25 de abril de 2020

Salir del mundo un rato para mover el universo





En este vídeo entre el minuto 1 y el 2 con 15 segundos, Albert Espinosa dice algo muy profundo. Nos cuenta cómo su padre le decía que, de vez en cuando, debía parar el mundo. Parar el mundo era salirse de él un rato para conversar con una sola persona. Si lo hacía así, al volver al mundo, el universo le premiaría, porque los que mueven el mundo son los que lo paran. ¡Qué cierto es! Yo procuro todos los días salirme del mundo para pararlo, hablando con una sola persona, que es la que rige el Universo. Para hablar con Dios. No, para hablar no, simplemente para ponerme delante de la presencia, no de una fuerza anónima, abstracta o ciega, sino de una Persona a la que le importo y que ha creado este universo por amor y para que yo pueda existir en él y pagarle amor con amor. Y, cuando vuelvo, sé que Él, por haberme salido del mundo para estar con Él, ha movido un milímetro el universo en la dirección correcta. Sólo un milímetro. Ese es mi premio. El premio no es satisfacer mis deseos. Pero, qué pasaría si 7.000 millones de personas aportasen su milímetro cada día. Hace tiempo leí una frase que decía: “Da cada día un paso en la dirección correcta y estarás marcando el rumbo a la humanidad”. Pues ese es mi paso cada día. No puedo darlo por 7.000 millones de personas. Sólo puedo darlo por mí. Pero lo que puedo hacer, lo hago.

En otro orden de cosas. Ayer, en 13TV difundieron el testimonio de la madre Verónica, la abadesa y fundadora del Instituto Iesu Communio, acerca del coronavirus. Esta mujer, y sus hijas espirituales, como tantas otras personas que dedican su vida a la oración contemplativa, sí que dan muchos pasos cada día en la dirección correcta y mueven el mundo.


19 de abril de 2020

Coronavirus: Dentro de poco empezará la danza. ¿Tendremos listo el carnet de baile?


Hoy han pasado 4 días desde el último análisis de la epidemia que os mandé. Tocaba, por tanto, hacer un folow up. Pero ocurre que es imposible hacerlo. Cada día se hace un número de test diferente, aunque no se sabe cuántos ni de qué tipo. Esto falsea los datos de contagios, ya que a más tests, mayor es el dato de personas contagiadas. Esto hace que los datos no sean comparables con los del pasado, ni de un día respecto al siguiente o el anterior. En estas condiciones, es imposible hacer nada que tenga el menor sentido. He hablado con un amigo mío, físico y matemático y me dice que la Asociación Española de Matemáticos está protestando ante las instancias que puede para pedir consistencia en los datos y que no saben cómo hacer para que la serie sea coherente. Por otro lado, lo de los muertos es otra coña. Según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), a través de su estudio MoMo, sobre el análisis estadístico de la mortandad por cualquier causa, dice que entre el 17 de Marzo y el 14 de Abril, ha habido ha habido 21.882 muertos más de los que se pueden estimar estadísticamente que debería haber en circunstancias normales. Dado que los muertos reconocidos por el coronavirus entre esas dos fechas son de 17.913, esto indica que hay un 22% más de muertos que los reportados entre esas dos fechas (La cifra de 21.882 puede verse en documento adjunto que procede de la web del ISCIII).

Pero como lo probable es que este porcentaje tampoco sea consistente en el tiempo, tampoco resulta posible corregir el número de muertos para hacer una serie comparable. Así que, ante este caos, me he planteado dejar de hacer mis análisis. ¿Para qué gastar tiempo inútilmente?


Lo que sí he hecho es un análisis de la manera sensata de salir paulatinamente del confinamiento:

Dentro de poco empezará la danza. ¿Tendremos listo el carnet de baile?


El título de estas páginas es largo y necesita muchas aclaraciones. Eso espero hacer con lo que sigue.

Una de las mejores cosas que he leído sobre la dinámica de esta pandemia del coronavirus y la forma de controlarla es un estudio que se llama “El martillo y la danza”. Para el que quiera leerlo entero, ahí va el link a la traducción al español del mismo, ya que el original está escrito en inglés:


Al que prefiera leer el original inglés, seguro que no le cuesta nada encontrarlo ayudado por san Google.

Su autor, Tomás Pueyo, es un ingeniero español radicado en Silicon Valley y este estudio es la continuación de otro. Básicamente, y con riesgo de caer en el simplismo, el estudio divide la lucha contra el coronavirus en dos fases a las que llama el martillo y la danza. El martillo es la herramienta que hay que aplicar cuando la epidemia ha cogido desprevenido a un país, que es lo que ha venido a pasar, en mayor o menor grado, con un mayor o menor grado de culpabilidad, en casi todos los países. La excepción, tal vez la única, ha sido Corea del Sur. Y es la excepción porque desde muy pronto, desde antes de verse desbordado, ha pasado a la danza, evitando así pasar por el martillo.

