28 de octubre de 2012

La parábola del coche de gasolina; una explicación


Hace tres semanas, el 7 de Octubre, publiqué una entrada con el título de "La parábola del coche de gasolina". Este viernes se la he enviado a un numeroso grupo de amigos a los que envío directamente por mail más o menos las mismas cosas que publico en el blog. Inmediatamente recibí respuesta de varios que, o me pedían mi explicación de la parábola o me daban la suya. Curiosamente, ya que a mi me parecía que su interpretación era evidente, las había de distinto pelaje entre las que me llegaban (mi grupo de amigos es muy heterogéneo). Por eso decidí escribir mi propia explicación, la que tenía en la cabeza cuando la escribí. Desde luego, las ideas de quien escribe dejan de ser de su entera propiedad cuando las publica y pasan a ser propiedad común. Por eso, mi interpretación no es la interpretación, sino una más. Tiene, eso sí, la ventaja de que no es, hablando con propiedad, una interpretación, ya que mi idea de fondo es anterior a la parábola. Pero, bueno, sea como sea, ahí va mi explicación, la intención con la que la escribí.

***

El Ferrari somos nosotros, que estamos hechos de una determinada manera que no nos hemos dado a nosotros mismos. Somos un cochazo de gasolina, pero nuestra existencia es un don de Dios, que es el que nos regala el Ferrari y la gasolina. La gasolina es la gracia, necesaria para que el cochazo ande. Los coches parados en la cuneta son toda esa gente que ha creído que podía decidir qué era lo que le hacía andar en la vida, de qué era su coche, y han buscado soluciones falsas más fáciles y baratas, como el gas oil. Nosotros también hemos caído en ello. Las timbas de naipes en los capós de los coches son las mil absurdas distracciones que nos apartan del sentido de nuestra vida. El taller es la Iglesia, donde podemos recibir el sacramento del perdón y obtener nueva gasolina a través de la Eucaristía. El GPS del coche es la providencia, que si la hacemos caso, nos va marcando la ruta. La contemplación del mar es la contemplación de Dios en nuestra vida. La vuelta desde mar al anuncio del mismo lejos de Él es el profetismo en el mundo, con los balnearios que son, por un lado, la misa, en la que momentáneamente participamos de la liturgia del cielo en la que ángeles y santos alaban a Dios, pero también son esos momentos brillantes en los que vemos todo claro y sentimos muy nítidamente la presencia de Dios en nuestra vida. Momentos de los que Walt Whitman decía:

¿Nunca has tenido una hora,
un súbito destello divino que ha precipitado y hecho estallar todas estas burbujas,
                                                                                            [modas, riqueza?
¿Estos ansiosos proyectos comerciales – estos libros, política, arte, amores?
¿Una hora de total aniquilamiento?

En fin, el barco de cinco mástiles es el viaje al más allá en el que iremos, como decía Antonio Machado, “ligeros de equipaje, casi desnudos, como los hijos de la mar”, y en el que Cristo hará la travesía con nosotros cuando llegue el momento.

25 de octubre de 2012

Frases 25-X-2012

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.



Llorar ante aquél que nos ha hecho es una posibilidad que Dios no niega jamás a nadie, y el acto de llorar así, entre todos los actos de que somos capaces, es quizá el más filial. ¡Qué valor y qué virtud adquieren las lágrimas cuando son derramadas por quien está seguro de tener un Padre en los cielos!

Charles du Bos

21 de octubre de 2012

Los ángeles que llevamos dentro


Tomás Alfaro Drake

El otro día leí en el cultural de “El Mundo” del día 11 de Octubre del 2012 la reseña de un libro escrito por Steven Pinker, catedrático de psicología de la Universidad de Harvard, que lleva por título “Los ángeles que llevamos dentro”. El libro, de más de mil páginas, defiende la tesis de que nunca en la historia de la humanidad ha habido un siglo más pacífico que el último, a pesar de las dos grandes guerras mundiales. Como es ésta una tesis que va contra las creencias más firmemente arraigadas en el imaginario colectivo, el autor dedica 628 páginas de las más de mil que he dicho que tiene el libro a darnos todo tipo de datos, estadísticas y gráficos que refuerzan su tesis. En la reseña sólo se citan algunos de éstos. Por ejemplo, los datos arqueológicos disponibles indican que el 15% de los humanos prehistóricos de las sociedades de cazadores-recolectores murieron de muerte violenta. Si estas cifras las extrapolásemos a los cerca de 10.000 millones de individuos que han formado las tres generaciones del siglo XX, supondría que, para igualar en violencia a las épocas prehistóricas, deberían haber muerto en el mundo 1.500 millones de humanos por la violencia, cifra que no se alcanza ni remotamente. En las sociedades preestatales en las que hubo horticultura, parece que esta tasa fue aún mayor. Sin embargo, a partir de la aparición de las primeras sociedades estatales, estas tasas bajaron drásticamente. La más violenta parece haber sido la azteca mexicana, en la que los muertos de muerte violenta no superaban el 5%. En Europa, en los periodos más violentos del siglo XVII y del siglo XX, esta tasa rondó el 3%.

Estas evidencias estadísticas le llevan al autor a formular en una teoría coherente lo que él llama las seis tendencias humanas, las cinco fuerzas históricas, los cinco demonios y nuestros cuatro mejores ángeles. La reseña sólo enumera las cinco tendencias históricas, que son, por orden de importancia:

1º El Estado
2º El comercio
3º El cosmopolitismo
4º La feminización
5º El desarrollo de la razón

El Estado penaliza la agresión y hace, por tanto, que disminuya la violencia. Soy bastante antiestatalista, pero debo reconocer que esta fuerza me parece muy cierta. No tenemos más que mirar a lo que ocurre en Somalia, país sin Estado, para darnos cuenta de que esto es así. Otra cosa es que en occidente hayamos llegado a crear unos Estados intervencionistas, que invaden la intimidad y la libertad de los humanos mucho más allá de lo que sería sano, intentando regular aspectos de la conducta humana que deberían ser reducto de la libertad de cada ser humano e interviniendo en la economía hasta el punto de distorsionarla y crear graves disfunciones que la entorpecen enormemente. Comparo al Estado con el perro que un hombre se ha comprado para tenerlo en el jardín de su casa y evitar que, en una sociedad violenta, su casa se vea continuamente asaltada. Es una buena cosa. Pero puede llegar el momento en que el perro se haga el dueño del jardín y de los alrededores, atacando a todo lo que pasa por los alrededores de la casa y recluyendo a su dueño en ella, por miedo al animal. Que en muchos países hayamos hecho Estados que sobrepasan enormemente los límites de lo razonable no invalida la conclusión del autor sobre el efecto pacificador de la corriente histórica que ha hecho nacer el Estado.

