Tomás Alfaro Drake
Ya sabéis por el nombre de mi blog que soy como una urraca que recoge todo lo que brilla para llevarlo a su nido. Desde hace años, tal vez desde más o menos 1998, he ido recopilando toda idea que me parecía brillante, viniese de donde viniese. Lo he hecho con el espíritu con que Odiseo lo hacía para no olvidarse de Ítaca y Penélope, o de Penélope tejiendo y destejiendo su manto para no olvidar a Odiseo. Cuando las brumas de la flor del loto de lo cotidiano enturbian mi recuerdo de lo que merece la pena en la vida, de cuál es la forma adecuada de vivirla, doy un paseo aleatorio por estas ideas, me rescato del olvido y recupero la consciencia. Son para mí como un elixir contra la anestesia paralizante del olvido y evitan que Circe me convierta en cerdo. Espero que también tengan este efecto benéfico para vosotros. Por eso empiezo a publicar una a la semana a partir del 13 de Enero del 2010.
Cada ser humano debe esforzarse en apreciar la extensión, el orden y la unidad del universo y debería considerar esas ideas mientras lee pasajes como el primer capítulo de la epístola de san Pablo a los colosenses: este fragmento dice: “Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. En Él fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, [...], todo lo ha creado Dios por Él y para Él. Cristo existe antes que todas las cosas y todas tienen en Él su consistencia”.
James Clerk Maxwell, descubridor del electromagnetismo y las leyes que lo rigen.
También solía citar con profusión el capítulo 13, 1-9 del libro de la Sabiduría, que dice:
“Totalmente insensatos son todos los hombres que no han conocido a Dios, los que por los bienes visibles no han descubierto al que es, ni por la consideración de sus obras han conocido al artífice. [...], comprendan cuanto más hermoso es el Señor de todo eso, pues fue el mismo autor de la belleza el que lo creó. Y si tal poder y energía los llenó de admiración, entiendan cuánto más poderoso es quien los formó; pues en la grandeza y hermosura de las criaturas se deja ver, por analogía, su Creador. Estos, con todo, merecen más ligero reproche, porque quizá se extravían buscando a Dios y queriendo hallarlo. Se mueven entre sus obras y las investigan, y quedan seducidos al contemplarlas, ¡tan hermosas son las cosas que contemplamos! De todas formas, ni siquiera éstos son excusables porque, si fueron capaces de escudriñar el universo, ¿cómo no hallaron primero al que es su Señor?”
No deja de ser curioso que un científico de primerísima línea lance esta advertencia a los científicos ateos.
18 de abril de 2012
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