Efectivamente, si un país está desprevenido, normalmente se da cuenta de lo que se le viene encima cuando ya tiene su sistema sanitario desbordado. Pero para entonces, ya es tarde. Si no quiere llegar a mortandades sobrecogedoras tiene que aplicar el martillo. Cuando digo mortandades sobrecogedoras, el estudio no se refiere sólo a las muertes producidas por el propio coronavirus, sino también a las muertes por otras enfermedades que se podrían evitar –las muertes– con un sistema sanitario no colapsado, pero que se producen debido a ese colapso. El martillo son las durísimas medidas de confinamiento que han tenido que adoptar estos países, de una manera más o menos reluctante. Medidas que tienen un impacto durísimo en la economía, pero que han llegado a ser inevitables. El aspecto clave de la lucha con la enfermedad es el llamado “número reproductivo básico” o más coloquialmente, tasa de contagio, llamada R0. R0 es el número de personas que son contagiadas por cada persona que ya ha contraído la enfermedad. Cuando R0 es mayor que 1, la pandemia crece exponencialmente, tanto más rápidamente cuanto mayor sea. Pero si es menor que 1, entonces, la pandemia se empieza a atenuar, tanto más rápidamente cuanto menor sea R0. Pues bien, salvo Corea del Sur y, tal vez, algún otro país clarividente, todos los demás, cuando se han empezado a ocupar de la pandemia, tenían ya una R0 muy alta y eso llevó inmediatamente al colapso de su sistema sanitario. En España, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) se ocupa, creo que tan seria como infructuosamente, de medir ese R0. El 16 de Abril R0 para el conjunto de España era de 0,91. A finales de Febrero era 8!!!. Bajó a aproximadamente a 2 durante los primeros días de Marzo, hasta la nefasta manifestación del 8-M que disparó esta variable hasta más o menos 4. A partir del confinamiento, y hasta el día 14 de Abril, R0 bajó hasta aproximadamente 0,75 para repuntar ligeramente y estar en 0,91 en la última fecha disponible, el 16 de Abril. No obstante, la medición de esta variable por el ISCIII es muy poco fiable, porque por muy bien que lo pueda hacer técnicamente el ISCIII, se basa en datos oficiales y estos, hoy por hoy, tienen una fiabilidad muy baja[1].

En el link adjunto pueden verse los datos que, sobre el valor de R0, publica el ISCIII en su página web, en forma de gráfico[2], a nivel nacional y por CCAA:


Para verlo hay que bajar hasta la parte más baja de la página. Pues bien, volvamos al martillo. Ya se ha visto que cuando se tiene una R0 alta, no hay otra solución que el martillo del confinamiento para rebajarla. Los países con alta R0 que se han negado en principio al confinamiento, han tenido que rectificar rápidamente. Según el artículo de “El martillo y la danza”, mantener el confinamiento hasta dejar a un nivel muy bajo de R0, tendría un coste para la economía totalmente inasumible[3]. Por lo tanto, a partir de una determinada R0 no muy inferior a 1, hay que empezar a relajar el confinamiento, para no asfixiar a la economía. El autor del estudio cifra esta R0 en 0,85, sin justificar, hasta donde yo he podido entender, esta cifra. Evidentemente, con un R0=0, la enfermedad se acabaría muy pronto, pero llevarlo a 0 requeriría mucho tiempo de paralización y crearía una recesión sin precedentes en la historia. Pero levantar el confinamiento indiscriminadamente con una R0 de 0,91, a lo que ya hemos llegado, según parece, crearía un riesgo enorme de que se produjese un rebrote y hubiese que volver a la casilla de salida, lo que también produciría una recesión nunca vista. Así pues, ese 0,85 surge, si no he entendido mal de un equilibrio, un trrade-off entre estos dos extremos. No veo ninguna razón que haga inaceptable esta R0 de 0,85.

A partir de esa R0, empieza la danza. El nombre de la danza puede parecer un signo de alegría. No es ese el sentido que le da el autor. A lo que se refiere, es a la danza entre la relajación de las medidas de aislamiento y el R0. Y no hay ningún precedente para saber cómo se baila bien esta danza. Pero lo que sí es evidente es que es necesario ser capaces de tomar dos tipos de medidas:

1.    1.  Medidas que hagan que, para una medida de relajación determinada, el efecto de ésta en la R0 sea el menor posible.
2.     2, Medidas que, una vez establecidas las de tipo 1, nos permitan saber en tiempo real el efecto en la R0 produce la relajación permitida.

A su vez, estas medidas de tipo 2 ayudarán a descartar, mejorar o diseñar nuevas medidas de tipo 1 más eficientes.

Si esta danza se baila bien, pasaremos una temporada más o menos larga con un R0 de 0,85, compatible con una actividad económica cada vez más normalizada, hasta que desaparezca la enfermedad. Es importante ver que, aunque la R0 no baje nunca de 0,85, la enfermedad acabará por desaparecer. Lo podemos ver en el siguiente cuadro:

Ciclo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Nº de casos nuevos 100
85
72
61
52
44
38
32
27
23
20

Es decir, con un R0 de 0,85 y partiendo de 100 casos, el número de nuevos infectados iría disminuyendo y, si la suma de los curados y, desgraciadamente, de los muertos, supera el número de nuevos infectados, esto haría que el número de caos disminuyese. Tendríamos que coexistir durante bastante tiempo con la enfermedad, pero, si se hace bien, en el periodo de danza, ésta no interferiría con la actividad económica ni colapsaría el sistema sanitario, con lo que la tasa de mortandad bajaría notablemente. Si en vez de 0,85 se empezase la danza con 0,7, por ejemplo, es obvio que se acabaría antes con la enfermedad, pero se tardaría mucho más tiempo de confinamiento para llegar a R0=0,7 que a R0=0,85 y ese retraso en empezar la danza sería terrible para la economía.

Ahora, ¿qué herramientas son necesarias para poder llevar a cabo los tipos de medidas 1 y 2 comentados más arriba? Básicamente, dos herramientas: Test masivos y dispositivos electrónicos y Apps.

Creo que conviene aclarar los diferentes tipos de test y su utilidad.

Hay cuatro tipos de test.

