31 de marzo de 2020

Parece que empezamos a ganarle la guerra al coronavirus


Efectivamente. Yo diría que estamos como Churchell en mayo del 42, en un claro punto de inv¡flexión de nuestra guerra, después de un oscuro tunel.

Porque hay dos buenas noticias.

La primera, que por 5º día consecutivo tras el 25 de Marzo, el número de infectados de cada día es menor que el de ese día. La serie es:


                                25-III         26              27           28              29               30
Infectados día           9630         8271        7933      7516           6875          7846

O sea que parece que esto se aplana. Dentro de poco (o de mucho, cuando al final el gobierno consiga comprar kits de test fiables) veremos estas cifras dispararse pero no serán comparables. Simplemente, al hacer test a más gente, habrá más casos que ahora no se detectan. De hecho un estudio del Imperial College sitúa em número real de infectados en España de entre 1,5 y 19 millones (joder, qué precisión). Es posible, pero eso quiere decir que hay muchísimos asintomáticos o leves, que ahora no se detectan. Por supuesto, cuando se hagan más test, el ratio de mortandad bajará. Pero, de momento, estas cifras son comparables.

El número de muertes también estaba estabilizado desde el 25-III, pero ayer sufrió un repunte:

                                25-III         26              27           28              29               30
Infectados día            839           718            773        844            821            913

Pero hay que considerar que el número de muertes sigue al de infectados con un retraso de unos 17-15 días.

O sea que, parece que estamos llegando al pico. A partir de ahora, si es así, ¡¡¡¡hacia la victoria!!!!

La segunda buena noticia es respecto a la crisis económica que pueda derivarse de esta pandemia.

He recibido un informe de las perspectivas del impacto del coronavirus en la economía española, realizado por FEDEA (Fundación de Estudios De Economía Aplicada) y el departamento de research del BBVA en colaboración con la Universidad de Valencia. El resultado es tan bueno, que estoy tentado a no creérmelo. Pero los que han hecho el estudio son gente tan seria que no puedo por más que aceptar sus resultados. Conozco profesionalmente a Rafael Doménech, del departamento de research del BBVA y su prestigio y capacidad me ofrecen las máximas garantías. No conozco a J. E. Boscá ni a J.Ferri, de FEDEA, pero estoy seguro de su altísima competencia. Pero vamos al grano. Por supuesto que os mando el link a la fuente, para que podáis verlo por vosotros mismos.



Pero voy a hacer de spoiler y daros los resultados finales para evitar el suspense. El resumen de todo se puede ver en el gráfico 14 de ese estudio y en particular en el de arriba a la izquierda, que muestra la diferencia entre el PIB esperado en ausencia de coronavirus y el esperado con el coronavirus, sin ayuda del estado y con ayuda del mismo. También es importante el gráfico de abajo a la derecha que muestra el incremento sobre el Déficit Público por las acciones propuestas para la mitigación de los efectos económicos. También merecen la pena el gráfico 6 en el que se dan los resultados de un stress test para el caso de un endurecimiento de las hipótesis de partida. El modelo estresa tresvariables: a) una mayor bajada en la confianza del consumidor, b) un retraso en el fin del confinamiento y c) un empeoramiento mayor en el uso de los recursos productivos. Es posible que se pueda dar cualquiera de ellos por separado, pero los tres a la vez es altamente improbable. Sin embargo yo he estimado el escenario de que se diesen los tres elementos de estrés de forma SIMULTÁNEA, lo que es muy improbable. Pues bien, los resultados se expresan en el siguiente cuadro.

Trimestres de 2020
Año
2021
Caída del PIB sin ayudas*
5%
14%
2,5%-3%
2,5%
 6,1%
¿?
(1) Caída del PIB con ayudas*
4%
7,5%
-2,5%
0%
2,3%
0%
Si en (1) se diesen
SIMULTÁNEAMENTE los 3 factores de empeoramiento
8%
20,5%
5,5%
4%
8,8%
ND
Aumento Déficit s. PIB con ayudas**
1%
8%
4-5%
0%
3,4
ND
*
* Indica en que porcentaje el PIB será menor de el que habría sin coronavirus. Por tanto, cuando este número es negativo es que el PIB será mayor del que habría sin coronavirus.

** Indica cuánto mayor sería el crecimiento del déficit público con las ayudas del Estado de lo que sería sin coronavirus.

Es decir que en el escenario base, con las ayudas del estado que están en marcha, en el segundo trimestre el crecimiento del PIB sería un 14% menor del estimado antes de la crisis del coronavirus, pero ya en el tercer trimestre el crecimiento del PIB, con los estímulos, sería superior al estimado antes de la crisis y en el cuarto trimestre sería igual. En el conjunto del 2020 esto supondría un crecimiento un 6,1% menor del que se estimaba para todo 2020, antes del coronavirus. Si mi memoria no me falla, las estimaciones de crecimiento para el 2020 antes del coronavirus estaban en un entorno del 1,6-1,8%. Por tanto, estaríamos hablando de una caída del PIB del 4,5-4,3% en el escenario normal, para volver a tomar en 2021 la misma senda de crecimiento esperado antes del coronavirus. En definitiva, un perfil de V con una recuperación total bastante rápida. El estudio concluye:

“A cambio de un coste elevado en términos de aumento del déficit público (de unos 3,5 pp del PIB con respecto al escenario sin pandemia) se reduce a menos de la mitad la disminución del PIB en el segundo trimestre, facilitando el rebote de la economía en la segunda mitad del año y la recuperación en V de la producción”.

