2 de marzo de 2014

Pidamos por la unión ecuménica de los cristianos

El otro día me llegó un vídeo excesivamente largo (tres cuartos de hora) y excesivamente interesante. Además, en inglés, menos un trozo que es en italiano con subtítulos en inglés. Si lo colgase sería un problema porque dos excesos contrapuestos nunca se equilibran. Por eso, al final de esta entrada pego un link de una versión abreviada de 22 minutos que, leyendo lo que viene a continuación, a lo mejor no hay ni que ver. Lo que sí creo que debéis ver es un vídeo de 7 minutos del Papa Francisco en una comunicación muy especial dirigida a una reunión de líderes religiosos protestantes evangélicos. El link a este vídeo del Papa os lo pongo más adelante.

Creo que debo aclarar un poco este galimatías y poneros en antecedentes. El 14 de Enero tuvo lugar en Texas una reunión multitudinaria, muy a lo americano, de líderes de comunidades pentecostales de protestantes evangélicos. Varios cientos de ellos que representan a muchos miles de fieles. Los pentecostales son protestantes que tienen una gran devoción por el Espíritu Santo, cuya acción invocan con oración de alabanza pidiendo un nuevo Pentecostés. Pueden considerarse los inspiradores de la Renovación Carismática Católica. El predicador que lidera la reunión anuncia que les va a hablar un obispo de la High Church Anglicana llamado Anthony Palmer. La High Church Anglicana es la que se ha mantenido más próxima a lo que fue la iglesia anglicana justo después de la ruptura con Roma. Esta primera iglesia anglicana era igual que la católica en todo, menos en la autoridad suprema del Papa y en lo más importante de todo: aunque ellos creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía (sólo durante la comunión), no se ha mantenido la sucesión apostólica, lo que quiere decir que sus sacerdotes no están realmente ordenados.

Pues bien, el video de 22 minutos empieza cuando el Obispo Palmer empieza a hablar para ir presentando el vídeo del Papa que les acabará poniendo. Transcribo lo que dice este Obispo anglicano. Es verdaderamente impresionante y pone en contexto el vídeo del Papa.

