4 de marzo de 2012

El 19 de febrero publiqué en mi blog, con gran dolor, una respuesta a Juan Manuel de Prada acerca de un artículo suyo en el que arremetía, a mi modo de ver sin la más mínima seriedad intelectual, contra el capitalismo y la economía de mercado. El dolor provenía de la admiración que tengo por Juan Manuel de Prada como penador agudo. Pues bien, me temo que de Prada se ha embarcado en una cruzada sin causa y errónea contra estas dos, para él, bestias negras. Y no puedo resistirme a contestarle otra vez. Esta vez no publicaré sus artículos, en el ABC y en Alfa y Omega, con sus peregrinas ideas. Seguro que quien esté interesado puede encontrar ambos artículos. Me limito a contestarle intentando ser lo menos agresivo posible en mi respuesta a la que prefiero dar un tono jocoso.


No soy filósofo. Soy una persona sencilla que se hace preguntas sencillas. Por eso, mis razonamientos serán pedestres. No me elevaré a los universales, sino que hablaré de la prosaica vida cotidiana.


Hoy, a las 8,30h, ha sonado el despertador. Bueno, no era exactamente el despertador. Era la BlackBerry que la Universidad en la que trabajo ha puesto a mi disposición para hacerme más cómodo mi trabajo. Me ha parecido bueno y le he dado gracias a Dios de que muchas personas hayan colaborado para que yo pueda tener ese chisme. Pero me ha costado bastante levantarme de la cama. Se estaba tan bien en un colchón blandito y duro a la vez, tapado con unas mantas calentitas y unas sábanas suaves. Todo me ha parecido bueno y otra vez le he dado gracias a Dios de que muchas personas hayan colaborado para que yo duerma cómodo y calentito. Me he arrastrado como he podido hacia el cuarto de baño y con un sencillo giro de muñeca he conseguido el milagro de que salga agua y, por si fuera poco, caliente. Me ha parecido buena y le he dado gracias a Dios. ¡Cuántas personas han tenido que colaborar para que yo pueda darme una ducha caliente! He ido al armario y he elegido un traje, una camisa, una corbata. El traje era muy poco original, gris. Pero la camisa era de rayas azules y rosas sobre fondo blanco. Cuando me la compré, la elegí entre decenas de diseños. ¿Y la corbata? Preciosa. Azul con unas especies de diminutos lazos de pajarita también rosa. Me encantan. Y le he dado, una vez más, gracias Dios de que tanta gente haya podido colaborar para que yo vaya vestido a mi gusto, que es distinto del de quien lea estas líneas, al que mi traje, mi camisa y mi corbata le pueden parecer horribles, pero que, por suerte para él, no tiene por qué comprarse unos iguales. He bajado a desayunar... pero ¡ah! perdón, se me ha olvidado decir que vivo en una casa y que me la he podido comprar porque un banco me ha dado un préstamo para que la pague en los próximos veinticinco años... Hecho este inciso, continúo: el desayuno. Tostaditas recién hechas en una tostadora eléctrica. Porque hasta mi casa, desde Dios sabe dónde, llegan unos cablecitos con electricidad. Y por toda la gente que ha colaborado para que yo pueda tener eso, le he dado, por enésima vez, gracias a Dios. Ni que decir tiene que podría seguir con este rollo durante páginas y páginas. Pero por auténtica misericordia hacia quien pueda leer estas líneas, no lo haré. Que sea él quien haga un pequeño esfuerzo para imaginarse la cantidad de gente que ha colaborado para su bienestar. Y, si quiere, que le de gracias a Dios por ello.


En mi coche, un sencillo pero buen Hyundai, he ido a mi trabajo en la Universidad. Me gusta mi trabajo. Hombre, me gustaría que me pagasen más, pero... no está mal. Y, además, mi trabajo, con sus marrones de turno y todo, me enriquece como persona. Y también por esto le he dado gracias a Dios. Mi memoria se ha remontado a los varios trabajos que he tenido. Y en todos, con sus más y sus menos, he crecido profesionalmente y, trabajando en ellos, he mantenido a mi familia desde hace 39 años que me casé. Y también le he dado gracias a Dios. Me he acordado de mi amigo Luis. Tras 20 años de trabajar en una empresa, ésta ha empezado a ir mal y le han tenido que despedir. Lo está pasando mal, pero como el país funciona (evidentemente, no me refiero a España, pero con la reforma laboral y el ahorro del déficit, tal vez un día funcione) sabe que no tarará en encontrar trabajo, porque surgirán otras empresas. Guarda buen recuerdo de esos veinte años. Con sus marrones, claro, y algún que otro jefe capullo. Le da gracias a Dios por esos veinte años y le pide que encuentre trabajo pronto.