¿Demasiado bueno para ser cierto? Podría pensarse, si no fuese por la capacidad y competencia de los autores del estudio. De todas maneras, la economía es cualquier cosa menos una ciencia exacta, por lo que habrá que esperar y ver cruzando los dedos.


Parece que la guerra se está decantando a nuestro favor. ¡¡¡¡Seamos Churchills cada uno de nosotros!!!!



30 de marzo de 2020

¿Será el coronavirus el fin de nuestra civilización?


Recibo de un buen amigo, a través de WA, el siguiente texto, que transcribo tal cual.

Hola amigos.

Necesito desfogarme y compartir un pensamiento que me viene  a la cabeza estos días de reclusión forzada, a saber:

No me estoy volviendo loco con el confinamiento pero me asalta una duda y quiero compartirla.

En el siglo 3-4 de nuestra era cayo el imperio romano y la civilización entró en un gran cambio, convulsión que duró casi hasta la Edad Media y siguientes..

Otomanos, Barvaros, bizantinos.... Las cruzadas, guerras por los territorios, enfermedades, minería, la religión y el control por el poder de las gentes...

Constantino tomó un poder enorme impulsó el cristianismo y acabo con un modelo imperante...

Pregunto:

¿Esto que estamos viviendo puede ser un cambio de era, de civilización?

La nuestra la occidental actual aprox 3000MM estamos confinados, asustados y mirando hacia no se donde porque no hay nada.,,, se puede producir y se replantea su modelo de vida y podemos entrar, occidente (atencion no oriente),en una nueva manera de entender las condiciones de vida, en donde se produce una vuelta a los entornos rurales? En definitiva estamos en puertas de un gran cambio donde el control sobre las personas sea más intenso y el mundo se seccione de forma abrupta en ricos, muy ricos y la inmensa mayoría en pobres?

Me gustaría tener la posibilidad de hablar con algún filósofo, historiador, pensador con amplias miras que pudiera encontrar un hilo conductor o por el contrario desechar de plano pero con razonamientos este asunto.

La tecnología, la economía, la Salud y en general las condiciones de vida de esta, la nuestra civilización han sido extraordinarias y quizás por ello nos hemos vuelto TODOS confiados, cómodos y con derecho a....

A lo mejor alguno de vosotros piensa que el progreso está escrito pero yo también pienso que no aprendemos de los errores y ahí están...

Abrazos

Y, al hilo de esta angustiosa pregunta desgrano alguna reflexión. Por supuesto, es una reflexión no conclusiva.

No es imposible que la civilización occidental caiga como cayó el Imperio Romano, pero si eso ocurre, no será por lo que está pasando ahora, por el coronavirus. Tal vez sea conveniente que haga un circunloquio para hablar de Arnold J. Toynbee y su monumental obra “El estudio de la historia”.

Es una obra de 14 tomos, que un intelectual inglés, D. C. Somervell, resumió en tres tomos de 500 páginas cada una y que un servidor, tras leer estas 1.500 páginas varias veces, digerirlas y aprehenderlas ha resumido a su vez en dos versiones: una de 71 páginas con otras 61 de apéndices-elucubraciones y otra, más destilada, de 31, sin paja. Por supuesto, si alguien quiere cualquiera de mis versiones, no tiene más que pedírmelas. Pero ahora me dispongo a resumirla en unas líneas, para seguir después con mis reflexiones ante la pregunta de mi amigo.

“El estudio de la historia” no es un libro de historia en el que se narren, más o menos ordenadamente y con más o menos hilación de causa a efecto, la historia de un pueblo, una nación o la humanidad. No. Es un análisis de por qué nacen, por qué se desarrollan y crecen, por qué colapsan y por qué mueren las civilizaciones. Y lo que hace Toynbee para contestar a estas preguntas es aplicar el método empírico. Primero hace un censo de las 21 civilizaciones que según él han existido en la historia de la humanidad. A continuación busca de forma inductiva lo que tienen en común en su nacimiento, desarrollo y muerte todas esas 21 civilizaciones. Y, sin una idea a priori, se deja llevar por el factor común que saca, para cada fase, de cada una de las civilizaciones. Su libro está lleno de miles de ejemplos comparativos que ilustran su tesis. No he leído el libro original, pero Somervell respeta muchos de esos ejemplos, por lo que su compendio, que es el que yo he leído, sigue siendo denso. Mis resúmenes, explican la tesis, pero casi desnuda de ejemplos, de ahí su brevedad. El De las 21 civilizaciones, Toynbee afirma que sólo están vivas la Cristiana Occidental[1], la Cristiana Oriental, representada por Rusia y la Europa del Este[2], la del Lejano Oriente, con sus variantes china y japonesa, la Hindú y la Islámica. Y de estas, todas menos la Cristiana Occidental, aunque vivas todavía, ya han sufrido el colapso y, duda de si la Cristiana Occidental lo habría sufrido ya cuando escribió su libro.

