En la reunión
plenaria de los cardenales previa al cónclave, el cardenal Bergoglio pronunció
unas breves palabras. El cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega Alamino
le pidió sus palabras por escrito, porque coincidían plenamente con su visión
de la Iglesia. El C. Bergoglio le dijo que no las tenía por escrito, pero al
día siguiente, le dio un breve texto escrito en una hoja de papel. Cuando el C.
Bergoglio fue elegido Papa, el cubano le pidió autorización para hacer públicas
esas palabras. Autorización que le fue concedida. Hay quien piensa que estas
palabras impresionaron tanto a los cardenales que fueron decisivas para la
elección del C. Bergoglio como Papa. Yo así lo creo. Es evidente que, aunque
breve, es el programa del pontificado de Francisco, porque en el cuarto punto
dice como piensa él que debería ser el próximo Papa, sin sospechar que iba a
ser él. No nos dejemos engañar por la brevedad de estas líneas. Tienen un
mensaje muy profundo que puede hacer que la Iglesia se transforme de una manera
impresionante. Transcribo a continuación este programa para la Iglesia con el
Papa Francisco al timón. Los textos subrayados lo son por el propio C.
Bergoglio. Yo me he permitido poner en negrita las cosas que más me han llamado
la atención.
- Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia.
- "La
dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI).
- Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro,
nos impulsa.
1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la
parresía[1] de salir de sí misma.
La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias,
no solo las geográficas, sino también las
periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor,
las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia[2] religiosa, las del
pensamiento, las de toda miseria.
2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para
evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La
mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones
eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo
teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama.
Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para
entrar... Pero pienso en las veces en
que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia
autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.
3.- La
Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz
propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la
mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir
a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia
evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter
proclamans (“La que escucha religiosamente la
Palabra de Dios y la proclama con confianza”. Traducción del transcriptor,
probablemente deficiente), o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para
sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para
la salvación de las almas.
4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y
desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las
periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de
"la dulce y confortadora alegría de la evangelizar".
[1] La palabra “Parresía”
también proviene del griego, y significa libertad para hablar, valentía,
sinceridad, alegría, confianza. Es una palabra muy significativa en los Hechos
de los apóstoles y en las Cartas de San
Pablo, haciendo referencia a la valentía de San Pablo y de los
primeros cristianos para anunciar el Evangelio que habían recibido.
(Copiado de la web:
[2] Acción y efecto de
prescindir.
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