Estos días estamos asistiendo a un órdago de Artur Más en un paso más hacia la meta de la independencia. Último paso de una larga marcha en la que el nacionalismo catalán, más sutilmente que el vasco, ha sabido siempre buscar el punto de fractura del frente constitucionalista que, en principio está formado, sobre todo, aunque no únicamente, por el PP y el PSOE. Y la grieta de ese muro, que en sus orígenes fue la UCD, está siendo ahora el PSOE. Por eso, es curioso que fuese Felipe González el primero que enunciase, si mi memoria no me falla, la llamada “estrategia del salchichón” de los nacionalistas. Decía González que negociar con los nacionalistas era como el cuento de uno que tenía un salchichón. Viene otro y le presiona para convencerle de que medio salchichón es suyo. Tanto le da la tabarra que, el dueño del salchichón, creyendo que así aplacará las exigencias del importuno, le da medio salchichón para que le deje tranquilo. Pero no bien el pedigüeño ha recibido el medio salchichón y se lo ha guardado en el zurrón, empieza a decir, con más ímpetu que antes, al dueño del salchichón que, de la mitad que le queda, otra mitad es también suya. Cede de nuevo el que al principio tenía todo el embutido, para darse cuenta de que el pedigüeño sigue pidiéndole, más insistentemente que hace un rato, la mitad de la cuarta parte restante. Y así, hasta que el pedigüeño acaba quedándose con todo el salchichón. La moraleja de esta historia es que, lo mejor para no despertar el apetito apropiatorio del importuno pedigüeño, es no darle nada desde el principio.
La Constitución sancionó, en mala hora, el Estado de las Autonomías. Podemos concederles a los padres de la Constitución el beneficio de la duda de que de no haberlo hacho así, la transición no hubiese sido posible. Concedido como beneficio de la duda. Eso sí, la Constitución sancionaba un mínimo de transferencias de competencias del Estado a las Comunidades Autónomas y, aún estas, eran de dos velocidades; Cataluña y el país Vasco por un lado y el resto por otro. De una manera gratuita –esta vez no hay beneficio de la duda– el gobierno de UCD igualó a todas las CCAA por arriba, lo que impulsó el afán diferenciador de las dos Autonomías históricas, que empezaron a pedir más competencias. Empezó así una carrera de cesión gratuita de cada vez más competencias, no sancionadas por la Constitución, desde el gobierno central a las CCAA. Esta carrera iba aparejada, en Cataluña y país Vasco sobre todo, del adoctrinamiento de la población, desde niños, en una historia cada vez más deformada de las relaciones de España con estas dos CCAA en la que poco a poco, España iba convirtiéndose, en la mente de vascos y catalanes, en el espectro de una potencia opresora que mantenía la unión por la fuerza. Esta deformación tomaba, de todo lugar del que podía, ejemplos que nada tienen que ver con la historia de España. Así, las oprimidas Autonomías, se equiparaban, sin el más mínimo paralelismo histórico, a Irlanda frente a Inglaterra, Croacia o Bosnia frente a Serbia o cualquier otro ejemplo secesionista que se pusiese a tiro –ahora le toca el turno a Puerto Rico y loa Estados Unidos–, asumiendo siempre el papel de víctimas. Y el gobierno central les seguía dando porciones del salchichón en forma de transferencias de competencias. Y así llegamos a un punto lamentable, traído, como no, de la mano del inefable José Luis Rodriguez Zapatero, paradigma del entreguismo, del Estatut de Catalunya –perdóneseme el barbarismo– del año 2006 y de la entrada de ETA-Herri Batasuna, con distintos disfraces, en la política.
Y es ahora cuando Artur Más echa su órdago cabalgando el tigre de una ciudadanía deformada y engañada. Y, ante este órdago, aparece nuevamente la grieta del PSOE esgrimiendo una entelequia llamada Estado federal y poniendo a Alemania y a otros federalismos como ejemplo. Hay que ser ignorante o tener intereses inconfesables para proponer el federalismo y compararnos con Alemania. Federal viene del latín foederis que es alianza, y que, a su vez, viene de fides, que es fe, confianza. Es decir, federalismo viene de fe, de tener fe, confianza, en un país al que se pertenece sin dobleces, de establecer una alianza fiel con el estado central de ese país común. Esa es la base sobre la que Alemania, Estados Unidos, Mexico, etc. son Estados federales. Cualquier lander alemán cree en Alemania. Un ciudadano de Milwaukee, se lleva la mano al pecho, emocionado, cuando oye el himno de los Estados Unidos de Norteamérica. Un mexicano de Chihuahua se desgañita cantando “Mexicanos, al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón. Y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón”. No digo que me guste la letra, pero, ¡qué demonios!, así se puede ser un estado federal. Nosotros no hemos sido ni siquiera capaces de ponerle letra al himno nacional. Un estado federal español sería una rodaja más del ya exiguo salchichón, para la despensa del señor Más y sus secuaces.
