22 de febrero de 2023

Carnaval y miércoles de ceniza

Hoy es miércoles de ceniza. Entramos con él en el periodo de la cuaresma, en la que al espíritu le toca prepararse para el misterio más grande de la humanidad: Dios hecho hombre se va a entregar voluntariamente a la muerte para salvarnos a nosotros de ella. Tenemos que tomarnos un tiempo para profundizar sobre ese misterio de Amor y poder ser capaces de aprehenderlo, de hacerlo nuestro, de que nos llene de asombro. Pero antes del miércoles de ceniza, desde ayer Domingo, se presentan los tres días de carnaval. Recientemente he leído unas breves reflexiones sobre el carnaval y la cuaresma de Benedicto XVI que creo que merece la pena que comparta con vosotros. Ahí van:

 

"Parece problemático mencionar el carnaval en una meditación teológica[1], pues sólo de un modo muy indirecto es un periodo del año eclesiástico. Ahora bien, ¿no somos en eso un poco esquizofrénicos? Por un lado, decimos de muy buen grado que el carnaval tiene su derecho de domicilio precisamente en los países católicos, mas, por otro, tratamos de evitarlo espiritual y teológicamente. ¿Pertenece el carnaval, por tanto, a ese tipo de cosas que no podemos aceptar desde el punto de vista cristiano, pero que tampoco podemos evitar humanamente? Mas en este caso, habría que hacerse esta pregunta: ¿hasta qué punto es verdaderamente humano el cristianismo? Pues bien, el origen del carnaval es indudablemente pagano: el culto a la fertilidad y la invocación a los espíritus se confunden. La Iglesia tuvo que responder a ello, pronunciar el exorcismo que conjura a los demonios que violentan a los hombres y no los hacen felices. Mas tras el exorcismo apareció, de modo enteramente inesperado, algo nuevo, un contento angelical: el carnaval se coordino con el miércoles de ceniza como tiempo de reír antes del tiempo de penitencia, como tiempo de una festiva autoironía que dice riendo una verdad que puede ser muy similar a la del predicador cuaresmal. Así pues, privado de su componente demoníaco, el carnaval puede señalar en la misma dirección que señala el predicador del Antiguo Testamento: “Hay un tiempo de llorar y un tiempo de reír” (Eclesiastés 3, 4). De igual modo, para el cristiano, tampoco es siempre tiempo de penitencia. También él tiene un tiempo de reír. Sí, ha sido el exorcismo cristiano el que ha derrotado por vez primera las máscaras demoníacas y ha dejado aparecer detrás de ellas una risa rescatada. Todos sabemos cuan alejado se haya habitualmente de ella el actual carnaval. ¡Con cuánto poder gobiernan el dios Dinero y sus aliados! Nosotros, los cristianos, no luchamos contra la risa, sino a favor de ella. Luchar contra los demonios y reír con los risueños son acciones que se corresponden la una con la otra. El cristiano no necesita estar esquizofrénico, pues la fe cristiana es verdaderamente humana".


[1] Para entender cabalmente el sentido de la expresión, es decir, para percibir el marco –que se anuncia como ya sabido de antemano– dentro del que se van a desarrollar las reflexiones, debe tenerse en cuenta que el texto procede de una obra, Die Hoffnung des Senfkorns, esencialmente teológica. (N. del T.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario