Llevo
siendo profesor de finanzas en el IE desde el año 79 del siglo pasado. Pero
siempre he dado las llamadas finanzas corporativas. Es decir, las finanzas
necesarias para gestionar una empresa. Las que permiten a un directivo
determinar cuánto dinero va a necesitar para financiar los planes de la empresa,
de dónde va a obtener ese dinero, si es conveniente o no llevar a cabo una
inversión productiva o hasta dónde es sensato endeudarse y otras cosas por el
estilo. Algo, sin duda, muy importante para quien se quiera dedicar a la
dirección de empresas, pero sin el más mínimo interés para nadie más. Sin
embargo, quien más quien menos, todos tenemos unos ahorros, grandes o pequeños
a los que queremos sacar, mediante una inversión sensata, una razonable
rentabilidad. Esto sí que es potencialmente interesante para mucha gente. De esto,
sin embargo, no sé mucho. Lo siento. Sin embargo, por aquello de que más sabe
el diablo por viejo que por diablo, sí que, a lo largo de los años, he ido
desarrollando un cierto sentido común financiero que me puede permitir dar
algunas pautas razonables sobre cómo invertir esos ahorrillos. Nada del otro
mundo, pero conozco a varias personas a las que, si hubiese podido darles estas
pautas en un determinado momento, les hubiese ahorrado algún disgusto muy serio.
Y tal vez, quien los siga, no sólo se ahorre algún disgusto, sino que le pueda
sacar una razonable rentabilidad a sus ahorros, grandes o pequeños. Pero que
nadie espere que en estas líneas invente la pólvora.
Creo
que fue John Maynard Keynes, que pasaba por ser un exitoso inversor en bolsa, el
que dijo algo así como: “Si tienes la información de un primer ministro, los
nervios de acero de un tahúr, la memoria de un elefante, la paciencia de un monje
tibetano y el sentido común de un filósofo griego, entonces tienes la sombra de
una posibilidad de ganar en bolsa”. Por supuesto, no lo dijo así, yo lo he
exagerado de mi cosecha, pero el sentido es ese. Entonces, ¿merece la pena
invertir en bolsa? No lo sé. Hay sesudos análisis y modelos, algunos
merecedores de un premio nobel, que dicen que sí, que hay métodos bastante
seguros. Pero también hay quien dice que todos esos modelos son puro bullshit.
Para irritación de los analistas de inversión, alguien ha formulado la teoría
llamada, finamente, del “random walk” (“paseo aleatorio”). Los que de verdad
quieren cabrear a los analistas de inversiones llaman a esta teoría la de “el
mono loco”. Lo que dice esta teoría, en la versión hiriente del mono loco, es
que si entrenásemos a un mono a tirar dardos hacia delante, pusiésemos frente a
él una pared llena con los nombres de las empresas del IBEX35 (o de cualquier
otro mercado bursátil), le dejásemos al mono tirar 20 o 30 veces el dardo e invirtiésemos
en los valores así obtenidos, ésta inversión tendría, a largo plazo, mayor
rentabilidad que la más sesuda. Hiriente, ¿verdad? Pero parece ser que es
comprobable y cierta. Al menos a medias. De hecho, se ha visto qué pasaría si
alguien, hace veinte o treinta años, hubiese invertido en una cartera aleatoria
y se ha visto que ninguna cartera real ha batido, creo que nunca, pero si no es
nunca es casi, casi nunca, al mono de forma consistente. Una cartera real lo
puede haber batido durante dos o tres años, para hundirse después y ser
sustituida por otra que vence durante otro corto lapso de tiempo, y así
sucesivamente. Desgraciadamente no parece posible saber cuál va a ser la
siguiente cartera ganadora ni cuándo se va a desinflar la que en un momento
dado gana al mono. Y, además, sólo se puede saber a posteriori que una cartera
está ganando al mono y, cuando se sabe, normalmente le queda poco tiempo de
hegemonía. Así visto, el panorama parece desolador. Pero, la verdad, es que la
teoría del paseo aleatorio tiene truco. Puede que sea difícil batir la
rentabilidad del mono loco, pero cuando uno habla de inversiones, hay que ver
las cosas con dos ojos. Lo mismo que la visión binocular nos permite ver las
cosas con profundidad (quien no lo entienda, que vaya a ver una película 3D y
se quiete y ponga las gafas un par de veces), en inversión también hay dos
ojos, el de la rentabilidad y el del riesgo. Puede ser que ninguna cartera bata
al mono, pero a mucha gente podría gustarle una cartera que, aún teniendo menos
rentabilidad que la inversión del mono, tenga menos riesgo. Y aquí es donde sí
que puede haber estrategias de inversión mejores que las del mono. En 1990, Harry Markovitz, Merton Miler y William Sharpe recibieron el
premio Nobel conjunto por sus aportaciones para determinar la composición de
una cartera de inversiones que minimice el riesgo para una rentabilidad dada. Por
supuesto, sus aportaciones no dan recetas infalibles para conseguir una óptima
relación rentabilidad/riesgo, pero sientan las bases conceptuales para
acercarse a ese desiderata. Después, como todo en esta vida, se requiere mucha
habilidad, experiencia, técnica, sensatez y arte, para lograr los mejores
resultados.
