28 de junio de 2015

Otra respuesta a musulmanes moderados

Digo que es otra respuesta porque el 9 de Marzo del 2015, en la entrada con título “¿Es reformable el Islam?” ya publiqué una respuesta a cuatro musulmanes moderados que escribieron un artículo en “El País”. Ahora leo otro, aparecido en “El Mundo” el sábado 27 de Junio, a raíz de los horribles atentados del viernes anterior, firmado por Haizim Amirah Fernández, que es investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe en el Real Instituto Elcano. Ignoro si el firmante es o no musulmán. Transcribo su artículo, que lleva el título de “¿Nos estamos enterando?”

Ayer fue un viernes negro asociado a la bandera negra de Daesh (la organización autoproclamada Estado Islámico). Hubo un ataque –con decapitación incluida– en Francia, una matanza en una mezquita chií de Kuwait, asaltos a dos hoteles en Túnez y las habituales salvajadas contra civiles en lo que queda de Siria, Irak, Yemen, Libia y Somalia.

Como resultado, decenas de muertos inocentes en tres continentes. Personas con orígenes muy distintos, pero con un rasgo común: quienes los asesinaron ya los habían deshumanizado siguiendo una interpretación extremista, intolerante y sectaria del islam. A los matones de ayer les dio igual que muchas víctimas fueran musulmanas e inocentes. Sus ideólogos de cabecera les repiten a través de pantallas y sermones que su obligación es eliminar a los infieles. Esos ideólogos difunden su doctrina macabra con impunidad y muchos cuentan con generosos recursos puestos a su disposición (dinero, espacios físicos y virtuales, cadenas de TV vía satélite, etc.).

Que nadie se lleve a engaños: el epicentro ideológico de quienes decapitan en Francia, bombardean una mezquita chií en Kuwait y matan turistas en Túnez está en la Península Arábiga. Aquellos que llevan décadas amparando y financiando una versión ultrapuritana, intolerante y misógina del islam han creado monstruos. A esos monstruos se les permite crecer y expandirse hasta que acaban fuera de control. Se tornan incluso en una amenaza para quienes los criaron. Por el camino sólo dejan destrucción, odio y polarización.

La victoria de los extremistas consiste en crear un mundo más caótico y menos seguro. Para ello necesitan realizar acciones con un alto impacto emocional, que provoquen gran repulsa moral y que tengan amplia difusión en los medios y redes sociales. El desconocimiento, las fobias y las reacciones viscerales se encargan de ahondar en la polarización y sembrar más odio. Éste es el terreno en el que los extremistas ven avanzar sus proyectos. Y no les está yendo mal.

Las sociedades libres deben entender que la amenaza a su seguridad no es “el islam”, sino una versión muy concreta de esa religión –proselitista y adinerada– con raíces en el Golfo y tolerada por Occidente. Mientras no se tenga conciencia se seguirá confundiendo islam con wahabismo, la incomprensión y las suspicacias aumentarán y los radicales se verán reforzados.

Tres breves observaciones en relación con el viernes negro: la primera es que muchos analistas llevamos cuatro años advirtiendo de que las bestialidades cometidas en Siria por el régimen de Asad y más tarde por Daesh y otros extremistas, no se iban a quedar limitadas a Siria. Las consecuencias cada vez llegan más lejos. ¿Cuánto tiempo más hará falta para asimilar que Siria se ha convertido en un cáncer y actuar en consecuencia?

La segunda está relacionada con Túnez, la única democracia que existe hoy entre los 22 países de la Liga Árabe. Quienes quieren hacer fracasar el experimento tunecino para que no sirva de precedente están golpeando donde más duele: hundiendo el turismo que es una fuente clave de ingresos y de empleos para el país. ¿Va a permitir la UE que se salgan con la suya en el vecindario? Y la tercera es sobre el tratamiento mediático en Occidente de las atrocidades de Daesh. La repetida difusión de imágenes de decapitaciones está teniendo un efecto imitación. En Arabia saudí llevan décadas decapitando en sitios públicos, pero los medios occidentales no lo mostraron y nadie lo imitó. ¿Habrá llegado el momento de dejar de hacerle publicidad a estos profesionales del sadismo?

