El otro día me
llegó un vídeo excesivamente largo (tres cuartos de hora) y excesivamente
interesante. Además, en inglés, menos un trozo que es en italiano con
subtítulos en inglés. Si lo colgase sería un problema porque dos excesos
contrapuestos nunca se equilibran. Por
eso, al final de esta entrada pego un link de una versión abreviada de 22
minutos que, leyendo lo que viene a continuación, a lo mejor no hay ni que ver.
Lo que sí creo que debéis ver es un vídeo de 7 minutos del Papa Francisco en
una comunicación muy especial dirigida a una reunión de líderes religiosos
protestantes evangélicos. El link a este vídeo del Papa os lo pongo más
adelante.
Creo que debo aclarar un poco este galimatías y poneros en
antecedentes. El 14 de Enero tuvo lugar en Texas una reunión multitudinaria,
muy a lo americano, de líderes de comunidades pentecostales de protestantes
evangélicos. Varios cientos de ellos que representan a muchos miles de fieles.
Los pentecostales son protestantes que tienen una gran devoción por el Espíritu
Santo, cuya acción invocan con oración de alabanza pidiendo un nuevo
Pentecostés. Pueden considerarse los inspiradores de la Renovación Carismática Católica.
El predicador que lidera la reunión anuncia que les va a hablar un obispo de la
High Church Anglicana llamado Anthony Palmer. La High Church Anglicana es la
que se ha mantenido más próxima a lo que fue la iglesia anglicana justo después
de la ruptura con Roma. Esta primera iglesia anglicana era igual que la
católica en todo, menos en la autoridad suprema del Papa y en lo más importante
de todo: aunque ellos creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía
(sólo durante la comunión), no se ha mantenido la sucesión apostólica, lo que quiere
decir que sus sacerdotes no están realmente ordenados.
Pues bien, el video de 22 minutos empieza cuando el Obispo
Palmer empieza a hablar para ir presentando el vídeo del Papa que les acabará
poniendo. Transcribo lo que dice este Obispo anglicano. Es verdaderamente impresionante
y pone en contexto el vídeo del Papa.
Necesito
que entiendan la historia que hay detrás de esto, porque estamos viviendo en
una generación increíblemente importante. Creo que Dios me ha traído hoy aquí
con el espíritu de Elías. Déjenme explicarme: El espíritu de Elías estaba sobre
Juan el Bautista para convertir el corazón de los hijos a los padres y para
convertir el corazón de los padres a los hijos, para preparar el camino al
Señor[1].
Y sabemos que esta profecía tiene un doble cumplimiento porque sabemos que
Elías vendrá también antes de la segunda venida del Señor y sabemos que el
espíritu de Elías es un espíritu de reconciliación, para convertir el corazón
hacia los otros. Esto es muy importante. Sabemos que en los primeros mil años de
cristianismo había una sola Iglesia, una Iglesia católica y que católica quiere
decir universal, no quiere decir romana. En este sentido, ustedes son
católicos. Y entonces se separó, al final del primer milenio, la Ortodoxa,
Oriente y Occidente, dos Iglesias. Y quinientos años más tarde vinieron Lutero
y su protesta. Tres Iglesias en mil quinientos años… tres denominaciones, no
tres Iglesias. Y después, tras Lutero 33.000 nuevas denominaciones. (Pausa).
Entiendo que la diversidad es divina, es la división la que es diabólica (pausa
y tímidos aplausos). Estoy de acuerdo en lo que estabais diciendo antes sobre
la Gloria. La Gloria que el Padre tiene se la dio a Jesús. La Gloria es la
presencia de Dios. ¿Qué es la renovación carismática? Es experimentar la
presencia de Dios. Cristo les da a los apóstoles la Gloria –y escuchen
pragmáticamente– para-que-puedan-ser-uno (remarcando cada palabra), es la
Gloria la que nos une, no las doctrinas. Es la Gloria. Si ustedes aceptan que
Cristo vive en mí y que la presencia está en mí, y que la presencia está en
ustedes, eso es todo lo que necesitamos. Porque Dios supera todas las doctrinas
que podamos tener. Por lo tanto, la unión de los cristianos es la base de
nuestra credibilidad, porque Jesús nos enseñó que si no, no creerían. El mundo
no creerá, como debería, hasta que seamos uno. La división destruye nuestra
credibilidad. Es el miedo lo que nos mantiene separados, porque el miedo es la
falsa evidencia que parece real. Es un acrónimo F. E. A. R. False Evidence
Appearing Real. Porque la mayoría de su miedo está basado en propaganda. Pero
ahora eso es historia. Porque en 1999 la Iglesia católica romana y la Iglesia
protestante luterana, firmaron un acuerdo que puso fin a la protesta. Lutero
creía que éramos salvados por la Gracia de la Fe, solamente. La Iglesia
católica creía que éramos salvados por las obras. Y esa era la protesta. En
1999, escribieron juntos algo. […] ¿Qué hicieron estas dos Iglesias cuando
pusieron estas dos definiciones juntas. Leo literalmente de la web católica del
Vaticano: “La
justificación quiere decir que el mismo Cristo es nuestra riqueza, en el que
compartimos, a través del Espíritu Santo. Por eso, de acuerdo con la voluntad
del Padre, juntos, nosotros, católicos y protestantes luteranos creemos y
confesamos que sólo por la gracia, mediante la fe en Cristo Jesús y su obra
salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos
el Espíritu Santo, que renueva nuestros corazones, capacitándonos para las
buenas obras y llamándonos a ellas”. (Murmullos y tímidos aplausos).
