Otra vez rebrota el asunto de la eutanasia, muerte digna,
suicidio asistido o como quiera llamarse. Me dan una lástima inmensa tanto esta
mujer con ELA como su marido que la ha ayudado a morir. Pero estos rebrotes
periódicos del tema, explotados mediáticamente de forma lacrimógena responden a
una estrategia gramsciana (hablaré de Antonio Gramsci en un próximo envío) para
socavar las bases de la civilización occidental. Un truco infalible es
convertir un sentimiento humano que todos compartimos en la base de una
legislación que haga de la “muerte digna” un derecho. Pongo “muerte digna” entre
comillas porque lo de esta pobre mujer no es una muerte digna. MUERTE DIGNA es
la del que lucha hasta el final contra la enfermedad intentando animar a los
que le rodean. Como mi amigo José María Cervelló, muerto de ELA por KO en el
último round tras una pelea épica. Comprendo que no todos podemos ser como José
María. Yo, desde luego creo que me quemaría si pusiese la mano en el fuego por
mí en una situación así. Pero, seamos o no capaces de librar esa lucha si nos
viésemos en una situación similar, la dignidad está en no tirar la toalla, por
muy comprensible que sea tirarla. Ahora bien, creo que nadie con corazón
querría que este pobre hombre acabase en la cárcel. Yo, desde luego, no quiero.
Por eso creo que estas situaciones deben legislarse. No desde luego para transformar
un delito en un derecho, sino para, desde su apreciación como delito,
determinar atenuantes y hasta eximentes para casos especiales. Por supuesto,
habrá que ser muy exigentes tanto en la definición de esos atenuentes/eximentes
como en su aplicación judicial, pero estoy convencido de que deben existir para
casos extremos y excepcionales. Y esto que digo para la eutanasia, lo aplico
también al aborto. Pongo un ejemplo real, no hipotético. Una chica llegada de
Honduras traída por una mafia. Al llegar, como parte del pago, es violada, se
queda esperando y la echan a patadas Aborta. ¿Alguien querría que esa chica
vaya a la cárcel? Quiero creer que absolutamente nadie. Por eso, también para
el aborto, considerándose un delito, debe haber atenuantes y eximentes (y
también agravantes). Pero de ahí a un derecho universal... Y, por supuesto, lo
que debemos hacer como sociedad es lograr que las personas en esas situaciones
límites encuentren un soporte que las ayude. Para el tema del aborto hay
fundaciones como la fundación Madrina o Redmadre que intentan apoyarlas. Ahí
deberían volcarse los recursos.
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