Empiezo por aplaudir la condena por parte de un musulmán moderado de los incalificables actos terroristas del viernes pasado. También quiero mostrar mi acuerdo con él en que Occidente tiene mucha culpa en lo que está pasando por transigir con un régimen como el Saudí que, basado en la interpretación wahabista del Corán, apoya y financia los movimientos radicales. Pero a partir de ahí discrepo en casi todo. Es cierto que hay muchos musulmanes y escuelas coránicas que hacen una interpretación no violenta del islam. Pero eso no quiere decir que el islam, como religión sea una religión pacífica. Ni la doctrina escrita en su supuesto libro eterno, ni la conducta del profeta avalan esa pretensión.

Ciertamente, en toda religión hay fanáticos y violentos que en nombre de la misma pueden cometer atrocidades. Los ha habido entre los cristianos, entre los judíos y también entre los musulmanes. Pero el hecho de que los haya no descalifica a una religión. Es algo desgraciadamente inevitable, dada la naturaleza humana en su peor versión. Aunque la discusión no debe centrarse en argumentos cuantitativos, tampoco estos son despreciables. No existe la más mínima duda de que en términos cualitativos, los fanáticos islamistas ganan por goleada a los de cualquier otra religión a lo largo de la historia. Pero, como acabo de decir, ese argumento, sin ser despreciable, tiene escasa relevancia. Para ver la capacidad de producir fanáticos violentos de una religión hay que remontarse a las enseñanzas de su fundador, tanto en su palabra escrita como en el testimonio de su vida. Dejaré fuera de la polémica al judaísmo.

Aunque no se trata de comparar qué religión es más o menos sana, lo que resulta indudable es que el cristianismo, a la luz de las enseñanzas y modo de vida de su fundador, está “condenada” a mejorar y a aislar a los fanáticos. Ningún fanático cristiano, sea cual sea su grado de violencia, puede mantener que los orígenes fundacionales del cristianismo le autorizan a usar la violencia. No hay una sola línea en el Nuevo Testamento ni en la vida de Jesús que pueda justificarle. Y aunque el cristianismo hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que sí hay textos extremadamente violentos, las primeras palabras de Jesús al empezar su vida pública, en el sermón de la montaña, son para desmarcar su doctrina de lo que de violento haya en ese Antiguo Testamento: “Habéis oído decir… (y normalmente los puntos suspensivos incluían algún pasaje del AT que justificaba la violencia y el odio) … pero yo os digo… (y a continuación viene una doctrina de perdón, de amor y de paz). Así pues, el cristianismo, en su aspecto fundacional no puede ser germen de violencia, a pesar de que ésta anida en el corazón de muchos cristianos, como en el de cualquier hombre.

La situación es radicalmente opuesta con el islam. Tanto el texto del Corán como, sobre todo, la conducta del profeta, son una incitación a la violencia. En el Corán hay, ciertamente, páginas que hablan de paz, pero al mismo tiempo, y en cantidades y grados enormemente mayores, se encuentran numerosos textos cargados de violencia. Y el profeta sancionó con su vida comportamientos de extrema violencia e inmoralidad: pasó a cuchillo a una tribu judía de medina y expulsó a otras dos, usó el poder político para ello, salteó caravanas y se adueñó del botín, inició una guerra de conquista para implantar la fe por la fuerza en Muta, ciudad del imperio bizantino, amén de practicar el estupro con una niña de nueve años o de casarse con la esposa repudiada de su hijo adoptivo.

Por tanto, si he dicho que el cristianismo está “condenado” por la doctrina y el comportamiento de Jesús a aislar a los fanáticos violentos, el islam está condenado (y esta vez sin comillas) a hacer brotar en su seno de forma continuada, movimientos salafistas radicales y violentos. Conviene recordar que la palabra salafismo, que se identifica con grupos de extrema violencia fanática, viene de la palabra “salaf” que designa al profeta y a sus discípulos, en especial los cuatro primeros califas que siguieron al pie de la letra la conducta aprendida de su maestro, es decir, a la flor y nata del islam.

Sólo hay una forma de que los musulmanes moderados puedan decir que practican una religión de paz. Tendrían que denunciar y abominar de la conducta de Mahoma y desechar, declarándolas falsas y despreciables todas las páginas del Corán en las que se predica la violencia religiosa. Lo que ocurre es que si hiciesen esto, la religión que saldría del proceso, ya no sería el islam. Tal vez fuese una buena noticia el nacimiento de esta nueva religión para la que habría que buscar un nuevo nombre. Pero, por supuesto, esa nueva religión no nacería sin una inmensa cantidad de mártires. Algo de esto suena en el cristianismo.