Tampoco me alargaré en esto, pero esta es la experiencia de la mayoría de la gente. Lo sé, no soy idiota, no todo es así. Pero podría serlo. Si los jefes no fuesen capullos y los dirigentes del país fuesen competentes e hiciesen lo que hay que hacer en vez de pensar sólo en ganar las elecciones con medidas populistas, podría muy bien ser así. El sistema que permite que tanta gente trabaje para mí, en general, incluso teniendo en cuenta las crisis, funciona y se llama capitalismo. Sí, ya sé, hay empresarios demasiado avariciosos que son como arena en un mecanismo y que, junto con los políticos más populistas que competentes, hacen que, periódicamente haya crisis y que a mi amigo Luis le cueste encontrar trabajo. Hay más jefes capullos de los que debiera. Pero, a pesar de todo, funciona. Con lo poco que sé de historia, miro hacia atrás, cincuenta, cien, doscientos años y, no me cambiaría de época. Y quien diga que sí, debería quitarse las gafas de la utopía y pensarlo con objetividad. Tal vez si se diese un paseíto por esas épocas y viese a la mitad de sus hijos morir en la juventud o a su mujer morir de una infección en el parto de su tercer hijo, pidiese a gritos volver. Sí, ya sé que hay mucha gente que vive obsesionada por poseer más y más cada vez, insaciablemente. Pero la gente que veo a mi alrededor, es normal, como yo. Unos un poco más ambiciosos y otros algo menos, pero, en general, normales. Y la gente, cuando necesita un traje, se va a El Corte Inglés, loado sea Dios de que exista un sitio así, y como hay mucha gente que quiere comprarse un traje o un disco o un libro o una tele –y gracias a Dios pueden– y todos van allí, se producen aglomeraciones, sobre todo en rebajas. Y cuando llego a casa digo: “¡Qué barbaridad, vivimos en un mundo consumista, a nadie le importa más que consumir!” Pero luego lo pienso mejor y me digo: “Tomás, toda esa gente estaba allí igual que tú. Es, en general, tan consumista como tú. Unos más y otros menos, pero, en general, como tú”. A pesar de todo, lo sé, hay gente que no le basta con nada, que siempre quiere más. Pobrecitos. También hay gente que come compulsivamente y no se me ocurriría pensar que la comida es mala. Desde luego, si no hubiese comida, mi amigo Juan, que está como un turullo, estaría más delgado. Podemos echar la culpa a la comida, pero me parece que es más bien suya.


Y entonces me pregunto cómo tanta gente se pone de acuerdo para hacer tantas cosas para mí. Y veo empresas. Sitios en los que un ser humano, para ganar dinero, naturalmente, en vez de ir a ver quién le quiere contratar, se da cuenta de que hay algo en el mundo que la gente quiere y que no lo hace nadie, coge todos sus ahorros, pide dinero a un banco y pone un negociete para el que contrata a su primo y a su cuñado. Se llama Steve o Bill o, si lo que tiene es una tienda de ultramarinos, Juan (a este le pongo el apellido: Roig. A los otros que se los ponga cada uno). Y como le va bien –si le va bien, si no palma todos sus ahorros y se queda endeudado con el banco– deja en el negocio parte de lo que gana, compra una máquina nueva o abre un local nuevo y contrata a dos personas más. Y luego a diez y, más tarde a cincuenta. Y veinte años más tarde es el que hace el ordenador desde el que estoy escribiendo estas líneas y da trabajo a un huevo de gente. ¿Es la avaricia lo que le mueve? No lo creo. Quiere ganar dinero haciendo algo que me resulta muy útil y hace que otros lo ganen trabajando para su empresa. Pero, ¿es eso avaricia? Creo que no. Tiene la manía de querer hacer los mejores ordenadores del mundo. Como es un buen jefe –duro, ¡eh!, y exigente, pero justo y recto–, la gente se pirra por trabajar con él. Y él, como tiene una vista de lince contrata a los mejores y hace unos ordenadores que te cagas. El de al lado también hace ordenadores, pero no tiene esa manía y hace ordenadores psssa. Y claro, nadie quiere sus ordenadores. Además, es un capullo y la gente que vale no quiere trabajar con él. Se va con el otro. Y a uno le va bien y al otro mal. Es claro que si el otro sigue haciendo ordenadores psssa, acabará por cerrar, pero, entonces, Steve, que hará más ordenadores, contratará a más gente. Se llama competencia. ¿Es fruto de la envidia? ¿Persigue el mal ajeno el que hace buenos ordenadores y el que contrata a los mejores empleados? No lo creo.


