8 de junio de 2019

Jesus Christ Superstar


En una medida no despreciable mi vida está marcada por el musical Jesucristo Superstar. Fue en 1973, tenía yo por aquel entonces 22 añitos, cuando se estrenó en España la película. La fui a ver y quedé impresionado. Repetí y repetí hasta verla siete u ocho veces. La música me pareció poderosa, la película estaba, hasta donde recuerdo, muy bien hecha. En la España de esa época, y tal vez también en la de ésta, no lo sé, la película levantó polémica. La polémica venía precedida por los que podían haber visto el musical en Londres. Nueva York y Broadway estaban demasiado lejos entonces. Había quienes la consideraban irrespetuosa o, incluso, blasfema y la anatemizaban, y quienes eran fervientes partidarios y la veían como respetuosa desde el agnosticismo –el de verdad, no el nombre suavizado del ateísmo– o, incluso, evangelizadora. Yo estaba fervientemente entre estos últimos. Desde la primera vez que la vi me pareció una obra escrita por alguien que se preguntaba, desde una búsqueda que quiere encontrar, quién es Jesucristo. Una búsqueda sincera e incluso un poco agónica. Una búsqueda de la teníamos mucho que aprender aquellos católicos de cuna para los que Jesucristo es un poco déjà vu. Blanca, mi mujer, era de las que había visto el musical en Londres y era de mi misma opinión, aunque no  viese la película siete u ocho veces. Me compré el disco de vinilo y lo oía con frecuencia, de forma que casi me aprendí los textos de memoria. De paso, me sirvió para mejorar mi inglés, como las canciones de Aznavour mejoraron mi francés. Poco tiempo después empezó mi alejamiento de la Iglesia. Pero nunca dejé de oír con cierta asiduidad el disco y, sin duda, las letras me hacían pensar y empecé también a preguntarme, desde una distancia que no podía llamarse agnosticismo, pero sí pasotismo religioso, por la figura de Jesucristo. Me parecía que, entre una religión que me decía más bien poco, esa figura me interpelaba. Por supuesto, en aquella época no leía los evangelios y, como dejé de ir a misa, casi mi única noticia de Cristo eran las letras y la poderosa música de Jesucristo Superstar. Cuando la tecnología mejoró, me compre unos CD’s que sustituyeron a los vinilos y, más tarde, un DVD con la filmación del musical de Broadway. A pesar de la enorme cantidad de veces que lo habré oído y visto, nunca ha llegado a cansarme ni la repetición ha hecho que perdiera su brillo. Siempre, desde el primer acorde, se me pone la carne de gallina. En algún momento, el musical se montó en España, cantado por Camilo Sesto y traducido al español. Tanto el cantante como el hecho de que se hubiese traducido –mis letras, que me sabía de memoria, traducidas, seguramente, mal– me impulsaron a no ir a verlo.

Así las cosas, hace un par de meses vi anunciado por todo Madrid que se iba a poner en escena el musical Jesus Christ Superstar en inglés. No lo dudé un instante. Compré entradas para ir a ver con mi mujer el musical en vivo por primera vez. Fue este miércoles, día 5 de Junio de 2019. Tenía, lo reconozco, un poco de miedo a que me decepcionase. Para nada. Me ha parecido magnífico. La música en vivo impresionante, los cantantes, soberbios, la orquesta de rock en el escenario, en continuo movimiento increíble, el cuerpo de baile atlético, explosivo y apantallante. Al principio me sorprendió negativamente que el cantante que hacía de Jesucristo, que me sonaba vagamente, fuese mucho más viejo que el resto y su voz fuese menos potente. Poco a poco mi recuerdo se fue haciendo nítido y me pareció que era el mismo que hacía de Jesucristo en la película de 1973. En el descanso, miré el programa y vi que era Ted Neeley. Por supuesto, el nombre no me decía nada, pero una visita a internet a través del móvil me confirmó que sí, que era el actor de la película de hace cuarenta y seis años. Nació en septiembre de 1943 por lo que está a punto de cumplir los 76 años. Y, además, esa pérdida de potencia de voz no era tal. Se reservaba para algunos impresionantes solos, como el del huerto de Getsemaní. Pero, sobre todo, o unido a todo eso, las letras. Cuando desde lejos del cristianismo empecé a avanzar en mi proceso de vuelta a vivir el cristianismo desde la conversión, las letras me han llegado cada vez más hondo. Y lo mismo me ha pasado con la sensación de búsqueda sincera y agónica del que las escribió. Pero el otro día, el entorno, multiplicó su efecto de forma impresionante. Tuve momentos, no pocos, durante la representación en los que se me saltaron las lágrimas. Real, no metafóricamente.

