Dicen que la historia es maestra
de vida y yo estoy totalmente convencido de ello. Por eso traigo aquí tres
historias de astucia e impulsividad que pueden ser maestras de lo que está
pasando en España y e ilustrar posibles formas de actuar. Cualquiera de las
tres, si hubiesen tenido otro desenlace, habrían cambiado dramáticamente el
curso de la historia. Al final de las historias me haré unas preguntas,
relativas a las propias historias, no a la situación actual, que no contestaré.
Grecia y Persia
En el año 500 A. de C., las
ciudades dependientes de Atenas situadas en las costas de Asia Menor, se
rebelaron contra los persas. La rebelión fue ahogada en sangre. En venganza, en
el 498 A. de C., un pequeño comando ateniense, en una operación relámpago, se
internó en Anatolia, hasta llegar a la cabeza de satrapía persa de Sarde, entró
en la ciudad, la incendió, destruyó el templo de la diosa Cibeles y regresó a
Atenas. Los persas decidieron marchar sobre Grecia para dar un escarmiento,
pero determinados acontecimientos en el otro lado de su imperio les impidió dar
la respuesta adecuada. No obstante, en el 490
A. de C., mandaron unas cuantas naves, con un destacamento importante,
pero no un gran ejército, para desembarcar en la playa de Maratón y, desde esa
cabeza de playa, atacar y destruir Atenas. Su precipitación les hizo medir mal
sus fuerzas y, los atenienses infligieron una severa derrota a los persas que
tuvieron que reembarcar con el rabo entre piernas y cubiertos de vergüenza.
No obstante, Atenas dio por
seguro que, cuando los persas resolviesen sus problemas en su frontera Este, no
dejarían sin venganza esa afrenta. Consultaron al Oráculo de Delfos, que les
dio una respuesta ambigua: “Cuando todo se haya perdido, las murallas de madera
resistirán”. Los atenienses discutieron sobre el sentido del oráculo. Arístides
el Justo quería construir unas murallas de madera alrededor de Atenas, mientras
que Temístocles, interpretó simbólicamente el oráculo y decía que las murallas
de madera eran una flota que debían construir. Votaron, ganó Temístocles,
Arístides fue condenado al ostracismo y se construyó la flota. Pero, además,
Atenas constituyó una liga panhelénica para presentar un frente unido a los
persas cuando viniesen.
Efectivamente, el 480 A. de C.,
el rey persa Jerjes, cruzó el Helesponto mediante un puente de barcas con un
ejército de más de 200.000 hombres, y se hizo dueño del mar Egeo con una flota
de más de 1.000 barcos.
Los griegos intentaron frenar sin
éxito a los persas, con 300 espartanos, 700 tespios y 400 tebanos al mando de
Leónidas, rey de Esparta, en el paso de las Termópilas. Retuvieron al inmenso
ejército persa durante tres días antes de morir hasta el último de ellos. Sin
duda, fue una gesta heroica que despertó y despierta el respeto y la admiración.
Pero después, los persas invadieron Grecia de la misma manera que lo hubiesen
hecho si no hubiesen perdido esos tres días. Llegaron sin resistencia a Atenas,
que había sido abandonada por los atenienses, la incendiaron y se encontraron
dueños de todo el territorio exactamente igual que si los persas hubiesen
pasado por las Termópilas sin resistencia. Los atenienses no se habían retirado
por cobardía. Practicaron una guerra de guerrillas y aplicaron la política de
tierra quemada. No infligieron apenas daño alguno a los persas, pero tenían una
estrategia. El inmenso ejército no podría abastecerse más que por mar. Si
conseguían derrotar a la flota persa, el inmenso contingente no podría ser
abastecido, pasaría hambre, se desmotivaría y podría ser derrotado por el mucho
menor ejército griego. Pero, claro, faltaba el “pequeño detalle” de vencer a la
armada persa.