Claro está, cuando Steve puso su empresa, hizo una sociedad anónima. Toma, claro, quería poner un limite máximo a lo que podía perder. Y si lo perdía, pues a buscar trabajo, como casi todo el mundo. Pero si no hubiese podido limitar sus pérdidas a lo que le parecía sensato, no ponía el negocio y santas pascuas, porque sería un insensato si lo pusiese. Cuando su empresa se hizo más grande, necesitó grandes cantidades de dinero –vendía ordenadores por todo el mundo y tenía decenas de miles de empleados– y decidió salir a bolsa. Resulta que había por todo el mundo gran cantidad de dentistas que tenían todos los ahorros de su vida en un calcetín. Y la empresa de Steve les parecía que les ofrecía la posibilidad de sacar a esos ahorros una rentabilidad. Al fin y al cabo, hoy día se vive mucho, con las medicinas que hay y los scaners, que a veces previenen las enfermedades antes de que aparezcan –los tiempos adelantan que es una barbaridad, ¿por qué será?–, cuantos más ahorros tengas el día en que, después de trabajar como una mula durante toda la vida, te jubilas, mejor podrás pasar los muchos –o los pocos– años que te queden de vida. Hay que ver que gente más avariciosa hay por el mundo. El buen dentista, que es francés, no como Steve, que es americano –porque la empresa de Steve es ya una multinacional ¿será por ello la hidra de las cien cabezas?–, por una elemental prudencia tiene su dinero repartido entre acciones de distintas empresas, más bonos y obligaciones, que tienen menos riesgo, aunque te den menos rentabilidad, y la mayor parte, en unos depósitos en la BNP, que le dan un 2% y va que chuta. Porque se acuerda de un colega suyo que, por querer sacar a sus ahorros un 20%, le pidió a un banco un préstamo, cinco veces sus ahorros, y, todo junto, lo metió todo en la empresa que creía que iba a ser más rentable. Y la avaricia rompió el saco, porque esa empresa quebró. A nuestro dentista esto no le va a pasar. Pero, claro, al dentista, que mete en acciones de la empresa de Steve 50.000 Francos, nadie le puede decir que si las cosas van mal, responde con todo su patrimonio. Lo máximo que puede perder es lo que ha metido. Estaría bueno, ¿no? Si alguien le dijese que podía perder todos sus ahorros, no pondría el dinero, Steve no podría hacer suficientes ordenadores y yo no podría tener el ordenador del bueno de Steve, que me hace buen apaño. Me tendría que contentar con el ordenados psssa del otro fabricante. ¿Haría esto el mundo mejor? No creo que penalizar al que hace las cosas bien a favor del que las hace mal sea hacer el mundo mejor.


Steve, por su parte, tiene la conciencia tranquila. Le va bien, gana bastante dinero, mucho dinero, muchísimo dinero, da trabajo a un montón de gente. Él, que es más bien Hare Khrishna, seguramente no ha leído la encíclica “Cuadragésimo anno” de Pío XI. Pero si la hubiese leído, esa parte en la que dice “... los ricos están obligados por el precepto gravísimo de practicar la limosna, la beneficencia y la liberalidad. Ahora bien [...] colegimos que el empleo de grades capitales para dar más amplias facilidades al trabajo asalariado, siempre que este trabajo se destine a la producción de bienes verdaderamente útiles, debe considerarse como la obra más digna de virtud de la liberalidad y sumamente apropiada a las necesidades de los tiempos”, seguro que hubiese estado de acuerdo. Además, paga una barbaridad de impuestos y es posible que también de limosna en el sentido estricto de la palabra. Pero eso forma parte de su conciencia y de su relación con el Dios en el que crea. Si hubiese leído esa encíclica, y conociendo las circunstancias sociales del año 1931, cuando se escribió, pensaría que si Pío XI levantase la cabeza y viese que en las empresas mejores, como la suya, se viven principios como el empowerment y se practican técnicas como los círculos de calidad para enriquecer el trabajo de todos, desde directivos hasta el último empleado, se quedaría muy gratamente impresionado, a pesar de las sombras aún existentes. Sin embargo, no se siente responsable –ni legalmente lo es– de ser la teta nutricia vitalicia, con todo su dinero, de toda la gente que trabaja para él. ¿Es egoísmo no sentir esa responsabilidad sobre su conciencia? ¿Debería sentirla? ¿Debería obligarle la ley? Creo que, moralmente, no. Pero si le llegase a obligar jurídicamente, ya hemos visto antes que nadie pondría una empresa y yo no podría darle gracias a Dios todos los días por tantas cosas. Steve, si puede, y hará todo lo posible para ello, seguirá haciendo crecer a su empresa a base de hacer las cosas bien, y seguirá creando puestos de trabajo. Lo hace para ganar dinero, claro, pero no sólo para ganar dinero. Como es listo, se pregunta si hay una sola persona en el mundo que haga las cosas con una intención 100% pura, suponiendo que pretender ganar dinero honestamente no lo sea, cosa que duda. Su primera responsabilidad, cree, es mantener la empresa en vida. Y, para eso, tiene que ser competitivo. No va a hacer con 1000 personas lo que pueda hacer con 800. Eso sería como pagar a esas 200 por hacer hoyos y taparlos. No es bueno para la empresa y, sospecha, que tampoco para la economía en general, porque mantener recursos en esas 200 personas improductivas es quitarlos de otro lugar en el que se podrían crear 400 puestos de trabajo productivos. ¿Contabilidad de vidas humanas? No lo creo. Yo lo llamaría justicia distributiva. Si todo el sistema funciona así, las 200 que le sobran, pronto encontrarán otro trabajo. De otra manera, habrá 400 condenadas al paro crónico para que las 200 mantuviesen su privilegio de intocabilidad. Sinceramente, a Steve eso no le parece justo. Por otro lado, Steve está convencido de que si un día, tras veinte años, las cosas van mal y tiene que cerrar la empresa, la manera justa de verlo por sus empleados no es: “Qué cabrón Steve que nos deja en la estacada”, sino más bien, “Qué maravilla haber podido trabajar durante veinte años. Gracias a eso he mejorado profesionalmente”.