Necesito que entiendan la historia que hay detrás de esto, porque estamos viviendo en una generación increíblemente importante. Creo que Dios me ha traído hoy aquí con el espíritu de Elías. Déjenme explicarme: El espíritu de Elías estaba sobre Juan el Bautista para convertir el corazón de los hijos a los padres y para convertir el corazón de los padres a los hijos, para preparar el camino al Señor[1]. Y sabemos que esta profecía tiene un doble cumplimiento porque sabemos que Elías vendrá también antes de la segunda venida del Señor y sabemos que el espíritu de Elías es un espíritu de reconciliación, para convertir el corazón hacia los otros. Esto es muy importante. Sabemos que en los primeros mil años de cristianismo había una sola Iglesia, una Iglesia católica y que católica quiere decir universal, no quiere decir romana. En este sentido, ustedes son católicos. Y entonces se separó, al final del primer milenio, la Ortodoxa, Oriente y Occidente, dos Iglesias. Y quinientos años más tarde vinieron Lutero y su protesta. Tres Iglesias en mil quinientos años… tres denominaciones, no tres Iglesias. Y después, tras Lutero 33.000 nuevas denominaciones. (Pausa). Entiendo que la diversidad es divina, es la división la que es diabólica (pausa y tímidos aplausos). Estoy de acuerdo en lo que estabais diciendo antes sobre la Gloria. La Gloria que el Padre tiene se la dio a Jesús. La Gloria es la presencia de Dios. ¿Qué es la renovación carismática? Es experimentar la presencia de Dios. Cristo les da a los apóstoles la Gloria –y escuchen pragmáticamente– para-que-puedan-ser-uno (remarcando cada palabra), es la Gloria la que nos une, no las doctrinas. Es la Gloria. Si ustedes aceptan que Cristo vive en mí y que la presencia está en mí, y que la presencia está en ustedes, eso es todo lo que necesitamos. Porque Dios supera todas las doctrinas que podamos tener. Por lo tanto, la unión de los cristianos es la base de nuestra credibilidad, porque Jesús nos enseñó que si no, no creerían. El mundo no creerá, como debería, hasta que seamos uno. La división destruye nuestra credibilidad. Es el miedo lo que nos mantiene separados, porque el miedo es la falsa evidencia que parece real. Es un acrónimo F. E. A. R. False Evidence Appearing Real. Porque la mayoría de su miedo está basado en propaganda. Pero ahora eso es historia. Porque en 1999 la Iglesia católica romana y la Iglesia protestante luterana, firmaron un acuerdo que puso fin a la protesta. Lutero creía que éramos salvados por la Gracia de la Fe, solamente. La Iglesia católica creía que éramos salvados por las obras. Y esa era la protesta. En 1999, escribieron juntos algo. […] ¿Qué hicieron estas dos Iglesias cuando pusieron estas dos definiciones juntas. Leo literalmente de la web católica del Vaticano: “La justificación quiere decir que el mismo Cristo es nuestra riqueza, en el que compartimos, a través del Espíritu Santo. Por eso, de acuerdo con la voluntad del Padre, juntos, nosotros, católicos y protestantes luteranos creemos y confesamos que sólo por la gracia, mediante la fe en Cristo Jesús y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que renueva nuestros corazones, capacitándonos para las buenas obras y llamándonos a ellas”. (Murmullos y tímidos aplausos). Esto pone fin a la protesta de Lutero. Hermanos y hermanas, la protesta de Lutero es pasado. Ahora es sólo vuestra. En 1999 esto fue firmado por la federación mundial de Iglesia luterana y cinco años más tarde por los metodistas, también a nivel mundial, firmaron el mismo acuerdo, pero hasta el día de hoy no hay ni un protestante evangélico que se haya puesto de pie y haya firmado este acuerdo para acordar, con nuestros hermanos y hermanas que somos salvados por la Gracia, a través de la Fe hacia las buenas obras. Y creo que esto es algo que es necesario solucionar. (Pausa y silencio sepulcral). Es un reto para vosotros. Por tanto, la protesta es pasado desde hace quince años. Y voy a ser atrevido otra vez, porque reto a mis amigos protestantes evangélicos a que, si no hay ya protesta, ¿como puede haber una Iglesia protestante? (Pausa y silencio sepulcral). Quizá en una hora seamos católicos otra vez (risas un poco nerviosas). […] Somos católicos en un sentido universal. Ya no protestamos más la doctrina católica de la salvación. Ahora predicamos el mismo Evangelio, ahora predicamos que hemos sido salvados por la Gracia a través de la Fe, sólo. La palabra “sólo” ha sido la disputa durante quinientos años. La palabra “sólo” está ahí, en la declaración, pueden leerlo por ustedes mismos. La protesta es pasado. Es pasado. Por eso, permítanme rezar (aplausos tímidos) y mostrarles un vídeo. Creo que veremos cada vez más y más personas llamándonos para ir al mundo y trabajar entre las Iglesias con una nueva luz para convertir con ella el corazón de los padres a los hijos y los corazones de los hijos a los padres para que haya personas preparadas para el Señor, ministros de la reconciliación. Tenemos que poner más recursos y energía en el ministerio de la reconciliación, como hacemos con el ministerio de evangelización o construiremos paredes sin cimientos. Les reto a encontrar los constructores de puentes y convertirlos. Y me gustaría rezar esta oración. Si están de acuerdo, digan amén. Es el espíritu de un hombre que va a morir. Y cuando sabes que estás a punto de morir, dices la oración que más te importa: (lee)

“Pero no te pido sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno como lo somos nosotros”[2].

Gloria sea dada al padre. Amén (se oyen murmullos de un amén, como si el amén del final de la oración hubiese cogido desprevenida a la audiencia. Después, tímidos aplausos y, sin solución de continuidad el Obispo Anthony Palmer pone un vídeo, sin decir de qué va, y que resulta ser un mensaje del Papa Francisco (IMPORTANTE, ANTES DE SEGUIR, ver en la nota al pie de página cómo obtuvo el Obispo Palmer este vídeo[3]) que no transcribo pero cuyo link pongo a continuación para que lo podáis ver. El Papa habla en italiano y hay subtítulos en inglés. Espero que todos lo entendáis. Pero el Papa dice que no habla ni en inglés ni en italiano, sino que habla con el lenguaje del corazón. Al final, se produce un estruendoso aplauso, con aullidos de aprobación al más puro estilo americano).


