Tomás Alfaro Drake
Hace tiempo leí una frase, no sé donde, que me dejó un tanto perplejo. La frase decía: “Es de sabios saber hacer sencillo lo complicado, pero es de necios intentar hacer simple lo complejo”. Confieso que, más allá de su aparente ingenio, no la entendí. Pero hace poco leí un libro con el título “Sobre hormigas y personas”, de un amigo mío, Manuel Carneiro. Era un libro sobre la complejidad. Ahí encontré la clave para entender el galimatías de la frase que cito más arriba. Voy a ver si intento aclararlo para después pasar a la “teología”.
Complejidad: La complejidad está en las relaciones. Cada uno de los elementos de un conjunto de cosas relacionadas pueden ser muy simple y, sin embargo el conjunto ser complejo. Y, a pesar de ser complejo, si las relaciones entre ellos son claras y están bien desarrolladas, puede ser sencillo.
Complicación: La complicación está en la falta de claridad, en la confusión. Lo complicado es opaco.
Sencillez: Lo sencillo es claro, se puede percibir de un solo golpe de vista, aunque sea complejo.
Simplicidad: La simplicidad está en la obviedad, en la falta de información, en la tautología inútil, en el A=A.
Una cosa puede ser complicada y simple, lo que la haría la máxima de las estupideces, o ser compleja y sencilla, la máxima de las sabidurías.
Reducir una cosa compleja a simple es necedad. Supone dañar su riqueza a fuerza de simplismo. Intentar clarificar la visión de una relación compleja haciéndola sencilla, es sabiduría.
Me consta que estoy siendo complicado. Para evitar serlo más, dejo ahora mismo de enrollarme. Tal vez una imagen valga más que mil palabras.
Un hilo que se retuerce enrevesadamente una y mil veces sobre si mismo formando una madeja, es un objeto simple presentado de forma complicada. Estirarlo y convertirlo en una recta es hacerlo sencillo. Deshacer nudos es sabiduría. Una red, es compleja. Pretender hacer de ella un hilo unidimensional es una necedad. La red dejaría de ser una red y ya no serviría, por ejemplo, para pesacar. La red puede estar hecha un buruño. Entonces es complicada y compleja. Extenderla en un plano es hacerla sencilla sin que deje por ello de ser compleja. Sigue siendo una red. Cuando los pescadores hacen esto, hacen algo sabio. A una red le pueden sobrar conexiones innecesarias que impidan extenderla. Cortarlas es hacerla más sencilla. Es sabiduría.
Una red tridimensional es más compleja que una normal. Pretender reducirla a un plano es una necedad. Pero si está hecha un buruño y la desenredamos para formar una retícula tridimensional que suspendida sobre sus cuatro vértices superiores cuelgue limpiamente, hacemos sencillo lo complicado. Somos sabios. Podríamos extender este argumento a todas las dimensiones que queramos, pero está fuera de nuestra capacidad mental imaginarnos una red de 83 dimensiones, por ejemplo.
Vuelvo al principio, a la “teología”, entre comillas. Los planes de Dios son una red de infinitas dimensiones. Pretender “aplanarla” en menos dimensiones es necedad. Desplegarla en sus infinitas dimensiones es sabiduría. Pero nosotros, pobres seres humanos, sólo vemos en cuatro dimensiones y, en una de ellas –el tiempo– mal. Intentar “aplanar” los planes de Dios a nuestras cuatro dimensiones es estupidez, desplegarla con claridad en sus infinitas dimensiones es la verdadera sabiduría, pero es imposible para nuestro intelecto en este mundo. La confianza en que los planes de Dios no están embrollados, sino limpiamente extendidos en sus infinitas dimensiones por su Sabiduría, aunque nosotros no los entendamos –¿llamaremos a esto temor de Dios o respeto a Dios?– es la verdadera sabiduría del hombre. Contemplaremos la red extendida limpiamente en sus infinitas dimensiones, en su infinita sencillez, su infinita complejidad y, por qué no, en su infinita belleza, cuando veamos a Dios cara a cara. Entonces diremos, con un maravillado asombro, pensando en todo lo que no entendemos en este mundo: “¡Ah! ¡Claro! ¡Tenía que ser así! ¿Cómo podía no verlo cuando estaba en el mundo? ¿Cómo podía no fiarme de Dios!” Porque ya en este mundo podemos mirar a Cristo que es la respuesta, sencilla y compleja, de todo el sufrimiento que no entendemos. Por eso, cada día intento dejarle ser más ser Dios. “Es preciso que yo mengüe para que Él crezca”[1], dijo san Juan Bautista a los fariseos que intentaban azuzar su envidia contra Cristo porque sus discípulos bautizaban cada vez más y él cada vez menos. Alguien me dijo hace poco: “A Dios puedes pedirle cualquier cosa menos una: explicaciones. Sencillamente porque no las entenderías”. Por eso, cada día intento menos entender a Dios. Cada día, mirando a Cristo, confío más en Él, porque me fío de Él, aunque no lo entienda. Cada día creo más en Él. Cada día confío más en Él. Cada día espero más en Él. Cada día le amo más.