1º: el test PCR de material genético. Este test descubre la presencia del virus a través de la detección de su material genético. Es fiable al 100%, pero necesita unos medios clínicos y profesionales complejos y tarda varias horas en dar resultados. Parce que no es útil para hacerlo de forma masiva por muy útil que sea en su uso clínico.
2º: El test de antígenos. Este test detecta, precisamente, la corona que da nombre al virus. Los elementos de esa corona son lo que se llaman antígenos, que son los que ponen en marcha al sistema inmunitario. Este test detecta la presencia del virus. La muestra se obtiene con un bastoncillo que se mete por la nariz, es fácil de hacer y da resultados casi instantáneamente. Es decir, se puede hacer masivamente, en cualquier sitio: en la calle, en una gasolinera, en una tienda, a la entrada del lugar de trabajo, etc. Pero es imposible evitar los falsos negativos. Los test de antígenos de baja calidad aciertan en un 40% de los casos y los de buena calidad en un 80%, pero siempre existe la posibilidad del falso negativo, lo que los hace arriesgados.
3º y 4º: Los test de anticuerpos. Estos test detectan la presencia de anticuerpos generados por el sistema inmunitario en respuesta a los antígenos del virus. Se tienen que hacer sobre una pequeña muestra de sangre, pero basta con un pinchazo en el dedo, como ocurre con los test de farmacia para medir el ácido úrico. O sea, no hay que hacer extracción de sangre. Se pueden hacer masivamente, pero siempre en una farmacia o un ambulatorio. Son fiables, para detectar esta reacción del sistema inmunitario, pero si se tiene el virus desde hace menos de 5 días, el sistema inmunitario no ha tenido tiempo de reaccionar y da negativo. No es un falso negativo en el sentido de que no está viendo si se tiene el virus o no, sino si el sistema inmunitario ha reaccionado o no. El 3º detecta los anticuerpos llamados IgM. Como se ha dicho aparecen a los 5 días de la infección y no desaparecen hasta poco después de que se haya eliminado el virus. Por tanto si aparecen estos anticuerpos, es muy probable que se tenga todavía el virus y se pueda, por tanto, contagiarlo. El 4º detecta los anticuerpos llamados IgG. Éstos aparecen después de que se haya eliminado el virus y se mantienen durante mucho tiempo. Son los que confieren inmunidad.

Por supuesto, está también la toma de temperatura, pero este test es muy poco útil. Se puede tener la temperatura normal y, o bien porque todavía no han aparecido los síntomas o bien porque se trate de una persona asintomática, estar infectado. Pero, además, pueden dar positivo porque se tenga fiebre por cualquier otro motivo y no tener el virus ni ser síntoma del coronavirus. Así que, aunque es muy fácil de hacer e inmediato, sólo sirve para un primer filtrado demasiado rudimentario.

Una combinación del 2º, 3º y 4º pueden ser una herramienta eficaz para implementar las medidas 1 y 2 comentadas más arriba. Si se da positivo en el 2º, la persona tiene que estar recluida, pero si da negativo, todavía hay dudas, porque podría ser un falso negativo. Además, aunque realmente fuese negativo, sería susceptible de contagiarse. Pero si el 3º y el 4º dan negativo y positivo respectivamente (-/+), es señal inequívoca de que esa persona ha eliminado el virus, ha vencido a la enfermedad y está inmunizado. Por tanto, esa persona puede hacer una vida totalmente normal, con independencia de en qué fase de la danza se esté con carácter general. Resultados +/+ o -/-, querría decir que la persona todavía no está lista para reincorporarse al 100% a la vida normal. En el primer caso (+/+), sería cuestión de días hasta que, ya inmunizado, haya desaparecido el virus y se convierta en -/+. En el segundo caso (-/-), la persona o no se ha contagiado o podría estar contagiado y no haber generado todavía anticuerpos. En ambos casos, debería seguir confinado.

La segunda herramienta es la de que voluntariamente, el que se haga por su cuenta los test 3º y 4º y dé -/+ pueda llevar esto en su móvil o en otro soporte para acreditar su movilidad. Mientras esto sea así, voluntario y bajo control exclusivo del ciudadano, esto no es peligroso para el control de la privacidad y las libertades individuales por parte del gobierno. Otras maneras de utilizar la información de resultados de los test, sí que podrían entrañar un serio peligro para las libertades individuales y la privacidad y, por tanto, creo que deben ser evitados, salvo para controles en puntos concretos, anónimos, que no queden registrados en ningún sitio o únicamente en un documento de uso exclusivo del portador, y que sirvan únicamente como filtros pasa-no pasa a determinados centros de trabajo u otros lugares en función de la fase de la danza en la que nos encontremos. Pero el tema de la privacidad de los datos personales es algo mucho más amplio a lo que tal vez dedique unas líneas próximamente.

Son muchas las variantes que puede adquirir la danza y muchas las formas de aplicar las herramientas para ir diseñando las medidas de liberalización, combinadas, por supuesto, con medidas de higiene y protección (mascarillas, guantes, distancia, etc). Y no hay, hoy por hoy, un protocolo fiable. Habrá que ir funcionando por prueba y error. Pero para que los errores no sean garrafales habrá que ser capaz, con esas herramientas, de medir en tiempo real o casi la R0 y reaccionar en consecuencia. Será necesario un sistema de cooperación global para que cada país pueda ir aprendiendo de las experiencias de otros. Esto es lo que llamo el carnet de baile (este término es mío). Y estas páginas, en su título, se preguntaba: ¿Tendremos listo el carnet de baile en España? Y, a la vista del recorrido errático, distorsionado, opaco e incompetente que se está viendo hasta el momento, me temo que no. Pero, es un camino que hay que recorrer sí o sí, porque el confinamiento se tiene que acabar más pronto que tarde. Sin embargo, lo más terrible sería que por esa incompetencia mezclada con mala voluntad, se baile mal, haya un rebrote de la epidemia en España y tengamos que volver a la casilla de salida. Entonces, ni V ni U, una L terrible. Qué miedo le tengo a esta danza con el desastre que puede empezar a bailar este gobierno con un carnet de baile sin pies ni cabeza, desorientado y bailando con quien no se debe y como no se debe. ¡Recemos para que no se produzca el desastre!