No diré nada sobre la causa del nacimiento de las civilizaciones según Toynbee, pero sí diré unas palabras sobre su desarrollo, su colapso y su muerte. Según Toynbee, las civilizaciones se desarrollan a base de que, como fruto de ese mismo desarrollo, se le van planteando lo que él llama incitaciones, que podrían llamarse retos, que la civilización resuelve satisfactoriamente, para que vuelva a aparecer una nueva incitación a la que dar respuesta. Y así sucesivamente una y otra vez. A base de dar respuestas positivas a sucesivas incitaciones, la civilización va desarrollando lo que Toynbee llama un “estilo”. La civilización colapsa precisamente cuando se encalla en dar respuesta a una nueva incitación. Si no es capaz de encontrarla, se produce el colapso que lleva hacia la muerte. El intervalo entre el colapso y la muerte puede ser muy largo e, incluso, parecer que la civilización está en una fase de brillantez, pero es una impresión engañosa, como el canto del cisne. Toynbee no es en modo alguno determinista, como sí lo es Oswand Spengler, como buen alemán, en su libro “La decadencia de Occidente”. Toynbee cree en la libertad humana y en que el hombre, en el uso de esa libertad, siempre puede dar un tour de force al destino y cambiar su rumbo. Pero, cuanto más avanza en el colapso, más difícil será este tour de force. Para Toynbee, una civilización en su fase de desarrollo es invencible por cualquier amenaza externa, sea esta un enemigo aparentemente más fuerte o, como en este caso, un virus. Y así lo muestra en cantidad de ejemplos de civilizaciones que están claramente en desarrollo y superan pruebas aparentemente invencibles. Sólo diré uno de esos ejemplos. En sus inicios, la pujante civilización Helénica, la progenitora de la Civilización Cristiana Occidental, parecía sentenciada en su enfrentamiento con la poderosa pero colapsada civilización siríaca, representada en ese momento por el Imperio Meda. Son las que ahora llamamos guerras médicas (por librarse contra los medos, no por tener nada que ver con los médicos). Cualquier observador externo de ese momento histórico hubiese apostado sin vacilar a que los medos acabarían con los griegos en un abrir y cerrar de ojos. No fue así. Los medos salieron con el rabo entre piernas y, siglos más tarde, Alejandro Magno destruiría por completo al Imperio Persa, sucesor de los medos. Sin embargo, cuando la civilización está colapsada, cualquier golpe externo, la derrumba, porque ya está muerta por dentro y sólo le queda la fachada que, por brillante y grandiosa que pueda parecer, es un castillo de naipes. El Imperio Romano, último bastión de la civilización Helénica, sucumbió a las invasiones bárbaras porque en el siglo V ya estaba podrido por dentro, no por la fuerza de los bárbaros. El propio Toynbee da una larga explicación, soportada con muchos ejemplos, de síntomas que pueden indicar si una civilización ha sufrido ya colapso o no. Síntomas que no voy a explicar aquí, porque son prolijos y largos. El que quiera saber, que vaya a Salamanca. Tiene cuatro opciones: la primera, leer los 14 tomos de Toynbee. La segunda, leer el compendio de Somervell. Estas dos opciones son complicadas porque tanto la obra original de Toynbee como el compendio de Somervell son muy difíciles de encontrar y muy largos de leer. La tercera y la cuarta son leer alguno de mis resúmenes; el largo o el corto. Pero tal vez el signo que más significativo para saber si una civilización ha sufrido colapso es que desprecia el “estilo” que ha ido creando durante su etapa de desarrollo, produciéndose en el interior de cada persona lo que Toynbee llama un “cisma en el alma”. Puede llegar incluso a aborrecer lo que un día fue su “estilo”. Fin del circunloquio.

Así las cosas, la pregunta es: ¿Había colapsado ya la civilización occidental antes de la aparición del coronavirus? Si la respuesta es , entonces, este brote de coronavirus puede ser el tiro de gracia. Pero si le respuesta es no, entonces sabremos responder cómo civilización a esta pandemia, como lo han hecho otras civilizaciones ante amenazas externas en muchas ocasiones. Y, ¿cuál es la respuesta a esa pregunta? No lo sé. Como he dicho antes, el propio Toynbee no acaba de decantarse sobre si la civilización Cristiana Occidental ha entrado en colapso o no. Y si él no se siente capaz de hacerlo, yo menos. Pero sin entrar en la complejidad del análisis de las causas hecha por Toynbee, diré algunas cosas que muestran la ambivalencia en la que se encuentra la civilización Cristiana Occidental.

En el lado negativo, diré que creo que desde hace tres siglos la civilización Cristiana Occidental ha traicionado su “estilo”. La modernidad, como pensamiento filosófico, y su prolongación, la posmodernidad, son una clara traición a ese “estilo”. No voy a extenderme tampoco aquí sobre esto. Una vez más, a quien quiera saber cómo se ha producido esa traición, le invito a leer “El camino a la posmodernidad y el nuevo renacimiento”, que escribí hace años y que también mandaré a quien le interese. La búsqueda de la verdad con la razón era una de las marcas de ese estilo. Hoy en día, la razón, oh paradoja del racionalismo, a sido sustituida por el sentimiento y la verdad es despreciada, cuando no odiada, y sustituida por la “verdad” subjetiva de cada uno. A eso se le ha dado en llamar la “posverdad”. Otra seña de identidad de ese “estilo” eran los valores cristianos. También este aspecto del “estilo” de nuestra civilización está siendo repudiado. Baste ver cómo en el fallido borrador de la constitución europea se omitía de forma consciente cualquier mención al cristianismo como una de las raíces de nuestra civilización. Ciertamente, nuestra civilización está imbuida de valores cristianos, pero vaciados de su base cristiana. Y sin esa base que es su fundamento, esos valores son tan sólidos como un castillo de naipes. De hecho ya se han derrumbado en varios sitios como el aborto o la eutanasia. Pero tal vez lo más grave sea que por una combinación de muchas cosas, demasiadas personas de nuestra civilización han –o hemos– entrado en una especie de convencimiento de que todo nos es debido y de que tenemos una especie de derecho, no escrito en ningún sitio, a lo que otras generaciones han conseguido para nosotros. Nada menos cierto, nada más anestésico y nada más peligroso. Estas cosas pueden ser parte de ese “cisma en el alma” y enterramiento del “estilo” de nuestra civilización.

