7 de marzo de 2020

¿Un sistema sensato de invertir en bolsa?


Llevo siendo profesor de finanzas en el IE desde el año 79 del siglo pasado. Pero siempre he dado las llamadas finanzas corporativas. Es decir, las finanzas necesarias para gestionar una empresa. Las que permiten a un directivo determinar cuánto dinero va a necesitar para financiar los planes de la empresa, de dónde va a obtener ese dinero, si es conveniente o no llevar a cabo una inversión productiva o hasta dónde es sensato endeudarse y otras cosas por el estilo. Algo, sin duda, muy importante para quien se quiera dedicar a la dirección de empresas, pero sin el más mínimo interés para nadie más. Sin embargo, quien más quien menos, todos tenemos unos ahorros, grandes o pequeños a los que queremos sacar, mediante una inversión sensata, una razonable rentabilidad. Esto sí que es potencialmente interesante para mucha gente. De esto, sin embargo, no sé mucho. Lo siento. Sin embargo, por aquello de que más sabe el diablo por viejo que por diablo, sí que, a lo largo de los años, he ido desarrollando un cierto sentido común financiero que me puede permitir dar algunas pautas razonables sobre cómo invertir esos ahorrillos. Nada del otro mundo, pero conozco a varias personas a las que, si hubiese podido darles estas pautas en un determinado momento, les hubiese ahorrado algún disgusto muy serio. Y tal vez, quien los siga, no sólo se ahorre algún disgusto, sino que le pueda sacar una razonable rentabilidad a sus ahorros, grandes o pequeños. Pero que nadie espere que en estas líneas invente la pólvora.

Creo que fue John Maynard Keynes, que pasaba por ser un exitoso inversor en bolsa, el que dijo algo así como: “Si tienes la información de un primer ministro, los nervios de acero de un tahúr, la memoria de un elefante, la paciencia de un monje tibetano y el sentido común de un filósofo griego, entonces tienes la sombra de una posibilidad de ganar en bolsa”. Por supuesto, no lo dijo así, yo lo he exagerado de mi cosecha, pero el sentido es ese. Entonces, ¿merece la pena invertir en bolsa? No lo sé. Hay sesudos análisis y modelos, algunos merecedores de un premio nobel, que dicen que sí, que hay métodos bastante seguros. Pero también hay quien dice que todos esos modelos son puro bullshit. Para irritación de los analistas de inversión, alguien ha formulado la teoría llamada, finamente, del “random walk” (“paseo aleatorio”). Los que de verdad quieren cabrear a los analistas de inversiones llaman a esta teoría la de “el mono loco”. Lo que dice esta teoría, en la versión hiriente del mono loco, es que si entrenásemos a un mono a tirar dardos hacia delante, pusiésemos frente a él una pared llena con los nombres de las empresas del IBEX35 (o de cualquier otro mercado bursátil), le dejásemos al mono tirar 20 o 30 veces el dardo e invirtiésemos en los valores así obtenidos, ésta inversión tendría, a largo plazo, mayor rentabilidad que la más sesuda. Hiriente, ¿verdad? Pero parece ser que es comprobable y cierta. Al menos a medias. De hecho, se ha visto qué pasaría si alguien, hace veinte o treinta años, hubiese invertido en una cartera aleatoria y se ha visto que ninguna cartera real ha batido, creo que nunca, pero si no es nunca es casi, casi nunca, al mono de forma consistente. Una cartera real lo puede haber batido durante dos o tres años, para hundirse después y ser sustituida por otra que vence durante otro corto lapso de tiempo, y así sucesivamente. Desgraciadamente no parece posible saber cuál va a ser la siguiente cartera ganadora ni cuándo se va a desinflar la que en un momento dado gana al mono. Y, además, sólo se puede saber a posteriori que una cartera está ganando al mono y, cuando se sabe, normalmente le queda poco tiempo de hegemonía. Así visto, el panorama parece desolador. Pero, la verdad, es que la teoría del paseo aleatorio tiene truco. Puede que sea difícil batir la rentabilidad del mono loco, pero cuando uno habla de inversiones, hay que ver las cosas con dos ojos. Lo mismo que la visión binocular nos permite ver las cosas con profundidad (quien no lo entienda, que vaya a ver una película 3D y se quiete y ponga las gafas un par de veces), en inversión también hay dos ojos, el de la rentabilidad y el del riesgo. Puede ser que ninguna cartera bata al mono, pero a mucha gente podría gustarle una cartera que, aún teniendo menos rentabilidad que la inversión del mono, tenga menos riesgo. Y aquí es donde sí que puede haber estrategias de inversión mejores que las del mono. En 1990, Harry Markovitz, Merton Miler y William Sharpe recibieron el premio Nobel conjunto por sus aportaciones para determinar la composición de una cartera de inversiones que minimice el riesgo para una rentabilidad dada. Por supuesto, sus aportaciones no dan recetas infalibles para conseguir una óptima relación rentabilidad/riesgo, pero sientan las bases conceptuales para acercarse a ese desiderata. Después, como todo en esta vida, se requiere mucha habilidad, experiencia, técnica, sensatez y arte, para lograr los mejores resultados.