La empresa de Steve se ha hecho la mejor del mundo en lo suyo. Cuando Steve se muera, será recordado como alguien que cambió el mundo a mejor. En algunas cosas era un poco cabroncete, seguro. Alguna putadita ha hecho en su vida. Pero ahí está su obra y, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Aunque en un sentido puramente material –bueno, no sólo puramente material– Steve piensa, sin creerse la mamá de Tarzán y sin mirar por encima del hombro a nadie, que un poquito de la parábola de los talentos, que conoce porque, aunque no es cristiano, se la sabe, le toca a él. Se siente razonablemente satisfecho de su vida. Y, si habiéndolo intentado, le hubiese salido mal, también estaría satisfecho.


Me cuesta mucho creer que detrás de esta historia, que es una historia real, aunque un poco simplificada por una mente sencilla que se hace preguntas sencillas, se encuentre Satanás o que sus móviles sean la envidia, la avaricia, el engaño y la mentira. Aunque, como las meigas, haberlas hailas.


Lo que me sorprende es que el marxismo, derrotado ampliamente en todos los terrenos, haya triunfado subrepticiamente en la mente de mucha gente inteligente que, por otro lado, conscientemente, lo abomina. Les ha hecho creer en la maldad intrínseca del capitalismo, convirtiendo su sola mención en una palabra tabú que concita de inmediato imágenes de explotadores y esclavistas, sinverguenzas y desaprensivos. Y, tal vez, donde más ha triunfado este engaño marxista es en las mentes de ciertos católicos, como Chesterton o Juan Manuel de Prada, a los que por otra parte admiro, pero que se han hecho más papistas que el Papa, condenando el capitalismo y hasta el dinero, cuando ni una sola línea de la Doctrina Social de la Iglesia condena intrínsecamente ni el capitalismo, ni el libre mercado, ni, por supuesto, el dinero, aunque sí los abusos que de esas cosas hace a menudo el corazón del hombre dañado por el pecado. Y muchos de estos católicos, contagiados de culpabilidad por el marxismo, buscan sistemas utópicos alternativos que, a pesar de ese corazón herido del hombre, hagan que el bien económico-social, libre de todo mal, salga por arte de biribirloque de esa utopía. A Juan Manuel de Prada parece gustarle especialmente una de ellas, el distributismo de Chesterton y Belloc, una especie de maravillosa utopía bucólica muy parecida al idílico mundo de los hobbits de Bilbo Bolsón, pero que sería incapaz de dar de comer a nadie. Y no me cabe duda de que, si esas utopías, distributismo incluido, se llevasen a la realidad, traerían hambre, miseria, violencia y muerte. Hace unos años, otros católicos de buena voluntad pero con poca visión, se aliaron directamente con la peor de las utopías, el marxismo, en un engendro llamado teología de la liberación. Tras ser condenada expresamente por más de un Papa, esta “teología” parece ya ajada. ¡Olé por la sensatez y el sentido común de los Papas y de la Doctrina Social de la Iglesia! Pero la máquina propagandística del marxismo, que no para, ha buscado una manera más sutil de reclutar a algunos católicos, pero no a éste que escribe. Así que yo doy gracias al Dios en el que creo –y en el que no creen los marxistas– porque haya dotado al hombre de la inteligencia para crear un sistema como el capitalismo y le pido que purifique nuestros corazones, los de los empresarios y los de los currantes, que también lo necesitamos, el mío el primero, para que saquemos de ese sistema mucha riqueza y bienestar limpios y justos.


Y pido disculpas a los doctos lectores de estas páginas por expresarme con una forma tan prosaica, sin tener en cuenta los universales. Pero por lo menos, si no buenas, si son breves. Y creo que llaman al pan, pan y al vino, vino.