Sin embargo, en el lado positivo podemos colocar la victoria de nuestra civilización contra los dos horrores ideológicos del siglo XX: El nazismo y el comunismo. En 1940 nadie hubiese apostado por la derrota del nazismo y en los años 60 parecía que el comunismo podía acabar dominando el mundo. La civilización Cristiana Occidental derrotó a ambos. Pero mientras el nazismo ha quedado reducido a una panda de marginados sociales, el comunismo todavía está dando coletazos por el mundo, incluso dentro de los países más representativos de nuestra civilización y, desde luego, aunque de manera subrepticia, en la mente de muchos probos ciudadanos de esos países que jamás dirían que tienen un ápice de comunismo en su mente, pero tienen muchas de sus ideas imbuidas de manera casi inconsciente. También la civilización Cristiana Occidental ha acabado con la esclavitud y, hoy en día, el racismo está en claro retroceso.

Sería largo, y no sé si muy útil, seguir considerando datos a favor o en contra. Pero, también podría ser –y esa es mi esperanza– que esta amenaza del coronavirus sea un aldabonazo que despierte las conciencias, que nos saque del sopor, que nos haga darnos cuenta de que no podemos dar nada “for granted” y, tal vez así, hacernos capaces de dar respuesta a tantas incitaciones a las que no parece que estemos siendo capaces de dar respuesta. Si es así, el coronavirus no solamente no acabaría con nuestra civilización, sino que sería un revulsivo para la misma que la hiciese reaccionar y la rejuveneciese. ¿Cómo? No sé. ¿Hacia dónde? No sé. Una de las señas de identidad que Toynbee da para una civilización en desarrollo es que su luz irradia hacia todos los pueblos que la rodean de forma que éstos, lejos de querer acabar con ella, lo que desean es integrarse en ella. Tal vez si despertamos, si reaccionamos, si rejuvenecemos, podamos irradiar esa luz hacia otras civilizaciones, como hemos hecho, no sin sombras, es cierto, en el pasado.

La respuesta no vendrá dada por ningún estado, aunque los estados y las organizaciones supraestatales puedan ayudar. Vendrá de la libertad individual y libremente colectiva al mismo tiempo de millones de personas entre las que nos contamos todos nosotros. Vendrá, si viene, de la mano de lo que Toynbee llama las “minorías creativas”, a las que también alude, como lector de Toynbee que a buen seguro es, el Papa emérito Benedicto XVI. Acabo por tanto con una frase del entonces, en 1939, cardenal Eugenio Pacelli, más tarde Papa Pío XII, que se refería, precisamente, a los enfrentamientos de nuestra civilización con el nazismo y el comunismo:

“Doy gracias a Dios cada día por haberme hecho vivir en las circunstancias presentes. Esta crisis, tan profunda y universal, es única en la historia de la humanidad. El bien y el mal se han enfrentado en un duelo gigantesco. Nadie tiene, pues, derecho a ser mediocre”.

Nadie. Nosotros tampoco en esta situación. Seamos, sin saberlo –o sabiéndolo– una “minoría creativa”. El primer paso hacia el tour de force que revierta el colapso, si es que se ha producido, es ser conscientes de lo cerca que podemos estar del precipicio. Y si ese colapso no se ha producido, alejémonos de él. Seamos lúcidos. Positivamente lúcidos. Optimistamente lúcidos. Activamente lúcidos.

P.D. No veo para nada que esto pueda llevar a una vida más rural. Eso puede parecer muy bucólico y puede que esté bien para los hobbits, pero si no queremos irnos a la mierda de verdad, hay que seguir produciendo “pan” para miles de millones de personas y eso, con la vida rural… Y eso, aunque la palabra no esté de moda, se llama capitalismo. Que, por cierto, es una de las marcas de “estilo” de la civilización occidental y que no ha parado de multiplicar ese “pan” y hacer que más y más gente tenga acceso a él. Y de ninguna manera lleva a que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Al contrario, ha llevado, y seguirá llevando, a que disminuya la pobreza en todo el mundo. Es la increíble máquina de hacer “pan”. Aunque no sólo de “pan” viva el hombre.


[1] Toynbee se declara agnóstico, pero no por ello deja de darse cuenta de que en la raíz de la civilización occidental está el cristianismo y por eso la llama Cristiana Occidental.
[2] Toynbee terminó de escribir “El estudio de la historia” en los primeros años 70 del siglo pasado, cuando todavía el comunismo dominaba en esa parte de Europa. Ve el comunismo como un dogma cristiano corrompido del que se ha extraído a Dios, ve que eso tiene relación con el giro dado por el cristianismo en el imperio bizantino –no por cuestiones dogmáticas, sino por la sujeción del cristianismo al poder en ese imperio bizantino–, y predice con claridad su hundimiento.  Murió en 1975, por lo que no pudo ver el éxito de su predicción. Pero seguro que, a pesar de la caída del comunismo en Rusia, seguiría considerándola como la civilización Cristiana Oriental.

27 de marzo de 2020

Y, tras el coronavirus, con la economía, ¿qué?


La crisis del coronavirus está siendo durísima. Pero sobre ella planea, además, una ominosa sombra: ¿Entraremos tras ella en una durísima recesión como la de 2008 o tal vez peor? Se habla de tres posibilidades bautizadas con el nombre, yendo de optimista a pesimista, de V, U y L. ¡Si tras la tragedia en vidas, viene la tragedia económica…! Antes de seguir quiero decir una cosa. Cuando hablamos de las dos tragedias, no comparamos sólo vidas con dinero. Comparamos sobre todo vidas con vidas y sufrimiento con sufrimiento. Porque una durísima recesión económica causa muertes y mucho sufrimiento. No se trata de comparar si más o menos que las producidas por la enfermedad, paro sí de decir que comparamos manzanas con manzanas, no manzanas con “materialista” dinero. La economía no es cifras, es calidad de vidas humanas y vidas en sí mismas. Lo que pasa es que las víctimas del coronavirus se cuentan y salen en los periódicos y las de una recesión económica son anónimas y no numerables. Con esto aclarado, sigo.

