22 de diciembre de 2019

Sobre la noticia de hoy acerca de la Legión de Cristo: Imposible callar


Hoy, en el diario “El Mundo”, que es el que leo cada mañana, pero no me cabe duda de que en toda la prensa, veo una noticia sobre una investigación interna llevada a cabo por la Legión de Cristo en la que se dan datos escalofriantes de los abusos sexuales perpetrados dentro de la Congregación durante décadas. Dado que me caracterizo por comentar todo lo humano y lo divino que acontece en el mundo, aunque no tenga nada que ver conmigo, creo que sería un silencio clamoroso que no hablase de esto, de lo que he tenido una experiencia directa. No de los abusos, sino del proceso que ha llevado a esta investigación hecha por la propia Congregación de la Legión de Cristo.

Empiezo diciendo que me parece bien que, por fin se haya hecho y se le haya dado a luz por la propia Congregación, pero inmediatamente después debo añadir que ese mérito queda casi absolutamente anulado por llegar con trece años de retraso.

Paso a contar cómo he vivido yo ese proceso. En 2006 yo era miembro del movimiento apostólico Regnum Christi, la rama seglar de la Congregación de los Legionarios. Cuando en ese año, con una prudencia y delicadeza equiparables a su firmeza, el Papa Benedicto XVI exigió a Marcial Maciel que se retirase a una vida de penitencia y oración, recibí esta noticia con profunda consternación. Pero en la tarde del mismísimo día en que Benedicto XVI hizo esa declaración, la Legión de Cristo publicó un comunicado en el que literalmente se comparaba a Marcial Maciel con Jesucristo, que sufrió con paciencia la calumnia y la difamación. La reacción de la Legión de Cristo fue negar todo. Y no me cabe duda –así me lo han dicho ex legionarios que lo saben de forma directa– de que antes de hacer público ese comunicado, el Papa había hablado con la dirección de la Legión en ese momento. Pero por aquel entonces, tras la dimisión unos años antes del propio Maciel de la dirección de la Congregación, sabiendo lo que se venía encima y con toda su influencia, fue elegido un nuevo Director General que era un hombre débil, y como Vicario General al que lo había sido durante muchos años bajo Maciel, que era un hombre astuto. Me caben pocas dudas que fueron elegidos por Maciel, todavía considerado un santo, precisamente por esas características.

Las versiones que se iban dando de los hechos, a medida que se iban haciendo públicos, eran siempre negacionistas o, todo lo más, daban pasos de admisión muy pequeños y llenos de medias verdades. Yo, es imposible que lo niegue, estuve completamente ciego y acepté durante casi tres años las versiones edulcoradas, aunque cada vez más duras, de la realidad de quién era Marcial Maciel. Pero cada vez había más Legionarios dentro de la Congregación que se iban dando cuenta de la realidad, a pesar de la férrea censura que rodeaba el tema dentro de la misma, y pedían cada vez de forma más clamorosa que se hiciese lo que ahora se ha hecho. No fue hasta el verano de 2009 cuando me di cuenta totalmente cabal de la realidad, sin paliativos. A pesar del duro golpe que supuso, pude comprobar lo acertado del pasaje del Evangelio que dice que “la verdad os hará libres”. A partir de ese momento, use mi pequeña influencia para intentar que se llevase a cabo un esclarecimiento total de los hechos con absoluta transparencia. A lo largo de los siguientes años hablé personalmente con los Legionarios próximos a mí, con el que entonces era Director Territorial en España, con el Director Territorial de Francia y escribí una carta al Director General. Incluso, cuando hace siete años se convocó el Capítulo General extraordinario de la Congregación, escribí un mail a todos y cada uno de los padres capitulares. En todas estas conversaciones exponía lo mismo: la absoluta y perentoria necesidad de llevar a cabo una profunda investigación y de revelar toda la verdad, sin paliativos. Debo decir que siempre fui escuchado, que jamás sufrí ningún tipo de represalia ni nada remotamente parecido por mis comentarios, a pesar de trabajar en la Universidad Francisco de Vitoria, pero que todos mis comentarios fueron total y educadamente ignorados.

Unos meses más tarde de la caída de mi venda, en 2010, el comunicado de la Santa Sede que siguió a la visita apostólica fue, dentro del lenguaje vaticano, durísimo. Tan duro como claro. En él se establecía, entre otras cosas que se nombraría un Delegado Apostólico para dirigir la Legión de Cristo durante un periodo indefinido. Se alababa sin reservas a la mayoría de los legionarios que, sin saber lo que pasaba durante todos esos años, se habían mantenido fieles a su vocación. Se hablaba del sistema de censura dictatorial que había conseguido mantener esto en secreto. Este comunicado fue para mí, que entonces estaba en mitad de mi “cruzada”, y para muchos legionarios que pedían transparencia, una fuente de esperanza. Esperanza que se vio frustrada. Mediante intrigas de un entonces todavía todopoderoso Cardenal, amigo personal de Maciel, que fue Secretario de Estado de Juan Pablo II, al que mantuvo en la ignorancia de cuanto estaba pasando, el elegido para ser el Delegado Apostólico para la Legión, fue un total continuista que marginó a los legionarios que abogaban por la transparencia. También escribí al Delegado Apostólico, sin respuesta. Así tuvo lugar un Capítulo General que, a mi modo de ver, se cerró en falso. El Papa Benedicto XVI se reservó el nombramiento de dos de los cinco miembros del Consejo. Por supuesto, eligió a dos de los que más se podían identificar con los que exigían transparencia. Pero, posteriormente, nombró a un sacerdote jesuita para que fuese miembro de ese Consejo, aunque sin voto.

En un momento dado, cansado de ser la voz que clama en el desierto, de una forma discreta, sin dar tres cuartos al pregonero, dejé de pertenecer al Movimiento Apostólico Regnum Christi.

Si es notorio que entre los años 2006 y 2009 yo estuve engañado, no lo es menos que a partir de ese momento luché con todo lo que estaba en mi mano para que, sin herir sentimientos de nadie, pero con claridad y contundencia, se llevase a cabo lo que hoy, por fin, se ha hecho. Es cierto que más vale tarde que nunca, pero el hecho de que haya sido tan tarde hace que valga muy poco. Y aún queda pendiente pedir perdón a tantos sacerdotes exlegionarios que lucharon por la transparencia y, cansados de lo infructuoso de su lucha abandonaron la Legión. O a los que en el proceso perdieron su vocación de sacerdotes. Aunque sea tarde, éste debería ser el siguiente paso.

Por último, debo decir que, los muchos legionarios que conozco han sido para mí, con las debilidades de algunos, un foco de irradiación y de luz, y que la Legión de Cristo me ha hecho mucho más bien que mal. También debo decir que, junto a esta terrible lacra, la Legión de Cristo ha hecho un inmenso bien a muchísimas personas además de a mí. Que ese bien sea superior al terrible mal que también han hecho, es algo que sólo Dios puede juzgar. Desde 1998 trabajo en la Universidad Francisco de Vitoria, que es de los Legionarios de Cristo. Hoy día, con 68 años, pudiendo jubilarme, sigo trabajando allí.  Debo decir que me siento orgulloso de ello. Que no se ha producido en la UFV ni un solo caso de abuso, como no se ha producido en los colegios de la Legión a los que han ido mis hijos y creo que en ningún otro de España. Que en estos veintiún años he podido ver y experimentar el enorme bien que esta Universidad, además de la excelente formación que imparte, ha hecho a los miles de estudiantes que han pasado por ella. El peso relativo del trigo y la cizaña se lo dejo a Dios para su juicio. Yo no soy quién para separarlo.

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