[1] La baja fiabilidad no es debida a burda manipulación de los datos de base por parte del gobierno. Esos datos de base son elaborados por mucha gente cualificada, sanitarios, matemáticos, estadísticos, científicos, etc., todos con el ojo puesto en ellos, y es muy difícil que el gobierno los pueda cambiar. Lo que sin ninguna duda hace el gobierno con inmensa desfachatez es manipularlos en su presentación. Esta poca fiabilidad del dato fuente viene, fundamental, aunque no únicamente, de que el número de infectados registrados un día, depende de cuántos test se hayan hecho ese día, y con el caos y la incompetencia con la que está funcionando este gobierno, esto no lo sabe nadie, ni siquiera ellos.
[2] Dado que los gráficos están en escala logarítmica, su lectura a ojo es muy defectuosa. He intentado inútilmente buscar esos datos en una tabla numérica en lugar de en un gráfico, pero no lo he encontrado.
[3] Cuando hablo de coste para la economía no me refiero sólo a cosas como rebaja del PIB u otras variables estadísticas, me refiero a vidas. Una gravísima recesión económica tiene también un altísimo coste en vidas, aunque éstas sean anónimas y difíciles o imposibles de medir. Es decir, esta comparación no es de datos económicos con vidas humanas, sino de vidas con vidas.

15 de abril de 2020

Desarrollo del coronavirus: Buenas noticias, pero en cámara lenta



Hola. Ya han pasado 4 días desde mi último reporte. La cuestión se resume en el titular de este mail. Los datos siguen mejorando de forma consistente, pero bastante más despacio de lo que yo había esperado al principio. Si os acordáis, os dije que esperaba que la bajada del número de nuevos caos diarios fuese más rápida de lo ue había sido la subida, pero que iría ajustando esto con resultados empíricos. Pues bien, la bajada, sin estancarse, se hace más lenta cada día, lo que retrasa la resolución del problema. Como también dije en la ocasión anterior, es posible que esta mayor lentitud sea sólo aparente. Aunque a paso de tortuga, se hacen ahora más tests que hace un mes y, por tanto, el número de casos nuevos de hace un mes y de ahora no son comparables. Para hacerlos comparables habría que subir los de hace un mes, pero la verdad es que como no sé en qué medida, lo dejo como está, con esta salvedad. Pero lo importante: ahí van los gráficos para España, extrapolados según mis previsiones.



Como se ve, seguimos corriendo detrás del pico de casos activos. Es como la liebre en las carreras de galgos, siempre parece que la vamos a alcanzar, pero siempre está un poco más lejos. ¡Qué rollo!

Como consecuencia, el logro de metas ha empeorado:
Datos del día                                                       6-IV                       10-IV                          14-IV

El número de infectados netos
baja a la mitad del máximo el                            19-IV                       25-IV                           1-V        
El número de infectados netos
baja al 10% del máximo el                                   7-V                       18-V          no antes del 31 de                                                                                                                                        Mayo, en donde                                                                                                                                    acaban mis previsiones
El número de muertos diarios
baja de 100 el                                                      11-V                      19-V                              27-V
El número de muertos diarios
baja de 25 el                                                        25-V            no antes del 31 de Mayo,
                                                                                                            en donde acaban mis previsiones

Afortunadamente, no nos está ocurriendo como a Italia (a pesar de que estamos peor que ella en casos y muertes por millón de habitantes, como luego veremos). Italia se ha estancado de forma muy preocupante en su descenso de nuevos casos, como puede verse en el gráfico siguiente:



La diferencia con España es notable.

Y, cómo va la locomotora de la economía, EEUU. Pues también hay buenas noticias. Parece que el número de infectados diarios ha llegado claramente a su techo y parece haber iniciado el descenso, como se ve en el siguiente gráfico



Y, casi por último, ¿qué pasa con el mundo mundial? Pues las noticias son también buenas. El número de casos nuevos tiene toda la pinta de haberse estabilizado, aunque de ninguna manera puede asumirse que está descendiendo, y las muertes están bastante contenids, como se ve en la línea naranja del grádfico de la derecha. Pero, ante estas cifras hay que tener mucha precaución, porque en los países en vías de desarrollo los datos pueden tener muy poca fiabilidad y estar claramente subestimados.



Ahora sí, por último, ahí va el medallero en este triste concurso de contagios y muertes. Seguimos siendo el país con el dudoso honor de ganar el concurso. De coña cómo todos los medios presentan a EEUU como el país más desastroso en contagios. ¿Casualidad? ¿Manipulación? Sin miedo a ser calificado de paranoico, me inclino por lo segundo.

España
Italia
Francia
R. U.
EEUU
Alemania
Muertos por millón de hab.
390
348
241
178
79
42
Casos por millón de hab.
3723
2687
2195
1383
1855
1578

En fin, lo dicho: buenas noticias, pero en cámara lenta. Dentro de 4 días, más

13 de abril de 2020

Pero, realmente, ¿Cristo resucitó?


Creo que, en este Lunes de Pascua tan peculiar, en el que tal vez tengamos más tiempo de lo normal para pensar, merece la pena plantearse, a la luz de la razón, y sin pretender demostrar nada, si no es una estupidez creer en la "leyenda" de la resurrección de Cristo. Por eso recupero algo que ya publiqué en este blog hace años.

