El otro día leí
una noticia en la que se decía que unos matemáticos/informáticos de dos
universidades de Berlín y Viena habían desarrollado en un ordenador el teorema
de Gödel, llegando a la demostración de la existencia de Dios. Como mencioné el
teorema de Gödel en la respuesta a Odifreddi que publiqué el 29 de Octubre, y
expresaba en ella mi convicción de la indemostrabilidad silogística de la
existencia de Dios, creo que debo dar mi opinión sobre esto por lo que pueda
valer.
Pero antes, debo
desfacer un entuerto y decir algunas cosas sobre la vida de Gödel. Kurt Gödel
(Brno 1906, Princeton 1978) fue un genio de las matemáticas. En 1931, con 25
años, publicó un artículo con el nombre título de “Sobre proposiciones
formalmente indecidibles de Principa Mathematica y sistemas relacionados”, en
el que demuestra lo que ha dado en llamarse “teorema de la incompletitud”. En
pocas palabras este teorema, demostrado incontrovertiblemente con la más
rigurosa lógica matemática, viene a decir que en todo sistema lógico formal, tiene que haber proposiciones que no
puedan demostrarse ni como verdaderas ni como falsas desde dentro del sistema. No
voy a entrar ahora en definir que es un sistema lógico formal, pero las
matemáticas son uno de ellos. O sea, que las matemáticas demuestran que hay
proposiciones matemáticas indemostrables. Por ejemplo, la afirmación matemática
de que cualquier número par puede expresarse como la suma de dos números
primos, puede ser una de estas proposiciones indemostrables.
Este
revolucionario teorema fue el que hizo a Gödel mundialmente famoso en el mundo
de las matemáticas. Pero como muchos genios, especialmente los matemáticos,
Gödel sufría graves trastornos psíquicos que le hacían un “bicho raro”. Por
ejemplo, cuando en 1948 fue ante un juez americano para que le concediese la
ciudadanía americana, Gödel le intentó explicar al juez que había descubierto
un fallo lógico en la constitución de los Estados Unidos que permitiría la
implantación legal de un régimen totalitario. Su amigo Einstein que hacía de
valedor para conseguir esa ciudadanía, consiguió sacarle de la sala antes de
que el juez reconsiderase la decisión, ya acordada de concederle dicha
ciudadanía.
En sus últimos
años, Gödel se dedicó al estudio de la filosofía, en particular de Leibnitz y
Husserl. Esto fue como para Don Quijote la lectura de los libros de caballería.
Su cabeza empezó a desbarrar. En 1970 Gödel empezó a hacer circular entre sus
amigos una reelaboración suya del argumento ontológico para la demostración de
la existencia de Dios de Leibnitz. Es a esta “demostración” a la que se refiere
la investigación de los matemáticos/informáticos de Berlín y Viena. Pero estos
científicos no pretenden haber demostrado para nada la existencia de Dios a
partir del argumento ontológico de Gödel. Lo que afirman es que han sido
capaces de “modelizar” en un programa de ordenador este argumento. Y se sienten
muy contentos porque esto puede ser un principio para modelizar otros
razonamientos complejos y avanzar en las conclusiones lógicas de los
descubrimientos científicos. Por tanto, hoy por hoy –y creo que para siempre
–la demostración silogística de la existencia de Dios (y de la no existencia)
seguirá siendo una de las proposiciones formalmente indecidibles del teorema de
la incompletitud de Gödel. Lo que pasa es que, en manos de determinados
periodistas, lo mismo son las churras que las merinas y lo mismo de 3 que 33.
Para qué vamos a distinguir entre el teorema de la incompletitud y el argumento
ontológico de Gödel. Ambos son del tal Gödel ese. ¿Qué uno es una revolución
elaborada por un genio en el mundo de las matemáticas y la otra es una
elucubración de alguien que ha perdido un poco la cabeza. ¿A quién le importa
eso? Que los propios científicos de Berlín y Viena dicen que no se ha
demostrado nada. No vamos a estropear una buena noticia con la verdad, ¿no?
Así que, los que
me habéis mandado esto, tranquilos, de momento, nada. Si Dios quisiera
demostrar su existencia incontrovertiblemente, lo haría de una forma mucha más
grandiosa y evidente para todo el mundo que el argumento ontológico de Gödel.
Pero si lo hiciese, ¿dónde quedaría nuestra libertad para creer o no creer?
Permitidme
contaros el último capítulo de la vida de Gödel que me enternece al pensar el
bichito tan especial –maravilloso y patético a la vez– que podemos ser todos
los seres humanos. En 1927 Kurt conoce a
Adele Nimbursky, una bailarina de cabaret, católica (La familia de Kurt era
luterana empedernida y él había sido educado en esa creencia), divorciada y
seis años mayor que él. Se enamora locamente y tras once años de noviazgo se
casa con ella, rompiendo con su familia que se opone tenazmente. Adele se
muestra como una compañera incondicional. Cuando Gödel huye de Alemania, Adele lo acompaña en su fuga a Estados
Unidos. Fue una odisea, un trayecto plagado de incertidumbres hasta abordar el
tren transiberiano y finalmente embarcar a Estados Unidos desde Yokohama. El inestable Kurt se va
haciendo cada vez más dependiente de ella. Por otro lado, le entran aprensiones
de poder ser envenenado. Adele le compra la comida, se la cocina y la prueba
delante de él. Pero a finales de 1977, Adele cae enferma y debe ser intervenida
y pasar seis meses en el hospital. Kurt deja de comer y se deja morir de
hambre. El catorce de Enero de 1978 Kurt Gödel muere en Princeton de inanición.
Pesaba 30 kilos. El parte médico decía que murió por “malnutrition and inanition caused by personality
disturbance”. Ante la foto de más abajo, uno se siente tentado a afirmar que quizás no
existe un límite para la bondad, y en última instancia, el amor, de las
mujeres. Con certeza, para Kurt Gödel, ésta no era una proposición indecidible[1].
[1] Esta foto y la última frase las
he sacado del blog tresrosasamarillas de Matías Brum, en un post titulado La
bondad de las mujeres: Adele Nimbursky
no se ve la foto! :( y es una pena, porque la anecdota si enternece...
ResponderEliminarsaludos!
debe ser esta, supongo...
ResponderEliminarhttp://www.univie.ac.at/bvi/photo-gallery/jpeg/36%20G%2BFrau%20in%20der%20Linden%20L.JPG
Exactamente esa es la foto. Gracias por enviarla, por si a algún lectos de esta entrada le interesa verla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tomás