Del comercio dice el autor, de una forma un tanto descarnada, que hace que otras personas sean más valiosas vivas que muertas. Puede que el comentario pueda parecer un poco cínico, pero me parece certero y veraz. Si una tribu aniquila a otra para quedarse con sus bienes, puede hacerlo una sola vez y, seguramente, a un alto coste en vidas humanas para la tribu vencedora. Si ambas se entienden para intercambiar lo que una tiene en abundancia y de lo que otra tiene escasez, se crea una corriente sostenible de bienestar sin costes de vidas humanas.

El cosmopolitismo anima a la gente a empatizar con otras culturas. No me cabe duda de que el catetismo que desprecia lo que ignora y no ha conocido nunca otras costumbres, tiene en sí un germen de violencia. Los nacionalismos, seguramente se curarían con un poco de cosmopolitismo. Ya Michel de Montaigne, en el siglo XVI, en sus Ensayos, comentaba lo miope que podía ser quien criticaba las costumbres de otros países que no conocía. No se puede amar lo que no se conoce y no se pueden conocer otras culturas si no se viaja a los países que las han creado. Es cierto que, hoy en día, con los medios de comunicación, es mucho más fácil conocer y llegar a amar otras culturas sin salir de casa.

“La feminización devalúa el machismo y las culturas basadas en el honor”, dice Pinker. Ciertamente, una dosis de feminización no viene mal a un mundo demasiado regido a veces por la testosterona. Pero no conviene confundir la feminización con el feminismo. El feminismo es más bien una corriente de machificación de las mujeres, impulsada por ellas mismas, en un intento de ganar la igualdad por el camino equivocado. No se trata de hacer de las mujeres hombrecitos castrados. Se trata de exaltar las auténticas virtudes femeninas y de darles en la sociedad el sitio que les corresponde. Pienso que vivimos en un mundo intoxicado de la exaltación de las virtudes del macho. No defiendo la sociedad de mujercitas condenadas a la inutilidad que había impregnado la Europa moderna, y que arranca desde el redescubrimiento de la cultura romana en el Renacimiento. Tal vez la denostada Edad Media y antes, la Antigüedad cristiana, hayan sido la época en la que la feminidad fuerte ha tenido más espacio. En efecto, en el derecho romano, la mujer era poco más que otra propiedad del paterfamilia. Una de las razones del éxito del cristianismo en Roma y Grecia, fue el papel de igualdad de dignidad que éste concedía a las mujeres. No vendría nada mal un poco más de feminidad en el comportamiento masculino (no en el sentido sexual, naturalmente) en el espacio dejado a la intuición, a la sensibilidad, a la búsqueda de la belleza (no del preciosismo blandengue), a la capacidad de ternura y a otras características consideradas como típicamente femeninas. Se puede ser (y a menudo se es) más hombre, dejando cierto espacio a esos aspectos femeninos en el comportamiento masculino. Sin embargo, digo lo contrario sobre dejar más espacio a la masculinidad en el comportamiento femenino, porque, como he dicho antes, creo que nuestra sociedad se ha pasado varios pueblos en este camino, llevando a la machificación de la mujer mucho más allá de lo deseable. Pero tampoco abogo por que se desande totalmente ese camino. Tan sólo por un reequilibrio. Creo que la encíclica “Mulieris dignitatem” de Juan Pablo II, publicada el 15 de Agosto de 1988, y la carta de este mismo Papa a las mujeres del 29 de Junio de 1995, son una magnífica orientación sobre este tema. Sobre las palabras de Pinker acerca de las culturas basadas en el honor, quiero hacer una puntualización. Nada más noble que el honor bien entendido. Pero cuando bajo el nombre de “honor” se camufla en realidad la soberbia, el afán de dominio y el ansia desordenada de poder, estamos hablando de otra cosa. Mientras que el honor es patrimonio igualitario de hombres y mujeres, ninguno de estos tres vicios que intentan pasarse por él forma parte de la feminidad.

La última de las cinco tendencias históricas citadas por Pinker, es la expansión de la razón. Evidentemente que creo que la expansión de la razón, rectamente entendida, es una tendencia histórica que hace disminuir la violencia. Lo que no estoy de acuerdo es en que sea la última. Más bien creo que subyace en algunas de las otras cuatro, al menos, en las dos primeras, y las posibilita. ¿Qué son el Estado y el comercio sino frutos de la razón?

Estoy convencido de que lo que Pinker afirma sobre la mejoría del mundo en lo que se refiere a la violencia, ocurre también en otros muchos campos. En particular, ocurre en la economía. Es evidente que la humanidad nunca ha gozado de mayor bienestar económico del que goza hoy, a pesar de la crisis. Evidentemente, ahora tenemos menos bienestar económico que hace 5 años, pero me refiero, como hace Pinker con la violencia, a una tendencia secular en la que hay, desde luego altibajos y crisis. Muy a menudo me encuentro con personas con una actitud más o menos despectiva hacia el progreso material, insinuando, de una manera más o menos abierta, que ese progreso material es causa de un supuesto deterioro moral. Pero, ni ese deterioro moral es cierto, ni el aumento del bienestar sería su causa si fuese cierto. Desde luego que el aumento del bienestar tiene sus riesgos que pueden tener efectos negativos en el progreso moral, pero de ninguna manera es su causa. Y, además, no conozco a nadie que se rasgue las vestiduras ante el aumento del bienestar y que no use de él. En cambio, conozco a gente que hace voto de pobreza y, sin embargo, no abomina del aumento del bienestar, sino que ve en él un bien para la humanidad.

