Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
Este
verano he encontrado una nuevas idea que están relacionadas con la brevedad de la
vida humana y la esperanza teologal. Una de ellas la publiqué el pasado 9 de
Septiembre en el blog. Pero como está íntimamente relacionada con la que
publico hoy, publico las dos juntas aunque me repita.
El itinerario
de cada persona es el itinerario de todo el cosmos. Regresamos al punto del que
habíamos partido. Al final del recorrido volvemos a encontrarnos en Dios,
llenos de experiencia de amor y de conocimienbto. Es como decir con una
confianza feliz: “Todas las cosas, sean las que sean, acabarán bien”.
Jesús Sánchez
Adalid. Últimas palabras de la nota del autor al final de su libro sobre san
Francisco de Javier.
El tiempo es
más largo que nosotros, y una vida parece no bastar para cumplir un destino.
Una vida humana parece casi siempre incompleta. Es como un fragmento aislado de
un largo mensaje del que sólo se entrega una pequeña parte, frecuentemente
indescifrable. […] ¿Se trata de las mismas personas renacidas con siglos de
distancia o, simplemente, de un hombre y una mujer que redescubren, en el fondo
de sí mismos, como las parcelas de una herencia olvidada, los gestos, las
palabras y los gritos de las generaciones desaparecidas?
Julian Green
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