentajes son sólo una aproximación. Pero sólo
poniendo algunas cifras, aunque sean sólo orientativas, se puede llegar a tener
una visión de conjunto.
Por
supuesto, el objetivo final no es tener un superávit, sino adelgazar el estado
para que pase de ser el monstruo Jubba de la Guerra de las Galaxias a un estado
delgado, en forma y atlético. Y, una vez adelgazado, necesitará recaudar menos
impuestos para mantenerse. Para adentrarnos en este punto, nos va a ayudar
conocer la distribución de la recaudación fiscal entre los distintos tipos de
impuestos. Esto puede verse en el siguiente cuadro:
IRPF
|
78.027
|
IRPF No Residentes
|
2.213
|
Impuesto de Sociedades
|
24.399
|
Resto Impuestos Directos
|
1.979
|
IVA
|
67.463
|
Impuestos Especiales
|
20.770
|
Resto Impuestos Indirectos
|
3.669
|
Otros impuestos
|
2.444
|
TOTAL INGRESOS TRIBUTARIOS
|
200.964
|
Además de estos ingresos
tributarios, está la recaudación de la Seguridad Social que, como se ha visto
más arriba, en el cuadro de ingresos de los PGE de 2017, asciende, en su parte
no financiera a 112.893 Millones de €. Esto proviene de lo que la SS recauda de empresas y
trabajadores. De una manera aproximada, porque el dato depende de muchos
factores, es conveniente recordar que esta recaudación hace que de lo que para
un empresario supone un coste de sueldos y salarios de 100, sólo 65 entran en
el bolsillo del trabajador[2]. Me voy a centrar
únicamente en los cuatro impuestos más importantes: IRPF, tanto de residentes
como de no residentes, Sociedades, IVA y Seguridad Social. Técnicamente a este
ingreso no se considera como un impuesto pero, de facto, lo es.
La
recaudación de estos impuestos, según los PGE de 2017, ascendían a 284.995 Millones de €. Por lo tanto, si el superávit de 115.698
Millones de € se aplicase íntegramente a reducir estos impuestos, se les podría
aplicar, a cada uno de ellos, una reducción del 41%.
Esta reducción del 41% en las retenciones practicadas por la Seguridad
Social a trabajadores y empresas haría que los 65€ que recibía el trabajador
por cada 100€ de coste para la empresa, se convirtiesen en 79€, es decir, con
el mismo coste para la empresa de contratar a un trabajador, éste recibiría un 22%
más. Naturalmente estos 14€ de ganancia se podrían repartir entre que los
ganase de más el trabajador o supusiese un menor coste para la empresa. En
cualquier caso, su efecto beneficioso para la economía sería muy importante. La
parte que fuese para el trabajador aumentaría la renta de éste, lo que
redundaría en un mayor consumo, lo que significaría mayores ventas para las
empresas, mayor necesidad de producción y de inversión y creación de más
puestos de trabajo. La parte que fuese para la empresa disminuiría el coste de
contratación, por lo que crearía mayor demanda de trabajo, es decir, más
puestos de trabajo, aumentaría su beneficio, lo que se traduciría en mayor
inversión, mayores dividendos, o sea mayores ingresos para los accionistas y,
otra vez, más consumo.
La reducción del 41% de la recaudación del IVA permitiría bajar el tipo de
este impuesto del 21% al 12,5%, lo que supondría un potencial de bajada de los
precios del 7%. Otra vez más, esta bajada potencial de los precios se
repartiría entre el consumidor y la empresa, con los mismos efectos
beneficiosos en la economía que los explicados en el párrafo anterior.
Ese 41%, si lo pensamos en el IRPF, se traduciría en que para una persona
que tuviese un tipo impositivo de, por ejemplo, un 30%, su tipo podría bajar al
17,8%, lo que aumentaría su renta disponible un 17,4%, con el impacto positivo
en la economía expresado anteriormente. Esto permitiría replantearse el
principio de la progresividad de los tipos impositivos, de por sí injusta, pero
que, en este caso, lo sería doblemente, ya que las personas de alta renta no
tendrían ayudas del estado ni en su ahorro para la jubilación ni en el pago de
sanidad o educación. Por tanto, dado que actualmente los tipos impositivos son
mucho más altos para las rentas altas, al igualarse estos, las desventajas
anteriores se verían compensadas.
Por último, ese 41% considerado sobre el Impuesto de Sociedades, produciría
una bajada del tipo impositivo desde el 25% al 14,85%, lo que potencialmente
aumentaría el beneficio después de impuestos de las empresas en un 13,5%. Este
aumento potencial del beneficio se repartiría entre los beneficios de la
empresa, una bajada de precios para el consumidor o un aumento de los sueldos.
A través de cualquiera de estos caminos se ha analizado ya el potencial
beneficio para la economía.
Pero, dando otra vuelta de tuerca, si la economía creciese de forma
sustancial, como lo haría por todas esas razones, se podría recaudar lo mismo
con tipos impositivos más bajos todavía en cualesquiera de los impuestos
anteriores, produciéndose así un efecto positivo adicional. Esto no es el
cuento de la lechera, es economía en estado puro.
Éste sería el resultado final de un largo proceso. No obstante, para lograr
cualquier objetivo a largo plazo, hay que empezar a currárselo desde el
principio y mantener el esfuerzo y la vista puesta en la meta durante todo el camino.