Si he sido complicado, perdonadme, pero he querido hacer hoy esta entrada porque la semana que viene, si Dios quiere, publicaré una sobre los llamados “maestros de la sospecha”; Marx, Nietzsche y Freud, que son los de los más burdos simplificadores de la historia, hasta el punto de destrozar la compleja red multidimensional de la moral cristiana, aplanándola en un simplis Juan 3, 27-30: la respuesta completa del Bautista es: “El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado. Vosotros mismos sois testigos de lo que yo dije entonces: ‘Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado como su precursor’. La esposa pertenece al esposo. El amigo del esposo, que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho al oír su voz. Por eso mi alegría se ha hecho plena. Es preciso que yo mengüe para que él crezca”.mo torpe y unidimensional, hasta hacer de ella una caricatura. Lo asombroso es cómo han engañado a más de medio mundo. Pero, dejo esto para la próxima entrada.
[1]Juan 3, 27-30: la respuesta completa del Bautista es: “El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado. Vosotros mismos sois testigos de lo que yo dije entonces: ‘Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado como su precursor’. La esposa pertenece al esposo. El amigo del esposo, que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho al oír su voz. Por eso mi alegría se ha hecho plena. Es preciso que yo mengüe para que él crezca”.
4 de diciembre de 2009
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Querido Tomás: todo se resume en un salmo, que tu concoces bien,
ResponderEliminarSALMO 130
Abandono confiado en los brazos de Dios
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Un abrazo
MARIAJO
Bravo! Vendavalín! eres sabia! aunque no te des cuenta...y por supuesto D. Tomás también!
ResponderEliminarUn abrazo en la Sabiduría!
Jaimónyyo
Quridos Mariajo y Jaimónytú:
ResponderEliminarHola, Mariajo y Jaimónytú, soy Tomás
¡Qué alegría volver a recibir vuestra visita en el blog! Hacía mucho que no sabía nada de vosotros. Por supuesto que vendavalín es sabia, pero jaimónytú no le váis a la zaga.
Qué cierto es ese salmo. Hay del de ojos altaneros. Y, qué gusto estar en brazos de Dios como en los de una madre.
Un fuerte abrazo a los tres.
Tomás (y no D. Tomás. Ese sería mi padre, no yo)
Que no hablemos no significa que no lo visitemos y nos empapemos de él!
ResponderEliminarUn abrazo! D. Tomás
Jaimón y yo.
PD Mi padre me enseñó a guardar respeto y cariño a mis mayores, y el Vd. no nos aparta, si no que nos une más!
Es más, y por si no lo sabe ya, su entrada de hoy a sido reproducida en la entrada de un blog muy querido para nostros de un sacerdote santo D. Javier Vicens, Maginifico rector del Santuario de las Virtudes.
ResponderEliminarOtro abrazo!
Jaimón y yo.
PD Ah! que torpes somos! la dirección es:
http://javiervicens.blogspot.com/
Saludo, quizás lejano en el tiempo, sin la certeza de ser leído, pero no obstante ello no es obstáculo para felicitar y celebrar el gran articulo. Magistralmente presenta una de las aristas que permiten intuir su aplicación ir restricta en el hombre y todo lo que toca.
ResponderEliminarMe quito el sombrero.
Desde Colombia, alguien de 50 años en este continente, que se alegra de reconocer en la humanidad, aunque sea en mínimo numero, a quienes pueden extraer y comunicar destilados de conocimiento.
En hora buena.
Atentamente
un Monje.
Querido Juan Carlos, soy Tomás. Se muy bienvenido a mi blog. Por supuesto que he recibido tu comentario que agradezco. No es una maravilla que entre Colombia y España y con un lapsus de años, dos personas de buena voluntad puedan conocerse y charlar? Complejo y sencillo! Te pido que como monje, reces por este nuevo amigo. Yo también lo haré por ti.
EliminarUn abrazo fuerte
Tomas