En
un envío anterior expresaba la preocupación, compartida por muchos, de que los
que los avances tecnológicos, unidos al aumento de la población mundial,
pudiesen hacer que el fantasma del paro y la pobreza se adueñase del mundo.
Para mi sorpresa, la mayor parte de los que expresan estos temores parten de
una premisa obviamente falsa: podríamos llamarlo el mito de la cantidad
constante de bienes a producir. La historia de los últimos 250 años ha
desmentido este mito con creces. Cualquier persona muerta hace más de cincuenta
años que regresase a la vida se quedaría asombrado de la cantidad de productos
y servicios que en su vida podía imaginar. Y cuanto mayor sea el tiempo que
haga de la muerte del que retorna, mayor sería su asombro. Y si pensamos en una
persona muerta hace 200 años, creo que sería incapaz de usar la mayoría de las
cosas que hoy usamos como si tal cosa. Por eso, antes de hacer ninguna
“profecía” catastrofista, conviene hacer una reflexión sobre un futuro en el
que ese mito no fuese, como no lo es, cierto. Y para llevar a cabo esta
reflexión es, a buen seguro, bueno, apoyarse en algún modelo matemático. Mis
conocimientos de matemáticas son limitados, por lo que ningún modelo matemático
que yo pueda hacer será, ni remotamente, ni perfecto ni exhaustivo. Pero tuve
un profesor en el MBA del IESE que decía una frase que se me quedó grabada. Era
más o menos así: “Si al hacer los números
de un negocio en una servilleta de papel te salen malos, arruga la servilleta
de papel, tírala a la basura y olvídate del negocio. Pero si los números te
salen buenos en la servilleta de papel, entonces, remángate y hay los números
seriamente”. Me pareció entonces, y me sigue pareciendo hoy, un consejo
sabio. El modelo matemático que voy a utilizar en estas páginas puede
considerarse una servilleta de papel. Máxime si me adentro, como voy a hacer,
en los próximos 200 años. Pero, bajo cualquier hipótesis razonable de partida,
los números de la servilleta salen muy bien. Dejo a otros que sepan más que yo
que hagan los números más seriamente ya que, según el adagio de mi profesor,
merece la pena hacerlos bien. No obstante, aviso a los que sepan menos
matemáticas que yo que estas líneas pueden resultarle arduas a pesar de mis
escasos conocimientos y mi intento de hacerlas lo más sencillas posibles.
El
modelo que voy a considerar, que se adentra, como he dicho antes, a 200 años a
partir de hoy tiene en cuenta tres variables y una hipótesis:
a)
El
crecimiento de la población.
b)
La
reducción de la cantidad de horas de mano de obra necesaria, debido a la
tecnología, para hacer una determinada cantidad de bienes. La idea de mano de
obra es ya casi decimonónica. Prefiero llamarla, y así lo haré de ahora en
adelante, horas de cerebro, aunque en esta variable se incluyan también horas
de mano de obra en el sentido tradicional.
c)
El
crecimiento de la cantidad de bienes que se puedan producir.
d)
Hipótesis:
Los recursos naturales son ilimitados. Sí, ilimitados. Lo explicaré más
adelante porque, realmente, esta hipótesis necesita ser explicada.
Voy
a enumerar y a hacer algunas reflexiones sobre cada una de estas tres
variables, así como a explicar cómo las he modelizado.
a)
La
población mundial.
Todos los expertos en temas de demografía
están de acuerdo en que el crecimiento de la población se desacelerará en la
medida en que los pueblos alcancen un nivel de riqueza. Es un fenómeno que,
parezca o no contraintuitivo, ha pasado en lodos los países desarrollados y
está empezando a pasar en algunos que todavía están en vías de desarrollo. No
entro en cuales sean las razones que lo expliquen, pero así ha ocurrido y así
es esperable que ocurra. Ello no obstante, hoy en día estamos en un proceso de
crecimiento de la población. Se estima que, al ritmo actual, la población
mundial, que hoy se estima en unos 7.500 millones de personas, de duplicaría en
los próximos 45 años (entre 1970 y 2015 la población mundial se ha multiplicado
por 2, pasando de 3.692 a 7.376 millones de personas. Esto supone un
crecimiento anual de un 1,55% anual acumulativo). Sin embargo, esta tasa no se
mantendrá en ese nivel. En el último decenio, la tasa de crecimiento anual
acumulativo ha sido del 1,34%. Para la previsión del crecimiento de la
población a largo plazo he supuesto que éste seguiría una curva sigmoide. La
curva sigmoide tiene una forma como la siguiente: _/¯. Para definirla
matemáticamente bastan dos puntos y una estimación del techo de la curva, es
decir de su parte asintótica ¯. Para mi aproximación he tomado los 7.500
millones de habitantes hoy, una estimación, generalmente aceptada, de 1.650
millones de habitantes en 1900 y un techo asintótico de 30.000 millones de
habitantes. Con estas hipótesis y aplicándolas a una curva sigmoide, la
población humana evolucionaría como sigue:
Año
|
(1) Población mundial
MM de hab
|
0
|
7500
|
10
|
8378
|
20
|
9317
|
30
|
10310
|
40
|
11351
|
50
|
12431
|
60
|
13540
|
70
|
14664
|
80
|
15792
|
90
|
16912
|
100
|
18010
|
120
|
20098
|
140
|
21985
|
160
|
23626
|
180
|
25007
|
200
|
26138
|
Hay una cuestión
que podría afectar enormemente a esta parte del modelo. Me refiero al aumento
de la longevidad. Sin la menor duda, los avances tecnológicos aplicados a la
medicina producirán mejoras espectaculares en la salud que se traducirán en un
incremento sin precedentes de la longevidad y, además, de la longevidad activa.
Esto haría que el techo de población fuese mucho mayor. Pero en la medida en
que esa longevidad fuese activa, no tendría por qué generar clases pasivas de
jubilados.
b)
Reducción
de la cantidad de horas de cerebro necesarias, debido a la tecnología, para
hacer una determinada cantidad de bienes.
