31 de mayo de 2018

Un cocktail de odio, maquiavelismo y grillos mediáticos y ciudadanos cantándole a la luna de la depuradísima estrategia gramsciana



Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta
desgarrármelos,
me queda la palabra.

Blas de Otero

Cuando mis enemigos: PSOE, Podemos, Bildu, PDCAT, ERC y PNV se alían con un solo punto en común, el odio a una persona, por nombre Mariano Rajoy, me digo a mí mismo que esa persona ha debido hacer algo muy bueno. Y me pregunto qué. Y me respondo:

Sanchez le odia porque su ego no soporta que le haya humillado ganándole dos veces, la segunda más que la primera. Le odia, además, porque le ha “obligado” a apoyar el 155. Y por esto, le estoy agradecido a Rajoy. Si mi memoria no me falla, el PSOE echó a Pedro Sánchez de su puesto de Secretario General por intentar hacer exactamente lo que acaba de hacer. Pero la podemizada militancia del PSOE, gestada por Zapatero, ha bendecido al ególatra Sánchez hasta el punto de hacer balar a todos los dirigentes de ese partido, caña quebrada que hiere la mano de quien se apoya en él.
Podemos le odia porque ha sacado a España de una crisis acojonante, frustrando que se creasen lo que los marxistas llaman las “condiciones objetivas” para su revolución. Antes de Rajoy, el PSOE de Zapatero, cómplice del extremismo marxista, nos había convertido en PIGS y había creado esas “condiciones objetivas”. Rajoy nos ha devuelto la dignidad ante los que nos llamaban PIGS. Por eso yo, aunque el mantra es que la economía no importa, o que la recuperación no ha llegado a la gente –que se lo pregunten a los que han encontrado trabajo–, le estoy muy agradecido. Pero es muy posible que volvamos a la pocilga de los PIGS y recuperemos las “condiciones objetivas”.

Los independentistas catalanes le odian porque antes de ser presidente ya les jodió su estatuto al conseguir que el TC lo declarase inconstitucional y, después de serlo, ha sido el primer presidente de la democracia que no les ha dado NADA. ¡NADA! El mantra dice que no sabe buscar soluciones políticas. Pues yo, le estoy agradecido por eso.

El PNV es más sutil. Tras haberle sacado una pasta, cosa que no me gusta, pero ninguna concesión política, cosa que me gusta, cree, con razón, que al PSOE le va a sacar más pasta todavía y, encima, concesiones políticas, cosa que también creen los separatistas catalanes. Eso si no se las han sacado ya, cosa de la que caben pocas dudas. Y lo que te rondaré morena, para gobernar con 84 diputados. Sabe perfectamente el PNV que, cuando saque con Bildu ese estatuto vasco que han anunciado, será también Rajoy quien se lo joda, como jodió el catalán. Y probablemente será Sánchez quien se lo defienda, como hizo Zapatero con el inconstitucional estatuto catalán. Y será Rajoy quien, otra vez, se oponga y lo lleve al Constitucional. Y por esto, le estoy agradecido.

Por otro lado, soy totalmente refractario a la propaganda izquierdista, amplificada por una prensa que no es sino un eco de esa propaganda que, a base de repetición acaba calando. Así que no me dejo engañar. A Rajoy le ha echado una inmensa masa de odio, sazonado por 5 votos de taimada traición. Un cocktail de odio, maquiavelismo y grillos mediáticos y ciudadanos cantándole a la luna de la depuradísima estrategia gramsciana. Demasiadas primeras piedras.

Señor Presidente, la política es muy dura e injusta. Soy muy consciente de que ha cometido usted fallos. Algunos muy importantes. Pero, a pesar de todo, por lo anterior, gracias. Me caben pocas dudas de que dentro de 100 años, cuando todos estemos calvos, la historia le juzgará como un gran Presidente.

28 de mayo de 2018

Corrupción y moción de censura


Sé que hoy, a los pocos días de la sentencia del caso Gürtel, hablar de corrupción y de mociones de censura es como meterse en aguas turbulentas. No obstante, como nunca me ha dado miedo el agua, voy a intentar construir un puente sobre esas aguas turbulentas: “a bridge over troubled water”, como dice la canción de Simon y Garfunkel. Si se derrumba y me caigo al agua, intentaré no ahogarme en sus remolinos.

Verdaderamente, la situación política española le lleva a uno a taparse con fuerza la nariz para intentar, vanamente, que el olor a mierda no le produzca náuseas. Dicho esto, me atrevo a decir –y aquí es donde empiezo a construir mi puente sobre aguas turbulentas– que, hoy, a mediados de 2018, España es un país casi libre de corrupción. El olor nauseabundo viene de épocas pasadas. En la cloaca por la que circulaban las aguas negras se ha puesto un filtro muy estrecho –al final veremos cómo y juzgaremos sus efectos sobre la vida política española– que ha creado un enorme atasco de mierda, que es la que produce el hedor. Esta limpieza no proviene, por desgracia, de un aumento en el nivel ético de los actores de la vida pública. Desgraciadamente, procede del miedo. Los políticos corruptos se han dado cuenta de la existencia de ese filtro y el miedo a ser atrapados en él les ha hecho moderar –incluso casi suspender– sus conductas corruptas. Triste, la causa, eficaz el resultado, aunque con importantes costes, como diré al final. Pero, como decían en una película magnífica llamada Magnolia, “tal vez tú hayas acabado con el pasado, pero el pasado no ha acabado contigo”. En estas cosas no vale empezar tarde a ser “bueno”. Los actos pasados tienen que pasar por el tamiz de la justicia. Y no se puede hablar de prescripción porque, aunque pase mucho tiempo desde la comisión del delito, los procesos de enjuiciamiento de la corrupción que ahora vemos empezaron antes de su prescripción. Así pues, ¡que cada uno aguante su chaparrón!

Ciertamente, los partidos que no tienen pasado no han tenido oportunidades de actuar de forma corrupta y, por lo tanto, están limpios. Tal es el caso de C’s, aunque no el de Podemos. El argumento de: “si hubiesen tenido oportunidad, hubiesen sido igual de corruptos”, no pasa de ser un futurible y los futuribles no tienen ninguna validez. Es posible que hubiese podido ser así, porque la corrupción forma parte de la naturaleza humana –los cristianos le llamamos pecado original– y sólo los que luchan en su fuero interno denodadamente contra ella, por motivos realmente éticos, pueden vencerla. Y me temo que el porcentaje de personas que mantienen o no mantienen esa lucha ética interna contra la corrupción es muy similar para todos los partidos. Pero el hecho, sea como sea, es que C’s está prácticamente libre de corrupción. Lo que deberían haber hecho, y no han hecho, ninguno de los partidos antiguos de los que han tocado el poder y han abusado de él, es haber entrado con el hacha para limpiar todo lo que pudieran el pasado. Ni el PP ni el PSOE lo han hecho. Ciertamente, ambos han ido a remolque de los acontecimientos judiciales para apartar, de cargos o de militancia, a los imputados. Pero como dice el dicho popular, “¡a buenas horas mangas verdes!”. Y, así, claro, les siguen saliendo, a los dos, cosas de ese pasado que no perdona si no se hace una drástica catarsis. El Gürtel valenciano del PSOE o Zaplana del PP son ejemplos recientes. Y, me temo, ¡lo que te rondaré morena! Porque sospecho que todavía vienen por la cloaca aguas negras no catarsizadas que serán retenidas en el filtro estrecho, manteniendo el hedor.

Volviendo a la limpieza de los partidos recién llegados. No es este el caso de Podemos. En su poco tiempo de capacidad de gobernar o de tener cargos de cierta influencia, Podemos ha demostrado que no hace ascos a obtener ventajas de sus posibilidades políticas. Ahí está el caso de Errejón, cobrando de la Universidad de Málaga sin pisarla ni hacer ni una sola de las cosas que tenía que hacer para cobrar ese dinero. O el de José Ramón Espinar, niño de papá político del PSOE y consejero de Bankia inmerso en las black, que usa las influencias de papá para obtener una vivienda de protección oficial en Alcobendas, sin ser vecino de Alcobendas, a precio subvencionado, para venderla muy poco tiempo después ganando 30.000€ sobre un valor de la vivienda de 146.000€. Nada que objetar a la operación en sí, si no fuera porque el precio de compra estaba subvencionado y obtuvo la vivienda por enchufe. Como tampoco tengo nada que decir del hecho de que la parejita de Podemos se compre un chalé del precio que le de la gana. A menos que sea verdad –y tiene visos de serlo– que la Caja de Ingenieros le dio el préstamo en unas condiciones mucho mejores que las de mercado y que el dinero de Podemos estaba depositado en esa Caja y que esto segundo pueda ser la causa de lo primero. No pasa nada. La izquierda es ética por antonomasia, con independencia de los hechos. Y esa limpieza ética intrínseca, le da el cinismo de, tras todas estas cosas, repartir certificados de limpieza corruptiva y convertirse en los torquemadas de la política, azote de corruptos. ¡Por favor!

