29 de mayo de 2016

¿Diaconisas?

El pasado viernes 20 de Mayo, los periódicos ardían con titulares más o menos informados (más bien menos que más), más o menos sensacionalistas (más bien más que menos) glosando unas breves palabras del Papa Francisco en una reunión con las Superioras Generales de Órdenes Religiosas femeninas. Aunque en esta sociedad un poco enferma de actualidad, una semana sea una eternidad de da para olvidar cualquier cosa, creo merece la pena dedicarle un rato, aunque sea con tan “enorme” retraso.

Merece la pena, antes de seguir adelante, leer la pregunta exacta de la religiosa y la respuesta, también exacta, del Papa:

Pregunta: “En la Iglesia existe el oficio del diaconado permanente, pero está abierto sólo a los hombres, casados o solteros. ¿Qué impide a la Iglesia incluir mujeres entre los diáconos permanentes, al igual que ocurría en la Iglesia primitiva? ¿Por qué no crear una comisión oficial que pueda estudiar el tema?”

Respuesta: “Esta pregunta va en el sentido de "hacer": las mujeres consagradas ya trabajan tanto con los pobres, hacen muchas cosas ... Se toca el problema del diaconado permanente. Efectivamente sucedía en la antigüedad, hubo un inicio... Recuerdo que era un tema que me interesaba mucho cuando venía a Roma para las reuniones... y había un teólogo sirio muy bueno al que un día pregunté sobre este tema y me explicó que en los primeros días de la Iglesia había algunas "diaconisas". Pero ¿cuáles son esas diaconisas? ¿Estaban ordenadas o no? Se habla en el Concilio de Calcedonia (451), pero es un poco oscuro. ¿Cuál fue el papel de las mujeres diaconisas en aquellos días? Parece    –me dijo aquel teólogo– que el papel de las diaconisas era ayudar en el bautismo de las mujeres en la inmersión, las bautizaban ellas, por una cuestión de pudor, también para hacer las unciones en los cuerpos de las mujeres, en el bautismo. Y una cosa curiosa: Cuando había un juicio matrimonial porque el marido golpeaba a su mujer, y ésta iba a quejarse al obispo, las diaconisas eran las encargadas de ver los hematomas en el cuerpo de la mujer causados por los golpes del marido e informar al obispo. Hay algunas publicaciones sobre el diaconado en la Iglesia, pero no está claro cómo era. Creo que voy a pedir a la Congregación para la Doctrina de la Fe que me informe acerca de los estudios sobre este tema, porque os he respondido sólo en base a lo que había oído de este sacerdote que era un investigador erudito y válido sobre el diaconado permanente. Y también me gustaría establecer una comisión oficial que estudie el tema y creo que será bueno para la Iglesia aclarar este punto. Estoy de acuerdo, y voy a hablar para hacer algo de este tipo”.

Como se ve, nada que haga pensar que pueda estar en la cabeza del Papa la ordenación sacerdotal de las mujeres. Sin embargo, el estudio que dice el Papa que debe hacerse, ya está hecho. Se trata de un extenso documento realizado en 2002 por la Comisión Teológica Internacional con el título: “El diaconado: evolución y perspectivas”. Adjunto un link para el que esté realmente interesado.


Por supuesto, el documento dedica varias páginas al análisis del diaconado femenino en el Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva. El documento en cuestión dice en sus conclusiones:

“En lo que respecta a la ordenación de mujeres para el diaconado, conviene notar que emergen dos indicaciones importantes de lo que ha sido expuesto hasta aquí: 1) las diaconisas de las que se hace mención en la Tradición de la Iglesia antigua —según lo que sugieren el rito de institución y las funciones ejercidas— no son pura y simplemente asimilables a los diáconos; 2) la unidad del sacramento del Orden, en la distinción clara entre los ministerios del obispo y de los presbíteros, por una parte, y el ministerio diaconal, por otra, está fuertemente subrayada por la Tradición eclesial, sobre todo en la doctrina del concilio Vaticano II y en la enseñanza posconciliar del Magisterio. A la luz de estos elementos puestos en evidencia por la investigación histórico-teológica presente, corresponderá al ministerio de discernimiento que el Señor ha establecido en su Iglesia pronunciarse con autoridad sobre la cuestión”.

Por tanto, que el Papa ordene que se forme una comisión para analizar de nuevo este tema, con más profundidad y se pronuncie en consecuencia, es algo que ya había pedido la Comisión Teológica Internacional, siendo el Cardenal Ratzinger Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes de que lo haya pedido la superiora en cuestión.

Tal vez aquí debería yo hacer mutis, porque el que esté interesado puede leer el documento que adjunto y el que no, ¿de qué le sirve lo que yo pueda decir? Aún así, me voy a atrever a hacer unas, espero que breves, reflexiones. Por supuesto, estas reflexiones no tendrán el más mínimo significado para quien crea que ni el Nuevo Testamento es fiable, ni Cristo instituyó la Iglesia, ni la Tradición de ésta tiene ningún valor. Pero, me pregunto: A los que estén en esta situación, ¿qué demonios les importa lo que la Iglesia diga sobre este tema? A mí, que no creo en el Islam ni poco ni mucho, me importa tres caracoles que el Islam permita o no a las mujeres ser imanes. Sí me importa, por supuesto, que respete sus derechos civiles, es decir, que no las obliguen a llevar burka, que no tengan un estatus jurídico inferior al de los hombres, que no las mutilen, que no sean discriminadas laboralmente, etc. Pero que puedan ser imanes o no me importa una higa. Aclarado esto vamos adelante.

Está claro que Cristo, en la última cena, cuando instituyo el sacramento de la Eucaristía y el sacerdocio, lo hizo sólo con hombres. ¿Por qué lo hizo así? No tengo la más mínima idea, pero lo hizo. A menudo, cuando sale este tema en charlas de café, oigo decir que no lo instituyó con mujeres porque esto iba contra las costumbres judías de la época. El argumento me parece insostenible porque si hay algo que caracterizó a Cristo fue el “fumarse un puro” con las costumbres judías de la época. El hecho de tener un buen número de mujeres entre sus seguidores, ya era algo que iba contra las costumbres de los rabinos judíos de la época. Pero, además, estuvo varias veces a punto de ser apedreado por el hecho de saltarse a la torera, no solo las costumbres, sino las más arraigadas creencias judías. De hecho, su condena a muerte por el Sumo Sacerdote se produjo cuando éste le preguntó abiertamente si era Hijo del Altísimo, a lo que Jesús dio una respuesta rotundamente afirmativa. La última cena no fue un momento trivial en la historia de la fundación de la Iglesia por Cristo. Fue un momento decisivo. Si Cristo, que era Dios y, por tanto, veía los siglos de los siglos, hubiese creído bueno para su acción salvadora que las mujeres pudieran ser sacerdotisas como los hombres, ninguna convención cultural le hubiese frenado para hacerlo así. Si no lo hizo fue, sencillamente, porque no quiso. ¿Qué razones le impulsaban a no querer que fuese así? Ni lo sé ni me siento capaz de aventurar ninguna ni remotamente.