Para modelizar
esta variable he aproximado el número de horas de cerebro para producir una
determinada cantidad fija de bienes a una función exponencial con exponente
negativo y con un suelo mayor que cero[1]. Dicho de manera más
intuitiva: se trata de estimar cada cuántos años la cantidad de horas de
cerebro necesarias se reducirían a la mitad sobre una cantidad mínima de horas
de cerebro distinta de cero, sea cual sea el grado de avance tecnológico. Un
ejemplo extremo de esto, aunque no aplicado a las horas de cerebro, sería la
ley de Moore en la electrónica. Gordon Moore afirmó en 1965 que la tecnología
haría que el número de transistores por cm3 –y por lo tanto la
capacidad de cálculo de los ordenadores– se duplicaría cada año[2]. Posteriormente, en 1975
reconoció que esa duplicación se produciría cada 2 años. Desde entonces, la ley
de Moore se ha cumplido sistemáticamente. En 2007 admitió que su ley dejaría de
cumplirse en 10 o 15 años, cosa que está ya ocurriendo. Pero dijo también que
otras tecnologías de computación harían que la potencia de cálculo siguiese
duplicándose. Hoy en día hay tecnologías que cambian la arquitectura interna de
los ordenadores de tal forma que la ley de Moore se siga cumpliendo. Y dentro
de 15 o 20 años parece que la computación cuántica hará que el ritmo se
mantenga o, incluso, que crezca más deprisa. Sin embargo, la ley de Moore, con
sus distintas variantes, no es aplicable a todos los tipos de tecnologías. Las
tecnologías con un mayor componente mecánico requieren un tiempo mucho mayor
para producir sus efectos de reducción de horas cerebro necesarias y, creo,
tienen un suelo. Por tanto, tal vez el ritmo de duplicación cada 2 años sea
excesivo. Un poco a ojo, me he atrevido a suponer que el ritmo de reducción de
las horas de cerebro necesarias se pueda dividir por dos cada 10 años y que el
suelo de horas de cerebro que se necesitarían para producir los bienes y
servicios de hoy, con independencia del desarrollo tecnológico, serían de un 10%
de las actuales. Bajo estas circunstancias y llamando 100 a la cantidad de
horas de cerebro necesarias hoy, la evolución sería la siguiente:
Año
|
(2) Horas cerebro
necesarias
|
0
|
100
|
10
|
55,00
|
20
|
32,50
|
30
|
21,25
|
40
|
15,63
|
50
|
12,81
|
60
|
11,41
|
70
|
10,70
|
80
|
10,35
|
90
|
10,18
|
100
|
10,09
|
120
|
10,02
|
140
|
10,01
|
160
|
10,00
|
180
|
10,00
|
200
|
10,00
|
También en esta
variable se puede afinar el modelo haciendo que el tiempo de división por 2 de
la cantidad de horas de cerebro se ajuste de forma diferente para cada periodo
de tiempo, en vez de ser la misma para los 200 años considerados.
c)
El
crecimiento de la cantidad de bienes que se puedan producir.
Este apartado requiere, creo yo, una
explicación acerca de su significado. He estado tentado de llamarle crecimiento
de la riqueza o, incluso, crecimiento del PIB. Pero he decidido llamarle
cantidad de bienes que se puedan producir. La riqueza de un país, o de una
región, o del mundo se suele expresar en algún tipo de moneda. Pero eso no deja
de ser un convencionalismo. La riqueza del mundo es la cantidad de bienes que
es capaz de producir, la denominemos en la moneda que la denominemos. Pero a
menudo, el hecho de introducir el vehículo de la monetización, hace que se
desvirtúe el concepto o que pierda su nitidez. Si el mundo es capaz de producir
una determinada cantidad de bienes, esa es su riqueza. Supongamos que mañana el
sueldo de todos los habitantes de la tierra bajase a la mitad. En primera
instancia diríamos que los humanos hemos perdido la mitad de nuestra riqueza.
Pero si los bienes costasen también la mitad, eso no sería cierto. Seríamos
igual de ricos. Si mañana los costes de todos los productos bajasen a la mitad
y también lo hiciesen los salarios, seríamos igual de ricos o de pobres. Por
mor de clarificar el asunto, aun a costa de alargar estas páginas, me permito
un ejemplo sencillo.
Supongamos que mañana un avance
tecnológico hiciese que las horas cerebro para producir todos los bienes del
mundo se redujesen a la mitad, pero se mantuviese el sueldo por hora de todos.