Pero, basta ya de disquisiciones y vayamos a la situación política de actualidad. El PSOE, indignado por la corrupción –innegable– del PP se lanza a la regeneración de la política española, obligado por su pureza, lanzando una moción de censura. Luego hablaré de las posibilidades y pertinencia de esta moción. De momento, voy a hacer algunas comparaciones. Por supuesto, el hecho de que un partido sea más corrupto que otro, no hace bueno, ni mucho menos, al menos corrupto. Pero es que en este caso, se produce un empate técnico en corrupción entre los dos partidos PP y PSOE. Últimamente he recibido reiteradamente por WhatsApp un gráfico que pretende ser comparativo de la corrupción de los distintos partidos. En él, el PSOE sale mucho peor parado que el PP. No lo he reenviado ni una sola vez, porque no me ofrecía ninguna credibilidad y porque, como acabo de decir, esta no es una carrera en la que el que tenga menos corrupción gane. No obstante, sí que tenía interés en saber, de forma lo más fidedigna posible, la comparativa entre estos dos partidos. Y, buscando en san Google, he encontrado algo que al menos merece el beneficio de la duda de ser veraz. Es una página web que se llama


Parece estrictamente independiente, tiene un bajísimo presupuesto que, según dicen, cubren íntegramente con donaciones particulares. El nombre no responde a que piense que los casos de corrupción son casos aislados, sino que afirma que hay una trama detrás de ellos. El nombre debe ser, por tanto, irónico. Actualizada de forma continua, presenta toda la lista de casos de corrupción, diciendo a qué partido son achacables –algunos de ellos no son de partidos, sino puramente empresariales– y estipulando la cantidad involucrada. Son muchísimos. Van desde los de varios miles de millones de Euros hasta uno que lleva el nombre de Carmelitas de 40.000€. Algunos hay que quitarlos de la lista porque no son casos de corrupción o no son achacables a ningún partido y en la lista sí lo están. Tal es el caso del rescate a las cajas de ahorros, o de la corrupción de sus directivos, o de las amnistías fiscales. Pero en conjunto, mi impresión es que es una web bastante fiable. Quitados estos casos, me he tomado la molestia de ver, para el PP y el PSOE, a cuanto ascienden las corrupciones de cada uno de ellos para todos sus casos, grandes y pequeños. El PP obtiene 10.772 millones de € y el PSOE 10.592. Así que, empate técnico de la vergüenza. Entre los dos suman 21.364. En algún momento, se establece una comparación entre esta cifra y la de determinadas partidas de los Presupuestos del Estado. Por supuesto, cada uno es libre de comparar cualquier pareja de cifras, pero creo que es relevante decir que la comparación es poco significativa. Lo sería si esas cifras afectasen a los ingresos o gastos del estado, pero no todas –ni creo que la mayoría– lo hacen. En general son cifras de financiación fraudulenta a través de empresas que buscan un trato de favor. Por supuesto que también hay casos que sí afectan a los ingresos o gastos del estado, pero no me atrevo a hacer semejante desglose.

Por supuesto, respeto absolutamente la moción de censura como figura, establecida en la Constitución para desplazar a un gobierno e investir a un nuevo candidato en un mismo acto si éste gana. Pero ahora la pregunta: ¿Hay o puede haber cinismo e hipocresía mayores que el hecho de que el PSOE tenga la desvergüenza de plantear una moción de censura por la vergüenza patriótica que le da la corrupción del PP? ¡Por favor! Miren la viga de su ojo antes de ver la –también– viga del ajeno.

Hay un aspecto de la sentencia de Gürtel en la que se apoya el PSOE para erigirse en azote de la corrupción. Es el hecho de que en esta sentencia el PP –como partido, no los acusados penales a título personal– haya sido condenado como “responsable civil a título lucrativo”. “El PP es –clama el PSOE– una trama de delincuencia organizada, como reconoce la sentencia”. He hecho algunas averiguaciones sobre lo que supone esto de “responsable civil a título lucrativo”. No soy jurista, pero me he asesorado con juristas. A pesar de todo, es muy posible que algunos sutiles matices se me hayan escapado. Pero acepto cualquier aclaración al respecto. Lo primero es hacer una distinción, tal vez innecesaria por obvia, entre una condena penal y una civil. La penal implica la comisión de un delito. La civil implica tener una responsabilidad y, por tanto, una obligación, frente a otra persona o institución o frente a la sociedad en general. Pero sin delito. Bien, esta figura del “responsable civil a título lucrativo” que aparece en los artículos 121 y 122 del Código Panal es de las segundas. He aquí lo que dice el Código Panal:

Artículo 121.

El Estado, la Comunidad Autónoma, la provincia, la isla, el municipio y demás entes públicos, según los casos, responden subsidiariamente de los daños causados por los penalmente responsables de los delitos dolosos o culposos, cuando éstos sean autoridad, agentes y contratados de la misma o funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos o funciones siempre que la lesión sea consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos que les estuvieren confiados, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial derivada del funcionamiento normal o anormal de dichos servicios exigible conforme a las normas de procedimiento administrativo, y sin que, en ningún caso, pueda darse una duplicidad indemnizatoria.

Si se exigiera en el proceso penal la responsabilidad civil de la autoridad, agentes y contratados de la misma o funcionarios públicos, la pretensión deberá dirigirse simultáneamente contra la Administración o ente público presuntamente responsable civil subsidiario.

Artículo 122.

El que por título lucrativo hubiere participado de los efectos de un delito o falta, está obligado a la restitución de la cosa o al resarcimiento del daño hasta la cuantía de su participación.

La verdad es que esto no me aclara mucho. Así que he recurrido a quien pueda aclararmelo. Además de aclaraciones personales que me han dado juristas que considero altamente solventes, he recurrido a internet para buscar opiniones autorizadas. He visto unas cinco. Todas vienen a coincidir. Pongo un link a la que me ha parecido más clara:


Por si alguno no quiere ir a leer este texto, expongo lo que yo he podido concluir de las informaciones que he recabado.

1º Ser “responsable civil a título lucrativo” no significa haber cometido ningún delito. Tiene que haber un delito precedente, pero el “responsable civil a título lucrativo” no lo ha cometido.
2º El “responsable civil a título lucrativo”, para poder ser tal tiene que “ignorar la procedencia ilegal de los mismos, pues si conociese o participase de ese origen criminal podría dar lugar a responsabilidades penales y, por tanto, a la aplicación del artículo 116 del Código Penal en cuanto a la responsabilidad civil”[1], Es decir si el “responsable civil a título lucrativo”, conociese que los fondos de los que se lucra proviniesen de un delito, entonces no se podría acoger a esa figura y sería cómplice o encubridor. Ignorar el origen delictivo de los fondos no implica que no se conozca que esos fondos se han recibido. Por tanto, el hecho de que el PP supiese del ingreso de esas cantidades no implica que se le pueda imputar un delito, sino la condición de “responsable civil a título lucrativo”[2].

Esto es lo que da de sí la condena como “responsable civil a título lucrativo”. ¿Grave? Sin duda. ¿Banda de delincuentes organizada? No para el PP como partido según esta sentencia.

Otra cosa que llena la boca del PSOE es el hecho de que el tribunal haya dicho que no concede credibilidad a la declaración de Rajoy. No sé si esta expresión es muy afortunada. Si el tribunal cree que ha mentido, le puede acusar de perjurio. El peso que el tribunal de en su sentencia a cualquier testimonio es un asunto interno suyo y tiene todo el derecho a dar más o menos peso a un testimonio u otro. Es una opinión respetable pero no forma parte de la sentencia, por lo que no es más que una opinión. Por supuesto, creo que supiese lo que supiese Rajoy sobre este asunto, su declaración habría sido la misma: alegar desconocimiento. Cosa que, por otro lado, también están haciendo todos los procesados de los ERE’s, del PSOE. Así que, ¡basta ya de presentarse como los defensores del honor patrio! ¡Basta de cinismo e hipocresía! El único que, con las salvaguardas apuntadas más arriba, podría hacerlo, sería C’s.

Y, ahora, a la viabilidad de esta moción.

La composición actual del Congreso es la siguiente:

Partido Popular…………..  134 diputados
PSOE…………………….    84 diputados
Podemos y otros socios….    67 diputados
Ciudadanos…………….…   32 diputados
ERC………………………     9 diputados
PNV………………………     5 diputados
Grupo Mixto
PDeCAT………………….     8 diputados
Compromís……………….     4 diputados
UPN………………………     2 diputados
EH Bildu………………….     2 diputados
Coalición Canaria…………    1 diputado
Foro Asturias……………...    1 diputado
Nueva Canarias……………    1 diputado
TOTAL…………………..  350 diputados

Los votos con los que el PSOE podría contar en principio son los de Podemos y sus socios, ERC, PDeCAT, PNV, Compromís, EH Bildu y Nueva Canarias, es decir 180 diputados. Para obtener los 176 votos favorables necesarios sólo le podrían fallar 4. Dicho de otra manera, no necesitara los votos de EH Bildu, pero sí, inexcusablemente los de ERC, PNV y PDeCAT. Si efectivamente, como dice el PSOE, no hay ningún acercamiento a estos partidos para que apoyen la moción de censura, pero ellos la apoyan gratis et amore, nada tendría que objetar. Pero realmente, se me antoja difícil creer que eso pueda ocurrir. De forma que no creo que la moción tenga muchas posibilidades de salir adelante. Pero, si saliese, pensemos en el día después. Por el hecho de ganarla, Pedro Sánchez quedaría automáticamente investido presidente. Pero, a partir de ese día, ¿cómo se gobierna con 84 diputados? Me sorprendió enormemente que Carmen Calvo, el La Noche de 24h, donde fue a justificar la moción de censura, dijese que los presupuestos, a los que su partido había votado NO como si se tratase de una plaga, podían tener flexibilidad suficiente como para dar juego. ¿Flexibilidad o manipulación? Podemos le ha dado al PSOE su apoyo incondicional e imaginemos que también se lo diesen, igual de incondicional, los otros partidos que necesite. ¿Seguirían siendo incondicionales sus apoyos para sacar leyes concretas? Pablo Iglesias y sus compañeros no tendrían ninguna cartera en el gobierno –han dicho– pero, ¿qué podría hacerse sin su placet? ¿Sería gratis este placet? Evidentemente que no. Y lo mismo vale para los partidos independentistas. No se me ocurre pensar en nada peor para España que un gobierno así. Porque en la cabeza de Pedro Sánchez y en las palabras del PSOE no hay nada que haga pensar que no vaya a querer gobernar así hasta el final de la legislatura. Revocar la reforma laboral, “flexibilizar” los presupuestos, volver a disparar el gasto, etc. En definitiva, volver a crear las condiciones para que España entre a formar parte otra vez de los PIGS de los que tanto nos costó salir.