Este artículo sería innecesario, una vez descartada en el anterior la hipótesis de que los apóstoles se inventaran la resurrección de su maestro. Pero como la resurrección es el hecho central de nuestra fe, merece la pena, creo, aún a riesgo de ser redundante, incidir un poco más sobre el tema. En efecto, san Pablo nos dice: “Hermanos, si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe [...] si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más insensatos de los hombres”. Sin embargo, ni para san Pablo ni para los primeros cristianos ésta era una hipótesis real. Ellos, más de quinientos, habían visto a Cristo resucitado, le habían visto comer, le habían abrazado, uno de ellos había metido los dedos en las llagas de manos y pies y la mano en la herida de la lanza de su costado. Esa era, precisamente, la base de su predicación: proclamar a Cristo vivo y resucitado. Por eso san Pablo, al que Cristo se le había aparecido, vivo y glorioso, en el camino de Damasco, continúa: “Pero no, Cristo ha resucitado de entre los muertos como anticipo para quienes duermen el sueño de la muerte”[1]. Ya, vimos en el primer artículo de esta serie cómo, diecinueve siglos después, en el siglo racionalista y cientifista por excelencia, esa crítica racionalista negaba de plano la resurrección. Simplemente, y por principio, no podía ser verdad. Y al no poder ser verdad, los evangelios y todas las creencias cristianas, tampoco podían serlo. No sólo daban por buena la hipótesis que san Pablo planteaba tan sólo con intención retórica, sino que daban como respuesta cierta que Cristo no había resucitado. Como consecuencia, hoy día, muchos cristianos, protestantes en su mayoría, pero también algún católico, piensan la resurrección de Cristo es algo que debe tomarse, no en un sentido literal, sino como algo simbólico. Sin embargo, si el Dios todopoderoso y bueno existe, ¿por qué no iba a poder resucitar tras encarnarse y morir? Que ese Dios exista es algo que no se puede probar, pero a lo que dediqué una serie de entradas en este blog hace meses en donde mostré que era mucho más plausible y racional concluir que ese Dios existía que lo contrario.

Lo que viene a continuación no pretende demostrar la resurrección, que es un hecho indemostrable. Pretende tan sólo descartar algunas de las hipótesis que podrían plantearse para negar que ésta hubiese tenido lugar. Es imposible revisar todas las posibilidades del fraude que, según los que niegan la resurrección, debieron cometer los seguidores de Cristo. Sencillamente porque las posibilidades son demasiadas y, descartadas cien, la imaginación humana podría imaginar otras mil. La credibilidad de los apóstoles se basa en lo dicho en el artículo anterior. Por tanto, sin la más mínima pretensión de exhaustividad, comentaré algunas de las posibilidades de fraude más utilizadas, para mostrar que no son razonablemente plausibles.

Partimos de un sepulcro vacío. Efectivamente, la mañana del domingo de Pascua, en el sepulcro en el que habían depositado el cadáver de Jesús el viernes, no había nadie. Estaba vacío. Si no hubiese sido así, nada hubiese resultado más fácil a los dirigentes judíos para acallar el rumor de la resurrección del nazareno, que mostrar públicamente su cadáver colgándolo de nuevo en un madero en las puertas de Jerusalén. Si no lo hicieron era porque no había tal cadáver. Ahora bien, entonces, ¿qué había sido de él? Sólo hay una posibilidad. Los seguidores de Jesús lo habían robado durante la noche. Ahora bien, ¿cómo un grupo de hombres sin experiencia de armas podría haber robado el cuerpo de Jesús de un sepulcro custodiado por legionarios romanos? Parece totalmente inverosímil que semejante cosa pudiese ocurrir. Un pequeño piquete de legionarios era más que suficiente para mantener a raya a toda una muchedumbre de pescadores y aldeanos mal armados e inexpertos en las artes de la guerra. Además, en el caso de que lo hubiesen conseguido, no hubiera podido ser sin un escándalo descomunal y, desde luego, con bajas por ambas partes. Pero no hay una sola referencia a semejante cosa. Por si esto fuera poco, es seguro que, si los judíos temían el fraude del robo del cadáver, ellos mismos, la guardia del Templo, estuvieran acompañando a los legionarios. En cualquiera de las situaciones, el pueblo de Jerusalén se hubiese enterado esa misma noche del hurto y la credibilidad de los apóstoles, cuando al poco tiempo proclamasen la resurrección, sería nula. Pudiera ser que los legionarios que custodiaban el sepulcro y los judíos que les acompañaban se hubiesen dormido todos y que los seguidores de Jesús hubiesen aprovechado la ocasión para robar el cuerpo. Pero parece poco plausible que un grupo de personas, algunas de ellas con el máximo interés en mantenerse alerta –los judíos–, se quedasen dormidas o dejasen dormirse a los centinelas romanos. Hay que tener en cuenta, además, que dentro del ejército romano, la pena por quedarse dormido en una guardia era nada menos que la muerte, apaleado por sus propios compañeros de armas. No es de extrañar semejante pena, ya que quedarse dormido en una guardia, era poner en peligro la vida de todos. Y aunque en ese momento no hubiese guerra declarada entre Judea y Roma, los exaltados zelotas siempre estaban al acecho para infligir daño a los soldados del odiado ocupante (tal vez convenga recordar, para descartar la posible participación de los zalotas en el robo del cuerpo de Jesús, que éstos habían perdido toda esperanza de que Jesús fuese de alguna utilidad para su causa tras intentar coronarle rey y que él se escondiese). En cualquier caso, aún en el de una paz en calma, los hábitos necesarios en la guerra no pueden relajarse en una misión, aunque sea de paz. Jamás un legionario perdonaría a su compañero semejante fallo durante la paz, porque lo mismo podría ocurrirle en la guerra, situación en la que posiblemente se encontrasen en breve en cualquier otro lugar del imperio. Pero, además, el robo del cadáver no era como llevarse sigilosamente un guijarro suelto del terreno donde estaban los centinelas. No, suponía mover una pesada piedra, para lo que hacía falta un considerable esfuerzo y que, si se hacía, a buen seguro produciría un ruido muy grande, más que suficiente para despertar a los durmientes.

Hay, sin embargo una posibilidad de robo sigiloso. El sepulcro podía tener algún tipo de comunicación o de agujero por el que, de noche, se hubiesen colado algunos hombres para robar el cuerpo de Jesús y sacarlo por otro lado. Pero sabemos que el sepulcro estaba excavado en la roca viva de una cantera. Se sabe con exactitud milimétrica el lugar en el que éste se encontraba. Hago un pequeño circunloquio para contar por qué se sabe esto.