Pero es que, además, se percibe una tendencia secular del progreso moral de la humanidad, una de cuyas manifestaciones es la disminución de la violencia evidenciada por Pinker. Desde luego que en esta línea de progreso moral hay también altibajos y marchas atrás y es verdad que actualmente nos encontramos en uno de los bajos en alguno de los muchos aspectos de la moral. Podría citar varios, pero cito solo uno: el aborto. No hay que cegarse para no ver la mejora secular, pero tampoco para cerrar los ojos ante muchos y graves retrocesos coyunturales. Y si tengo que decir cuál es la causa profunda de esa corriente profunda de progreso moral, no me cabe la menor duda. Se llama cristianismo. Es imposible exagerar el efecto benéfico que el cristianismo ha tenido en la humanidad. Ciertamente, los cristianos hemos tenido conductas en la historia indignas de nuestra religión. Pero a lo largo de esa historia, poco a poco, con visión secular, el cristianismo ha ido modelando al ser humano en occidente. Y, todavía más lentamente, a través del contacto con la cultura cristiana, a otras culturas. Aunque uno de los signos de nuestro tiempo en occidente sea el rechazo explícito del cristianismo por amplios sectores, no es menos cierto que subyaciendo a esa línea secular del progreso económico, moral y político, está se reconozca o no explícitamente, el cristianismo. El cristianismo aparece como la causa profunda, a menudo no evidente, de la disminución de la violencia, del declive del racismo, del respeto a la vida y la dignidad humanas (de hecho hoy en día es el cristianismo lo que sostiene en occidente la lucha contra el aborto, cuya superación será vista un día como equiparable a la desaparición de la esclavitud), de la declaración de derechos humanos o de la democracia.

Los seres humanos deberíamos entrenarnos en usar el zoom de nuestra percepción para alejarnos del día a día y ver con perspectiva secular. Nuestra tendencia natural es la contraria. Tendemos a dejarnos arrastrar por el día a día, exagerando lo malo y olvidando lo bueno. Una buena muestra de esa tendencia la dan los periódicos. Debemos leerlos y saber lo que está pasando en el mundo, pero después de hacerlo, no sería mal ejercicio relativizar su información ,usar el zoom y ver el mundo con 10, 50, 100, 500, 1000 y 5000 años de perspectiva hacia atrás, sin falsos romanticismos arcaizantes. Y, luego, preguntarnos qué puedo hacer yo hoy para que dentro de 10 o 20 años se haya producido un progreso (o se haya frenado un retroceso) en alguno de los campos de actividad de la humanidad. Porque los autores del progreso o el retroceso de la humanidad somos tú y yo, no ninguna corriente o fuerza impersonal y extraña. Me parece que sería una buena actitud frente al pesimismo y el pasotismo.

Creo que, a pesar de las 1000 páginas (mil páginas de lo que sea es algo muy duro de leer) y de los 42€ que vale el libro de Pinker, lo voy a leer. Máxime cuando si a esas 1000 páginas se les quitan las 628 de tablas, datos, gráficos y estadísticas, que seguro basta con hojear, quedan “sólo” 372 páginas de texto en el que se desarrolla una tesis que me parece sumamente sugerente de leer, tanto para estar de acuerdo con ella como para discrepar. En cualquier caso, creo que serán unas páginas para poner la mente y las formas de ver la vida en ebullición. A mí ya me han hecho ebullir, sólo a través de una reseña del periódico. Cuando lo lea, escribiré sobre la ebullición que me produzca.

17 de octubre de 2012

Frases 17-X-2012

Tomás Alfaro Drake   Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.

El aspecto más misterioso de la esperanza, la humildad, debe acompañar su proclamación a los hombres. Pues la desolación es, entre todos los estados humanos, una pena muy delicada, que rehuye la aproximación. [...] Sí, sólo Dios sabe aproximarse de una forma bastante delicada y, a la vez, bastante poderosa. [...] Es, pues, necesario, que los cristianos, en nombre de la Iglesia, y en ella, se aproximen a la Derelitta [1] con la suavidad de Dios. Deben amar a sus hermanos los hombres, no “por” amor a Dios, sino “con” el amor con que Dios nos ama, el amor que se revela en Jesús [que, como nos dice Isaías, no quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo vacilante]. La esperanza cristiana puede devolver la vida a los que carecen de Cristo y de la esperanza en este mundo, pues sólo ella proclama la certeza de la resurrección. Pero su respuesta a la pregunta: “¿Por qué, Dios mío, sigues abandonando a este mundo? ¿Por qué?”, no es pregonada por ella con una suficiencia hipócrita u o un realismo injurioso. La esperanza cristiana espera en Dios para todos nosotros, para Europa, para el mundo, pero humildemente.

Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo, Tomo IV; la esperanza en Dios, nuestro Padre. Capítulo dedicado a Charles du Bos.

[1] Se refiere al personaje de un cuadro de Boticcelli que lleva ese nombre, la Derelitta, la desolada, que es una impresionante imagen de la desolación y el desconsuelo.

15 de octubre de 2012

Dos hechos simultáneos e importantes


Este 11 de Octubre han tenido lugar dos actos que creo importantes para la Iglesia, el mundo y la humanidad. Son dos actos que arrancan de una intención común del Papa Benedicto XVI.

Me refiero en primer lugar al comienzo del año de la fe, anunciado por Benedicto XVI con un año de antelación, el 11 de Octubre del 2011 en un documento con el nombre de Porta Fide, para empezar el 11 de Octubre del 2012.

En segundo lugar, ese mismo día se ha iniciado el Sínodo general de los obispos sobre el tema de la nueva evangelización. El Papa lo ha inaugurado con una Misa celebrada por él mismo.

Dos hechos distintos íntimamente relacionados. Quiero reproducir aquí extractos de Porta Fide y de la homilía de la Misa inaugural del sínodo. Por supuesto, si alguien quiere uno o los dos documentos completos, no tiene más que enviarme un comentario con su mail, comentario que no publicaré para no hacer público su mail, pero al que le mandaré lo que me pida.

Extracto del motu proprio “Porta fidei” con el que Benedicto XVI convoca el año de la fe.

La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.

[…]

En la medida de su disponibilidad libre, los pensamientos y los afectos, la mentalidad y el comportamiento del hombre se purifican y transforman lentamente, en un proceso que no termina de cumplirse totalmente en esta vida. La «fe que actúa por el amor» (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (cf. Rm 12, 2;Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2 Co 5, 17).

Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe.

[…]

Así, la fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.

[…]

Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio

[…]

El conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es la Palabra de Dios.

Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público.

[…]

Es el don del Espíritu Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y valeroso.

[…]

Como se puede ver, el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia.

[…]

Por otra parte, no podemos olvidar que muchas personas en nuestro contexto cultural, aún no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico «preámbulo» de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios.

[…]

Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica una ayuda preciosa e indispensable. […] Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial.

Precisamente en este horizonte, el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica.

A través de sus páginas se descubre que todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia.