Tengo miedo de ponerme un poco pesado recordando cuáles fueron estos momentos, que no fueron pocos. Pero necesito hacerlo, así que lo hago. Si alguien considera que soy pesado, no tiene más que dejar de leer. No corro el riesgo de ser spoiler, porque la música y el baile y la escenografía no puedo destriparlas aquí. Pero si a alguno le sabe a poco, en el link del final puede accederse a todas ellas y, además, oírlas con su música. Más. Recomiendo a todo el mundo que de una forma u otra, lo vea entero.

Desde el principio, la obra es una tensión entre Judas y Jesús. Judas puede considerarse el auténtico protagonista. Desde luego es el protagonista escénico, pero es o puede ser también el personaje en búsqueda. El misterio de Judas ha sido siempre para mí tremendo e insondable. Hace años me di cuenta de que no era el único que sentía ese misterio. El Papa Benedicto XVI, en una de sus catequesis, habla de este misterio en términos impresionantes. Para quien quiera, ahí va un link a esa catequesis.


Ya desde el primer número Judas se enfrenta a Jesús, diciéndole cómo todo se le está yendo de las manos y que la cosa va a acabar mal. En el polo opuesto está la figura de María Magdalena. Muchas estupideces malintencionadas se han dicho sobre la relación entre Jesús y María Magdalena. Quizá una de las peores es la de la insidiosa obra de Dan Brown “El código da Vinci”. Nada de esta torpeza hay en Jesucristo Superstar. Desde el principio se ve la especial relación de amor limpio que hay entre los dos. En un momento María canta a un Jesús agotado una maravillosa canción de consuelo…

Try not to get worried, try not to turn on to
Problems that upset you, oh.
Don't you know
Everything's alright, yes, everything's fine.
And we want you to sleep well tonight.
Let the world turn without you tonight.
If we try, we'll get by, so forget all about us tonight.

… al tiempo que le unge la cabeza y los pies con mirra. Sin embargo, en la mente retorcida de Judas no cabe esa limpieza y en seguida recuerda a María su pasado, le dice a Jesús que cómo se deja tocar por una mujer así y que por ese ungüento se hubiesen podido conseguir 300 denarios para los pobres. Jesús le replica:

Surely you're not saying we have the resources
To save the poor from their lot?
There will be poor always, pathetically struggling.
Look at the good things you've got.
Think while you still have me!
Move while you still see me!
You'll be lost, and you'll be sorry when I'm gone.

¡Conmuévete mientras me veas!
Porque estarás perdido y triste cuando me haya ido.

Un agnóstico en búsqueda nos enseña a los cristianos a conmovernos con Jesucristo si le vemos con los ojos de la fe en la Eucaristía.

Impresionante es la entrada en Jerusalén el Domingo de Ramos, con un Hosana asombroso. Ante las peticiones de Anás y Caifás de que ordene a la muchedumbre que se calle, Jesús les dice:

Why waste your breath moaning at the crowd?
Nothing can be done to stop the shouting.
If every tongue were stilled
The noise would still continue.
The rocks and stone themselves would start to sing:
Hosanna… 

Y a la gente a la que Anás y Caifás le decían que hiciese callar, les dice:

Sing me your songs,
But not for me alone.
Sing out for yourselves,
For you are blessed.
There is not one of you
Who can not win the kingdom.
The slow, the suffering,
The quick, the dead.