También oigo a veces decir que fue una conspiración posterior de los apóstoles, machistas ellos, la que apartó a las mujeres del sacerdocio que Cristo sí había querido para ellas. Esto, que por otro lado habría que probar, tampoco se tiene de pie. Primero porque no parece razonable pensar que todos los discípulos, que salieron a predicar la Palabra de su Maestro a costa de su vida, falseasen Ésta. La vida y enseñanza de Cristo había cambiado cosas muchísimo más importantes en su vida como para que se aferrasen a un supuesto y estúpido machismo. ¿El Pedro cobarde de la noche de Jueves Santo, que se convierte en el valiente que afirma ante el Sanedrín que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, ¿se va a “vender” a una mentira por su supuesto machismo? Los apóstoles salieron inflamados a anunciar la Buena Noticia a riesgo de sus vidas. Si te juegas la vida por algo, no recubres aquello por lo que te juegas la vida con la mentira absurda. Pero, además, si algunos hubiesen hecho esto, otros, mujeres, pero también hombres, no hubieran transigido así como así. Los hechos de los Apóstoles y las epístolas apostólicas dejan clara constancia de las disputas que hubo en ella por diversos motivos y de cómo se resolvieron. ¿Algunos ejemplos? La disputa sobre si era posible aceptar a los griegos como cristianos, o si debían circuncidarse, o si se podía comer con ellos, o si se les podían imponer las manos para que viniese el Espíritu Santo sobre ellos, o si se podían comer alimentos impuros, o si las viudas de los cristianos de origen griego eran tratadas peor que las de origen judío, o si se podía comer carne sacrificada a los ídolos, etc., etc., etc. Todo esto está en el Nuevo Testamento. Pero, ¿ni una sola palabra sobre el supuesto escamoteo del sacerdocio a las mujeres? ¿Una conspiración del silencio TOTAL que no deja ninguna huella? No suena razonable. Suena más bien increíble.

Entramos a continuación en el tema del diaconado, tanto de los diáconos como de las diaconisas. En diversos lugares del Nuevo Testamento se habla de los diáconos. Su primera mención es en los Hechos de los Apóstoles, cuando se nombran a los siete primeros diáconos. En según qué traducciones no se utiliza la palabra diáconos, sino servidores o los que se dedican al servicio. Pero, ahí está la confusión porque la palabra diácono o diaconía, en griego, no significa, por tanto, otra cosa que servicio. Es, por lo tanto, una palabra ambigua. Estos primeros diáconos lo fueron para garantizar, en una de las disputas de que he hablado antes, que las viudas de los griegos no fuesen tratadas peor que las de los judíos, sin que los apóstoles se tuviesen que distraer del ministerio de la Palabra para vigilar la equidad de trato. Pero, posteriormente, estos diáconos se dedicaron también al ministerio de la Palabra. Uno de ellos, Estaban, murió mártir por predicar la palabra demasiado convincentemente y otro, Felipe, además de llamarle el evangelista –por predicar con elocuencia la Buena Noticia, no porque escribiese ningún Evangelio– administró el bautismo al ministro de la reina etíope Candace.

Varias epístolas de Pablo y Timoteo, hablan de los diáconos, pero aunque describen las cualidades que deben tener, no especifican claramente sus funciones. En cuanto a las diaconisas, en el Nuevo Testamento, únicamente en la epístola de san Pablo a los romanos se habla de una Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas, pero es difícil precisar que quería decir san Pablo con eso, más allá de que estaba al servicio de la Iglesia de Cencreas.

De una manera paulatina, el concepto de diácono y diaconisa fue evolucionando a lo largo de la historia de la Iglesia, a tiempo que aparecían nuevas figuras. Ello era debido a que el número de fieles aumentaba de forma exponencial y los Obispos, sucesores de los Apóstoles, necesitaban más y más ayudas. En el concilio de Calcedonia al que hace referencia el Papa, que fue el cuarto ecuménico, se habla de once niveles diferentes, a saber: Obispos, presbíteros (también este nombre aparece en el Nuevo Testamento sin definirse claramente sus funciones. Su significado en griego es algo así como el más anciano, el más antiguo, el decano. En Calcedonia, sin embargo, ya se identifican con los que hoy llamamos normalmente sacerdotes), diáconos (no habla de diaconisas), de los que dice textualmente que no son consagrados para el sacerdocio, sino para servir a éste[1], subdiáconos, acólitos, exorcistas, lectores, ostiarios, salmistas, vírgenes y viudas. Pero, con los siglos, todas estas órdenes han ido evolucionando y al llegar al concilio Vaticano II, se habían dividido en órdenes mayores, las tres primeras, que se consideran tres grados del Sacramento del Orden Sacerdotal, es decir, se incluía en él a los diáconos y menores, el resto, que no se consideraban parte del Orden Sacerdotal. Los exorcismos habían quedado reservados para los presbíteros especialmente designados por el Obispo y el diaconado se había convertido en una etapa previa, en la que se permanecía tan sólo unos meses antes de ser ordenado presbítero o sacerdote. El Concilio Vaticano II “resucitó” la figura del diaconado permanente, al que podían acceder hombres casados para permanecer en esta situación durante toda su vida, sin pasar al sacerdocio.

En cuanto a las diaconisas, durante los primeros siglos de la Iglesia las hubo. Algunas de ellas fueron llamadas por su nombre por algunos Padres de la Iglesia, pero nada hace pensar que se considerase que formaban parte del sacramento del Orden Sacerdotal. Poco a poco, a medida que el bautismo se iba aplicando sólo a los niños y desaparecía el bautismo por inmersión, fueron desapareciendo. El título de diaconisas, se siguió manteniendo de una manera más honorífica que otra cosa para algunas superioras de monasterios, hasta que, poco a poco, fue cayendo en desuso, más que nada por su carencia de contenido.

Este es actualmente el estado de la cuestión. Ahora, centrémonos en la actualidad.Me parece obvio que la Iglesia está intentando, desde el Vaticano II, dar mayor protagonismo a los seglares en la vida y gobierno de la Iglesia. Que las mujeres puedan y deban equipararse con los hombres en este creciente protagonismo seglar en todos los ámbitos, me parece razonable y de justicia. Pero hay que distinguir, para todos los seglares, hombres y mujeres, entre cuestiones doctrinales y disciplinares. Las primeras son inamovibles. Las segundas son perfectamente modificables si así lo establece el ministerio de discernimiento que el Señor ha establecido en su Iglesia, según reza el documento antes citado en sus conclusiones (curiosa manera de decir el Papa). Si la doctrina de la Iglesia sobre el sacramento del bautismo establece que su ministro puede ser, en principio, cualquier cristiano, ¿por qué no va a poder, en un futuro, impartirlo un cristiano, hombre o mujer, debidamente habilitado y autorizado para ello por quien corresponda? Y si en el matrimonio los ministros son los propios contrayentes y el sacerdote o el diácono son meros testigos ante la Iglesia, ¿por qué no puede llegar a serlo un seglar debidamente formado y autorizado, con independencia de su sexo? ¿Y qué decir de la lectura del evangelio en la Misa o de la celebración de la liturgia de la palabra o de la exposición y bendición con el santísimo cuando no hay sacerdotes? Y, el gobierno de la Iglesia como institución humana. ¿Por qué no pueden participar en él seglares, hombres o mujeres, debidamente acreditados como lo hacen en empresas y gobiernos? De hecho, ya Benedicto XVI puso al frente del IOR (El banco del Vaticano), justo antes de renunciar, a un hombre de negocios. Y con Francisco, además de su Presidente, Jean Baptiste de Franssu, están en el Consejo un alemán, un británico y una mujer, la estadounidense Mary Ann Glendon. Y parece que el IOR funciona bastante mejor y, sobre todo, con mayor transparencia. Seguramente, todas estas cuestiones, si llegan a abordarse, hagan necesario un replanteamiento de la figura del diácono permanente. Bueno, pues replantéese. No es una cuestión doctrinal, sino disciplinar.

