Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
Desde el momento en que el hombre mismo niega que él
sea un ser creado, le acecha un doble peligro: de una parte, se verá arrastrado
–y es exactamente lo que comprobamos en el existencialismo de Sartre– a
otorgarse a sí mismo una especie autosuficiencia caricaturesca, es
decir, a considerarse como un ser que se hace a sí mismo y que no es más que lo
que él se hace; pues no existe nadie que pueda colmarle, no existe siquiera don
que pueda serle hecho. Semejante ser se presenta como fundamentalmente incapaz
de recibir. Pero, desde otro punto de vista, y de manera conexa, el hombre se
verá igualmente arrastrado a considerarse como una especie de desecho de un
cosmos [...] de suerte que le veremos, al mismo tiempo y por las mismas razones,
exaltarse y despreciarse desmesuradamente.
Gabriel Marcel, Los hombres contra lo humano. p. 54.
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