Pero no es sólo eso. Alemania o Estados Unidos son estados federales porque así administran su riqueza de forma más eficiente. El lamentable Estado de las autonomías español, se ha convertido en un monumento al derroche disparatado, al clientelismo, al electoralismo y al populismo, es decir, en un cáncer. Creo que lo que habría que hacer es lo contrario, aprovechar esta marea de desprestigio del Estado de las autonomías, no para cambiar la Constitución eliminándolas, cosa que es imposible, sino, por leyes normales, revirtiendo al gobierno central competencias que no están sancionadas por la Constitución. Sobre todo como condición sine qua non para las CCAA que tengan que pedir dinero al Estado. Y es ésta otra de las cosas sorprendentes del órdago de Artur Más. Lo lanza con la boca, mientras con la mano extendida tiene que mendigar dinero para subsanar el despilfarro de Cataluña. Lo hace, eso sí, exigiendo un pacto fiscal, en nombre de no sé qué argumentos del expolio que el resto de España hace a Cataluña. Increíble ejercicio de victimismo para dar carnaza al pueblo. Todo eso, en un momento en el que España tiene que centrarse en vencer uno de los mayores desafíos de su historia.
Ante este órdago, el gobierno esgrime la ley y la Constitución. Afortunadamente, los partidos nacionalistas, ni sumados con el PSOE, tendrán nunca, espero, el peso suficiente como para modificar la Constitución hacia un federalismo de disgregación. Pero me corroe la duda de que la Constitución baste. En España hemos llegado a una situación en la que la ley se desprecia olímpicamente si un número de personas, por muy minoritario que sea, está dispuesto a echarse a la calle con la suficiente perseverancia en la violencia como para hacer que, coreados por una prensa irresponsable, se alce “el coro de los grillos que cantan a la luna”. Y eso es lo que está dispuesto a hacer Artur Más. ¿Hasta dónde podrá llegar? ¿Qué capacidad de resistencia tendrá el gobierno central? Nadie lo sabe, pero, desde luego, en estado de cosas actual, no es automático el hecho de que la Constitución no respalde el disparate nacionalista para que se produzca la paralización del desafío.
Además, el señor Más parte de una premisa falsa. A saber: que bastaría que la mayoría de los catalanes quisieran la secesión para que esta fuese un derecho de Cataluña, respaldado o no por la Constitución. Nada más falso. España es una construcción laboriosa de la historia en la que millones de personas han aportado sangre, sudor y lágrimas, heroicidad, abnegación y sacrificio para lograrla. No puedo evitar citar aquí a Henri Bergson:
"Si se han podido constituir sólidamente, en los tiempos modernos grandes naciones es porque la coacción, fuerza de cohesión que se ejerce desde fuera y desde arriba sobre el conjunto, ha cedido su puesto poco a poco a un principio de unión que asciende desde el fondo de cada una de las sociedades elementales que forman parte del conjunto, es decir, desde la región misma de las fuerzas disociadoras a las que hay que oponer una resistencia ininterrumpida. Este principio, el único capaz de neutralizar la tendencia a la disgregación, es el patriotismo. […] Pero existe mucha distancia entre esta adhesión a la ciudad, agrupamiento todavía colocado bajo la invocación de un dios que le ayudará en los combates, y el patriotismo que es virtud de paz tanto como de guerra, que puede teñirse de misticismo, pero que no mezcla su religión con ningún cálculo utilitario, que se extiende en un gran país y levanta a una nación, que atrae hacia sí lo mejor que hay en las almas. En fin, el patriotismo, que se ha ido formando lenta, piadosamente, con los recuerdos y esperanzas, con poesía y amor, con un poco de todas las bellezas morales que hay bajo el cielo, como la miel con las flores. Era necesario un sentimiento tan elevado, imitación del estado místico, para vencer a un sentimiento tan profundo como el egoísmo de tribu” .
España es uno de esos frutos que, más allá del cálculo utilitario, a través de los siglos, atrayendo hacia sí lo mejor que hay en las almas […] se ha ido formando lenta, piadosamente, con los recuerdos y esperanzas, con poesía y amor, con un poco de todas las bellezas morales que hay bajo el cielo, como la miel con las flores. Es por tanto, patrimonio de todos. Tendríamos que ser todos los españoles los que estuviéramos de acuerdo en desmembrarla. Pero eso sería retroceder hasta que nos dominase un sentimiento tan profundo como el egoísmo de tribu.