Los griegos contaban con 200
barcos de Atenas y 70 de Esparta. La flota estaba al mando del espartano
Euribíades. Éste, con el aguerrido espíritu espartano quería atacar
directamente a la armada persa. Pero Temístocles, que era el representante
ateniense en el mando de la flota, se opuso. Prefería una estrategia que
llevase a los persas, seguros de su victoria, a presentar la batalla en donde los
griegos eligiesen. La discusión fue terrible. En un momento dado, Euribíades,
amenazó con golpear a Temístocles con su bastón de mando. Éste, presentó su
cabeza y dijo: “Pega, pero escucha”. Al final, el espartano aceptó la
estrategia del ateniense y la flota griega atrajo con señuelos a la persa al
golfo de Salamina en Septiembre del mismo año de 480 A. de C. Allí tenía
desplegada su flota en un orden de batalla. Los persas, al pasar por el
estrecho que daba entrada al golfo, desorganizaron su flota y, en medio del
caos, ésta fue casi totalmente destruida por la armada griega.
Tras esa victoria, ocurrió lo que
Atenas había previsto en su estrategia. El ejército persa se quedó desvalido y
desmoralizado y empezó su repliegue, completamente desmoralizado y hambriento.
Los griegos les acosaron en su retirada y, con un ejército mucho menor,
derrotaron estrepitosamente a los persas en las batallas, magníficamente
planificadas de Pletea y Micala, en 479 A. de C. Este ¡fue el final de los
intentos persas de dominar Grecia.
Roma y Cartago
En el otoño del año 218 A. de C.,
Aníbal Barca cruza los Alpes con un poderoso ejército para invadir Italia y
acabar con su enemiga, a la que había jurado odio eterno, Roma. La República
Romana, en esos años ocupaba poco más que el territorio de Lacio, la región
central de Italia, donde está la ciudad de Roma y Sicilia. Gracias a sus normas
de obligado cumplimiento para ellos y sus aliados –la maravilla del derecho
romano, que, con las debidas distancias, podía ser como el estado de Derecho de
hoy día– , había establecido sólidas alianzas con los otros pueblos de la
península. Cuando Aníbal penetró en Italia, los romanos, acostumbrados a ganar
todas las guerras –en especial a los Cartagineses les habían vencido en
Sicilia, echándoles de la isla– decidieron platarle cara en batallas abiertas.
Antes de que se dieran cuenta ya habían sido derrotados tres veces en las
batallas de Ticino –realmente más una escaramuza que una batalla–, Trebia y
Tasimeno, todas en el mismo año 217 A. de C. Ante estas humillantes derrotas y
ante el peligro de que Anibal atacase Roma, el Senado nombro dictador a Fabio
Máximo. Éste, ante la indignación del SPQR (Senatus Populusque Romanus),
decidió no presentar ni una batalla más a Aníbal. Se dedicó, en cambio, a hacer
una guerra de guerrillas al ejército cartaginés, sin ningún propósito de
infligirle una derrota definitiva. Su postura fue tachada de cobardía por el SPQR
que le dio el nombre de Cunctator, ralentizador. Entonces se nombró dictador a
Minucio que intentó una nueva batalla, que perdió, y que hubiese supuesto la
destrucción total del ejército romano si Fabio no le hubiese socorrido.
Acabada esta segunda dictadura se
volvió al sistema de dos cónsules y se eligió para esos cargos a Emilio Paulo y
Terencio Varrón. Éstos decidieron que había que salvar el honor de Roma
derrotando inmediatamente a Anibal. Reclutaron un ejército de 80.000 infantes y
6.000 jinetes, frente a los 40.000 infantes, 10.000 jinetes y 3 elefantes del
ejército cartagines, y le presentaron batalla en Cannas. La derrota fue brutal
y tampoco el honor quedó muy bien parado, pues Varrón huyó con los escasos
restos del ejército, si bien, Emilio Paulo murió honrosamente. Pero eso no
sirvió para nada. El pánico cundió en Roma en donde no había familia que no
hubiese perdido algún miembro en Cannas y, además, era consciente que Roma
estaba a merced de Aníbal, ya que en su orgullo, los romanos no habían
fortificado la ciudad por considerarse invencibles. Se hizo una leva de todos
los hombres mayores de 17 años, además de 8.000 esclavos comprados a toda prisa
por el Estado, con lo que se formaron dos legiones que, si Aníbal hubiese
decidido marchar sobre Roma, no hubiesen resistido el primer asalto. Es un
misterio histórico el porqué de que Aníbal no atacase Roma. Pero no lo hizo.
