Ya sabéis por el nombre de mi
blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su
nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda
idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el
espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de
Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las
brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que
merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un
paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la
consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del
olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este
efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a
partir del 13 de Enero del 2010.
Miré por la
ventana abierta, detrás de la cual se alcanza a ver una gran parte de
Amsterdam; se ve, por encima de los tejados, hasta la línea del horizonte, de
un azul tan limpio que ya no se marcaba bien. Me dije: “Mientras esto exista y
yo pueda ser sensible a ello –este sol radiante, este cielo sin nubes–, no
puedo estar triste. Para el que tiene miedo, para el que se siente sólo y
desgraciado, el mejor remedio es salir al aire libre, encontrar un sitio
aislado donde pueda estar en comunión con el cielo, con la naturaleza y con
Dios. Sólo entonces se siente que todo está bien así, y que Dios quiere ver a
los hombres felices en la naturaleza, sencilla, pero cargada de belleza.
Mientras esto exista, y sin duda será siempre así, estoy segura de que toda
pena encontrará alivio, en cualquier circunstancia. Cuando miraba fuera y
contemplaba directa y profundamente a Dios y la naturaleza, era feliz, completamente
feliz... Se puede perder todo, las riquezas, el prestigio, pero esta dicha
dentro de tu corazón sólo puede, a lo sumo, oscurecerse, y siempre volverá a
ti, mientras vivas. Mientras levantes los ojos al cielo sin temor, tendrás la
seguridad de ser puro, y volverás a ser feliz, pase lo que pase.
Diario de Ana
Frank. Escrito en 1944, tras dos años de vivir confinada en un cuartucho
escondiéndose de los nazis. Al final Ana y su familia fueron descubiertos y
murieron en los campos de exterminio nazis. Afortunadamente, el diario que
escribió en los dos años que estuvo escondida, sobrevivió, para contarnos
muchas cosas.
Comparar con
esta frase del Evangelio en la última cena (Juan 16, 22): “De momento estáis
tristes; pero volveré a veros de nuevo y de nuevo os alegraréis con una alegría
que nada ni nadie podrá arrebataros.”
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