Podríamos pensar que los sueldos globales serían la mitad y que todo el mundo
se habría hecho la mitad de rico. Ahora bien, el precio de todos los productos
también se reduciría a la mitad y, en consecuencia, nadie se hubiese hecho más
pobre. Alguien que lea estas líneas pensará: “Sí, pero el argumento tiene un fallo; si sólo los sueldos bajan un 50%
pero el resto de los componentes del coste no lo hacen, los precios bajarán
menos que los sueldos y la gente se empobrecería”. Pero quien diga esto se
queda a mitad de camino del razonamiento correcto. Los otros componentes del
precio serán los suministros y el beneficio del capital. Veamos qué pasa con
ellos. Los suministros son, ellos mismos, bienes producidos utilizando sueldos
y capital que debe ser retribuido. Por lo tanto, el contenido de coste de
suministros siempre es reducible a coste salarial y retribución del capital y
si estos dos costes bajan a la mitad, también lo hará el precio. “Bueno –diría Marx– esto viene a demostrar mi teoría de la injusticia de la plusvalía del
capital, porque los avariciosos capitalistas duplicarían la rentabilidad de su
capital, con lo que ese componente del precio no bajaría, los precios bajarían,
por tanto, menos que los salarios y los capitalistas se harían cada vez más ricos a costa de que
los trabajadores se hiciesen cada vez más pobres. ¡Proletarios del mundo!,
¡uníos!”. Pero, por supuesto, Marx no tiene razón. Por dos motivos. El
primero es que los bienes de capital necesarios para producir cualquier
producto o prestar cualquier servicio también son en sí mismos bienes
producidos con horas de cerebro, por lo que también la inversión necesaria
bajaría. “Ni de coña –seguiría
argumentando Marx– porque lo que
ocurriría es que el avaricioso empresario, mantendría su beneficio en términos
absolutos y, al necesitar menos inversión, aumentaría su rentabilidad”. No
niego que tal vez a muchos empresarios no se les pasase por la cabeza intentar
que eso fuese así. Pero, afortunadamente para los trabajadores y
desafortunadamente para ellos, no podrían. Porque atraídos por esa alta
rentabilidad duplicada, como las diez mil moscas del atraídas al panal de rica
miel, aparecería una feroz competencia que haría que la rentabilidad sobre el
capital invertido fuese la misma y, al ser el capital de tan sólo el 50%, el
componente de coste de la retribución del capital, como todos los demás,
bajaría también el 50%. Con esto sí que queda cerrado el círculo. Los precios
bajarían un 50%, los sueldos bajarían también un 50% y los beneficios de los
empresarios llegarían también a esa misma cota, manteniendo la rentabilidad
porcentual. Por tanto, todo quedaría igual Bueno, se puede decir, siempre y
cuando no hubiese un crecimiento de la población, porque si la población, en
este proceso, se duplica mientras la riqueza de la población se mantiene, todos
ganarían la mitad. Pero ya hemos visto en el primer cuadro que la población
mundial va a ir en aumento. ¿será empobrecedor este aumento? Mucha gente piensa
que sí y clama por sistemas de anticoncepción obligatorios. Las
administraciones de Obama y la que hubiese implantado Clinton si hubiese
ganado, condicionaban la ayuda al desarrollo a los países en desarrollo a la
implantación de políticas de anticoncepción, aborto incluido. Pero, esperemos a
ver lo que nos dicen los números de la servilleta de papel.
Hecha esta aclaración y dejando claro que
la riqueza mundial es equivalente a la cantidad de bienes que se pueden
producir, vamos a ver la evolución de la riqueza. Como se ha visto más arriba,
el mito de la cantidad fija de bienes a producir es totalmente falso. Hay dos
cosas que harían crecer esta cantidad. Una por el lado de la demanda y otra por
el lado de la oferta. El ser humano siempre aspira a rodearse de bienes y
servicios útiles que le hagan la vida más agradable, en un sentido muy amplio
de la palabra. Si nos hubiésemos conformado con “lo que hay”, estaríamos
todavía en la prehistoria. A mí se me ocurren miles de cosas que si existieran
y estuviesen a mi alcance, me gustaría tener. Y no hablo de ningún afán
compulsivo de poseer, sino del sano disfrute de bienes que hacen mi vida más
agradable. Seguro que a cualquiera que lea estas líneas le pasa lo mismo. Ahí
está la demanda. Me atrevería a decir que ilimitada. Y si hay demanda, en un
sistema de mercado y empresa libres aparecerá la oferta, si no se le ponen
demasiadas trabas. Pero, y esto es importante, para que esta oferta aparezca
tiene que existir incentivo suficiente. Unos impuestos o una regulación excesivos
frenan la iniciativa empresarial y ralentizan la oferta de estos bienes que la
gente demanda. Para modelizar el crecimiento de la cantidad de bienes que se
pueden producir, supuesto un incentivo razonable al emprendimiento, he supuesto
que estos pueden crecer a una tasa anual constante. No es fácil encontrar datos
fiables sobre el crecimiento de la riqueza mundial desde el inicio de la
revolución industrial. Sin embargo el crecimiento del PIB mundial en términos
reales, es decir, sin tener en cuanta el efecto de la inflación, entre 1960 y
2011 ha sido de un 3,9% acumulativo. Ciertamente estos años han sido unos años
de una extraordinaria bonanza económica. No es fácil que en la primera mitad
del siglo XX, con las dos guerras, mundiales, se alcanzasen crecimientos
similares. Sin embargo es muy razonable pensar que en los últimos decenios del
siglo XVIII y en todo el siglo XIX se hayan alcanzado cotas de crecimiento
similares a las de los últimos 50 años.
Debemos, sin embargo, preguntarnos: ¿Hay
algún límite que impida que la riqueza crezca indefinidamente? Naturalmente que
lo hay: la escasez de recursos productivos; escasez de horas cerebro, escasez
de recursos naturales o escasez de capital. La escasez de horas cerebro se
produciría si no hubiese suficiente gente en el mundo o si la creación de los
bienes necesarios para que crezca la riqueza exigiesen a la gente que trabajase
más de lo que estuviese dispuesta. De la escasez de recursos naturales hablaré
más adelante. La escasez de capital sólo se produciría si la riqueza per cápita
fuese tan baja que la gente tuviese necesidad de aplicarla toda al consumo sin
poder dedicar suficientes recursos a invertir.
Sea como fuere, he querido ser modesto en
mis estimaciones y he considerado un crecimiento acumulativo anual del 1,5%
para los próximos 200 años. Veremos más adelante si existe algún tipo de
escasez que pueda comprometer este crecimiento de la riqueza. Con esto, el
cuadro de la riqueza en los próximos 200 años en términos real quedaría como
sigue, partiendo de la base del PIB mundial actual de 107 trillones de $ PPA[3]:
Año
|
(3)
Riqueza
|
(4)
Índice de riqueza
|
0
|
107,0
|
100,0
|
10
|
124,2
|
116,1
|
20
|
144,1
|
134,7
|
30
|
167,2
|
156,3
|
40
|
194,1
|
181,4
|
50
|
225,3
|
210,5
|
60
|
261,4
|
244,3
|
70
|
303,4
|
283,5
|
80
|
352,1
|
329,1
|
90
|
408,6
|
381,9
|
100
|
474,2
|
443,2
|
120
|
638,7
|
596,9
|
140
|
860,3
|
804,0
|
160
|
1158,6
|
1082,8
|
180
|
1560,5
|
1458,4
|
200
|
2101,8
|
1964,3
|
d)
Hipótesis
atrevida: Recursos naturales ilimitados.