Por tanto, todo plan de inversión debe partir del nivel de
riesgo que uno está dispuesto a aceptar. Una vez definido éste, se trata de crear
una cartera que obtenga el mejor ratio rentabilidad-riesgo. Los pequeños
inversores, como lo son, con toda seguridad los que estén leyendo estas líneas
y, desde luego, yo mismo, no podemos pagarnos un buen gestor para nuestras
pequeñas inversiones y, además, no sabríamos si el que tomásemos era bueno o
malo. Ni siquiera es seguro que exista un buen gestor consistente a lo largo
del tiempo. Pero la cosa tiene arreglo. Hay miles de Fondos de Inversión
Mobiliarios (FIM) que están al alcance de millones de pequeños inversores y
que, con el dinero de todos pagar un buen gestor –o uno que lo parezca– a base
de cobrar a los partícipes del fondo (o sea, los pequeños inversores) una
pequeña comisión de la que luego hablaremos. Pero, ¿cómo puedo yo saber, si no tengo
información, cuál de los miles de fondos disponibles se ajusta a mi riesgo y,
de éstos, cuáles tienen una mejor relación rentabilidad-riesgo? Bueno, es fácil.
Existen muy diversos buscadores de fondos en los que uno puede pedir que se los
seleccionen por nivel de riesgo. Y, además, existe al menos una empresa de análisis
que yo conozca, Morning Star, de gran reputación, que da estrellas a los fondos
de acuerdo con su relación rentabilidad riesgo estimada. Cinco a las mejores y
ninguna a las malas. Más generosa que la guía Michelín, que sólo da tres. Por
supuesto, se puede equivocar pero, hasta donde yo sé, hace un trabajo muy
profesional y generalmente admitido como bueno. A continuación pongo un link a
uno de esos buscadores.
Y ahí va un pequeño tutorial de uso. Al abrir
el link veréis en el lado izquierdo una serie de cosas a señalar. Lo primero es
decidir el riesgo que estáis dispuestos a asumir. La escala es bajo, moderado,
medio alto, alto y muy alto. En la divisa, os aconsejo que pongáis sólo Euro,
ya que invertir en otra divisa incrementa el riesgo que tomas, debido a la incertidumbre
del tipo de cambio de esa divisa con el Euro, cosa que de ninguna forma
aconsejo. Lo más importante es el Rating Morningstar. Evidentemente, se debe
empezar por 5 estrellas y sólo si no hay ningún fondo del riesgo que hayáis
elegido que tenga cinco estrellas, merece la pena pedir 4 estrellas. Las demás
elecciones no las toquéis. Por ejemplo, si ponéis “Riesgo medio-alto” “Euro” y
“5 Estrellas” os salen 51 fondos. De todos ellos, el que menos comisión cobra
es el
DPAM Invest B Bonds Eur B Cap
en la página 2. Se puede invertir en él a
partir de 1.000€ y sólo coba un 0,60% de comisión anual[1]. En lo que va de año (3 de Marzo), lleva una
rentabilidad del 1,57%, en el último año ha dado una rentabilidad del 9,73% y
en los últimos tres años ha dado un 13,41%. Por supuesto, esto no garantiza que
vaya a ser así el mes que viene, el año que viene o dentro de tres años, pero
es la mejor elección hoy. Si uno va al folleto del fondo
los datos de riesgo son más precisos, especificando
que con el sistema estandarizado de medir el riesgo tiene riesgo 3 en una
escala de 7.