Sí, un agnóstico nos dice que cantemos a la misericordia de Dios que, mediante Jesucristo, nos ha abierto las puertas del Reino. Pero, súbitamente, Jesús se entristece cuando los que cantan le preguntan.

Hey Jesus, Jesus won't you die for me?
Hosanna Sanna Hey Superstar

La misión de Jesús es morir para abrirnos estas puertas. Pero como hombre esto le produce enorme aprensión, miedo y tristeza. Estos sentimientos llegarán al culmen en Getsemaní.

Ante la súplica del pueblo, convertida en pregunta a Jesús sobre si estaría dispuesto a morir por él y, ante su tristeza, Simón el Zelota, se lanza. Con una música potente le dice a Jesús que tiene más de 50.000 seguidores que le seguirían hasta la muerte. Sólo tiene que añadir una gota de odio a Roma y dar la orden de sublevación.

But add a touch of hate at Rome.
You will rise to a greater power.
We will win ourselves a home.
You'll get the power and the glory
For ever and ever and ever (Estos dos versos se repiten en un ostinato in crescendo)
Forever Amen! Amen! Amen!

En la respuesta de Jesús no aparece esa gota de odio a Roma. Inspirada en su llanto sobre Jerusalén que nos cuenta Lucas dice, con una música conmovedora y tierna que contrasta con la exaltación de la arenga del Zelota:

Neither you, Simon, nor the fifty thousand,
Nor the Romans, nor the Jews,
Nor Judas, nor the twelve
Nor the priests, nor the scribes,
Nor doomed Jerusalem itself
Understand what power is,
Understand what glory is,
Understand at all,
Understand at all.
If you knew all that I knew, my poor Jerusalem,
You'd see the truth, but you close your eyes.
But you close your eyes.
While you live, your troubles are many, poor Jerusalem.
To conquer death, you only have to die.
You only have to die.

“Mientras vives, tus problemas son muchos, mi pobre Jerusalén. Para conquistar la muerte solo tienes que morir”. Cuántas veces he querido reunir a tus hijos bajo mis alas como la gallina reúne a sus polluelos, pero tú no has querido –nos cuenta san Lucas que dijo Jesús mientras lloraba por la ciudad santa desde el otro lado del torrente Cedrón. Morir a tu ego, Jerusalén, morir a tus vanidades, morir a tus ideas de lo que son el poder y la gloria. Y nosotros somos los polluelos de esa pobre Jerusalén. Nosotros, cada uno de nosotros y este mundo tan herido del que formamos parte. Y, claro, Simón el Zelota y los 50.000 no entienden nada. Esto nos dice un agnóstico que busca a Cristo.

El musical transfiere el sueño de la mujer de Pilato al propio Pilato, que se despierta sobresaltado de una terrible pesadilla en el que ve el juicio que se le avecina. En una visión profética dice:

Then I saw thousands of millions
Crying for this man.
And then I heard them mentioning my name,
And leaving me the blame.

El episodio de la expulsión de los mercaderes del Templo toma un ritmo frenético al presentarnos lo que Jesús ve cuando entra en él. Un mercado de todo tipo de depravaciones y bajezas exaltadas y puestas a subasta. Un poco como pasa hoy en día. “La envidia de la virtud hizo a Caín criminal. ¡Gloria a Caín, hoy el vicio es lo que se envidia más!” nos dice Antonio Machado. Entonces Jesús, en un arranque de cólera echa del Templo a toda esa depravación y bajeza.

Sin solución de continuidad, la escena cambia al valle de los leprosos, donde éstos rodean a Jesús pidiéndoles que les toque y le cure de sus enfermedades y miserias. Jesús les empieza a acariciar y besar con inmenso amor. Pero entonces se inicia un crescendo frenético en el que poco a poco, empiezan a abalanzarse una muchedumbre de seres dolientes sobre Jesús. Cristo se va viendo superado por la muchedumbre, aplastado, casi sepultado por ella. En este pasaje el agnosticismo no puede ver a Jesús como Dios y acaba de forma terrible, con un:

There's too many of you...Don't push me.
There's too little of me...Don't crowd me.
Heal yourselves!