Cuando en el año 313, el emperador Constantino proclamó el edicto de tolerancia hacia los cristianos, su madre, Elena –más tarde santa Elena–, llena de celo religioso, fue a Tierra Santa. Lo primero que pregunta allí es dónde fue crucificado y sepultado el Señor. Inmediatamente, los cristianos, que habían resistido allí todas las persecuciones, le llevan sin un titubeo a un lugar preciso. Era una antigua cantera, situada a las afueras de Jerusalén, a occidente, junto a la puerta del camino que lleva hacia la costa. La cantera estaba fuera de uso desde unos siglos antes de Cristo. Se podía seguir su frente, retrocediendo a medida que se extraía de ella la piedra para construir. En la cantera, cuando estaba en uso, se había encontrado una gran roca de calidad inadecuada para la construcción y se la había dejado atrás, aislada, avanzando alrededor suyo. Tiempo después, tras dejar unos veinte metros atrás la roca, la cantera se abandonó. Los romanos aprovecharon esa roca, a las afueras de la ciudad, junto a una puerta muy transitada, para llevar en ella a cabo públicamente, para que sirviesen de escarmiento, las crucifixiones de los reos. Los judíos, a su vez, aprovecharon el frente de la cantera para excavar en ella sus sepulcros. José de Arimatea había comprado uno de esos sepulcros y se lo había cedido a Jesús. Pues bien, a ese sepulcro llevan sin la menor duda los cristianos del lugar a santa Elena. Tanto en la roca de la entrada de ese sepulcro, como dentro de él, había, grabados innumerables graffities con peces –el pez, IXTYS en griego, es el acrónimo de Jesús Cristo, de Dios Hijo y Salvador, y el primer signo distintivo usado por los cristianos– señalados con la fecha en la que fueron grabados. Las fechas más antiguas databan de mediados del siglo I. Es decir, los primeros cristianos, a pesar de todas las persecuciones, jugándose la vida, no dejaron ni un momento de venerar esos lugares. Por una vez, benditos sean los graffities. Después, Elena hizo construir allí una basílica. Para ello, desgraciadamente, destruyó la cantera, dejando únicamente el trozo de roca necesario para albergar el Santo Sepulcro. Dejó el Gólgota al aire libre, en un atrio, y construyó un mausoleo alrededor del sepulcro. Cuando en el año 636 los musulmanes conquistaron Tierra Santa, respetaron la basílica, cambiándole el culto, pues para ellos Jesús es un importante profeta, aunque no crean en su divinidad, ni en su muerte en cruz y resurrección. Sin embargo, en el 1009, Al Hakem, un sultán de Egipto, fanático chiíta de la secta de los fatimíes, conquistó Jerusalén y arrasó la basílica del Santo Sepulcro destruyendo también la roca que albergaba el sepulcro original. La historia le conoce como el Nerón egipcio. Pero ya la arqueología había dado cuenta y la historia registrado el lugar exacto en el que el sepulcro se encontraba y su huella fue, desde entonces, imborrable. Los cruzados tras reconquistar Jerusalén, construyeron la actual iglesia del Santo Sepulcro, dando en ella un lugar de preferencia al Gólgota y al Sepulcro.

¿Cómo, en un sepulcro excavado en la dura roca pudo hacerse, en menos de dos días –de la tarde del viernes a la mañana del domingo–, un túnel para robar el cadáver? ¿Por dónde empezaron a construirlo si había vigilancia en el sepulcro? ¿Cómo podrían haberlo hecho en silencio y sin despertar las sospechas de los guardianes? ¿Cómo sacaron el cadáver por un sepulcro situado, como mucho a unos metros del del ajusticiado? Pero, si lo hubiesen conseguido, ese agujero hubiese seguido ahí hasta el año 1009 –porque sería imposible camuflarlo con ningún material de construcción– y ni los romanos no convertidos, entre ellos el emperador Juliano el Apóstata, posterior a Constantino ni, desde luego, los musulmanes lo hubieran pasado por alto y silenciado.

Pero supongamos por un momento que los apóstoles hubieran conseguido la proeza de robar el cuerpo. Al día siguiente, los sumos sacerdotes, ayudados por los romanos burlados, hubiesen buscado a los discípulos y, bajo tortura, les hubiesen hecho confesar dónde habían puesto el cuerpo y una vez reencontrado, lo habrían expuesto públicamente. Podría pensarse que los apóstoles hubiesen soportado la tortura. Pero, en ese caso, los primeros “mártires” cristianos datarían del domingo de Pascua y no de unos años más tarde, con la sangre del protomártir san Esteban, lapidado por el mismísimo Pablo en las puertas de Jerusalén poco antes de su conversión. Pero, ¿tendría sentido que varios cientos de personas –san Pablo nos dice que en sus apariciones como resucitado, Jesús se apareció a más de quinientos hermanos a la vez– hubiesen aguantado la tortura por una mentira? No, no hubo ni detenciones ni torturas. Y el mero hecho de que no las hubiera, indica que judíos y romanos sabían que era inútil llevarlas a cabo, pues nadie podría decirles dónde estaba el cuerpo, puesto que no lo habían robado. Puede que no creyesen en la resurrección, pero sabían que el cadáver no había sido robado. Supongo que se preguntarían, durante toda su vida, qué demonios había pasado esa noche.