[…]

En efecto, la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad.

A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.

[…]

La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.

[]

Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf.Ap 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.

También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia.

[…]

Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40): estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1).

[…]

Escuchemos esta invitación como dirigida a cada uno de nosotros, para que nadie se vuelva perezoso en la fe. Ella es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo. Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.

[…]

«La autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe; la salvación de vuestras almas» (1 P1, 6-9). La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (cf.Col 1, 24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12, 10). Nosotros creemos con firme certeza que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Con esta segura confianza nos encomendamos a él: presente entre nosotros, vence el poder del maligno (cf. Lc 11, 20), y la Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en él como signo de la reconciliación definitiva con el Padre.

Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.

Extractos de la homilía de Benedicto XVI en la misa de inauguración del sínodo de los obispos sobre la nueva evangelización.


Quisiera ahora reflexionar brevemente sobre la «nueva evangelización», relacionándola con la evangelización ordinaria y con la misión ad gentes. La Iglesia existe para evangelizar. 

[…]

En determinados periodos históricos, la divina Providencia ha suscitado un renovado dinamismo de la actividad evangelizadora de la Iglesia. […] También en nuestro tiempo el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia un nuevo impulso para anunciar la Buena Noticia, un dinamismo espiritual y pastoral que ha encontrado su expresión más universal y su impulso más autorizado en el Concilio Ecuménico Vaticano II. […] la nueva evangelización, orientada principalmente a las personas que, aun estando bautizadas, se han alejado de la Iglesia, y viven sin tener en cuenta la praxis cristiana. la nueva evangelización, orientada principalmente a las personas que, aun estando bautizadas, se han alejado de la Iglesia, y viven sin tener en cuenta la praxis cristiana. La Asamblea sinodal que hoy se abre esta dedicada a esta nueva evangelización, para favorecer en estas personas un nuevo encuentro con el Señor, el único que llena de significado profundo y de paz nuestra existencia; para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que trae alegría y esperanza a la vida personal, familiar y social.

[…]

 Pienso que nos invita a ser más conscientes de una realidad ya conocida pero tal vez no del todo valorizada: que el matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular para el mundo secularizado. La unión del hombre y la mujer, su ser «una sola carne» en la caridad, en el amor fecundo e indisoluble, es un signo que habla de Dios con fuerza, con una elocuencia que en nuestros días llega a ser mayor, porque, lamentablemente y por varias causas, el matrimonio, precisamente en las regiones de antigua evangelización, atraviesa una profunda crisis. Y no es casual. El matrimonio está unido a la fe, no en un sentido genérico. El matrimonio, como unión de amor fiel e indisoluble, se funda en la gracia que viene de Dios Uno y Trino, que en Cristo nos ha amado con un amor fiel hasta la cruz. Hoy podemos percibir toda la verdad de esta afirmación, contrastándola con la dolorosa realidad de tantos matrimonios que desgraciadamente terminan mal. Hay una evidente correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización. Esto se realiza ya en muchas experiencias, vinculadas a comunidades y movimientos, pero se está realizando cada vez más también en el tejido de las diócesis y de las parroquias, como ha demostrado el reciente Encuentro Mundial de las Familias.

[…]

Una de las ideas clave del renovado impulso que el Concilio Vaticano II ha dado a la evangelización es la de la llamada universal a la santidad, que como tal concierne a todos los cristianos (cf. Const. Lumen gentium, 39-42). Los santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones. Ellos son, también de forma particular, los pioneros y los que impulsan la nueva evangelización: con su intercesión y el ejemplo de sus vidas, abierta a la fantasía del Espíritu Santo, muestran la belleza del Evangelio y de la comunión con Cristo a las personas indiferentes o incluso hostiles, e invitan a los creyentes tibios, por decirlo así, a que con alegría vivan de fe, esperanza y caridad, a que descubran el «gusto» por la Palabra de Dios y los sacramentos, en particular por el pan de vida, la eucaristía. […] La santidad no conoce barreras culturales, sociales, políticas, religiosas. Su lenguaje – el del amor y la verdad – es comprensible a todos los hombres de buena voluntad y los acerca a Jesucristo, fuente inagotable de vida nueva.

[…]

La mirada sobre el ideal de la vida cristiana, expresado en la llamada a la santidad, nos impulsa a mirar con humildad la fragilidad de tantos cristianos, más aun, su pecado, personal y comunitario, que representa un gran obstáculo para la evangelización, y a reconocer la fuerza de Dios que, en la fe, viene al encuentro de la debilidad humana. Por tanto, no se puede hablar de la nueva evangelización sin una disposición sincera de conversión. Dejarse reconciliar con Dios y con el prójimo (cf. 2 Cor 5,20) es la vía maestra de la nueva evangelización. Unicamente purificados, los cristianos podrán encontrar el legítimo orgullo de su dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y redimidos con la sangre preciosa de Jesucristo, y experimentar su alegría para compartirla con todos, con los de cerca y los de lejos.

[…]

[…] invocando la particular intercesión de los grandes evangelizadores, entre los cuales queremos contar con gran afecto al beato Papa Juan Pablo II, cuyo largo pontificado ha sido también ejemplo de nueva evangelización. Nos ponemos bajo la protección de la bienaventurada Virgen María, Estrella de la nueva evangelización. Con ella invocamos una especial efusión del Espíritu Santo.



10 de octubre de 2012

Frases 10-10-2012

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.


Cuando me muera.
Señor, llego a ti, pues trabajé en tu nombre.
Para ti la siembra.
Yo he construido el cirio. Te toca a ti encenderlo.
Yo construí este templo. A ti te corresponde habitar su silencio.

Antoine de Saint-Exupéry. Ciudadela.

7 de octubre de 2012

La parábola del coche de gasolina


Tomás Alfaro Drake

Había una vez un hombre cualquiera, como pudiéramos ser cualquiera de nosotros. Se llamaba Pablo. Un día, otro hombre rico y generoso le regaló un coche. No cualquier coche, no. Un potente Ferrari. Naturalmente, el coche era de gasolina y así se lo hizo constar el hombre rico a Pablo.

-Ni se te ocurra echarle gas-oil, aunque sea más barato –por aquél entonces el gas-oil era todavía mucho más barato que la gasolina–. Te cargarías el coche. Además, yo te pagaré la gasolina y los arreglos. Recuérdamelo cuando se te estropee.

Y a Pablo, agradecido, ni se le ocurrió echarle gas-oil.