(Después sale al atril el predicador evangélico que lidera la reunión y, tras un rato de oración de alabanza, pide al Obispo Palmer que suba con él y que, con el mismo móvil con el que filmó al Papa, grabe otro para responderle, cosa que el Obispo Palmer hace. Dice así):

Mi querido hermano. Mi querido hermano. Gracias desde lo profundo. Todos estos líderes representan, literalmente, decenas de miles de personas que creen en Dios con usted. Y en respuesta a su petición hemos rezado por usted y con usted y lo hemos hecho en el Espíritu. Y creemos que hemos recibido lo que pedimos, de acuerdo con las palabras de Jesús en Marcos 11, 22[4], que cualquier cosa, cualquier cosa, que se pida cuando se reza, creed que lo recibiréis y lo tendréis. Nuestros deseos, señor, junto con usted, están en el cuarto capítulo de la carta a los efesios (lee): “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo” [5]. Gracias señor, le bendecimos, recibimos su bendición. Es muy importante para nosotros. Y nosotros le bendecimos con todo nuestro corazón, le bendecimos con toda nuestra alma, le bendecimos con toda nuestra mente y le damos gracias, señor, damos gracias a Dios por usted. Y así, todos nosotros, declaramos conjuntamente “be (la gente repite, “be”) blessed (la gente repite “blessed”). Otra vez más, todos juntos (al unísono con todos, con las manos levantadas y en un crecendo): “be blessed. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén. Amén” (Largos aplausos, todo el mundo de pie). “Aleluya”.

Pongo a continuación el link del vídeo de 22 minutos. Si no tenéis algo mucho más importante que hacer, os recomiendo que lo veáis. Aunque os lo he transcrito más arriba, merece la pena verlo.


Por último, no quiero acabar (ya sabéis que no puedo) sin una Bobadilla auténticamente mía. La escribí tras una noche que pasé “encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Estábamos en las cuatro horas que pasé “encerrado” en la iglesia del Santo Sepulcro. Las dos primeras horas las pasé en el Gólgota. Conseguí concentrarme en una oración bastante profunda. Leí, meditándola, la pasión en los cuatro Evangelios. Los cuatro hablan de cómo condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota. He leído muchas veces esos pasajes pero ese día una idea nítida me asaltó al leerlos. No le llevaron a un lugar llamado Gólgota, le trajeron a este lugar. Exactamente aquí, hace casi 2000 años, Dios fue crucificado para mi salvación aquí. Luego, cuando los Evangelios hablan de cómo se repartieron sus vestiduras mi atención fue atraída por el pasaje de san Juan en el que se habla de esto. Dice:

“Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de sus vestidos e hicieron con ellos cuatro lotes, uno para cada uno. Dejaron aparte la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba abajo. Los soldados llegaron a este acuerdo:

-No debemos dividirla; vamos a sortearla para ver a quién le toca[6].

Cuando leía esto levanté la vista y, justo enfrente de mí, vi la imagen de un mosaico que representaba a María, en pie, mientras clavaban en la cruz, todavía en el suelo, a su hijo. María Magdalena, tirada en el suelo, besaba las rodillas de Cristo, mientras la túnica sin costura yacía en tierra, detrás de la Virgen. La tradición cristiana ha visto siempre en esa túnica inconsútil a la Iglesia de Cristo. Me asaltó una punzada de dolor al pensar cómo los cristianos habíamos rasgado la túnica que los soldados no se atrevieron a repartirse. Quizá Tierra Santa sea un sitio donde se siente ese desgarro más escandalosamente. No están allí apenas representados los protestantes, porque su escisión se produjo tardíamente, en el siglo XVI, pero católicos, ortodoxos griegos, monofisitas armenios, y otras confesiones cristianas escindidas antes de la primera cruzada, se reparten la posesión de altares, lugares sagrados y derechos rituales, a veces sin demasiada caridad, como si cada uno fuese propietario de su trozo de túnica. Pero, aunque no estuviesen allí, también me representé la túnica rasgada una vez más por el cisma protestante. No sólo eso. Vi los bordes de la túnica deshilachándose, como si alguien estuviese tirando de hebras, sueltas por el desgarro y desprendiéndolas del tejido. Vi millones de hilos sueltos, que nunca habían formado parte de ninguna túnica, mezclados con los arrancados, arrastrados por el viento hacia ningún sitio y otras túnicas que no eran de Cristo, que no le consideran Dios. Y vi, detrás de María, a la humanidad entera deshecha en túnicas, jirones deshilachados y hebras desamparadas. Y se me vino a la cabeza una invocación para la Virgen: María tejedora. Le supliqué por la humanidad doliente y perdida que seguía sin querer acogerse a las alas protectoras de Cristo, representadas por su Iglesia. Le pedí que tejiese la túnica de esa humanidad.