Por tanto, todo plan de inversión debe partir del nivel de riesgo que uno está dispuesto a aceptar. Una vez definido éste, se trata de crear una cartera que obtenga el mejor ratio rentabilidad-riesgo. Los pequeños inversores, como lo son, con toda seguridad los que estén leyendo estas líneas y, desde luego, yo mismo, no podemos pagarnos un buen gestor para nuestras pequeñas inversiones y, además, no sabríamos si el que tomásemos era bueno o malo. Ni siquiera es seguro que exista un buen gestor consistente a lo largo del tiempo. Pero la cosa tiene arreglo. Hay miles de Fondos de Inversión Mobiliarios (FIM) que están al alcance de millones de pequeños inversores y que, con el dinero de todos pagar un buen gestor –o uno que lo parezca– a base de cobrar a los partícipes del fondo (o sea, los pequeños inversores) una pequeña comisión de la que luego hablaremos. Pero, ¿cómo puedo yo saber, si no tengo información, cuál de los miles de fondos disponibles se ajusta a mi riesgo y, de éstos, cuáles tienen una mejor relación rentabilidad-riesgo? Bueno, es fácil. Existen muy diversos buscadores de fondos en los que uno puede pedir que se los seleccionen por nivel de riesgo. Y, además, existe al menos una empresa de análisis que yo conozca, Morning Star, de gran reputación, que da estrellas a los fondos de acuerdo con su relación rentabilidad riesgo estimada. Cinco a las mejores y ninguna a las malas. Más generosa que la guía Michelín, que sólo da tres. Por supuesto, se puede equivocar pero, hasta donde yo sé, hace un trabajo muy profesional y generalmente admitido como bueno. A continuación pongo un link a uno de esos buscadores.


Y ahí va un pequeño tutorial de uso. Al abrir el link veréis en el lado izquierdo una serie de cosas a señalar. Lo primero es decidir el riesgo que estáis dispuestos a asumir. La escala es bajo, moderado, medio alto, alto y muy alto. En la divisa, os aconsejo que pongáis sólo Euro, ya que invertir en otra divisa incrementa el riesgo que tomas, debido a la incertidumbre del tipo de cambio de esa divisa con el Euro, cosa que de ninguna forma aconsejo. Lo más importante es el Rating Morningstar. Evidentemente, se debe empezar por 5 estrellas y sólo si no hay ningún fondo del riesgo que hayáis elegido que tenga cinco estrellas, merece la pena pedir 4 estrellas. Las demás elecciones no las toquéis. Por ejemplo, si ponéis “Riesgo medio-alto” “Euro” y “5 Estrellas” os salen 51 fondos. De todos ellos, el que menos comisión cobra es el

DPAM Invest B Bonds Eur B Cap

en la página 2. Se puede invertir en él a partir de 1.000€ y sólo coba un 0,60% de comisión anual[1].  En lo que va de año (3 de Marzo), lleva una rentabilidad del 1,57%, en el último año ha dado una rentabilidad del 9,73% y en los últimos tres años ha dado un 13,41%. Por supuesto, esto no garantiza que vaya a ser así el mes que viene, el año que viene o dentro de tres años, pero es la mejor elección hoy. Si uno va al folleto del fondo


los datos de riesgo son más precisos, especificando que con el sistema estandarizado de medir el riesgo tiene riesgo 3 en una escala de 7.