Nuestros políticos adolecen de un mal terrible. Son incapaces de resistir la tentación de embarcarse en cualquier aventura, por nefastas que puedan ser sus consecuencias, si creen que les va a proporcionar votos a corto plazo. Y una vez embarcados, mienten para engañar miserablemente a la ciudadanía malcriada para hacerles creer que el panorama hacia el que se encaminan es un jardín de rosas. Tal vez los catalanes crean que a través de la independencia van a ser una nación más próspera. Pero se equivocan. Para empezar porque creen que si se independizan entrarán a formar parte de la Unión Europea y del Euro. Pero dudo mucho de que esto sea así. Porque según los tratados que han dado lugar a la Unión Europea, para que Cataluña pasase a formar parte de la UE, tendría que contar con la unanimidad de los Estados miembros. Y dudo muchísimo que todos los países de la Unión estuviesen dispuestos a tragarse ese sapo, en la situación económica en la que se encuentra Europa, España en particular y Cataluña muy especialmente. La estrategia nacionalista actual es: “Seamos adversarios de España y amigos de la UE”. Cuando la UE les cierre la puerta, el victimismo nacionalista señalará a Europa como la causante de sus males. Y la ciudadanía se lo creerá. Pero la verdad es que, tanto Cataluña como el resto de España, se empobrecerían gravemente con una secesión
Y no nos engañemos. Todas estas voces que dicen que no es la independencia lo que realmente se pretende, sino ser un estado asociado, al estilo de Puerto Rico denotan ignorancia histórica y manipulación y hay que ser muy simple para creerlas. Primero, porque el proceso de Puerto Rico es el inverso. De ser una colonia española pasó a ser una colonia de los Estados Unidos. 17 años más tarde, en 1917 se les concedió a los ciudadanos de Puerto Rico la nacionalidad americana, sin dejar de ser Puerto Rico una colonia, y en 1950 se permitió a esta colonia tener una constitución propia, que debía ser aprobada por el Presidente de los Estados Unidos y su Congreso, y considerarse un Estado Libre Asociado. El poder de ejercer su soberanía recae en el Congreso de los Estados Unidos y los poderes existentes en la Isla son revocables. Pero, en segundo lugar, esto no es más que la discusión sobre la rodaja de salchichón que toca discutir ahora. Cuando se haya conseguido, pasarán a la siguiente.
Polibio, hace 2200 años, avisó de que la democracia podía degenerar fácilmente en la oclocracia, que significa el gobierno de los peores. Me temo que esto está pasando ya. Y me temo algo peor. Me temo que es difícil (aunque nada hay imposible) que el sistema genere líderes capaces de revertir el proceso. Hace poco he leído la reseña de un libro titulado “Indispensable: When leaders realy matter” del profesor de Harvard Gautam Mukunda. Una de las tesis del libro es que para que aparezca un líder que realmente pueda revertir una situación tiene que ser lo que él llama un “unfiltered leader”, un líder no filtrado. Según él, las organizaciones y la sociedad someten a todo aquél que pueda ir ascendiendo en la escala de poder a un filtrado por el que sólo pasan personas que se han acomodado al sistema. De forma que, aquellos que pueden ver la situación con ojos nuevos y actuar en consecuencia de una forma creativa, son filtrados por el sistema. Naturalmente, no hay sistema de filtro perfecto y puede haber rendijas por las que se cuele un “unfiltered leader”, pero lo cierto es que cada día el sistema de filtrado es más y más fino, por lo que es cada vez más difícil que esto ocurra. Además, estos “unfiltered leaders” son una peligrosa lotería. Wiston Churchill y Adolf Hitler son dos ejemplos de estos “unfiltered leaders” y no creo que sea necesario subrayar las diferencias y los riesgos implícitos.
Y aquí estamos. Con un irresponsable que cabalga y azuza al tigre que no será capaz de domar y que puede acabar devorándonos a todos. Con una oposición que habla de federalismo sin saber lo que dice, creyendo que eso le granjeará votos de vaya usted a saber quién. Y con un Presidente del Gobierno, bien filtrado, que no parece tener la intención de hacer lo que hay que hacer: dar marcha atrás, aprovechando que extienden la mano para pedir, a todo lo que se pueda dar marcha atrás sin cambiar la Constitución –que es mucho– para intentar frenar este cáncer del Estado de las autonomías.
Que Dios te ampare España. Que Dios nos ampare a los españoles.