Pero el agradecimiento es una de las virtudes humanas menos comunes y, pasado algún tiempo, Pablo empezó a pensar que quien le regaló el coche le había fastidiado, porque si fuese de gas-oil, su uso le resultaría más barato, ya que la gasolina la ponía él y sólo al final de cada mes le llegaba la transferencia con la que el hombre rico le reponía los fondos que él adelantaba. Y, poco a poco, empezó a desarrollar una inquina hacia quien le había regalado el coche.

De repente, un día, Pablo se dio cuenta de que la calle, las carreteras, todos los caminos estaban llenos de coches parados cuyos dueños le hacían señas. Y paró para ver que querían esos hombres de él. Tal vez estuviesen pidiéndole ayuda. Pero no, no le pedían ayuda. Al contrario.

-¿Por qué eres tan tonto –le decían– como para echarle gasolina al coche? ¡Échale gas-oil, hombre! Es mucho más barato.
-Sí –les dijo– pero el problema es que el coche se estropeará y dejará de funcionar. Además, a mí la gasolina me sale gratis –y les contó la historia del coche.
-¡Qué idiotez! –le replicaron– el coche es de lo que tú quieras. ¿No eres tú el dueño del coche? Pues entonces no tienes más que querer que sea de gas-oil para que sea de gas-oil. Y la gasolina no te sale del todo gratis, tienes que adelantar el dinero y pierdes los intereses. Además, ese que parece tan generoso, un día no te pagará la gasolina del mes y te dejará colgado con ese gasto. O, peor aún, te exigirá que le devuelvas lo que le ha costado la gasolina desde el principio. Ya sabes cómo son los ricos. Por otro lado, ¿quién quiere un coche para circular con él? Los coches no son para circular, sino para hacer una timba de cartas en el capó, como hacemos nosotros, que nos lo pasamos estupendamente. Nosotros también hemos tenido un rico que nos regaló el coche y la gasolina, pero hace tiempo que le hemos dejado a dos velas y hemos preferido esta vida tan divertida.
-Pero es que yo quiero ir a pasar las vacaciones a la costa, para bañarme en el mar, y necesito el coche para eso –les dijo Pablo.
-¡Otra bobada! Ir a pasar las vacaciones al mar, pudiéndote quedar aquí jugando a las cartas con nosotros.

Y al decir esto se produjo un coro de risas, exclamaciones de aprobación y expresiones de despreció hacia la estupidez del pobre Pablo. Incluso alguna voz parecía expresar indignación por su osadía de pensar que ir a pasar las vacaciones a la playa pudiera ser mejor que quedarse en la carretera jugando a las cartas con ellos.

Sin embargo Pablo, firme en sus trece, decidió seguir con el coche hacia la playa. Pero a partir de ese momento empezó a darse cuenta de algo de lo que antes no era consciente: de lo difícil que era circular por la magnífica autopista que llevaba a la playa, debido a que, en todas partes, había coches parados que obligaban a ir a menos de 20 Km/h esquivándolos. Y todos le hacían gestos diciéndole, con tonos más o menos conminatorios y hasta violentos, que qué demonios hacía circulando con el coche. A base de tanto oírlo y de lo incómodo de conducir de esa manera y, también, por el coste de adelantar el pago de la gasolina y por el sentimiento de inquina que había nacido en él hacia el que le regaló el coche, en la siguiente gasolinera en que se paró, Pablo se dijo:

-Venga, voy a echarle gas-oil.

Así lo hizo y, naturalmente, a los pocos kilómetros, el coche se le paró. En seguida vinieron a recibirle muchos de los dueños de los coches que estaban parados en la autopista. Le daban palmadas en el hombro, le animaban; ‘¡Muy bien!, ¡así se hace!’, le invitaban a unirse a su partida de cartas o de dominó. Pablo se bajó y, aceptando su invitación, se puso a jugar con ellos a las cartas. Pronto se le olvidó por completo el mar. Cierto que las cartas le aburrían portentosamente y sus nuevos amigos pronto dejaron de ser simpáticos. Pero… era lo que había. Tan sólo de cuando en cuando, tenía como una vaga y lejana nostalgia de la línea del horizonte dibujando un arco tendido a lo lejos, del ruido de las olas, de la sensación de caricia que éstas le producían cuando se metía en ellas, del sol que estimulaba su piel, de la arena que crujía bajo sus pies en sus paseos por la orilla. No eran más que retazos, flashes apenas entrevistos en un momento u otro. La primera vez se lo comentó al que parecía más agradable de sus nuevos amigos, pero éste lo comentó entre risas al resto de sus compañeros, que estallaron en una sonora carcajada y le hicieron objeto de toda clase de burlas. A partir de ese momento, se abstuvo de volver a hacer ningún comentario.

Poco a poco, imperceptiblemente, los flashes se fueron haciendo cada vez menos frecuentes y los recuerdos más difuminados, pero, en cambio, una especie de sabor metálico amargo, una vaga náusea, fue instalándose en el fondo de su boca, hasta que se hizo crónico, al tiempo que los flashes desaparecieron por completo. Había noches en que sentía una terrible e insostenible sensación de ahogo. Pero, por la mañana, aunque la timba de cartas le aburría mortalmente, la rutina hacía desaparecer la sensación de ahogo y se conformaba con eso. Un día alguien le comentó su añoranza y se sorprendió a sí mismo mofándose de él tras delatarlo a sus compañeros. Pero, curiosamente, eso le hizo pensar y refrescó en él su añoranza. Volvió a recordar el mar, los espacios abiertos, la época en la que circulaba por la carretera libremente, aunque fuese a 20 Km/h y esquivando coches. Imaginó un mundo donde todos los coches circulasen libremente, donde no hubiese coches por medio, donde todos los coches funcionasen con la gasolina regalada. También empezó a fijarse en que, de vez en cuando, algún coche desaparecía.

De vez en cuando pasaba un coche con un altavoz. A través de éste, su conductor hablaba del mar y de sus delicias. Decía que los coches tenían arreglo, que existían talleres mecánicos que los arreglaban en un suspiro y que seguía habiendo gasolina gratis disponible para todo el que quisiera. Era siempre recibido con escepticismo y desprecio. A veces, estos conductores tenían que soportar injurias y, de vez en cuando, hasta violencia física. Pero nada de esto parecía disminuir ni un ápice su entusiasmo. Él mismo les hacía burlas y les increpaba.

