Tomás Alfaro Drake
Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
Siendo un amante de la libertad, cuando los
nazis llegaron a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que
siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad. Pero
las universidades fueron acalladas.
Entonces miré a los grandes editores de
periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad.
Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio,
ahogados a la vuelta de pocas semanas.
Sólo la Iglesia permaneció de pie y firme
para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no
había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella
un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha tenido la valentía y la
obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral.
Debo confesar que lo que antes despreciaba
ahora lo alabo incondicionalmente.
Albert Einstein. Time Magazine, 23 de diciembre
de 1940
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