Bueno, esto no da la seguridad de invertir bien, pero sí la de que uno está haciendo las cosas adecuadamente siguiendo un sistema sensato, lo que no es poco.

Elucubración personal

Lo que viene a continuación es otra cosa que un experimento, no me atrevería a llamarle académico, en el que, para darle un poco más de intríngulis estoy invirtiendo unas perrillas, literalmente perrillas, por curiosidad en una inversión de alto riesgo. Podría ser comparable a invertir en el índice[2] IBEX35. Conviene decir que el IBEX35 tiene un riesgo de 6 en esa escala estándar de riesgos del 1 al 7. Pero, si tengo razón, es posible, sólo posible, que mi sistema pueda dar una rentabilidad mayor que el IBEX con un menor riesgo. Como pueda verse si se consigue esto es algo de lo que hablaré más adelante. Ahora me limito a hacer una breve descripción de mi sistema. En el mundo financiero existen profesionales, llamados analistas financieros, que trabajan para bancos o gestoras de fondos independientes y que se dedican a estudiar el comportamiento futuro de las acciones. Estos analistas suelen cobrar unos sueldos bastante considerables, por lo que, en principio, cabría pensar que saben lo que hacen. Bueno, tal vez sólo en principio. Estos analistas dicen, para cada acción dos cosas. 1ª Si recomiendan comprar, vender o simplemente mantener en cartera las que se tengan. 2ª La cotización que esperan que tengan al cabo de un año. Hoy en día se puede obtener la opinión de todos y cada uno de los analistas que siguen una acción[3]. Y esta opinión puede saberse para todas y cada una de las acciones. En el siguiente link se puede ver la opinión de esos analistas sobre la acción de Mediaset, que cotiza en el IBEX.


Como puede verse, hoy, 3 de Marzo (mañana puede cambiar), 3 analistas recomiendan comprar acciones de Mediaset, 5 recomiendan venderlas y 11 recomiendan mantenerlas. Por otro lado, el analista que mayor valoración otorga a la acción de Mediaset dentro de un año –hoy ha cerrado a 4,395€– da una cotización de 7,5€. El que menos la valora le da 4,7€ y el promedio de todos ellos le da 5,87€. Además, en el siguiente link se puede ver el dividendo que dio Mediaset en el último año.


Como puede verse, dio 0,3156 € por cada acción. Con estos datos podríamos decir: De los 19 analistas que hoy, 3 de Marzo, han opinado sobre Mediaset, el 15,8% recomiendan comprar, el 26,3% recomiendan vender y el 57,9% recomiendan mantener. Por otro lado, teniendo en cuenta el valor esperado promedio de los 19 analistas, la revalorización esperada es del 33,6%, ((5,87-4,395)/4,395) a la que si se le añade una rentabilidad de dividendo –suponiendo que el año que viene se reparta el mismo dividendo que el pasado– del 7,2% (0,3156/4,395) nos da una rentabilidad esperada del 40,8%.

Hagamos ahora lo mismo con Masmóvil.


De los 15 analistas que opinan sobre Másmóvil hay 13 que recomiendan comprar, 1 que recomienda vender y 1 que recomienda mantener. Es decir 86,7% recomiendan comprar, un 6,7% recomiendan vender y otro 6,7% recomienda mantener, mientras que la máxima cotización esperada en un año es de 32,59€, la mínima es de 17€ y la promedio de 27,73€, habiendo cerrado hoy, 3 de Marzo, a 18,97€. Es decir, la revalorización esperada promedio sería de 46,2%. Si vemos ahora el dividendo de Masmóvil en el siguiente link


vemos que MásMóvil no repartió dividendos el año que viene. Lo que hace que, si el año que viene tampoco reparte dividendo, su rentabilidad total promedio esperada sea del 46,2%.