Por supuesto, si estas cuestiones se abordasen habría una inmensa dosis de sensacionalismo por parte de la prensa y un ruido de rasgamiento de vestiduras por parte de los que creen que la Iglesia debe ser un fósil. La Iglesia es sin duda inmutable, como todo lo que viene del cielo. No hay duda de que también innova, como conviene al paso del tiempo, ese gran innovador. Pero ocurre que lo que cambia en la Iglesia no comparte la esencia de lo que nunca cambia. Su parte ósea queda inalterada, mientras que los cambios se quedan en la superficie. Sus modificaciones se realizan solamente a flor de verdad[2].Yo, ni pincho ni corto en esto, pero aceptaré lo que diga el Papa al respecto, si llega a decir algo.



[1] El magisterio de la Iglesia. Heinrich Denzinger, Biblioteca Herder, quinta reimpresión 1997, pag. 58.
[2]Frase citada por Jean Guitton en su libro “Un siglo, una vida” como anotada en el cuaderno malva de su madre y atribuida al P. Didon, un dominico del siglo XIX adelantado a su época.

15 de mayo de 2016

Sobre una desafortunada afirmación de Hilary Clinton

El otro día leí en internet la siguiente frase puesta en boca de Hilary Clinton:

"Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales".

Terrorífico pensé. Totalitarismo en acción. ¡¡¡¡¡Los gobiernos usando medios coercitivos sobre las conciencias!!!!! ¡¡¡¡¡Escalofriante!!!!!

Que en EEUU, que ha creído siempre en la libertad del individuo sobre el estado haya una posible presidenta que diga que el estado debe usar sus recursos para acabar con la libertad de conciencia de la persona es, sencillamente terrible. El principio del fin de la civilización occidental.

Por supuesto, ante asuntos de esta gravedad hay que cerciorarse de que son ciertas y no un invento de un pirado de la red o una manipulación. Por eso fui a las fuentes.  Comprobadas éstas, Hilary[1] dice en su discurso:

“But far too many women and children are still denied critical access to reproduction health care and safe childhood. All the laws we have pass, don’t count for much if they are not enforced. Right must exist in practice, not just in papers. Laws have to be backed up with resources and political will. And deep seated cultural codes, religious beliefs and structural biases have to be changed” (grandesaplausos).

Para que podáis ir vosotros también a las fuentes, ahí va el link del minuto de su discurso en directo en el que dice esto. Por supuesto, más abajo os colgaré el link al discurso completo de veintitantos minutos.


Me parece que la traducción que leí es bastante imprecisa. Si pienso bien, diría que la imprecisión se debe a que quien la ha hacho no sabe mucho inglés y ha interpretado mal la expresión inglesa to enforce the law, que significa simplemente hacer cumplir la ley. Si pienso mal, me parecería, en una primera instancia, una traducción un poco torticera.

La traducción más correcta sería algo así como:

“Pero a demasiadas mujeres y niños se les niega todavía el acceso crítico a la atención de la salud reproductiva y a una infancia segura. Todas las leyes que hemos sacado adelante no sirven para mucho si no se hacen cumplir. El derecho debe existir el la práctica, no sólo en el papel. Las leyes deben estar respaldadas con recursos y voluntad política. Y los códigos culturales, creencias religiosas y sesgos estructurales, profundamente asentados tienen que ser cambiados. (La negrita es mía y luego se verá por qué)

Evidentemente, esta versión no es tan fuerte como la anterior. Hay, no obstante, alguna lectura que merece puntualizarse. Lo de la salud reproductiva y la infancia segura suena fenomenal. Pero en la salud reproductiva Clinton incluye de lleno el aborto. Para que no se crea que me invento esto, pongo más abajo un link en el que en una comparecencia ante la Comisión Asuntos Extranjeros del Congreso, lo afirma sin tapujos, diciendo, eso sí, que debe ser “safe, legal and rare”. “Seguro, legal e infrecuente”.


Pero ocurre que, desde que en 1973 se autorizó el aborto libre en EEUU, según el organismo federal Center for Desease Control (CDC), ha habido entre 1973 y 2008 unos 50 millones de abortos (casi un millón y medio al año). Y digo “unos” porque dado que en EEUU no hay que reportar los abortos, esto se basa en estimaciones estadísticas que, según la opinión general, se quedan cortas. De forma que, seguro, tal vez, legal, sí, por desgracia desde 1973 para 50 millones de seres humanos, pero ¿infrecuente? Un poco de seriedad. ¡50 millones de seres humanos muertos! ¿Es eso algo infrecuente?¿Es eso una infancia segura? ¡Qué cinismo, por Dios!

Pero me gustaría llamar la atención sobre la expresión “Have to be changed”. No dice “Should change”; “deberían cambiar”, lo que expresaría un deseo con el que se puede estar de acuerdo o no. Ni “must change”; “deben cambiar”, lo que sería un imperativo abstracto. Ni “have to change”; “tienen que cambiar”, que sería otro imperativo abstracto, más contundente que el anterior. No, lo que dice es: “have to be changed” “tienen que ser cambiados”. Nótese que es voz pasiva. Es decir tienen que ser cambiados no desde el interior, sino desde el exterior. Lo que implica un imperativo con un agente externo con poder para hacerlo Y cuando eso lo dice quien puede ser la futura Presidenta de los EEUU de Norteamérica, está bastante claro quién se espera que sea ese agente. Y como se ve en el video de su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Extranjeros del Congreso de los EEUU que he puesto antes, este cambio externo incluye la aceptación del aborto. Evidentemente, su audiencia, que entendía perfectamente el lenguaje, prorrumpió en sonoros aplausos.