Cabe la otra posibilidad, aún no planteada, por lo menos hasta hoy. Una moción como la que le gustaría a C’s con un presidente de trapo cuya única función fuese convocar inmediatamente elecciones. ¿Alguien cree que una situación de interinidad de trapo no haría feliz a los independentistas? Y, ¿alguien sabe cuánto podría durar esa interinidad amorfa? ¿Cuántas elecciones habría que hacer hasta formar un nuevo gobierno de España? Y, mientras tanto, los independentistas entusiasmados. No gracias. Prefiero no abrir ese melón.

Si ni Rajoy ni ninguno de los actuales ministros está implicado en ninguna causa penal, si el PP no es un partido delincuente sino “responsable civil a título lucrativo”, si las consecuencias de ambos tipos de moción de censura serían cuanto menos inciertas y cuanto más catastróficas, ¿qué hace tan urgente convocar nuevas elecciones? Me temo que lo único que hay es el ansia de gobernar por gobernar de Pedro Sánchez, a como dé lugar, y la impaciencia de ver materializados YA unos resultados que se les antojan positivos, por parte de C’s.

Así pues, hago votos para que la moción de censura presentada no prospere, para que no se presente una segunda, para que esta legislatura se lleve hasta el final y, cuando llegue el momento de las nuevas elecciones, que el electorado ponga a cada uno en su sitio que sólo quedan dos años.

Ciertamente, creo que España tiene mucho que agradecer a los medios de comunicación. Me parece que sin ellos, la mayor parte de las corrupciones gravísimas que ha habido, dormirían para siempre el sueño de los justos, los dirigentes no tendrían el miedo en el cuerpo que les impide seguir con lo mismo y la actitud de “manos fuera” que hoy practican por miedo muchos políticos, no existiría. Pero eso no ha ocurrido sin coste. El arma arrojadiza de los casos de corrupción con su inevitable amplificación, el cada día mayor desencanto de los ciudadanos y, a menudo, los juicios mediáticos hacen un enorme daño a personas e instituciones y, en definitiva, a la democracia. Y con cierta frecuencia, las sentencias que salen años más tarde, exculpan a personas a las que ya se ha crucificado. Además, si nosotros mismos nos consideramos los más corruptos del mundo, ¿cómo nos verán desde fuera? Este es el coste. Con todo, creo que el balance es positivo. Pero hay un peligro: que el poder judicial, siendo independiente del ejecutivo, deje de serlo del cuarto poder. Esto sería un daño terrible para la democracia y, en cierta medida, ya está ocurriendo.

Acabo con un link a un magnífico artículo de Arcadi Espada de este Domingo en El Mundo. No es sospechoso Espada de ser tolerante con la corrupción. Y sí me parece interesado en que la justicia esté lo más alejada posible del tremendismo periodístico. De ahí que aplauda su periodismo. Nos harían falta muchos más periodistas así.



[1] Derivado de lo anterior se pueden extraer, entre otras, algunas conclusiones: a) que es inexcusable la existencia de un delito antecedente, sobre todo, para que puedan existir los “efectos de un delito”. No basta cualquier delito sino tiene que ser uno que sea apto de producir lucro; b) que el artículo 122 está reservado para quién participe lucrativamente de los efectos ignorando la procedencia ilegal de los mismos, pues si conociese o participase de ese origen criminal podría dar lugar a responsabilidades penales y, por tanto, a la aplicación del artículo 116 del Código Penal en cuanto a la responsabilidad civil. (De la página web citada más arriba)
[2] 2) que el adquirente tenga meramente conocimiento de la adquisición e ignore la existencia de la comisión delictiva de donde provienen los efectos

21 de mayo de 2018

¿Quién es el culpable de la masacre de Gaza de la semana pasada?


Empiezo por declarar abiertamente que en el conflicto israelí-palestino soy, con algunas sombras y reservas, claramente pro israelí. La masacre de Palestina de la semana pasada, con 62 muertos, uno de ellos un bebé, podría ser una de esas sombras y reservas. Pero, aunque estremecido por esa masacre, no altero ni un ápice mi pro israelismo. Y no lo hago, porque creo que hay un culpable fundamental de esas muertes y ese culpable se llama Hamas. Pero para explicar mi pro israelismo de base debo remontarme en el tiempo, porque si no se conocen los antecedentes de la historia próxima de una situación, es imposible formarse un criterio ni siquiera aproximadamente ajustado sobre el tema. Haré este recorrido en el tiempo lo más telegráficamente que sea capaz, en orden cronológico, dejando de lado los antecedentes bíblicos que en modo alguno me parece que puedan otorgar ningún derecho a los judíos. Pero también debo decir que jamás en la historia ha habido un estado palestino. El territorio que hoy se conoce como Palestina jamás ha sido un estado palestino. Cananeos, fenicios, judíos, babilonios, persas, griegos, romanos, omeyas, abasíes, turcos y británicos han dominado esa zona desde hace más de 4.000 años. Pero jamás los palestinos han tenido soberanía sobre esos territorios ni han tenido, ni pretendido tener, un estado asentado en ellos. Por tanto, ninguno de los dos, ni judíos ni palestinos, reivindican un derecho histórico. Sólo tras esta revisión cronológica, relativamente reciente desde la perspectiva histórica anterior, daré mi opinión.

Circa 1880: empieza la inmigración judía a Palestina. Palestina está bajo la dominación turca. Los judíos llegan huyendo de pogroms, en gran medida de Rusia, y compran tierras a los palestinos que las habitan, a unos precios que a éstos les parecen estúpidamente altos por parte de los judíos. Los palestinos hacen cola para vender sus tierras. Loa judíos que las compran las cultivan pacíficamente. Por primera vez son cultivadas esas tierras que sólo habían servido para pastos de una ganadería de pastoreo.

1915, se estima en unos 87.000 la población judía de Palestina, frente a unos 590.000 no judíos. No hay enfrentamientos serios entre ellos.

1917, Francia e Inglaterra empiezan a hablar vagamente del hogar nacional judío.

1921. Tras la 1ª Guerra Mundial, los británicos mantienen Palestina como un protectorado. En este año liberan a Amín al-Husayni, palestino nacido en Jerusalén, profundamente antisemita, que había luchado con los alemanes en la 1ª Guerra Mundial. Le nombran Gran Muftí de Jerusalén y es elegido como Presidente del Consejo Supremo Musulmán.

1929-36. Bajo el mando de Husayni se producen matanzas en masa de colonos judíos y se mata también a muchos palestinos moderados. Los británicos le expulsan de Palestina. Se va a Alemania, donde colabora con los nazis en la “solución final”.

1933-45. La persecución nazi contra los judíos provoca un éxodo masivo de éstos a Palestina. Su número alcanza los 600.000.

1929-48. Gran Bretaña, mientras que por una parte impulsa el reparto en dos estados, mantiene a los judíos atados de pies y manos y trata de impedir la inmigración de éstos a Palestina. Esto provoca la aparición de grupos terroristas radicales judíos como el Irgún y Stern. Su terrorismo iba dirigido, fundamentalmente, contra los británicos. El atentado más sonado fue la voladura del hotel King David en 1946, causando 92 muertos. La Haganá, que después será el ejército israelí, se opone abiertamente a los métodos de estas organizaciones terroristas judías.

1948. La ONU establece la creación de dos estados en Palestina, uno judío y otro árabe palestino. Las fronteras entre ambos están diseñadas como un puzle sin sentido. Israel, con un tercio de la población tiene el 54% de la superficie, pero un 80% de la misma es el desierto del Negueb. Jerusalén queda como un enclave en territorio palestino, bajo la autoridad de la ONU. Israel acepta la partición. Pero los palestinos no lo hacen y, aliados con Siria, Egipto, Jordania, Líbano y otros estados árabes, están convencidos de que echarán a los judíos al mar. Los británicos entorpecen todo lo que pueden la preparación de la defensa de los israelíes. Tan pronto como el último soldado británico sale de Palestina empieza el ataque de los árabes. Es mi opinión que el plan de los británicos era precisamente que ocurriese eso. Ellos lavaban su conciencia con la creación del Estado de Israel y, si luego los palestinos y el resto de los países árabes les echaban, un problema menos. Contra todo pronóstico, Israel gana la guerra y se anexiona el territorio palestino, menos la Cisjordania que, junto con Jerusalén, se la quedó Jordania y la franja de Gaza, que se la quedó Egipto. En la guerra, la ONU abandona Jerusalén e Israel se queda con una parte de la ciudad, y un corredor que la unía con sus territorios. Así pues, la Nakba, el Desastre, la Tragedia, no fue sólo obra del estado de Israel, sino también de Egipto y Jordania que se cobraron a buen precio su ayuda en la fallida guerra. Y, por parte de Israel no fue un acto gratuito, fue consecuencia de una guerra iniciada por los palestinos y los países árabes circundantes, para acabar con su existencia.