Esto pone fin a la protesta de Lutero. Hermanos y hermanas, la protesta de
Lutero es pasado. Ahora es sólo vuestra. En 1999 esto fue firmado por la federación
mundial de Iglesia luterana y cinco años más tarde por los metodistas, también a
nivel mundial, firmaron el mismo acuerdo, pero hasta el día de hoy no hay ni un
protestante evangélico que se haya puesto de pie y haya firmado este acuerdo
para acordar, con nuestros hermanos y hermanas que somos salvados por la
Gracia, a través de la Fe hacia las buenas obras. Y creo que esto es algo que
es necesario solucionar. (Pausa y silencio sepulcral). Es un reto para
vosotros. Por tanto, la protesta es pasado desde hace quince años. Y voy a ser
atrevido otra vez, porque reto a mis amigos protestantes evangélicos a que, si
no hay ya protesta, ¿como puede haber una Iglesia protestante? (Pausa y
silencio sepulcral). Quizá en una hora seamos católicos otra vez (risas un poco
nerviosas). […] Somos católicos en un sentido universal. Ya no protestamos más
la doctrina católica de la salvación. Ahora predicamos el mismo Evangelio,
ahora predicamos que hemos sido salvados por la Gracia a través de la Fe, sólo.
La palabra “sólo” ha sido la disputa durante quinientos años. La palabra “sólo”
está ahí, en la declaración, pueden leerlo por ustedes mismos. La protesta es
pasado. Es pasado. Por eso, permítanme rezar (aplausos tímidos) y mostrarles un
vídeo. Creo que veremos cada vez más y más personas llamándonos para ir al
mundo y trabajar entre las Iglesias con una nueva luz para convertir con ella el
corazón de los padres a los hijos y los corazones de los hijos a los padres
para que haya personas preparadas para el Señor, ministros de la
reconciliación. Tenemos que poner más recursos y energía en el ministerio de la
reconciliación, como hacemos con el ministerio de evangelización o
construiremos paredes sin cimientos. Les reto a encontrar los constructores de
puentes y convertirlos. Y me gustaría rezar esta oración. Si están de acuerdo,
digan amén. Es el espíritu de un hombre que va a morir. Y cuando sabes que
estás a punto de morir, dices la oración que más te importa: (lee)
“Pero no te pido sólo por ellos,
sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que
todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también
ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has
enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera
que puedan ser uno como lo somos nosotros”[2].
Gloria sea dada al padre. Amén (se oyen murmullos de un amén, como si el amén del final de
la oración hubiese cogido desprevenida a la audiencia. Después, tímidos
aplausos y, sin solución de continuidad el Obispo Anthony Palmer pone un vídeo,
sin decir de qué va, y que resulta ser un mensaje del Papa Francisco (IMPORTANTE,
ANTES DE SEGUIR, ver en la nota al pie de página cómo obtuvo el Obispo Palmer
este vídeo[3])
que no transcribo pero cuyo link pongo a continuación para que lo podáis ver.
El Papa habla en italiano y hay subtítulos en inglés. Espero que todos lo
entendáis. Pero el Papa dice que no habla ni en inglés ni en italiano, sino que
habla con el lenguaje del corazón. Al final, se produce un estruendoso aplauso,
con aullidos de aprobación al más puro estilo americano).