Una noche en la que no podía dormir, presa del ahogo, vio como uno de los dueños de los coches de alrededor vino con un mecánico. Ambos metieron la cabeza debajo del capó abierto. Al cabo de un rato, cerraron el capó. El dueño del coche venía con un bidón de gasolina –lo supo por su inconfundible olor– y, tras echarla en el depósito con un embudo, ambos se montaron en el coche y se fueron. Pero antes de irse, el dueño del coche le vio despierto y le tendió, sin decirle nada, un papelito cutre y gastado en el que únicamente aparecía una dirección de un punto kilométrico. A la mañana siguiente, nadie habló de él. La ignorancia era la consigna. Sólo se permitía hablar, de forma general, de la estupidez de todos los que se habían ido hacía tiempo, pero no se podía mencionar a éste o aquél, que ayer estaban aquí y hoy se habían esfumado.

Un día, unas semanas después, excusando una gestión que tenía que hacer, se ausentó y fue hacia el punto kilométrico del papelito. Allí había, sobre el tejado, una imagen de un coche con el capó levantado y, debajo, un cartel que decía: TALLER MECÁNICO. Entró y se encontró a un hombre con mono de trabajo. Le explicó el problema, del que el hombre parecía estar muy al corriente. Éste le dio una lata de gasolina y, al caer la noche, fueron juntos a donde se encontraba el coche. Tal y como le había visto hacer hacía unas semanas, abrió el capó del Ferrari, ambos metieron la cabeza debajo, el mecánico desmontó unas piezas del coche, sopló sobre ellas, las limpió con sus manos, sacó el gas-oil del depósito aspirándolo, le dio unas instrucciones y cerró el capó. Después, él mismo echó la gasolina del bidón en el depósito, ambos se montaron en el coche y se fueron. Pero antes de irse, Pablo le tendió el papelito a uno que estaba despierto.

Tras dejar al mecánico en su taller, Pablo se acercó a una gasolinera y puso un mínimo de gasolina. Había pasado varios años sin ponerle combustible y tenía miedo de que el acuerdo del reembolso hubiese caducado. Por eso, ese mes, avanzó poco, siempre esquivando coches y soportando que le estuviesen continuamente diciendo que le echase gas-oil al Ferrari. Cuando llegó el final de mes, vio, teniendo que reconocer que con asombro, que le llegó el reembolso de la poca gasolina que había puesto. A partir de ese momento dejó de racionar la distancia recorrida y la gasolina y empezó a avanzar tan rápidamente como se lo permitía el atasco de coches parados. A medida que se acercaba al mar el atasco empezó a ser cada vez menor y en la costa ya no había atasco en absoluto. Se extasió con el horizonte, con el sol, con la arena de la playa bajo sus pies, con las olas, con su sabor a sal, con la sensación de ésta pegada a su piel. Reencontró a sus amigos de siempre. Recordaba con pena el tiempo perdido con el coche parado y jugando absurdamente a las cartas o al dominó con una gente que le aburría enormemente y, por supuesto, su determinación de no volver jamás hacia atrás, fue aumentando.

Sin embargo, empezó a recordar a aquellos conductores que iban por medio de los coches parados, hablando por sus altavoces, contando lo que él estaba disfrutando ahora. Y también empezó a sentir lástima por todas aquellas personas varadas como ballenas fuera de su elemento, resentidos con aquél que les regalaba coche y gasolina para que pudieran ir al mar. Tomó la decisión de volver atrás, pero esta vez como uno de esos conductores. Se fabricó un altavoz y partió. Empezó a anunciar el mar y sus delicias. También empezó a repartir papelitos con la dirección del taller mecánico más próximo. Al principio añoraba inmensamente el mar que había abandonado, pero poco a poco aprendió a recordarlo cada vez con mayor nitidez. Además, había ciertos balnearios en los que uno podía bañarse en agua salada y dónde había pequeñas playas en miniatura y lámparas que simulaban la luz del sol. También se proyectaban películas de ese mar, con sus playas, sus calas, su agua turquesa y hasta se expandía un perfume que recordaba su olor a yodo.

Así pasaron muchos años, hasta que un día, el GPS de su Ferrari, empezó a marcarle una ruta nueva. Tuvo que atravesar un terrible desierto, pero había aprendido a confiar en quien le había regalado el coche y no dudó ni un instante en seguir el camino marcado por el GPS. Así llegó a la costa más maravillosa que había visto nunca. Había un barco extraordinario, un velero de cinco mástiles, con una tripulación excelentemente preparada, que le esperaba, junto con otras personas, para zarpar hacia un destino maravilloso. La aseguraron que en el barco y en el sitio al que iba, del que no volvería nunca, no necesitaría nada de lo que tenía. Así pues, abandonó el coche y todas sus pertenencias y subió al barco que zarpó. Quienes lo vieron partir dijeron que cuando llegó el día del último viaje y estaba al partir la nave que nunca había de tornar, él  se encontraba a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.

Sin embargo, hay quien dice que alguna vez encontró una botella con un mensaje dentro en el que se describía, con imágenes pobres, el más maravilloso en indescriptible lugar imaginable. Debajo venía la firma: Pablo.

Quien tenga oídos para oír, que oiga.

3 de octubre de 2012

Frases 3-X-2012

Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.


Te saludo, muchacha, bajo el más hermoso vestido del año.
Alma mía, muchacha adolescente, tenías tus maneras, que no son   
                                                                                 [las nuestras.
Te saludo, muchacha, bajo el vestido más hermoso del año.


Saint-John Perse



1 de octubre de 2012

La irresponsabilidad nacionalista

Estos días estamos asistiendo a un órdago de Artur Más en un paso más hacia la meta de la independencia. Último paso de una larga marcha en la que el nacionalismo catalán, más sutilmente que el vasco, ha sabido siempre buscar el punto de fractura del frente constitucionalista que, en principio está formado, sobre todo, aunque no únicamente, por el PP y el PSOE. Y la grieta de ese muro, que en sus orígenes fue la UCD, está siendo ahora el PSOE. Por eso, es curioso que fuese Felipe González el primero que enunciase, si mi memoria no me falla, la llamada “estrategia del salchichón” de los nacionalistas. Decía González que negociar con los nacionalistas era como el cuento de uno que tenía un salchichón. Viene otro y le presiona para convencerle de que medio salchichón es suyo. Tanto le da la tabarra que, el dueño del salchichón, creyendo que así aplacará las exigencias del importuno, le da medio salchichón para que le deje tranquilo. Pero no bien el pedigüeño ha recibido el medio salchichón y se lo ha guardado en el zurrón, empieza a decir, con más ímpetu que antes, al dueño del salchichón que, de la mitad que le queda, otra mitad es también suya. Cede de nuevo el que al principio tenía todo el embutido, para darse cuenta de que el pedigüeño sigue pidiéndole, más insistentemente que hace un rato, la mitad de la cuarta parte restante. Y así, hasta que el pedigüeño acaba quedándose con todo el salchichón. La moraleja de esta historia es que, lo mejor para no despertar el apetito apropiatorio del importuno pedigüeño, es no darle nada desde el principio.