Para los que tenemos fe, este “sanaos vosotros mismos”, no nos habla ni del abandono ni de la impotencia de Dios. Nos habla de que nos ha constituido en sus causas segundas para que, haciendo el bien y usando los talentos que nos ha dado, hagamos el mundo cada vez mejor, con su ayuda. Pero el grito del agnóstico es perfectamente comprensible. Todos hemos sentido alguna vez de forma angustiosa nuestra impotencia para aliviar el angustioso sufrimiento de tanta gente.

Jesús, agotado, angustiado se retira a un lugar solitario y se queda dormido. Sólo María Magdalena vela su sueño mientras canta una canción introspectiva, llena de dulzura y de ternura, en la que se pegunta por su amor por Jesús. “No sé cómo amarle” se dice a sí misma confundida, contándonos emotivamente su profunda conversión por el amor.

I don't know how to love him.
What to do, how to move him.
I've been changed, yes really changed.
In these past few days, when I've seen myself,
I seem like someone else.

Al final de esta canción queda patente la pureza del amor de María Magdalena por Jesús.

Yet, if he said he loved me,
I'd be lost. I'd be frightened.
I couldn't cope, just couldn't cope.
I'd turn my head. I'd back away.
I wouldn't want to know.
He scares me so.
I want him so.
I love him so.

No sé si esto está demasiado traído por los pelos, pero este final me recuerda a la triple pregunta de Jesús a Pedro tras la segunda pesca milagrosa, después de la resurrección y, por tanto de la triple negación de éste. Jesús va bajando el nivel de la pregunta. En griego, idioma en el que están los evangelios, hay tres verbos para hablar del amor. Erós, que denota el amor que busca la posesión, philós que es el afecto de amistad y agapós que es el amor de entrega total, incondicional y desinteresada. En la primera pregunta que le hace Cristo a Pedro, utiliza el agapós y le pregunta si le ama más que los otros. Pedro no contesta que le ama con el verbo agapós, sino que le tiene afecto, con philós y, desde luego, no se atreve a decir que más que los otros. Jesús le pregunta por segunda vez si le ama, otra vez con el verbo agapós, omitiendo la comparación con los demás, a lo que Pedro vuelve a contestar que le tiene afecto, con philós. En su tercera pregunta Cristo rebaja la pregunta y le pregunta usando el verbo philós, si le tiene afecto. Es entonces cuando Pedro se entristece y le dice, usando el philós: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te tengo afecto” y, aún así, con dudas. Evidentemente, todo lo que pueda decir sobre este juego de verbos en el texto inglés de la canción de María, es pura elucubración. No creo siquiera que el libretista fuese consciente de este juego de verbos griego. Pero quiero pensar que cuando María dice que no sabe cómo amarle se está refiriendo al agapós, ya que es una persona nueva y distinta de la que era cuando tenía siete demonios. En cambio, cuando se pregunta qué pasaría si Jesús le dijese que la quería, se está refiriendo, creo, al verbo erós. Y esto le causaría pavor. Ya no es la que era, acostumbrada a tratar a los hombres que la amaban con erós, como explica en la canción. Por último en el escalado final, “I want him so. I love him so” apostaría a que se refiere a philós en primer lugar y que se atreve a escalarlo, como no se atreverá Pedro tras la resurrección, al agapós. Sea así o no, el pensarlo me produjo una profunda emoción.

La música que acompaña el pacto de Judas con Anás y Caifás para la entrega de Jesús es terrible y escalofriante. El dúo de estos dos personajes, Anás con una voz chillona, desagradable, hiperaguda y Caifás con una de bajo profundo es espectacular. Judas escucha lo que le piden y ofrecen los Sumos Sacerdotes:

ANNAS
Cut the protesting, forget the excuses.
We want information. Get up of the floor.
CAIAPHAS
We have the papers we need to arrest him.
You know his movements. We know the law.
ANNAS
Your help in this matter won't go unrewarded.
CAIAPHAS
We'll pay you in silver, cash on the nail.
We just need to know where the soldiers can find him
ANNAS
With no crowd around him.
CAIAPHAS
Then we can't fail.

