Pues sí. Puigdemont se mantiene
en sus trece y el 155 ya está en marcha. El sábado se celebrará un Consejo de
Ministros Extraordinario en el que se decidirán las medidas que se tomarán una
vez esté en vigencia y se mandarán al Senado. Se espera que el Senado acabe los
trámites a finales de mes. No sería de extrañar alguna jugarreta de Puchi de
aquí a que el Senado lo apruebe. Bueno, el gobierno estará a la que salte y
responderá con su movida. Pero el toro manso sigue siendo peligroso y la
partida de rey, alfil y caballo contra rey solo, continua imperturbable.
Paciencia y astucia.
Por su parte Puchi, en la carta
que ha mandado hoy, y cuyo link podéis ver más abajo, sigue como toro manso,
pero astuto, intentando evitar ser acusado de rebelión por los fiscales y
jueces y cuida mucho sus palabras. Atribuye al pueblo de Cataluña, es decir, a
Fuenteovejuna, el mandato de la independencia y de él mismo sólo dice que “El 10 de
octubre, el Parlament celebró una sesión con el
objeto de valorar el resultado del referéndum y sus efectos; y donde propuse dejar en suspenso los efectos
de aquel mandato popular”. O sea, del que
puede decirse, según Puchi, que declaró la independencia es del pueblo de Cataluña.
Él se limitó a dejar en suspenso el mandato popular, suspensión que, dice,
continua vigente. Pero, “si el Gobierno
del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament
de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar
la declaración formal de independencia que no votó el día 10 de octubre”.
(Las negritas son mías) Es decir, no se da ningún plazo para que se reúna el
parlament, ni afirma que éste declarará la independencia.
Nada de
esto tiene importancia para la puesta en marcha del 155, pero sí la tiene, y
mucha, para la causa penal que puedan iniciar jueces y fiscales contra él y otros
miembros del Parlament. Analizo los dos planos, el político y el penal.
En el
político, el 155 está en marcha. Pero lo que veo es miedo a convocar el
parlament y que la independencia sea declarada por alguien con cara y ojos,
distinto de abstracto pueblo de Cataluña. Y creo que lo hace porque tiene miedo
de que en el parlament no se apoye esta declaración, por defección de alguno de
sus miembros que sepan que, si lo hacen, sí que pueden verse incursos en el
delito de rebelión. Y eso, claro, acojona a los parlamentarios y, de paso, a
Puchi, por el doble miedo a las consecuencias penales y a que le dejen con el
culo al aire.
En el
plano penal, Puchi pisa sobre piedras resbaladizas, pero no acaba de meter el
pie en el agua. Porque las palabras, para los temas penales, importan, y mucho.
Supongo que muchos habréis visto la película “Un hombre para la eternidad” que narra el juicio de Enrique VIII contra
Tomás Moro para acusarle de alta traición y cortarle la cabeza. Alguien le dijo
a Moro que qué importancia tenían las palabras. A lo que éste respondió algo
así como: las palabras lo son todo. Sólo
me pueden acusar de traición por lo que diga. Y Puchi cuida sus palabras
porque intenta a la desesperada que no se le pueda decir que ha declarado la
independencia. A Tomás Moro le cortó la cabeza Enrique VIII, a pesar de su
silencio, porque no había un Estado de Derecho. Pero en España sí lo hay y las
palabras cuentan. Sin embargo, el día en el que se convoque al parlament, se
vote y se apruebe la independencia (o tal vez aunque no se apruebe paro haya
quien vota a favor), entonces sí que habrá posibilidad de acusar no por lo que
se diga, sino por lo que se haga. Porque las palabras cuentan, pero lo hechos
más y en ese caso el delito sería tan flagrante como el de Tejero. De ahí las
dudas de Puchi. Pero, tarde o temprano, espero, la piedra en la que pise se
moverá y se caerá al agua. Y entonces vendrá el llanto y el crujir de dientes.
Veremos.
Ahí va el link a la carta de
Puchi.
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