Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
Mira a mi
matrimonio. Estoy realmente preocupado. Mi mujer y yo ya no tenemos los mismos
sentimientos que teníamos antes hacia el otro. Sospecho que, simplemente, ya no
la quiero y que ella no me quiere ¿Qué puedo hacer?
“¿Ya no existe el
sentimiento?” Pregunté
“Exacto”, se
reafirmó. “Y tenemos tres hijos y estamos realmente preocupado por ellos. ¿Qué
me sugieres?”
“Quiérela”,
repliqué.
“Te lo acabo de
decir, el sentimiento ya no existe”
“Quiérela”.
“No me entiendes.
El sentimiento de amor ya no existe”.
“Entonces,
quiérela. Si el sentimiento no existe, es una buena razón para quererla”
“Pero, ¿cómo se
puede querer cuando no estás enamorado?
“Amigo, amar es
un verbo. Amor –el sentimiento– es un fruto del amor, el verbo. Por eso,
quiérela. Sírvela. Sacrifícate. Escúchala. Enfatízala. Apréciala. Reafirmala.
¿Deseas hacer eso?”
En la gran
literatura de todas las sociedades en progreso, amar es un verbo. La gente
reactiva hace del amor un sentimiento. Actúan por los sentimientos. Hollywood
nos ha condicionado, generalmente, para creer que no somos responsables. que
somos un producto de nuestros sentimientos. Pero el guión de Hollywood no
describe la realidad. Si nuestros sentimientos controlan nuestras acciones es
porque hemos abdicado de nuestra responsabilidad y les hemos dado poder para hacerlo.
La gente
proactiva hace del amor un verbo. El amor son cosas que haces: los sacrificios
que haces, la entrega de ti mismo, como una madre llevando a un recién nacido
hacia el mundo. Si quieres estudiar el amor, estudia a los que se sacrifican
por los demás, incluso por la gente que los ofende o que no les ama en
contrapartida. Si eres padre, mira el amor que tienes por tus hijos por los que
te sacrificas. El amor es un valor que se hace real a través de acciones de
amor. La gente proactiva subordina los sentimientos a los valores. Así, el
amor, el sentimiento, puede ser recuperado.
Los siete hábitos
de la gente altamente eficiente. Stephen R. Covey. Free Press. Pag.79.
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