En realidad, la disyuntiva V, U o L es una disyuntiva falsa. Si la enfermedad se controla pronto y lleva a un rápido final del confinamiento dará, sin duda, una V. Pero si se alarga el proceso, la V podría empezar a mutar a U. No de golpe, sino por un paulatino proceso en el que el fondo de la V se va redondeando y ensanchando. Y, si dura más, en un momento dado, además de ensancharse el fondo de la U, hasta parecer una curva en bañera, su lado derecho, el ascendente, cada vez sube más lentamente y a menos altura, hasta que se transforma en L. ¿Qué pasará? Estoy convencido –con el convencimiento que un pobre ser humano puede tener cuando intenta escrutar el futuro– de que será una V. Y mi convencimiento nace, no de un optimismo buenista. Tampoco de la aplicación de sesudos estudios econométricos que sería incapaz de hacer. Nace de una comprensión general del funcionamiento de la economía y de una mirada histórica con perspectiva. Ahí voy.

Creo poder afirmar que ninguna crisis económica ha venido por causa de un desastre. La inmensa mayoría de las crisis, si no todas, nacen del estallido de una burbuja. No me extenderé mucho en ello, pero ahí van unas pinceladas.

La primera guerra mundial duró 4 años y causó cerca de 30 millones de muertos entre soldados y civiles y fue seguida por la mal llamada gripe española[1] que causó otros 30 millones de muertos. Pues bien, poco después de acabar la guerra empezó una rápida recuperación económica que dio lugar a los llamados “locos años 20”. En esos años lo que se gestó fue una inmensa burbuja que acabó en la terrible crisis del 29. Ciertamente, la curva de la economía en esos años se pareció a una U, con una base muy ancha, es decir, a una bañera. Pero esa bañera tuvo esa forma por la larga duración de las catástrofes encadenadas. Sin embargo, la subida fue rápida y superó pronto en altura al punto anterior a la guerra.

La Segunda Guerra Mundial fue todavía más catastrófica. Produjo entre 50 y 60 millones de muertes. Y también la recuperación fue rápida. Cierto que hubo un plan Marshall pero, ¿alguien piensa que no va a haberlo ahora? De hecho, ya está en marcha. No quiero entrar en las consecuencias económicas y políticas que pueda tener el inmenso gasto que los Estados van a hacer en este nuevo plan Marshall. Eso es otra historia. Además, en contra de las guerras y la gripe española, está que éstas afectaron a los jóvenes y, la gripe del 18 en especial, a los niños. Por supuesto, todas las vidas valen lo mismo, pero no cabe duda que el efecto en la economía –y en el sufrimiento– de la pérdida de la juventud y la infancia es mucho más dura.

Todo esto se puede ver de una manera extraordinariamente clara en el siguiente vídeo. Cuatro minutos sin desperdicio.


En un nivel mucho más local, México, el país que más sufrió la epidemia de gripe aviar de hace unos años, tuvo uno o dos trimestres con un PIB negativo para recuperarse del todo tres trimestres más tarde. Ese año tuvo un PIB menor, claro, pero al año siguiente se había recuperado.

Si nos remontamos a la terrible peste negra del siglo XIV que mató a un tercio de la población de Europa, sus consecuencias fueron, según el historiador español Luis Suarez y los americanos James Robinson y Daron Acemoglu[2], la desaparición de la servidumbre de la gleba.

En cambio, la tremenda crisis de la que acabamos de salir o estamos saliendo ahora fue también, como la del 29, causada por una burbuja, no por ninguna catástrofe. Esta crisis cogió a un sistema bancario débil (en España a las Cajas de Ahorro) y sujeto con alfileres, unido a un consumo y endeudamiento desenfrenados. Hoy, el sistema bancario está enormemente más sólido que en 2008, por lo que no sólo no será parte del problema, sino que será parte de la solución, y el endeudamiento empresarial ha disminuido mucho, aunque no lo haya hecho el estatal en la misma medida.

Capítulo aparte sería la otra gran crisis del siglo XX, la de 1973. Esa fue causada por el precio del petróleo, que se disparó por el cartel de la OPEP y el mundo no estaba preparado para esa subida. Pero en este momento, el precio del petróleo está más bajo que nunca, aunque es seguro que cuando acabe la crisis vuelva subir, pero ya habrá pasado lo peor.

Ahora viene mi explicación basada en el conocimiento general y de sentido común de la economía. He dicho que no voy a hacer, porque no sé hacerlo, ningún estudio econométrico. Por tanto, que nadie sea excesivamente severo con mi explicación, más basada en imágenes que en sesudos razonamientos.

Las crisis causadas por burbujas se podrían comparar a un jarrón que se cae y se rompe en añicos. Reconstruirlo es enormemente difícil. Voy a ser más drástico y voy a usar mi vieja comparación, que tantos éxitos me produce como docente, del globo de mierda. Una burbuja es como un globo en el que se va metiendo la mierda acumulada de muchas cagadas económicas. El globo se hincha y se hincha, sin que aparentemente ocurra nada, hasta que, de repente, explota con las consecuencias que una explosión semejante pueda tener. En cambio, una catástrofe es comparable a un globo hinchado que se mete en un barreño lleno de agua hasta el borde. El globo desplaza el agua y ésta se desborda, pero cuando se saca –o cuando explota, si se quiere seguir hablando de explosiones– el agua vuelve a ocupar el espacio del globo y rápidamente, con una manguera, se vuelve a rellenar el barreño hasta el borde. Es cierto que se queda un charco de agua, pero ésta se recoge rápidamente con una fregona[3].