11 comentarios:

  1. Interesantisima entrada, lo mismo que el resto de todo tu blog, que voy leyendo poco a poco desde apenas hace unas semanas que lo descrubrí. Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que planteas aquí, sin embargo me pregunto, si en verdad es el capitalismo, al final y al cabo, la manera definitiva en que se tienen que dar las cosas. Sin denigrarlo, pero tambien sin exaltarlo, y con los evidentes defectos que tambien puede tener, me pregunto si no hay, no una manera alternativa diametralmente opuesta de hacer y organizar las cosas, sino mas bien hacia donde va a evolucionar todo esto? Dejarlo todo tal cual esta, y decir por ende que el Reino ya está aquí 100% hecho con este sistema, es obviamente incorrecto. Mi pregunta, que solo es eso y no una afrenta a lo que escribes, es mas bien esa duda, a donde deberia de evolucionar, hacia que mejoras, nuevas practicas, incluso cosas que pudiera oponerse abiertamente a algunas que se hacen hoy en dia deberian de caminar las cosas? Y luego de responderse eso, preguntarnos cada uno, como debo actuar en consecuencia para caminar hacia alla? Sobre todo teniendo el Reino, siempre, en el horizonte...

    saludos desde Mexico, y de nuevo felicidades por los analisis tan bien hechos en todo el blog.

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  2. Hola, soy Tomás:

    Vaya este comentario como respuesta a los de Javier Novoa C (Stitch) y Patricio. En primer lugar, agradeceros a los dos los elogios de el blog.

    Javier:

    No tengo la certidumbre de lo que te digo a continuación, pero no creo demasiado en las llamadas terceras vías. Creo que el capitalismo, con todos sus defectos es algo que ha surgido por evolución simbiótica con el ser humano, con todas sus luces y sus sombras. Y más que buscar esas terceras vías, creo que hay que intentar que evolucione con él ser hu,ano y que le haga evolucionar es esa simbiosis en un proceso de mejora. El tema me preocupa sobremanera porque soy decano de la facultad de Administración de Empresas en la Universidad Francisco de Vitoria y la Universidad está muy interesado en formar en mis alumnos una conciencia de qué es ser un buen empresario/directivo. Te suguiero que leas la entrada de mi blog del 27 de Junio del 2010 titulada "Sobre capitalismo, economía de mercado y empresa".

    Un abrazo.

    Tomás

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  3. Que tal Tomas, pues ya hice mi tarea y lei lo que me recomendaste,ademas de investigar sobre las Tres Vias, que no tenia ni idea. No me dedico a la economia, ni en lo profesional ni en lo academico como, entiendo, tu si lo haces (solo soy ingeniero en sistemas computacionales), asi que disculparas si digo barbaridades...

    Me parecen muy coherentes las ideas que expresas con respecto a este tema. Yo tampoco condenaría, como tal, a un sistema como el capitalismo en sí mismo. Sin duda, al haber 'libertad' en las personas que fundan empresas, y como en todo donde tenga que ver el libre albedrío, habrá casos en donde las cosas no se hagan bien y se den los abusos y, a veces tambien, solo las malas interpretaciones.

    Y creo tambien, como entiendo tu lo haces, que entonces el camino está en hacer que, entre otros, los empresarios cambien su manera de ver las cosas para hacerlas acordes no sólo a un interés sesgado por su propio beneficio, sino que viendo más claro, y también hasta por su puro beneficio, beneficiar a los demás, primero en su empresa y también en la sociedad, y que eso redundaría al final en más ganancia para sí. Ya si ésto lo hacen con cristiana intención de apurar el Reino al mundo, pues que mejor ;)

    Pero yo por mi parte, tal vez por el contexto en el que vivo, México, latinoamérica y así, también veo muchas cosas malas, no tanto en el sistema sino en las personas que lo llevan a cabo. Y veo desde políticos corruptos que se han erigido en la única clase con el privilegio de no sólo mandar sino también ganar, hasta empresarios que hacen todo por sólo ganar para sí mismos. Y con eso no pagan impuestos (y el coludido sistema político los tapa), y con eso abusan de muchas maneras de sus empleados (y el sistema político no hace gran cosa, y el sindicalismo es un corrupto que solo mantiene estructuras antañas que hoy ya no ayudan a la gente, solo a sus agremiados que se terminan convirtiendo en zanganos del sistema)... Y veo tambien que la empresa de su fin de cubrir necesidades reales de la sociedad, muchas veces se pervierte (se vale decir eso?) y entonces mas bien 'genera' necesidades en la gente, y asi ves el nacimiento de un verdadero consumismo, no porque necesite tener ropa, sino porque ya es necesidad usarla de tal marca o ya es necesidad verse de tal manera para ser aceptado en un circulo social inventado y fomentado por la television, o que se yo... En fin... y tal vez por eso se me ha hecho la idea de que, traspolando todo, o por que lo tengo tan cercano, ese abuso del sistema capitalista ha llevado a empresas de otros países, en particular del país del norte (EU), a muchos abusos que se saben y se ven en toda latinoamérica... En fin, ese es el contexto... y hasta en ese contexto, entendiendo que las cosas se terminaron viendo así porque las cosas se vivieron así (no como tal vez pase en España? tal vez aunque los defectos sean similares no se tiene el lastre que por acá sufrimos), y eso explicaría que surgieran cosas como teología de la liberación y demás que mencionas...