Bueno, esto no da la seguridad de invertir
bien, pero sí la de que uno está haciendo las cosas adecuadamente siguiendo un
sistema sensato, lo que no es poco.
Elucubración personal
Lo que viene a continuación es otra cosa que un
experimento, no me atrevería a llamarle académico, en el que, para darle un
poco más de intríngulis estoy invirtiendo unas perrillas, literalmente
perrillas, por curiosidad en una inversión de alto riesgo. Podría ser
comparable a invertir en el índice[2]
IBEX35. Conviene decir que el IBEX35 tiene un riesgo de 6 en esa escala
estándar de riesgos del 1 al 7. Pero, si tengo razón, es posible, sólo posible,
que mi sistema pueda dar una rentabilidad mayor que el IBEX con un menor
riesgo. Como pueda verse si se consigue esto es algo de lo que hablaré más
adelante. Ahora me limito a hacer una breve descripción de mi sistema.
En el mundo financiero existen profesionales, llamados analistas financieros,
que trabajan para bancos o gestoras de fondos independientes y que se dedican a
estudiar el comportamiento futuro de las acciones. Estos analistas suelen
cobrar unos sueldos bastante considerables, por lo que, en principio, cabría
pensar que saben lo que hacen. Bueno, tal vez sólo en principio. Estos
analistas dicen, para cada acción dos cosas. 1ª Si recomiendan comprar, vender
o simplemente mantener en cartera las que se tengan. 2ª La cotización que
esperan que tengan al cabo de un año. Hoy en día se puede obtener la opinión de
todos y cada uno de los analistas que siguen una acción[3]. Y
esta opinión puede saberse para todas y cada una de las acciones. En el
siguiente link se puede ver la opinión de esos analistas sobre la acción de Mediaset,
que cotiza en el IBEX.
Como
puede verse, hoy, 3 de Marzo (mañana puede cambiar), 3 analistas recomiendan
comprar acciones de Mediaset, 5 recomiendan venderlas y 11 recomiendan
mantenerlas. Por otro lado, el analista que mayor valoración otorga a la acción
de Mediaset dentro de un año –hoy ha cerrado a 4,395€– da una cotización de 7,5€.
El que menos la valora le da 4,7€ y el promedio de todos ellos le da 5,87€. Además,
en el siguiente link se puede ver el dividendo que dio Mediaset en el último
año.
Como
puede verse, dio 0,3156 € por cada acción. Con estos datos podríamos decir: De
los 19 analistas que hoy, 3 de Marzo, han opinado sobre Mediaset, el 15,8%
recomiendan comprar, el 26,3% recomiendan vender y el 57,9% recomiendan
mantener. Por otro lado, teniendo en cuenta el valor esperado promedio de los
19 analistas, la revalorización esperada es del 33,6%, ((5,87-4,395)/4,395) a
la que si se le añade una rentabilidad de dividendo –suponiendo que el año que
viene se reparta el mismo dividendo que el pasado– del 7,2% (0,3156/4,395) nos
da una rentabilidad esperada del 40,8%.
Hagamos
ahora lo mismo con Masmóvil.
De
los 15 analistas que opinan sobre Másmóvil hay 13 que recomiendan comprar, 1
que recomienda vender y 1 que recomienda mantener. Es decir 86,7% recomiendan
comprar, un 6,7% recomiendan vender y otro 6,7% recomienda mantener, mientras
que la máxima cotización esperada en un año es de 32,59€, la mínima es de 17€ y
la promedio de 27,73€, habiendo cerrado hoy, 3 de Marzo, a 18,97€. Es decir, la
revalorización esperada promedio sería de 46,2%. Si vemos ahora el dividendo de
Masmóvil en el siguiente link
vemos
que MásMóvil no repartió dividendos el año que viene. Lo que hace que, si el
año que viene tampoco reparte dividendo, su rentabilidad total promedio
esperada sea del 46,2%.
Lo
que asombra de esto es que haya tanta disparidad entre las opiniones de profesionales
que se supone que son expertos en la materia, a la hora de evaluar una misma
acción. ¿Cómo puede haber una horquilla de entre 4,7€ y 7,5€, un 57,4% más del
precio mayor sobre el menor para Mediaset? ¿O de 17€ a 32,59€, un 91,7% entre
el mayor precio y el menor en el caso de Másmóvil? ¿No son todos expertos?