Naturalmente, esta hipótesis no tendría el
más mínimo sentido si con ella me refiriera a que el petróleo, por ejemplo, es
un recurso ilimitado. No sé cuantos años tardaría en agotarse si lo siguiésemos
consumiendo al ritmo actual, pero a buen seguro se terminaría antes de 200
años. Y si redujésemos su ritmo de consumo retrasaríamos su agotamiento, pero
en modo alguna la duración de las reservas sería ilimitada. Lo que ocurre es
que el petróleo dejará de ser una fuente de energía en unos decenios. Será
sustituido por otras fuentes limpias y renovables o prácticamente inagotables
como la energía solar, la eólica, la de fusión o los yacimientos de hidrógeno
natural producidos continuamente en la corteza terrestre por reacciones
geológicas, u otas fuentes de energía que hoy no podemos siquiera imaginar. El
jeque Yamani, ministro del petróleo de Arabia Saudí en la crisis del petróleo
de los años 70, una auténtica autoridad en el tema, ha afirmado hace poco: “La edad de piedra no terminó porque se
agotaran las piedras. La edad del petróleo no se terminará porque se agote el
petróleo”. No, será la tecnología la que acabe con esa edad. Y como con el
petróleo voy a poner algunos ejemplos con otros recursos sin pretender, ni de
lejos, ser exhaustivo.
La alimentación humana. Primer supuesto
escollo: El límite del terreno cultivable. Hoy día ya existe la llamada
agricultura vertical que consiste en construir edificios de 20 o 30 plantas
para el cultivo, junto a las zonas de consumo, de cualquier tipo de planta, con
riego, no por goteo, sino con cultivos hidropónicos y, más aún, aereopónicos[4]. Esto unido a las mejoras
genéticas de las plantas de forma que den mayores rendimientos, tengan mayor
poder alimenticio, etc., hará que la superficie cultivable necesaria sea
perfectamente asequible en cantidades prácticamente ilimitadas. Segundo
escollo: la ganadería. Ya hay empresas que hacen carne sintética a partir de
minerales perfectamente asequibles. Es cuestión de algunas décadas que esto sea
un proceso industrial masivo y a coste razonable.
El agua. Más del 80% del consumo de agua
es para agricultura. Si, como se ha dicho antes la eficiencia en el uso de agua
para este fin se hace enormemente myor, el agua que se libere de este uso podrá
destinarse al consumo humano e industrial. Pero para este último ya se están
llevando a cabo múltiples, ubicuas y exitosas investigaciones para reducir la
huella hídrica de todos los procesos. Por lo tanto se liberará más agua para el
consumo humano. Pero, además, si se llega a producir energía a partir de los
yacimientos de hidrógeno producido por la Tierra, el subproducto de la combustión
del hidrógeno no es otra cosa que agua. Y para la inmensa cantidad de energía
necesaria su producción será enorme. Además, y esto es de suma importancia, la
producción de energía será descentralizada y, por tanto, el agua se producirá
cerca del lugar de consumo. Y todo ello sin contar con las posibilidades de
desalinización, mucho más asequible con energías baratas y renovables. Además,
ya existe la tecnología para convertir en agua pura y cristalina las aguas
negras de las ciudades. El único freno para que eso se haga es psicológico.
Pero no me cabe duda de que ese freno desaparecerá en un futuro inmediato si se
ponen los medios educacionales para ello.
Minerales. Hoy en día hay algunos
minerales como el litio o las llamadas tierras raras que son enormemente
escasos en la naturaleza y que, sin embargo son demandados en grandes
cantidades para pilas eléctricas que alimenten coches y aparatos electrónicos.
Pero ya hay investigaciones en estado muy avanzado para sustituir estos
materiales por otros mucho más corrientes en la naturaleza. Las pilas de ion
litio, tan necesarias en aparatos electrónicos y para los coches eléctricos.
pronto serán sustituidas por las de ion sodio, sustancia superabundante en la
Tierra. Por último, está la minería marina. El mar contiene cantidades ingentes
de la mayoría de los minerales. Ahí van algunos datos al respecto: Cloro: 1,94x1016 Tm; Sodio:
1,08x1016 Tm; Magnesio: 1,29x1015 Tm; Azufre: 9,04x1014
Tm; Calcio: 4,11x1014 Tm; Potasio: 3,91x1014 Tm; Bromo: 6,63x1013 Tm; Flúor: 1,30x1013
Tm; Estroncio: 8,10x1012 Tm; Boro: 4,45x1012 Tm; Litio:
1,70x1011 Tm; Fósforo: 8,80x1010 Tm; Yodo: 6,40x1010
Tm; Molibdeno: 1,00x1010 Tm; Níquel: 6,60x109 Tm; Uranio: 3,30x109 Tm; Vanadio: 1,90x109 Tm; Titanio:
1,00x109 Tm; Cobalto: 4,90x108
Tm; Manganeso: 4,00x108 Tm;
Cromo: 2,00x108 Tm; etc. Con tan sólo una pequeña parte de esas
cantidades se podría abastecer la producción de casi cualquier cosa en
cantidades prácticamente ilimitadas. Hoy en día no es posible la extraer
fácilmente estos minerales del mar, pero no cabe duda de que será factible en
un futuro próximo.