1 de octubre de 2012
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es largo el escrito per ovale la pena leerlo. Mi opinion al respecto es ese respeto ante todo, pero lo que no se puede permitir es el morro que le echa el señor Mas pro asi llamarlo y todos sus seguidores. Quieren la independencia y ademas que les ayuden economicamente, joder a yo tambien lo quisiera per oque me ayudaran a mi.
ResponderEliminarUna cosa es pedir que habria que ver hasta que punto puede tener razon o no (en mi opinion no), y esto lo hace porque cataluña tiene un problema economico bastante grave y para poder desviar la información y todo lo relacionado co nese tema que mejor que sacar a relucir y pedir la autonomia, En fin es penoso que co nal que esta cayendo haya algunos personaje por asi llamarlos que se preocupen por otras cosas menos importantes, que de trabajo a los parados catalanes que es lo que deberia de hacer.
En fin feliz noche compañero.
Hola Pedro, soy Tomás
ResponderEliminarGracias por tu comentario Padro. Totalmente de acuerdo contigo.
Un abrazo.
Tomás
Naturalmente es el oportunismo político el que nos ha llevado a estas formas por causa de la debilidad y desorientación de los dos últimos presidentes de Gobierno; es la perversión de la democracia en su esplendor, es decir, la demagogia que se ha instalado en España. Pero, independientemente de esta petición de separación, yo si pudiera me querría también "separar" de España, esto es, de su gobierno.
ResponderEliminarNo me interesa nada que, para vivir ellos, para sostener la gigantesca estructura del Estado, incluyendo el despilfarro autonómico, que ha montado esta caterva de aprovechados, se me confisque y se me meta con este descaro, la mano en el bolsillo.
El nefasto problema de la descentralización creado por la Constitución ha hecho que las autonomías más pobres –como casi todas hoy-, dependan de las transferencias. La irresponsabilidad de los políticos autonómicos, que solo quieren cortar cintas y crear clientelismo aumentando el empleo público en su mayoría para colocar a los suyos, han creído disponer un pozo sin fondo que ha conllevado a desincentivar el crecimiento y el equilibrio presupuestario en estas autonomías. A esta manera de confiscar y de legislar, aquí los políticos y algunos que repiten por comodidad,le llaman "democracia". En otro post informaba que TODAS, las 66 iniciativas populares que se han dado desde 1978, las de las 500.000firmas, han sido tumbadas en el Congreso. Increíble, pero cierto.
Por eso yo estoy mas con el federalismo. Ya que tenemos que aguantar este montaje autonómico, que al menos cada autonomia, soporte su nivel de gastos e ingresos, excepto en emergencias. Menos Estado, menos burocracia, más transparencia, más competitividad.
A mi entender, hoy es la única salida del túnel.
Abrazos
Juan
Hola Juan, soy Tomás.
ResponderEliminarme alegra poder estar totalmente de acuerdo contigo: menos Estado, menos burocracia,más transparencia y más competitividad, son la única salida del túnel. Pero me había parecido entender en tus críticas al capitalismo que la competitividad de las empresas te parecía que incentivaba la avaricia y un largo etcétera de males. ¿Me he perdido algo?
Un abrazo.
Tomás
La competitividad es necesaria naturalmente en precios y calidad. En realidad se podría sustituir la palabra por excelencia, que quizá tiene menos connotación de voracidad. Desde luego lo deseable es que esto existiera en un entorno sano, dijéramoslo así para entendernos, en cualquier sistema económico, aún en el de subsistencia.
ResponderEliminarOtra cosa, como cristiano, es caer en la engañifa de creer en el "evangelio de la prosperidad". Pensar que tenemos “derecho” a la prosperidad económica(unos pocos, claro)a cambio de nuestra buena moral o de las limosnas, es moneda corriente en esta sociedad tergiversando, quizá de buena fe, los verdaderos valores del evangelio.
Sigo aprendiendo que el Evangelio es, desde luego otra cosa, que ser buen cristiano no está en función de los méritos morales, ni en esperar con ello la prosperidad, y mucho menos en creer que así es. El camino es ir hacia la verdadera transformación, lejos de las posturas acomodaticias; en resumen, en renacer de nuevo: Jn 3. 3-5:
“Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede ver el Reinado de Dios.
Le respondió Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo?, ¿podrá entrar de nuevo en el vientre materno para nacer?
Le contestó Jesús: Te aseguro que, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.”
Abrazos
Juan
Querido Juan, no entraré en esta polémica, que ya di por cancelada, pero no comparto en absoluto tu interpretación sesgada del Evangelio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Tomás