Lo que asombra de esto es que haya tanta disparidad entre las opiniones de profesionales que se supone que son expertos en la materia, a la hora de evaluar una misma acción. ¿Cómo puede haber una horquilla de entre 4,7€ y 7,5€, un 57,4% más del precio mayor sobre el menor para Mediaset? ¿O de 17€ a 32,59€, un 91,7% entre el mayor precio y el menor en el caso de Másmóvil? ¿No son todos expertos? Cualquiera que sepa un mínimo de finanzas conoce el modelo matemático que se usa para calcular esas cotizaciones futuras. Yo se lo explico a mis alumnos de 1º de ADE en la UFV. El problema no está en el modelo matemático, sino en los datos con los que se alimenta este modelo. Estos datos son la estimación a muy largo plazo de los dividendos que pueda dar la empresa cada año y a la rentabilidad que se le deba exigir teniendo en cuenta su riesgo. Si estas estimaciones son distintas, usando el mismísimo modelo matemático, los resultados pueden ser muy diferentes, como bien se ve. Los americanos, cuando hablan de esto dicen: “Rubbish in, rubbish out”. Es decir, por muy bueno que sea el modelo matemático, si lo alimentas con mierda, sale mierda batida. ¿Entonces? Debo confesar que, a la vista de esta disparidad, mi confianza en uno u otro analista particular es bastante reducida. Ciertamente, no conozco quiénes son esos analistas ni quién es el que da tal o cual opinión y, aunque conociese su nombre no sería capaz de decir quién es el bueno y quién el malo. Por supuesto, que la gente avezada en el mercado sí conoce la fama de cada uno. Pero me digo a mí mismo que tal vez, sólo tal vez, la inteligencia colectiva sea más sabia que cada una de las individuales.

Así pues, cabe pensar que si uno hace un ranking de los valores de la bolsa, a ser posible utilizando acciones de varios índices, no únicamente el IBEX35[4], combinando de una manera razonable los datos de porcentajes de compra, venta y mantenimiento con las rentabilidades totales de cada valor e invierte en los tres o cuatro que estén en el top de ese ranking, puede tener la sombra de una posibilidad, como diría Keynes, de tener una rentabilidad mayor que la bolsa con menos riesgo. Ciertamente, esta no es la información de un primer ministro, está al alcance de todos, pero puede no ser mala del todo y, sobre todo, que la sepan muchos no perjudica a esos muchos sino, tal vez al contrario, puede que, mediante el efecto red, les beneficie, por aquello de la profecía autocumplida. Por eso cuento mi “magnífico” sistema. Si no, ¿de qué? Y, ¿cómo se puede saber si la sombra de esa posibilidad se materializa? Pues sólo hay una manera: probando. Por supuesto, uno puede probar con dinero imaginario, pero este mes de Agosto me decidí a probarlo con unas perrillas. Y, ¿qué he conseguido? Los primeros meses fueron espectaculares. Obtuve unas rentabilidades que, extrapoladas al año, superaban el 50% y eran mejores que las del IBEX35[5]. Pero a partir de primeros de Diciembre, la rentabilidad empezó a reducirse, hasta llegar a ganar menos que el IBEX 35. En enero, esta tendencia se acentuó. El martes 25 de Febrero, tras el primer día de batacazo de la bolsa por el coronavirus, nada más abrir los mercados, vendí las acciones que tenía. Todavía tenía una rentabilidad que, también extrapolada a un año, era del 8% pero menor que la del IBEX35. Cuando la bolsa empiece otra vez a dar señales de haber parado su caída sistémica[6], volveré a entrar. Esto de determinar cuando la bajada del mercado es sistémica y cuando es un poco de ducha escocesa, tiene algo de arte. En este caso del coronavirus es fácil ver que es algo sistémico. Más difícil será ver cuándo ha tocado fondo para volver a entrar. Conviene fijarse algunas reglas sensatas para volver a entrar. Por ejemplo, cuando haya cuatro sesiones sobre siete en las que el índice suba. Si pones una condición muy laxa, puedes volver a entrar demasiado pronto. Si la pones muy rígida, a lo mejor no entras nunca. Como todo, ni demasiado frío ni demasiado caliente. El término medio. Pero, ¿quién sabe dónde está el término medio? Esto de salir para volver a entrar, no es hacerse trampas en el solitario del sistema, porque esto no es un solitario. Ningún inversor tiene la obligación de atarse de por vida a una forma de invertir si ve que hay un problema sistémico global que hace que, con un alto componente irracional, la bolsa se desplome. La racionalidad incluye las excepciones.