Mientras tanto, el Senado se dio
cuenta que la táctica de Fabio, el Cunctator, el ralentizador, a fin de
cuentas, no estaba tan mal. Le eligieron dictador los dos siguientes años, 2015
y 2014 A. de C. Aníbal consiguió quebrar la alianza de Capua, Siracusa y
Tarento, pero el resto de los aliados de Roma prefirieron el “Estado de
Derecho” romano antes que unirse al triunfador Aníbal. Éste intentaba por todos
los medios incitar a Fabio a una nueva batalla campal, pero el astuto Fabio
nunca entró en ese juego. Se dedicaba a distribuir su ejército en pequeñas fuerzas situadas en localizaciones vitales,
llevando a cabo una paciente guerra de desgaste y evitando las provocaciones de
los cartagineses para atraerlas a una nueva batalla. Mientras tanto, el
espíritu y la moral del ejército cartaginés y del propio Aníbal se iban
deteriorando. También llevó la guerra a Hispania, donde en 209 A. de C, el
brillante general Publo Cornelio Escipión, que más tarde recibiría el nombre de
“El Africano”, derrotó a Asdrúbal Barca, el hermano de Aníbal, no tan buen
general como él. Asdrúbal se fue también a Italia, atravesando de nuevo los
Alpes, para unir sus fuerzas a las de su hermano. Pero fue derrotado y muerto
en la batalla de Metauro y su cabeza arrojada con una catapulta en el
campamento de Aníbal. Aníbal intentó entonces atacar Roma, pero la ciudad se
había fortificado y el ejército se había agrupado y recuperado la moral.
Así las cosas, en 205 A. de C, Escipión decidió llevar la guerra
a Cartago. La ciudad llamó a Aníbal en su auxilio y este regresó a Cartago.
Pero lo que quedaba de su ejército fue aplastado por Escipión en la batalla de
Zama. Fue entonces cuando se le dio el epíteto de “El Africano”.
Los generales Samuel Houston
y Antonio López de Santa Anna
En 1835 los colonos americanos
del territorio de Texas se sublevaron contra el gobierno Mexicano.
Inmediatamente México reaccionó mandanso allí a su mejor general, ex presidente
de la república mexicana y presidente en funciones, Antonio López de Santa
Anna. Para tener tiempo para preparar su defensa, el general San Houston, pidió
voluntarios para una misión destinada a la muerte. Se trataba de resistir a
Santa Ana en un viejo fuerte cerca de la ciudad de San Antonio llamado “El
Álamo” durante el mayor tiempo posible. 185 héroes se encerraron en El Álamo
para esperar le llegada del general mexicano. Éste llegó alló con un ejército
de 15.000 hombres bajo su mando personal. Tenía prisa por seguir adelante. Los
primeros choques se registraron el 23 de Febrero de 1836. El Álamo resistió
heroicamente durante 13 días (1836 era año bisiesto), hasta el 6 de Marzo.
Superado el obstáculo, Santa Anna
se lanzó hacia delante para aplastar al ejército texano, formado sobre todo por
milicias voluntarias. Houston ordenó una y otra vez la retirada, mietras perdía
pequeñas escaramuzas de algunos guerrilleros contra el ejército regular mexicano.
Sus hombres le increpaban por su aparente cobardía, llamándole traidor a los
caídos de El Álamo y le instaban con vehemencia a hacer frente a Santa Anna, a
lo que Houston se negaba una y otra vez. Houston sabía de la impaciencia de su
enemigo y trazó un plan que no compartió con ninguno de sus oficiales. Como el
ejército mexicano era muy lento por su número y Santa Anna quería acabar cuanto
antes para ganar fama imperecedera, especuló con que, en su soberbia,
despreciaría al ejército menos numeroso y compuesto por aficionados y su
impaciencia le haría dejar atrás al grueso de su ejército para terminar de una vez
por todas. Y así fue. El 19 de Abril, cuando creyó que había logrado alcanzar
al enemigo, acampó en la confluencia de los ríos San Jacinto y Buffalo Bayou,
cerca de donde hoy se encuentra la ciudad que lleva el nombre del general
Houston. Estaba convencido de que los texanos seguirían huyendo de él y que los
podría alcanzar cuando quisiera con sus relativamente escasas tropas que eran,
sin embargo muy superiores a los 700 hombres con que contaba Houston. Así es
que concedió un descanso a sus soldados sin tomar muchas precauciones. Éstos,
agotados por las marchas forzadas a las que se habían visto sometidos se
despojaron de sus pertrechos y se decidieron a descansar. Santa Anna decidió
esperar unos días para recibir unos refuerzos de 500 hombres a pesar de que su
pequeño ejército era ya bastante superior al de Houston que, a si vez recibió
un pequeño refuerzo de poco más de 200 hombres. El día 21 de Abril seguía el
relajo en las tropas mexicanas. Los espías de Houston le avisaron de la total
inactividad en el campamento mexicano. Éstos no se dieron cuenta de la cercanía
de los soldados texanos hasta que estuvieron a menos de unas docenas de metros.