Cualquiera que sepa un mínimo de finanzas conoce el modelo matemático que se
usa para calcular esas cotizaciones futuras. Yo se lo explico a mis alumnos de
1º de ADE en la UFV. El problema no está en el modelo matemático, sino en los
datos con los que se alimenta este modelo. Estos datos son la estimación a muy
largo plazo de los dividendos que pueda dar la empresa cada año y a la
rentabilidad que se le deba exigir teniendo en cuenta su riesgo. Si estas
estimaciones son distintas, usando el mismísimo modelo matemático, los
resultados pueden ser muy diferentes, como bien se ve. Los americanos, cuando
hablan de esto dicen: “Rubbish in, rubbish out”. Es decir, por muy bueno que
sea el modelo matemático, si lo alimentas con mierda, sale mierda batida. ¿Entonces?
Debo confesar que, a la vista de esta disparidad, mi confianza en uno u otro
analista particular es bastante reducida. Ciertamente, no conozco quiénes son
esos analistas ni quién es el que da tal o cual opinión y, aunque conociese su
nombre no sería capaz de decir quién es el bueno y quién el malo. Por supuesto,
que la gente avezada en el mercado sí conoce la fama de cada uno. Pero me digo
a mí mismo que tal vez, sólo tal vez, la inteligencia colectiva sea más sabia
que cada una de las individuales.
Así
pues, cabe pensar que si uno hace un ranking de los valores de la bolsa, a ser
posible utilizando acciones de varios índices, no únicamente el IBEX35[4], combinando de una manera
razonable los datos de porcentajes de compra, venta y mantenimiento con las
rentabilidades totales de cada valor e invierte en los tres o cuatro que estén
en el top de ese ranking, puede tener la sombra de una posibilidad, como diría Keynes,
de tener una rentabilidad mayor que la bolsa con menos riesgo. Ciertamente,
esta no es la información de un primer ministro, está al alcance de todos, pero
puede no ser mala del todo y, sobre todo, que la sepan muchos no perjudica a
esos muchos sino, tal vez al contrario, puede que, mediante el efecto red, les
beneficie, por aquello de la profecía autocumplida. Por eso cuento mi
“magnífico” sistema. Si no, ¿de qué? Y, ¿cómo se puede saber si la sombra de esa
posibilidad se materializa? Pues sólo hay una manera: probando. Por supuesto,
uno puede probar con dinero imaginario, pero este mes de Agosto me decidí a
probarlo con unas perrillas. Y, ¿qué he conseguido? Los primeros meses fueron
espectaculares. Obtuve unas rentabilidades que, extrapoladas al año, superaban
el 50% y eran mejores que las del IBEX35[5]. Pero a partir de primeros
de Diciembre, la rentabilidad empezó a reducirse, hasta llegar a ganar menos
que el IBEX 35. En enero, esta tendencia se acentuó. El martes 25 de Febrero,
tras el primer día de batacazo de la bolsa por el coronavirus, nada más abrir
los mercados, vendí las acciones que tenía. Todavía tenía una rentabilidad que,
también extrapolada a un año, era del 8% pero menor que la del IBEX35. Cuando
la bolsa empiece otra vez a dar señales de haber parado su caída sistémica[6], volveré a entrar. Esto de
determinar cuando la bajada del mercado es sistémica y cuando es un poco de
ducha escocesa, tiene algo de arte. En este caso del coronavirus es fácil ver
que es algo sistémico. Más difícil será ver cuándo ha tocado fondo para volver
a entrar. Conviene fijarse algunas reglas sensatas para volver a entrar. Por
ejemplo, cuando haya cuatro sesiones sobre siete en las que el índice suba. Si
pones una condición muy laxa, puedes volver a entrar demasiado pronto. Si la
pones muy rígida, a lo mejor no entras nunca. Como todo, ni demasiado frío ni
demasiado caliente. El término medio. Pero, ¿quién sabe dónde está el término
medio? Esto de salir para volver a entrar, no es hacerse trampas en el
solitario del sistema, porque esto no es un solitario. Ningún inversor tiene la
obligación de atarse de por vida a una forma de invertir si ve que hay un
problema sistémico global que hace que, con un alto componente irracional, la
bolsa se desplome. La racionalidad incluye las excepciones.