Indudablemente, habrá un pico de la V. En ese pico habrá paro. Y será duro, muy duro. Pero no es lo mismo un ERE que un ERTE. También habrá empresas que desaparezcan. Y también será duro. De este pico hablan los estudios económicos de los bancos cuando dicen que el PIB puede caer en cantidades en las que no se ponen de acuerdo, pero que son altas. Sin embargo, su difusión por los medios, que lo interpretan a su manera, es decir, mal, crea una alarma que, a mi entender, es injustificada. Se trata sólo del pico de la V. Pero la demanda estará ahí. Obviamente, no estará intacta. Los trabajadores que vuelvan de los ERTE’s sí volverán a tener capacidad de demanda. Pero los de las empresas quebradas, tardarán más. Pero, en cambio, habrá una demanda embalsada de los meses de espera. Un embalse de consumo e inversión pospuestos. Y, en consecuencia, la demanda crecerá mucho, y renacerán las empresas. Unas porque salgan de su hibernación y otras porque nazcan para llenar el hueco dejado por las que hayan quebrado. Así es la economía de libre mercado, fluida como el agua. “Be water my friend, be water”. No así las economías intervenidas, que son más bien pasta de dientes. Pero ea es otra historia en la que he dicho que no quería entrar.

Ya he dicho que mi convencimiento está limitado por la escasa capacidad que un pobre ser humano puede tener cuando intenta escrutar el futuro. Pero estoy razonable y racionalmente convencido de que será así. A veces hago previsiones sombrías de las que me gustaría equivocarme. Esta vez deseo con toda mi alma no equivocarme. Veremos. Y lo veremos pronto.


[1] La causa por la que se le llamó gripe española parece que fue porque al estar España en paz, por no haber entrado en la Gran Guerra, se hablaba de ella muchísimo más que en los países que acababan de salir de ella. Pero todo parece indicar que se inició en Haskell, Alemania
[2] “La Europa de las cinco naciones” del primero y “¿Por qué fracasan los países?” de los segundos.
[3] Por supuesto, cuando me refiero al agua derramada y recogida con una fregona, me refiero al efecto económico. Las muertes causadas por el coronavirus serán lloradas durante mucho tiempo.

25 de marzo de 2020

Un post cuádruple que creo puede ayudar a sobrellevar el confinamiento del coronavirus


Aprovechándome del confinamiento, abuso de mis envíos. El de hoy, además, cuádruple pero, al menos, son cortos. Y de los cuatro, dos van de monjas

El primero, en el cuerpo del texto, es la meditación de hoy de las Dominicas de Lerma, que pego a continuación.

El segundo es una oración de Edith Stein, santa Teresa Benedicta de la Cruz, que mando el documento

¡¡¡¡¡Olé por las monjas!!!!!

El tercero, como hoy es la anunciación de María, es un texto mío extraído de mi libro “El Señor del azar?”. No estaría mal, en el día de hoy, encomendar a María esta terrible plaga que nos ataca.

El cuarto es de... ¡agarraos! Jean Paul Sartre describiendo la Anunciación en su obra teatral Barioná.

Abrazo a todos y ¡¡¡¡¡feliz día de la Anunciación!!!! Sí, feliz a pesar de los pesares.

Ahí va el primero:

Olé por la monja!!!!!

Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

PROTECCIÓN EXTERIOR... E INTERIOR

Ayer me mandaron unas fotos de unos médicos con sus mascarillas, guantes, trajes... para estar en el hospital y protegerse del coronavirus. Por otro lado, me enviaron unas fotos de unos policías con gafas, mascarillas, guantes... Hoy ha venido el de la mensajería a por los paquetes de las pulseras, y también llevaba lo mismo. Todos llevan esto para protegerse del coronavirus, y tratan todo de una manera especial, porque todo lo que nos rodea es una situación especial y, por eso, necesita un trato distinto.

Cuando llegué a la oración y me puse a orar por todas estas personas, me daba cuenta de que la situación que estamos viviendo es especial, y por ello, también necesitamos nuestra protección. Porque estamos siendo bombardeados de muchísima información. Desde noticias, hasta actividades para hacer, encuentros virtuales.... cosas buenas. Pero el exceso nunca es bueno, porque siempre tiene la otra cara de la moneda. Y por ello me preguntaba si nos estamos protegiendo ante el exceso de información o, por lo contrario, nos cuelan todas.

Si no te cuidas, empezarás a estar más irritado, más impaciente, te saldrá mirar solo por ti, pasar de dialogar e ir a la tuya... Cada vez el amor estará más debilitado.

Por ello, hoy no te dejes llevar por el día: coge el día en tus manos y decide qué vas a leer, qué vas a escuchar, qué vas a ver. Porque Cristo no quiere que vivas estos días tirando y esperando a que pasen; Cristo quiere vivir estos días contigo en plenitud, y en esa información está Él: búscale, dedica tiempo a orar, a leer de Él, a conocerle más. Porque Él quiere protegerte y cuidar tu interior, pero necesita de tu libertad.

Hoy el reto del amor es decidir tres cosas que quieras hacer, donde cuides tu cuerpo y tu espíritu. Y si algo de lo que estás haciendo estos días te está dañando, sé valiente y di un no. Apuesta por la Vida.