    Pero bueno, yo en lo particular creo que no es cuestión del sistema económico que se tenga en uso (tú me dirías que el más óptimo, y que da seguimiento a la misma historia humana es el capitalismo), sino que es cuestión de las personas que hagan uso de X sistema (el que fuera!). Y así, estoy convencido de que, sin importar el sistema, lo que importa es que todos los que lo usamos y lo desarrollamos, tengamos la mente clara, y por que no? la fe y la praxis clara para hacer las cosas, ahora si como Dios manda, y ahora sí apurar ese Reino que queremos entre nosotros, así en la tierra como en el cielo...

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  4. Y por eso me alegro de saber que te dedicas a la educación, en este caso en el sistema capitalista, para formar gente que tenga la conciencia clara de todo esto, felicidades en verdad! si en este mundo ha de haber empresarios, pues entonces lo que le falta al mundo son empresarios con esas conciencias bien claras de a donde va la humanidad, y no de buscar solo beneficios propios a costa no solo de los demas, sino tambien del futuro de sus empresas por no ver las cosas bien...

    Ya para terminar, curiosa historia la que cuentas, la de Steve :) Yo, como miembro del gremio de los que mas que usar tambien desarrollan en computadoras, te confieso que no me cae muy bien Steve Jobs, y no por su vision empresarial que ya retrataste y es muy buena, sino por otros detallitos, que resumo aqui y si te interesa luego hablamos... Primero, no se que pienses tu de la obsolecencia programada? Se que puede ser una leyenda urbana, pero tambien veo que empresas como Apple la usan, o estoy muy miope y la confundo con otra cosa... Segundo, los rumores ya no tan rumores, de la gente que les provee materia a la empresa, la gente que trabaja en China en condiciones infrahumanas tal vez, y bueno, ya es de loarles que se preocupen porque la situacion mejore, pero la situacion me apunta a muchas otras empresas de otras industrias que eso les vale un cacahuate... Tercero, las bien sabidas historias no solo de robo de ideas industriales, sino tambien de luchas de patentes destruyendo empresas con buenas intenciones y sin afan de robarles nada. Mmm cosas como la interfaz de ventanas que salieron de Xerox y que Apple pues... se robo? Cosas como la expresion de Steve Jobs de 'destruir a Android porque es un robo' (le cae que era un robo? como patentar cosas en software? patentar software es una de las ideas mas estupidas que conozco) ... Y cuarto, pero no menos importante, el software libre al que procuro dedicarme y uso asiduamente, y que aunque suene a subversivo es una alternativa, mas sana incluso creo yo, de desarrollo de la industria (pero sobre todo que provee medidas que aseguran ciertas 'libertades' en los usuarios y no solo desarrolladores del mismo), y que tanto Steve Jobs, y aun mas Bill Gates, se dedican o dedicaron a atacar... Te remito a los llamados 'documentos de halloween' de 1998 por ejemplo, y a las estrategias muy a la Microsoft del FUD (Fear Uncertainty and Doubt, Miedo, Incertidumbre y Duda) para desprestigiar a la competencia, en particular en lo que atañe al software libre. Y por ultimo, si te interesa, me toca sugerirte lectura, si se te da el ingles, te recomiendo 'Hacker ethic' de Pekka Himanen, con prologo de Linus Torvalds. Muy bueno, interesante, inspirador para mi, y ademas si puedes leerlo, quisiera saber tu opinion :)


    saludos de nuevo!

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  5. Querido Javier Novoa C. (Stich), soy Tomás.

    Creo que estamos básicamente de acuerdo, en la medida que dos seres humanos pueden estarlo, sobre el asunto del capitalismo. No trataré jamás de negar sus abusos, que los hay y, a veces, escandalosos. Pero no creo que dejase de haberlos con ningún sistema, porque forman parte de la naturaleza humana. Y cre, en cambio que cualquier otro sistema utópico sí acarrearía MÁS hambre para la humanidad. Pero me da gusto ver cómo tratas el tema sin apriorismos demagógicos que tanto abundan.

    De Steve Jobs sabes tú mucho más que yo. Además, cuando murió y publiqué en el blog "In memoriam Steve Jobs", me contestó mucha gente diciéndome lo mismo que tú, por lo que debe ser así. No lo defenderé (ni juzgaré) como ser humano, pero sí me parece un gran empresario.