Tras intentar justificarse por lo que va a hacer y expresar sus escrúpulos para coger el dinero, escrúpulos calmados hipócritamente por los Sacerdotes, Judas cede y, en un hilo de voz ronca les dice:

On Thursday night you'll find him where you want him.
Far from the crowds, in the Garden of Gethsemane.

La última cena empieza plácidamente. Los doce se las prometen muy felices, pintándose un futuro de vino y rosas, viéndose ya viejos y retirados, contándoles a sus nietos lo maravillosos que ha sido ser un apóstol, escribiendo los evangelios y viendo sus nombres pasar a la posteridad:

Always hoped that I'd be an apostle.
Knew that I would make it if I tried.
Then when we retire, we can write the Gospels,
So they'll still talk about us when we've died.

¡Qué lejos estaban, que lejos estamos nosotros, los cristianos, de darnos cuenta lo que es tomar la cruz como apóstoles! Y un agnóstico nos lo recuerda. Enseguida Jesús les desengaña de esa visión edulcorada. Pero inmediatamente instituye la Eucaristía. Creo que este momento merece un pensamiento.

The end...is just a little harder, when brought about by friends.

Y tomando el cáliz y el pan en sus manos dice:

For all you care, this wine could be my blood.
For all you care, this bread could be my body.
This is my blood you drink.
This is my body you eat.
If you would remember me when you eat and drink.

Si en los primeros dos versos habla en condicional: “Si así lo queréis, este vino podría ser mi sangre, este pan podría ser mi carne”, muy en el estilo protestante, en los dos siguientes es categórico, recordando al discurso eucarístico en Cafarnaúm que nos narra san Juan tras la multiplicación de los panes y los peces. “Esto que bebéis es mi sangre, esto que coméis es mi carne”. Son palabras asombradas de un agnóstico en búsqueda. ¿Nos causa a nosotros, católicos, ese asombro la Eucaristía? ¡Debería!

Pero en seguida las cosas se complican con el anuncio de la negación de Pedro y de la traición de Judas. Judas se autodelata y mantiene una durísima discusión con Jesús en la que dice algo que resume el misterio al que aludí antes:

You want me to do it!
What if I just stayed here
And ruined your ambition.
Christ you deserve it.

Esta afirmación aparecerá más veces y en formas más duras. Hay, sin embargo, un momento de ternura en el que Jesús abraza a Judas y le acaricia la cabeza con ternura. Judas parece que puede ablandarse y se lamenta amargamente:

Every time I look at you I don't understand
Why you let the things you did get so out of hand.
You'd have managed better if you had it planned...
Oh...

¡Ay! Si hubieses sido más astuto, si lo hubieses planeado mejor, las cosas no se te hubiesen ido de las manos como ha ocurrido. Y tras esto, se va. Era de noche, nos dice el Evangelio.

Sin solución de continuidad somos transportados a Getsemaní.

Will no one stay awake with me?
Peter, John, James?
Will none of you wait with me?
Peter, John, James?

Y la oración de Jesús no puede ser más terrible y realista. Fases de pavor se intercalan con fases de añoranza de momentos en que veía clara su misión, que ahora se le presenta borrosa. Preguntas sobre si su sacrificio servirá de algo o será inútil. En una palabra, el demonio tentando al hombre dejado sólo, momentáneamente privado de la conciencia de ser Dios. Esta escena me recuerda al Getsemaní de la película de “La Pasión” de Mel Gibson. Aquí, en la oración le llama Dios y Señor, pero nunca Padre. El final es también la aceptación de la voluntad de Dios, pero menos pacífica, más rebelde. Se parece más a la rebeldía de Job que al sencillo “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” Acaba:

God, thy will is hard,
But you hold every card.
I will drink your cup of poison.
Nail me to your cross and break me,
Bleed me, beat me,
Kill me.
Take me, now!
Before I change my mind.

Sin embargo, muchos cristianos deberíamos vivir con esa intensidad lo que debió ser Getsemaní para Cristo.

El prendimiento empieza con el beso de Judas y una pregunta de Jesús llena de tristeza.