Por último está
el reciclado. La industria del reciclado está ahora en pañales, sobre todo por
la dificultad de clasificación adecuada de los residuos para darles a cada uno
su tratamiento. Pero es seguro que esta desagradable y difícil labor será, en
un futuro próximo, llevada a cabo por robots que lo harán a la perfección, con
lo que, además de aprovecharse mejor los recursos, no se producirán las
ingentes cantidades de desechos y desaparecerán los basureros que hoy día
ensucian las afueras de las grandes ciudades, sobre todo en los países en
desarrollo.
Todas estas
cosas no son, en modo alguno, ciencia ficción, sino tecnologías que están en
desarrollo hoy en día y que tienen viso de poder llevarse a cabo pronto. Si
pensamos en algo que todavía parece ciencia ficción, podríamos pensar en la
minería lunar. Ciertamente esto no se sitúa en un futuro próximo, pero ya hay
una empresa que ha comprado al gobierno de los EEUU los derechos para la
explotación lunar. Es dudoso que los EEUU tengan poderes sobre estos recursos,
pero eso es otra historia. Por tanto, creo que mi hipótesis de los recursos
ilimitados no es, en modo alguno, disparatada.
Vista la forma de
modelizar los tres parámetros de población (1), horas de cerebro necesarias
(2), riqueza (3) e índice de riqueza tomando como 100 la actual (4), estamos en
condiciones de, mediante unas sencillas operaciones, completar el cálculo de
los números de la servilleta de papel y sacar algunas conclusiones de ellos.
Interesan, a mi modo de ver, dos cosas: La primera, la evolución de la riqueza
per capita y la segunda, las horas de trabajo, también per capita. Para la
primera basta con dividir la línea de riqueza de cada año (3) entre la de
población (1). (3)/(1) Para la segunda, hay que dividir el producto del índice
de riqueza (4) y las horas de cerebro necesarias (2) entre la población (1).
(4)x(2)/(1) para obtener una cifra que tomando la de hoy como referencia 100
nos dé el porcentaje de la jornada laboral en comparación con la de hoy. Estos
resultados pueden verse en la siguiente tabla:
Año
|
Riqueza per cápita (Miles de $ PPA)
|
Indice 100 hoy de riqueza per cápita
|
Índice 100 hoy de jornada laboral
|
0
|
14,27
|
100,00
|
100,00
|
10
|
14,82
|
103,89
|
57,14
|
20
|
15,47
|
108,42
|
35,24
|
30
|
16,22
|
113,70
|
24,16
|
40
|
17,10
|
119,85
|
18,73
|
50
|
18,12
|
127,01
|
16,27
|
60
|
19,31
|
135,34
|
15,44
|
70
|
20,69
|
145,02
|
15,52
|
80
|
22,30
|
156,28
|
16,18
|
90
|
24,16
|
169,36
|
17,23
|
100
|
26,33
|
184,57
|
18,62
|
120
|
31,78
|
222,75
|
22,32
|
140
|
39,13
|
274,27
|
27,44
|
160
|
49,04
|
343,75
|
34,38
|
180
|
62,40
|
437,40
|
43,74
|
200
|
80,41
|
563,63
|
56,36
|
¿Qué nos dice esta
tabla? Nos dice que los números de la servilleta de papel salen bien: La
riqueza per capita se multiplica por algo más de 5,6 en los próximos 200 años
de forma continua, mientras que la jornada laboral llega a un mínimo del 15,4%
de la actual dentro de 60 años, si bien, a partir de ese momento aumenta,
debido a la desaceleración del crecimiento de la población, hasta llegar a un
56,4% dentro de 200 años. He intentado hacer ver que la escasez de recursos no
suponene ningún límite. Con una riqueza per capita de 5,6 veces la actual, no
es razonable pensar que haya problemas para dedicar una parte de ella a crear
capital. Tampoco parece que un trabajo del 56,4% de lo que trabajamos ahora sea
algo que limite la disponibilidad de horas cerebro. Sin embargo, el hecho de
haber alcanzado la posibilidad de trabajar tan solo un 15,4% dentro de 60 años
pueda hacer que la gente no esté dispuesta a trabajar más hasta llegar al 56,4%
en 140 años. Esto supondría que la humanidad tendría que aceptar trabajar
dentro de 200 años unas 3,7 veces más que dentro de 60. Si fuese así, cada
generación tendría que trabajar un 32% más que la anterior. No tengo ni idea de
lo que estaría dispuesta a hacer la humanidad en una situación así, ya que es
algo inédito en la historia. Si no estuviese dispuesta, tendríamos que hacer un
modelo que permitiese ver cuál sería la capacidad de creación de riqueza con el
límite de trabajo aceptado. Esto nos indica que, a vista de 200 años el único
recurso escaso que puede frenar el crecimiento es el número de personas.
¿Sorprendente? Puede, pero cierto.