Después de ver el vídeo que os acabo de mandar, no creo que haya nada más importante por lo que debamos rezar todos los cristianos que por nuestra unión. Sin ella no podremos atraer a muchos hacia Cristo. Por eso, voy a intentar, no sé si seré capaz, rezar cada día, antes de ir a dormir, la oración del hombre que sabe que está a punto de morir mientras cena por última vez con sus discípulos y pide al Padre el mayor anhelo de su corazón:

“Pero no te pido sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí por medio de su palabra./Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo el mundo podrá creer que tú me has enviado. Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno como lo somos nosotros. Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta  y el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado”[7].

Tal vez así, en el tercer milenio, arranquemos de Dios, como dice el Papa, el milagro ya empezado de la comunión de todos los cristianos, como en el primer milenio. Así se cumpliría el mayor anhelo del corazón de ese hombre, que es Dios, y que murió para que todos fuésemos uno.

Amén.




[1] En Lucas 1, 17, cuando el ángel le dice a Zacarías que su mujer, Isabel, va a concebir a Juan el Bautista, le dice: “Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos, para inculcar a los rebeldes la sabiduría de los justos y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
[2] Última cena: Evangelio de Juan 17, 20-22.
[3] En el vídeo completo de la reunión de los evangelistas, que no pongo por ser demasiado largo, el Obispo Palmer explica cómo en su ministerio, la Santa Sede le pidió que fuese a Roma para colaborar con la Iglesia católica en el camino hacia el Ecumenismo. Aceptó y en sus diferentes viajes ecuménicos, coincidió en Argentina con el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Mario Jorge Bergoglio, con el que trabó una profunda y sincera amistad. Unas semanas antes de esta reunión de evangelistas, a la que ya había sido invitado, recibió una llamada: “Che, soy tu amigo, Mario”. “¿Mario” respondió asombrado Palmer. “Sí, Jorge Mario Bergoglio”. Palmer cuenta cómo le dijo que quería verle y le dijo que eligiese él, Palmer, el día y la hora. Asombro total. Los acordaron y ese día Palmer llegó al Vaticano. Tras los saludos le preguntó a Francisco sobre la agenda de la reunión. “No hay agenda, le dijo, sólo un encuentro entre amigos”. Charlaron y, en el transcurso de la charla, Palmer le dijo a Francisco que le diese unas palabras para transmitir a los evangélicos con los que se iba a reunir. “Y, ¿por qué no me grabas en vídeo”, le dijo el Papa. “¿Cómo, con qué cámara?”, le preguntó Palmer. ¿No tenés el móvil?” le pregunta Francisco, “grabame con el móvil”. Palmer le grabó con el móvil y ese es el vídeo que vais a ver.
[4] Este pasaje del Evangelio de Marcos dice: “Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: ‘quítate de ahí y arrójate al mar, si lo hace sin titubeos en su interior, y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Todo lo que pidáis en vuestra oración, lo obtendréis si tenéis fe en que vais a recibirlo. Y cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas’”. (Marcos 11, 22-26)
[5] El texto pertenece a la carta de Pablo a los efesios, que dice, algo más extensamente de lo citado: “Mostraos solícitos en conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. Uno sólo es el cuerpo y uno sólo es el Espíritu, como también una es la esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados; un solo Señor, una fe, un bautismo; un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos y habita en todos […]… hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Dios, hasta que seamos hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo. […]… viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia aquél que es la cabeza, Cristo. A Él se debe que todo el cuerpo, bien trabado y unido por todos los ligamentos que lo nutren según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyéndose a sí mismo en el amor”
[6] Juan 19, 23-24
[7] Última cena: Evangelio de Juan 17, 20-23.

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