Empiezo por
declarar abiertamente que en el conflicto israelí-palestino soy, con algunas
sombras y reservas, claramente pro israelí. La masacre de Palestina de la
semana pasada, con 62 muertos, uno de ellos un bebé, podría ser una de esas
sombras y reservas. Pero, aunque estremecido por esa masacre, no altero ni un
ápice mi pro israelismo. Y no lo hago, porque creo que hay un culpable
fundamental de esas muertes y ese culpable se llama Hamas. Pero para explicar
mi pro israelismo de base debo remontarme en el tiempo, porque si no se conocen
los antecedentes de la historia próxima de una situación, es imposible formarse
un criterio ni siquiera aproximadamente ajustado sobre el tema. Haré este
recorrido en el tiempo lo más telegráficamente que sea capaz, en orden
cronológico, dejando de lado los antecedentes bíblicos que en modo alguno me
parece que puedan otorgar ningún derecho a los judíos. Pero también debo decir
que jamás en la historia ha habido un estado palestino. El territorio que hoy
se conoce como Palestina jamás ha sido un estado palestino. Cananeos, fenicios,
judíos, babilonios, persas, griegos, romanos, omeyas, abasíes, turcos y
británicos han dominado esa zona desde hace más de 4.000 años. Pero jamás los
palestinos han tenido soberanía sobre esos territorios ni han tenido, ni
pretendido tener, un estado asentado en ellos. Por tanto, ninguno de los dos,
ni judíos ni palestinos, reivindican un derecho histórico. Sólo tras esta
revisión cronológica, relativamente reciente desde la perspectiva histórica
anterior, daré mi opinión.
Circa 1880: empieza la inmigración judía a
Palestina. Palestina está bajo la dominación turca. Los judíos llegan huyendo
de pogroms, en gran medida de Rusia, y compran tierras a los palestinos que las
habitan, a unos precios que a éstos les parecen estúpidamente altos por parte
de los judíos. Los palestinos hacen cola para vender sus tierras. Loa judíos
que las compran las cultivan pacíficamente. Por primera vez son cultivadas esas
tierras que sólo habían servido para pastos de una ganadería de pastoreo.
1915, se estima en unos 87.000 la
población judía de Palestina, frente a unos 590.000 no judíos. No hay
enfrentamientos serios entre ellos.
1917, Francia e Inglaterra empiezan a
hablar vagamente del hogar nacional judío.
1921. Tras la 1ª Guerra Mundial, los
británicos mantienen Palestina como un protectorado. En este año liberan a Amín
al-Husayni, palestino nacido en Jerusalén, profundamente antisemita, que había
luchado con los alemanes en la 1ª Guerra Mundial. Le nombran Gran Muftí de
Jerusalén y es elegido como Presidente del Consejo Supremo Musulmán.
1929-36. Bajo el mando de Husayni se
producen matanzas en masa de colonos judíos y se mata también a muchos
palestinos moderados. Los británicos le expulsan de Palestina. Se va a
Alemania, donde colabora con los nazis en la “solución final”.
1933-45. La persecución nazi contra los
judíos provoca un éxodo masivo de éstos a Palestina. Su número alcanza los
600.000.
1929-48. Gran Bretaña, mientras que por
una parte impulsa el reparto en dos estados, mantiene a los judíos atados de
pies y manos y trata de impedir la inmigración de éstos a Palestina. Esto
provoca la aparición de grupos terroristas radicales judíos como el Irgún y
Stern. Su terrorismo iba dirigido, fundamentalmente, contra los británicos. El
atentado más sonado fue la voladura del hotel King David en 1946, causando 92
muertos. La Haganá, que después será el ejército israelí, se opone abiertamente
a los métodos de estas organizaciones terroristas judías.
