Tomás Alfaro Drake
Temas: Ciencia religión, ética, moral, control de la natalidad, anticonceptivos.
Felipe me dice, al respecto de mi entrada “El mito de los científicos ateos”:
Tomás, creo que el problema no es sobre la existencia de Dios sino una postura contra la iglesia católica, que en reiteradas ocasiones apela a lo divino para ir contra la ciencia o la ciencia, que apela a lo científico para ir contra la iglesia, no contra Dios, es por eso la percepción popular sobre la contradicción entre la ciencia y Dios. Mientras haya "iglesia" que desapruebe métodos anticonceptivos y haya científicos que busquen nuevos métodos, más seguros y con menos efectos sobre el organismo, habrá una brecha que los distancia. En latinoamérica, se observa con más intensidad este tipo de fenómenos, donde hay una iglesia más conservadora y menos dispuesta a apoyarse en la ciencia para mejorar la vida de las personas.
Por otro lado, creo que existe una "esperanza" de parte esa gente de la calle que mencionas, que la ciencia pueda demostrar que la religión se puede vivir a la manera de cada uno, como uno quiera. Quiere que le desmuetren que no hay dogmas de fe, porque en el mundo actual, las cosas ya no funcionan con sí, porque sí.
Bueno, el tema da para mucho más que un comentario, pero puede ser el comienzo.
Saludos
Felipe Pedreros
Le contesto:
Querido Felipe:
La verdad es que me has hecho pensar mucho para contestar a esta puntualización tuya. Pero pensar es lo más humano que hay y el ejercicio del pensamiento humaniza. Así que te lo agradezco. Me parece que no vas a estar de acuerdo con algunas o muchas de las cosas que te diga, pero del contraste de pareceres es de donde surge la verdad, no de ignorar las diferencias. Así que allá voy:
Efectivamente, hay dos problemas distintos, y los dos importantes, en la relación entre ciencia y religión. Uno es el de si la ciencia puede llegar a negar la existencia de Dios y otro es sobre las normas éticas formuladas por la religión y su discrepancia con los logros tecnológicos de la ciencia.
Respecto al primero déjame decirte que la Iglesia (hablo de la católica no de otras confesiones) sólo una vez ha entrado en conflicto, en el campo de la verdad, con la ciencia y esa vez ha sido el caso Galileo. Aún en ese caso, lo que se dice, en general falsea de forma importante lo que de verdad pasó. Si te interesa, he escrito un libro que se llama “La victoria del sol” ediciones Palabra, en la que cuento lo que históricamente pasó. En otro tema candente, como la teoría de la evolución, si te lees uno de los rollos que aparecen en el blog (carta a un antievolucionista católico) verás que la Iglesia católica nunca se puso en contra de ella. Por tanto su oposición al progreso de la ciencia es un mito, como tantos tejidos alrededor de ella. Pasemos al tema de las normas éticas. Si te interesa abundar en este tema tengo algunas cosas ilustrativas.
En el campo de las normas éticas, en tu carta, me hablas de los métodos anticonceptivos, y a eso me voy a ceñir, aunque hay infinidad de temas. Cuando se habla de anticonceptivos, hay que distinguir con claridad meridiana dos mundos. El 1º y el 3º. Generalmente se mezclan lamentablemente. Las personas del 1º ponen como justificación de la bondad ética de la anticoncepción a los desheredados del 3º. Pero en realidad son ellos, los que usan esos métodos, no los desheredados. Por otro lado, una vez utilizados los desheredados del mundo para justificar los métodos anticonceptivos en el 1º, los que así actúan no suelen ocuparse mucho de aliviar su suerte. Hay, me parece una doble moral; te utilizo para mis fines, pero no te ayudo.
Muy otro es lo que predica y, sobre todo, lo que hace la Iglesia católica. En primer lugar, está junto a los desheredados. Busca en un mapamundi un sitio del mundo donde creas que vive la gente con la que nadie querría pasar una hora. Seguro que allí hay personas que no pasan una hora, sino que gastan su vida entera en estar con ellos y ayudarles. Yo tengo amigos misioneros en Kenia, junto al lago Turkana que lo han dejado todo por ellos. Y ellos mismos me dicen que lo hacen porque en los desheredados del mundo ven el rostro de Cristo y también ellos mismos me dicen que sacan fuerzas para hacerlo, durante toda su vida, de los sacramentos, en los que la Iglesia católica asegura que está ese mismo Cristo. No digo que no haya otras personas que también dediquen toda o parte de su vida a ayudar a los desheredados por otros motivos, pero es un hecho bastante indiscutible que, en su mayoría son católicos fieles a la Iglesia.