(Después sale al atril el predicador evangélico que lidera
la reunión y, tras un rato de oración de alabanza, pide al Obispo Palmer que
suba con él y que, con el mismo móvil con el que filmó al Papa, grabe otro para
responderle, cosa que el Obispo Palmer hace. Dice así):
Mi querido hermano. Mi querido
hermano. Gracias desde lo profundo. Todos estos líderes representan,
literalmente, decenas de miles de personas que creen en Dios con usted. Y en
respuesta a su petición hemos rezado por usted y con usted y lo hemos hecho en
el Espíritu. Y creemos que hemos recibido lo que pedimos, de acuerdo con las
palabras de Jesús en Marcos 11, 22[4],
que cualquier cosa, cualquier cosa, que se pida cuando se reza, creed que lo
recibiréis y lo tendréis. Nuestros deseos, señor, junto con usted, están en el
cuarto capítulo de la carta a los efesios (lee): “hasta que lleguemos todos a la unidad de
la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos hombres
perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo” [5].
Gracias señor, le bendecimos, recibimos su bendición. Es muy importante para
nosotros. Y nosotros le bendecimos con todo nuestro corazón, le bendecimos con
toda nuestra alma, le bendecimos con toda nuestra mente y le damos gracias,
señor, damos gracias a Dios por usted. Y así, todos nosotros, declaramos
conjuntamente “be (la gente repite, “be”) blessed (la gente repite “blessed”). Otra vez más, todos juntos (al unísono con todos, con las manos
levantadas y en un crecendo): “be
blessed. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén” (Largos aplausos, todo el
mundo de pie). “Aleluya”.
Pongo a continuación el link del vídeo de 22 minutos. Si no
tenéis algo mucho más importante que hacer, os recomiendo que lo veáis. Aunque
os lo he transcrito más arriba, merece la pena verlo.
Por último, no
quiero acabar (ya sabéis que no puedo) sin una Bobadilla auténticamente mía. La
escribí tras una noche que pasé “encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro en
Jerusalén.
Estábamos en las cuatro horas que pasé
“encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro. Las dos primeras horas las pasé
en el Gólgota. Conseguí concentrarme en una oración bastante profunda. Leí,
meditándola, la pasión en los cuatro Evangelios. Los cuatro hablan de cómo
condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota. He leído muchas veces esos
pasajes pero ese día una idea nítida me asaltó al leerlos. No le llevaron a un
lugar llamado Gólgota, le trajeron a este lugar. Exactamente aquí,
hace casi 2000 años, Dios fue crucificado para mi salvación aquí. Luego, cuando los Evangelios
hablan de cómo se repartieron sus vestiduras mi atención fue atraída por el
pasaje de san Juan en el que se habla de esto. Dice:
“Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de sus
vestidos e hicieron con ellos cuatro lotes, uno para cada uno. Dejaron aparte
la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba
abajo. Los soldados llegaron a este acuerdo:
Cuando leía esto levanté la vista y, justo
enfrente de mí, vi la imagen de un mosaico que representaba a María, en pie,
mientras clavaban en la cruz, todavía en el suelo, a su hijo. María Magdalena,
tirada en el suelo, besaba las rodillas de Cristo, mientras la túnica sin
costura yacía en tierra, detrás de la Virgen. La tradición cristiana ha visto
siempre en esa túnica inconsútil a la Iglesia de Cristo. Me asaltó una punzada
de dolor al pensar cómo los cristianos habíamos rasgado la túnica que los
soldados no se atrevieron a repartirse. Quizá Tierra Santa sea un sitio donde
se siente ese desgarro más escandalosamente. No están allí apenas representados
los protestantes, porque su escisión se produjo tardíamente, en el siglo XVI,
pero católicos, ortodoxos griegos, monofisitas armenios, y otras confesiones
cristianas escindidas antes de la primera cruzada, se reparten la posesión de
altares, lugares sagrados y derechos rituales, a veces sin demasiada caridad,
como si cada uno fuese propietario de su trozo de túnica. Pero, aunque no
estuviesen allí, también me representé la túnica rasgada una vez más por el
cisma protestante. No sólo eso. Vi los bordes de la túnica deshilachándose,
como si alguien estuviese tirando de hebras, sueltas por el desgarro y
desprendiéndolas del tejido. Vi millones de hilos sueltos, que nunca habían
formado parte de ninguna túnica, mezclados con los arrancados, arrastrados por
el viento hacia ningún sitio y otras túnicas que no eran de Cristo, que no le
consideran Dios. Y vi, detrás de María, a la humanidad entera deshecha en
túnicas, jirones deshilachados y hebras desamparadas. Y se me vino a la cabeza
una invocación para la Virgen: María tejedora. Le supliqué por la humanidad doliente
y perdida que seguía sin querer acogerse a las alas protectoras de Cristo,
representadas por su Iglesia. Le pedí que tejiese la túnica de esa humanidad.