1948. La ONU establece la creación de dos
estados en Palestina, uno judío y otro árabe palestino. Las fronteras entre
ambos están diseñadas como un puzle sin sentido. Israel, con un tercio de la
población tiene el 54% de la superficie, pero un 80% de la misma es el desierto
del Negueb. Jerusalén queda como un enclave en territorio palestino, bajo la
autoridad de la ONU. Israel acepta la partición. Pero los palestinos no lo
hacen y, aliados con Siria, Egipto, Jordania, Líbano y otros estados árabes,
están convencidos de que echarán a los judíos al mar. Los británicos entorpecen
todo lo que pueden la preparación de la defensa de los israelíes. Tan pronto
como el último soldado británico sale de Palestina empieza el ataque de los
árabes. Es mi opinión que el plan de los británicos era precisamente que
ocurriese eso. Ellos lavaban su conciencia con la creación del Estado de Israel
y, si luego los palestinos y el resto de los países árabes les echaban, un
problema menos. Contra todo pronóstico, Israel gana la guerra y se anexiona el
territorio palestino, menos la Cisjordania que, junto con Jerusalén, se la
quedó Jordania y la franja de Gaza, que se la quedó Egipto. En la guerra, la ONU
abandona Jerusalén e Israel se queda con una parte de la ciudad, y un corredor
que la unía con sus territorios. Así pues, la Nakba, el Desastre, la Tragedia,
no fue sólo obra del estado de Israel, sino también de Egipto y Jordania que se
cobraron a buen precio su ayuda en la fallida guerra. Y, por parte de Israel no
fue un acto gratuito, fue consecuencia de una guerra iniciada por los
palestinos y los países árabes circundantes, para acabar con su existencia.
1952. Los palestinos que decidieron
quedarse en el Estado de Israel, cerca de un millón y medio y del 20% de la
población, gozan de la nacionalidad israelí y, aunque en muchas ocasiones sus
derechos civiles no son respetados, sus derechos políticos sí lo son. Pueden
formar partidos políticos, votar, tienen representación en el Parlamento
israelí (Knesset), etc. No hay un solo palestino con nacionalidad israelí que
desee renunciar a ella. Los palestinos que se quedaron en las zonas ocupadas
por Egipto o por Jordania fueron confinados en campos de concentración y
posteriormente expulsados. La mayoría acabaron por refugiarse en el Líbano.
1956. Nasser se alía con Siria y Jordania,
cierra el paso al puerto de Israel en el golfo de Accaba, en el mar rojo y toma
el canal de Suez con el fin de estrangular el comercio de Israel. Israel inicia
una guerra que gana, conquistando la franja de Gaza y la península del Sinaí.
La ONU para la guerra consiguiendo un pacto con Israel para que éste devuelva a
Egipto la franja de Gaza y permita que el Sinaí, quede bajo la custodia de la
ONU.
1967. Nasser vuelve a cerrar el paso de
Israel al mar rojo y expulsa a las fuerzas de la ONU de la península del Sinaí.
Israel inicia la guerra de los 6 días y toma otra vez la franja de Gaza y el
Sinaí, así como Cisjordania y los altos del Golán a Siria. Esta vez no los devuelven
y empiezan a fundar colonias judías en estos territorios conquistados. En estos
momentos hay más de medio millón de colonos judíos y unos 125 asentamientos en
los territorios ocupados.
1973. Tropas egipcias, sirias, irakíes y
jordanas atacan a Israel el día del Yom Kippur (6 de Octubre). El servicio
secreto israelí (El Mossad) conocía el ataque, pero deja que se produzca para
que no se le pueda acusar de haber iniciado la guerra, como en las dos guerras anteriores.
Comete un error de cálculo y está a punto de perderla. Pero pronto reacciona y
la retirada inicial se transforma en un contraataque. Llegaron a 40 Km de
Damasco, reconquistaron el Sinaí y cruzaron el canal de Suez, entrando en
Egipto y embolsando al Tercer Ejército egipcio. El 26 de Octubre, Israel,
presionado por EEUU y la Unión Soviética, para la ofensiva y abandona los
territorios de Egipto y Siria en los que había penetrado, con excepción del
Sinaí y los altos del Golán. Golda Meir afirmaría más tarde que los países
árabes podían permitirse muchas derrotas, pero Israel no podía permitirse
ninguna. La del Yom Kippur estuvo a punto de ser la primera, la última y la
definitiva derrota de Israel, y la desaparición de su estado.
1978. Camp David I. Israel y Egipto firman
la paz. Egipto reconoce el estado de Israel. Israel devuelve el Sinaí
desmantelando las colonias instaladas allí y se elabora una hoja de ruta para
establecer una Autoridad Nacional Palestina en Gaza y Cisjordania, si bien,
bajo la supervisión israelí y en territorio considerado como suyo. Al Fatah
renuncia formalmente al terrorismo y se convierte en el interlocutor por parte
de la Autoridad Nacional Palestina.
1981. Anwar el Sadat es asesinado por
radicales musulmanes por este acuerdo.