¿Cuándo
sabré si mi experimento es bueno? Sólo tras un largo periodo de varios años de
ver cómo se comporta el método, en el que haya varios puertos de montaña, comparándolo
con la rentabilidad que pueda dar el IBEX35 en los momentos de subida y de
bajada, aplicando las excepcionalidades razonables que se presenten, se puede empezar
a juzgar sobre la bondad del sistema. Y nunca con serias garantías, porque si
hay algo claro en bolsa –y en casi todo– es que el pasado es un pésimo sistema
para prever el futuro. Pero si con esa perspectiva se viese que en los momentos
de subida de la bolsa el sistema tiene menor rentabilidad que ésta, pero en
momentos de bajada es mayor, y que en promedio de todos los años considerados,
con bajadas o subidas, el sistema da una rentabilidad parecida, aunque sea un
poco inferior al IBEX35 –ya que una menor volatilidad es señal de un menor
riesgo y, por lo tanto le es exigible una menor rentabilidad–, entonces, como
decía Keynes, existe la sombra de una posibilidad de que funcione.
En
esta vida, dar consejos sin que te los pidan es una idiotez. No obstante, me
atrevo a daros algunos ya que, como he dicho más arriba, conozco a varias
personas a las que, si hubiese podido darles estas pautas en un determinado
momento, les hubiese ahorrado algún disgusto muy serio. Y tal vez, quien los
siga, no sólo se ahorre algún disgusto, sino que le pueda sacar una razonable
rentabilidad a sus ahorros, grandes o pequeños.
1º
Si algún día alguien os propone una inversión de gran rentabilidad y sin riesgo,
huid de él como de la peste. Una de dos, o es un chorizo o es alguien engañado
por un chorizo. En ambos casos hay que salir corriendo.
2º
NUNCA, JAMÁS hagáis caso a los “soplos” de “enteraos”. También una de dos. O
quien os lo dice no tiene ni idea o está usando información privilegiada, en
ciyo caso os hacéis colaboradores de un delito.
3º
NUNCA, JAMÁS invirtáis con dinero tomado a crédito. Si invertís a pelo podréis
perder una parte de lo invertido. Si invertís a crédito, no sólo podéis perder
todo, sino que os podéis encontrar con una pesada deuda que no podréis pagar.
4º
Fíjate un plazo no demasiado corto (¿un trimestre?) para actualizar el modelo o
para elegir el fondo de inversión. Con una excepción: En el caso de mi
sistema de inversión en acciones, mira a diario –te llevará 5 minutos en el
móvil– si el consenso de analistas para los tres valores en los que has
invertido ha cambiado drásticamente a peor. No sea que haya ocurrido algo muy
negativo para ese sector o para la empresa en particular que haga que la
percepción haya empeorado drásticamente. Si es así, vende esa acción,
inmediatamente. Cuanto más tardes en venderla más te expones a ser el último
que sale, que es el que paga los platos rotos. Después actualiza la parte alta
del ranking –puede llevar media hora actualizar 8 o 9 valores– y compra el
mejor valor de lo que resulte, invirtiendo la misma cantidad que hayas vendido.
La inversión de tiempo es muy pequeña En el caso de los fondos sólo hay que
entrar en el link y ver si hay otro con más estrellas Morningstar que el que
tenemos y del mismo nivel de riesgo. Menos de cinco minutos. Revisar todo el
sistema de elección de acciones, en especial si lo aplicas a un gran número de
acciones, como es mi caso, con 105, es un poco largo. No obstante, si se tiene
un Word con los links al consenso de analistas y dividendos de todos los
valores, y una hoja Excel que calcule todos los datos de porcentajes de
comprar/vender/Mantener y rentabilidades, se puede hacer en un par de horas o
tres. Si se hace trimestralmente, tampoco es una barbaridad. Si a alguien le
interesa, le mando ambas cosas. Ya he dicho antes que el que el sistema sea
conocido por muchos, no tiene por qué perjudicar a quien lo siga y sí es
posible que ocurra lo contrario. Así que este ofrecimiento no es altruismo.
5º
Consejo válido sólo para la inversión en acciones elegidas por mi sistema.
Entre las, pongamos, tres acciones que hayas seleccionado para invertir, no
elijas dos del mismo sector. Si entre las tres con mayor ranking hay dos del
sector de, digamos, construcción, toma la que esté más arriba de las dos, desecha
la otra y añade la que esté en cuarto lugar. En los fondos no tienes por qué
hacer esto. Si el fondo es bueno, ya lo hace por ti el gestor del mismo usando
el sistema que use y que le funciona.