La Constitución sancionó, en mala hora, el Estado de las Autonomías. Podemos concederles a los padres de la Constitución el beneficio de la duda de que de no haberlo hacho así, la transición no hubiese sido posible. Concedido como beneficio de la duda. Eso sí, la Constitución sancionaba un mínimo de transferencias de competencias del Estado a las Comunidades Autónomas y, aún estas, eran de dos velocidades; Cataluña y el país Vasco por un lado y el resto por otro. De una manera gratuita –esta vez no hay beneficio de la duda– el gobierno de UCD igualó a todas las CCAA por arriba, lo que impulsó el afán diferenciador de las dos Autonomías históricas, que empezaron a pedir más competencias. Empezó así una carrera de cesión gratuita de cada vez más competencias, no sancionadas por la Constitución, desde el gobierno central a las CCAA. Esta carrera iba aparejada, en Cataluña y país Vasco sobre todo, del adoctrinamiento de la población, desde niños, en una historia cada vez más deformada de las relaciones de España con estas dos CCAA en la que poco a poco, España iba convirtiéndose, en la mente de vascos y catalanes, en el espectro de una potencia opresora que mantenía la unión por la fuerza. Esta deformación tomaba, de todo lugar del que podía, ejemplos que nada tienen que ver con la historia de España. Así, las oprimidas Autonomías, se equiparaban, sin el más mínimo paralelismo histórico, a Irlanda frente a Inglaterra, Croacia o Bosnia frente a Serbia o cualquier otro ejemplo secesionista que se pusiese a tiro –ahora le toca el turno a Puerto Rico y loa Estados Unidos–, asumiendo siempre el papel de víctimas. Y el gobierno central les seguía dando porciones del salchichón en forma de transferencias de competencias. Y así llegamos a un punto lamentable, traído, como no, de la mano del inefable José Luis Rodriguez Zapatero, paradigma del entreguismo, del Estatut de Catalunya –perdóneseme el barbarismo– del año 2006 y de la entrada de ETA-Herri Batasuna, con distintos disfraces, en la política.

Y es ahora cuando Artur Más echa su órdago cabalgando el tigre de una ciudadanía deformada y engañada. Y, ante este órdago, aparece nuevamente la grieta del PSOE esgrimiendo una entelequia llamada Estado federal y poniendo a Alemania y a otros federalismos como ejemplo. Hay que ser ignorante o tener intereses inconfesables para proponer el federalismo y compararnos con Alemania. Federal viene del latín foederis que es alianza, y que, a su vez, viene de fides, que es fe, confianza. Es decir, federalismo viene de fe, de tener fe, confianza, en un país al que se pertenece sin dobleces, de establecer una alianza fiel con el estado central de ese país común. Esa es la base sobre la que Alemania, Estados Unidos, Mexico, etc. son Estados federales. Cualquier lander alemán cree en Alemania. Un ciudadano de Milwaukee, se lleva la mano al pecho, emocionado, cuando oye el himno de los Estados Unidos de Norteamérica. Un mexicano de Chihuahua se desgañita cantando “Mexicanos, al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón. Y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón”. No digo que me guste la letra, pero, ¡qué demonios!, así se puede ser un estado federal. Nosotros no hemos sido ni siquiera capaces de ponerle letra al himno nacional. Un estado federal español sería una rodaja más del ya exiguo salchichón, para la despensa del señor Más y sus secuaces.

Pero no es sólo eso. Alemania o Estados Unidos son estados federales porque así administran su riqueza de forma más eficiente. El lamentable Estado de las autonomías español, se ha convertido en un monumento al derroche disparatado, al clientelismo, al electoralismo y al populismo, es decir, en un cáncer. Creo que lo que habría que hacer es lo contrario, aprovechar esta marea de desprestigio del Estado de las autonomías, no para cambiar la Constitución eliminándolas, cosa que es imposible, sino, por leyes normales, revirtiendo al gobierno central competencias que no están sancionadas por la Constitución. Sobre todo como condición sine qua non para las CCAA que tengan que pedir dinero al Estado. Y es ésta otra de las cosas sorprendentes del órdago de Artur Más. Lo lanza con la boca, mientras con la mano extendida tiene que mendigar dinero para subsanar el despilfarro de Cataluña. Lo hace, eso sí, exigiendo un pacto fiscal, en nombre de no sé qué argumentos del expolio que el resto de España hace a Cataluña. Increíble ejercicio de victimismo para dar carnaza al pueblo. Todo eso, en un momento en el que España tiene que centrarse en vencer uno de los mayores desafíos de su historia.

Ante este órdago, el gobierno esgrime la ley y la Constitución. Afortunadamente, los partidos nacionalistas, ni sumados con el PSOE, tendrán nunca, espero, el peso suficiente como para modificar la Constitución hacia un federalismo de disgregación. Pero me corroe la duda de que la Constitución baste. En España hemos llegado a una situación en la que la ley se desprecia olímpicamente si un número de personas, por muy minoritario que sea, está dispuesto a echarse a la calle con la suficiente perseverancia en la violencia como para hacer que, coreados por una prensa irresponsable, se alce “el coro de los grillos que cantan a la luna”. Y eso es lo que está dispuesto a hacer Artur Más. ¿Hasta dónde podrá llegar? ¿Qué capacidad de resistencia tendrá el gobierno central? Nadie lo sabe, pero, desde luego, en estado de cosas actual, no es automático el hecho de que la Constitución no respalde el disparate nacionalista para que se produzca la paralización del desafío.