Judas, must you betray me with a kiss?

¡Un beso, un signo de amistad y amor usado por un amigo para la traición! ¡Qué dolor!

El camino de Getsemaní a casa de Caifás se representa como si una jauría de periodistas siguiesen los pasos de Jesús acosándole con preguntas sobre lo que había hecho mal, los fallos que había tenido, que pensaba ahora que todo se había derrumbado, etc. Y, en seguida, el juicio de los Caifás con la pregunta:

Jesus, you must realize the serious charges facing you.
You say you're the Son of God in all your handouts,
Well, is it true?

Y la respuesta de Jesús, reconociéndose como tal:

That's what you say, you say that I am.

Empieza entonces la procesión de juicios: Pilato, Herodes y otra vez Pilato. Contrastan los interrogatorios de uno y otro. los de Pilato, angustiados, buscando resquicios para poder absolver a Jesús, en momentos, suplicante. El de Herodes es un alarde de escenificación del cinismo y la degeneración más absolutos, con una música espectacular, expresando magníficamente la situación. El segundo de Pilato presenta a la chusma pidiendo brutalmente, como una jauría, la crucifixión mientras el Procurador casi suplica a Jesús que le brinde alguna posibilidad de salvarle.

PILATE (En tono de súplica, buscando salidas)
Talk to me Jesus Christ.
You have been brought here
Manacled, beaten by your own people.
Do you have the first idea why you deserve it?
Listen King of the Jews,
Where is your kingdom?
Look at me. Am I a Jew?
JESUS 
I have no kingdom in this world.
I'm through.
There may be a kingdom for me somewhere.
If you only knew.
PILATE 
Then you are a king?
JESUS 
It's you that say I am.
I look for truth and find that I get damned.
PILATE 
But what is truth?
Is truth a changing law?
We both have truths.
Are mine the same as yours?

La gran cuestión de la modernidad. Otra vez cito a Antonio Machado:

¿Tu verdad? No, la verdad;
y ven conmigo a buscarla.
La tuya guárdatela.

¡Ay, si fuésemos a buscar la verdad con Cristo!

En mitad de este interrogatorio tiene lugar la espantosa flagelación. No hace falta una gota de sangre. La inexorable voz de Pilato, ordenando cada latigazo por su número con voz terrible que se va quebrando a medida que avanza la cuenta, hasta llegar al grito desgarrador del latigazo 39, el restallar del látigo en cada uno, el dolor de Jesús retorciéndose en cada uno de ellos. Cada latigazo acompañado de la proyección en flash de una imagen de sufrimiento, guerra, dolor, de la pobre humanidad, como si ese sufrimiento se estuviese clavando en la carne de Jesús. Puedo asegurar que en cada latigazo me dolía el corazón. Espeluznante. La flagelación de la película de “La Pasión” es enormemente más cruenta. Pero en mi recuerdo, ésta quedará grabada con mucha mayor sensación de la atrocidad de ese bárbaro castigo. Y, luego, con Jesús en el suelo, otra vez es Pilato el que casi implora a Jesús que le ayude a salvarle:

PILATE 
Where are you from Jesus?
What do you want Jesus?
Tell me.
You've got to be careful.
You could be dead soon,
Could well be.
Why do you not speak when
I hold your life in my hands?
How can you stay quiet?
I don't believe you understand.
JESUS 
You have nothing in your hands.
Any power you have, comes to you from far beyond.
Everything is fixed, and you can't change it.
PILATE 
You're a fool Jesus Christ.
How can I help you?

Mientras, por encima de esta súplica del juez al reo, los ladridos de la jauría pidiendo la crucifixión con atrevidas amenazas a Pilato:

You have a duty
To keep the peace, so crucify him!
Remember Caesar.
You'll be demoted. 
You'll be deported. Crucify him!

Hasta que el Procurador pierde la paciencia y con voz aguda, un poco histérica, indignada por la impotencia grita:

Don't let me stop your great self-destruction.
Die if you want to, you misguided martyr.
I wash my hands of your demolition.
Die if you want to you innocent puppet!