Comentando esto con algunas personas, algunos me han dicho que estas palabras de Hilaary le parecerían bien si se refiriesen al Islam. Creo que es conocida mi aversión al Islam. Creo que el Islam “should change”. Expreso con ello un profundo deseo. Pero de ninguna manera apoyo que “it have to be changed” por ningún gobierno, ni de EEUU ni de ningún otro sitio. Debería cambiar porque lo cambiasen los propios musulmanes. Por supuesto, el gobierno de los EEUU y todos los demás gobiernos de países civilizados, deben actuar con todos los recursos, toda la energía y toda la contundencia sobre el terrorismo islámico (o de cualquier otro signo). Pueden y deben actuar contra la privación de los derechos fundamentales de las mujeres musulmanas, contra su mutilación o contra su obligación de llevar burka. Pueden y deben detener a los imanes que inciten a la violencia. Pueden y deben prohibir la construcción de mezquitas en tanto en los países musulmanes no haya libertad para construir iglesias cristianas o pagodas budistas. Pero ni el gobierno de los EEUU ni ningún otro son quienes para convertirse en agentes de cambio de sus creencias religiosas, nos gusten mucho, poco, nada o, incluso, aunque nos disgusten profundamente. Porque eso forma parte de la libertad de conciencia y en ella no le es lícito inmiscuirse a ningún gobierno del mundo. En cualquier caso, parece evidente, conociendo el plan de “salud reproductiva” de Hillary, que las “creencias religiosas” que cree que tienen que ser cambiadas son las católicas, que son las que se oponen frontalmente a la inclusión del aborto en su concepto de “salud reproductiva”.

Pero Hillary es una política con muchos años de experiencia a sus espaldas. Por eso su discurso completo es una obra maestra de enseñar sin decir, de guiñar un ojo al que entiende el lenguaje, dejando in albis al que lo escucha sin ser un iniciado. De llenarlo de cosas que cualquier persona aplaudiría para colar en un minuto una cosa inadmisible. De recurrir a los sentimientos más tiernos de maternidad y “abuelez” para tapar 50 millones de seres humanos muertos. Es decir, para atraer al votante que entiende y busca eso, sin espantar al que no aceptaría de ninguna manera lo que se está diciendo. Por tanto, creo que, al final, la traducción primera que os mandé, aún teniendo la intención de ser torticera, si la tiene, pone el dedo en la llaga. Aunque eso, naturalmente, no hace buena su intención torticera, si la hay. Siempre me he tenido por una persona ingenua sin tendencia a verle tres pies al gato. A veces soy demasiado crédulo. ¡Pero cuando el gato tiene cinco patas es difícil no vérselas! Incluso para un ingenuo como yo.

El discurso completo de Hilary son 23 minutos cuyo link pongo a continuación:


Creo que merece la pena glosarlo un poco.

Empiezo por lo positivo. De los 23 minutos que dura, aplaudiría con entusiasmo 21 de ellos. Reivindicar la igualdad de derechos de la mujer, su equivalente acceso a la educación de todos los niveles, su igualdad de sueldo a igualdad de trabajo realizado, su acceso a la salud en igualdad de condiciones, etc., etc., etc., y, todo ello, en todo el mundo, es algo que aplaudo hasta que me duelan las manos. El problema, y ahora entro en lo negativo,está en los 2 minutos que he separado. Y, alguien podría pensar que 21 minutos pesan mucho más que 2. Pero lo importante es que en esos 2 minutos hay 50 millones de muertes de seres humanos, sólo en EEUU, y ese peso es insoportable. Pero Hillary quiere extender el concepto de salud reproductiva al mundo entero y, probablemente, ese uso de recursos del que habla se aplique a que muchos países de África adopten SU concepto de salud reproductiva. “Si quieres mi dinero, tienes que adoptar mi concepto de salud reproductiva”. No debe desdeñarse el “detalle” de que el foro en el que desvela lo que ella entiende por salud reproductiva es en la Comisión de Asuntos Extranjeros del Congreso de los EEUU, como puede verse en el vídeo correspondiente. ¿Cuántas muertes serían esos 50 millones si se extrapolasen a África y a Asia? ¿Cuánto pesarían esos 2 minutos?

Por otro lado, Hillary revela la fuente de su obsesión: Su madre. Cuenta la enternecedora historia de cómo su madre fue una niña abandonada, que tuvo que luchar desde muy joven para salir adelante trabajando desde los 14 años como asistenta. Nos cuenta cómo, a pesar de todas sus dificultades, se volcó con ella y con sus otros hijos. Cuenta cómo un día en que su madre no tenía ni siquiera qué comer, alguien compartió con ella su comida. La historia es realmente conmovedora. Pero no puedo evitar pensar que si en la época en que su madre nació o el la época en que nació ella misma, hubiese existido su concepto de salud reproductiva, muy probablemente sus abuelos o su madre habrían abortado y ella no existiría. No hubiese podido admirarse de la magnífica superación de las dificultades por su madre para que ella pudiese llegar a ser, tal vez, Presidenta de los EEUU. ¿Cómo puede alguien sumamente inteligente contar una historia vital tan conmovedora y no darse cuenta de la enorme incongruencia de esa historia con lo que está defendiendo? ¿No debería estar defendiendo con toda su alma y todos los recursos posibles organizaciones que ayuden a las madres a sacar adelante a sus hijos en medio de las dificultades? Pero no. Todos los seres humanos tenemos nuestros puntos ciegos. Hillary también tiene el suyo. Con la salud reproductiva de Hillary, seguramente tampoco Steve Jobs existiría. Habría sido abortado. Como ella o su madre.

Pero lo que me da una pena espantosa es que los 21 minutos que aplaudo con toda mi alma no perderían ni un ápice de su magnificencia si se borrasen esos 2 minutos y se cambiase el concepto de salud reproductiva. Y, sin la más mínima duda, quienes más pueden hacer por una salud reproductiva que respete la maravilla de la vida y que vea a los niños como un valor positivo a defender, son las organizaciones religiosas cuyas creencias “tienen que ser cambiadas”. Porque la mayor organización de salud reproductiva, de la buena, de la que ayuda a las madres a salir adelante, en África y Asia, es la Iglesia católica a través de miles de religiosos y religiosas que dedican su vida por entero a ello en esos dos continentes más América del Sur y junto a los más desfavorecidos de los continentes ricos. ¿Quién puede llegar de la manera más eficiente a millones de personas para darles, junto al cariño y al amor, que es lo que les lleva allí, educación y salud reproductiva, y una educación y salud reproductiva respetuosa con el valor de la vida? No hace falta responder a esta pregunta. Es sólo una pregunta retórica, porque le respuesta es evidente.

En Agosto de 1996 leí en Newsweek la reseña de un libro de Rodney Stark, publicado en Princeton Press bajo el título de “El crecimiento del cristianismo”. La reseña terminaba diciendo:

“En resumen, Stark descubre que el cristianismo prosperó por un viejo sistema: proporcionando una forma de vida mejor, más feliz y más segura. Cuando las epidemias golpeaban, los indiferentes dioses paganos no eran de ninguna utilidad. Tampoco lo era la medicina romana. Pero los cristianos sobrevivían en mayor proporción que sus vecinos paganos porque tenían fe en un Dios de amor y una extensa red de asistencia social que cuidaba de los enfermos, los pobres y las viudas. Al final, concluye Stark, los cristianos revitalizaron el Imperio Romano porque manifestaban a un Dios exigente que cuida al hombre”.

Cierto que la medicina actual es mejor que la romana. Pero los religiosos y voluntarios cristianos que están en primera línea no son curanderos. Creen en la medicina moderna y la aplican en todo aquello que sirve para salvar vidas y realzar su valor. Y son más eficaces en el control de la natalidad que cualquier otro sistema que se quiera aplicar con enorme gasto de dinero. ¿Es contra esos valores contra los que Hillary quiere actuar? ¿Van esos valores contra los 21 minutos de la conferencia que aplaudo? De ninguna manera. Al contrario, los refuerzan. Son esos cristianos de vanguardia contra cuyas creencias quiere luchar Hilarry los que, otra vez, pueden revitalizar esta sociedad que puede estar muriendo.