Otra posibilidad aducida por los incrédulos es que, lo mismo que José de Arimatea convenció a Pilatos para que le permitiese enterrar el cuerpo de Jesús, pudo convencerle de que le dejase robarlo. Pudo, incluso –dicen–, sobornarlo. Pero tampoco esta hipótesis se tiene de pie. Desde que los romanos dieran a Antípatro, el padre de Herodes el Grande, el poder delegado en Palestina, por sus servicios prestados contra los partos, el peso político de su familia en Roma, era imponente. Es cierto que el Herodes que reinaba en Galilea en tiempos de la muerte de Jesús, Herodes Antipas, nieto de Antípatro, había perdido parte de su poder político en la zona, pero había, en cambio, ganado poder de tráfico de influencias diplomáticas en la misma Roma, donde hasta la emperatriz era defensora de los judíos. Y ese poder de influencia se basaba, en parte, en el mantenimiento del difícil equilibrio entre las diferentes sectas judías –fariseos, saduceos, zelotas, esenios, etc– y Roma. El mismo Herodes, por ser de origen idumeo y muy romanizado, no era, ciertamente, muy querido por ninguna de las sectas judías, por lo que mantener ese equilibrio le resultaba muy difícil. Tres días antes de la resurrección le había pasado la patata caliente de Jesús a Pilatos. Pilatos acabó condenando a Cristo por miedo a que los judíos, que pedían su muerte con tanta vehemencia, protestaran contra él ante el César. Sería difícil de comprender que dos días después de esa condena, cediese a ninguna presión para que los cristianos se adueñasen el cuerpo de Jesús para decir que había resucitado, máxime si se enteraban los judíos, como, con toda seguridad harían. Por despecho ante el sapo que le habían hecho tragar se atrevió a dos tímidos gestos. El primero, poner en la cruz del condenado el título de Jesús Nazareno, Rey de los Judíos que tanto molestó al Sanedrín. Si alguien le acusase por eso de antirromano, podría decir que su fidelidad a Roma le había llevado a crucificar al sedicente rey de los judíos y que ese cartel era una advertencia de lo que podría pasarle a quién le imitase. El segundo gesto de su despecho fue conceder el cuerpo de Jesús a José de Arimatea. Pero es de una lógica aplastante pensar que, bajo ningún concepto quería que ese gesto pudiese volverse contra él si los seguidores de Jesús robaban su cuerpo. De hecho, además de conceder una guardia al Sanedrín, hizo sellar la piedra, señal de que ese sepulcro estaba bajo la protección de Roma. Si después hubiese dejado a los cristianos robar impunemente el cuerpo de su maestro, se hubiese buscado conscientemente la ruina. De hecho, la misteriosa desaparición del cuerpo de Jesús, con la que de ninguna manera contaba, posiblemente fue lo que le costó el puesto, su carrera política y un duro destierro hasta su muerte, condenado al ostracismo en la zona más inhóspita de la Galia. Es más que dudoso que se hubiese prestado voluntariamente a correr ese riesgo. Desde luego, él no contaba con la resurrección y no creía correr el más mínimo riesgo de perder el cadáver del ajusticiado. Supongo que, durante su largo destierro, se preguntaría mil veces cómo demonios podría haber desaparecido como por arte de magia el cuerpo del reo muerto.

Por último y para acabar con esta relación no exhaustiva de hipótesis, los incrédulos aducen que el domingo de Pascua nadie abrió el sepulcro y que los seguidores de Jesús esperaron astutamente unos meses, hasta que las aguas se calmaron y volvieron a su cauce para, digamos, en el otoño siguiente, robar tranquilamente el cuerpo y propagar entonces el mito de la resurrección. Pero, los judíos sabían que Cristo había anunciado que resucitaría al tercer día. No se habían tomado tantas molestias –el juicio irregular de madrugada, la presencia en la casa de Pilatos a primera hora con riesgo de incurrir en impureza en la fiesta de Pascua, el reconocimiento público de que no tenían más rey que el César, el tumulto para pedir la crucifixión del nazareno, la liberación del asesino Barrabás, su presencia en el calvario, también a riesgo de impureza, para vigilar la crucifixión de principio a fin, etc.– para que se les escapase la presa en el último momento. No parece que quepa duda de que el mismo domingo, el Sanedrín en pleno iba a abrir el sepulcro, en la presencia de los romanos, de todo el pueblo de Jerusalén y de la multitud de judíos que estaban en allí procedentes de Galilea y de toda la diáspora, para enseñar a todo el mundo el cadáver, hediondo y ya medio putrefacto, del impostor. No pudieron hacerlo porque Cristo se les adelantó. Si los cristianos hubiesen tenido el estúpido plan de robar el cadáver meses más tarde, se hubiesen visto humillados, como era su propósito, por los jefes de los judíos. Eso era, precisamente, lo que esperaban los apesadumbrados discípulos de Cristo, algunos de los cuales se largaron de Jerusalén para no ver ese triste espectáculo y el resto se encerraron en el cenáculo porque no podían enterrarse bajo diez metros de tierra. Por eso, su tristeza se transformó en alegría a medida que se iban enterando e iban creyendo, no sin gran dificultad, en la noticia de la resurrección de Jesús.

Sería imposible, como he comentado al principio de este artículo, describir todas las posibilidades que a la imaginación humana se le podrían ocurrir como posibles formas de eludir la resurrección. Pero, posiblemente, todas serían falseables con un poco de lógica, sentido común y visión histórica. De hecho me imagino a Anás, Caifás, Pilatos y tantos más –los incrédulos de los siglos XIX, XX y XXI incluidos– preguntándose, durante toda la vida, cómo pudo haber desaparecido el cuerpo. O dejándoselo de preguntar porque una y otra vez se topaban con la resurrección que la mala voluntad de unos o el racionalismo de otros, les impedía aceptar.