VIVE DE CRISTO






Esta oración la escribió Edith Stein, desde el convento carmelita de Echt, en plena Segunda Guerra Mundial, poco antes de ser gaseada en Auschwitz. En la Primera Guerra Mundial, antes de su conversión y de hacerse carmelita, estuvo en un hospital de infecciosos, jugándose la vida. Pero ella sentía que su terrible esfuerzo era una gota de agua en un océano de horror y eso le hacía sentirse inútil a pesar de todo. Su enfoque en la Segunda Guerr Mundial, desde el convento, su enfoque cambia. He aquí su oración:

Los brazos del crucificado están extendidos para arrastrarte hasta su corazón. Él quiere tu vida para regalarte la suya.

El mundo está en llamas. Pero en lo alto, por encima de todas las llamas se eleva la Cruz para extender la Resurrección. El mundo está en llamas. ¿Deseas apagarlas? Abrázate a Cristo crucificado. Desde el corazón abierto brota la Sangre del Redentor. Ella apaga las llamas de todo infierno.

Deja libre tu corazón a Dios; en él se derramará el Amor redentor hasta inundar y hacer fecundos todos los rincones de la tierra.

Oyes el gemir de los heridos, oyes la llamada agónica de los moribundos... oyes el gemir de cada hombre en el corazón de Cristo. Te conmueve el dolor de la humanidad y deseas aliviar, abrazar y curar sus heridas más hondas.

Abraza al Crucificado.  Si estás esponsalmente unida a Él, en ti está su Sangre. Unida a Él estás omnipresente como Él.

En el poder de la Cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción y esperanza. A todas partes llevas su amor misericordioso, en todas partes derramas su preciosísima Sangre que alivia, redime, santifica y salva.

¿Quieres sellar para siempre esta alianza con Él?

¿Cuál es tu respuesta?

Señor, ¿a quién vamos a seguir? Sólo Tú tienes palabras de Vida Eterna.

Santa Benedicta de la Cruz (Edith Stein.)






La Anunciación a María.

Así pues, llegado el momento adecuado de la historia, fue concebida una niña en un pequeño rincón del mundo y le fue asignada una de las dos almas libres de pecado original. La niña creció, se hizo mujer, y llegó el momento de plantearle la gran cuestión. ¿Querría participar en el Plan de Dios y concebir milagrosamente al Salvador anunciado por el Antiguo Testamento? Desde luego, María, como buena judía que era, debía conocer de memoria, por imperativos de su propia religión, todos los libros de la Ley judía, que son, salvo algunas excepciones, que los que forman lo que llamamos el Antiguo Testamento. Por lo tanto, cuando le fue planteada la cuestión, ella sabía lo que se le estaba proponiendo. El Evangelio de san Lucas nos dice que fue el Arcángel Gabriel el que se la planteó. Veinte siglos de repetición de la historia, de arte y de sensiblería, nos ocultan la crudeza del tema. Imagínese el lector a una pobre jovencita aldeana, que ha decidido llevar una vida sencilla dedicada a la contemplación y a la oración, desposada, pero todavía no casada, con un hombre con el que había llegado al acuerdo de no tener ninguna relación sexual. En un instante, una aparición que no debía tener nada de tranquilizadora le pregunta, de un solo golpe, si quiere ser madre del Rey Mesías, del Hijo del Hombre, del Siervo Sufriente y del mismo Dios. Todos los profetas del Antiguo Testamento, Moisés, Jeremías o Jonás, por poner algunos ejemplos, aceptan su elección como una pesada carga de la que en repetidas ocasiones se lamentan amargamente. Y debían ser hombres curtidos. Qué losa debió caer sobre esa pobre muchacha. Y sin embargo, a ella solo se le ocurre una pregunta. "¿Cómo ha de ser eso si no conozco varón?" A lo que se le responde que no es necesario, que su desposado, y cualquier otro hombre, será ajeno a todo. Supongo que por mucha que fuese la ingenuidad de esa pobre chica, no se le ocultarían los enormes problemas que podría tener. Aunque la lapidación de las adúlteras era una ley que había caído en desuso hacía tiempo, el panorama no debía ser nada tranquilizador. Y sin embargo, sin preguntar más, con una sencillez que causa más asombro cuanto más se reflexiona, ella no responde nada más ni nada menos que: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí segun tu palabra". Compárese esta sencilla respuesta con la opinión que le merece a Jeremías la responsabilidad de haber sido elegido por Yavé como su heraldo. "Maldito el día enque nací; el día en que mi madre me parió no sea bendito. Maldito el hombre que alegre anunció a mi padre: << Te ha nacido un hijo varón>>, llenandole de gozo. Sea ese hombre como las ciudades que Yavé destruyó sin compasión, donde por la mañana se oyen gritos, y al mediodía alaridos. ¿Por qué no me mató en el seno materno, y hubiera sido mi madre mi sepulcro, y yo preñez eterna de sus entrañas? ¿Por qué salí del seno materno para no ver sino trabajo y dolor y acabar mis días en la afrenta?" Jeremías(20, 14-18).