A las 16,30h se produjo la primera andanada de fusilería de los texanos. Antes,
un pequeño destacamento había cortado la posible retirada de las tropas de
Santa Anna, destriyendo un puente sobre el río San Jacinto. Los soldados
mexicanos estaban durmiendo la siesta. Fue una masacre. En 18 minutos, todo
había terminado. 630 soldados mexicanos muertos, muchos de ellos ahogados en su
huida, 730 prisioneros y el resto lograron escapar dejando todo su armamento a
merced del ejército texano, lo que hacía imposible un contraataque. El propio
Santa Anna fue capturado, junto con dos de sus generales. El tercer general mexicano
murió en el combate, sin combatir. Por el lado texano, 9 muertos y 30 heridos,
entre ellos, Sam Houston, con un balazo en la pierna.
Las preguntas
A la vista de las tres historias
anteriores, ahí van las preguntas que prometí al principio.
1ª ¿Sirvió de algo, aparte de para escribir una gesta heroica, el
sacrificio el sacrificio de los 300 espartanos en el paso de las Termópilas?
¿No hubiesen sido Leónidas y sus hombres más útiles en las batallas de Platea o
Micala?
2ª ¿Qué hubiese pasado si los griegos hubiesen planteado la batalla en
Atenas, poco después, en vez de iniciar una guerra de guerrillas?
3ª ¿Cuál habría sido el resultado de la batalla naval entre griegos y
persas si, en vez de aplicar la astuta estrategia de Temístocles se hubiese
seguido el impulso de Euribíades?
4ª ¿Fue cobarde y ralentizador Fabio cuando se negó a plantar batalla
a Aníbal y, en cambio, practicó una estrategia de acoso?
5ª ¿Qué hubiese pasado si después de la batalla de Cannas, Aníbal
hubiese atacado Roma?
6ª ¿Qué valor tuvo en la victoria final de Roma el derecho romano,
paralelo histórico del Estado de Derecho?
7ª ¿Debió tal vez Sam Houston dejarse llevar por el impulso de sus
voluntarios de luchar heroicamente con el espíritu de El Álamo, o hizo mejor en
retroceder, resistiendo la presión de sus hombres, hasta encontrar la ocasión
oportuna?
8ª ¿Qué efecto tuvieron la soberbia, el afán de lucimiento o las
prisas de Santa Anna en la estrategia de México?
La paciencia es la virtud de los
fuertes y éstos no se dejan influenciar por presiones de ningún tipo. El
gallego dijo ayer: Haré lo que
crea que deba de hacer, lo que crea que sea mejor para España y en el momento
que me parezca más oportuno. Para eso soy el Presidente del Gobierno.
Sé que las preguntas suenan un
poco a libro de Bachillerato en el que se pretende ver el aprovechamiento de
los alumnos y, de verdad, lo siento. Pero cada uno es libre para responder o no
como mejor le parezca y de trazar, si quiere, algún paralelismo con la
situación actual. Incluso es libre para mandarme a hacer puñetas. Pero, por
favor, una cosa sí os pido: no me escribáis contándome vuestras respuestas, yo
no soy el profe.
Sin responder a las preguntas
saco mi moraleja: La paciencia es la virtud de los fuertes y éstos no se dejan
influenciar por presiones de ningún tipo. El gallego dijo ayer: “ahora,
porque es mi obligación y porque para eso soy el presidente del Gobierno de
España, haré lo que crea que deba de hacer, lo que crea que sea mejor para
España y en el momento que me parezca más oportuno”.
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