Entre el interrogatorio de Herodes y el segundo de Pilato tienen lugar dos episodios importantes. En una, los discípulos, desconcertados y tristes, un poco al estilo de como lo estaban los de Emaús, se preguntan qué ha pasado y si todo ha acabado o podrá haber un nuevo comienzo. Un par de párrafos de sus preguntas:

I've been hopeful so far
Now for the first time I think we're going wrong
Hurry up and tell me, this is all a dream
Or could we start again please?
Could we start again please?
I think you've made your point now
You've even gone a bit too far to get your message home
Before it gets too frightening, we ought to call a halt
So could we start again please?

¿Podemos volver a empezar, por favor? Entre los que se hacen esta pregunta está Pedro, arrepentido de su negación, de la que no he hablado, pero de la que hay una magnífica escenificación y música. La respuesta a esto será la resurrección. Pero para un agnóstico en búsqueda, tal vez esa respuesta sea un poco prematura. Me atrevo a preguntar. ¿La creemos realmente muchos cristianos?

El segundo episodio es el terrorífico suicidio de Judas. Lleno de remordimientos se dice que lo hizo por el bien de todos los discípulos, aunque no crea que él lo sepa, que si pudiera le salvaría:

I don't believe he knows I acted for our good
I'd save him all this suffering if I could!
Don't believe ... our good ... save him ... if I could

Luego afirma que sólo ha hecho lo que Jesús quería que hiciera:

Christ! I know you can't hear me
But I only did what you wanted me to

Continua con inmensos remordimientos de conciencia y miedo a la condenación. Pero en un momento dado, se acuerda de su amor hacia Jesús y del de Jesús hacia él. Parece como si le fuera a llegar el arrepentimiento, como a Pedro. Recuerda la canción de María mientras Cristo dormía:

I don't know how to love him
I don't know why he moves me
He's a man - he's just a man
He's not a king - he's just the same
As anyone I know
He scares me so
When he's cold and dead, will he let me be?
Does he love me too? Does he care for me?

Pero en el filo de ese momento, en el que el arrepentimiento le hubiese salvado, todo su ser se rebela contra Jesús con acusaciones terribles:

My mind is in darkness now - my God, I am sick! I've been used!
And you knew all the time!
God! I'll never ever know why you chose me for your crime
Your foul, bloody crime!
You have murdered me! You have murdered me!

Y se cuelga con una cuerda que pacientemente le iban preparando Anás y Caifás a lo largo de la escena, mientras le cerraban el paso al arrepentimiento con su cínico discurso. ¿Se arrepintió Judas entre el momento en que se colgó y el que murió? Deseo con toda mi alma que sea así. Ayudaría a entender el misterio.

Ya cerca del final de la obra hay como un salto a nuestros días y el espíritu de Judas le sigue haciendo a Jesucristo las mismas preguntas sobre su identidad, mientras el coro pregunta quién es y por qué se ha sacrificado.

Jesus Christ, Jesus Christ,
Who are you? Why have you sacrificed?

Preguntas que quedan en el aire, sin respuesta.

Pero la obra termina con las siete palabras pronunciadas en la agonía y con el grito espeluznante de Cristo justo antes de expirar.

No hay resurrección. Sería mucho pedir a un agnóstico en búsqueda. Pero a mí me resuenan las palabras de Cristo. Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá, buscad y encontraréis. Y también se me vienen a la cabeza las palabras de una oración de san Anselmo:

Te buscaré deseándote,
te desearé buscándote.
Amándote te encontraré,
encontrándote te amaré,

¿Le buscamos lo suficiente los cristianos? ¿Le amamos lo suficiente? ¿Creemos de verdad en la resurrección, en que Cristo vive? No lo sé.

Para mí estar en el patio de butacas de ese espectáculo fue un pequeño gran paso de conversión, de acercamiento a Cristo. Y se lo agradezco infinitamente al agnóstico buscador que escribió el libreto de esta obra, y al músico que compuso tan poderosa y evocadora música, y al coreógrafo que diseño esas danzas y esa escenografía. Y rezo por todos ellos.

¡Amén!


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