Como tengo dos comentarios a distintas entradas, una de Juan Luis y otra de “g”, agrupo las respuestas en un solo post.
1º Juan Luis me escribe, en relación a "El camino hacia la posmodernidad y el nuevo renaci...":
Tomás. Magnífico. Sólo dos comentarios.
Tal y como lo has descrito pareciese que todo el maremágnum de ideas de la posmodernidad cristalizase en el nazismo y el comunismo y, a partir de ahí, se disolviese en una sociedad débil, como una ola de mar que tras alcanzar la plenitud de su poder, rompiese contra una costa, dejandola llena de sal, infecunda y estéril. ¿Es esa la idea que quieres transmitir? Por otro lado, ardo en deseos de que nos expliques las líneas del pensamiento realista que propone una esperanza. Unos autores clave, unas líneas maestras. Entiendo que la perspectiva histórica no es suficiente para juzgar a unos y a otros, pero dinos ¿dónde están actualmente, en nuestro tiempo, los intelectuales que sostienen la antorcha de la esperanza?Insisto en recomendarte El Hombre Eterno de Chesterton. Su análisis sobre las "cinco muertes del cristianismo" te va a encantar... (y sólo es uno de sus 14 magistrales capítulos)
Saludos!
Le contesto:
Querido Juan Luis:
Gracias por tu asiduo seguimiento de tadurraca y por tus elogios. Por supuesto que compraré y leeré el hombre eterno de Chesterton. Siempre es una delicia leer a Chesterton.
Yo creo que el desencanto empezó antes, cuando la 1ª Guerra mundial dio la puntilla al mito del progreso benéfico, continuo y asegurado. Las ideologías totalitarias aprovecharon el desencanto y trajeron muerte y desolación. A partir de ahí viene la ola rota de la infecundidad. Pero si he transmitido que por ser una ola débil y desencantada y desesperanzada es una ola poco poderosa, algo he hecho mal. Es una ola que tiene por debajo remolinos de nada y de vacío que hunden todo lo que pillan. Y lo que se hunde puede resurgir, destrozado, en forma de nuevos totalitarismos más “imaginativos”.
Afortunadamente, ese tocar la nada también ha generado una reacción. Permíteme que no te diga nada todavía. Intriga. Espero que cuando lo leas, no te decepcione.
Un abrazo.
Tomás.
Por otro lado “g” me dice respecto a mi entrada "Darwin sí, pero sin ser más darvinistas que Darwin...":
Si resultare que soy una mutación después de todo...
Vaya..., al final habrá que creer a Einstein con eso de "Dios no juega a los dados". ¿No? Resulta que el Diseñador finje jugar a los dados para pasar desapercibido. Y el tema sería preguntarse: ¿y yo? ¿yo soy una mutación provocado o una dejada al azar? Habría que preguntárselo a los super-darwinistas.
Le contesto:
Anatole France dijo una frase que a mí me llamó mucho la atención cuando la leí. Dice así: “El azar es el pseudónimo de Dios cuando no quiere firmar”. Creo que tiene razón. Dios quiere dejar en la Creación suficientes huellas para que le descubramos, pero no una firma indeleble que nos “obligue” a creer en Él. Creo que lo hace para respetar nuestra libertad. Y creo que se vale del azar para “enmascarar” su firma. Creo que juega a los dados, pero con dados trucados. Por eso en un libro que escribí hace ya muchos años, le di el titulo (al libro y a Dios, y pido disculpas por la osadía) de “El Señor del azar”.
Querido g, creo que tú y yo, en nuestro cuerpo somos fruto no de una mutación, sino de miles de millones. Pero también creo, como comentaré en otros artículos, que algunas, las justas, no son al azar, sino guiadas para que el cuerpo del hombre llegase a ser como el de Cristo, prefigurado por Dios antes de la creación del mundo, como nos dice san Pedro en su 1ª carta 1, 20. El alma es punto y aparte. Esa no viene de ninguna mutación. Esa nos la ha dado Dios, a ti y a mí, para que hagamos con ella su Voluntad.
En fin, esto no pasa de ser una elucubración (lo de los dados, no lo del alma), pero es estimulante elucubrar dentro de la ortodoxia.
Un abrazo y gracias.
Tomás
7 de mayo de 2008
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