1952. Los palestinos que decidieron quedarse en el Estado de Israel, cerca de un millón y medio y del 20% de la población, gozan de la nacionalidad israelí y, aunque en muchas ocasiones sus derechos civiles no son respetados, sus derechos políticos sí lo son. Pueden formar partidos políticos, votar, tienen representación en el Parlamento israelí (Knesset), etc. No hay un solo palestino con nacionalidad israelí que desee renunciar a ella. Los palestinos que se quedaron en las zonas ocupadas por Egipto o por Jordania fueron confinados en campos de concentración y posteriormente expulsados. La mayoría acabaron por refugiarse en el Líbano.

1956. Nasser se alía con Siria y Jordania, cierra el paso al puerto de Israel en el golfo de Accaba, en el mar rojo y toma el canal de Suez con el fin de estrangular el comercio de Israel. Israel inicia una guerra que gana, conquistando la franja de Gaza y la península del Sinaí. La ONU para la guerra consiguiendo un pacto con Israel para que éste devuelva a Egipto la franja de Gaza y permita que el Sinaí, quede bajo la custodia de la ONU.

1967. Nasser vuelve a cerrar el paso de Israel al mar rojo y expulsa a las fuerzas de la ONU de la península del Sinaí. Israel inicia la guerra de los 6 días y toma otra vez la franja de Gaza y el Sinaí, así como Cisjordania y los altos del Golán a Siria. Esta vez no los devuelven y empiezan a fundar colonias judías en estos territorios conquistados. En estos momentos hay más de medio millón de colonos judíos y unos 125 asentamientos en los territorios ocupados.

1973. Tropas egipcias, sirias, irakíes y jordanas atacan a Israel el día del Yom Kippur (6 de Octubre). El servicio secreto israelí (El Mossad) conocía el ataque, pero deja que se produzca para que no se le pueda acusar de haber iniciado la guerra, como en las dos guerras anteriores. Comete un error de cálculo y está a punto de perderla. Pero pronto reacciona y la retirada inicial se transforma en un contraataque. Llegaron a 40 Km de Damasco, reconquistaron el Sinaí y cruzaron el canal de Suez, entrando en Egipto y embolsando al Tercer Ejército egipcio. El 26 de Octubre, Israel, presionado por EEUU y la Unión Soviética, para la ofensiva y abandona los territorios de Egipto y Siria en los que había penetrado, con excepción del Sinaí y los altos del Golán. Golda Meir afirmaría más tarde que los países árabes podían permitirse muchas derrotas, pero Israel no podía permitirse ninguna. La del Yom Kippur estuvo a punto de ser la primera, la última y la definitiva derrota de Israel, y la desaparición de su estado.

1978. Camp David I. Israel y Egipto firman la paz. Egipto reconoce el estado de Israel. Israel devuelve el Sinaí desmantelando las colonias instaladas allí y se elabora una hoja de ruta para establecer una Autoridad Nacional Palestina en Gaza y Cisjordania, si bien, bajo la supervisión israelí y en territorio considerado como suyo. Al Fatah renuncia formalmente al terrorismo y se convierte en el interlocutor por parte de la Autoridad Nacional Palestina.

1981. Anwar el Sadat es asesinado por radicales musulmanes por este acuerdo.

1982. Israel invade el Líbano desde donde los palestinos, con el apoyo de Siria, lanzan continuos ataques sobre el norte de Israel. Nacen las milicias de Hezbolá de inspiración chiita, mantenidas y armadas por Irán.

1987. Cuatro jóvenes palestinos mueren atropellados por un camión militar israelí. Empieza la primera intifada (rebelión)

1993. El tratado de Oslo pone fin a la primera intifada.

1994 Isaac Rabin firma la paz con Jordania.

1995 Isaac Rabin es asesinado por colonos judíos.

1995. El Congreso de los EEUU, bajo la presidencia de Bill Clinton, decreta que la embajada de su país en Israel se traslade a Jerusalén. Desde entonces, todos los presidentes de los EEUU, Clinton, Bush hijo y Obama, cada seis meses, han utilizado la exención presidencial para retrasar el cumplimiento de ese mandato del Congreso, aludiendo cuestiones de seguridad nacional.

2000. Israel se retira del Líbano. El sur de este país queda en manos de Hezbolá. Guerra civil en el Líbano.

2000. Camp David II. Yaser Arafat participa en representación palestina, aleccionado por el precedente del asesinato de Sadat. Israel, bajo la presión de EEUU va haciendo propuestas cada vez con más concesiones. Arafat las rechaza todas.  La última suponía la eventual creación de un estado palestino con toda la franja de Gaza, el 91% de Cisjordania, un corredor que uniese las dos partes y la división de Jerusalén en dos partes, con la tutela de la explanada de las mezquitas por la Autoridad Nacional Palestina. No se aceptaba el regreso inmediato de los palestinos del Líbano, pero se preveía una batería de medidas económicas para su inserción paulatina en el estado palestino cuando éste se estableciese tras una hoja de ruta. Arafat rechaza la propuesta indignado, sin hacer ninguna contrapropuesta. Camp David II fracasa.

Diciembre 2000. Ariel Sharon entra escoltado en la explanada de las mezquitas. Esto provoca la ira de los palestinos. Al día siguiente éstos, desde arriba, lanzan piedras a los creyentes judíos que rezaban en el muro de las lamentaciones. El ejército israelí abre fuego y mata a siete palestinos. Esto da inicio a la segunda intifada que causa más de 4000 muertos, 1000 de ellos israelíes.

2004 Sharon desmantela 17 asentamientos judíos de la franja de Gaza con 7500 colonos.

Diciembre de 2004. Muere Arafat.

2005. Abu Mazen, antiguo terrorista que se había convertido en moderado, es elegido presidente de la ANP. Junto con Sharon pacta el fin de la segunda intifada. Pocas horas después, Hamas, movimiento yihadista profundamente implantado en Gaza y catalogado como organización terrorista por países como la UE, los EEUU, Japón, Canadá o Australia, inicia u ataque con morteros sobre territorio israelí.

2006 Hamas gana con mayoría absoluta las elecciones de la ANP. Hezbolá intensifica sus ataques desde el sur del Líbano. Nueva invasión del Líbano por Israel. Israel cede el control del sur del Líbano a los cascos azules de la ONU.

2007. Abu Mazen, como presidente de la ANP convoca elecciones anticipadas. Hamás, dueña de Gaza, persigue y expulsa de allí a los de Fatah, el partido moderado de Abu Mazen. Éste se queda en Cisjordania y Hamás gobierna en Gaza sin oposición de ningún tipo. Israel inicia el bloqueo de Gaza. Pero Hamas recibe armamento de otros países árabes. Dispone de misiles que pueden alcanzar cualquier punto de Israel y perfora túneles por debajo de la frontera, desde donde lanza ataques por tierra a Israel. Sólo el que Israel posea escudos antimisil evita masacres.

2014. Tras sufrir varios ataques con misiles, Israel lanza un ataque masivo contra Hamás en Gaza para destruir estos misiles y cegar los túneles que atraviesan la frontera.

2018. Trump decide no usar la exención presidencial y dar curso al mandato del Congreso de llevar la embajada de los EEUU de Tel Aviv a Jerusalén.

Tras este recorrido cronológico a vuelo de pájaro, mi opinión. Como he dicho al principio, me declaro abiertamente pro israelí. Creo que, a la vista de la precedente cronología de los hechos, caben pocas dudas de por qué lo soy. Si alguien no lo ve, me siento incapaz de explicárselo en unas líneas. No me meteré a decir si la resolución de la ONU de 1948 sobre la creación de los dos estados fue justa o injusta o si estaba bien o mal implementada. Pero me caben pocas dudas de que si no hubiera sido por el radicalismo anti israelí por parte de los palestinos, el resto de países árabes e Irán, hace tiempo que el problema palestino estaría resuelto y que los palestinos vivirían infinitamente mejor de como lo hacen ahora.

Pero, vamos al asunto de la masacre de la pasada semana. No veo ninguna razón objetiva por la que un país democrático soberano no pueda llevar su embajada al lugar que le plazca dentro de otro estado soberano. Máxime cuando la decisión ha sido tomada por el Congreso de ese país hace 23 años. ¿No era el momento oportuno? ¿Cuándo es el momento oportuno? ¿Oportuno para quién? Por tanto, la ira desatada por ese motivo no tiene, a mi modo de ver, ninguna justificación. Esa ira está, además, inducida y envenenada por un grupo terrorista. Con esa excusa, Hamás ha lanzado desde Gaza hacia Israel a más de 40.000 personas, es decir, una auténtica marea humana desatada. Creo que un país tiene el derecho de defender sus fronteras contra una marea humana que las desborda con fines violentos. ¿Hasta dónde habría que haberles dejado llegar? ¿Hasta Jerusalén? ¿Cuál era el lugar en el que habría que detenerles? ¿Ninguno? Por otro lado, no es nuevo el hecho de que en las revueltas de los países árabes –y musulmanes en general– contra países occidentales, se utilicen escudos humanos o se ponga a mujeres y niños en la avanzadilla. ¿Alguien puede explicar qué hacían bebes en la avalancha que intentaba asaltar Israel? Sólo hay una explicación. Estaban ahí, enviados por los radicales y radicalizados para ver si morían y esto levantaba la indignación del mundo.