1982. Israel invade el Líbano desde donde
los palestinos, con el apoyo de Siria, lanzan continuos ataques sobre el norte
de Israel. Nacen las milicias de Hezbolá de inspiración chiita, mantenidas y
armadas por Irán.
1987. Cuatro jóvenes palestinos mueren
atropellados por un camión militar israelí. Empieza la primera intifada
(rebelión)
1993. El tratado de Oslo pone fin a la
primera intifada.
1994 Isaac Rabin firma la paz con
Jordania.
1995 Isaac Rabin es asesinado por colonos
judíos.
1995. El Congreso de los EEUU, bajo la
presidencia de Bill Clinton, decreta que la embajada de su país en Israel se
traslade a Jerusalén. Desde entonces, todos los presidentes de los EEUU,
Clinton, Bush hijo y Obama, cada seis meses, han utilizado la exención
presidencial para retrasar el cumplimiento de ese mandato del Congreso,
aludiendo cuestiones de seguridad nacional.
2000. Israel se retira del Líbano. El sur
de este país queda en manos de Hezbolá. Guerra civil en el Líbano.
2000. Camp David II. Yaser Arafat
participa en representación palestina, aleccionado por el precedente del
asesinato de Sadat. Israel, bajo la presión de EEUU va haciendo propuestas cada
vez con más concesiones. Arafat las rechaza todas. La última suponía la eventual creación de un
estado palestino con toda la franja de Gaza, el 91% de Cisjordania, un corredor
que uniese las dos partes y la división de Jerusalén en dos partes, con la
tutela de la explanada de las mezquitas por la Autoridad Nacional Palestina. No
se aceptaba el regreso inmediato de los palestinos del Líbano, pero se preveía
una batería de medidas económicas para su inserción paulatina en el estado
palestino cuando éste se estableciese tras una hoja de ruta. Arafat rechaza la
propuesta indignado, sin hacer ninguna contrapropuesta. Camp David II fracasa.
Diciembre 2000. Ariel Sharon entra
escoltado en la explanada de las mezquitas. Esto provoca la ira de los
palestinos. Al día siguiente éstos, desde arriba, lanzan piedras a los
creyentes judíos que rezaban en el muro de las lamentaciones. El ejército
israelí abre fuego y mata a siete palestinos. Esto da inicio a la segunda
intifada que causa más de 4000 muertos, 1000 de ellos israelíes.
2004 Sharon desmantela 17 asentamientos judíos
de la franja de Gaza con 7500 colonos.
Diciembre de 2004. Muere Arafat.
2005. Abu Mazen, antiguo terrorista que se
había convertido en moderado, es elegido presidente de la ANP. Junto con Sharon
pacta el fin de la segunda intifada. Pocas horas después, Hamas, movimiento
yihadista profundamente implantado en Gaza y catalogado como organización
terrorista por países como la UE, los EEUU, Japón, Canadá o Australia, inicia u
ataque con morteros sobre territorio israelí.
2006 Hamas gana con mayoría absoluta las
elecciones de la ANP. Hezbolá intensifica sus ataques desde el sur del Líbano.
Nueva invasión del Líbano por Israel. Israel cede el control del sur del Líbano
a los cascos azules de la ONU.
2007. Abu Mazen, como presidente de la ANP
convoca elecciones anticipadas. Hamás, dueña de Gaza, persigue y expulsa de
allí a los de Fatah, el partido moderado de Abu Mazen. Éste se queda en
Cisjordania y Hamás gobierna en Gaza sin oposición de ningún tipo. Israel
inicia el bloqueo de Gaza. Pero Hamas recibe armamento de otros países árabes.
Dispone de misiles que pueden alcanzar cualquier punto de Israel y perfora
túneles por debajo de la frontera, desde donde lanza ataques por tierra a
Israel. Sólo el que Israel posea escudos antimisil evita masacres.
2014. Tras sufrir varios ataques con
misiles, Israel lanza un ataque masivo contra Hamás en Gaza para destruir estos
misiles y cegar los túneles que atraviesan la frontera.
2018. Trump decide no usar la exención presidencial
y dar curso al mandato del Congreso de llevar la embajada de los EEUU de Tel
Aviv a Jerusalén.