Unos decenios después de que Constantino promulgase el edicto de tolerancia en el 312, otro emperador, Juliano, llamado el apóstata, quiso volver a la época anterior. No obstante, se había dado cuenta del la impresionante red de atención social que era el cristianismo y pretendió acabar con el cristianismo pero mantener esa red asistencial con el poder del Imperio. Ni que decir tiene que fracasó estrepitosamente. Primero en los segundo y, luego, en lo primero.

Para acabar, quiero hacerlo con un vídeo de 48 minutos de los que aplaudo todos ellos. Se trata del discurso dado por Obama en la sede de Unión Africana en Etiopía en 2015.


Ignoro si ese discurso tiene una agenda oculta, pero no me voy a imaginar cosas que no veo. Lo suscribo todo. Entre otras cosas la valentía de Obama para decir a los líderes africanos, en su casa, con gran diplomacia pero sin tapujos, que ellos tienen una gran parte de la culpa de la pobreza en su continente. Pero lo que se desprende del vídeo es que cada vida de cada africano, hombre o mujer, niña o niño, es un tesoro para África. Que con la debida educación, de cada niño o niña puede surgir un líder del mañana, en cualquier campo, que ayude a cambiar el destino de África. Y me pregunto, ¿Cómo se compagina esto con el concepto de salud reproductiva de Hillary Clinton? Tal vez no sea casualidad que ésta ya no fuese su Secretaria de Estado en 2015.

Cada vida es valiosa. Cada vida es preciosa. El nacimiento de un niño no es parte del problema, es parte de la solución. Eliminarlos es un grave problema.

¿Sabéis que os digo? Que me da ternura el ser humano Hillary Clinton con sus luces y sus sombras, con sus posibles traumas y mezquindades y sus seguras grandezas. Sé que lo que voy a decir roza lo imposible, o entra de lleno en ello, pero no me importa expresarlo. Me gustaría que algunas de las reflexiones que aquí hago le llegasen y le hiciesen reflexionar. Me gustaría tener una charla con ella, no anatemizadora, no condenatoria, sino de ser humano a ser humano. De un simple profesor de una pequeña universidad española a una posible Presidenta de los EEUU. Pero de ser humano a ser humano. Se me viene a la cabeza un verso del poeta Hugh Auden: “Tenemos que aprender a amar a nuestro mezquino prójimo con nuestro mezquino corazón”. Aunque esto roce lo imposible, hay algo que sí puedo hacer, que nadie me puede impedir hacer y que sólo depende de mí: con el mayor respeto hacia Hillary Clinton, rezaré por ella, para que esos 2 minutos de su video se borren de sus intenciones, para que transfigure su concepto de salud reproductiva, para que saque de la enternecedora historia de su madre las consecuencias correctas y para que los otros 21 minutos se hagan realidad. Amén.



[1] Evidentemente, no conozco de nada a Hilary Clinton y no me hace mucha gracia llamarla simplemente por su nombre de pila, pero repetir cada vez Hillary Clinton, me parecería demasiado largo y llamarla simplemente Clinton me parece que induciría a confusión con Bill Clinton, el expresidente.

11 de mayo de 2016

Frases 11-V-2016

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

Uno de los signos cardinales de la mediocridad de espíritu es ver contradicciones allí donde sólo hay contrastes.

Gustave Thibon

8 de mayo de 2016

Malthusianismo y tecnología

Leo en el Investigación y Ciencia de Abril de 2016 dos artículos que reavivan en mí el recuerdo del reiterado fracaso de las apocalípticas previsiones maltusianas, siempre frustradas por la tecnología.

El primero lleva por largo título y subtítulo: “Seis mil millones de africanos. ¿Cómo hacer frente al alarmante futuro demográfico de África?: dotar a las mujeres de mayor autonomía”. Su autor es Robert Engelman.Lo primero que debo decir es que comparto con el autor la preocupación por el crecimiento demográfico de África. Lo segundo que, con más énfasis aún, comparto la solución que apunta en el título y muchas de las que da en el texto. Efectivamente, el crecimiento demográfico es algo ante lo que debemos estar concienciados. No es nada nuevo. Los católicos lo estamos. Ya en su encíclica“Humanae Vitae”, Pablo VI afirmó que los católicos deberían practicar la paternidad responsable. De una manera más coloquial y controvertida lo dijo Francisco al afirmar en el viaje a Filipinas que “las mujeres católicas no están obligadas a tener hijos como conejas”. Es decir, los matrimonios cristianos están autorizados a llevar a cabo, según su conciencia, un control de la natalidad responsable. Pero hay que distinguir entre control de la natalidad y anticoncepción. El primero ve la vida como un bien que, sin embargo, hay que controlar. La segunda, parte de la visión de la vida como un mal que hay que restringir como sea. Y, precisamente en ese como sea, radica la diferencia entre uno y otro planteamiento. En el control de natalidad se parte de la libertad de las familias de decidir libremente los hijos que quieran tener, sin imposiciones exteriores y usando medios que no traten el hecho de que aparezca una nueva vida como un mal a evitar a toda costa. En la anticoncepción se parte de ver la generación de una nueva vida como una enfermedad, lo que da derecho a los Estados a intervenir y al uso indiscriminado de cualquier método, como si se tratase de evitar una pandemia. Entre esos métodos no se hacen reparos, por ejemplo, al aborto o a la esterilización. Naturalmente, esta visión, para ganar la batalla ideológica plantea de forma manipulada dos principios falsos. A) estamos ante una situación de apocalipsis mundial y B) los sistemas llamados “naturales” son totalmente ineficaces.

Ambos son falsos. Empecemos por el B) En Calcuta y en otros sitios las Misioneras de la Caridad y otras organizaciones cristianas han obtenido logros en la paternidad responsable enormemente mayores que los obtenidos con campañas masivas de reparto de anticonceptivos. Y la diferencia estribaba en la formación y el acompañamiento de las primeras, frente al reparto indiscriminado de los segundos. El tema A) del apocalipsis mundial lo dejaré para más adelante.

El artículo al que me estoy refiriendo tiene elementos muy positivos. Resalto algunas frases del mismo que no tienen desperdicio:

“… las mejores medidas son aquellas que ofrecen ventajas adicionales de capital importancia: educar a las mujeres jóvenes y adultas y equiparar su condición social y legal a la de los hombres. […] La población nunca podrá ser ‘controlada’, ya que hacerlo implicaría vulnerar derechos humanos fundamentales y probablemente sería fútil. Pero sí es posible influir en ella de un modo indirecto, aunque no por ello menos eficaz. Una serie de estrategias bien planificadas permitiría […] hacer la vida mucho más plena para niñas y niños y mujeres y hombres por igual”.


[…]

“La keniata MusimbiKanyoro, Presidenta del Fondo Global de la Mujer, ha reivindicado recientemente ‘medios adecuados a la cultura propia y basados en el derecho, para frenar el crecimiento demográfico, al tiempo que refuercen la dignidad humana y el progreso sostenible’”.