Entonces, ¿cómo empezar? Pues no hay otra manera de empezar que reformando el
sistema de pensiones como se ha dicho anteriormente. Si esto se hubiese
empezado hace 30 años, el sacrificio hubiese sido menor, como se ha dicho
antes. Ahora el sacrificio sería mucho mayor. Pero no hay alternativa. Si no se
hace, la bomba de relojería de las pensiones nos estallará en las manos con
consecuencias terribles. Pero, ¿se hará? Me caben muy pocas dudas de que no se
hará. Y, por tanto, ha llegado el momento de preguntarse si todo esto no pasa
de ser una utopía. Y copio textualmente lo que dije al empezar:
“La respuesta a la
pregunta es no, pero sí.
No: porque desde el punto
de vista económico el asunto del que voy a hablar es perfectamente viable y no
es, por tanto, ninguna utopía.
Pero sí. Porque aunque es
viable desde un punto de vista económico, no lo es desde la cultura
socialdemócrata del estado providencia en la que estamos instalados y de la que
la demagogia nos impide salir. Así es que, al final, sí, sí que es una utopía.
Pero es la irracionalidad demagógica lo que convierte al asunto en utopía”.
Y
eso es lo lamentable. Que siendo algo absolutamente necesario, no se hará.
Porque en España no hay partidos liberales. Ni uno, aunque tanto el PP como C´s
proclamen que lo son. Ningún partido tiene claro qué es eso de ser liberal y,
si lo tuviesen, tampoco lo serían porque, ante la demagogia imperante, el
partido que lo fuese, perdería las elecciones. A base de socialdemocracia y
estado providencia, hemos construido una sociedad ciega e inmadura que prefiere
estrellarse mañana antes que poner un remedio incómodo hoy. Y para llevar a
cabo el proceso descrito, habría que empezar YA y mantener el esfuerzo durante,
digamos, 20 años. Y para mantener este esfuerzo haría falta una mayoría liberal
en el Congreso durante ese tiempo. Cosa que es imposible. Círculo cerrado.
Acabo
con una reflexión que tengo para mí como muy cierta. Gramsci sabía muy bien
cómo ganar la guerra ideológica tras darse cuenta de que el comunismo tenía
perdida sin remisión la económica. Y esto lo supo en los años 30 del siglo
pasado. No se puede ser más clarividente. Se trataba de cegar el buen criterio
de la gente sobre cómo gestionar la economía en occidente. ¿Y la forma de
hacerlo? Creando ciudadanos irresponsables mediante el desarrollo de la
socialdemocracia. Ésta se encargaría de desarrollar un estado supuestamente del
bienestar y falsamente providente. Se apoyaría en una opinión pública buenista
que crease esa conciencia de forma difusa en la sociedad. Había que ganar para
la causa de ese buenismo a la prensa, la educación, la cultura, etc. Nada de
educar en el comunismo. Basta con hacerlo en el buenismo y salpimentado con
demagogia. Crear una sociedad que idiotizase a los ciudadanos haciéndoles
pensar que su futuro estaba resuelto entregando su buen criterio a ese estado,
y convirtiéndolos así en carne de matadero. Y aquí estamos, convirtiendo en
utopía irrealizable lo único que podría hacer que el desarrollo económico fuese
imparable. Y la izquierda radical frotándose las manos esperando que se den lo
que ellos llaman “las condiciones objetivas” para el asalto revolucionario. Y
esa idiotización no se ha reducido sólo al aspecto económico, sino que ha
invadido el campo moral y religioso. Y aquí estamos, metiendo en casa el caballo
de Troya. Parafraseando a Virgilio cuando hablaba de este caballo en la Eneida:
Temo a los gramscianos, sobre todo cuando traen regalos. ¡Ah! y dejo constancia
de que esta reflexión la he oído con mis propios oídos de los gramscianos,
cuando yo era un comunista ingenuo.
[1] En el proyecto de ley de
presupuestos de 2018, el gasto en pensiones ha subido a 144.834 Millones de €.
[2] En realidad al trabajador le entra
menos dinero en el bolsillo, porque además se le practica una retención como
impuesto a cuenta del IRPF. Pero no lo he considerado en esa diferencia porque,
a fin de cuentas, eso que se le retiene en el momento en el que se le paga el
sueldo, se le descuenta en los impuestos que tendrá que pagar en junio del año
siguiente. Esto no ocurre con lo que se detrae por Seguridad Social que jamás
retorna al trabajador.
Tomás, veo que usted no considera para nada al partido Vox, que creo que se autodenomina como liberal-conservador, y solamente se refiere, para descartarlos como liberales, al PP y Ciudadanos. ¿Habrá una razón específica?
ResponderEliminarHola Anónimo: Sí, hay una razón. Efectivamente VOX se declara liberal y, además, defiende los valores cristianos, lo que hace que tenga una gran simpatía por esa asociación. Fíjate que le llamo asociación en vez de partido, y lo hago a propósito porque como partido es irrelevante. Le voté en una ocasión y no volveré a hacerlo. Fui uno de los que contribuí con mi voto a que en el ayuntamiento de Madrid esté instalado Podemos. Además, decir que se es liberal sin tener la responsabilidad de gobernar, es muy fácil. Lo difícil y lo que tendría valor sería actuar como liberal cuando se gobierna. El PP no lo ha hecho y dudo que C´s lo haga, aunque aún no ha gobernado nunca. Pero puede que algún día lo haga y tenga posibilidades de demostrar que lo es. En cambio, no creo que VOX tenga nunca la posibilidad de demostrarlo.
ResponderEliminarUn muy cordial saludo.
Tomás