Hoy no puedo por
menos que hacer un post con mis impresiones sobre la sentencia del Proceso del 1-O. Como
ya han corrido ríos de tinta al respecto, me temo que no voy a decir nada nuevo
pero, aún así me atrevo a hacer mis comentarios.
En primer lugar, me parecería una osadía inadmisible por mi
parte pretender emitir un juicio sobre la bondad de esa sentencia. Son muchas
horas de declaraciones de las que yo sólo he oído unos pocos minutos en la
televisión mientras hablaba de otra cosa con mi familia, miles de páginas del
sumario y de la vista de las que no he leído ni una. La sentencia ha sido
emitida por siete jueces con una experiencia enorme que sí lo han oído
analizado todo, de los que su presidente, el juez Marchena, me ha asombrado
durante el juicio por su firmeza y templanza, en directo ante el mundo entero,
sorteando todo tipo de trampas y añagazas torticeras. Han deliberado sobre ella
durante meses desde que la vista quedó lista para sentencia. ¿Qué puedo decir
yo al respecto? No tengo la mínima formación jurídica y no le habré
dedicado, poniendo todo el tiempo junto, ni una hora a pensar sobre ello. Lo
único que puedo hacer es sentirme orgulloso de un sistema judicial de cuya
independencia no puedo dudar, honesto y capaz. He oído a quien dice que le
parece sospechoso que el fallo haya sido por unanimidad, que si la sentencia ha
supuesto un pasteleo entre los jueces para llegar a un consenso, que el mero
hecho de que haya habido un tira y afloja en el que algún juez haya podido
cambiar su postura para llegar a ese consenso supone prevaricación, ya que si
ha cambiado de parecer por llegar a un acuerdo ha dictado a sabiendas una
sentencia que él considera injusta. Podría, tal vez, estar de acuerdo con esto
si hubiese habido algún juez, que tuviese meridianamente claro que el delito
era de rebelión y que por lograr el consenso, hubiese cambiado su punto de
vista de rebelión a sedición en vez de emitir un voto particular con su visión
del delito de rebelión. Pero en un terreno tan sutil como la separación entre
rebelión y sedición, hay zonas grises y no tengo ningún motivo para pensar que
un juez haya cambiado de negro a blanco por el consenso. Tal vez –o casi
seguro– haya habido alguno que haya accedido a pasar de un gris tirando a
oscuro al blanco. De ser así, ¿qué? Esa aceptación de matices no es
prevaricación y, en cambio, da a la sentencia una fuerza y una solidez
extraordinaria tanto ante el independentismo como ante las instancias jurídicas
internacionales. Por todo ello, mi más caluroso aplauso a la sentencia.
Me preocupa, y mucho, que la sentencia se haya filtrado y
que el viernes ya estuviese en la prensa. Estoy convencido de que las
filtraciones no vienen de los jueces. Seguro que hay unas cuantas personas,
aunque tampoco muchas, que lo sabían el viernes. Si no estoy equivocado, estas
filtraciones son en sí mismas un delito. Debería, por tanto, investigarse la
procedencia de las filtraciones y castigarse. Seguro que no es tan difícil.
¿Por qué pasa una y otra vez, siempre, y nadie hace nada?
También he oído protestas porque la fiscalía pedía al
tribunal que se explicitase en la sentencia que no se pudieran dar el tercer
grado penitenciario hasta cumplida la mitad de la misma. El Supremo no ha
concedido esto porque el proceso del tercer grado, aunque en primera instancia
pueda ser concedido por órganos penitenciarios dependientes del gobierno
autonómico de Cataluña, esta decisión puede ser recurrida por la fiscalía y, en
última instancia, tendría que ser el Supremo el que decidiese. Y, en todo este
proceso, el tercer grado concedido por la administración penitenciaria,
quedaría en suspenso (Sólo en el caso de que el recurso lo hiciese la acusación
particular, y no la fiscalía, el recurso no interrumpiría la concesión del
tercer grado penitenciario). Es decir, hay medidas judiciales, que pasan por el
Supremo, para evitar ese tercer grado. No me parece, por tanto, razonable
que se diga en la sentencia algo que no se sabe si se va a dar pero que,
si se da, la fiscalía que lo pide y el mismo tribunal pueden paralizar. Me
parece muy razonable, en cambio, el proceder de la sentencia.
Por supuesto, el Gobierno tiene la potestad de conceder el
indulto, sin que el Tribunal Supremo pueda hacer nada. No me fio ni un pelo del
un posible gobierno de Sánchez según lo que salga de las elecciones, pero lo
que sí creo es que el gobierno que diese un indulto a estos delitos, habría
cavado su propia tumba. Y, aunque sea por esa razón, no por rectitud, creo que,
aún si ganase las elecciones, Sánchez no lo haría. No obstante, me quedaría
mucho más tranquilo si, como piden PP y C’s, se hiciese una ley que impidiese
el indulto a este tipo de delitos y, de paso, a otros.
Lo que me parece lamentable son las declaraciones de
Santiago Abascal de que va a recurrir la sentencia. Y esto lo ha dicho con la
sentencia recién dictada, sin haber tenido oportunidad de leer una sola línea
de la misma. Pero, la pregunta es: ¿Ante qué instancia va a recurrir la
sentencia? Incluso alguien sin formación jurídica como yo puede pensar que sólo
le quedan dos instancias: a) El Tribunal Constitucional y b) El Tribunal de
Justicia de la Unión Europea. ¿De verdad que se plantea recurrir la sentencia
ante alguna de estas dos instancias? No creo que sea necesario argumentar el
por qué de ambas posibilidades sería una irresponsabilidad mayúscula. Más bien
lo hace para enardecer a una parte de sus votantes que tanto más le aplauden
cuanto más barbaridades dicen. Ese es un camino que no lleva a ningún sitio al
que merezca la pena ir. Es este tipo de actitudes las que me hacen imposible
votar a VOX, con cuyo ideario, en líneas generales, coincido. Pero no veo en
esa formación una reflexión suficiente sobre cuestiones candentes. Veo un
partido que primero habla, luego piensa y, entre medias, insulta. Y eso no me
genera la más mínima confianza.
Adjunto un link a un artículo que creo que es muy bueno, escrito por alguien
que parece que sí se ha leído a fondo la sentencia.
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