Por mi parte lo tengo claro: El Dios bueno y todopoderosos, cuya existencia es más que razonable deducir, tras hacerse anunciar durante siglos por los profetas de Israel, decidió, por puro amor, encarnarse en María, la Virgen, para nuestra salvación. Hecho hombre sufrió como nosotros –mucho más que cualquiera de nosotros–, fue torturado y muerto. Pero las puertas de la muerte no podían retener al autor de la vida y, al tercer día, resucitó, venciendo a la muerte, como las escrituras y él mismo habían anunciado, como anticipo para todos los que estamos condenados a morir por causa del pecado. Esta es la Buena Noticia que hoy, como en el domingo de Pascua, proclamamos los cristianos. Esto es lo que me dice la fe, esto es lo que han testificado con su vida los cristianos desde la misma mañana de Pascua y es esto lo que el sentido común y la lógica me indican. No puedo probarlo mediante una demostración matemática. Parece que el Dios que nos ha hecho libres no quiere que haya una tal demostración que nos obligue a creer. El que no lo vea así, que imite a los miembros del Sanedrín o a Pilatos o que simplemente se aferre al “no puede ser porque no puede ser” de los racionalistas y se pase la vida pensando en círculos sobre la resurrección o tire la toalla.


[1] Cfr. 1 Corintios 15, 17-19.

11 de abril de 2020

Las perspctivas sobre la evolución del coronavirus son menos buenas que hace 4 días


Cada cuatro días, que es el plazo al que hago el promedio móvil de los nuevos casos de infección, os mandaré el aspecto que tiene, según mis cálculos, la evolución del coronavirus. Y, efectivamente, desde hace cuatro días las noticias, sin ser malas, han empeorado. Si os acordáis, y si no os lo recuerdo, para las predicciones, había supuesto que la bajada de los nuevos casos diarios se iba a producir más deprisa de lo qu se había producido la subida. Pero dije que iba a actualizar empíricamente sí esta diferencia de velocidad de bajada respecto a la de subida se producía y en qué medida. Pues bien, no se produce. Al revés, la bajada es, más o menos, un 20% más lenta que la subida, como puede verse en los gráficos que os pongo más abajo. Además, os pongo no sólo los gráficos del pasado sino que los presento junto con los gráficos previstos. Ahí van y, sobre ellos, comentaré algunas cosas.

La línea roja es ayer. De ella a la izquierda es el pasado. Hacia la derecha son mis previsiones. El día de ayer, es decir, el 9 de Abril es el día 48 en el gráfico.

En mis predicciones de hace 4 días, si las recordáis, y si no os las recuerdo, dije que mañana, por el miércoles, iban a empezar a bajar los infectados netos. Sin embargo, ahora, sábado, os digo otra vez que empezarán a descender mañana. Esto se parece a lo de “Juan ayunará mañana”. En general las cosas han empeorado:

                                                                                              Previsión del martes         Previsión de hoy
El número de infectados netos baja a la mitad del máximo el          19-IV                           25-IV
El número de infectados netos bajará al 10% del máximo el             7-V                             18-V
El número de muertos diarios bajará de 100 el                                 11-V                             19-V
El número de muertos diarios bajará de 25 el                                                 no antes del 31 de Mayo en donde acaban mis prevsiones

Esto no quiere decir que haya que esperar hasta mediados o finales de mayo para acabar con el confinamiento. Es posible que se pueda acabar antes, pero de una forma paulatina. Será verdaderamente crítico ver cómo se hace esto. Pero la herramienta necesaria, aunque no suficiente para ello será la posibilidad de hacer tests masivos de forma aleatoria a una gran muestra de la población. Y eso está todavía en pañales. Ya hablaré de esa relajación del confinamiento en su momento.

La causa de este empeoramiento está, como os he dicho entes, en que al ajustar empíricamente los parámetros, la bajada de los nuevos infectados diarios, ésta ha resultado ser más lenta de lo que fue la subida, en vez de resultar ser más rápida, como había supuesto erróneamente. Sin embargo, esto puede ser sólo algo aparente, no real, porque al haberse aumentado el número de tests, aunque aún estén lejos de lo que deba ser, la detección de nuevos infectados aumenta y los datos de hace unas semanas y de ahora, pueden no se rcomparables. Si miramos a Italia, si es que debemos repetir el camino de Italia, parece haberse establecido una meseta en mitad de la curva de descenso de los casos diarios, como se ve en el gráfico siguiente:


En este gráfico no hay extrapolación hacia el futuro, el día 48 es el día de ayer. Se ve cómo la línea naranja, la del promedio móvil de los infectados diarios en los últimos 4 días, parece haberse estancado. Sin embargo, no hay ninguna ley que diga que tenemos necesariamente que replicar el comportamiento de Italia. Esperemos que no se establezca una meseta así en el caso de España.

Por oro lado, la buena noticia es que EEUU, la locomotora económica del mundo, parece haber llegado al techo del número de infectados diarios parece haberse estabilizado, como se ve en el gráfico. Habrá que ver si esta estabilización se mantiene y cuándo empieza la bajada.


Otra buena noticia, aunque hay que cogerla con pinzas, es que a nivel mundial, también los nuevos contagios parecen haber llegado a un máximo. Digo que hay que cogerlo con pinzas, primero, porque la gráfica azul, (contagios diarios sin promediar) parece que tras un descanso, está volviendo a repuntar. Y, segundo, porque los datos de muchos país del mundo en vías de desarrollo, distan mucho de ser fiables.



Con todo esto, como decía al principio, las noticias, sin ser malas, no son tan buenas. Veremos. Dentro de 4 días refresco las previsiones.

Hasta entonces, cuidaos mucho. Tenemos que hacer que la curva baje más deprisa.

Sin embargo, hay algo que me produce enorme tristeza. España, va la primera en el lamentable rnking de muertos y contagiados por millón de habitantes, como se ve en el siguiente cuadro:

España
Italia
Francia
R. U.
EEUU
Alemania
Muertos por millón de hab.
350
312
202
132
57
33
Casos por millón de hab.
3462
2441
1913
1086
1520
1458

¿Será por culpa de nuestro querido gobierno, a pesar de los esfuerzoa denodados de nuestros sanitarios, policía, Guandia Civil y Ejército? Me caben pocas dudas de que esa es la causa.