    En fin, que es un auténtico placer cambiar impresiones contigo. Bienvenido al blog.

    Un abrazo.

    tomás

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  6. Hola, soy economista. El problema del captalismo "puro" es la maximización del beneficio a costa de lo que sea, sin escrúpulos. Es un sistema que aplicado en puridad,es a la larga muy destructivo para las personas y familias, ahora lo estamos comprobando.
    El marxismo caló porque se planteó como lo que iba a pasar de verdad, se apoyó en el cientifismo, no como una teoría. Un sistema inoperante represor peor que elcapitalismo.
    Sobre la TL,la falla importante además de que "inocentemente" se alió con el comunismo -que no olvidemos fue la gran esperanza (falsa) del obrero ante la explotación salvaje al inicio de la industrialización-, es que Jesús solo es un enviado de Dios para defender la justicia social, pero se olvidan de que es Hijo de Dios, que el enemigo es el pecado y no los ricos. El vocablo Cristo, en la TL, no aparece nunca, solo Jesús, vease p. ej. los libros de JA Pagola.
    Un placer participar por 1ª vez en este foro, pero que leo recurrentemente desde hace tiempo. Juan.

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  7. Querido Juan, soy Tomás. El placer es mío de que participes. Sé muy bienvenido.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo si se parte de la premisa de "maximización del beneficio a costa de lo que sea sin escrúpulos". Y que hay empresas que lo hacen así, es indudable. Pero eso no tiene por qué formar parte de la esencia del capitalismo. Un capitalismo que intente maximizar el beneficio éticamente es posible. El marxismo nos ha convencido de que la empresa es un juego suma cero en el que si el empresario gana más es a costa de que el trabajador gane menos. Pero eso es una mentira estúpida, miope e interesada que no debemos tragarnos. Como dije en un comentario anterior a esta misma entrada, te sugiero que leas la entrada del 27 de Junio del 2010 titulada "Sobre capitalismo, economía de mercado y empresa".

    Gracias por participar.

    Tomás

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  8. Hola Tomás: Me lo he leído y me ha gustado. Me recuerda, no obstante, cuado estudiábamos los mercados en "economia perfecta", que mas o menos el puzzle siempre encajaba.
    No se quien dijo algo parecido a que para estar mas cerca de Dios se funcionario y no empresario. No porque estos últimos no quieran estarlo, sino que el sistema capitalista te exige practicamente siempre para poder contratar y vender: mentir, sobornar, falsear,... para poder mantener la empresa y la plantilla. Lo que pasa que se enteran de verdad los cuatro que lo hacen, por ellos y por la empresa. Si has estado en empresas medianas o grandes negociando contratos importantes, no hay uno sano (a los ojos de Dios) y eso lo sabemos todos los que hemos pasado por la carga de estas responsabilidades, porque si no tragas, no contratas. Es un sistema perverso que te lleva a complicaciones de conciencia. Es el nuevo "pecado original" que decía JPII, está casi todo el sistema pringado en esta perversión, no nos engañemos. Compramos energía y (casi de todo lo relacionado con lo estatal) que viene toda de sobornar a dirigentes, vamos en AVEs donde se han pagado grandes convolutos por la contrata,...A otro nivel, las zapatillas o ropa de marca que compramos y sabemos que las hacen "esclavos" o niños, pero son mas baratas, compramos en super y otros productos que sabemos financian a terroristas, pero son mas baratos y dan buen servicio, aquí lo importante es el precio, nos da igual que venga de la mafia o del infierno, y asi muchos ejemplos.
    Así es como mantenemos las "estructuras de pecado" pero sin culpa individual, muy similar esto al PO, es mejor hacerse el tonto y no querer enterarse.
    No me va este tipo de capitalismo, no me deja encontrarme en paz con Dios, tengo que estar en estos pringues o hacerme eremita, que es lo que tenía que haber hecho cuando me di cuenta ya muy tarde, que en este sistema está (casi)todo prostituido, pero estoy atrapado.
    El capitalismo hoy, es un sistema inmanente, secularizante, que encierra a la sociedad en un círculo vicioso materialista, se idolatra al dinero y se axfisian los valores espirituales. Eso si, el marxismo es aún peor....Por concluir, añoro la sociedad gremial que se trabajaba para sobrevivir y no para enriquecerse. A mis hijos les digo que lo conozcan y que lo disfruten en lo que puedan, pero que huyan de "los valores" de este sistema, que no se inmiscuyan en él porque es alienante. Que el fin no es tener riquezas, como nos dicen, sino que es un medio, que lo mas importante es la salvación de su alma y estar en paz consigo mismo y con Dios.
    Saludos
    Juan.