[…]

“Los ejemplos de Mauricio y Túnez demuestran que la clave para recortar el tamaño de la familia reside en mejorar la calidad de vida de las mujeres equiparando sus posibilidades económicas y sus derechos legales a los de los hombres […].

¿Cómo puede el resto de África hacerse eco de este éxito? El primer paso consiste en reconocer que es la mujer y su pareja, y no el gobierno, quienes tienen el derecho de decidir el número de hijos. La mujer que es vista como igual al hombre por su gobierno y por la gente que la rodea tiene más probabilidades de concluir que es ella quien debe decidir ser madre y en qué momento, un poder de decisión que deriva en una familia menos numerosa.

La educación, sobre todo la secundaria, cataliza la adquisición de una mayor autonomía. Gracias a ella, las niñas y las jóvenes adquieren conocimientos de nutrición, medicina y vacunas. Pero también abre las puertas a un mundo de oportunidades económicas, sociales, cívicas, políticas y artísticas. […].

También es fundamental mejorar la educación de los jóvenes varones. Los adolescentes de ambos sexos que asisten a cursos de educación sexual tienden a retrasar las relaciones sexuales, lo que reduce el número de embarazos precoces e indeseados”.

[…]

“En Malawi, un programa experimental de transferencia de dinero a niñas en edad escolar y a sus padres o tutores ha promovido la asistencia a la escuela. Con ello, no sólo se consigue mejorar el nivel educativo; también se retrasa la actividad sexual y el matrimonio, al tiempo que se reducen los embarazos en la adolescencia”.

[…]

“Tanzania, por ejemplo, contempla un proyecto de constitución que otorgaría a la mujer el mismo estatus de que goza el hombre en materia de propiedad de bienes, sucesión y otros derechos legales”.

[…]

“El problema exige adoptar un enfoque zen, esto es, hallar un medio de moderar el crecimiento creando las condiciones propicias para que el bien perseguido se alcance de forma natural, sin buscar el enfrentamiento directo”.

[…]

“Conceder autonomía a la mujer no necesita una justificación demográfica. Pero sucede que la mujer que puede aspirar alto y decidir sobre su vida también decide tener menos hijos y concebirlos más tarde, y lo logra”.

Ni que decir tiene que suscribo con enorme entusiasmo todas estas ideas, pero no puedo dejar de reseñar que el artículo exhala un fuerte olor a apocalipsis malthusiana y un silencio total sobre los medios naturales de control de la natalidad. Y no entiendo bien ese silencio porque, al margen de otras cuestiones éticas mencionadas más arriba, en la inmensa mayoría de los países de África los métodos naturales de control de natalidad son mucho más eficaces que los métodos de contracepción, por el sencillo y evidente hecho de que aquellos están a disposición de toda la población, mientras éstos deben ser a) comprados por los países y b) distribuidos sin que se deterioren.

Paso ahora al segundo de los artículos citados al principio que tiene que ver con una posible revolución tecnológica en ciernes. Lleva por título, también muy largo: “Fuentes naturales de hidrógeno. Se han descubierto abundantes emisiones de hidrógeno en diversos puntos continentales. ¿Se avecina una revolución energética?” y sus autores son Alain Prinzhofer y ÉricDeville. La llamada economía del hidrógeno es una utópica solución a los problemas que presenta la obtención de energía a través de combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón.Supone el uso del hidrógeno como material de combustión para obtener energía[1]. Es una solución porque el hidrógeno no genera CO2 como producto de su combustión, sino agua (lo que, como veremos más adelante es también una ventaja importante). Esto quiere decir que la combustión del hidrógeno no emite ni un solo gramo de gases de efecto invernadero. Es utópica –o lo era hasta ahora–porque se creía que no existía hidrógeno natural en la tierra. Sólo podía obtenerse mediante métodos que consumen más energía de la que luego daría el hidrógeno al quemarse. Es decir, sería como hacer un pan con unas tortas.

Pero he aquí que parece, según dicen los autores del artículo, que sí hay hidrógeno natural en la Tierra. Ya se han encontrado algunos puntos donde se puede obtener. Parece, además, que existen procesos tectónicos en la corteza terrestre que lo están generando continuamente, de forma que no es un combustible del que haya unas reservas acumuladas, como pasa con el petróleo, el carbón o el gas, sino que la Tierra lo está produciendo ahora mismo de forma espontánea. Es decir, es una fuente sostenible. Por si fuera poco, los autores estiman que su distribución por el planeta está bastante repartida por los cinco continentes y que, además, para obtenerlo, no hay que hacer perforaciones profundas, sino que bastaría con perforaciones, allí donde se encuentre, semejantes a las de los pozos de agua. Es decir, la panacea.

Conviene, no obstante enfriar un poco las expectativas. Los autores han determinado, en base a las fuentes que han encontrado, qué características geológicas deberían reunir los puntos donde se puedan hallar “manantiales” de hidrógeno natural. Es decir, da pistas certeras sobre dónde buscarlo. Pero será necesaria mucha inversión en prospección antes de poder estimar cuánto hidrógeno natural podría obtenerse. Sin embargo, no me cabe la menor duda de que estas inversiones se harán. Y si la cantidad es significativa será una aportación importante a la solución de tres problemas vitales de la humanidad. Primero la disponibilidad de fuentes de energía, segundo el calentamiento global y, tercero, la escasez mundial de agua. No faltan voces que afirman que el agua será un recurso enormemente escaso en el futuro, ya que hay la que hay y no se puede aumentar su cantidad. Por supuesto, esto no es ningún problema si se llegan a desarrollar sistemas de desalinización eficiente y adecuada del agua marina para utilizarla en el riego[2]. Sin embargo parece que el gasto energético para desalinizar el agua marina para el riego es increíblemente alto, porque a poca salinidad residual que quede, las tierras de cultivo se arruinarían. Si logran paliarse estos tres problemas, el problema de la superpoblación del mundo también se hará menos acuciante[3].Para el que quiera saber más de esto, aparte de leer el artículo del que hablo, ahí van algunas referencias:

Natural molecular hydrogen seepage associated with surficial, rounded depressions on the European Craton in Russia. N. Larin et al. en Natural RsourcesResearch, vol, 24, nº 3,págs. 369-383, publicado on line en noviembre 2014.

L’hydrogène natural: Une source potencielle d’énergie prope et renouvelable. É. Deville y A. Prinzhofer en Géologues, nº 185, págs.. 105-110, junio de 2015.