¿Cuándo sabré si mi experimento es bueno? Sólo tras un largo periodo de varios años de ver cómo se comporta el método, en el que haya varios puertos de montaña, comparándolo con la rentabilidad que pueda dar el IBEX35 en los momentos de subida y de bajada, aplicando las excepcionalidades razonables que se presenten, se puede empezar a juzgar sobre la bondad del sistema. Y nunca con serias garantías, porque si hay algo claro en bolsa –y en casi todo– es que el pasado es un pésimo sistema para prever el futuro. Pero si con esa perspectiva se viese que en los momentos de subida de la bolsa el sistema tiene menor rentabilidad que ésta, pero en momentos de bajada es mayor, y que en promedio de todos los años considerados, con bajadas o subidas, el sistema da una rentabilidad parecida, aunque sea un poco inferior al IBEX35 –ya que una menor volatilidad es señal de un menor riesgo y, por lo tanto le es exigible una menor rentabilidad–, entonces, como decía Keynes, existe la sombra de una posibilidad de que funcione.

En esta vida, dar consejos sin que te los pidan es una idiotez. No obstante, me atrevo a daros algunos ya que, como he dicho más arriba, conozco a varias personas a las que, si hubiese podido darles estas pautas en un determinado momento, les hubiese ahorrado algún disgusto muy serio. Y tal vez, quien los siga, no sólo se ahorre algún disgusto, sino que le pueda sacar una razonable rentabilidad a sus ahorros, grandes o pequeños.

1º Si algún día alguien os propone una inversión de gran rentabilidad y sin riesgo, huid de él como de la peste. Una de dos, o es un chorizo o es alguien engañado por un chorizo. En ambos casos hay que salir corriendo.

2º NUNCA, JAMÁS hagáis caso a los “soplos” de “enteraos”. También una de dos. O quien os lo dice no tiene ni idea o está usando información privilegiada, en ciyo caso os hacéis colaboradores de un delito.

3º NUNCA, JAMÁS invirtáis con dinero tomado a crédito. Si invertís a pelo podréis perder una parte de lo invertido. Si invertís a crédito, no sólo podéis perder todo, sino que os podéis encontrar con una pesada deuda que no podréis pagar.

4º Fíjate un plazo no demasiado corto (¿un trimestre?) para actualizar el modelo o para elegir el fondo de inversión. Con una excepción: En el caso de mi sistema de inversión en acciones, mira a diario –te llevará 5 minutos en el móvil– si el consenso de analistas para los tres valores en los que has invertido ha cambiado drásticamente a peor. No sea que haya ocurrido algo muy negativo para ese sector o para la empresa en particular que haga que la percepción haya empeorado drásticamente. Si es así, vende esa acción, inmediatamente. Cuanto más tardes en venderla más te expones a ser el último que sale, que es el que paga los platos rotos. Después actualiza la parte alta del ranking –puede llevar media hora actualizar 8 o 9 valores– y compra el mejor valor de lo que resulte, invirtiendo la misma cantidad que hayas vendido. La inversión de tiempo es muy pequeña En el caso de los fondos sólo hay que entrar en el link y ver si hay otro con más estrellas Morningstar que el que tenemos y del mismo nivel de riesgo. Menos de cinco minutos. Revisar todo el sistema de elección de acciones, en especial si lo aplicas a un gran número de acciones, como es mi caso, con 105, es un poco largo. No obstante, si se tiene un Word con los links al consenso de analistas y dividendos de todos los valores, y una hoja Excel que calcule todos los datos de porcentajes de comprar/vender/Mantener y rentabilidades, se puede hacer en un par de horas o tres. Si se hace trimestralmente, tampoco es una barbaridad. Si a alguien le interesa, le mando ambas cosas. Ya he dicho antes que el que el sistema sea conocido por muchos, no tiene por qué perjudicar a quien lo siga y sí es posible que ocurra lo contrario. Así que este ofrecimiento no es altruismo.

5º Consejo válido sólo para la inversión en acciones elegidas por mi sistema. Entre las, pongamos, tres acciones que hayas seleccionado para invertir, no elijas dos del mismo sector. Si entre las tres con mayor ranking hay dos del sector de, digamos, construcción, toma la que esté más arriba de las dos, desecha la otra y añade la que esté en cuarto lugar. En los fondos no tienes por qué hacer esto. Si el fondo es bueno, ya lo hace por ti el gestor del mismo usando el sistema que use y que le funciona.

