8 de octubre de 2017

Hoy es un gran día

Efectivamente, lo es. Hoy se ha visto a un pueblo oprimido quitarse el yugo y los miedos a la vista de todo el mundo, apoyado por sus compatriotas españoles de otras regiones de España que les han dicho que no están solos. Un espectáculo que me ha puesto la carne de gallina y los pelos como escarpias. Me ha puesto al borde de las lágrimas el discurso de Vargas Llosa y me ha hecho reflexionar con la razón el de Borrell, cuando se preguntaba dónde había estado este pueblo hasta ahora y por qué han guardado silencio las empresas que ahora se han ido. Lo ha visto o lo va a ver el mundo entero. Desde la Tierra de Fuego en Hispanoamérica hasta Alaska. Desde Siberia hasta Estados Unidos. Desde Sudáfrica y la India hasta el norte de Noruega. Me da rabia que tenía pensado estar allí y no he podido. Tenía billetes para el AVE, pero un inoportuno ataque de gota me ha dejado en casa. Pero las sensaciones que he experimentado delante de la televisión, aún no siendo las mismas que las que hubiese vivido allí, han sido enardecedoras. El jueves, si la gota no me lo impide tengo otra vez billetes para celebrar con mis hermanos catalanes el día de la Hispanidad.

Creo que se ha producido algo muy importante. Un punto de inflexión. Más aún, el paso de una marea que bajaba sin cesar a una subida de marea que, esperemos, con el tiempo, llevará a la pleamar. Queda mucho por recorrer. No será fácil recuperar la educación, clave para revertir cuarenta años de envenenamiento falaz. Pero, hasta ayer, creía que era imposible. Más aún, creía que ra cuestión de tiempo que el independentismo acabase venciendo. Hoy no. Hoy creo que todo es posible. Sin duda, ha ocurrido un milagro. Muchos españoles llevábamos mucho tiempo rezando por España. Me caben muy pocas dudas de que nuestra oración ha sido escuchada. Yo, desde luego, pienso seguir rezando con toda mi alma y os pido a todos que, cada uno con su fe, lo sigáis haciendo. No pedimos una victoria militar al dios de la guerra. Pedimos una victoria de la paz al Dios del amor y la justicia. Pedimos, parafraseando a Bergson, que esta España, el patriotismo español que se ha ido formando durante los últimos 500 años, con el recuerdo de una realidad anterior lenta, piadosamente, con los recuerdos y esperanzas, con la poesía y amor, con un poco de todas las bellezas morales que hay bajo el cielo, como la miel con las flores […] pueda vencer a un sentimiento tan profundo como el egoísmo de la tribu. Necesitamos seguir rezando para que esto que ha nacido no sea efímero. Os pido a cada uno que rece al Dios en el que crea y, si n o cree en ninguno, que rece a las fuerzas de la vida, pero que recéis. Que no sea todo espuma. Que no se caiga otra vez en el silencio. Que se exija igualdad de derechos, verdad y libertad para todos los catalanes y todos los españoles. ¡Qué dolor si esto se quedase en aguas de borrajas!

No será así. Hoy empieza una nueva etapa en la historia de España. Lo creo, lo espero, lo pido.


Amén

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