Por supuesto, este
modelo lo tengo en una sencilla hoja Excell que me permite ver qué pasaría si
variásemos las distintas hipótesis de los datos de partida. Recuerdo cuáles son
éstos: Techo de población 30.000
millones de personas. Reducción de horas de cerebro: El número de horas de cerebro necesarias para
hacer la cantidad de bienes que se hacen hoy, se divide por dos cada 10 años
y tiene un suelo del 10% de las
necesarias actualmente. La cantidad de bienes y servicios que pueden
producirse, es decir, la riqueza,
crece a un 1,5% anual. Al final, en
el anexo, haré algún análisis de sensibilidad de distintos escenarios si estas
hipótesis de partida se retocasen (y, por supuesto, mandaré la hoja Excell a
quien me la pida para que haga sus propias simulaciones o la mejore si le
parece adecuado). Pero quiero poner aquí el escenario que dije al principio que
es del que parte mucha gente y que les lleva a ser catastrofistas respecto al impacto
social de la tecnología. A saber: que la cantidad de bienes que se pueden
producir se mantiene estable, sin crecer. En este escenario obtendríamos lo
siguiente:
Año
|
Riqueza per cápita (Miles de $ PPA)
|
Indice 100 hoy de riqueza per cápita
|
Índice 100 hoy de jornada laboral
|
0
|
14,27
|
100,00
|
100,00
|
10
|
12,77
|
89,52
|
49,23
|
20
|
11,48
|
80,50
|
26,16
|
30
|
10,38
|
72,74
|
15,46
|
40
|
9,43
|
66,07
|
10,32
|
50
|
8,61
|
60,33
|
7,73
|
60
|
7,90
|
55,39
|
6,32
|
70
|
7,30
|
51,15
|
5,47
|
80
|
6,78
|
47,49
|
4,92
|
90
|
6,33
|
44,35
|
4,51
|
100
|
5,94
|
41,64
|
4,20
|
120
|
5,32
|
37,32
|
3,74
|
140
|
4,87
|
34,11
|
3,41
|
160
|
4,53
|
31,74
|
3,17
|
180
|
4,28
|
29,99
|
3,00
|
200
|
4,09
|
28,69
|
2,87
|
Es
decir, en este caso, los catastrofistas tendrían razón. La riqueza per capita
se reduciría de forma continua a un poco menos de un 29% de la actual y, eso
sí, apenas trabajaríamos un 2,9% de lo que trabajamos hoy, pero a costa de un
terrible empobrecimiento. Pero ya he dicho que este escenario es totalmente
implausible, salvo que la voracidad fiscal de un Estado omnipresente unido a la
hiperregulación de libertad de empresa, fuesen tan agobiantes que anulasen el
incentivo económico para invertir, en cuyo caso el capital se convertiría en
recurso escaso por falta de incentivo. Tendríamos un estado repartidor de la
miseria creada por él mismo. No creo que esto ocurra, pero hay ciertas
corrientes políticas aupadas por un pensamiento intervencionista que tal vez
podría llevarnos a esto. También pueden ser un riesgo importante las políticas
proteccionistas arancelarias que frenen de forma drástica el comercio
internacional. Esperemos que no ocurra nada de esto, pero lo cierto es que el
intervencionismo estatal está en auge y parece que ciertos populismos (léase
Trump) quieren volver a los proteccionismos arancelarios decimonónicos.
Por
otro lado, el mínimo de crecimiento de la riqueza que permitiría que en ningún
decenio la riqueza per capita descendiese de la actual sería el 1,11%. Con un
crecimiento sostenido de la riqueza del 0,63%, tendríamos dentro de 200 años la
misma riqueza per capita que hoy, pero llegaríamos a un mínimo, dentro de 90
años, del 78% de la riqueza per capita actual, para después ir remontando hasta
alcanzar, dentro de 200 años la misma riqueza per capita que hoy.
Por
supuesto, como he dicho al principio, este modelo no es sino los números hechos
en una servilleta de papel. A continuación voy a ver qué cosas se podrían hacer
para mejorar el modelo y, posteriormente, hacer alguna reflexión adicional.
El
primer aspecto de mejora son simples tecnicismos. Se pueden elegir otras
funciones, distintas de las descritas, para definir la evolución de las variables
clave. Más aún, sería adecuado hacer un modelo en el que la evolución de la
población, de las horas de cerebro y de la riqueza no se hiciesen con unos
parámetros aplicables a lo largo de los 200 años. Auxiliándose, tal vez, en una
o varias funciones para cada variable clave, se podría y debería hacer una
previsión de cada una de ellas decenio a decenio, según el buen criterio de
quien las haga. Pero no soy yo la persona que pueda tener el conocimiento ni la
expertise en estas cuestiones como para atreverme a hacer algo así. Creo que lo
estropearían en lugar de mejorarlo. Más grave me parece el hecho de que el modelo
no tenga en cuenta cuestiones vitales como los fenómenos transitorios, o el
reparto de esa riqueza, tanto por países como por personas dentro de los
países. Creo, no obstante, que estas cuestiones son muy difícilmente
modelizables, si es que lo son. Porque cuando uno mira con perspectiva mundial
de 200 años es inevitable perder los detalles. Creo que aquí opera algo
parecido al principio de indeterminación de Heisenberg. No es posible tener
amplitud de horizontes y detalles de grano fino al mismo tiempo. Pero es puede
ocurrir que alguien piense lo contrario y pueda modelizarlos. Si es así, que lo
intente. Sería bueno, porque estas cuestiones pueden hacer que escenarios que
parezcan prometedores a largo plazo no lleguen a producirse porque los aborte
uno de estos fenómenos transitorios. Cuando estudié ingeniería aprendí que un
enorme generador de energía eléctrica magníficamente diseñado para soportar un enorme
régimen regular de potencia, podía destruirse completamente ante fenómenos
transitorios de averías en las redes de transporte de energía. Sin poder
modelizar estos fenómenos transitorios, me atrevo a decir que hay factores,
casi siempre referidos a las autoridades estatales o de otro tipo, que pueden
acentuar gravemente los fenómenos transitorios, como ocurre con las averías de
distribución en las redes eléctricas de distribución. Por ejemplo, la
manipulación sistemática de los tipos de interés y la cantidad de dinero por
parte de las autoridades monetarias, tanto estatales como supraestatales, han sido
a menudo una fuente generadora de fenómenos transitorios de diente de sierra
nefastos para la economía. Lo mismo se puede decir de las políticas fiscales
con gastos públicos disparatados generadores de déficits fiscales financiados
con deuda. Y exactamente igual puede decirse de las políticas llamadas de “redistribución
de la renta” que generan incentivos negativos, como paro voluntario, y eliminan
incentivos positivos como la capacidad de asumir riesgos empresariales que
generen riqueza, o con la manipulación de las divisas o del comercio
internacional, o con las trabas restrictivas al mismo, como el proteccionismo
arancelario, o con leyes que hagan rígido el mercado laboral. Todas estas cosas
pueden llevar, en periodos de tiempo de varios decenios a acentuar los
fenómenos transitorios y disminuir la tasa de crecimiento de la riqueza con las
terribles consecuencias que hemos visto unas líneas más arriba. Estoy
firmemente convencido de que cuanto más libremente se deje actuar a los
mercados, menores serán esos fenómenos transitorios inducidos. En otro orden de
cosas, un fenómeno desestabilizador para la sana distribución de la riqueza
entre los países es la falta de seguridad jurídica (rule of law) en los países más pobres,
especialmente en el África subsahariana. En la mayoría de estos países, los
tiranos que los gobiernan, utilizan despóticamente el poder para enriquecerse
desaforadamente, o se dedican a guerrear entre ellos para hacerse con el poder.