Además, el señor Más parte de una premisa falsa. A saber: que bastaría que la mayoría de los catalanes quisieran la secesión para que esta fuese un derecho de Cataluña, respaldado o no por la Constitución. Nada más falso. España es una construcción laboriosa de la historia en la que millones de personas han aportado sangre, sudor y lágrimas, heroicidad, abnegación y sacrificio para lograrla. No puedo evitar citar aquí a Henri Bergson:

"Si se han podido constituir sólidamente, en los tiempos modernos grandes naciones es porque la coacción, fuerza de cohesión que se ejerce desde fuera y desde arriba sobre el conjunto, ha cedido su puesto poco a poco a un principio de unión que asciende desde el fondo de cada una de las sociedades elementales que forman parte del conjunto, es decir, desde la región misma de las fuerzas disociadoras a las que hay que oponer una resistencia ininterrumpida. Este principio, el único capaz de neutralizar la tendencia a la disgregación, es el patriotismo. […] Pero existe mucha distancia entre esta adhesión a la ciudad, agrupamiento todavía colocado bajo la invocación de un dios que le ayudará en los combates, y el patriotismo que es virtud de paz tanto como de guerra, que puede teñirse de misticismo, pero que no mezcla su religión con ningún cálculo utilitario, que se extiende en un gran país y levanta a una nación, que atrae hacia sí lo mejor que hay en las almas. En fin, el patriotismo, que se ha ido formando lenta, piadosamente, con los recuerdos y esperanzas, con poesía y amor, con un poco de todas las bellezas morales que hay bajo el cielo, como la miel con las flores. Era necesario un sentimiento tan elevado, imitación del estado místico, para vencer a un sentimiento tan profundo como el egoísmo de tribu” .

España es uno de esos frutos que, más allá del cálculo utilitario, a través de los siglos, atrayendo hacia sí lo mejor que hay en las almas […] se ha ido formando lenta, piadosamente, con los recuerdos y esperanzas, con poesía y amor, con un poco de todas las bellezas morales que hay bajo el cielo, como la miel con las flores. Es por tanto, patrimonio de todos. Tendríamos que ser todos los españoles los que estuviéramos de acuerdo en desmembrarla. Pero eso sería retroceder hasta que nos dominase un sentimiento tan profundo como el egoísmo de tribu.

Nuestros políticos adolecen de un mal terrible. Son incapaces de resistir la tentación de embarcarse en cualquier aventura, por nefastas que puedan ser sus consecuencias, si creen que les va a proporcionar votos a corto plazo. Y una vez embarcados, mienten para engañar miserablemente a la ciudadanía malcriada para hacerles creer que el panorama hacia el que se encaminan es un jardín de rosas. Tal vez los catalanes crean que a través de la independencia van a ser una nación más próspera. Pero se equivocan. Para empezar porque creen que si se independizan entrarán a formar parte de la Unión Europea y del Euro. Pero dudo mucho de que esto sea así. Porque según los tratados que han dado lugar a la Unión Europea, para que Cataluña pasase a formar parte de la UE, tendría que contar con la unanimidad de los Estados miembros. Y dudo muchísimo que todos los países de la Unión estuviesen dispuestos a tragarse ese sapo, en la situación económica en la que se encuentra Europa, España en particular y Cataluña muy especialmente. La estrategia nacionalista actual es: “Seamos adversarios de España y amigos de la UE”. Cuando la UE les cierre la puerta, el victimismo nacionalista señalará a Europa como la causante de sus males. Y la ciudadanía se lo creerá. Pero la verdad es que, tanto Cataluña como el resto de España, se empobrecerían gravemente con una secesión

Y no nos engañemos. Todas estas voces que dicen que no es la independencia lo que realmente se pretende, sino ser un estado asociado, al estilo de Puerto Rico denotan ignorancia histórica y manipulación y hay que ser muy simple para creerlas. Primero, porque el proceso de Puerto Rico es el inverso. De ser una colonia española pasó a ser una colonia de los Estados Unidos. 17 años más tarde, en 1917 se les concedió a los ciudadanos de Puerto Rico la nacionalidad americana, sin dejar de ser Puerto Rico una colonia, y en 1950 se permitió a esta colonia tener una constitución propia, que debía ser aprobada por el Presidente de los Estados Unidos y su Congreso, y considerarse un Estado Libre Asociado. El poder de ejercer su soberanía recae en el Congreso de los Estados Unidos y los poderes existentes en la Isla son revocables. Pero, en segundo lugar, esto no es más que la discusión sobre la rodaja de salchichón que toca discutir ahora. Cuando se haya conseguido, pasarán a la siguiente.

Polibio, hace 2200 años, avisó de que la democracia podía degenerar fácilmente en la oclocracia, que significa el gobierno de los peores. Me temo que esto está pasando ya. Y me temo algo peor. Me temo que es difícil (aunque nada hay imposible) que el sistema genere líderes capaces de revertir el proceso. Hace poco he leído la reseña de un libro titulado “Indispensable: When leaders realy matter” del profesor de Harvard Gautam Mukunda. Una de las tesis del libro es que para que aparezca un líder que realmente pueda revertir una situación tiene que ser lo que él llama un “unfiltered leader”, un líder no filtrado. Según él, las organizaciones y la sociedad someten a todo aquél que pueda ir ascendiendo en la escala de poder a un filtrado por el que sólo pasan personas que se han acomodado al sistema. De forma que, aquellos que pueden ver la situación con ojos nuevos y actuar en consecuencia de una forma creativa, son filtrados por el sistema. Naturalmente, no hay sistema de filtro perfecto y puede haber rendijas por las que se cuele un “unfiltered leader”, pero lo cierto es que cada día el sistema de filtrado es más y más fino, por lo que es cada vez más difícil que esto ocurra. Además, estos “unfiltered leaders” son una peligrosa lotería. Wiston Churchill y Adolf Hitler son dos ejemplos de estos “unfiltered leaders” y no creo que sea necesario subrayar las diferencias y los riesgos implícitos.

Y aquí estamos. Con un irresponsable que cabalga y azuza al tigre que no será capaz de domar y que puede acabar devorándonos a todos. Con una oposición que habla de federalismo sin saber lo que dice, creyendo que eso le granjeará votos de vaya usted a saber quién. Y con un Presidente del Gobierno, bien filtrado, que no parece tener la intención de hacer lo que hay que hacer: dar marcha atrás, aprovechando que extienden la mano para pedir, a todo lo que se pueda dar marcha atrás sin cambiar la Constitución –que es mucho– para intentar frenar este cáncer del Estado de las autonomías.

Que Dios te ampare España. Que Dios nos ampare a los españoles.