Y estos, lo mismo que la Iglesia, no están en contra del control de la natalidad, aunque sí lo están de la contracepción. Hay una diferencia importante entre una idea y la otra. El control de la natalidad, entendido como paternidad responsable, está admitido en la encíclica “Humanae vitae” de Pablo VI. Grupos católicos como las Hermanas de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta, ayudan a que el control de la natalidad lo practiquen los que de verdad lo necesitan, los más desheredados. Y sus programas tienen un éxito sorprendente. Eso sí, el control de la natalidad requiere métodos naturales, que a mí me gusta más llamar métodos pasivos, frente a los activos. Cuando uno dice esto, en seguida, el resultado de mucha propaganda, hace que suene a rechifla. Pero hay una poderosa razón para que sea así. Las normas morales no son arbitrarias, están basadas en la razón y usan el método aristotélico de razonar para justificarse. Así que, abusando de tu paciencia me voy a permitir una digresión.
La vida, es un bien. La mía lo es y creo que la tuya también. A los más desheredados no les gustaría que les mataran porque, aunque durísima, la vida también es un bien para ellos, creo. La lógica más elemental me dice que yo no tengo ninguna obligación de darte a ti un millón de dólares, lo que sería hacerte un bien, pero sería una cabronada por mi parte impedir que un millonario que te los quisiera dar te los diese, ¿no? Pues aplíquese esta lógica a la contracepción y el control de la natalidad. No hay obligación de tener todos los hijos que vengan. Si un hijo más puede crear un problema grave a una familia puede no actuar si esto evita tenerlos. Es decir puede regular las relaciones sexuales para no tenerlas en periodos fértiles. Métodos pasivos. Es como si yo no te diese a ti un millón de dólares. Pero no puedo actuar para evitar una vida. Es como si yo convenciese al millonario de que no te diese el millón. Métodos activos. Muy distinto es el caso de una enfermedad. La enfermedad, al contrario que la vida, es un mal y es, por tanto, lícito actuar para evitarlo de la manera más eficaz posible, siempre que esa actuación no cause un mal mayor. Pero una vida es un bien, no es una enfermedad, aunque a veces sea duro tener un hijo, y por eso sólo se puede intentar evitar con métodos pasivos. Tampoco debemos olvidar que en muchas partes del 3º mundo un hijo, más que una boca que alimentar, son dos brazos para trabajar en la familia. Mis amigos misioneros de Kenia así me lo dicen. Otra vez aparece la doble moral del primer mundo en este tema. Un hijo es un mal terrible, hasta que se convierte en un derecho. Para muchas parejas del 1º mundo es una tragedia quedarse esperando cuando no viene bien y, de repente, de la noche a la mañana, es un derecho inalienable que, para conseguirlo, se puede recurrir a cualquier método. Pero esto es otro tema.
Se suele decir que los métodos pasivos son menos eficaces que los activos. No es verdad. Lo que sí requieren es una cierta dosis de sacrificio, que si se actúa inteligentemente tampoco es demasiado. Pero, claro, la palabra sacrificio es tabú para el 1º mundo. Los preservativos, la píldora, el DIU y cualquier otro método activo que se quiera tiene fallos y, si se usan sin saber, muchísimos. Las misioneras de la caridad en su programa de control de la natalidad consiguen porcentajes de éxito espectaculares mediante el seguimiento de los periodos fértiles, en lo que se ha avanzado, como en otros campos de la ciencia, muchísimo. Pero la propaganda de la cultura imperante prefiere ridiculizar los métodos pasivos. ¿Por qué? En primer lugar porque los métodos pasivos no producen beneficios y los activos sí. Que se lo pregunten a la industria farmacéutica. Y, en segundo lugar, porque los métodos activos son fáciles tranquilizadores de conciencias. Que se repartan preservativos o píldoras anticonceptivas en el 3º mundo. Si luego no se saben usar, ¡ah! ¡se siente! También mis amigos de Kenia me dicen los fracasos de estas entregas masivas. Los métodos pasivos requieren, por parte de quien enseña a usarlos, dedicación y cariño, que es lo que dan los grupos cristianos que promueven su uso.