Tras este
recorrido cronológico a vuelo de pájaro, mi opinión. Como he dicho al
principio, me declaro abiertamente pro israelí. Creo que, a la vista de la precedente
cronología de los hechos, caben pocas dudas de por qué lo soy. Si alguien no lo
ve, me siento incapaz de explicárselo en unas líneas. No me meteré a decir si
la resolución de la ONU de 1948 sobre la creación de los dos estados fue justa
o injusta o si estaba bien o mal implementada. Pero me caben pocas dudas de que
si no hubiera sido por el radicalismo anti israelí por parte de los palestinos,
el resto de países árabes e Irán, hace tiempo que el problema palestino estaría
resuelto y que los palestinos vivirían infinitamente mejor de como lo hacen
ahora.
Pero, vamos al
asunto de la masacre de la pasada semana. No veo ninguna razón objetiva por la
que un país democrático soberano no pueda llevar su embajada al lugar que le
plazca dentro de otro estado soberano. Máxime cuando la decisión ha sido tomada
por el Congreso de ese país hace 23 años. ¿No era el momento oportuno? ¿Cuándo
es el momento oportuno? ¿Oportuno para quién? Por tanto, la ira desatada por
ese motivo no tiene, a mi modo de ver, ninguna justificación. Esa ira está,
además, inducida y envenenada por un grupo terrorista. Con esa excusa, Hamás ha
lanzado desde Gaza hacia Israel a más de 40.000 personas, es decir, una
auténtica marea humana desatada. Creo que un país tiene el derecho de defender
sus fronteras contra una marea humana que las desborda con fines violentos.
¿Hasta dónde habría que haberles dejado llegar? ¿Hasta Jerusalén? ¿Cuál era el
lugar en el que habría que detenerles? ¿Ninguno? Por otro lado, no es nuevo el
hecho de que en las revueltas de los países árabes –y musulmanes en general–
contra países occidentales, se utilicen escudos humanos o se ponga a mujeres y
niños en la avanzadilla. ¿Alguien puede explicar qué hacían bebes en la
avalancha que intentaba asaltar Israel? Sólo hay una explicación. Estaban ahí,
enviados por los radicales y radicalizados para ver si morían y esto levantaba
la indignación del mundo.
Puede pensarse que
la tecnología militar y de orden público de las que dispone Israel, hace
posible que se utilicen métodos suficientemente contundentes, pero no mortales.
Puede pensarse, pero hay, sin embargo, un .. si pero…, y un si pero, muy
importante a eso que puede pensarse. Las imágenes que se nos enseñan parecen
indicar que entre los asaltantes de la frontera únicamente hay jóvenes armados
con hondas y tiragomas que, por grandes y potentes que sean son sólo eso,
hondas y tiragomas. Pero creo que es indudable que, entre esas imágenes, hay
escondidos radicales que no llevan precisamente esas armas, sino otras de mucha
mayor capacidad mortífera para las fuerzas israelíes. Y, como es habitual,
estos radicales van debidamente mezclados y camuflados entre aquellos a los que
inflaman con su radicalismo y mandan armados con hondas y tiragomas. Además de
niños. Pero no se puede obviar un dato a mi modo de ver muy relevante. De las
62 víctimas mortales de la masacre 50 eran miembros de Hamás, es decir,
terroristas, según la UE, los EEUU, Japón, Canadá y Australia, entre otros
países. Ignoro qué proporción de terroristas había en la avalancha humana que
intentó pasar la frontera, pero estoy seguro de que la relación era enormemente
menor de 50 sobre 62. Lo que quiere decir que el ejército israelí no abrió
fuego de forma indiscriminada, sino que tuvo buen cuidado de intentar matar
sólo a terroristas. Es ciero, mataron a 12 civiles que no lo eran, un bebé
entre ellos. Pero, ¿quién incitó a los civiles de Gaza a ese temerario asalto?
¿Y quién llevó a bebés a ese frente? La respuesta es evidente: Hamás. Por
tanto, ¿quién es el responsable de esas muertes? ¿El ejército israelí que
intentó, con bastante puntería, abatir selectivamente a los terroristas? ¿O los
que lanzaron a jóvenes insensatos, con hondas y tiragomas, acompañados de
niños, a un ataque suicida, mezclándose con ellos? Creo que la respuesta no
admite muchas dudas. Un magnífico artículo del 23 de Julio de 2014 en El Mundo,
en plena crisis de ese verano, firmado por Masha Gabriel, directora de la
revista “Medio Oriente”, acababa con la pregunta: “¿Cómo se combate a un enemigo que busca tu muerte a través de la
suya?”. Yo añadiría: … y la de sus hijos? Y respondo: No lo sé.
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