Hydrogène naturel: La prochaine révolution énergetique? A. Prinzhofer y É. Deville. Berlín, 2015

Lo que viene a continuación no forma parte del contenido del artículo comentado, pero es un corolario que se deriva de él (En el texto principal de estas páginas me voy a centrar en las conclusiones finales. He llegado a ellas en base a algunas operaciones aritméticas sobre datos que cualquiera puede encontrar en internet, como yo lo he hecho. Si alguno con mentalidad más ingenieril quiere ver estos cálculos y datos, lo puede hacer en el anexo que va al final). Pues bien, el uso del hidrógeno como combustible también ayuda a paliar la falta de agua, ya que ésta se genera como un subproducto de dicha combustión.  Efectivamente, dos moléculas de hidrógeno, combinadas con una de oxígeno (esto es la combustión) producen dos moléculas de agua. Es decir, por cada gramo de hidrógeno quemado, se producirían 18 gramos de agua. Me he planteado la situación hipotética de que el hidrógeno generado fuese suficiente como para sustituir toda la energía producida por combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas. Ciertamente no es probable que la disponibilidad de hidrógeno sea tan ingente, pero tampoco es descartable. En todo caso para saber qué pasaría si la sustitución sólo se produjese en un 50% no hay más que dividir por dos las cifras que doy aquí.

La obtención mediante hidrógeno de la energía que ahora se produce mediante combustibles fósiles produciría143.000 millones de litros de agua al día. Teniendo en cuenta que sólo el 20% de la misma se usa para uso personal, destinándose el 80% a la agricultura, esta cantidad de agua daría para que 228 millones de personas pudiesen tener el agua que la OMS estima suficiente para la salubridad. El número de personas sin un acceso aceptable al agua asciende a 700 millones. Es decir, se podría evitar el problema de una tercera parte de ellas. Y con el 80% del agua producida podría regarse el 2,4% de la superficie cultivable de la tierra. Lo cual, teniendo en cuenta que en EEUU tan sólo el 2,2% de la tierra es de regadío, no está nada mal. Todo esto está hecho sobre la hipótesis de que se desperdicia un 60% del agua producida.

Es decir, parece que es cierto lo que dice el título del artículo. Sí, se avecina una revolución energética. Más que energética. Y, a decir verdad, no una, varias, a cuál más revolucionaria, si se me permite la redundancia. A saber: Las energías renovables –eólica y solar– de alta eficiencia, la fusión nuclear o el coche eléctrico. No se sabe muy bien en qué medida, pero estamos ante una revolución tecnológica, en el campo energético y en muchos otros frentes, que, una vez más, contribuirá a dejar en ridículo las visiones apocalípticas malthusianas. Uno puede pensar que todos estos cambios tecnológicos llevan tiempo. Y es cierto. Pero la visión apocalíptica del autor del primer artículo apunta al 2100, (fecha en la que los 6.000 millones de habitantes de África de los que habla, son el extremo superior de la horquilla de la evolución previsible de la población), es decir a dentro de 84 años. Hagamos el experimento mental de situarnos en el año 1932, hace 84 años. Yo no vivía entonces, pero estoy seguro de que si a cualquier persona de ese año le hiciesen ver el cambio tecnológico que se iba a producir en los siguientes 84 años, se caería de espaldas. Pues en los próximos 84 años, con la aceleración vertiginosa que está sufriendo la innovación tecnológica, estos cambios que apunto aquí serán irrisorios comparados con los que se realmente se produzcan de aquí al 2100. Todas las previsiones apocalípticas maltusianas se hacen sobre una base radicalmente falsa. A saber: que la tecnología va a ser estable. Por eso fracasan todas.

Pero, bueno, en definitiva, ¿cuántos seres humanos puede sostener el planeta Tierra? No lo sé, pero voy a aventurar unas cifras y unas razones. Empiezo planteando algo que puede parecer un disparate pero que espero mostrar que no tiene por qué serlo. Holanda tiene una densidad de población de 500 habitantes por Km2 y no creo que podamos decir que tienen mala calidad de vida por vivir hacinados. Pues bien, si en todo el mundo existiese la misma densidad de población, la Tierra podría albergar a 85.000 millones de habitantes. “¡Qué disparate! – podrá decirse–. El problema no es que quepan, el problema es cómo alimentarlos, cómo suministrarles agua y energía, como eliminar sus residuos, como transportarlos de un lugar a otro y un larguísimo etc. de problemas que acarrearía el que hubiese más de 10 veces el número de habitantes que hay hoy”. Veamos: al ritmo de crecimiento actual la población se duplica cada 60 años, más o menos. Por tanto, a ese ritmo, para llegar a esos 85.000 millones harían falta unos 216 años. No quiero ser repetitivo pero, ¿dónde estará la tecnología dentro de 200 años? Seguramente se podrá obtener energía limpia casi gratis, la producción de alimentos, tanto vegetales como cárnicos[4], será casi ilimitada y en espacios reducidísimos, se podrán obtener del mar toda el agua limpia que se quiera y todas las sustancias químicas necesarias, el reciclaje será una cosa tan cotidiana como lo es hoy el tirar las cosas al cubo de la basura, todo residuo humano (sí, todo. ¿Habéis visto la película “TheMartian? Todo lo que se plantea en ella es factible ya) será aprovechable, podremos movernos en transportes individuales a muchas veces la velocidad del sonido, etc., etc., etc. ¿Disparate? Seguro. No tengo ni la más remota idea de cuáles serán las tecnologías que tendremos dentro de 200 años, lo mismo que un hombre de 1816 sería incapaz de imaginar las que tenemos ahora. Pero sí que apostaría a que tendremos las tecnologías que necesitemos. Hasta el punto de que me atrevo a añadir la superficie de los océanos para albergar a los seres humanos, lo que elevaría la población que “cabría” en el planeta a 250.000 millones y retrasaría ese momento hasta dentro de 310 años. Eso si efectivamente se siguiese duplicando la población cada 60 años, cosa muy improbable. No obstante, 300, o 500 años o los que sean, pasan antes de lo que se piensa. 20 años no es nada, dice el tango, y 500 sólo un poco más.Y luego, ¿qué? Por eso creo que es imprescindible un cierto control de la natalidad. Pero control de la natalidad, no anticoncepción y sin visiones malthusianas apocalípticas. Prudencia, sensatez y precaución, pero no alarma. Y nada de que ese alarmismo lleve a justificar atrocidades como el aborto y la esterilización masivas ni medidas como la entrega de anticonceptivos desde el helicóptero. La vida es un bien que puede ser conveniente controlar, pero no una enfermedad contra la que hay que luchar a través de no importa qué medios.

Pero, no nos engañemos, todas estas tecnologías son y serán posibles gracias al capitalismo. Y yo creo que la tecnología es el medio por el que el don de la inteligencia dado por Dios a los hombres le permitirá cumplir con los dos primeros mandamientos que le dio al principio: “Creced y multiplicaos” y “pastoread[5] la Tierra”. Por tanto, si el regalo de Dios al ser humano es la inteligencia, si la inteligencia da lugar a la tecnología y si la tecnología sólo la produce el capitalismo, deduzco que el capitalismo es el medio que Dios ha querido para que el ser humano pueda cumplir sus dos primeros mandamientos. Me atrevo a decir que la Iglesia es el medio para que salve el alma y el capitalismo el que sirve para darle de comer. “Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano y uno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y saciaos’, pero no le da lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?”, nos dice Santiago en su epístola. Falta mucha pobreza por erradicar del mundo, pero sólo el capitalismo lo podrá lograr. Como falta mucha gente que tenga a Cristo, pero sólo la Iglesia lo podrá lograr. Ninguno de los dos lo han logrado todavía. Estamos en el principio de la historia. Hay muchos empresarios sinvergüenzas, pero también los hay en la Iglesia, dentro y fuera de la jerarquía. Ni se me ocurre descalificar a ninguna de las dos instituciones porque todavía estén a mitad de camino ni porque haya corruptos en ambas.