Puede pensarse que la tecnología militar y de orden público de las que dispone Israel, hace posible que se utilicen métodos suficientemente contundentes, pero no mortales. Puede pensarse, pero hay, sin embargo, un .. si pero…, y un si pero, muy importante a eso que puede pensarse. Las imágenes que se nos enseñan parecen indicar que entre los asaltantes de la frontera únicamente hay jóvenes armados con hondas y tiragomas que, por grandes y potentes que sean son sólo eso, hondas y tiragomas. Pero creo que es indudable que, entre esas imágenes, hay escondidos radicales que no llevan precisamente esas armas, sino otras de mucha mayor capacidad mortífera para las fuerzas israelíes. Y, como es habitual, estos radicales van debidamente mezclados y camuflados entre aquellos a los que inflaman con su radicalismo y mandan armados con hondas y tiragomas. Además de niños. Pero no se puede obviar un dato a mi modo de ver muy relevante. De las 62 víctimas mortales de la masacre 50 eran miembros de Hamás, es decir, terroristas, según la UE, los EEUU, Japón, Canadá y Australia, entre otros países. Ignoro qué proporción de terroristas había en la avalancha humana que intentó pasar la frontera, pero estoy seguro de que la relación era enormemente menor de 50 sobre 62. Lo que quiere decir que el ejército israelí no abrió fuego de forma indiscriminada, sino que tuvo buen cuidado de intentar matar sólo a terroristas. Es ciero, mataron a 12 civiles que no lo eran, un bebé entre ellos. Pero, ¿quién incitó a los civiles de Gaza a ese temerario asalto? ¿Y quién llevó a bebés a ese frente? La respuesta es evidente: Hamás. Por tanto, ¿quién es el responsable de esas muertes? ¿El ejército israelí que intentó, con bastante puntería, abatir selectivamente a los terroristas? ¿O los que lanzaron a jóvenes insensatos, con hondas y tiragomas, acompañados de niños, a un ataque suicida, mezclándose con ellos? Creo que la respuesta no admite muchas dudas. Un magnífico artículo del 23 de Julio de 2014 en El Mundo, en plena crisis de ese verano, firmado por Masha Gabriel, directora de la revista “Medio Oriente”, acababa con la pregunta: “¿Cómo se combate a un enemigo que busca tu muerte a través de la suya?”. Yo añadiría: … y la de sus hijos? Y respondo: No lo sé.

20 de mayo de 2018

Pentecostés: una mirada al cristianismo a través de los dones del Espíritu Santo


Nunca había entendido muy bien qué eran los dones del Espíritu Santo. Suponía que debían ser cosas buenas, pero no me sabía siquiera su lista. Un día que los vi enumerados, me pareció que varios de ellos sonaban a lo mismo. Don de sabiduría, de ciencia, de inteligencia, de consejo. Los mismos perros con distintos collares, pensaba. El de fortaleza me sonaba realmente bien, pero el de piedad parecía un poco triste y, sobre todo, el de temor de Dios me parecía definitivamente contrario a mi creencia en un Dios que era Amor. Desde luego el tema tampoco me importaba demasiado. Una cosa más del galimatías de palabras incomprensibles.

Pero cierto día cayó en mis manos un libro[1] cuyo título llamó mi atención. Se llamaba “Guía de las dificultades de la fe católica”. En el índice había un apartado dedicado a los dones del Espíritu Santo y por ahí lo empecé. Por primera vez en mi vida lo entendí. Desde entonces, algo de mi tiempo de meditación ha estado orientado hacia la comprensión de estos dones. Estas reflexiones mías son las que a continuación plasmo en el papel. Santo Tomás, en la Suma Teológica ha definido mucho mejor de lo que yo nunca pueda hacer, estos dones y, hasta donde sé, de una forma diferente. Creo sin embargo que no es heterodoxa mi manera de verlos y si a mí me ayuda pensar en ellos así, tal vez pueda ayudar también a otros.

El don de ciencia

A mi modo de ver, todo empieza por el don de ciencia. El don de ciencia del Espíritu Santo no discurre por argumentos filosófico-teológicos sobre el conocimiento de Dios. Es una Gracia, que está al alcance de los más sencillos, con independencia de su formación filosófica. Y esta Gracia permite, a cualquier ser humano, remontarse de las criaturas al Creador. Si quien tiene esta Gracia puede, además, buscar y encontrar demostraciones filosóficas, tanto mejor para los demás, porque para él son tan inútiles como unas muletas para el campeón mundial de los cien metros lisos. Es probable que quien lea estas líneas haya experimentado más de una vez un sobrecogimiento casi religioso al contemplar un paisaje grandioso o una noche cuajada de estrellas. Ahí está actuando el don de ciencia. Yo, que a menudo necesito muletas, las he encontrado en la ciencia actual. Las reflexiones que vienen a continuación ni son el don de ciencia del Espíritu Santo ni una demostración de nada. Tal vez estén a mitad de camino entre una y otra, lo que puede querer decir que son un puente o que no son nada. Que cada uno elija.

Si uno contempla una noche cuajada de estrellas puede percibir, más o menos, unos mil puntos de luz. Son en su mayoría estrellas de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. Lo que llamamos Vía Láctea, esa mancha lechosa que cruza el cielo, no es otra cosa que nuestra galaxia, vista desde dentro. Cuando en 1610 Galileo miró la mancha de la Vía Láctea a través de un telescopio por primera vez en la historia, descubrió que estaba formada por muchísimas estrellas. Estaban tan juntas que no se podían ver de forma individual a simple vista. Al ser la galaxia como un disco aplanado, si se mira dentro del plano del disco, se ven tantas estrellas que parecen una mancha lechosa. Pero en el resto de direcciones se ven de forma individual las estrellas de la galaxia que no están en el plano del disco. Se estima que en la Vía Láctea hay unos doscientos mil millones de estrellas.

Pero mirando algunos puntos de luz con un telescopio suficientemente potente, se percibe que no son estrellas, como pudiera parecer a ojo desnudo, sino otras galaxias. Hoy en día, a medida que se construyen telescopios cada vez más potentes, se siguen descubriendo nuevas galaxias. Se estima que puede haber unos cien mil millones de galaxias como la Vía Láctea, con doscientos mil millones de estrellas cada una. Si multiplicamos una cifra por la otra sale la escalofriante cifra de doscientos mil millones de billones[2] de estrellas.

Ahora bien, ¿de dónde ha salido este universo tan inmenso y como se ha formado? Contestar a estas preguntas nos llevaría un libro entero[3], pero casi todos los científicos están hoy día de acuerdo de que el universo nació de un punto sin dimensiones en el que se concentraba toda la materia que hoy lo forma. Ese punto y ese momento, se llama el Big Bang. ¿Qué había antes del Big Bang y por qué ocurrió? Nadie lo sabe y, lo que es más grave, nadie podrá saberlo nunca. Todos los científicos, hasta los pocos que no creen en el Big Bang, admiten que, si éste ha tenido lugar, nunca, ningún aparato de medida, podrá jamás medir lo que había antes. Este tema cae, por tanto, fuera de las fronteras de la ciencia. Sin embargo, abundan las teorías que buscan explicaciones más o menos razonables a lo que había antes. Ninguna de ellas es científica. Yo tengo mi teoría. Científicamente indemostrable, como cualquier otra. Se llama creación de la nada. Y la causa necesaria y suficiente de esa creación de la nada se llama Dios. Si bien es cierto que yo no puedo demostrarla, no es menos cierto que nadie puede refutarla. La ciencia del siglo XX ha abierto la puerta a la Creación y, por lo tanto, a Dios. Si el Espíritu Santo nos concede su don de ciencia, podremos franquearla.

Pero, sin intentar, ni mucho menos, agotar el tema, quiero dar otro argumento más de estos a mitad de camino entre el don del Espíritu Santo y la demostración. El universo es como es gracias a una finísima sintonía entre unas constantes que gobiernan sus leyes. Estas constantes son la velocidad de la luz, la constante gravitatoria, la de Planck, la electrostática y la carga del electrón. Si estas constantes no guardasen un improbabilísimo equilibrio, el universo podría haberse mantenido indefinidamente como una etérea nube de hidrógeno. O haberse condensado, en menos del tiempo que tarda en leerse esta línea, en un inmenso y único agujero negro. O vaya usted a saber qué. Pero no, desde luego, en este universo estructurado en estrellas, galaxias, cúmulos de galaxias, supercúmulos de galaxias, etc. Y, evidentemente, no existirían unos seres inteligentes, llamados hombres, que pudieran preguntarse cómo es el universo y cómo ellos mismos han llegado a aparecer el él.

El premio Nobel de física Roger Penrose estima en una entre 10 10^128 las probabilidades de un universo viable[4]. La cifra anterior no podría escribirse en notación decimal ni poniendo un 1 con tantos ceros como átomos componen el universo. Deberíamos preguntarnos si parece concebible que esta casi imposible casualidad se haya dado por azar. O si nos parece más razonable pensar que hay una mente creadora que ha planificado que el universo sea, precisamente, como es. A la medida para que nosotros seamos capaces de contemplarlo maravillados. El filósofo Guillermo de Occam enunció hace siglos otro principio que aún hoy en día goza de gran popularidad entre los investigadores. De forma coloquial se le llama la tijera de Occam y viene a decir que de dos explicaciones de un fenómeno, la más sencilla tiene más posibilidades de ser cierta. Naturalmente la tijera de Occam no es un principio de certeza, pero es bastante razonable. Y, si Gillermo de Occam aplicase al problema que nos ocupa su famosa tijera, ¿cuál sería la explicación más sencilla del universo, la de la casualidad o la del creador? Me parece que la pregunta es claramente retórica, de forma que no me voy a tomar la molestia de contestarla.