6º
Tiene que ver con los nervios de acero de un tahúr, a que se refería
Keynes. Salvo esa comprobación diaria de los tres valores elegidos, NO MIRES NI
UNA SOLA VEZ LAS COTIZACIONES EN EL PERIODO DE TIEMPO QUE HAYAS ELEGIDO PARA LA
REVISIÓN (en este caso el trimestre). NUNCA. PARA NADA. Si lo miras todos los
días, por un lado, te haces un adicto y, por otro, es difícil que tus nervios
de acero aguanten y, casi seguro, caerás en la tentación de vender los valores
que veas que bajan en un momento dado, aunque la opinión de los analistas no
haya variado como se explica en el consejo 2º. Si haces eso, creyendo que vas a
ser astuto y vender cuando empiezan a bajar para comprar cuando empiezan a
subir, te equivocarás y conseguirás lo contrario. Venderás cuando ya están
empezando a subir y comprarás cuando estén empezando a bajar. NO HAGAS CASO A
LAS FLUCTUACIONES A CORTO PLAZO. Y, PARA ESO, NO MIRES LAS COTIZACIONES. Si les
haces caso, serás el pagafantas.
En
fin, no sé si estas páginas tan prosaicas, ¿cómo intentar sacar sensatamente un
poco de jugo a los ahorros?, pueden interesar a alguien. Si no, pues el que las
haya leído ha perdido el tiempo. Pero si siguiendo estos consejos, alguien se
ahorra un disgusto o algún capitalista de mierda y especulador logra que los
ahorros que ha construido con sangre sudor y lágrimas le den la mayor rentabilidad
posible para el riesgo que esté dispuesto a soportar, pues habrá valido la
pena. Pero declino toda responsabilidad para quien siguiendo estos consejos no
le vaya bien. Sobre todo, si sigue mi “genial” sistema.
[1] Puede haber quien piense que un
0,6% es poco. No voy a decir si es mucho o poco, pero sí que, para juzgarlo hay
que ver que relación tiene este 0,6% con la rentabilidad que suele dar. Por
ejemplo, este fondo ha dado en el último año un 9,73%. Por tanto, ese 0,6%
supone un 6,2% del dinero que gana. Si digo lo de que “sólo” cobra un 0,6% es
porque es el que menos cobra de su categoría.
[2] Invertir es un índice es unir la
suerte de la inversión a lo que haga ese índice. Por ejemplo, el IBEX35, o su
equivalente alemás, el DAX 30 o francés, el CAC40. Pero conviene aclarar una
cosa. Cuando uno ve el valor de un índice y lo compara con el valor que tuvo
hace un tiempo para ver qué rentabilidad ha tenido en ese tiempo, tan sólo está
viendo la rentabilidad que hubiese tenido por la subida de valor del promedio
de las acciones de ese índice. Pero la rentabilidad que realmente obtiene es
mayor, porque a esa que nos da el valor del índice hay que añadirle la rentabilidad
obtenida por los dividendos que esas acciones hayan podido dar.
[3] Cada analista está especializado
en tan sólo unas pocas acciones, generalmente de un mismo sector. Por lo tanto,
se supone que conocen bien las empresas que respaldan esas acciones y los
sectores en los que estas empresas operan.
[4] Yo estoy haciendo el sistema con
los valores del IBEX 35, del DAX 30 (Alemania) y del CAC 40 (Francia). En total
son 105 valores. Esto hace que el establecimiento del ranking sea arduo pero,
por otro lado, da una mayor diversidad.
[5] A pesar de estar considerando
acciones de los tres índices antedichos, IBEX, DAX y CAC, la referencia de
rentabilidad la establezco con el IBEX, ya que para hacerlo con los tres
tendría que hacer un promedio de la evolución de los tres, ponderado por la
inversión en valores de cada uno, lo que es un trabajal tan sólo para tener una
referencia. Pero, vagancia aparte, así debería hacerlo.
[6] Los riesgos suelen catalogarse
como sistémicos e idiosincráticos. Los sistémicos son los que, como su nombre
indica, afectan a todo el sistema y nacen de razones difícilmente previsibles son
graves y, a veces, no racionales. Los idiosincráticos son los que responden a
razones con cierta racionalidad y a una acción, un sector o un conjunto de
sectores.
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