Con esto eliminan todo incentivo para la creatividad en la generación de
riqueza de sus víctimas, los habitantes de sus países, y los condenan a la
pobreza. Soy, sin embargo, optimista a este respecto. Creo que la
hiperconectividad del mundo por las TI que nos vienen, harán imposibles este
tipo de tiranías. De esta forma, se liberará la capacidad creativa y de
iniciativa de los seres humanos que hoy viven bajo ellas, haciendo posible que,
ayudados por la inversión exterior, se unan al carro de la generación de
riqueza en sus países. Pero puede que esto no pase de ser un buen deseo.
Por
último, para terminar, una reflexión. Creo que las tecnologías que vienen
cambiarán de forma radical el paradigma del trabajo asalariado por un lado y
los empresarios por otro. Esa frontera se difuminará aunque probablemente no
llegue a desaparecer. Ya hoy en día hay muchas personas que trabajan por un
sueldo y, por otra parte, tienen acciones de empresas cotizadas. Pero el cambio
de paradigma al que me refiero creo que difuminará muchísimo más esa frontera.
Creo que en un futuro no muy lejano muchas personas seguirán dedicando una
pequeña parte de sus horas cerebro a trabajar por cuenta ajena. Pero también
tendrán en su casa varios pequeños robots mecánicos controlados por su
ordenador y/o varios tipos de impresoras 3 y 4D que les permitirán, a ellos y a
sus familias, añadir valor y crear por sí mismos, con sus horas cerebro,
productos para su consumo familiar. Posiblemente sigan existiendo productos
que, por economías de escala, no puedan producirse a nivel doméstico, pero
habrá otros muchos que sí. Por tanto, en el dato del escenario base que dice
que dentro de 200 años necesitaremos emplear para nuestro sustento el 28% de
las horas cerebro que dedicamos hoy, una parte de ese 28% será dedicado, no a
trabajar para otros, sino para trabajar para nosotros mismos, en nuestra
casa-taller, generando muchos productos para nuestro uso personal o familiar.
El hogar se convertirá así en una pequeña factoría para el autoconsumo. Esto
haría que el trabajo fuese considerado en cierta medida como un “bricolaje”
casero, lo que haría menos penoso a cada generación trabajar más que la
anterior, según vimos más arriba. Tal vez esto pueda hacer realidad una bella utopía
como el distributismo preconizado por Gilbert K. Chesterton e Hilaire Belloc en
el primer tercio del siglo XX. Esta utopía, que de haberse intentado hacer
realidad en ese momento hubiese generado hambre y miseria en cantidades
espantosas, podría convertirse en una bella realidad gracias al desarrollo
tecnológico. Ojalá ambos visionarios adelantados a su tiempo nos guíen desde el
cielo para hacer realidad dentro de los próximos 200 años lo que entonces era
imposible.
APÉNDICE
ANÁLISIS DE
SENSIBILIDAD DE LAS PROYECCIONES
ANTE VARIACIONES
DE LOS PARÁMETROS INICIALES
Vamos
a ver qué les pasa a los números de la servilleta de papel si cada una de los
parámetros de entrada fuesen mayores o menores que los elegidos para la
alternativa base (Ver cuadro resumen al final de este apéndice)
1)
Techo
de población de 35.000 millones de habitantes en vez de 30.000.
En este caso, la
riqueza per capita aumentaría continuamente pero sólo hasta multiplicarse por 5
en vez de hacerlo por 5,6, mientras que las horas de cerebro por capita bajarían
hasta suponer un mínimo del 15% dentro de 70 años para ascender hasta un 50,2%
al final de los 200 años considerados. En el escenario base, el mínimo sería de
un 15,4% dentro de 40 años y alcanzaría un 56,4% al final. Es decir, seríamos
marginalmente menos ricos y trabajaríamos sólo un poquito menos.
2)
Techo
de población de 25.000 millones de habitantes en vez de 30.000.
Como cabría esperar seríamos marginalmente
más ricos (6,5 veces en vez de 5,6) y trabajaríamos un poco más 65,1% en vez de
56,4%).
Estos resultados parecen evidentes, ya que
a igualdad de riqueza y de horas de cerebro necesarias, a mayor población bajan
los ratios per capita.
3)
Las
horas de cerebro necesarias se dividen por 2 cada 8 años en vez de cada 10, con
el mismo suelo.
La riqueza per capita no se vería
afectada, ya que no estamos modificando la capacidad de creación de riqueza. Las
horas cerebro necesarias per capita se mantendrían en el mismo 56,4% del
escenario base al final de 200 años, ya que lo que limita la caída de horas de
cerebro al final de esos 200 años es el suelo que hayamos definido y ese no lo
cambiamos en este análisis de sensibilidad. Sin embargo, el mínimo de trabajo
per cápita que en el escenario base era de 15,4% en el año 60, bajaría en ese
mismo año a 14,2%.
4)
Las
horas de cerebro necesarias se dividen por 2 cada 12 años en vez de cada 10,
con el mismo suelo.
La situación sería simétrica a la de 3).
La jornada laboral sería también del 56,4% al cabo de 200 años, pero bajaría hasta
16,8% en vez de bajar hasta 15,4% y lo haría en el año 70 en vez de en el 60.
5)
El
suelo de horas de cerebro baja al 8% en vez de ser el 10%.