¿Pudo haberse negado María? A mí no me cabe la menor duda. Dios necesita de nuestra libertad para nuestra salvación. Imagino a todos los seres conscientes de la Creación, que conocían el Plan de Dios y deseaban la restauración de Humanidad, con la respiración contenida, esperando la respuesta. Imagino a la propia Humanidad, si fuese consciente de su suerte, esperando, como un reo sometido a juicio, la lectura de su veredicto de condena a muerte o de amnistía. Puedo oír el suspiro de alivio y hasta el sollozo de alegría, después de la tensión contenida, de todos los seres creados. "Hagase en mí según tu palabra". Luz verde, vía libre, adelante. Una pequeña mujer ha abierto el camino de la Salvación. "¡Bendita tú entre las mujeres!" le dirá inspirada por Dios su prima Isabel. "Una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" le dirá, también inspirado por Dios, el anciano Simeón anticipando la visión del Siervo Sufriente. Por su parte, Jesús sancionó todas estas alabanzas cuando en medio de la muchedumbre, alguien gritó: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron", a lo que Él respondió: "Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan", frase que, lejos de disminuir el mérito de María, lo traslada de una razón biológica a otra espiritual.








Sartre escribió Barioná en el otoño de 1940, en campo de concentración nazi en el que estuvo prisionero tras la capitulación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo a petición de sus compañeros de prisión, en especial de un grupo de sacerdotes que estaban prisioneros con él. Se representó en el campo el día de Navidad de 1940 y Sartre hizo el papel del rey Baltasar. Después, Sartre no permitió su publicación aunque circularon algunas copias piratas elaboradas a partir de las partes de cada actor. Veintidós años después, en 1962, Sartre autorizó una publicación de 500 ejemplares que se agotaron inmediatamente. Acompañando esta edición apareció la siguiente nota del autor.


“Si he tomado el tema de la mitología del cristianismo, eso no significa que la dirección de mi pensamiento haya cambiado ni siquiera por un momento durante el cautiverio. Se trataba simplemente, de acuerdo con los sacerdotes prisioneros, de encontrar un tema que pueda hacer realidad, la noche de Navidad, la unión más amplia posible entre los cristianos y los no creyentes”.

Jean Paul Sartre  31-10-62

Años más tarde, en 1967, ante la petición de la editora Elisabeth Marescot, 3, rue Joseph Sansboef, Paris (8º), Sartre autorizó una nueva edición de la que no conozco el número de ejemplares y que es casi imposible de encontrar. La editora encabezó esta segunda edición con la siguiente nota:

Nota del editor con ocasión de la segunda edición de “BARIONÁ”


Desde 1962, los 500 ejemplares de la primera edición de Barioná han seguido su destino... Estudiantes alemanes, americanos, ingleses, franceses, italianos y japoneses que, por su relaciones culturales francesas o por frecuentar la Biblioteca Nacional, descubrieron un Jean Paul Sartre insólito, desearon tener su propio texto de esta obra.

Entre estos últimos, los hay que esperaban una reimpresión de la obra para terminar la elaboración de una tesis desarrollada a través del existencialismo y su padre.

Si el Sr. J.P. Sartre ha accedido a responder a nuestra solicitud ha sido en parte para permitir a aquellos que la consulta de Barioná suponía un oneroso viaje. (sic)

Y damos las gracias al autor de Barioná, tanto más calurosamente cuanto que ha sido a título rigurosamente graciable por el que éste ha autorizado una segunda y limitada edición de su obra.

Diciembre de 1967

El presente texto está traducido a partir de un ejemplar de esta segunda edición encontrado por la Universidad Francisco de Vitoria en la biblioteca de la Universidad de Indiana.




PROLOGO

(música de acordeón)

El Pregonero de imágenes.
Mis buenos señores, voy a contaros las extraordinarias e inauditas aventuras de Barioná, el hijo del Trueno. Esta historia tiene lugar en el tiempo en que los romanos eran dueños de Judea y espero que os interese. Podéis mirar, mientras hablo, las imágenes que están detrás de mí; os ayudarán a representaros las cosas como eran. Y si quedáis contentos, sed generosos. Suene la música, empezamos

(Acordeón)

Mis buenos señores, he aquí el prólogo. Soy ciego por accidente, pero antes de perder la vista he mirado más de mil veces las imágenes que vais a contemplar y las conozco de memoria porque mi padre era pregonero de imágenes como yo y me ha dejado estas en herencia. Esta que veis detrás de mí y que señalo con el bastón, sé que representa a María de Nazaret. Un ángel acaba de anunciarle que tendrá un hijo y que ese hijo será Jesús, Nuestro Señor.

El ángel es inmenso, con dos alas como dos arcos iris. Ustedes pueden verlo, yo no, pero lo veo aún en mi cabeza. Ha penetrado como una inundación en la humilde casa de María llenándola con su cuerpo fluido y sagrado y con su gran vestido flotante. Si miráis atentamente el cuadro, os daréis cuenta que se pueden ver los muebles de la habitación a través del cuerpo del ángel. Se ha querido remarcar así su transparencia angélica. Está delante de María, que apenas le mira. María reflexiona. El ángel no tiene necesidad de hacer oír su voz, similar a la del huracán. No ha hablado; ella le presentía ya en su carne. En este momento el ángel está delante de María y María es innombrable y misteriosa como un bosque por la noche y la buena noticia se ha adentrado en ella como un viajero se pierde en los bosques. Y María está llena de pájaros y de largos murmullos de hojas. Y mil pensamientos sin palabras se despiertan en ella, pesados pensamientos de madres que sienten dolor. Y mirad, el ángel parece no poder penetrar en esos pensamientos demasiado humanos: siente ser ángel, porque los ángeles no pueden nacer ni sufrir. Y esta mañana de Encarnación, ante de los ojos sorprendidos de un ángel, es la fiesta de los hombres porque es el momento en el que el hombre va a ser sacralizado. Mirad bien la imagen, mis buenos señores, y suene la música; el prólogo ha terminado; la historia va a comenzar nueve meses más tarde, el 24 de Diciembre, el las altas montañas de Judea.