Sin embargo, quien no quiere dar el paso necesario para creer puede buscar un contraargumento a esa tijera. Se sugiere la posibilidad de que se hayan formado un número inmenso –¿infinito?– de universos. Una abrumadora mayoría de ellos no sería viable y, por tanto, no habría aparecido en ellos ninguna inteligencia capaz de preguntarse por el devenir de su cosmos. Tan sólo en unos pocos habría aparecido la consciencia. Uno de esos es el nuestro y, por tanto, lo que a nosotros nos parece una improbabilísima casualidad, no lo es en realidad. Es sólo el fruto de un casi infinito número de pruebas fallidas por el azar para obtener un éxito. De modo que, para eludir un problema, el de la inmensa improbabilidad de un cosmos aleatorio que desarrolle inteligencia, se crea otro mayor. Si no se puede explicar científicamente cómo, por qué y para qué aparece un universo, es necesario, ahora, explicar la formación de infinitos. Aún sigo creyendo que es más sencilla la explicación de un Creador y me parece que Guillermo Occam seguiría cortando con su tijera argumentos como el del inmenso número de universos inútiles. Pero, en cualquier caso, ni la existencia de un Creador, no la de un número inmenso de universos inviables, son comprobables empíricamente y no son, por tanto, científicas.

No tengo mucha confianza en mi capacidad de crear belleza con mi prosa, pero, aunque tuviese las dotes de Shakespeare, estoy seguro de que a ningún lector le habría recorrido la espalda un escalofrío de sobrecogimiento religioso al leer las líneas anteriores. Dudo también que ningún lector haya quedado racionalmente convencido de la existencia de Dios por lo anterior. Porque es sólo, y precisamente, el don de ciencia del Espíritu Santo el que, ante la contemplación de el cielo estrellado, puede hacernos decir con un escalofrío: Sí. Sí a tu existencia, Dios mío. No por lo que me diga la razón, aunque ésta no se oponga a tu existencia. Sí porque algo, en el fondo de mí mismo, me impulsa a reconocer como indudable tu probada o no probada existencia. Ese algo, sólo ese algo más allá de la razón, aunque no en contra de la razón, ese calor, esa alegría exultante y afirmante que confirma mi certidumbre, eso, es el don de ciencia del Espíritu Santo.

El don de temor de Dios.

Una vez que nuestra mente inspirada por el don de ciencia del Espíritu Santo ha dado el paso para afirmar asombrada la existencia de Dios, empieza a maravillarse de la grandeza de ese Dios que acaba de descubrirse. Uno puede conocer sólo su pueblo o haber viajado por todo el mundo. Puede saber apenas escribir o conocer todo lo que la ciencia humana dice de la grandeza del universo. Pero siempre, cualquier ser humano se da cuenta de su pequeñez frente a la más pequeña de las fuerzas de la naturaleza. Un poco de resaca en una playa puede acabar en minutos con la vida de una persona. Una fuerte lluvia, un árbol que se cae en un bosque, un viento impetuoso. Son tantas y tantas las cosas cotidianas que pueden dar al traste con nuestra vida.

No hay, por tanto, que ser un sabio para darse cuenta de la grandeza de la creación y de nuestra pequeñez. Sin embargo, un poco de conocimiento de nuestro universo puede hacer que se acentúe esta sensación. La marea, la lluvia, el árbol o el viento no son sino un minúsculo accidente en un planeta que tiene 40.000 Km. de circunferencia. Harían falta veinte millones de personas tumbadas una a continuación de la otra para abrazarlo. Todos los humanos vivos, apiñados como en una manifestación, cabrían en un territorio equivalente a menos del 1% de España, menos de la cienmilésima parte la superficie total de la Tierra. No somos nada ante la fuerza de nuestro planeta y lo sabemos. Pero nuestro planeta es menos que nada ante el universo. Vamos a dar un paseo por él.                                                                                    La Tierra es una esfera con un diámetro aproximado de 12.700 Km que gira alrededor del Sol en una trayectoria ligeramente elíptica, casi circular, de 150 millones de Km. de radio. Para expresar las magnitudes de algunas distancias, se toma como unidad esta distancia de la Tierra al Sol, que recibe el nombre de "unidad astronómica" (UA). La esfera solar tiene un  diámetro de 1'4 millones de Km. Esto quiere decir que dentro del Sol cabrían más de 1 millón  de  Tierras.  Si en vez de tamaño, hablamos de masa, la del Sol es más de 2 x 1027 Tm (un 2 seguido de 27 ceros), cantidad que no sé cómo se nombra, pero que podríamos describir como dos mil billones de billones europeos[5]. Como tampoco esto nos dice nada, diré que si una tonelada fuese una gota de agua, el Sol tendría la masa del Mediterráneo. Alrededor del Sol giran otros planetas, y todos juntos componen el Sistema Solar. El más exterior de estos planetas es Plutón, que tiene una órbita bastante elíptica, y cuya distancia media al Sol es de 5910 Millones de Km. o, lo que es lo mismo, 39,4 U.A.

La estrella más cercana al Sol es Alpha Centauri que dista 40,5 billones europeos de Km., ó 270.000 U.A. Dado que las distancias del universo son enormemente mayores, la U.A. se convierte enseguida en una unidad ridículamente pequeña y se utiliza el año luz, que es la distancia recorrida por la luz, a 300.000 Km/seg., en un año. Un sencillo cálculo nos dice que, 1 año luz es 9,44 billones de Km ó 63.072 U.A. Por lo tanto Alpha Centauri dista 4,29 años-luz de la Tierra.

El Sol, su vecina Alpha Centauri y otros 200.000 millones de estrellas más están agrupadas en un enjambre con forma de disco en espiral que es la galaxia de la Vía Láctea de la que ya hemos hablado. Nuestra Vía Láctea, tiene un diámetro de 100.000 años luz (evidentemente me niego a expresar esta distancia en Unidades Astronómicas y mucho menos en Km.), y el Sol se encuentra a unos 30.000 años-luz de su centro, es decir, más cerca del borde que del núcleo central. Tampoco el Sol es una estrella aparatosa. Si hablamos de tamaño, hay estrellas como Aurigae B cuyo diámetro es 2.000 veces el del Sol.

Pero la Vía Láctea es sólo una galaxia entre las más de los 100.000 millones de ellas que se estima pueblan el universo. Si vamos ampliando nuestro horizonte, como un paleto que empieza a salir de su pueblo, nos encontraremos con las Nubes Magallanes que son dos pequeñas galaxias que se encuentran a unos 500.000 años-luz de la Vía Láctea. Un poco más allá, a 2'7 Millones de años-luz, nos encontramos con Andrómeda, una respetable galaxia con un diámetro de 200.000 años-luz, que se estima tiene el doble de estrellas que la Vía Láctea. Estas cuatro galaxias Vía Láctea, Andrómeda y Nubes de Magallanes y varias otras más pequeñas, forman lo que se llama el Grupo Local. Este nombre parece indicar que todavía vamos por carreteras comarcales. Y es verdad, porque más  allá,  hasta  unos  15.000  Millones de años-luz, se extiende el vasto universo con sus 100.000 Millones de galaxias, la inmensa mayoría de ellas invisible a simple vista desde la Tierra.

Las galaxias no están uniformemente distribuidas por el espacio. Suelen aparecer agrupadas en racimos llamados cúmulos de galaxias. A una escala mayor, los cúmulos de galaxias aparecen agrupados en supercúmulos que a su vez se agrupan en formaciones filiformes que darían al universo, si lo viésemos con una perspectiva suficientemente amplia aspecto de una maraña de hilos con enormes espacios vacíos entre ellos.

Me gustaría terminar este paseo por el cosmos con un sencillo cálculo. Si el número de galaxias del universo se estima en 100.000 millones y cada galaxia tuviese un promedio de 200.000 Millones de estrellas, que es lo que tiene la Vía Láctea, esto nos ofrece a la imaginación un universo con 20.000 millones de billones europeos de estrellas. Número, desde luego, inimaginable. Ante un universo así, sólo cabe el asombro.

Y entonces surge la pregunta. ¿Qué es el hombre al lado de Dios? Y la respuesta. ¡Nada! Ahora puede llegar el don de temor de Dios. No creo que la palabra temor deba entenderse como miedo, sino como respeto impregnado de admiración por su grandeza. Yo no temo al mar tranquilo cuando me baño en él, pero sería estúpido de mi parte meterme a cien metros de la playa un día de fuerte marejada. A la mayor parte de la gente que se ahoga en las playas cada verano le sobreviene la desgracia porque su ignorancia le hace carecer del debido respeto por el mar. Ese respeto, en principio un poco temeroso, hacia Dios es el suscitado por el Espíritu Santo a través de su don de temor de Dios. Como he dicho antes, no es condición ni necesaria ni suficiente conocer la inmensidad del cosmos para experimentarlo. Millones de gentes sencillas lo sienten y, sin embargo, muchos científicos son incapaces de sentirlo. La soberbia es, con toda seguridad, el mayor obstáculo para este don del Espíritu Santo.