Debo ahora decir con gran pena algo que ya dije cuando comenté la Encíclica del Papa Francisco, “Laudato si”. Me temo que el Papa, y con él una parte de la Iglesia se manifiestan a favor de una versión peculiar del malthusianismo. Evidentemente, no pueden ni deben hacerlo apoyando la contracepción, aunque sí el control de natalidad, tal y como he dicho en las primeras líneas de este escrito. Pero la variante malthusiana de algunos católicos se dirige contra el progreso. Si el desarrollo económico crea problemas ecológicos, paremos el desarrollo económico, “razonan”. Pero, a la vez, como es necesario que los países pobres se desarrollen, claman para que ese desarrollo de los países pobres se haga a costa del desarrollo de los países ricos. Ciertamente, esto es entrar en un círculo esquizofrénicamente vicioso. Es, sin embargo, un círculo esquizofrénicamente vicioso que se puede convertir en profecía autocumplida si no se rompe. Y se puede, no sólo romper, sino convertir en una espiral virtuosa gracias a la tecnología. Sin embargo, apoyar a la tecnología es apoyar al capitalismo, ya que no ha habido en la historia otra fuente de creación de tecnología, de riqueza y de bienestar que el capitalismo. Y apoyar al capitalismo es algo de lo que son visceralmente incapaces muchos católicos, en buena medida desorientados por ciertos miembros de la más alta jerarquía eclesial. ¡Qué pena! ¡Qué dolor! Pero, también, ¡qué indignación me produce! ¿Cuándo llegará la Iglesia católica a liberarse de esa visión mezquina de lo que es la creación de riqueza a través de la empresa, que reina entre tantos católicos alentada por miembros de la jerarquía?


Apéndice
Cálculos que llevan a las conclusiones anteriores

La cantidad de energía consumida en el mundo (2005 +/-10%) es de 5*1020julios o lo que es equivalente 140 mil millones de Mw-h.

De esta energía el 82%, es decir 4,1*1020julios se produce con combustibles fósiles (Petróleo, carbón y gas).

La combustión de un gramo de hidrógeno produce una energía de 143 kjulios. Por lo tanto, si se quisieran producir con hidrógeno los 4,1*1020 julios que hoy se producen con combustibles sólidos, serían necesarios casi 6.000 millones de Tm de este gas. Como referencia, hoy en día se necesitan unos 4.000 millones de Tm de petróleo, más unos 3,4 billones de m3 de gas (2.400 millones de Tm) y unos 5.000 millones de Tm de carbón.Es decir que la producción necesaria de hidrógeno sería aproximadamente la mitad de la que actualmente se produce de los tres combustibles fósiles. ¿Habrá en el mundo esa capacidad de producción? No se sabrá hasta que no se investigue lo suficiente, pero si no la hay, cualquier fracción de ella que sustituya parte del consumo de combustibles fósiles, será muy bienvenida.

Esos 6.000 millones de Tm de Hidrógeno producirían al quemarse unos 143.000 millones de litros de agua al día. Si supusiésemos que el 60% de esa agua se pierde, aún quedaría una producción neta de 57.000 millones de litros al día.

Si suponemos, un poco a dedo, que una hectárea de regadío necesitase 1000 litros de agua al día[6], veremos que si se dedicase el 80% de esa agua (45.600 millones de litros al día) para regadío, se podrían regar con ella 45 millones de Ha. Dado que hoy en día hay en el mundo 1.900 millones de Ha cultivadas, esta agua daría para poner en regadío el 2,4% de la tierra cultivada. A título de comparación, en EEUU el regadío supone el 2,2% de su territorio.

La producción de agua que no se utiliza para regar, es decir 11.400 millones de litros al día (57.000 millones menos 45.600 millones), se puede utilizar para usos domésticos. La OMS afirma que para poder tener una salubridad aceptable son necesarios 50 litros por persona y día. Por tanto, con estos 11.400 millones de litros al día podríamos solucionar las necesidades de agua de 228 millones de personas. Se estima que hay en el mundo 700 millones de personas sin un acceso suficiente al agua. Por tanto, con este 20% del agua producida con la combustión del hidrógeno se podría subsanar las necesidades del la tercera parte de esos 700 millones de personas.



[1] No se trata de la energía de fusión nuclear del hidrógeno, de la que ya hablé en una ocasión anterior, sino de la energía de combustión del hidrógeno al combinarse con el oxígeno.
[2] El riego consume alrededor del 80% del agua que se utiliza en el mundo.
[3]Otro recurso escaso en el mundo es la superficie cultivable, pero también para esto está desarrollándose una tecnología –la llamada agricultura vertical– que podría multiplicar por 20 o más la superficie cultivable de la tierra y por más de 5 la productividad por superficie cultivada. Básicamente consiste en la construcción de edificios-invernaderos de muchas plantas con cultivo hidropónico (supongo que ahora aeropónico) que apenas consume agua y que permite hasta 6 cosechas al año. Estos edificios-invernaderos se podrán situar al lado de los puntos de consumo, con lo que el transporte se vería prácticamente eliminado.
[4] Hoy en día ya hay un buen número de empresas que fabrican carne a partir del petróleo (lo que es un uso mucho más noble de ese material que el hecho de quemarlo). Desgraciadamente hoy por hoy es muy cara y puede que no muy sabrosa, pero, ¿qué pasará de aquí a 200 años?
[5] Cierto que las traducciones de la Biblia dicen “someted la tierra” o “dominad la tierra”, pero el original hebreo parece que podría también traducirse por “pastoreadla”, lo que, además, encaja mejor culturalmente con una sociedad nómpuedeada.
[6] Ciertamente, este dato de 1.000litros de agua al día del regadío, es una aproximación sin demasiado fundamento. Aunque depende enormemente de los cultivos, de la zona geográfica, de las condiciones meteorológicas y de un largo etc., en el riego por aspersión parece que en los meses de mayor sequía 10.000 litros de agua al día puede ser una cantidad razonable. Esto podría dar un promedio anual de menos de 5.000 litros al día. Ahora bien, el riego por aspersión es, de lejos, el sistema de regadío que más consume. El riego por goteo ahorra mucha agua y los cultivos hidropónicos apenas consumen, puesto que el agua es reciclada. Pero aún consume menos el cultivo aeropónico, una nueva tecnología de cultivo en el que las raíces están al aire y son pulverizadas con aguas con nutrientes que luego son recicladas. Esta tecnología hace que el consumo de agua sea despreciable. Por tanto, una estimación de 1.000 litros al día podría ser incluso alta si se desarrollasen más esos cultivos más ahorrativos, cosa que sin duda se hará en los próximos 84 años.

4 de mayo de 2016

Frases 4-V-2016

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

No hay ningún santo sin pasado ni ningún pecador sin futuro.


Papa Francisco en una homilía en Santa Marta refiriéndose al rey David, a su santidad y a sus pecados.