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  9. Hoy en la prensa (que también hay que mirarla con lupa) unas perlitas sobre este sistema en el que nos encontramos:
    http://www.elconfidencial.com/espana/2012/03/23/trabajo-esclavo-en-la-india-tres-empresas-espanolas-estan-incluidas-en-la-lista-negra-94749/
    Claro que el marxismo es muchísimo peor, pero no se puede defender el capitalismo tal y como hoy lo entendemos y practicamos, es un sistema axfixiante y anticristiano.

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  10. Queridos Juan y Anónimo:

    Me temo que en todos los ataques al capitalismo (y no me refiero a los vuestros), hay dos confusiones básicas y una instigación perversa.

    La primera es tomar la parte por el todo y la segunda es trasladar la maldad que habita en el corazón humano, desde el pecado original, al instrumento. Sería como matar al mensajero. La instigación es el sistema gramsciano de acabar con la civilización occidental para instaurar vaya usted a saber qué.

    La primera. Claro que hay trabajo esclavo. Luego volveré sobre ello. Pero, la inmensa mayoría de la inmensa mayoría de la inmensa mayoría (y no sigo por no aburrir) del trabajo dado por el capitalismo, es sano y bueno (aunque a veces te lleve muchas horas). Claro que hay deificación del dinero, pero la inmensa mayoría de la gente que vive en el sistema capitalista, no lo deifica. Yo no lo hago (no digo que no lo necesite y que no me guste, pero no lo deifico) e imagino que vosotros tampoco. Miro a mi alrededor y veo muchísima gente, todos mis amigos y familiares, que tampoco lo deifican. También veo a gente que lo hace, pero, si os digo la verdad, son minoría. Claro que hay consumismo. Pero si se le quita el sensacionalismo, la mayor parte de la gente compra lo que necesita (tal vez un poco más). Claro, si uno define lo que se necesita como comer, beber y vestirse, compramos mucho más de lo que necesitamos. Pero, por favor, sensacionalismos aparte, poned en una lista las cosas que compráis y no necesitáis. Lo que pasa es que la bondad no es noticia y la maldad sí. Pero si pusiésemos en una lista en dos columnas, en una las cosas buenas que pasan todos los días en las “perversas” empresas capitalistas y en otra las cosas malas, no creo que quepa duda de cuál sería infinitamente más larga que la otra. Stephen Jay Gould llamó a este fenómeno, la gran asimetría. Podría alargarme, pero no tengo tiempo. No puedo, sin embargo, dejar de decir algo muy provocador. Soy católico y me siento hijo de la Iglesia. Por eso, cuando los que odian a la Iglesia hacen las campañas de que todos los curas son pederastas y que, por tanto, la Iglesia está podrida, admitiendo avergonzado que hay curas así, niego la mayor. ¿No merece el mismo trato el capitalismo? (No pretendo, por favor, no me entendáis mal, poner a la Iglesia y al capitalismo en el mismo nivel)

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  11. La segunda. ¿Existía el trabajo esclavo antes del capitalismo? ¿En mayor o menor cantidad? ¿Existía el becerro de oro antes del capitalismo? En mayor o menor cantidad. ¿Recordáis las palabras de Cristo en el evangelio sobre de donde sale la maldad del mundo? ¿No era del corazón del hombre? ¿Vamos a volver a buscar la impureza en la carne de cerdo? No, por favor. Limpiemos nuestro corazón. En la UFV, donde dirijo la carrera de Administración y Dirección de Empresas, procuramos no crear una conciencia paranoica en nuestros alumnos, que tendrán que trabajar en “horribles” empresas capitalistas, sino decirles que son ellos los que tienen que hacer el capitalismo humano, que se puede (también lo hago con mis hijos). En una próxima entrada (en un comentario no me cabe) intentaré distinguir la responsabilidad del instrumento de la del corazón del hombre.

    Antonio Gramsci fue secretario general del PC de Italia durante el fascismo. Murió en las cárceles de Mussolini. Allí escribió un larguísimo tratado explicando con gran lujo de detalles cómo había que acabar con el capitalismo. Atacando las raíces de la civilización occidental, empezando por la Iglesia. Haciéndose con la cultura e inoculando en la cabeza de la gente ideas falsas por la mera repetición sistemática. No caeré en las garras del gramcismo.

    Por último, no seamos más papistas que los Papas. Ni un solo Papa, en ninguna sola encíclica de la DSI ha condenado el capitalismo como intrínsecamente malo (cosa que sí ha hecho con el comunismo). Sí han condenado los abusos que salen del corazón del hombre. En la economía y en otros muchos campos de la conducta humana.

    Lo dejo aquí. El domingo que viene hare un post con la entrada prometida más arriba (si puedo).

    Un abrazo y muchas gracias por la polémica inteligente.

    Tomás

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