El don de inteligencia

Pero si uno está iluminado por ese don, el de temor de Dios, lo normal es que quiera conocer todo lo posible de ese mar en el que está inmerso lo quiera o no. Es enorme el número de religiones que hombres de toda época y lugar han desarrollado para entender a Dios. Sobre todas planea el problema del mal, del sufrimiento y, en última instancia, de la muerte. Casi todas, de una u otra manera buscan una esperanza de inmortalidad. Las más primitivas divinizan las terribles fuerzas de la naturaleza e idean ritos para evitar su ira o lograr su benevolencia. Otras más avanzadas buscan en el interior del hombre la sabiduría para evitar o, al menos, aceptar con estoicismo, la caprichosa voluntad de dioses personales o impersonales. Otras, por último, dicen que el propio Dios se ha revelado a los hombres para explicarles quién es, cómo es y por qué actúa de una determinada forma. Estas últimas son las llamadas religiones del Libro. Son el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Todas tienen un nucleo común, el Pentateuco. Sobre él, los judíos han añadido una serie de libros que no aceptan los musulmanes que, en cambio, han tejido sobre el Pentateuco, el Corán dictado, según dicen, directamente por Dios a Mahoma. Los cristianos, por su parte aceptan todo el texto sagrado judío, al que añaden algunos libros para formar el llamado Antiguo Testamento, sobre el que ponen los Evangelios y otros libros y cartas posteriores a la predicación de Cristo, formando el Nuevo Testamento que, junto con el Antiguo, conforman la Biblia.

Ni soy yo la persona ni este es el lugar para hacer un estudio comparativo de textos, pero todas las religiones del Libro aceptan el Génesis –aunque el Islam lo adapte a su manera– como el primero de ellos en orden cronológico. Ya en las primeras líneas del Génesis aparecen las bases del credo de las tres fes. El mundo ha sido creado por un Dios Todopoderoso y ha sido creado bueno. Las fuerzas de la naturaleza no son dioses. Antes bien, han sido puestas al servicio del hombre. Las tres aceptan también un principio del mal que ha aparecido, no por voluntad de Dios sino como un accidente. Este accidente ha sido posible a pesar de un Dios Bondadoso, Todopoderoso y Omnisciente porque éste ha limitado libremente su Poder para dar cabida a la libertad de algunas de sus criaturas, ángeles y hombres. Esta libertad es absolutamente necesaria para la plena felicidad de esas criaturas y, por eso Dios, tomando esta libertad y esta felicidad absolutamente en serio, no ha dado marcha atrás cuando el mal, un riesgo posible, ha hecho su aparición. Donde difieren las tres religiones es en la estrategia de Dios para arreglar el desaguisado por el que han entrado en el mundo el mal, el sufrimiento y la muerte.

Las tres religiones han desarrollado diferentes códigos de conducta para mitigar los males y lograr la inmortalidad, pero sólo una de las tres religiones, el cristianismo, ha tenido el atrevimiento de decir que el propio Dios ha tomado la condición humana, ha compartido los padecimientos de los hombres, ha sufrido la muerte, ha llevado a los últimos extremos la obediencia a la Voluntad de Dios y, así, nos ha abierto la puerta de la salvación.

La Biblia es un Libro inagotable en su profundidad y sabiduría. Sin embargo, uno puede leerlo cientos de veces y no ver en él más que un conjunto de historias, más o menos bonitas, más o menos edificantes, más o menos brutales, pero nada más. Otra persona puede quedar deslumbrada por una sola frase de este Libro de libros. La fuerza de la Palabra del propio Dios es enorme, pero no mayor que la libertad del hombre. Somos libres para aceptarla o rechazarla. Si la aceptamos empieza a actuar en nosotros el don de inteligencia. Inteligencia quiere decir leer entre líneas. Si uno lee la Biblia de forma reiterada y con apertura de espíritu, poco a poco se va formando un dibujo cada vez más nítido de las intenciones de Dios. Y poco a poco se comprende, se entiende, se atan cabos. Todo va encajando con todo, como en un inmenso rompecabezas en el que cada pieza tiene su sitio y, al mismo tiempo, la totalidad está presente en cada pieza. Se hace la luz y a esa luz todo cobra sentido. Nada es reemplazable por nada y todo es coherente con todo. Es el don de inteligencia el que está actuando.

Y actúa tanto en los que son inteligentes, humanamente hablando, como en los más simples. No es una cuestión de inteligencia humana, sino de actuación divina. Más aún, a veces la inteligencia humana, si nos lleva a la soberbia, se convierte en un freno para esa actuación. Por eso Cristo decía: “Te doy gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a los sencillos de corazón y se las has ocultado a los soberbios”. Sencillez, humildad es la clave. Dios resiste a los soberbios. La Iglesia, que vela por que la palabra de Dios llegue completa a todos, no deja de leerla cada domingo, cada día, en la celebración de la Misa. Así, la palabra de Dios en su totalidad, amplificada y enriquecida por la caja de resonancia de la liturgia, puede ser oída íntegramente por cualquier hombre, aunque no sepa leer, en un ciclo de tres años. Y con ella va haciéndose la luz.

El don de piedad filial.

Y la luz que va apareciendo se llama Amor. El alma, a la luz de el don de inteligencia, se da cuenta de que todo empieza y termina en el Amor de Dios. La creación, el hombre, la libertad, la historia, todo nace convocado por la luz del Amor de Dios. Y la culminación de ese Amor es la entrega del propio Dios al plan de salvación del hombre amado y caído. Dios Hijo, deja el empíreo y se hace parte de la historia. Por el más grande acto de amor que se pueda imaginar se reviste de carne, nace, vive y muere con nosotros. Entonces, el código moral deja de ser un simple código mercantil con el que se pueden ir ganando puntos que nos hacen acreedores a un premio y se convierte en un código de salvación dado por Amor y sellado con la sangre del mismo Dios. Como un licor se obtiene a base de hacer pasar por el alambique una y otra vez el vino, así se va destilando en el alma del creyente la comprensión del Amor de Dios por la acción del su propio Espíritu.

Entonces es cuando entra en escena el don de piedad filial. De pronto nos sentimos hijos. Hijos amados hasta extremos que a la inteligencia humana le cuesta calibrar. Sólo el Espíritu Santo es capaz de hacernoslo comprender, saber y, sobre todo, sentir. Sólo Él nos permite hacernos otra vez niños, volver al claustro materno del Amor de Dios, para poder volver a nacer. Nos sentiremos, frágiles, pequeños, necesitados, pero confiados. Confiados en que ese Dios fuerte y grande es nuestro Padre y nos quiere y protege. Entonces nos sale del fondo del alma la llamada ¡Abba!, ¡Papá!. Si el don de la piedad filial nos acompaña, el miedo a los problemas de la vida, a las fuerzas de la naturaleza, al dolor, al sufrimiento, a la misma muerte, desaparece. El Señor de la vida, el que da órdenes a esas fuerzas, el que domina el dolor, el que ha vencido a la muerte es nuesto Padre, poderoso y protector.

Entendemos también, a la luz de la inteligencia de la Revelación que la protección de Dios no quiere decir que no vayamos a pasar por momentos de dificultad y de dolor. Nunca en la Revelación de Dios se nos ha prometido semejante cosa. Pero somos conscientes de que todos esos momentos, por terribles que puedan llegar a ser, son sólo un trámite. Que el fin es el descanso, la paz, el sosiego eterno en las manos de nuestro Padre. Agradecemos el regalo y aceptamos los trámites. Todo lo tenemos por basura con tal de ganar a Cristo y su salvación. Podemos pasarnos horas ante el Sagrario, donde, ilustrados por el Espíritu de inteligencia, sabemos, con una profunda certeza existencial, que está el mismo Cristo. Ahí buscamos la fuente de paz y armonía en medio del caos de este mundo y bebemos de ella. Ahí nos sentimos hijos amados. Ahí nos anonadamos. Si pudiera quedar algo de miedo a un Dios terrible, se esfuma como por ensalmo. Queda, por supuesto el respeto a su grandeza, el agradecimiento por venir a nuestro encuentro con su Revelación y con su entrega incondicional. Sí puede quedar un temor es el de no estar a la altura de su Amor.

El don de consejo.

Empieza a aparecer un sentimiento de necesidad de dar una respuesta. ¿Qué puedo hacer yo para responder a tanto Amor? ¿Qué necesita de mí este Dios? La respuesta es, obviamente, nada. Pero la bondad de Dios ha superado todos los límites. Además de hacernos libres ha concedido valor a nuestros actos. Dios Omnipotente pide permiso a nuestra libertad para actuar a través de nosotros. Nos permite darle una respuesta y cooperar con su plan de salvación, en la venida de su Reino de Amor, Verdad y Justicia. Pero, ¿cómo? ¿De que manera puedo yo colaborar para que venga tu Reino? Instruyeme, Señor. Dime que quieres que haga. Muéstrame tu Voluntad. Háblame al oído. Aconséjame.