Después de ver el vídeo que os acabo de mandar, no creo que
haya nada más importante por lo que debamos rezar todos los cristianos que por
nuestra unión. Sin ella no podremos atraer a muchos hacia Cristo. Por eso, voy
a intentar, no sé si seré capaz, rezar cada día, antes de ir a dormir, la
oración del hombre que sabe que está a punto de morir mientras cena por última
vez con sus discípulos y pide al Padre el mayor anhelo de su corazón:
“Pero no te pido sólo por ellos,
sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que
todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también
ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has
enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera
que puedan ser uno como lo somos nosotros. Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen
a la unión perfecta y el mundo pueda
reconocer así que tú me has enviado”[7].
Tal vez así, en el tercer milenio, arranquemos de Dios, como
dice el Papa, el milagro ya empezado de la comunión de todos los cristianos,
como en el primer milenio. Así se cumpliría el mayor anhelo del corazón de ese
hombre, que es Dios, y que murió para que todos fuésemos uno.
Amén.
[1] En Lucas 1, 17, cuando el ángel
le dice a Zacarías que su mujer, Isabel, va a concebir a Juan el Bautista, le
dice: “Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para
reconciliar a los padres con sus hijos, para inculcar a los rebeldes la sabiduría
de los justos y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
[2] Última cena: Evangelio de Juan
17, 20-22.
[3] En el vídeo completo de la
reunión de los evangelistas, que no pongo por ser demasiado largo, el Obispo
Palmer explica cómo en su ministerio, la Santa Sede le pidió que fuese a Roma
para colaborar con la Iglesia católica en el camino hacia el Ecumenismo. Aceptó
y en sus diferentes viajes ecuménicos, coincidió en Argentina con el entonces
Arzobispo de Buenos Aires, Mario Jorge Bergoglio, con el que trabó una profunda
y sincera amistad. Unas semanas antes de esta reunión de evangelistas, a la que
ya había sido invitado, recibió una llamada: “Che, soy tu amigo, Mario”.
“¿Mario” respondió asombrado Palmer. “Sí, Jorge Mario Bergoglio”. Palmer cuenta
cómo le dijo que quería verle y le dijo que eligiese él, Palmer, el día y la
hora. Asombro total. Los acordaron y ese día Palmer llegó al Vaticano. Tras los
saludos le preguntó a Francisco sobre la agenda de la reunión. “No hay agenda,
le dijo, sólo un encuentro entre amigos”. Charlaron y, en el transcurso de la
charla, Palmer le dijo a Francisco que le diese unas palabras para transmitir a
los evangélicos con los que se iba a reunir. “Y, ¿por qué no me grabas en
vídeo”, le dijo el Papa. “¿Cómo, con qué cámara?”, le preguntó Palmer. ¿No
tenés el móvil?” le pregunta Francisco, “grabame con el móvil”. Palmer le grabó
con el móvil y ese es el vídeo que vais a ver.
[4] Este pasaje del Evangelio de
Marcos dice: “Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte:
‘quítate de ahí y arrójate al mar, si lo hace sin titubeos en su interior, y
creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Todo lo
que pidáis en vuestra oración, lo obtendréis si tenéis fe en que vais a
recibirlo. Y cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que
también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas’”. (Marcos 11,
22-26)
[5] El texto pertenece a la carta de
Pablo a los efesios, que dice, algo más extensamente de lo citado: “Mostraos
solícitos en conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad, que es fruto
del Espíritu. Uno sólo es el cuerpo y uno sólo es el Espíritu, como también una
es la esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados; un solo
Señor, una fe, un bautismo; un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos
y habita en todos […]… hasta que lleguemos todos a la
unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos
hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo. […]… viviendo con autenticidad el
amor, crezcamos en todo hacia aquél que es la cabeza, Cristo. A Él se debe que
todo el cuerpo, bien trabado y unido por todos los ligamentos que lo nutren
según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyéndose a sí
mismo en el amor”
[6]
Juan 19, 23-24
[7] Última cena: Evangelio de Juan
17, 20-23.
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