6º Tiene que ver con los nervios de acero de un tahúr, a que se refería Keynes. Salvo esa comprobación diaria de los tres valores elegidos, NO MIRES NI UNA SOLA VEZ LAS COTIZACIONES EN EL PERIODO DE TIEMPO QUE HAYAS ELEGIDO PARA LA REVISIÓN (en este caso el trimestre). NUNCA. PARA NADA. Si lo miras todos los días, por un lado, te haces un adicto y, por otro, es difícil que tus nervios de acero aguanten y, casi seguro, caerás en la tentación de vender los valores que veas que bajan en un momento dado, aunque la opinión de los analistas no haya variado como se explica en el consejo 2º. Si haces eso, creyendo que vas a ser astuto y vender cuando empiezan a bajar para comprar cuando empiezan a subir, te equivocarás y conseguirás lo contrario. Venderás cuando ya están empezando a subir y comprarás cuando estén empezando a bajar. NO HAGAS CASO A LAS FLUCTUACIONES A CORTO PLAZO. Y, PARA ESO, NO MIRES LAS COTIZACIONES. Si les haces caso, serás el pagafantas.

En fin, no sé si estas páginas tan prosaicas, ¿cómo intentar sacar sensatamente un poco de jugo a los ahorros?, pueden interesar a alguien. Si no, pues el que las haya leído ha perdido el tiempo. Pero si siguiendo estos consejos, alguien se ahorra un disgusto o algún capitalista de mierda y especulador logra que los ahorros que ha construido con sangre sudor y lágrimas le den la mayor rentabilidad posible para el riesgo que esté dispuesto a soportar, pues habrá valido la pena. Pero declino toda responsabilidad para quien siguiendo estos consejos no le vaya bien. Sobre todo, si sigue mi “genial” sistema.


[1] Puede haber quien piense que un 0,6% es poco. No voy a decir si es mucho o poco, pero sí que, para juzgarlo hay que ver que relación tiene este 0,6% con la rentabilidad que suele dar. Por ejemplo, este fondo ha dado en el último año un 9,73%. Por tanto, ese 0,6% supone un 6,2% del dinero que gana. Si digo lo de que “sólo” cobra un 0,6% es porque es el que menos cobra de su categoría.
[2] Invertir es un índice es unir la suerte de la inversión a lo que haga ese índice. Por ejemplo, el IBEX35, o su equivalente alemás, el DAX 30 o francés, el CAC40. Pero conviene aclarar una cosa. Cuando uno ve el valor de un índice y lo compara con el valor que tuvo hace un tiempo para ver qué rentabilidad ha tenido en ese tiempo, tan sólo está viendo la rentabilidad que hubiese tenido por la subida de valor del promedio de las acciones de ese índice. Pero la rentabilidad que realmente obtiene es mayor, porque a esa que nos da el valor del índice hay que añadirle la rentabilidad obtenida por los dividendos que esas acciones hayan podido dar.
[3] Cada analista está especializado en tan sólo unas pocas acciones, generalmente de un mismo sector. Por lo tanto, se supone que conocen bien las empresas que respaldan esas acciones y los sectores en los que estas empresas operan.
[4] Yo estoy haciendo el sistema con los valores del IBEX 35, del DAX 30 (Alemania) y del CAC 40 (Francia). En total son 105 valores. Esto hace que el establecimiento del ranking sea arduo pero, por otro lado, da una mayor diversidad.
[5] A pesar de estar considerando acciones de los tres índices antedichos, IBEX, DAX y CAC, la referencia de rentabilidad la establezco con el IBEX, ya que para hacerlo con los tres tendría que hacer un promedio de la evolución de los tres, ponderado por la inversión en valores de cada uno, lo que es un trabajal tan sólo para tener una referencia. Pero, vagancia aparte, así debería hacerlo.
[6] Los riesgos suelen catalogarse como sistémicos e idiosincráticos. Los sistémicos son los que, como su nombre indica, afectan a todo el sistema y nacen de razones difícilmente previsibles son graves y, a veces, no racionales. Los idiosincráticos son los que responden a razones con cierta racionalidad y a una acción, un sector o un conjunto de sectores.

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