Este y no otro es el don de consejo del Espíritu Santo. Se inicia entonces un diálogo entre nuestra libertad y la Voluntad de Dios. El Dios Todopoderoso sugiere en la intimidad del alma. Susurra, como una suave brisa o un arrollo, sus consejos a nuestro oído y, pacientemente, espera nuestra respuesta. Sutilmente nos interpela si ésta no llega. Si le decimos que no, si cerramos nuestros oídos a su llamada, no por eso nos abandona. El río de la vida nos lleva por caminos distintos, generalmente más ásperos y penosos que los que Él había previsto. La puerta que hubiese sido fácil de franquear con un sí a su llamada se va cerrando. Pero Él no ceja en su llamada y si la vida nos embalsa en una presa, Él busca nuevos cauces, nuevas y susurrantes sugerencias.

¡Pero si decimos sí! Si decimos sí, la estepa estéril de nuestra vida se va convirtiendo en un vergel. Poco a poco, imperceptiblemente, la aridez va dejando paso a la frescura, al jugoso verdor, al tierno sabor del fruto. Nos convertimos entonces en cooperadores con Dios en la nueva creación que es la salvación del mundo. Cooperar quiere decir actuar conjuntamente. Es decir, nuestro Padre es tan bondadoso que hace que nuestra existencia sea útil y fructifera actuando conjuntamente con Él y con Cristo en cumplir su Voluntad, que sabemos que es que no se pierda ni uno de los pequeños seres humanos que le han sido confiados. Nuestra cooperación puede llegar a paliar la sed de almas que tiene Jesús para que sean uno con Él y con el Padre. Entonces nuestra vida tiene sentido. Entonces tenemos una misión. Entonces nuestra existencia tiene una razón de ser: Salvar por Cristo, con Él y en Él, almas para Dios. Cuál sea el medio que debamos emplear para actuar en conjunto con esta Voluntad, es algo que el don de consejo nos sugiere si sabemos escucharlo. Pero ese medio, sea cual sea, tiene un requisto indispensable. El amor.

El don de fortaleza.

Así nuestra vida transcurre en este diálogo de síes y noes, en este diálogo con la eternamente fiel Voluntad de Dios y una contínua busqueda, por parte de Él, de caminos siempre transitables a partir de cada sí. Nuestros espejismos pueden hacernos creer que el no es más confortable que el sí. O que la forma en que más nos gustaría cooperar con la Voluntad de Dios es la mejor. Pero la forma más eficaz de salvar almas para Dios no tiene por qué coincidir con lo que más nos gusta hacer. A veces, tenemos que hacer aquello que no nos gusta o para lo que creemos no estar dotados. Y, desde luego, el espejismo de que el “no” es más cómodo que el “sí” es absolutamente falso.

Pero también Cristo nos ha avisado de que su Padre, el viñador, poda al sarmiento que da fruto para que de más fruto. A veces, la Voluntad de Dios puede requerir el heroísmo extremo. Otras veces, el no menos importante heroísmo de enfrentarnos cada día con algo que no nos gusta, con lo que no parece hecho para nosotros. Es la cruz de cada día. Es posible que la cruz sea tan pesada que nos caigamos bajo su peso. Pero es más corriente que la tiremos o que nos tiremos nosotros simulando que no podemos con su peso. En cualquier caso, necesitamos otra vez que Espíritu Santo nos ayude con sus dones. Esta vez es el don de fortaleza. Fortaleza para que el peso se aligere en relación a nuestras fuerzas. Fortaleza para no tirar la cruz o para no tirarnos nosotros mismos. Y también la vertiente más enternecedora de la fortaleza: El consuelo. El Espíritu Santo, dulce huesped del alma, puede ayudar a la fortaleza siendo también consuelo del alma, bálsamo para nuestras heridas, verdor para nuestra sequedad, humildad para nuestro orgullo herido por nuestra incapacidad para la tarea.

El don de sabiduría.

Y como un ceñidor que todo lo recoge, lo une y da sentido, el don de sabiduría. Aunque etimológicamente no sea correcto, me gusta relacionar sabiduría con saborear. El don de sabiduría nos hace saborear los momentos dulces que siempre hay en el seguimiento de la Voluntad de Dios y vivir de ellos y de su recuerdo en los momentos de lucha y dificultad. Nos permite representarnos la meta, el premio, en el momento de máximo esfuerzo que nos deja sin aliento, la cima a la que escalamos, en mitad de la niebla y el vendaval. Hace que ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la espada nos puedan separar del Amor de Cristo. Hace que saboreemos, como un vino fuerte que calienta nuestros miembros, el Amor de Dios derramado en nuestros corazones. Tendremos, entonces sí, todo por basura con tal de ganar a Cristo.

Entonces se percibe en los dones del Espíritu Santo la esencia de las creencias cristianas. No son ya palabras sin sentido. Son Vida y son Luz. Son, parafraseando a Gabriel Celaya, “lo más necesario, lo que no tiene nombre. Son gritos en el Cielo y en la tierra son actos”.

¿Cómo alcanzar esos dones?

Me queda una reflexión, que es una pregunta, antes de terminar con las que voy desgranando. Y tal vez sea la más importante. ¿Qué hacer para alcanzar la maravilla de los dones del Espíritu Santo? Los dones del Espíritu Santo son eso, dones, regalos. Los regalos se dan gratis. No es nuestro esfuerzo el que los consigue. No hay esfuerzo capaz de conseguirlos. Sólo hay, por tanto, una manera de conseguirlos: Pedirlos en oración humilde. Oración de pobreza de quien se sabe necesitado de algo que no puede conseguir por sí mismo. Pedid y se os dará. Pidámoselos a Cristo Eucaristía. Dios, que es Bueno, no dará una piedra a quien le pida pan, sino que dará el Espíritu Santo a quien se lo pida. Tal vez no de forma inmediata ni en la forma que uno quisiera recibirlo, pero el Espíritu Santo, a fin de cuentas. Y en el momento adecuado. Pero si hay un medio particularmente eficaz de oración para conseguir el Espíritu Santo, ese medio se llama María.

Cada aparición de María en el Evangelio o en su continuación, los Hechos de los Apóstoles, viene acompañada de la efusión del Espíritu. En primer lugar a ella misma en la Anunciación. Lo recibe después san José, al soñar que debe aceptar como inocente a su desposada. Le llega a través de su mediación a su prima Isabel y a su hijo todavía no nacido, el Bautista, que da saltos de alegría en el vientre de su madre. La misma María, bajo la inspiración del Espíritu entona el Magnificat. Recae sobre los pastores y los reyes sabios de oriente cuando le piden a María que les enseñe al Recién Nacido. Inunda al anciano Simeón y a la viuda Ana cuando, humildemente, la Virgen va con su Hijo a cumplir el ritual de la circuncisión y la purificación. Vuelve a aconsejar a José para decirle que vaya a Egipto con su mujer y Jesús, para salvar la vida del Salvador. Le indica cuándo ha pasado el peligro y puede, por tanto, volver. Y le dice a dónde debe hacerlo. Inspira y esclarece la mente de los doctores cuando la madre encuentra al Hijo después de una afanosa búsqueda. Se derrama antes de lo previsto, por petición de María, sobre los novios de Caná y su agua el día de su boda. El sólo pensamiento de la madre de Dios pone en la boca de una mujer el “bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amantaron”. Recae sobre san Juan al pie de la cruz cuando recibe a María como madre del género humano. Lo recibe a través de ella Santiago, el hermano –primo– del Señor, que luego será jefe de la Iglesia de Jerusalén y que dará la vida por Cristo. El mismo Santiago que va a buscarle al principio de su ministerio para llevarle a casa, tomándole por trastornado. Y, por último, se derrama sobre la Iglesia reunida en oración alrededor de María, el día de su fundación en Pentecostes.

Es, por tanto, María la más segura mediadora para obtener estos dones. Cuando se los pidamos a Cristo Eucaristía, hagámoslo, pues, a través de su madre y nuestra insípida agua, será cambiada en fuerte vino.

Acabo con una reflexión de cómo el Espíritu Santo transforma todos los aspectos del cristianismo:

“Sin el Espíritu Santo Dios está lejos; Cristo pertenece al pasado; el Evangelio es letra muerta; La Iglesia es una simple organización; la autoridad, un dominio; la misión, mera propaganda; el culto, un recuerdo muerto; el obrar cristiano, una moral de esclavos. Con Él, el cosmos gime con los dolores de parto del Reino; Cristo ha resucitado y está vivo; el Evangelio es experiencia y vida; la autoridad, un servicio liberador; la misión es Pentecostés; la liturgia, memorial y anticipación; el obrar humano, gracia y libertad”.

Ignacio Hazim, metropolita de Lataquia, en la conferencia de apertura de de la Asamblea del Consejo Ecuménico en Upsala, sobre el tema: “He aquí que hago nuevas todas las cosas” Apocalipsis, 21, 5.


[1] Gía de las dificultades de la fe católica de Pierre Descouvemont. Editorial Desclée deBrouwer.
[2] Billones europeos, es decir un millón de millones.
[3] El autor, Tomás Alfaro, tiene editado un libro sobre este tema bajo el título: “Más allá de la ciencia” en lla colecciñon dBolsillo de ediciones Palabra.
[4] Técnicamente se entiende por universo viable aquel que tenga una entropía lo suficientemente baja para permitir su desarrollo. Para los efectos de estas líneas podríamos definir universo viable como aquél en el que puede aparecer una estructura de planetas, estrellas, galaxias, cúmulos de galaxias, supercúmulos de galaxias, etc. que permitan la aparición de la vida y su posterior evolución hacia una complejidad que, eventualmente, pudiera crear un soporte para la inteligencia que sabemos existe en el cosmos.
[5] 1 Billón europeo = 1 millón de millones