Tampoco en este caso, como en 3) y en 4)
se vería afectada la riqueza per capita. Pero la jornada laboral bajaría al 12,6%
en el año 70 (frente al 15,4% en el año 60 en el escenario base) y al final de
los 200 años se situaría en el 45,1% en vez de en el 56,4% del escenario base.
6)
El suelo de horas de cerebro sube al 12 % en
vez de ser el 10%.
Situación simétrica. Mínima jornada del 12,6%
en el año 70 (15,4% en el año 60 en el escenario base) y alcanzaría el 45,1% al
cabo de 200 años (56,4% en escenario base)
7)
El
ritmo de creación de riqueza baja al 1% anual en vez del 1,5% del escenario
base.
Como se vio más arriba, en el texto
principal, cuando se analizó el impacto del crecimiento de la creación de
riqueza, al bajar ésta al 1% nos pasaríamos con la riqueza per capita estancada
o ligeramente inferior a la actual en los próximos 55 años, si bien al final de
los 200 años sería algo más del doble de la de hoy (209%). Las horas cerebro necesarias
serían de tan solo 10,9% en el año 60 para llegar al 21% en el año 200.
Creo que esta situación sería
insostenible. Pero no se me alcanza ninguna razón para que esto pueda ocurrir,
aparte de estúpidas políticas económicas de manipulación de tipos de interés y
divisa, frenazo del comercio internacional, políticas fiscales desincentivadoras
a la inversión, etc. Sin embargo, no nos confiemos, en eso está ahora un país
como Venezuela y en menor medida, ahí está el crecimiento megalomaníaco del
estado del bienestar o las políticas proteccionistas de Trump que si se llevan
a cabo iniciarán, con toda seguridad, una guerra de aranceles. No conviene
nunca menospreciar la estupidez humana.
8)
El
ritmo de creación de riqueza sube al 2% anual en vez del 1,5% del escenario
base.
El índice de riqueza per capita se
dispararía en esta situación hasta multiplicar por 15 la actual, pero sería a
costa de que las horas cerebro necesarias para ello llegasen en el año 200 una
vez y media lo que trabajamos hoy, habiendo llegado en el año 60 al 20,7%. Esto
supondría que en ese intervalo, cada generación trabajase el 53% más que la
anterior. Esto, salvo que realmente, como se ha dicho más arriba, el trabajo
fuese considerado más como un hobby de bricolaje que como algo indeseable,
sería inaceptable. Pero no sería ningún problema para la humanidad optar por
multiplicar la riqueza por un factor menor de 15 a cambio de trabajar menos. Es
más, sería una opción sana y más que razonable. El análisis de sensibilidad
expresado más arriba puede resumirse en el siguiente cuadro (ver descripción de
escenarios más abajo):
Escenario
|
Índice de
riqueza per capita al final
|
Años de
estancamiento
|
Índice de Horas
de trabajo per capita al final
|
Índice de Horas
de trabajo per capita mínimo
|
Año en el que se
produce ese mínimo
|
Aumento en % de
trabajo de cada generación desde el mínimo
|
B
|
563,6
|
0
|
56,36
|
15,44
|
60
|
32,0%
|
I
|
502,1
|
0
|
50,21
|
15,01
|
70
|
32,1%
|
II
|
650,7
|
0
|
65,07
|
16,04
|
60
|
35,0%
|
III
|
563,6
|
0
|
56,36
|
14,20
|
50
|
31,7%
|
IV
|
563,6
|
0
|
56,37
|
16,79
|
70
|
32,3%
|
V
|
563,6
|
0
|
45,09
|
12,64
|
70
|
34,1%
|
VI
|
563,6
|
0
|
67,64
|
18,1
|
60
|
32,7%
|
VII
|
209,9
|
55
|
20,99
|
10,90
|
60
|
17,8%
|
VIII
|
1506,0
|
0
|
1506,0
|
20,73
|
60
|
52,9%
|
T
|
28,8
|
200 de
recesión
|
28,8
|
2,87
|
200
|
N.S.
|
Escenarios:
B: escenario Base
I: Techo de 35.000 millones de habitantes
en vez de 30.000.
II: Techo de 25.000 millones de habitantes
en vez de 30.000.
III: Las horas de cerebro necesarias se
dividen por 2 cada 8 años en vez de cada 10, con el mismo suelo.
IV: Las horas de cerebro necesarias se
dividen por 2 cada 12 años en vez de cada 10, con el mismo suelo.
V: El suelo de horas de cerebro baja al 8%
en vez de ser el 10%.
VI: El suelo de horas de cerebro sube al
12 % en vez de ser el 10%.
VII: El ritmo de creación de riqueza baja
al 1% anual en vez del 1,5% del escenario base.
VIII: El ritmo de creación de riqueza sube
al 2% anual en vez del 1,5% del escenario base.
T: Tragedia, crecimiento
0
[1] El hecho de que considere un suelo
equivale a pensar que la mejora de la eficiencia en el uso de horas de cerebro
se comporta también como una curva sigmoide. Si se supusiese el suelo fuese 0,
esto sería equivalente a considerar que la eficiencia tecnológica supone un
crecimiento exponencial indefinido, lo que no me parece realista. Pero, aquel a
quien se lo parezca, no tiene más que poner a 0 el suelo.
[2] Decir que el número de
transistores por cm3 se duplica cada cierto tiempo, equivale a decir
que el número de cm3 necesarios para albergar un número de
transistores se divide por dos cada cierto tiempo, que es lo que voy a suponer
a continuación.
[3] Un
trillón americano es equivalente, como un billón europeo a un millón de
millones. PPA: Paridad de Poder Adquisitivo. Significa que el PIB PPA se
compone equiparando el PIB de cada país a su propio poder adquisitivo.
[4] El cultivo aeropónico supone el
riego de las plantas mediante la nebulización, en las partes donde lo
necesiten, de la cantidad exacta que requieren. El ahorro de agua es
sencillamente espectacular.