25 de junio de 2021

 En una semana marcada por la ignominia de Pedro Sánchez vendiendo el prestigio de España ante el mundo y socavando las bases de la unidad de España y del Estado de Derecho para poderse mantener en la Moncloa hasta el fin de la legislatura, estoy especialmente apenado como católico. Me parece lamentable la triste postura de ambigüedad y buenismo de que ha dado muestras la Conferencia Episcopal Española. Se vio arrastrada por la Conferencia de obispos catalanes que hizo un comunicado inequívoca y entusiastamente pro indultos (Pobre Iglesia catalana, así está, moribunda, por haber dejado de ser “católica” –Universal– para convertirse en una cateta Iglesia nacionalista). Y, con las honrosas excepciones del Obispo de Oviedo, Monseñor Jesús Sanz Montes (Del que adjunto su magnífico artículo)



y del de Toledo, Monseñor Francisco Cerro Chaves, no se han atrevido a hacer un comunicado y han lanzado a los medios a su portavoz, Monseñor Luis Argüello a torear un toro sin capote ni muleta. Y, claro, ha caído en una ambigüedad –si no aceptación– intolerable. Y es que el buenismo –el mal endémico del siglo XXI–, padre del mal común y del relativismo, se está adueñando también de la Iglesia, tanto en temas políticos como económicos. Y yo, como hijo de la Iglesia que me considero, a la que tengo por Madre y Maestra en temas morales, me entristezco inmensamente viéndola desbarrar –siempre con excepciones– en política y economía, que no forman parte del ministerio petrino, mimetizándose, en este caso, con el nacionalismo y, en el caso económico, con las posturas socialistas. Y me da pena que mi Madre desbarre de una forma tan lamentable. ¡Qué pena!

Pero bueno, es lo que tenemos. Yo procuraré ser leal, que no fiel, a la Iglesia, en temas económicos y políticos. Porque, en palabras de Luis Suárez, (el historiador, no el futbolista, por si alguno anda despistado): La lealtad es superior a la fidelidad, porque ésta lleva a servir al príncipe sin preguntarse por la justicia de su causa, en tanto que la lealtad busca evitar que el príncipe sirva a causas injustas”.

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