Así que el día que eso ocurra diré que hay musulmanes moderados que, asqueados del islam, han fundado una religión de paz y concordia. Pero, lo siento, no veo posible nada parecido a esto en el futuro.

Comento ahora las tres breves observaciones en relación con el viernes negro con que acaba el artículo.

Es evidente que las bestialidades cometidas en Siria por el régimen de Asad y más tarde por Daesh y otros extremistas, no se iban a quedar limitadas a Siria. Pero es que esto ha ocurrido siempre, desde el inicio del islam. Y en el lapso de mi vida, podría citar sin esfuerzo bastantes ocasiones en las que esa extrema violencia y bestialidad (en el sentido etimológico de la palabra) se ha llevado a cabo a lo ancho y largo de todo el mundo. Que Siria en particular y el islam en general se ha convertido en un cáncer es algo más que evidente. Lo que me gustaría preguntar al autor es que entiende él por actuar en consecuencia.

También es evidente que quienes quieren hacer fracasar el experimento tunecino para que no sirva de precedente están golpeando donde más duele… ¿Va a permitir la UE que se salgan con la suya en el vecindario? Mucho me temo que la UE no va a hacer nada para impedirlo. Pero me gustaría saber qué medidas propone el autor para que sean tomadas por la UE.


El tratamiento mediático en Occidente de las atrocidades de Daesh. La repetida difusión de imágenes de decapitaciones está teniendo un efecto imitación. […] ¿Habrá llegado el momento de dejar de hacerle publicidad a estos profesionales del sadismo? Pues la verdad, no lo sé. Pero lo que ocurre es que en el conjunto de aspectos que dan forma a una sociedad libre, está la libertad de expresión. Creo que deberían evitarse las imágenes más descarnadamente sensacionalistas y truculentas, pero eso deberá hacerse desde la libertad y no desde la censura. Por otro lado, creo que los ciudadanos occidentales tenemos el derecho a estar puntualmente informados de lo que pasa. ¿Debería intentarse hacer que viviéramos en el limbo escondiendo la cabeza debajo del ala como los avestruces? Me niego en redondo a semejante cosa.

2 comentarios:

  1. se que no es la intención de tu texto ni mucho menos, pero creo que al menos hay un texto del Evangelio que, lastimosamente, si se ha usado con pretextos violentos, y OJO; producto de malas interpretaciones, no digo que sea ni el nucleo del cristianismo, como en el islam, ni que la intención del texto evangélico sea ese. Pero de que hay cada loco que quiere tomar lo que le interesa, los hay. Me refiero a Mt 10,34.

    Y de ahi a interpretaciones muy torcidas tambien de textos del Apocalipsis, tambien se puede sacar jugo para tonterias, de nuevo, mal interpretadas. Y como bien has dicho, el resto del nucleo cristiano, casi podria decirse que esta diseñado para aislar a los dichos fanáticos.

    saludos!

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  2. Hola Javier Novoa (Stich), soy Tomás. Gracias por tu interesante comentario.

    Cierto, ese pasaje de Mateo (que también aparece en Lucas) es interpretado torticeramente por algunos como una incitación a la violencia. Pero no hay tal. Lo que les está diciendo Jesús a sus discípulos es que a ellos les perseguirán en su propia familia por seguirle a Él. De ninguna manera que ellos persiguiesen a nadie. Y es exactamente eso lo que pasó. En las persecuciones se daban gran cantidad de casos en que los padres, hijos o hermanos paganos, denunciaban a sus hijos, padres o hermanos cristianos. Pero no al revés. Eso les estaba anunciando Cristo.

    En cuanto al apocalipsis, que es un libro de muy difícil interpretación lo que viene es a recomendar pacienca a los cristianos en las persecuciones (parece que stá escrito durante la persecución de Domiciano) porque la victora final será de Dios y todas las fuerzas del mal serán aniquiladas por Dios. Se more como se mire, no invita a que los cristianos se tomen la justicia por su mano.

    Pero, claro, siempre ha interpretaciones torticeras para todo.

    Un abrazo.

    Tomás

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