El último párrafo de tu entrada en el blog me remite otra vez a lo que puede o no puede demostrar la ciencia. La ciencia no puede demostrar cómo debe vivir cada uno la religión. Eso queda a la conciencia de cada uno y en eso, la ciencia no tiene nada que decir, ni puede demostrar que no hay dogmas de fe. La religión debe proclamar cómo cree que hay que vivir para ser más feliz y lo de vive como quieras y haz lo que quieras, hace mucho que ha demostrado no ser la piedra filosofal de la felicidad. No creo que nuestro primer mundo sea uno en el que abunda la felicidad. Eso sí, la religión debe ser capaz de razonar sus normas morales o, al menos, intentarlo, como yo acabo de hacer. Pero lamentablemente, pocos quieren escuchar. Es socialmente más agradable dejarse llevar por las consignas del pensamiento políticamente correcto. Desde luego, la religión no debe imponer la forma de vivir que anuncia.
Una última cosa. Cuando la ciencia actúa sin sujetarse a ninguna norma ética, suele acabar en un infierno. La historia lo ha demostrado en muchos casos. Te copio una decalración interesante de muchos premios Nobel.
DECLARACIÓN DE 12 PREMIOS NOBEL HECHA EN
ROMA EL 22 DE DICIEMBRE DE 1980
NOVA SPES, Movimiento Internacional para la promoción de los valores y del desarrollo humano.
J. Dausset Medicina Francia
C. de Duve Medicina Bélgica
L. Eccles Medicina Austria
F. O. Fischer Química Alemania
L. R. Klein Economía U.S.A.
H. A. Krelos Medicina Gran Bretaña
F. A. von Hayek Economía Gan Bretaña
S. Ochoa Medicina España
I. Pricogine Química Bélgica
C. H. Townes Física U.S.A.
M. F. H. Wilkins Medicina Gran Bretaña
R. S. Yallow Medicina U.S.A.
“Nosotros, ganadores del premio Nobel, compartimos con Alfred Nobel su preocupación por que la ciencia sea beneficiosa para la humanidad.
La ciencia ha proporcionado grandes bienes y nosotros esperamos que continúe proporcionándolos en adelante.
Sin embargo, el conocimiento científico se ha aplicado en ocasiones de forma absolutamente indeseable, como en la guerra, por ejemplo, al tiempo que su utilización para fines buenos puede tener efectos secundarios inesperados que no son deseables.
Además, la soberbia intelectual que la ciencia ha proporcionado ha cambiado, la idea que la humanidad tiene de sí misma y de su lugar en el universo, lo que ha llevado a los seres humanos a un empobrecimiento espiritual y a un vacío moral.
Creemos que los científicos deben tener una especial sensibilidad ética y estamos deseosos de derribar la tradicional barrera –o incluso oposición– entre la ciencia y la religión.
Las Iglesias, sin duda, pueden desempeñar un papel importante en el intento por conseguir este objetivo; y en particular reconocemos que la Iglesia católica está en una situación única para aportar una orientación moral a escala mundial.
Por consiguiente, acogemos muy gustosos la oportunidad que nos ha brindado Nova Spes de reunirnos para estudiar la situación de la ciencia en nuestra cultura y agradecemos vivamente la disponibilidad de Vuestra Santidad para tratar con nosotros los problemas de la humanidad a la luz de la ciencia moderna”.
Hoy en día, a las guerras que se mencionan en este comunicado, habría que añadir la muerte masiva de fetos y embriones humanos.
Perdona, Felipe, el rollo, pero como te decía al principio, del contraste de pareceres sale la luz. Tú mismo me dices en tu mail que el tema da para mucho más, pero que puede ser el comienzo. Pues este es mi siguiente jugada.
Gracias por hacerme esos comentarios.
Un saludo.
Tomás
19 de julio de 2007
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